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En el río...
Recuerdo del primer mensaje :
Eran días suaves en el local, a Roma ya habían llegado algunas legiones pero ninguno por ahora andaba con deseos de ir a La Sobajera. Tomé dos cantimploras y las llené de vino, las puse en las cadenas que siempre cargaban en la cintura, las ajusté y salí de la habitación donde dormía.
El bullicio y el hacinamiento en las calles incrementaba gradualmente con el sol que iba levantándose en el cielo, el calor se hacía más intenso, el viento escaseaba pero por momentos se sentía, los niños en sus precarias condiciones, sucios y con sus ropitas rotas, corrían y jugaban entre los adultos que se encontraban transitando, aprovechaban esos momentos para robar una que otra moneda o joya para comprar el pan que comerían ese día sus familias, sonreí mientras caminaba, dos chiquillos de cabellos negros y ojos oscuros se me acercaron: - Bárbara!!! Bárbara!!! danos danos pan!!!!!
Me hicieron reír mientras llevaba mi mano derecha a mi bolsa y tomaba unas cuantas monedas y se las dí:
- Bastardos!!! siempre me viven pidiendo pan! HAHAHAHAHAHA
Al recibir las monedas los chiquillos salieron corriendo, claro ya había hecho su trabajo, me habían robado otras monedas más, verlos como se alejaban y se mezclaban con la población me hizo recordar aquellos tiempos cuando Kardia y Manigoldo hacían lo mismo, sus risas y sarcasmos los escuchaba fuerte y nítido en mi cabeza; suspiré retomando la marcha, mi destino era las orillas del rio.
Los transeuntes chocaban entre sí, peleas formadas desde las tempranas horas del día, la basura, el mal olor y la pobreza extrema en cada una de sus calles eran el pan de cada día en aquel distrito de mala muerte. Seguí con caminar, pensativa el negocio andaba medio muerto y nuestros mejores clientes aún no habían vuelto. Mis pensamientos se enfocaron en Manigoldo, recordé los juegos que teniamos de pequeños y sin percatarme había ya llegado al puente, tomé una de mis cantimploras, la abrí y comencé a beber
- Aaaaaaaaaaahhhhhz dije al tiempo que eruptaba, miré al cielo y en ese momento una corriente de aire se levantó, alzando mis ropas dejando ver lo que traía y no traía puesto, reí al ver como muchos de los hombres que se encontraban cerca se ponían nerviosos o cuchicheaban entre ellos por lo que acababan de ver.
El calor se hacía más intenso, bajé la vista y se la dediqué a las aguas del río, y me hipnotizaron por unos minutos, me reincorporé y dejé el puente y bajé a la orilla del puente y metí mi cuerpo al rio, mojándolo por completo y las telas humedas se pegaban a mi piel como una capa,enmarcando las líneas definidas de mi fígura. Me senté justo en la orilla sacando la cantimplora y bebiendome el resto del licor que quedaba en ella, terminé el contenido y me tiré hacia atrás y volvi a eruptar. El cielo azul se mostraba insipido, llevé mis manos a mis pechos y comencé a masajearlos, recordando las manos de Manigoldo en ellos, flexioné mis piernas y comencé a acariciar mis muslos, deslizando arriba hacia abajo las telas de mis vestidos, al final dejándolos descubiertos mostrando la provocativa piel de ellos. Levanté mis manos como si con ellas tocara el cielo, las solté dejándolas caer y cayeron a ambos lados de mi cuerpo, suspiré cerrando los ojos:
- Mierda Manigoldo!!! ..... ¿Dónde estás? que necesito un hombre de verdad!!!
Tomando la otra cantimplora, descorchándola, abriendo mi boca y dejando que el líquido cayerá dentro de ella, regándose parte por los lados, bañando mis mejillas de vino.
Eran días suaves en el local, a Roma ya habían llegado algunas legiones pero ninguno por ahora andaba con deseos de ir a La Sobajera. Tomé dos cantimploras y las llené de vino, las puse en las cadenas que siempre cargaban en la cintura, las ajusté y salí de la habitación donde dormía.
El bullicio y el hacinamiento en las calles incrementaba gradualmente con el sol que iba levantándose en el cielo, el calor se hacía más intenso, el viento escaseaba pero por momentos se sentía, los niños en sus precarias condiciones, sucios y con sus ropitas rotas, corrían y jugaban entre los adultos que se encontraban transitando, aprovechaban esos momentos para robar una que otra moneda o joya para comprar el pan que comerían ese día sus familias, sonreí mientras caminaba, dos chiquillos de cabellos negros y ojos oscuros se me acercaron: - Bárbara!!! Bárbara!!! danos danos pan!!!!!
