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Salón de Armas
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Salón de Armas
Se lograban escuchar pasos dentro del palacio de Asgard, y ver como una gran puerta de una habitación era abierta de forma que provocase un agudo y sostenido ruido algo pesado. Se vio entrar en aquella habitación o más bien salón a Knoll, el cual había salido de aquella fiesta solo para dedicarse a sus pensamientos un momento. En pocas palabras para dicho acto, Knoll se había adentrado al Salón de Armas del palacio de Valhalla en el cual conservaban las armas creadas por los herreros, donadas por antiguos guerreros ya ancianos… Deteniéndose y dejando la puerta del salón abierta, el hombre de edad madura observo todo lo que se encontraba en aquella habitación, lanzas, arcos, espadas, dagas, hachas y muchos tipos de armas que eran utilizadas por los antiguos guerreros nórdicos.
Un leve suspiro fue emitido por el hombre que fue nombrado líder del nuevo Asgard, cerro sus ojos y poso sus manos sobre una mesa, con la cabeza agachada… Guardo demasiado silencio, estaba completamente en su mundo. Si entrase alguien quizás no le sentiría… Pero en eso, un guerrero del castillo de Valhalla entro y observo como Knoll no decía nada lo cual le llamo la atención…
-¿Señor le sucede algo?...
Knoll en silencio no respondía ante la pregunta emitida por el joven guerrero… El cual nuevamente hablo…
-Eh… ¿Le pasa algo?... Mire que me dirigía a la fiesta y lo encuentro tan callado… ¿Sucedió algo?
-No, no sucede nada. Ve y disfruta de la fiesta, solo me encuentro aquí para aclarar unos asuntos personales estimado joven guerrero. Ve y diviértete, pues tu como los demás se lo merecen por el esfuerzo entregado a la reconstrucción de Asgard…
El joven escucho aquellas palabras y se retiro, con algo de duda pero se dirigió a la fiesta dejando a Knoll solo en aquel lugar… El cual solo se quedo en silencio… Esperando el momento para dirigirse a otro lugar, pues si alguien le buscaba le encontraría en aquel Salón de Armas…
Un leve suspiro fue emitido por el hombre que fue nombrado líder del nuevo Asgard, cerro sus ojos y poso sus manos sobre una mesa, con la cabeza agachada… Guardo demasiado silencio, estaba completamente en su mundo. Si entrase alguien quizás no le sentiría… Pero en eso, un guerrero del castillo de Valhalla entro y observo como Knoll no decía nada lo cual le llamo la atención…
-¿Señor le sucede algo?...
Knoll en silencio no respondía ante la pregunta emitida por el joven guerrero… El cual nuevamente hablo…
-Eh… ¿Le pasa algo?... Mire que me dirigía a la fiesta y lo encuentro tan callado… ¿Sucedió algo?
-No, no sucede nada. Ve y disfruta de la fiesta, solo me encuentro aquí para aclarar unos asuntos personales estimado joven guerrero. Ve y diviértete, pues tu como los demás se lo merecen por el esfuerzo entregado a la reconstrucción de Asgard…
El joven escucho aquellas palabras y se retiro, con algo de duda pero se dirigió a la fiesta dejando a Knoll solo en aquel lugar… El cual solo se quedo en silencio… Esperando el momento para dirigirse a otro lugar, pues si alguien le buscaba le encontraría en aquel Salón de Armas…
Knoll- Cantidad de envíos : 11
Re: Salón de Armas
La puerta de la habitación de Seisyll quedaba atrás, caminando por aquel camino de piedra y pilares que tenía el castillo, iba pensando que podría decirle a Knoll. Después de todo, aquel líder de Asgard era su amigo, más que eso, su hermano del alma. Un hombre pasaba al lado del hombre de cabellos turquesas, cuando éste solo le miró de reojos, iba hacia la fiesta y éste se detuvo unos instantes, mirando a Seisyll.
- ¡Hey, Seisyll!
Musitó el chico que se había despojado de todas las armas, puesto que ya su trabajo iba a quedar de lado un momento para ir a la celebración de que Asgard al fin se había construido. El gemelo detuvo su marcha al escucharlo, cerró sus ojos y suspiró muy por lo bajo, parpadeando dos veces justo antes de darse media vuelta para verle de costado. El hombre traía un temple serio, nada fuera de lo común para su actitud. Aquellos ojos rojizos observaban al chico, mientras que los finos labios de Seisyll se movían.
- Hola, Byron, ¿Qué tal? ¿Sucede algo?
- No, nada, ¡Je!
Sonrió el chico. Estaba algo nervioso, parecía que la mirada inquisidora del chico de orbes rojizos, estaba observando su alma. Seisyll levantó su mano y hizo un pequeño saludo hacia el guerrero, para darse la vuelta y marcharse, cuando el joven que había dejado unos pasos atrás musitó un par de palabras, algo nervioso y trabado en el habla, puesto que la mirada que había adoptado Seisyll era bastante seria.
- Quizás te pase algo. Espero que no, Seisyll. Cuídate, últimamente no les veo con ánimos de festejar a ustedes… Me voy a la fiesta.
- ¿Dijiste ustedes?
Musitó Seisyll, frenando la marcha de aquel que se disponía a correr para llegar a tiempo a la celebración por el pueblo. Se dio la vuelta y observó al de cabellos turquesas, que ahora le miraba fijo y con una ceja en alto. Su sorpresa era notoria, puesto que quería saber quien era el que le acompañaba para ser el plural en aquel ‘ustedes’. El chico señaló la habitación de armas con su mano derecha.
- Sí, en la habitación de armas también está el Señor Knoll. Parece que no anda de humor para la celebración y me dijo que quería aclarar unos asuntos personales.
- ¡AH! Gracias por avisarme, Byron. Justo tenía que hablar con él.
- De nada, Seisyll, ¡En fin! ¡Me voy porque quiero festejar que al fin terminamos!
- Suerte…
Dijo el gemelo para darse la vuelta y rumbear su marcha ahora para el Salón de Armas. Mientras que por el silencio profundo de aquel frío castillo, se podían sentir los pasos aligerados del hombre que se iba hacia la fiesta. Los pasos de las botas de cuero de Seisyll se hacían sentir y se detuvo justo en la puerta de la habitación. Suspiró, mientras se fregaba sus agotados ojos para abrir la puerta lentamente. El rechinar de aquella puerta se hizo sentir, cuando por fin se pudo ver el cuerpo por completo del gemelo.
