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Una aunsencia prolongada...
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Una aunsencia prolongada...
Los últimos rayos de sol que incidían sobre el campamento de la legión romana emplazada en ese bosque marcaban la hora para el siguiente cambio de guardia. Paulatinamente, pequeñas fogatas en todo el campamento comenzaban a encenderse y como consecuencia presentaban un centro de reunión para aquellos legionarios que miraban con cierta nostalgia la proximidad de la patria.
Habían pasado tres años de campaña por regiones sumamente hostiles como heladas con el fin de anexar nuevas tierras al gran imperio romano. Con el éxito asegurado de dicha empresa la vuelta a casa parecía ahora un sueño que se empeñaba con prolongarse y es que ahora la legión comandada por Noah se encontraba parapetada a escasos kilómetros de distancia de la gloriosa ciudad romana.
Para ellos los vítores y fanfarrias que las masas acostumbraban a ofrecer a sus ejércitos victoriosos no era más que una falacia. De momento les tocaba con conformarse con el cielo estrellado que se cernía sobre sus cabezas, con las raciones de comida que en esos momentos tomaban entre bromas y anécdotas de los años anteriores, de lustrar sus armaduras, afilar sus espadas y esperar el siguiente cambio de guardia entrada en las primeras horas de la mañana.
De vez en cuando dejaban su parloteo cuando un oficial pasaba cerca de ellos para hacer el saludo militar de rigor. Pues a pesar de que las otras legiones en ese momento estaban seguramente celebrando las festividades de un pueblo romano orgulloso de sus soldados la disciplina que caracterizaba a todas las legiones del emperador nunca se dejaban de lado.
En la tienda principal un miles encendía las lucernas bajo la mirada inquisitiva de su general. Acabada la tarea el soldado raso dejaba la tienda luego de cerciorarse que el general Noah no dispusiera de alguna labor mas. Y era así como él, el nuevo comandante de la legión Draco le gustaba estar. Para Noah el tumulto y los festejos lo tenían un tanto hastiado, muchas veces había tenido que recibirlos al lado de su padre y por experiencia propia era algo que no le entusiasmaba como a la mayoría de la plana militar.
Él prefería otro tipo de entretenimiento que sólo el campo de batalla le podía dar y en grado atenuado y casi equiparable con la emoción del combate también lo era sus encuentros personales con alguna que otra dama de la región o mujerzuela que llevara hasta su cama. Pero de momento se encontraba sereno y con cierta tranquilidad. Hacía un par de minutos que había despachado a dos tribunos con las consecuentes ordenes mientras permanecían en ese lugar.
Sentado sobre su silla y al frente de una mesa cubierta de mapas y pergaminos esperaba paciente, ordenando sus ideas y remembrando para sí mismo tantas cosas que había vivido al lado de Vergilius y de Breda por los que sentía una profunda lealtad a pesar de que todos ellos tenían sus particulares forma de actuar. Una leve sonrisa surcaba por su labios mostrando su dentadura de donde destacaban sus colmillos los cuales eran ligeramente largos. Le daban a veces un aspecto siniestro pero el motivo de encontrarse de buen humor eran las noticias de una legión lejana que aún tenía a una nación formidable a la cual combatir.
Imaginaba el fragor de la batalla y las legiones ordenadas arrasándolo todo a su paso, ese momento que cruzaba por su mente lo hacía olvidar lo demás, para él Roma podía esperar...
Habían pasado tres años de campaña por regiones sumamente hostiles como heladas con el fin de anexar nuevas tierras al gran imperio romano. Con el éxito asegurado de dicha empresa la vuelta a casa parecía ahora un sueño que se empeñaba con prolongarse y es que ahora la legión comandada por Noah se encontraba parapetada a escasos kilómetros de distancia de la gloriosa ciudad romana.
Para ellos los vítores y fanfarrias que las masas acostumbraban a ofrecer a sus ejércitos victoriosos no era más que una falacia. De momento les tocaba con conformarse con el cielo estrellado que se cernía sobre sus cabezas, con las raciones de comida que en esos momentos tomaban entre bromas y anécdotas de los años anteriores, de lustrar sus armaduras, afilar sus espadas y esperar el siguiente cambio de guardia entrada en las primeras horas de la mañana.