Me hicieron reír mientras llevaba mi mano derecha a mi bolsa y tomaba unas cuantas monedas y se las dí:
- Bastardos!!! siempre me viven pidiendo pan! HAHAHAHAHAHA
Al recibir las monedas los chiquillos salieron corriendo, claro ya había hecho su trabajo, me habían robado otras monedas más, verlos como se alejaban y se mezclaban con la población me hizo recordar aquellos tiempos cuando Kardia y Manigoldo hacían lo mismo, sus risas y sarcasmos los escuchaba fuerte y nítido en mi cabeza; suspiré retomando la marcha, mi destino era las orillas del rio.
Los transeuntes chocaban entre sí, peleas formadas desde las tempranas horas del día, la basura, el mal olor y la pobreza extrema en cada una de sus calles eran el pan de cada día en aquel distrito de mala muerte. Seguí con caminar, pensativa el negocio andaba medio muerto y nuestros mejores clientes aún no habían vuelto. Mis pensamientos se enfocaron en Manigoldo, recordé los juegos que teniamos de pequeños y sin percatarme había ya llegado al puente, tomé una de mis cantimploras, la abrí y comencé a beber
- Aaaaaaaaaaahhhhhz dije al tiempo que eruptaba, miré al cielo y en ese momento una corriente de aire se levantó, alzando mis ropas dejando ver lo que traía y no traía puesto, reí al ver como muchos de los hombres que se encontraban cerca se ponían nerviosos o cuchicheaban entre ellos por lo que acababan de ver.
El calor se hacía más intenso, bajé la vista y se la dediqué a las aguas del río, y me hipnotizaron por unos minutos, me reincorporé y dejé el puente y bajé a la orilla del puente y metí mi cuerpo al rio, mojándolo por completo y las telas humedas se pegaban a mi piel como una capa,enmarcando las líneas definidas de mi fígura. Me senté justo en la orilla sacando la cantimplora y bebiendome el resto del licor que quedaba en ella, terminé el contenido y me tiré hacia atrás y volvi a eruptar. El cielo azul se mostraba insipido, llevé mis manos a mis pechos y comencé a masajearlos, recordando las manos de Manigoldo en ellos, flexioné mis piernas y comencé a acariciar mis muslos, deslizando arriba hacia abajo las telas de mis vestidos, al final dejándolos descubiertos mostrando la provocativa piel de ellos. Levanté mis manos como si con ellas tocara el cielo, las solté dejándolas caer y cayeron a ambos lados de mi cuerpo, suspiré cerrando los ojos:
- Mierda Manigoldo!!! ..... ¿Dónde estás? que necesito un hombre de verdad!!!
Tomando la otra cantimplora, descorchándola, abriendo mi boca y dejando que el líquido cayerá dentro de ella, regándose parte por los lados, bañando mis mejillas de vino.
Bárbara- Status :
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Re: En el río...
La noche ya estaba llegando y los primeros astros nocturnos se despertaban para iluminar el cielo nocturno, las tiendas de campaña también ya estaban levantadas y Helena y Priscos se encontraban encendiendo una fogata con la leña que la joven había encontrado. -Helena-, dijo Priscos, -¿Qué recuerdas de tu pasado, antes de que te capturaran para venderte como esclava?-, aquella pregunta venia calcomiendo la cabeza del Priscos desde que había leído el extraño pergamino que Helena había tomado en la biblioteca del poni pisador, y esperaba que esta vez Helena le respondiera sinceramente y no evadiera la pregunta como ya anteriormente lo había hecho. La pregunta activo algo en Helena y la hizo volver ha su estado anterior, -no lo se- contesto mientras se sentaba en el piso y abrasaba sus rodillas pegándolas a su pecho, para Priscos no cavia ni la menor duda que nuevamente volvería ha ser estúpida como antes y a comportarse como una niña, -Pásame una rama delgada- ordeno Priscos a su compañera, y al resivir este su encargo empalo con ella unos camarones de rio que Helena había encontrado mientras buscaba leña para hacer la fogata.
Priscos- Dios/a
- Reino : Inframundo
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Re: En el río...