- Knoll…
Musitó por lo bajo, pero lo suficientemente audible para quien se llamara de esa forma. Agachó un momento su cabeza, mientras que hacía el saludo de Asgard, en señal de reverencia para su señor y amigo. Justo al otro lado de la mesa, donde estaba sentado y apoyado Knoll había otra silla, como si hubiese adivinado que Seisyll iría ahí. El de cabellos turquesas, corrió el asiento hacia atrás y con velocidad se sentó.
Se podía sentir un Knoll ido, como si no estuviera ahí en esos momentos. El hombre de cabellos turquesas no sabía si verdaderamente le estaba oyendo, pero no podía aguantar decírselo. Tenía que, aunque el hombre que era la cara de Asgard lo tomara a mal, tenía que emprender su camino hacia las tierras del Sol en busca de su hermano.
- Retomando el tema que dejamos pendiente hace un momento… pienso que ahora que te ayudé a construir la ciudadela…
Dijo con un tono de voz algo serio y a la vez desarticulado. Puesto que no sabía que decirle con exactitud, nunca había estado en ese lugar. Quizás hubiese sido considerado un traidor de Asgard, por querer irse. Pero Knoll no pensaba así, pero el pueblo si podía pensar así, si bien él no era egoísta ni mucho menos, sabía muy bien que el pueblo no sabía como él pensaba y podría ponérsele en contra cuando averiguaban que sus planes eran irse de aquellas gélidas tierras que el mismo vio y ayudó a crecer.
- Si bien creo que sería injusto para todos que me fuese… ¡No, espera! Lo que quiero decir es que no me iría para siempre. No se como decirlo, Knoll… creo que tu bien lo sabes mas que yo, pero seré sincero, no se me da dar grandes discursos porque siempre fui alguien que movía las piedras, no hacía carburar la mente.
…
Quiero probar suerte e ir a las tierras de Roma porque presiento que ahí está mi hermano.
Dijo con sinceridad, al punto que apoyaba los codos en su mesa. Si bien era caballeroso, era porque había aprendido viendo, dado que nunca aprendió mucho, más tan solo lo básico leer y escribir. Lo que había aprendido muy bien era a cuidarse con su espada, dado que varias veces en el bosque había sido atacado por un animal salvaje de las nieves, si bien no les gustaba matarlos, algunas veces tenía que hacerlos y otras les ataba con una cuerda a un lugar flojo, para que pudieran escapar cuando él ya se había ido. Cada quien tenía derecho a sobrevivir a su forma y pensaba lo mismo de la fauna.
- ¿Qué me dices…?
Dijo Seisyll para romper el silencio que se había creado en los momentos que él estaba pensando. Era difícil saber si el líder de Asgard se había perdido en sus pensamientos y realmente le estaba oyendo, pero no quiso decir nada, mientras el silencio ahora se promulgaba un tanto tenso para el vikingo de cabellos turquesas.
- ¡Hey, Seisyll!
Musitó el chico que se había despojado de todas las armas, puesto que ya su trabajo iba a quedar de lado un momento para ir a la celebración de que Asgard al fin se había construido. El gemelo detuvo su marcha al escucharlo, cerró sus ojos y suspiró muy por lo bajo, parpadeando dos veces justo antes de darse media vuelta para verle de costado. El hombre traía un temple serio, nada fuera de lo común para su actitud. Aquellos ojos rojizos observaban al chico, mientras que los finos labios de Seisyll se movían.
- Hola, Byron, ¿Qué tal? ¿Sucede algo?
- No, nada, ¡Je!
Sonrió el chico. Estaba algo nervioso, parecía que la mirada inquisidora del chico de orbes rojizos, estaba observando su alma. Seisyll levantó su mano y hizo un pequeño saludo hacia el guerrero, para darse la vuelta y marcharse, cuando el joven que había dejado unos pasos atrás musitó un par de palabras, algo nervioso y trabado en el habla, puesto que la mirada que había adoptado Seisyll era bastante seria.
- Quizás te pase algo. Espero que no, Seisyll. Cuídate, últimamente no les veo con ánimos de festejar a ustedes… Me voy a la fiesta.
- ¿Dijiste ustedes?
Musitó Seisyll, frenando la marcha de aquel que se disponía a correr para llegar a tiempo a la celebración por el pueblo. Se dio la vuelta y observó al de cabellos turquesas, que ahora le miraba fijo y con una ceja en alto. Su sorpresa era notoria, puesto que quería saber quien era el que le acompañaba para ser el plural en aquel ‘ustedes’. El chico señaló la habitación de armas con su mano derecha.
- Sí, en la habitación de armas también está el Señor Knoll. Parece que no anda de humor para la celebración y me dijo que quería aclarar unos asuntos personales.
- ¡AH! Gracias por avisarme, Byron. Justo tenía que hablar con él.
- De nada, Seisyll, ¡En fin! ¡Me voy porque quiero festejar que al fin terminamos!
- Suerte…
Dijo el gemelo para darse la vuelta y rumbear su marcha ahora para el Salón de Armas. Mientras que por el silencio profundo de aquel frío castillo, se podían sentir los pasos aligerados del hombre que se iba hacia la fiesta. Los pasos de las botas de cuero de Seisyll se hacían sentir y se detuvo justo en la puerta de la habitación. Suspiró, mientras se fregaba sus agotados ojos para abrir la puerta lentamente. El rechinar de aquella puerta se hizo sentir, cuando por fin se pudo ver el cuerpo por completo del gemelo.
- Knoll…
Musitó por lo bajo, pero lo suficientemente audible para quien se llamara de esa forma. Agachó un momento su cabeza, mientras que hacía el saludo de Asgard, en señal de reverencia para su señor y amigo. Justo al otro lado de la mesa, donde estaba sentado y apoyado Knoll había otra silla, como si hubiese adivinado que Seisyll iría ahí. El de cabellos turquesas, corrió el asiento hacia atrás y con velocidad se sentó.
Se podía sentir un Knoll ido, como si no estuviera ahí en esos momentos. El hombre de cabellos turquesas no sabía si verdaderamente le estaba oyendo, pero no podía aguantar decírselo. Tenía que, aunque el hombre que era la cara de Asgard lo tomara a mal, tenía que emprender su camino hacia las tierras del Sol en busca de su hermano.