De vez en cuando dejaban su parloteo cuando un oficial pasaba cerca de ellos para hacer el saludo militar de rigor. Pues a pesar de que las otras legiones en ese momento estaban seguramente celebrando las festividades de un pueblo romano orgulloso de sus soldados la disciplina que caracterizaba a todas las legiones del emperador nunca se dejaban de lado.
En la tienda principal un miles encendía las lucernas bajo la mirada inquisitiva de su general. Acabada la tarea el soldado raso dejaba la tienda luego de cerciorarse que el general Noah no dispusiera de alguna labor mas. Y era así como él, el nuevo comandante de la legión Draco le gustaba estar. Para Noah el tumulto y los festejos lo tenían un tanto hastiado, muchas veces había tenido que recibirlos al lado de su padre y por experiencia propia era algo que no le entusiasmaba como a la mayoría de la plana militar.
Él prefería otro tipo de entretenimiento que sólo el campo de batalla le podía dar y en grado atenuado y casi equiparable con la emoción del combate también lo era sus encuentros personales con alguna que otra dama de la región o mujerzuela que llevara hasta su cama. Pero de momento se encontraba sereno y con cierta tranquilidad. Hacía un par de minutos que había despachado a dos tribunos con las consecuentes ordenes mientras permanecían en ese lugar.
Sentado sobre su silla y al frente de una mesa cubierta de mapas y pergaminos esperaba paciente, ordenando sus ideas y remembrando para sí mismo tantas cosas que había vivido al lado de Vergilius y de Breda por los que sentía una profunda lealtad a pesar de que todos ellos tenían sus particulares forma de actuar. Una leve sonrisa surcaba por su labios mostrando su dentadura de donde destacaban sus colmillos los cuales eran ligeramente largos. Le daban a veces un aspecto siniestro pero el motivo de encontrarse de buen humor eran las noticias de una legión lejana que aún tenía a una nación formidable a la cual combatir.
Imaginaba el fragor de la batalla y las legiones ordenadas arrasándolo todo a su paso, ese momento que cruzaba por su mente lo hacía olvidar lo demás, para él Roma podía esperar...
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Re: Una aunsencia prolongada...
- Por fin hemos llegado... otra marcha más con todo este equipo y te juro que me largo...
Susurraba un triarii al final de la pequeña columna que en esos momentos avanzaba a trote en lo que era la patrulla del campamento. Su compañero de a lado, un hombre robusto de cabello cano le miró de reojo con una mirada fulminante. Entre los triarii esos tipos de comentarios podían resultar muy caros si llegaban a oídos de Noah, que no se tentaría el corazón para dar un ejemplo sangriento a sus tropas.
- ¡A callar perros malditos! - Sonó desde el frente a un costado de la columna la voz grave y áspera del centurión encargado de la patrulla. - ¡Conocen el castigo por infringir la disciplina en las legiones! - Sentenciaba y daba por entendido a el destacamento que sólo por hoy permitía tal libertad. Después de todo la empalizada alrededor del campamento comenzaba a ser visible como las antorchas y los centinelas que rondaban en torno a ella.
Ambrosio, centurión veterano y curtido tras muchos años de campaña bajo las ordenes del gran Valerio por ahora ansiaba llegar a su tienda y librarse un poco del peso que requería cargar con su equipo de soldado. Dormir un poco y probar la cena que le estaba esperando, no tenía entusiasmo de ejercer el castigo a quien quiera hubiera mirado en las filas.
Los cambios de guardia y las constantes rutinas eran motivo para que la décima tercera legión romana no perdiera su disciplina. Noah había instruido a todos sus oficiales para estar adiestrando a los hombres aun en tiempos de tranquilidad, él no se fiaba de nada imprevisto y sabía que en cualquier momento la legión Draco podría entran en acción si se le requería y ante los ojos de los demás generales él no quería lucir un incompetente o que le vieran que sólo había obtenido el cargo tras la muerte de su padre Valerio.
Pero su corto tiempo al mando de la legión habían hecho que quien podía asumir el mando en tiempos desesperados era él.
- Otra vez esta mierda de cena... - La cara de Claudio denostaba el desagrado por el estofado frío y desabrido que ocupaba su pequeño tazón y al que apenas había probado al lado de sus compañeros.
- Vamos, ¿de que te quejas?, al menos no te tocó ir de patrulla como aquellos infelices. - Santino, un joven draconarii gesticulaba hacia la patrulla que en esos momentos ingresaba a paso veloz haciendo resonar sus armaduras. El sonido uniforme de su marcha se dejaba escuchar.
