La ezquina redonda!

por Drakins Dom Mayo 29, 2011 8:58 am

Los rayos del sol comenzaban a cubrir toda roma llegando hasta el mercado y mas allá, iluminando todos los rincones de esta parte del mundo, el día se volvía alzar sobre toda roma. El viento comenzaba a soplar suavemente por todo el lugar, una brisa fría pero suave se podía sentir, las aves comenzaban alzar el vuelo, tomando las corrientes cálidas para ello, las personas comenzaban a salir nuevamente, los padres con sus hijos, las familias, los vendedores todo comenzaba a tomar su curso nuevamente, parecía que el sol era el interruptor para que todo comenzara nuevamente, excepto por el mercado negro, y otros lugares de poca humanidad que se encontraban en ese gran mercado.

A lo lejos un adolecente se veía caminar, tranquilamente ocultando su rostro de los rayos del sol, ya que estos le molestaban profundamente en su vista, venia con una paso orgulloso y una fuerte determinación se le podía notar, a pesar de ocultar su rostro de los rayos del sol. El joven caminaba entre las demás personas sin mirarlas parecía ignorarlas o era que el sol realmente no le permitía ver mas allá de lo necesario para poder caminar.

Su ropa se movía conjunto al viento, ya que le quedaba un poco grande. Igual que su cabello ya un poco largo por el tiempo sin cortárselo. ¿Porque el sol me tiene que castigar de esta manera? Era la pregunta que rondaba en la cabeza del joven, aspirante a caballero de athena.

El joven caballero seguía su caminar, por el gran mercado, sin tropezar a nadie, los esquivaba a todos no quería hablar con nadie, entonces evitaba las colisiones entre él y las personas que lo rodeaban.

Creo que ya estoy llegando a mi destino, o mejor dicho cada paso que doy es un paso más cerca a convertirme en caballero de athena, espero que mi madre se encuentre bien.

Dijo el joven en voz baja mientras daba la curva, en una esquina un poco particular ya que la esquina era redonda no terminaba en vértice, el joven quedo impresionado por eso, pero igual seguía su camino.

por Dhoko Mar Jun 28, 2011 8:19 am

Aquella tarde era hermosa, el gran ocaso comenzaba, los rayos del sol los últimos comenzaron a alumbrar todos los rincones de esa parte de la tierra, una gran sonrisa salió del joven caballero sin olvidar, puesto que solo estaba de paso y tenía que seguir adelante mientras conseguía lo que estaba buscando.

¿Una esquina redonda? Pensé que eso no fuera posible jajaja, bueno tengo que seguir estoy cerca de ser un caballero dorado de athena.

Cerrando sus ojos comenzó a caminar, mientras las personas iban en todas direcciones buscando algo, y los animales ya se estaba refugiando ya la noche estaba cayendo y el día se estaba despidiendo.

La fuerte brisa que se presente en esos momento era señal de algo pero cual era la señal nadie sabía, todo el mundo tenía que pensar el porqué de eso ya que era raro pero al mismo tiempo no se detenía la fuerte brisa.

Ahora hace frio más fino!!! Qué bien vale, bueno tengo que seguir contra mi voluntad mucho frio para mí.

Pensaba el joven caballero de athena, que caminaba hacia adelante sin mirar atrás ni por un segundo su determinación no cambiaba sin importar lo que sucediera seguiría adelante.

por Ambrose Dom Jul 17, 2011 8:17 pm

El trayecto fue relativamente corto, los chiquillos iban felices, tarareaban una canción, no presté mucha atención solo quería llegar a su casa cambiarme y tal vez comer algo y luego irme de allí, entre menos contacto tenga con ellos, mucho mejor.

Finalmente los niños se detuvieron frente a una humilde casa ubicada en una esquina, no era lejos de donde tuvieron el encuentro con aquel sujeto, los niños corrieron atravesando la entrada hacia la puerta principal en busca de su madre, gritando: - Mami!!! .... Mami!!! .... Maaaamiiiiiiiii!!!

Espere en la entrada sin entrar formalmente a la casa, la niña vino tomó mi mano y haló de ella invitándome a entrar sin esperar aprobación de su madre. Finalmente estaba en una pequeña salita de estar, permanecí de pie esperando a la dichosa madre que apareciera.