- Retomando el tema que dejamos pendiente hace un momento… pienso que ahora que te ayudé a construir la ciudadela…
Dijo con un tono de voz algo serio y a la vez desarticulado. Puesto que no sabía que decirle con exactitud, nunca había estado en ese lugar. Quizás hubiese sido considerado un traidor de Asgard, por querer irse. Pero Knoll no pensaba así, pero el pueblo si podía pensar así, si bien él no era egoísta ni mucho menos, sabía muy bien que el pueblo no sabía como él pensaba y podría ponérsele en contra cuando averiguaban que sus planes eran irse de aquellas gélidas tierras que el mismo vio y ayudó a crecer.
- Si bien creo que sería injusto para todos que me fuese… ¡No, espera! Lo que quiero decir es que no me iría para siempre. No se como decirlo, Knoll… creo que tu bien lo sabes mas que yo, pero seré sincero, no se me da dar grandes discursos porque siempre fui alguien que movía las piedras, no hacía carburar la mente.
…
Quiero probar suerte e ir a las tierras de Roma porque presiento que ahí está mi hermano.
Dijo con sinceridad, al punto que apoyaba los codos en su mesa. Si bien era caballeroso, era porque había aprendido viendo, dado que nunca aprendió mucho, más tan solo lo básico leer y escribir. Lo que había aprendido muy bien era a cuidarse con su espada, dado que varias veces en el bosque había sido atacado por un animal salvaje de las nieves, si bien no les gustaba matarlos, algunas veces tenía que hacerlos y otras les ataba con una cuerda a un lugar flojo, para que pudieran escapar cuando él ya se había ido. Cada quien tenía derecho a sobrevivir a su forma y pensaba lo mismo de la fauna.
- ¿Qué me dices…?
Dijo Seisyll para romper el silencio que se había creado en los momentos que él estaba pensando. Era difícil saber si el líder de Asgard se había perdido en sus pensamientos y realmente le estaba oyendo, pero no quiso decir nada, mientras el silencio ahora se promulgaba un tanto tenso para el vikingo de cabellos turquesas.
Seisyll- Cantidad de envíos : 16
Re: Salón de Armas
Aquella caminata sosegada hacia el gran salón de armas era un tanto relajante para uno de los hijos de Asgard. En su mente había maquinaciones a seguir y por lo pronto la primordial era acudir con Knoll. En su camino había sido informado que la ubicación de Knoll era el gran salón de armas, una habitación con un acceso restringido para la mayoría del personal del castillo, incluso soldados de rangos altos les era prohibido entrar. Por así decirlo solo un pequeño círculo de personas cercanas a Knoll tenían ese privilegio y Drayden era uno de ellos.
Sus pasos se detuvieron ante la imponente puerta labrada con finos bajorrelieves de la cultura nórdica. Experimentaba cierto interés por conocer los planes a futuro de su líder y sobre todo constatar si iba de acuerdo a lo que Drayden por el momento pensaba para sí. Sus sueños dependían de la visión de liderazgo que presenciara del mismo Knoll y por otra parte cerciorarse de que tan bien podría ponerse a su disposición.
El chirrido de la puerta eliminaba el silencio sepulcral de la lujosa sala de armas. Las personas que en ese momento parecían entablar una reunión debieron acaparar tal interrupción. Con pasos confiados como quien conoce completamente la ubicación y que no teme entrometerse en algo importante y aunque lo fuera a Drayden no le interesaba si era el caso interrumpir, se situaba a escasos metros de Knoll. Con una genuflexión y un tono apacible modulado de su voz anunciaba su presencia.
- Drayden presentando sus mas "sinceros" respetos soberano Knoll. - Levantando ligeramente su rostro, sus ojos advirtieron de inmediato a su acompañante. - Y también a ti Seisyll. - Sostuvo su mirada un segundo para enfocarse de lleno en Knoll, se quedó estático un momento y al fin comprendió.
Ya veo. - Pensó.
- Al parecer hemos llegado en un momento inapropiado - Su postura se erguía tomando una extremada confianza y tranquilidad. - Nuestro dirigente se encuentra en su estado de meditación, una cualidad y habilidad que solo muy pocos habitantes en Asgard poseen. Lo sumerge en un estado por así decirlo comatoso y difícilmente tiene noción de la realidad. Hmmm alguien podría aprovecharse de esa vulnerabilidad.
Controlando sus facciones Drayden mostraba una cierta faceta de sinceridad. - Es afortunado que alguien como tu Seysill lo cuide en todo momento, me parece bien y que te preocupes de ello. Pero intuyo que a parte de cerciorarte de su bienestar también necesitas algo de importancia que tienes que tratar. - Expresó y se quedó a la espera de lo que Seysill le respondiera. La noche seguía avanzando y los ojos de Drayden emitían un fulgor inesperado uno que sólo mostraban los lobos hambrientos de la región que en esos momentos alzaban su llanto presagiando un destino inesperado.
Sus pasos se detuvieron ante la imponente puerta labrada con finos bajorrelieves de la cultura nórdica. Experimentaba cierto interés por conocer los planes a futuro de su líder y sobre todo constatar si iba de acuerdo a lo que Drayden por el momento pensaba para sí. Sus sueños dependían de la visión de liderazgo que presenciara del mismo Knoll y por otra parte cerciorarse de que tan bien podría ponerse a su disposición.
El chirrido de la puerta eliminaba el silencio sepulcral de la lujosa sala de armas. Las personas que en ese momento parecían entablar una reunión debieron acaparar tal interrupción. Con pasos confiados como quien conoce completamente la ubicación y que no teme entrometerse en algo importante y aunque lo fuera a Drayden no le interesaba si era el caso interrumpir, se situaba a escasos metros de Knoll. Con una genuflexión y un tono apacible modulado de su voz anunciaba su presencia.
- Drayden presentando sus mas "sinceros" respetos soberano Knoll. - Levantando ligeramente su rostro, sus ojos advirtieron de inmediato a su acompañante. - Y también a ti Seisyll. - Sostuvo su mirada un segundo para enfocarse de lleno en Knoll, se quedó estático un momento y al fin comprendió.
Ya veo. - Pensó.
- Al parecer hemos llegado en un momento inapropiado - Su postura se erguía tomando una extremada confianza y tranquilidad. - Nuestro dirigente se encuentra en su estado de meditación, una cualidad y habilidad que solo muy pocos habitantes en Asgard poseen. Lo sumerge en un estado por así decirlo comatoso y difícilmente tiene noción de la realidad. Hmmm alguien podría aprovecharse de esa vulnerabilidad.
