Una triste despedida...

por Drayden Lun Sep 13, 2010 5:54 pm

A lo largo del pequeño pueblo de Asgard las noticias se habían esparcido. Un pueblo que estaba gozando una relativa seguridad a cargo de Knoll y su corte se había visto arrastrada a la incertidumbre de su futuro. La inesperada muerte de su dirigente los había sumido en un profundo abismo de congoja y preocupación, misma que se veía ligeramente atenuada por la llegada de Drayden como cabecilla de aquel pueblo nórdico.

Aclamado por la mayoría del pueblo, él se presentaba como una luz visible al final de un túnel gobernado por la más sobrecogedora oscuridad. Su intelecto sería de gran apoyo para tomar las riendas sueltas de esa asolada nación, no habría de momento persona adecuada para sacar de ese embrollo y revertir la precaria situación. Ahora, las cosas resultaban un poco claras, la deserción de algunos cortesanos de Knoll daban fuertes fundamentos para las explicaciones que Drayden le hubiera manifestado a las masas.

Si sus palabras habrían resultado misteriosas ahora se despejaban un poco tras esa extraña marcha que él mismo encabezaba hacia los muelles de Asgard. Una multitud conglomerada se había dado cita para despedir con todos los honores a un hombre ejemplar, Drayden había dispuesto todo y él mismo, al lomo de su esplendoroso caballo guiaba aquel cortejo fúnebre. Nadie podía imaginarse que aquél que los guiaba hacia el funeral de Knoll, era el mismo que también le habría matado por motivos mas distorsionados que los que Seisyll tuvo, pero sin nadie que supiera la verdad esta era la era de un Asgard que sin duda sería de una gran calamidad...

por Drayden Mar Sep 14, 2010 2:32 am

El intenso frío no tenía clemencia alguna en las afueras de la ciudadela, pero no por eso era un aliciente para desmoralizar la congregación de Asgardianos. Motivados por acompañar a su gran dirigente en su última travesía. En ocasiones, el perpetuo silencio era interrumpido por viento gélido que surcaba de izquierda a derecha calando los huesos. Las condiciones extremas eran sumamente hostiles pero la población estaba sumamente acostumbrada a tales predicamentos.

A lo lejos, los aullidos lastimeros de unos lobos parecían entonar una melodía dramática para la marcha. Drayden fruncía el ceño, aquella herida que se había hecho le estaba punzando con las fuertes ráfagas de viento. En su interior, era un pequeño precio a pagar por la consumación de sus planes, pero que valía la pena ahora que él mantenía una improvisada gobernatura en todo aquel pueblo.

«Una mala fortuna que hayan escapado dos de los más allegados a Knoll, podrían aparecer de un momento a otro.» - Desde la muerte de Knoll, Drayden se enteró de la salida de Asgard de Jabranth y de Seisyll, únicos hombres capaces de confrontarlo. «Pero si lo hicieran, no tendrían oportunidad alguna de rebatir su precipitada salida y si ese fuera el caso, los mataría sin darles tiempo a nada, después de todo fue una gran fortuna estudiar el estilo de combate de aquellos dos.»

Al ser un individuo sumamente inteligente, Drayden tenía una ligera ventaja la haber visto los movimientos, primero de Jabranth en la fiesta y luego de Seysill en la sala de armas. Podría incluso con esa escueta información vencerlos de una manera sencilla. Dejaba sus pensamientos al notar que ahora el muelle estaba cerca. Embarcaciones vikingas se mantenían atracadas con una densa capa de escarcha sobre sus cubiertas. Una nave estaba para esos momentos siendo acondicionada para que Knoll pudiera viajar hacia el Valhalla, el lugar prometido para cualquier guerrero distinguido.

por Drayden Sáb Sep 18, 2010 4:52 pm

La mirada de Drayden lucía impaciente ante los últimos arreglos de la nave destinada para el funeral de Knoll. El cuerpo lo habían depositado en un rito escandinavo en el centro de la nave. Todo con un lúgubre silencio, los asistentes permanecían en la costa mientras los soldados depositaban en la borda los bienes materiales del que fuera su dirigente.

Esto con la intención de que en la otra vida Knoll dispusiera de su posición social. La mañana seguía siendo demasiado fría pero no lo suficiente como para congelar parte del mar, en algunas zonas el hielo comenzaba a cristalizarse ofreciendo unos destellos agradables a la vista por el efecto de la luz reflejante. Los vientos auguraban una buena navegación, la necesaria para que aquella lujosa embarcación, ahora atiborrada de tesoros personales pudiera ponerse en marcha.