- O peor aún, pertenecer a la décima segunda legión y estar todavía en Germania bajo las ordenes del general Breda - Respondía Claudio mientras daba con desgano un bocado de pan que recién había sopeado en su estofado. - Sea como sea el caso esto no demerita que la comida sea un asco.
- Tú lo has dicho hermano. - Secundaba Batiato, un enorme romano que bien por su enorme fuerza y gran musculatura hubiera sido un excelente gladiador en el circo romano que junto a sus demás compañeros estaban reunidos al calor de una agradable fogata. Todos ellos pertenecían a diferentes unidades pero el lazo entre ellos era de cordialidad y fraternidad tras los largos años de campaña que habían afrontado.
- ¿Quién dijera que tras tres años por fin nos encontremos en nuestra tierra? - La voz de Santino se escuchaba trémula, reflejaba la ansiedad por volver a su casa.
- Bueno ya conoces al general, no dista mucho de su padre. Podría decirse que son casi la misma persona. - Respondía Claudio mientras masticaba su ración de comida. - Sólo que él resulta algo extraño, pareciera que ...
- Por la forma en que lo dices y como suenas pareciera que te atrae el general Noah. - La ironía en la voz de Batiato no lo dejó terminar la frase, él era un soldado efectivo pero gustaba de soltar una que otra broma entre sus compañeros.
- Vete a la mierda Batiato... - Olvidándose de su cena, Claudio lanzaba su tazón de comida a la cara de su enorme compañero, la cena de por si no le había terminado por gustar y ante la imponente presencia de Batiato sólo eso podía hacer, la cara de su amigo se ladeaba hacia un costado evitando con facilidad las intenciones de Claudio por hacerle pasar un mal rato. A pesar de estar lejos de casa, cada legionario encontraba entre sus compañeros de armas un momento de distracción luego de las cansadas horas de entrenamiento.
Se daban ese pequeño lujo, después de todo se caracterizaban por ser leales a la legión Draco y sus oficiales que dejaban un poco pasar esos ratos considerando que se les negaba el privilegio de celebrar junto a las legiones que ya se encontraban en Roma.
- Si ya terminaron de jugar bola de maricones levanten sus miserables humanidades y ponganse el equipo que vamos dar una pequeña caminata. - La voz sardónica del centurión que se acercaba había hecho callar las risas de todos ellos. - Han sido seleccionados para la siguiente patrulla, así que andando que en cinco minutos haremos nuestro recorrido.
Puta mierda y yo que pensaba que hoy dormiría con el estomago medio lleno. - Pensaba Claudio para sus adentros mientras se apresuraba con sus compañeros a tomar su armamento y alistarse así para la ronda. Todo sucedía mientras Noah se reunía en su tienda con los tribunos, al parecer había noticias de Roma que los emisarios habían hecho llegar...
Susurraba un triarii al final de la pequeña columna que en esos momentos avanzaba a trote en lo que era la patrulla del campamento. Su compañero de a lado, un hombre robusto de cabello cano le miró de reojo con una mirada fulminante. Entre los triarii esos tipos de comentarios podían resultar muy caros si llegaban a oídos de Noah, que no se tentaría el corazón para dar un ejemplo sangriento a sus tropas.
- ¡A callar perros malditos! - Sonó desde el frente a un costado de la columna la voz grave y áspera del centurión encargado de la patrulla. - ¡Conocen el castigo por infringir la disciplina en las legiones! - Sentenciaba y daba por entendido a el destacamento que sólo por hoy permitía tal libertad. Después de todo la empalizada alrededor del campamento comenzaba a ser visible como las antorchas y los centinelas que rondaban en torno a ella.
Ambrosio, centurión veterano y curtido tras muchos años de campaña bajo las ordenes del gran Valerio por ahora ansiaba llegar a su tienda y librarse un poco del peso que requería cargar con su equipo de soldado. Dormir un poco y probar la cena que le estaba esperando, no tenía entusiasmo de ejercer el castigo a quien quiera hubiera mirado en las filas.
Los cambios de guardia y las constantes rutinas eran motivo para que la décima tercera legión romana no perdiera su disciplina. Noah había instruido a todos sus oficiales para estar adiestrando a los hombres aun en tiempos de tranquilidad, él no se fiaba de nada imprevisto y sabía que en cualquier momento la legión Draco podría entran en acción si se le requería y ante los ojos de los demás generales él no quería lucir un incompetente o que le vieran que sólo había obtenido el cargo tras la muerte de su padre Valerio.