Controlando sus facciones Drayden mostraba una cierta faceta de sinceridad. - Es afortunado que alguien como tu Seysill lo cuide en todo momento, me parece bien y que te preocupes de ello. Pero intuyo que a parte de cerciorarte de su bienestar también necesitas algo de importancia que tienes que tratar. - Expresó y se quedó a la espera de lo que Seysill le respondiera. La noche seguía avanzando y los ojos de Drayden emitían un fulgor inesperado uno que sólo mostraban los lobos hambrientos de la región que en esos momentos alzaban su llanto presagiando un destino inesperado.
Drayden- Cantidad de envíos : 15
Re: Salón de Armas
El silencio era prolongado en aquella habitación, se volvía eterno cada segundo que pasaba ahí. El sudor de Seisyll recorría por su frente, nervioso ante la respuesta negativa de un Knoll extraño, él líder de Asgard era su amigo, su hermano, pero tenía una familia ahí afuera y quería ir a buscarla, sin vacilar un momento más. Si por el fuera ya se habría retirado de Asgard, pero quería despedirse y pedirle permiso a Knoll, después de todo estaba a su servicio para proteger la ciudadela de cualquier invasor.
El de cabello turquesa perdió su mirada en la nada, observando el suelo con su cabeza agacha esperando la respuesta próxima de Knoll que no llegaba jamás, puesto que este guardaba un silencio sepulcral. El hielo de Asgard no se comparaba en absoluto al frío que sentía recorrer su espalda Seisyll, al estar completamente nervioso esperando una respuesta de los labios de su amigo que nunca había de llegar.
Por reflejo solamente el gemelo se dio la vuelta para observar la puerta ya que sintió su rechinar y con sorpresa se dio cuenta que era nada mas y nada menos que la mente brillante de Asgard, Drayden. La mano derecha del pueblo. Caminó sin musitar, casi sin respirar hacia el hombre de cabellos plateados e hizo una pequeña reverencia musitando unas palabras luego de la acción anteriormente nombrada.
Las miradas de Seisyll y Drayden chocaron por completo, cuando éste observó al hombre que estaba hablando con Knoll. Esa mirada escondía sin duda algo, nunca le había visto de esa forma, pero sin duda alguna parecía ser los ojos de una serpiente los que tenía Drayden, esperando al acecho de una debilidad. Pues cuando éste observó al portador de la Balmung, comenzó a hablar y Seisyll le escuchó con atención.
- Pues a decir ver…
- ¿Comatoso? Aun los sigo escuchando. Solo estoy meditando acerca de la respuesta hacia Seisyll, pienso que lo indicado sería un no, compañero.
Interrumpía el hombre más fiel a Odín. La respuesta era una gran sorpresa, por primera vez en su vida, podía oír las palabras de Knoll y que estas sean negativas. El asombro en la faz del gemelo se hizo notar, buscando con una mirada perdida la respuesta a ese ‘No’, más no podía encontrarlo con claridad, así que tan solo…
- Pero es mi hermano, tengo derecho a ir en su búsqueda, Knoll.
- Pues sí, pero pienso que Odín estaría más contento que te quedaras con tu familia de verdad, que somos nosotros. Aparte pienso que ir en búsqueda de tu hermano por un simple presentimiento me parece algo muy fuera de contexto.
- Tú también… tuviste un presentimiento esa noche que encontraste a Balmung.
- ¿Comparas a Odín con tu hermano? Me parece un tema salido de lugar el simple hecho de que hagas eso. Nunca te negué nada, pero pienso que alguien tan fuerte como tu me podría a ayudar a defender a Asgard en caso de que ésta intente ser asediada. ¿Quieres encontrar a tu hermano y cuando vuelvas, si es que vuelves encontrarte con una Asgard en Ruinas?
- No, no quiero eso… pero pienso que mi hermano está ahí… afuera, el tiene que saber la verdad, que es mi hermano, necesito encontrarlo, quizás así me sienta un poco mejor y pueda dormir al fin por las noches con normalidad y sin pesadillas.
El último comentario no pareció intimidarse ante la presencia de Drayden. Puesto que Seisyll estaba hablando con Knoll como si estuvieran ellos solos ahí. Hablaba con sinceridad, hablaba intentando buscar la paz, de la única forma que él creía conveniente. De hecho parecía que la locura de hacer Asgard, ahora se volvía realidad pero en Knoll aun quedaba la locura, puesto que a pesar de contestar no se había movido, adoptando una posición extraña, como si no fuera él por momentos.
- ¿Intentas ir en contra de Odín, Seisyll?
- Jamás en contra de Odín, pero pienso que ahora no está en juego la falta de respeto hacia Odín, pienso que esto se tendría que resolver por lo que piensa mi corazón. Aun así me pareció hacer lo correcto pedirte permiso, pero me parece demasiado que me lo niegues solo por tu ambición de querer proteger a Asgard, aun a costa de ir en contra de los que piensan los demás, casi subordinándolos como tus esclavos.
Las últimas palabras habían caído duro en el pecho de Knoll. Provocando un silencio que duró un par de segundos, pues su mente estaba carburando las palabras de Seisyll y sabía que eran las correctas, su ambición de conquistar a Asgard, le estaba haciendo pensar que nada más existía Asgard y no el pueblo, la gente. Estaba siendo posesionado por su propia ambición de hacer sus sueños realidad, que olvidó los sueños de los demás. Alzó su mirada inquisidora hacia Seisyll, pues había furia en sus ojos.
- ¿Qué has dicho?
Los ojos rojizos de Knoll se hacían sentir, puesto que estaba fuera de sí, aun manteniendo ese temple calmado que llevaba siempre. Un momento se echó para atrás, el gemelo, intentando retractarse por lo que había dicho pero ya era tarde. Era cierto y por respeto a su líder no se podía humillar y contrarrestar sus palabras, así que musitó.
- Tus sueños han sido reconstruir Asgard, eran mis sueños también. Te ayudé lo máximo que pude, fui uno de los que puso las últimas piedras y de las que colocó las primeras de éste castillo. Pero ahora que Asgard ha renacido, ya no es mi sueño vivir en ella, mi sueño es encontrar a mi hermano e intentar vivir una vida en paz, cuando vuelva.
- Cuando vuelvas serás considerado un traidor, Seisyll.
- ¿Por qué? ¿Por creer en mis ideales? Entonces tu eres un traidor por creer en tus ideales y no en el de los demás, como lo estas haciendo ahora.
A pesar de que Seisyll era directo en sus palabras, jamás perdía ese toque de frialdad y poca emotividad que le daba cuando hablaba con el corazón. Sentía que su corazón iba a estallar en pedazos, puesto que los latidos se aceleraban, había mucha adrenalina en el ambiente y pronto estaba esperando el golpe de Knoll para comenzar un combate. Pero éste no contestaba y el gemelo no iba a ser quien diera el primer golpe, por respeto a la amistad que se cosechaba durante años entre ellos dos.