Por fin hacía entrada la mujer que me hacía esperar, una mujer sin mucha gracia, bastante sosa, y sin mucha gracia ni mucho porte. Suspiré a la final no podía esperar mucho, sonreí e hice una sutil reverencia en señal de agradecimiento de estar en su casa. Los niños no se hicieron esperar y comenzaron a contarle a su madre los pormenores de lo sucedido en los callejones, yo solo sonreía y esperaba aunque ya comenzaba a impacientarme, de pronto la mujer habló dirigiéndose a mi dijo: - Es grato que aún Roma tenga buenas personas y no se hayan dejado corroer por las aspiraciones del mal. La miré dibujando una sonrisa de lo más falsa mientras pensaba: - Qué ridiculez dices mujer ... tienes frente a ti el mal hecho carne!!!

La mujer se me acercó, tomó mis manos juntándolas y me agradeció en nombre de ella y de sus hijos, asentí con la cabeza y un quejido salió de mi en el momento en que la mujer apretó mis manos contra las suyas, rápidamente la mujer las aflojó y las volteó para mirar las heridas que tenía en ellas, les habló a sus hijos pidiéndoles que trajeras unas telas limpias y agua para lavar las heridas, no tardaron en traer las cosas y la mujer en lavar y limpiar todo lo que había en ellas. Los quejidos iban y venían, algunos me tocaba tragármelos. Finalmente todo terminó aunque mis manos dolían ya tenían mejor aspecto, por un momento pensé: - Acaso no tenía yo una particular capacidad de sanar ... todo en mi es un completo chiste!!!!. Levanté la vista y sonriendo dulcemente me dirigí a la mujer: - Gracias por sus atenciones y espero no ser una molestia en su humilde y acogedor hogar, pero me permitiría Ud. tomar un baño y prestarme un vestido, debo seguir en busca de ... respiré hondo mientras terminaba la frase: - ... a mi esposo.

La mujer pareció un poco sorprendida y me permitió todo aquello que le había pedido, todos se fueron a prepararme el baño y las ropas, la niña me trataba como una familiar de ella y luego la mujer se puso a hacer la cena, no tardó en decirme que el baño estaba listo y procedí a seguirla para quitarme toda la porquería que tenía encima y al menos darme un momento de paz y calma.

Por un momento pensé que me había quedado dormida en la bañera, salí rápidamente y me sequé, entré a la habitación de la mujer y tomé el vestido azul marino que se encontraba delicadamente puesto sobre la cama, lo abracé y me lo puse. No me dí muchas miradas en el espejo, ni me percaté que tan bien me veía, salí de la habitación y afuera me esperaba la pequeña, a nueva cuenta me tomó de la mano para llevarme por suposición mía a cenar.

La comida transcurrió sin mucha novedad, todos en silencio consumiendo sus alimentos, yo distraída en mis pensamientos, aún seguían viviendo a mi las imágenes de un Senador Solomon, como si mi vida estuviera unida a la de él y la voz, mi voz de aquella extraña presencia que por un momento estuvo a punto de matarme. Sacudí la cabeza tratando de despejar mis confusos pensamientos, miré a mi alrededor y la pequeña familia mirándome un poco extrañados, sonreí para disipar las malas impresiones.

La niña se levantó y se vino a mi y le dijo a su madre: - Mamiiiiiiiiiii ella puede quedarse a dormir en mi habitación .... si? La madre sonrió y asintió al tiempo que decía: - Si ella está de acuerdo en pasar la noche aquí. Asentí con la cabeza y sonreí

No tenía la más mínima intención de pasar la noche allí, tenía muchas cosas que hacer, y lo principal debía hacer que alguién mirara las heridas que tenía y él único que conocía era ese viejo decrepito que atendió a Nicole aqui en Roma.

No sabía que tan lejos o que tan cerca estaba de aquel consultorio, aún estaba de día por lo que aún tenía posibilidades de encontrar el lugar si salía a tiempo de allí. La mujer se entretuvo en sus quehaceres y el niño jugando con un perro, la niña me seguía como una garrapata chupasangre.

Paseé por la casa mirando la forma de irme de ahí, pero la mocosa me seguía como un perro, me detuve, la miré detenidamente, me agaché para estar a su altura y le dije: - Pequeña tu sabes dónde está el consultorio del Médico, un anciano muy agradable? La niña sonrió con sus ojitos brillantes y me decía: - Siii!!! Siiii!!! .... es el médico de mi mamá. Sonreí y tomé delicadamente a la niña, acercándola a mi boca para susurrarle: - Me llevarías donde él ... es que debo ir a curarme y luego preguntarle si el a visto a mi esposo ..... no nos tardaremos Alejándome para sonreirle gratamente.