Pero su corto tiempo al mando de la legión habían hecho que quien podía asumir el mando en tiempos desesperados era él.
- Otra vez esta mierda de cena... - La cara de Claudio denostaba el desagrado por el estofado frío y desabrido que ocupaba su pequeño tazón y al que apenas había probado al lado de sus compañeros.
- Vamos, ¿de que te quejas?, al menos no te tocó ir de patrulla como aquellos infelices. - Santino, un joven draconarii gesticulaba hacia la patrulla que en esos momentos ingresaba a paso veloz haciendo resonar sus armaduras. El sonido uniforme de su marcha se dejaba escuchar.
- O peor aún, pertenecer a la décima segunda legión y estar todavía en Germania bajo las ordenes del general Breda - Respondía Claudio mientras daba con desgano un bocado de pan que recién había sopeado en su estofado. - Sea como sea el caso esto no demerita que la comida sea un asco.
- Tú lo has dicho hermano. - Secundaba Batiato, un enorme romano que bien por su enorme fuerza y gran musculatura hubiera sido un excelente gladiador en el circo romano que junto a sus demás compañeros estaban reunidos al calor de una agradable fogata. Todos ellos pertenecían a diferentes unidades pero el lazo entre ellos era de cordialidad y fraternidad tras los largos años de campaña que habían afrontado.
- ¿Quién dijera que tras tres años por fin nos encontremos en nuestra tierra? - La voz de Santino se escuchaba trémula, reflejaba la ansiedad por volver a su casa.
- Bueno ya conoces al general, no dista mucho de su padre. Podría decirse que son casi la misma persona. - Respondía Claudio mientras masticaba su ración de comida. - Sólo que él resulta algo extraño, pareciera que ...
- Por la forma en que lo dices y como suenas pareciera que te atrae el general Noah. - La ironía en la voz de Batiato no lo dejó terminar la frase, él era un soldado efectivo pero gustaba de soltar una que otra broma entre sus compañeros.
- Vete a la mierda Batiato... - Olvidándose de su cena, Claudio lanzaba su tazón de comida a la cara de su enorme compañero, la cena de por si no le había terminado por gustar y ante la imponente presencia de Batiato sólo eso podía hacer, la cara de su amigo se ladeaba hacia un costado evitando con facilidad las intenciones de Claudio por hacerle pasar un mal rato. A pesar de estar lejos de casa, cada legionario encontraba entre sus compañeros de armas un momento de distracción luego de las cansadas horas de entrenamiento.
Se daban ese pequeño lujo, después de todo se caracterizaban por ser leales a la legión Draco y sus oficiales que dejaban un poco pasar esos ratos considerando que se les negaba el privilegio de celebrar junto a las legiones que ya se encontraban en Roma.
- Si ya terminaron de jugar bola de maricones levanten sus miserables humanidades y ponganse el equipo que vamos dar una pequeña caminata. - La voz sardónica del centurión que se acercaba había hecho callar las risas de todos ellos. - Han sido seleccionados para la siguiente patrulla, así que andando que en cinco minutos haremos nuestro recorrido.
Puta mierda y yo que pensaba que hoy dormiría con el estomago medio lleno. - Pensaba Claudio para sus adentros mientras se apresuraba con sus compañeros a tomar su armamento y alistarse así para la ronda. Todo sucedía mientras Noah se reunía en su tienda con los tribunos, al parecer había noticias de Roma que los emisarios habían hecho llegar...
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Re: Una aunsencia prolongada...
La luz que se mantenía en las lucernas de la tienda principal ardía constantemente proyectando sombras esporádicas sobre la mesa del comandante Noah. Los emisarios de su legión habían regresado para dar informe de las eventualidades tras los tres años de ausencia de aquellos legionarios. Habían partido a la par de las legiones de Vergilius y una vez recibido los informes pertinentes regresaban sin un momento de descanso para reunirse al resto de su destacamento.
- ¿Los hombres se mantienen correctamente adiestrados Vatreno? - La voz serena en esos momentos de Noah interrumpía el sepulcral silencio que imperaba en la tienda tras la salida de los emisarios. Se dirigía a uno de sus tribunos militares que siempre había sido servicial bajo las ordenes del difunto general Valerio.