- Pero mis ideales son correctos, pues los respalda Odín.
- Veneramos el mismo Dios, mis ideales también son respaldados por Odín, ¿O por que crees que tus ideales son mejores? Porque yo no tuve el carisma de ser un gran líder. Te felicito, Knoll… has llevado a cabo lo que querías, pero ahora debes dejar vivir a los demás. Siento con toda mi alma que estas tierras ya no me pertenecen, al menos no por el momento, vive y deja vivir… ¡¿O acaso te crees Odín?!
- ¿No lo ves, Seisyll? Está delante de tus ojos. Mira mi espada ¡Es Balmung! ¿Quién levantó estas tierras vikingas ya muertas? ¡YO! ¡Asgard ha renacido gracias a mí! Tengo la espada de Odín en mis manos, ¿Quién mas que yo para suplantarlo?
- ¿Estas queriendo decir que tú eres Odín? ¿Has enloquecido? Es una falta de respeto a nuestro Dios. No juzgo el hecho de que hayas sido bendito por él y que tu espada sea la del gran Dios, pero no creo que seas el indicado en tomar ese puesto… ¡Tu no eres un Dios!
- ¡TU FALTA DE RESPETO DEBE SER PAGADA CON LA MUERTE! ¡NO PUEDES OFENDERME A MÍ, AL GRAN ODIN! ¡GUARDIAS!
- ¿Eh? ¡¿Qué?!
Dijo Seisyll, mientras alzaba una ceja y nadie venía al llamado de Knoll, puesto que ahora estaban todos en la fiesta. Más la puerta de repente se abrió y en ella se logró visualizar a Onoki, el hombre gigante se puso en guardia al escuchar los gritos desde la otra habitación, observando a Knoll, luego a Drayden y por ultimo a Seisyll, observó nuevamente a su líder y estando a la expectativa de la respuesta dijo.
- ¿Qué sucede aquí, Knoll?
- ¡Es un traidor! Intentó revelarse contra Odín…
Gritó Knoll a un desconcertado Onoki, mientras señalaba a Seisyll. El de melena rubia no sabía que hacer, puesto que nunca creyó que Seisyll podría hacer algo así. Pero sin más remedio, con su enorme fuerza le aprisionó con sus brazos dejando inmóvil al gemelo que intentaba zafarse, mas cuando vio que no pudo musitó.
- ¿Esto va en serio Knoll? ¡Suéltame Onoki tu me conoces!
- Si eres inocente entonces deja de moverte, ¿Por qué tanto empeño por escaparte?
- ¡Exacto! ¡Escaparse, Onoki! Este hombre quería traicionar a Asgard y escaparse hacia otras tierras, está loco.
Musitó un Knoll fuera de sí, casi como si el sueño de ser Odín lo hubiese consumido por completo. Mas en ese momento Seisyll le dio un codazo en el estomago a Onoki y se liberó, dándole un golpe en el bajo vientre para que éste quedara de rodillas y un puñetazo en el rostro para al fin desmayar al gigante. Se limpió el sudor y observó a Knoll, mientras se acomodaba el cuerpo y se dirigía hacia la puerta.
- Estás loco, Knoll. Tu delirio de creerte Odín fue mas lejos de lo que pensaba, pensé que eras alguien digno de portar el titulo que tenías como líder, pero veo que quieres llevar a Asgard a la ruina, ¡Les contaré a todos acerca de tu locura!
Seisyll abrió la puerta para que una flecha impactara en ésta, rozando los cabellos turquesas del gemelo y clavándose en la pared que daba al pasillo. Los ojos abiertos de par en par de un hombre sin sentidos podían notarse en la expresión del gemelo, puesto que Knoll había tomado un arco y flecha, después de todo era el Salón de Armas.
- Si te vas no solo serás un traidor, sino que ahora tengo pruebas. Golpeaste a un compañero hasta desmayarlo. Atentaste en la palabra contra mí o sea Odín y encima quieres blasfemar en mi contra. ¿A quien crees que le creerán al gran líder de Asgard o a ti, Seisyll? Piénsalo por un momento detenidamente.
- ¡Estás loco!
Dijo para cruzar la puerta y una flecha dio justo en su espalda, haciéndolo caer al piso. Drayden veía toda la acción, pero no podía hacer absolutamente nada, Knoll le superaba en fuerza sin duda y Seisyll ahora estaba hasta desconfiando de todo mundo, quizás esto era algo armado en conjunto con él, después de todo era su mano derecha y consejero. El grito del gemelo fue terrible, mientras se intentaba poner de pie y llevaba la mano a su espalda cortando la flecha para que no estorbara.
- ¿Qué piensas hacer, matarme?
Dijo para que un certero flechazo disparado por Knoll cruzara su abdomen. Boquiabierto quedó Seisyll, llevando su mano a la herida que comenzaba a liberar aquel liquido carmín de vida. Observó su mano manchada con su sangre, pestañeó dos veces antes de caer de rodillas y su vista comenzaba a borronearse, más clavó su puño en el suelo y se volvió a poner de pie, mirando a los ojos al líder de Asgard, su ‘amigo’.
- Arruinas tu amistad por una ambición de poder, pensé que tú eras distinto a todos. Veo que me equivoqué, pero no dejaré que te salgas con la tuya, daré mi vida a cambio…
- El plan perfecto, intentaste atacarme con una espada, te disparé tres flechazos y fui el héroe de la jornada, mi queridísimo Seisyll. Asesiné al traidor, una gloria más para el líder de Asgard, ¿No crees?
Dijo tensando el arco, puesto que la tercera flecha iba a ser lanzada. Una sonrisa en su rostro estaba dibujada, ¿Realmente era Knoll ese? El sonido del corte del aire se hizo sentir, puesto que la saeta había sido disparada y se sintió la flecha penetrar una vez mas. Pero no era ruido de carne, era ruido de… ¡Madera! Puesto que Seisyll había cerrado la puerta con sus últimas fuerzas, para que la flecha diera en ésta.
El silencio se volvió sepulcral. Parecían que habían pasado minutos, Knoll había errado su flecha, pues con velocidad cruzó la mesa de un salto y desenfundando a Balmung, corrió detrás de Seisyll, de seguro iba a contarles a todos los del pueblo de lo que había hecho, cuando Knoll abrió la puerta Seisyll lo embistió con su hombro, haciéndolo caer y por suerte para el gemelo, haciendo que Balmung se le escapara de las manos a Knoll.