La niña pensó que todo era un juego, que yo era su nueva mejor amiga, me tomó de la mano y salimos sin que se percataran rumbo al consultorio médico.

por Solomon Dom Ago 07, 2011 10:21 pm

En otra zona muy alejada del macabro rencuentro del destino una mujer de mediana edad comenzaba su propia vía crucis al caminar descalza sobre el abrasador suelo de aquella parte de Roma, iba llevando un niño en brazos que la mantenía entretenida con su constante llanto. Sin embargo, aquel detestable ruido no significaba ningún impedimento a la sacrificaba señora romana que parecía zombi al caminar manteniendo la vista fija de aquel montón de escombros humeantes que aun se figuraban lejos en el horizonte.

Como…como la deje ir sola a esa zona.

Desde poco después de la partida de su menor hija de la mano con aquella mujer aparentemente honrosa se le habían cruzado las más terribles ideas por su cabeza. Tan terribles y nefastas que sólo de pensarlo sele erizaba la piel logrando que su bronceado rostro palideciera por completo. Soltando algunas lágrimas comenzó a refunfuñar por la actitud de su hijo que caprichosamente se había sentado para evitar que su señora madre prosiguiera.

¡Levántate Carajo!...acaso no ves que debemos continuar para hallar a tu hermana.

Exhausta se tiraba al suelo completamente cubierta por el desamparo, llevándose las manos cruzadas por sobre su vientre para intentar buscar consuelo en el deseo de encontrar a su más reciente fruto. El sol que poco antes había sido cubierto por aquella masa sangrienta de nubes parecía muchas veces más fuerte delo usual haciéndole aun más extenuante la travesía. Era como si los dioses de pronto le hubiesen dado la espalda. Como si el propio e inmenso Hades la buscara incluir en sus filas por su grave crimen.

Levantando apenas la vista pudo dar cuenta de su calamitosa situación. Nadie, absolutamente nadie a la redonda, sólo desolación que la llevaría a aquel infierno atisbado más allá en el horizonte. Las fuerzas le eran ajenas, como si algo de pronto se las fuera sustrayendo hasta dejarla seca.

Pero no estaba sola como pensaba, alguien venido de aquel mismo infierno venia a darle la bienvenida personalmente. La mujer sólo llego a ver sus pies poco antes que una gran fuerza la levantara para mantenerla sobre sus brazos. Era Solomon, quien extrañamente mantenía sus ojos bien cerrados mientras avanzaba rumbo hacía la casa de la señora kilómetros más allá.

Se…ñor…

Apenas lograba esbozar palabras entrecortadas. A pesar de ser transportada por tan buen hombre no se sentía mejor, todo lo contrario. Solomon sintió rápidamente Aquello aun sin ver deteniéndose enseguida para dejarle erguida.

Tranquila mujer…que tu hija yace en casa. Coge a tu hijo, Ve y se feliz.

La fémina permanecía estática como hipnotizada por las palabras del señor. Así fue que pronto la imagen horrible que permanecía en su mente desaparecía para dar lugar al anhelo de hallar a su pequeña hija en casa. Las fuerzas regresaban a su cuerpo y su ímpetu aumentaba drásticamente. Era feliz, cubierta de una misteriosa paz, teniendo como certeza la presencia de su engendro en la humilde choza que llamaba hogar.

Gracias mi señor. Que los dioses se lo paguen. Mil gracias.

Agarrando al malcriado de su hijo por el cuello llegaba al punto del solloce. Sin esperar a nada, ni a nadie, dio la vuelta. Apretando aun mayor fuerza sus puños apresuraba el paso con el doble de su fuerza y voluntad. Ya no recibía los molestos lloriqueos de su niño, le resultaba imposible por la falta de aire que en poco le llevaría a su fin. Ya estando de espaldas, se podía ver sus pequeñas manecitas moviéndose frenéticamente intentando liberarse de las palmas de su madre quien alucinada no daba cuenta de lo hacía. Hasta que pronto aquellos mismos brazos diminutos dejaron de moverse.