- En constante movimiento, acatando las ordenes que ha dispuesto legado. - Acunando su casco reglamentario bajo su brazo el Tribuno Vatreno daba un pequeño adelanto de los reportes diarios de la décima tercera legión romana. - Se escogen al azar soldados de diferentes unidades para conformar patrullas a cargo de un centurión , se rotan de tal manera que cada miembro en la legión pueda estar preparado en caso de inconvenientes.
- Hmmm... ¿inconvenientes? - Un pequeño enfado en la modulación de la voz de Noah comenzaba a ser evidente. - A estas alturas Tribuno ya deberías de entender que los inconvenientes no son ni serán tolerados. Si se están rotando a los hombres es para mantener la disciplina luego de la campaña en las tierras germánicas. - Vatreno se mostraba escueto en cuanto sus expresiones, mantenía su postura de rigor mientras a su espalda otros dos oficiales se mantenían apostados.
- Porque si hay algo que no se tolera dentro de las legiones es la falta de adiestramiento de cada uno de sus efectivos militares. Ante todo Tribuno debemos estar preparados por si se nos requiere en un momento dado, para lo que Roma disponga de sus soldados. - Relajándose un poco Noah se recargaba tranquilamente sobre el respaldo de su silla mientras extendía su brazo para tomar uno de los pergaminos que atestaban la superficie de la mesa.
- Los reportes indican que el general Virgilius ingresó a Roma con los más altos honores de lo que es merecedor, sin embargo... - Hizo una ligera pausa al pensar en lo incómodo que eso podría haber resultado para alguien como Virgilius, ciertamente una persona como él prestaba más atención a los asuntos importantes para Roma que las celebraciones efectuadas en su honor. - ... quizá sólo sea una especie de pantalla para desviar la atención de lo que de verdad debe importar para la nación romana. Ya sabes Vatreno como es el enredado e hipócrita mundo de la política. Algo de lo que nosotros no debemos infectarnos.
Todo el protocolo político para Noah no era mas que un circo en donde había muchos intereses personales. Situación que no podía tomarse a la ligera en cualquier legión romana. - Nosotros somos la maquinaria que Roma necesita para mantener su hegemonía en el mundo. No hay necesidad de involucrarnos tanto con las estratagemas y planes que aquellos senadores a veces tienen planeado. Pero bueno basta de tanta fruslería, si los he citado es para que reporten la condición actual de la legión, efectivos, pertrechos, hacer evaluaciones para comprobar que esta legión esté lista para combatir de nuevo de ser el caso.
Una mirada inquisidora de Noah se posó a los ojos experimentados de Vatreno, los otros dos oficiales se mantenían al margen esperando a ser llamados para dar sus reportes preliminares. Afuera, los estandartes de la décima tercera legión ondeaban por el capricho del viento, los soldados hacían sus patrullas, otros ponían en orden el armamento, todo mientras permanecían enclavados en esas inmediaciones de aquel estratégico bosque que era para ellos en ese momento su casa, y lugar de "entretenimiento".
- ¿Los hombres se mantienen correctamente adiestrados Vatreno? - La voz serena en esos momentos de Noah interrumpía el sepulcral silencio que imperaba en la tienda tras la salida de los emisarios. Se dirigía a uno de sus tribunos militares que siempre había sido servicial bajo las ordenes del difunto general Valerio.
- En constante movimiento, acatando las ordenes que ha dispuesto legado. - Acunando su casco reglamentario bajo su brazo el Tribuno Vatreno daba un pequeño adelanto de los reportes diarios de la décima tercera legión romana. - Se escogen al azar soldados de diferentes unidades para conformar patrullas a cargo de un centurión , se rotan de tal manera que cada miembro en la legión pueda estar preparado en caso de inconvenientes.
- Hmmm... ¿inconvenientes? - Un pequeño enfado en la modulación de la voz de Noah comenzaba a ser evidente. - A estas alturas Tribuno ya deberías de entender que los inconvenientes no son ni serán tolerados. Si se están rotando a los hombres es para mantener la disciplina luego de la campaña en las tierras germánicas. - Vatreno se mostraba escueto en cuanto sus expresiones, mantenía su postura de rigor mientras a su espalda otros dos oficiales se mantenían apostados.