- ¿No entiendes que has perdido el juicio? ¡¿Dónde está el Knoll del pueblo?!
Musitó Seisyll desde el suelo, mientras el líder de Asgard se intentaba reponer para buscar su arma. El gemelo con mucho esfuerzo le tomó de la pierna para impedirle que avanzara, mientras sus heridas comenzaban a botar sangre a borbotones, las flechas habían sido muy efectivas. Con mucho esfuerzo el de pelo plateado llegó a tomar a Balmung y empuñándola fuerte lanzó un corte hacia Seisyll que alcanzó a soltarse y rodar hacia atrás para esquivar aquel enorme acero.
En vista de que ya no había absolutamente nada que hacer, Seisyll intentó levantarse para escapar pero sus heridas eran le estaban debilitando y sentía su cuerpo adormecido. Knoll se colocó de pie por completo, mientras observaba como el gemelo intentaba cruzar la puerta arrastrándose. Alzó su filo al más alto y musitó…
- ¡Por Odín!
Mientras bajaba con gran fiereza su espada y ésta hacía un enorme ruido de acero chocando uno contra otro. La espada de Seisyll estaba en alto bloqueando a Balmung, algunas chispas se liberaban de éstas pero un sorprendido Knoll se hizo hacia atrás, mientras Seisyll con la ayuda de la pared y su espada clavada en el suelo, se ponía de pie, estaba apoyado en el pomo de su Legendaria S. S.
- Parece que te he perdido, amigo…
Musitó mientras una lágrima caía por las mejillas de Seisyll y agachaba su cabeza, puesto que otras más caían y se fusionaban con la sangre que brotaba de sus heridas. Se apoyó en la pared y empuñó la espada, su vista borroneada y sus ganas de descansar eternamente lo hacían flaquear, sus piernas flexionadas apenas se podían poner firmes.
- Siempre has sido el mejor, te envidié por siempre tener la palabra correcta. Pero estas perdiendo lo que alguna vez fuiste, cada segundo que estas así te alejas a lo que habías llegado. Tranquilo, amigo… ya no habrá Odín para ti, porque tú eres un digno líder. No tienes porque copiar al Dios, porque tú podrías superarle… ¡Pero no en ese estado!
Juro que luego de matarte, te daré un funeral digno de un guerrero y líder de tu talla, ¡Ven, acabemos con esto!
Knoll se miraba a si mismo, observaba sus manos las cual empuñaba Balmung, no podía creer en lo que se había convertido, parecía un monstruo, ¡Pero no podía detenerse! Su ambición de creerse Odín, lo hacía invencible y después de todo, era un Vikingo, ¿Había algo mejor para un Vikingo que la lucha? ¡Claro que no…! Y si se ganaba y matabas a muchos era mucho mejor… ¡Sangre vikinga! Eso corría por sus venas…
Más este cerró su puño en señal de destrucción y empuñó Balmung una vez más. Corrió hacia Seisyll con fiereza y alzó su arma a lo más alto, pero el sexto sentido del gemelo parecía advertirle de su presencia y como si todo fuese lento para él, pudo atinar a agacharse y golpear el rostro de Knoll con su mano, después de todo lo que éste le había hecho aun no quería matarlo, puesto que había sido un gran amigo, su mejor amigo; su hermano del alma. Pero no quería verlo convertido en eso que era ahora.
A pesar de la poca fuerza que residía en Seisyll el golpe acertado le hizo trastabillar al líder de Asgard y otro golpe fue acertado con su puño cerrado, haciéndolo caer hacia atrás, pero antes de llegar al suelo se mantuvo de pie y devolvió el puñetazo haciendo que Seisyll cayera al suelo sin perder su espada que parecía atada a su mano.
Un nuevo golpe de Balmung se quería hacer producir, pero un fuerte choque de acero se sintió nuevamente ésta vez con todas sus fuerzas y con las dos manos Seisyll había rechazado el golpe haciendo volar la Balmung de las manos de Knoll. La espada legendaria de Odín se clavó en el suelo de la habitación y Seisyll golpeó una vez mas a su amigo haciéndolo caer al suelo, justo al lado de Balmung.
Las gotas cristalinas no cesaban su marcha de los ojos del hombre de cabello turquesa, mientras se ponía de pie y empuñaba fuertemente su espada. Cerró sus ojos, intentando pensar en otra cosa para efectuar la maniobra, pero cuando iba a dar el golpe final, su propia mano temblaba. Todo su cuerpo tiritaba del miedo, el miedo de perder a su amigo, puesto que bajó su espada y Onoki que había se había recuperado, se levantó con velocidad y sin saber que había pasado se puso delante de Knoll para que no lo maten.
- ¡No lo hagas, Seisyll!
- No soy un traidor, Onoki. Estas muy equivocado si piensas eso de mi.
Knoll empujaba a Onoki para que este cayera sobre Seisyll, imposibilitando su movimiento y tomó a Balmung una vez más. Con un ligero giro de 360 grados, estaba dando un corte con suficiente envión para acabar con la vida de ambos, más Seisyll empujó a Onoki hacia arriba con sus piernas y la cabeza del rubio rodó por el suelo, ante el inminente acero de la legendaria espada de Odín.
El Jefe de toda Asgard, cayó de rodillas al suelo, asombrado por lo que había hecho. Observando el cuerpo decapitado de Onoki, su mirada se corría hacia Drayden y luego hacia Seisyll. Knoll derramaba lagrimas, como si volviese en sí, no podía creer lo que había hecho. Sus manos soltaron a Balmung y ampararon el cuerpo de Onoki.
- ¡Te dije que estabas equivocado, Knoll!
- ¡SI! ¡Lo lamento…! ¡No sé en que diablos estaba pensando…! ¡ONOKI! ¡Perdí la cabeza… todo por esta espada! Por creerme Odín. ¡¿Qu-qué demonios me pasó?!
- Sería en vano matarte ahora, cargarás con la culpa de haber matado a uno de tus mejores guerreros por tu locura, Knoll. Es mucho mas peso del que yo podría darte… tu propia ambición te llevó a eso, viejo amigo. Lamento decir esto, pero yo ya no puedo formar parte de Asgard… iré donde el viento de Odín me lleve.