Solomon se mostraba frio y despreocupadamente avanzaba llevando metros detrás aquellas mismas nubes rojas que terminarían por cometer su crimen.

por Solomon Sáb Ago 27, 2011 6:28 pm

Madre
Dark Archer

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El mediodía pasaba por Roma. La tan extensa capital del imperio en donde nadie daba por entendido el nefasto sobreviviente de aquella catástrofe belica contra los berserker realizada en la zona más alejada del mercado. Era él quien justo caminaba tan pausadamente tras la señora que alucinada perseguía el sueño de una vida pacifica junto a su menor hija, la cual estaba convencida le esperaba en casa.

Las puertas de su mugrienta choza se abrían de par en par dejando que el brillo solar intenso entrara haciendo desaparecer a toda sombra del único cuarto que componía semejante muladar. La fuerza intempestiva de la mujer entrada en mediana edad resultaba abrumadora, levantaba como cualquier poderoso hombre los muebles que pudiesen albergar escondite a su niña. Gotas de sudor caían incesantemente de su cuerpo, los moretones ocasionados por una que otra arista de madera le eran indiferentes, sencillamente yacía imbuida por una locura llamada esperanza.

Quien fue alguna vez conocido por senador ingresaba minutos después para presenciar detenidamente las acciones de la ya mencionada madre. Parecía examinarla con un cuidado casi clínico pese a los entes diabólicos que le seguían en la mente intentando incitarle a más, sin embargo, él difería de ellos rotundamente siendo no disfrutante de los placeres sádicos de los berserkers. Levantando su mano derecha chasqueó los dedos para detener el estado de hipnosis a la que había sido sometida la señora quien se detenía en seco a un lado de su cama. Su mirada desencajada daba fé de su total incertidumbre, moviéndose primero raquíticamente comenzaba a ver su alrededor para luego sentir el dolor a los que sus huesos fueron sometidos.

Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!

Cayendo de rodillas tomaba con firmeza sus piernas quemadas por el sol y la arena. No dejaba de oír aun en su mente las palabras de un varón, él cual por cierto ya se había ido apenas chasqueado los dedos. Solomon iba caminando hacía la torre de vigilancia más cercana esperando pacientemente la llamada de auxilio de la mujer abandonada a su suerte.

En tanto ocurría eso, la señora inquieta recordaba algo más que su patética existencia en este plano terrenal: sus hijos. ¿Que habría sucedido con ellos?... ¿Acaso aquel hombre, o no, esa mujer tuvieron…? Preguntas que la devastaban anímicamente al no oír ni siquiera los caprichosos sollozos de su pequeño. En vano intentaba levantarse, las fuerzas simplemente le eran inexistentes, consumida por una depresión que iba naciendo en su corazón avanzó a rastras hacía la puerta por la cual había ingresado, no tardando mucho para ver un pequeño bracito sobre la tierra abrasiva. Sus ojos se llenaban de lágrimas aun sin saber lo que había ocurrido al ver a su hijito muerto, allí tendido con hileras de sangre brotándole del cuello. Sangre que también había en las manos de la señora. Examinándolas la mujer dio cuenta que aun yacían partes de piel en sus uñas, la verdad era abrumadora, era ella quien había cortado el hilo de vida su fruto. Retrocediendo hacía el interior de su casa hacía un vano intento por ahogar su grito.

Ahhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Solomon yacía ya sobre la terraza cuando lo lograba oír. Un gesto apenas marcado por la molestia yacía en su rostro mientras caminaba con copa en mano hacía una pequeña mesa de roble, permitiéndose sentar calmadamente seguía oyendo los gritos desgarradores de la madre quien de seguro ya veía el infierno como castigo justo para sus crímenes.

La humanidad...jum. Imperfecta. Con la misma gracia que la de un asno.

Marcaba fríamente el hombre allí sentado el hito que marcaría su nuevo ideal. Su ropaje crema se extendía en la punta a los cielos mientras un viento mágico recorría todo su cuerpo ajeno el clima totalmente seco e inhóspito.

Para hacernos dignos de ser reyes de nuestro destino habrá que causarnos tanto, pero tanto dolor como el de esta señora. Sólo así nos libraremos de las manchas que cubren nuestras almas.

Dejando la copa con fuerza sobre la mesa se permitía abrir uno de sus ojos para que su pupila marcada con la sangre de los infiernos cayera sobre el alma de la pobre mujer que en el acto caía muerta sobre el mismo suelo en el que yacía su único hijo varón.

Pero…

Hablaba con un tono totalmente distinto, ajeno al que había llevado Solomon hasta entonces. Resultaba implacable y falto de toda sensibilidad humana. No reflejaba indiferencia, sino una supremacía abrumadora.