- Porque si hay algo que no se tolera dentro de las legiones es la falta de adiestramiento de cada uno de sus efectivos militares. Ante todo Tribuno debemos estar preparados por si se nos requiere en un momento dado, para lo que Roma disponga de sus soldados. - Relajándose un poco Noah se recargaba tranquilamente sobre el respaldo de su silla mientras extendía su brazo para tomar uno de los pergaminos que atestaban la superficie de la mesa.
- Los reportes indican que el general Virgilius ingresó a Roma con los más altos honores de lo que es merecedor, sin embargo... - Hizo una ligera pausa al pensar en lo incómodo que eso podría haber resultado para alguien como Virgilius, ciertamente una persona como él prestaba más atención a los asuntos importantes para Roma que las celebraciones efectuadas en su honor. - ... quizá sólo sea una especie de pantalla para desviar la atención de lo que de verdad debe importar para la nación romana. Ya sabes Vatreno como es el enredado e hipócrita mundo de la política. Algo de lo que nosotros no debemos infectarnos.
Todo el protocolo político para Noah no era mas que un circo en donde había muchos intereses personales. Situación que no podía tomarse a la ligera en cualquier legión romana. - Nosotros somos la maquinaria que Roma necesita para mantener su hegemonía en el mundo. No hay necesidad de involucrarnos tanto con las estratagemas y planes que aquellos senadores a veces tienen planeado. Pero bueno basta de tanta fruslería, si los he citado es para que reporten la condición actual de la legión, efectivos, pertrechos, hacer evaluaciones para comprobar que esta legión esté lista para combatir de nuevo de ser el caso.
Una mirada inquisidora de Noah se posó a los ojos experimentados de Vatreno, los otros dos oficiales se mantenían al margen esperando a ser llamados para dar sus reportes preliminares. Afuera, los estandartes de la décima tercera legión ondeaban por el capricho del viento, los soldados hacían sus patrullas, otros ponían en orden el armamento, todo mientras permanecían enclavados en esas inmediaciones de aquel estratégico bosque que era para ellos en ese momento su casa, y lugar de "entretenimiento".
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Re: Una aunsencia prolongada...
Los tres oficiales reunidos en la tienda principal habían rendido sus informes con bastante claridad, dejaban una pequeña pausa para dejar al comandante de la legión hacer sus posibles conjeturas. Noah, se quedaba complacido de momento ante la eficacia de sus tropas, de que todo estuviera en orden y listo para levantar el campamento y desplazarse a una nueva localidad. Después de todo, la décima tercera legión había sido una de las más adiestradas y con un alto sentido de disciplina desde que Valerio la tomó a su cargo y Noah no pensaba cambiar esa cualidad como fuerza militar, le tocaba seguir con la tradición familiar.
- Entonces ya es hora de salir de este maldito lugar. - Pronunció demostrando que en sus palabras algo le estaba inquietando en el alma. No era producto de los tres años de campaña pero su impaciencia se podía notar en su misteriosa mirada. - Comiencen los preparativos para levantar el campamento, que cada hombre dentro de la legión redoble esfuerzos para partir lo más pronto posible hacia Roma y ver que ha pasado tras estos años en que estuvimos ausentes.
Sin vacilar los tribunos salían con toda celeridad alzando voces a sus subalternos y en unos instantes se lograban escuchar las labores de los legionarios prestos a preparar el viaje de regreso hacia la patria que los había mandado para afianzar el gran poderío de Roma. Esta vez para ellos no habría un desfile militar que los recibiera como héroes, si no una marcha hacia la ciudad imperial sin el pleno conocimiento de cuales serían las siguientes indicaciones en aquella forma que llevaban como vida militar.
- Entonces ya es hora de salir de este maldito lugar. - Pronunció demostrando que en sus palabras algo le estaba inquietando en el alma. No era producto de los tres años de campaña pero su impaciencia se podía notar en su misteriosa mirada. - Comiencen los preparativos para levantar el campamento, que cada hombre dentro de la legión redoble esfuerzos para partir lo más pronto posible hacia Roma y ver que ha pasado tras estos años en que estuvimos ausentes.
Sin vacilar los tribunos salían con toda celeridad alzando voces a sus subalternos y en unos instantes se lograban escuchar las labores de los legionarios prestos a preparar el viaje de regreso hacia la patria que los había mandado para afianzar el gran poderío de Roma. Esta vez para ellos no habría un desfile militar que los recibiera como héroes, si no una marcha hacia la ciudad imperial sin el pleno conocimiento de cuales serían las siguientes indicaciones en aquella forma que llevaban como vida militar.
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