Dijo dándole la espalda a su amigo, porque aun le tenía su aprecio. Cerró sus ojos y suspiró, observó sus flechazos, la muerte de Onoki no había sido en vano, realmente era alguien a quien lamentar pero había servido para darle la lección de su vida a Knoll. En ese momento, Seisyll colocó la mano en su pecho y observó hacia el techo, en señal de que miraba hacia el cielo con todos sus respetos hacia Odín y a Onoki, que en paz descanse. Más comenzó su paso hacia la puerta para escuchar un susurro…
- La muerte… ¡Los vientos de Odín! ¡Mis vientos! ¡Te llevarán a la muerte!
Dijo Knoll mientras tomaba su Balmung y se arrojaba de un salto hacia Seisyll que giró y rápidamente con su espada en alto, la sostuvo fuerte mientras se empalaba en ella Knoll, puesto que atravesó todo el acero con aquel impulso que llevaba. La sangre del líder de Asgard manchaba el suelo, manchaba la espada de Seisyll, manchaba la reputación del gemelo, manchaba absolutamente todo.
Casi sin pensarlo, Seisyll soltó su espada que quedó ensartada en el vientre de Knoll. Para sostener a su compañero. Knoll daba arcadas, para soltar sangre de su boca, reposando en los brazos del gemelo que lo bajaba lentamente hacia el suelo, para mantenerlo quieto entre sus manos. El parpadeo débil de Knoll y su respiración entrecortada daba indicio de que no le quedaba mucho de vida. Tan solo tomó la mano de Seisyll, sonriendo agotado para musitarle muy bajo.
- L-lo has he-hecho bien, Se-Seisyll. Ba-Balmung, de-debe ser de qui-quien la me-rezca real-mente. Los ho-hombres no de-ben ju-jugar a ser Dio-ses, ¡Gra-Gracias!
- Yo… ¡Yo no quise, Knoll!
…
¿Knoll?
El silencio parecía ser, valga la redundancia… sepulcral. Ni una palabra más salió de los labios de Knoll que cerró sus ojos para descansar eternamente. Las lágrimas de Seisyll no podían contenerse, parecía que todo había acabado, no se había perdido a Odín, se había perdido lo más grandioso que tuvo Asgard luego de Odín, se había perdido a Knoll para siempre y por culpa de sus manos. Soltó el cuerpo de Knoll para dejarlo descansar en paz, con impotencia quitó su espada manchada en sangre y la guardó entre sus ropajes, mientras veía ambos cadáveres en la habitación.
- Vayan con Odín... Sé que los recibirá con los brazos abiertos en el Valhalla
Dio un suspiro largo y duradero, para morder sus labios mientras quitaba las flechas de su cuerpo y las lanzaba hacia el suelo. Hoy le había ganado la batalla al destino y creía que hacer todo eso para que al final no cumplir sus sueños, le parecía en vano. Observó a Drayden y sonrió, al final de todo era lo único que le quedaba.
- Di que un maldito hijo de puta llamado Seisyll, traicionó a Knoll y le dio muerte matándolo por la espalda. Onoki también murió bajo mi acero, ¡No quiero que se manche el nombre de Knoll…! Confío en que lo harás bien, Drayden.
Dijo Seisyll para irse por la puerta corriendo. A pesar de que tenía un par de heridas, no podía perder el tiempo, si descubrían pronto los cadáveres le seguirían hasta debajo de las piedras. No iba a arruinar la reputación del gran Knoll, que muera como debía ser y que le den un digno entierro por ser el héroe que fue. Cruzó a tal velocidad las instalaciones del Valhalla, que cuando salió se perdió entre la densa nieve, él sería recordado como un bastardo ante todos, pero no le importaba, ya no había vuelta atrás.
El de cabello turquesa perdió su mirada en la nada, observando el suelo con su cabeza agacha esperando la respuesta próxima de Knoll que no llegaba jamás, puesto que este guardaba un silencio sepulcral. El hielo de Asgard no se comparaba en absoluto al frío que sentía recorrer su espalda Seisyll, al estar completamente nervioso esperando una respuesta de los labios de su amigo que nunca había de llegar.
Por reflejo solamente el gemelo se dio la vuelta para observar la puerta ya que sintió su rechinar y con sorpresa se dio cuenta que era nada mas y nada menos que la mente brillante de Asgard, Drayden. La mano derecha del pueblo. Caminó sin musitar, casi sin respirar hacia el hombre de cabellos plateados e hizo una pequeña reverencia musitando unas palabras luego de la acción anteriormente nombrada.
Las miradas de Seisyll y Drayden chocaron por completo, cuando éste observó al hombre que estaba hablando con Knoll. Esa mirada escondía sin duda algo, nunca le había visto de esa forma, pero sin duda alguna parecía ser los ojos de una serpiente los que tenía Drayden, esperando al acecho de una debilidad. Pues cuando éste observó al portador de la Balmung, comenzó a hablar y Seisyll le escuchó con atención.
- Pues a decir ver…
- ¿Comatoso? Aun los sigo escuchando. Solo estoy meditando acerca de la respuesta hacia Seisyll, pienso que lo indicado sería un no, compañero.
Interrumpía el hombre más fiel a Odín. La respuesta era una gran sorpresa, por primera vez en su vida, podía oír las palabras de Knoll y que estas sean negativas. El asombro en la faz del gemelo se hizo notar, buscando con una mirada perdida la respuesta a ese ‘No’, más no podía encontrarlo con claridad, así que tan solo…
- Pero es mi hermano, tengo derecho a ir en su búsqueda, Knoll.
- Pues sí, pero pienso que Odín estaría más contento que te quedaras con tu familia de verdad, que somos nosotros. Aparte pienso que ir en búsqueda de tu hermano por un simple presentimiento me parece algo muy fuera de contexto.
- Tú también… tuviste un presentimiento esa noche que encontraste a Balmung.
- ¿Comparas a Odín con tu hermano? Me parece un tema salido de lugar el simple hecho de que hagas eso. Nunca te negué nada, pero pienso que alguien tan fuerte como tu me podría a ayudar a defender a Asgard en caso de que ésta intente ser asediada. ¿Quieres encontrar a tu hermano y cuando vuelvas, si es que vuelves encontrarte con una Asgard en Ruinas?
- No, no quiero eso… pero pienso que mi hermano está ahí… afuera, el tiene que saber la verdad, que es mi hermano, necesito encontrarlo, quizás así me sienta un poco mejor y pueda dormir al fin por las noches con normalidad y sin pesadillas.