Primer post para AM con elementos tiempo y Mente
Los siguientes minutos en los que los camarones de rio que Helena habia encontrado se asaban al calor de la fogata, Priscos no podía dejar de pensar en el extraño sueño que habia tenido en el bosque y eso le causaba un enorme terror que le hacia desear no dormir esa noche, -Bueno, creo que esto ya esta listo- dijo Priscos mientras retiraba la rama del horno campestre improvisado, -Toma uno- le dijo a Helena quien solo asintió. Parecía que nuevamente la torpeza había triunfado sobre la inteligencia en la cabeza de Helena y eso era algo que a Priscos le preocupaba demasiado, tener que hacerse cargo de alguien que se supone debía servirle, quizás podía ofrecerla en el mercado de esclavos, pero ella habia sido un obsequio y estaba mal visto en su familia que alguien regalara algo que se le había obsequiado, sin mencionar que no tenia el corazón para hacerlo, parecía que al paso del tiempo había adquirido una cierta estimación por ella que le evitaba hacerle cualquier tipo de cosa que le causara algún daño. Priscos devoro su porción de comida mas rápido de lo que nunca lo habia hecho en su vida, miro como Helena seguía comiendo lentamente su porción y se pregunto que habia sido ella antes de ser una esclava furtiva y como es que habia sucedido.
Después de un largo e incomodo rato de silencio, justo cuando la visibilidad ya era escasa y lo que se veía aun era gracias a la fogata, callo una gota de agua sobre la nariz de Priscos, quien al sentir la miro hacia el firmamento y vio como millones de ellas venían siguiendo a su compañera, -Refugiémonos- dijo a Helena, quien respondió asintiendo, “¿Qué es lo que pasara por le cabeza de Helena?, …………. ” se pregunto Priscos mientras se resguardaban debajo de sus tiendas de campaña; Una luz segadora se hizo presente y Priscos y helena aparecieron en una frondosa llanura llena de flores, -¿pero que a pasado?- pregunto Priscos bastante preocupado y con miedo -¿Helena?- pregunto y miro a todos lados en su búsqueda, -Aquí estoy- respondió desde el suelo, Priscos se acerco a ella y vio que estaba acostada entre las flores jugueteando con ellas, -Me gustan las flores- dijo Helena con una sonrisa de oreja a oreja que contrastaba con el rostro de Priscos, -¿Cómo supiste que me gustaban las flores?-, pregunto Helena, a lo que Priscos respondió, -¿De que estas hablando?-
Los siguientes minutos en los que los camarones de rio que Helena habia encontrado se asaban al calor de la fogata, Priscos no podía dejar de pensar en el extraño sueño que habia tenido en el bosque y eso le causaba un enorme terror que le hacia desear no dormir esa noche, -Bueno, creo que esto ya esta listo- dijo Priscos mientras retiraba la rama del horno campestre improvisado, -Toma uno- le dijo a Helena quien solo asintió. Parecía que nuevamente la torpeza había triunfado sobre la inteligencia en la cabeza de Helena y eso era algo que a Priscos le preocupaba demasiado, tener que hacerse cargo de alguien que se supone debía servirle, quizás podía ofrecerla en el mercado de esclavos, pero ella habia sido un obsequio y estaba mal visto en su familia que alguien regalara algo que se le había obsequiado, sin mencionar que no tenia el corazón para hacerlo, parecía que al paso del tiempo había adquirido una cierta estimación por ella que le evitaba hacerle cualquier tipo de cosa que le causara algún daño. Priscos devoro su porción de comida mas rápido de lo que nunca lo habia hecho en su vida, miro como Helena seguía comiendo lentamente su porción y se pregunto que habia sido ella antes de ser una esclava furtiva y como es que habia sucedido.
Después de un largo e incomodo rato de silencio, justo cuando la visibilidad ya era escasa y lo que se veía aun era gracias a la fogata, callo una gota de agua sobre la nariz de Priscos, quien al sentir la miro hacia el firmamento y vio como millones de ellas venían siguiendo a su compañera, -Refugiémonos- dijo a Helena, quien respondió asintiendo, “¿Qué es lo que pasara por le cabeza de Helena?, …………. ” se pregunto Priscos mientras se resguardaban debajo de sus tiendas de campaña; Una luz segadora se hizo presente y Priscos y helena aparecieron en una frondosa llanura llena de flores, -¿pero que a pasado?- pregunto Priscos bastante preocupado y con miedo -¿Helena?- pregunto y miro a todos lados en su búsqueda, -Aquí estoy- respondió desde el suelo, Priscos se acerco a ella y vio que estaba acostada entre las flores jugueteando con ellas, -Me gustan las flores- dijo Helena con una sonrisa de oreja a oreja que contrastaba con el rostro de Priscos, -¿Cómo supiste que me gustaban las flores?-, pregunto Helena, a lo que Priscos respondió, -¿De que estas hablando?-
Priscos- Dios/a
- Reino : Inframundo
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Re: En el río...
