Tejados...

El haber retirado de los callejones fue una idea acertada, ya que en cuanto di la vuelta en una esquina escuche la voz de la gente asustada gritando por el fuego, al oír aquellos gritos solamente atine a sonreír de lado, la gente causaba alboroto por todo últimamente y la verdad no me molestaba me encantaba la idea de generar confusión y caos en la masa, pero por ahora no era el momento debía de movilizarme, mis pasos no se escuchaban con tanto ruido más no era mi interés que se escucharan, llegué pronto a la zona acaudalada del mercado en la cual era muy fácil hacer dinero si te esforzabas un mínimo, los ricos son tan confiados pensé para mí misma mientras les miraba caminar por alguna razón mi cuerpo se dirigió a una zona más o menos apartada en la cual había una escalera que daba a los techos de aquel lugar subí con suma tranquilidad total quien me detendría mi aspecto si bien no era el típico no levantaba sospecha en Roma, no aparentaba ser ni rica ni pobre solamente otro ciudadano más así que no me haría problema por esas banalidades, al llegar al techo de la edificación que seguramente sería el hogar de algún mercader o algún ciudadano como denominaban a los romanos puros el resto aunque fuéramos de carne y hueso como ellos, para ellos somos inferiores sin valor alguno más que el de servirlos.
- Si supieran que son peores que las ratas del Tiber - solté al viento mientras miraba detenidamente a los alrededores me sentía sumamente extraña algo pasaría pronto me concentre en ella nuevamente de mi cuerpo se extendió un hilillo de cosmos rojizo el cual seguí hasta que vi algo totalmente asombrada era ella no había duda pero que demonios le había pasado para quedar allí de esa forma tan horrenda, la ira me invadió dominando mis sentidos no me importaba nada en aquel instante, sin darme cuenta mi cosmos se elevó demasiado generando fuego pero no cualquier tipo, era lo mismo que había hecho en los callejones una lluvia de ceniza ardiendo quemando todo a su paso tomé la cadena que envolvía su cuerpo ya frío sin vida para alzarla con delicadeza hasta que la tuve a mi lado, no lloré solamente sentía rabia porque ella se tenía que ir antes que yo ella no era tan desgraciadamente mala como lo soy, Bárbara no merecía morir de aquella forma tomé su cuerpo y la abrace con cierta desesperación hasta que algo llamó mi atención tenía un leve olor a alcohol eso explicaba aquella situación, pero que la habría llevado a ello no lo sabía, las lágrimas cayeron con lentitud pero antes de tocar el suelo se convirtieron en vapor producto del calor que emanaba mi cosmos.
- Bárbara no merecías esto - solté en un tono desesperado mientras apretaba su cuerpo inerte con más fuerza no me importaba que me vieran en aquel estado lamentable, estaba dejando de lado mi frialdad y dando pie a las emociones aunque fuese en aquel instante ella merecía que la llorase fue la única que me comprendió y ayudo en todo, alcé mi rostro para mirar al cielo grande fue mi sorpresa estaba lloviendo fuego luego me mire a mi misma eso lo estaba provocando yo no había duda, deje con cuidado su cuerpo en el suelo para luego ponerme de pie pase una de mis manos enguantadas por mis ojos limpiando las lágrimas.

Pase una de mis manos enguantadas por mis ojos limpiando las lágrimas que habían sido la última despedida que le daría en vida a Bárbara, cerré mis ojos para intentar pensar pero no pude la tristeza y la rabia que tenía no se controlarían porque yo lo deseara simplemente debía de ser racional, si bien la herida se cerraría con el tiempo debía de controlarme ahora o nunca, mis pensamientos fluyeron a lo que estaba ocurriendo con mi cosmos y el fuego que generaba con este sin control alguno, Avaricia al fin hizo un acto de presencia en mi psiquis al parecer al fin diría algo que ya sabía desde hace algún tiempo solamente rectificaría lo que ya conocía.
- “Ya sabes porque estoy aquí, te has despedido de tú única amiga y familiar que considerabas es hora de que dejes los sentimientos de lado debemos ser una lo sabes mejor que nadie, ya no existe nadie que te ate en esta vida” - dijo con tranquilidad en mi mente la miré con cierta rabia pero tenía razón en eso ella era la única persona que me ataba a la humanidad ahora sin Bárbara nada me ataba, un trato era un trato después de todo, abrí los ojos y extendí mis manos al cielo para luego comenzar a controlar mi cosmos junto a mis emociones y hacer ceder la lluvia de fuego que arreciaba los tejados del mercado, con mi propio cosmos extinguí el fuego que comenzaba a cobrar vida en las casas para no provocar más alboroto del que había hecho, luego dirigí mi vista hacía mi amiga y hermana era hora. Eleve nuevamente mi cosmos ahora controlado iniciando fuego el cual comenzaba a caer como llovizna sobre el cuerpo de Bárbara, la llovizna al tocarla comenzaba a quemarla hasta que esta finalmente la cubrió por completo ya en cuestión de segundos su cuerpo se volvió cenizas el fuego ceso su caída por mi propia intención, tras esto una brisa se hizo presente dispersando parte de ellas miré sus cenizas y tome lo que pude para luego guardarlo en una bolsa de cuero que siempre portaba, el porque de aquella acción era algo simple no quería que sus cenizas fueran llevadas por aquella asquerosa ciudad, ella merecía algo mejor dejaría sus cenizas en el bosque cerca de unos lirios la flor que ella siempre portaba en su cabello, con este pensamiento me retire del lugar.