…Si uno no es capaz de superar las debilidades con las que nacemos no nos quedara otro camino más que el de la muerte. Es mejor eso que el de seguir siendo subordinados de los dioses.

Enfático acabose mientras desde lejos tras suyo una inusual tormenta de arena se levantaba, apenas superaba los dos metros de altura pero era suficiente para cubrir enteramente la mayoría de los cuchitriles de los más humildes. Nuevamente una sola mirada de parte de Solomon hacía de estas tormentas del color de la sangre llevándose consigo pequeños gritos, pequeñas existencias ineficientes para su plan de conquista. Un pequeño tributo de y por la humanidad.

No se preocupen hermanos…

Levándose con majestuosidad bajaba los brazos en dirección de aquella tormenta que terminaba de avanzar quedándose estática dejando ver como aparecían pequeñas estrellas doradas en su interior siendo estas las almas de los inocentes caídos ese día.

…Todo este sacrificio será bien usado en beneficio de esta guerra. La cual ganaremos. Sí o sí en contra de los que hasta ahora se dicen nuestros amos.

Rápidamente toda aquella masa subía cubriendo el sol nuevamente por un pequeño lapso de tiempo para luego dejarle reinar en paz, en tanto, Solomon volvía a sentarse dejando caer su copa de vino al piso de la terraza, junto al cuerpo de uno de los guardias.

Roma debe superarse a si misma. Ni modo. No existirá otra opción.

por Ayem Lun Abr 09, 2012 8:12 pm

Las gotas de agua comenzaban a descender, frías y afiladas como las ajugas, poco a poco fueron impactando en el cuerpo dormido de un joven, cada gota era fría y penetrante haciendo que este mismo desaparecía de su trance, el cuerpo casi sin vida comenzó a retomarla, y una vez más todo se ponía en marcha.

En dónde estoy? Que me ha pasado? Quién soy?

Eran las preguntas que rondaban en la mente del joven, quien aún no podría abrir sus ojos y su cuerpo estaba entumido por el letargo, que avía permanecido sin acción alguna ni movimiento.

Estaré vivo o muerto?

Aun no despertaba por completo, desconocía el mundo que lo rodeaba, pero podía percibir poco a poco este mismo. A varias horas ya desde que su cuerpo comenzó a reaccionar, y la lluvia se avía intensificado el fuerte dolor en cierto modo lo avía aliviado, ya que con esa sensación sabía que estaba vivo poco a poco sus ojos comenzaron abriera,

Todo borroso le parecía una gran oscuridad solo podía ver hasta que un rayo, puedo ver, una pequeño foco de luz en lo más alto del cielo estaba brillando con gran fuerza, el joven ya comenzaba a ver más claro, era de noche y la lluvia lo tenía paralizado, La misma lluvia que le avía devuelvo la conciencia ahora lo tenía inmóvil.

Una pequeña expresión salió de su rosto no era más que una pequeña sonrisa que le recordaba lo irónica que era la vida, su destino aún no estaba escribo y apenas lo comenzaba a recorrer, y una fuerza dentro de él lo motivaba a continuar ese camino, poco a poco fue moviendo sus dedos, saboreando sus labios, y siendo todo su cuerpo

Vamos muévete, debes continuar…

Se decía así mismo, para variar una fuerte briza lo tumbo de aquel lugar, justo en el momento cuando su cuerpo iba a impactar contra el suelo, sus brazos y piernas respondieron, de rodilla se encontraba aquel joven que comenzaba a reconocer el lugar, en el antiguo mercado estaba arrodillado concentrando todas sus fuerzas para moverse en el acto.

Mirando al cielo, el joven se fue parando lo más rápido que podía, que no era mucho ya que su cuerpo aún estaba adormecido, más el frio de las gotas de lluvia lo tenía entumido, sonriendo sarcásticamente, respiraba suavemente, todo era cuestión de tiempo para lograr moverse, con libertad, de un momento a otro las gotas dejaron de bajar, y la lluvia llegaba a su final, el cuerpo del joven comenzaba a calentar y todo parecía prometedor en aquel lugar.

Muchas horas pasaron desde que volvió en si el joven, ya el amanecer comenzaba y su cuerpo lleno de energía estaba listo para la travesía, parándose con fuerzas, poco a poco fue caminando notando que ese lugar era extraño puesto que una esquina redonda, jamás avía divisado tal cosa con una sonría en su rostro continuo su camino, hacia su destino.

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