Un ligero suspiro escapó de los labios de Drayden, mirar como todo ese teatro se montaba para culminar sus planes le parecía cansino pero las cosas ya no podían suspenderse, claro si es que él quería ganarse en cierto medida el respeto inicial de los habitantes debía complacerlos en sus tradiciones. Para un hombre de su intelecto, aquellas muestras de superstición siempre serían una perdida de tiempo.

- Todo ha sido ultimado señor Drayden. - La voz serena y servicial de Bayron rompía levemente ese mutismo perpetuo. El proclamado cerebro de Asgard se giraba y asintiendo con la cabeza en señal de conformidad. Llegaba el punto en que nuevamente se dirigiría a aquella congregación listos para despedir al valeroso Knoll.

- Pueblo de Asgard, ustedes que por decreto divino habitan una parte de Midgard y la cual lleva el nombre de la localidad destinada para los dioses. So ustedes los hijos de los hielos eternos los que ahora se han reunido para mostrar sus respetos y lealtad al más grande de los hombres que esta tierra azotada por los fríos eternos haya conocido. - Una pequeña pausa bastaba para esos momentos, luego reanudaba su labia.

- Y hoy, en un día que será grabado por los anales de la historia diremos adiós a tan admirable persona que no sólo supo levantar a un pueblo luego de la devastación, si no que logró mantenerlo unido y que por ambiciones ajenas ha tenido un fin trágico dignos de algunas obras de occidente. - Las miradas de los presentes lucían confusas, no entendían un poco a lo que Drayden se refería. Él se percató de ello y omitiendo tanta pomposidad a su discursó continuó diciendo.

- No habrá entonces honores más altos que nuestra tradición dispone para una persona como lo fue Knoll. Sus pertenencias, así como sus riquezas se han reunido para que él haga su viaje, su transito hacia la otra vida y última parada. Sus hazañas nunca serán olvidadas, todas ya cada una pasaran de generación en generación y los años nunca podrán borrarlas.

En esos instantes las velas de la embarcación se desplegaban, un viento fortuito las hinchaba y en pocos segundos, en una travesía lenta y ceremonial el barco funerario emprendía su marcha. La guardia de honor vikinga golpeaba sus escudos redondos con sus lanzas mientras alzaban al unísono un cántico de guerra que rememoraba las hazañas de muchos de sus héroes y leyendas.

Drayden dirigió la mirada hacia uno de los soldados que mantenía un arco y una flecha. Con un movimiento de su cabeza le indicaba al compañero de dicho soldado que encendiera la flecha la cual había sido embadurnada con alquitrán. Una llama resplandeciente aparecía al tiempo que aquel hombre apuntaba hacia en dirección del cielo despejado.

- Que la gran tutela de Váli te reconforte, es hora de que Knoll por fin descanse. - Con un ademán de su mano, Drayden terminaba sus palabras e indicaba al habilidoso arquero a disparar su flecha. Una hermosa parábola surcaba el cielo, describía una trayectoria solemne misma que murió en el mástil principal de la nave. En pocos minutos aquella embarcación prendía completamente alzando sus llamas hacia lo alto. Todos y cada uno miraban con desaliento la triste partida de aquel que llevara en nombre de Knoll. Sin embargo un sólo individuo miraba el espectáculo con sumo beneplácito. En su mirada aparecía la misma intensidad que mostró en aquella sala de armas.

por Drayden Sáb Sep 25, 2010 12:34 am

Solo se necesitaron de algunos minutos para que la embarcación mortuoria se consumiera por completo. Las llamas se extinguían y ese resplandor que emitía por entre la blancura del hielo poco a poco se iba disipando. Ahí entre los múltiples asistentes cada uno estaba metido en sus propios pensamientos.

Había sido aquel hecho lamentable que un hombre tan integro como Knoll se hubiera perdido en un altercado de intereses personales. Algo que Drayden sabía, solo que sus estratagemas maniáticas por el poder le habían hecho manipular la verdad a su conveniencia. Sólo quizá los que habían partido no llevarían ese vendaje y sarta de mentiras que Drayden hubiera desplegado.

Pero tal vez no regresarían nunca, eso le tranquilizaba de momento, y si no fuera el caso, ahora contaba con el apoyo de las fuerzas militares de Asgard. Flexionó un poco su cuerpo, a la intemperie la herida que se había hecho comenzaba a dolerle. El cirujano había hecho bien su trabajo, le había efectuado un vendaje luego de que le cosiera la herida por el paso de la daga empleada para sus propósitos malsanos.

Sólo ahora restaba idear enmiendas, organizar el reino y prepararse para lo que viniera. Así como aquella nave ardía y se extinguía, era el turno de que Drayden forjara un gobierno donde su intelecto le ayudaría de momento la dirección y engrandecimiento de un pais al que le tenía deparado un nuevo destino.

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