Segundo post para AM con elementos tiempo y Mente
Aquella Helena que antes había sido torpe como una mascota entrenada y después había dado señales de tener una inteligencia promedio, para después regresar a la torpeza se encontraba acostada en la llanura cubierta de flores haciendo angelitos como si se tratara de un lugar lleno de nieve, -¿De que estas hablando?- pregunto Priscos exigiendo una inmediata respuesta de Helena, pero ella solo reía, -Maldita esclava inútil, responde cuando te pregunte algo-, grito Priscos emitiendo dos tonos distintos de voz que le hacían tener un tono macabro y al momento de hacerlo aquel hermoso sol que brillaba en la llanura se vio cubierto por un manto de nubarrones grises que emitían fuertes truenos amenazando el pacifico ambiente reinante. Helena al momento de escuchar esa orden dejo de sonreír y asustada se sentó mirando con enorme terror a Priscos, terror que desbordaba de sus ojos como un balde de agua al que se le hecha mas de la que le tiene capacidad. Aquella extraña voz que había emitido, junto con el repentino cambio climático que había acontecido en el lugar, también lleno de temor a Priscos que desconcertado miro al cielo terrorífico que se había formado, -¿Qué esta pasando?- Pregunto al aire, para después regresar la mirada a Helena que seguía con aquella expresión de terror en su cara. Extendiendo su mano hacia donde se encontraba Helena dijo Priscos, -vámonos de aquí-, la ayudo a levantarse y sin soltarla de la mano comenzó a correr hacia ningún lado en especial, -¿Cómo salimos de aqui?,….. ¿Donde esta el rio?-, el cielo y las nubes en el tronaban como dos espadas que chocaban y al igual que estas sacaban chispas, asustando a ambos jóvenes que no sabían que hacer, y de repente la tormenta, asi como había aparecido, desapareció, -Perdón,… prometo no volver a enojarme- dijo Priscos dirigiéndose a su joven acompañante.
El hermoso sol brillaba nuevamente sobre la llanura de flores y la sonrisa de Helena había vuelto, como si nada hubiera pasado, sus brazos acariciaban las puntas de las flores, mientras caminaban, -¿Porque me has preguntado eso de las flores?-, pregunto Priscos, a lo que Helena respondió –No se- y siguió acariciando las flores mientras caminaba. Así anduvieron un rato, relativamente bien, pero dentro de la cabeza de Priscos seguía aquella cosa que parecía no importarle a Helena, aquel enorme temor que sentía de estar en ese lugar, siendo que debían estar a las orillas de un rio.
Aquella Helena que antes había sido torpe como una mascota entrenada y después había dado señales de tener una inteligencia promedio, para después regresar a la torpeza se encontraba acostada en la llanura cubierta de flores haciendo angelitos como si se tratara de un lugar lleno de nieve, -¿De que estas hablando?- pregunto Priscos exigiendo una inmediata respuesta de Helena, pero ella solo reía, -Maldita esclava inútil, responde cuando te pregunte algo-, grito Priscos emitiendo dos tonos distintos de voz que le hacían tener un tono macabro y al momento de hacerlo aquel hermoso sol que brillaba en la llanura se vio cubierto por un manto de nubarrones grises que emitían fuertes truenos amenazando el pacifico ambiente reinante. Helena al momento de escuchar esa orden dejo de sonreír y asustada se sentó mirando con enorme terror a Priscos, terror que desbordaba de sus ojos como un balde de agua al que se le hecha mas de la que le tiene capacidad. Aquella extraña voz que había emitido, junto con el repentino cambio climático que había acontecido en el lugar, también lleno de temor a Priscos que desconcertado miro al cielo terrorífico que se había formado, -¿Qué esta pasando?- Pregunto al aire, para después regresar la mirada a Helena que seguía con aquella expresión de terror en su cara. Extendiendo su mano hacia donde se encontraba Helena dijo Priscos, -vámonos de aquí-, la ayudo a levantarse y sin soltarla de la mano comenzó a correr hacia ningún lado en especial, -¿Cómo salimos de aqui?,….. ¿Donde esta el rio?-, el cielo y las nubes en el tronaban como dos espadas que chocaban y al igual que estas sacaban chispas, asustando a ambos jóvenes que no sabían que hacer, y de repente la tormenta, asi como había aparecido, desapareció, -Perdón,… prometo no volver a enojarme- dijo Priscos dirigiéndose a su joven acompañante.
El hermoso sol brillaba nuevamente sobre la llanura de flores y la sonrisa de Helena había vuelto, como si nada hubiera pasado, sus brazos acariciaban las puntas de las flores, mientras caminaban, -¿Porque me has preguntado eso de las flores?-, pregunto Priscos, a lo que Helena respondió –No se- y siguió acariciando las flores mientras caminaba. Así anduvieron un rato, relativamente bien, pero dentro de la cabeza de Priscos seguía aquella cosa que parecía no importarle a Helena, aquel enorme temor que sentía de estar en ese lugar, siendo que debían estar a las orillas de un rio.
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