El último comentario no pareció intimidarse ante la presencia de Drayden. Puesto que Seisyll estaba hablando con Knoll como si estuvieran ellos solos ahí. Hablaba con sinceridad, hablaba intentando buscar la paz, de la única forma que él creía conveniente. De hecho parecía que la locura de hacer Asgard, ahora se volvía realidad pero en Knoll aun quedaba la locura, puesto que a pesar de contestar no se había movido, adoptando una posición extraña, como si no fuera él por momentos.
- ¿Intentas ir en contra de Odín, Seisyll?
- Jamás en contra de Odín, pero pienso que ahora no está en juego la falta de respeto hacia Odín, pienso que esto se tendría que resolver por lo que piensa mi corazón. Aun así me pareció hacer lo correcto pedirte permiso, pero me parece demasiado que me lo niegues solo por tu ambición de querer proteger a Asgard, aun a costa de ir en contra de los que piensan los demás, casi subordinándolos como tus esclavos.
Las últimas palabras habían caído duro en el pecho de Knoll. Provocando un silencio que duró un par de segundos, pues su mente estaba carburando las palabras de Seisyll y sabía que eran las correctas, su ambición de conquistar a Asgard, le estaba haciendo pensar que nada más existía Asgard y no el pueblo, la gente. Estaba siendo posesionado por su propia ambición de hacer sus sueños realidad, que olvidó los sueños de los demás. Alzó su mirada inquisidora hacia Seisyll, pues había furia en sus ojos.
- ¿Qué has dicho?
Los ojos rojizos de Knoll se hacían sentir, puesto que estaba fuera de sí, aun manteniendo ese temple calmado que llevaba siempre. Un momento se echó para atrás, el gemelo, intentando retractarse por lo que había dicho pero ya era tarde. Era cierto y por respeto a su líder no se podía humillar y contrarrestar sus palabras, así que musitó.
- Tus sueños han sido reconstruir Asgard, eran mis sueños también. Te ayudé lo máximo que pude, fui uno de los que puso las últimas piedras y de las que colocó las primeras de éste castillo. Pero ahora que Asgard ha renacido, ya no es mi sueño vivir en ella, mi sueño es encontrar a mi hermano e intentar vivir una vida en paz, cuando vuelva.
- Cuando vuelvas serás considerado un traidor, Seisyll.
- ¿Por qué? ¿Por creer en mis ideales? Entonces tu eres un traidor por creer en tus ideales y no en el de los demás, como lo estas haciendo ahora.
A pesar de que Seisyll era directo en sus palabras, jamás perdía ese toque de frialdad y poca emotividad que le daba cuando hablaba con el corazón. Sentía que su corazón iba a estallar en pedazos, puesto que los latidos se aceleraban, había mucha adrenalina en el ambiente y pronto estaba esperando el golpe de Knoll para comenzar un combate. Pero éste no contestaba y el gemelo no iba a ser quien diera el primer golpe, por respeto a la amistad que se cosechaba durante años entre ellos dos.
- Pero mis ideales son correctos, pues los respalda Odín.
- Veneramos el mismo Dios, mis ideales también son respaldados por Odín, ¿O por que crees que tus ideales son mejores? Porque yo no tuve el carisma de ser un gran líder. Te felicito, Knoll… has llevado a cabo lo que querías, pero ahora debes dejar vivir a los demás. Siento con toda mi alma que estas tierras ya no me pertenecen, al menos no por el momento, vive y deja vivir… ¡¿O acaso te crees Odín?!
- ¿No lo ves, Seisyll? Está delante de tus ojos. Mira mi espada ¡Es Balmung! ¿Quién levantó estas tierras vikingas ya muertas? ¡YO! ¡Asgard ha renacido gracias a mí! Tengo la espada de Odín en mis manos, ¿Quién mas que yo para suplantarlo?
- ¿Estas queriendo decir que tú eres Odín? ¿Has enloquecido? Es una falta de respeto a nuestro Dios. No juzgo el hecho de que hayas sido bendito por él y que tu espada sea la del gran Dios, pero no creo que seas el indicado en tomar ese puesto… ¡Tu no eres un Dios!
- ¡TU FALTA DE RESPETO DEBE SER PAGADA CON LA MUERTE! ¡NO PUEDES OFENDERME A MÍ, AL GRAN ODIN! ¡GUARDIAS!
- ¿Eh? ¡¿Qué?!
Dijo Seisyll, mientras alzaba una ceja y nadie venía al llamado de Knoll, puesto que ahora estaban todos en la fiesta. Más la puerta de repente se abrió y en ella se logró visualizar a Onoki, el hombre gigante se puso en guardia al escuchar los gritos desde la otra habitación, observando a Knoll, luego a Drayden y por ultimo a Seisyll, observó nuevamente a su líder y estando a la expectativa de la respuesta dijo.
- ¿Qué sucede aquí, Knoll?
- ¡Es un traidor! Intentó revelarse contra Odín…
Gritó Knoll a un desconcertado Onoki, mientras señalaba a Seisyll. El de melena rubia no sabía que hacer, puesto que nunca creyó que Seisyll podría hacer algo así. Pero sin más remedio, con su enorme fuerza le aprisionó con sus brazos dejando inmóvil al gemelo que intentaba zafarse, mas cuando vio que no pudo musitó.
- ¿Esto va en serio Knoll? ¡Suéltame Onoki tu me conoces!
- Si eres inocente entonces deja de moverte, ¿Por qué tanto empeño por escaparte?
- ¡Exacto! ¡Escaparse, Onoki! Este hombre quería traicionar a Asgard y escaparse hacia otras tierras, está loco.
Musitó un Knoll fuera de sí, casi como si el sueño de ser Odín lo hubiese consumido por completo. Mas en ese momento Seisyll le dio un codazo en el estomago a Onoki y se liberó, dándole un golpe en el bajo vientre para que éste quedara de rodillas y un puñetazo en el rostro para al fin desmayar al gigante. Se limpió el sudor y observó a Knoll, mientras se acomodaba el cuerpo y se dirigía hacia la puerta.
- Estás loco, Knoll. Tu delirio de creerte Odín fue mas lejos de lo que pensaba, pensé que eras alguien digno de portar el titulo que tenías como líder, pero veo que quieres llevar a Asgard a la ruina, ¡Les contaré a todos acerca de tu locura!
Seisyll abrió la puerta para que una flecha impactara en ésta, rozando los cabellos turquesas del gemelo y clavándose en la pared que daba al pasillo. Los ojos abiertos de par en par de un hombre sin sentidos podían notarse en la expresión del gemelo, puesto que Knoll había tomado un arco y flecha, después de todo era el Salón de Armas.
- Si te vas no solo serás un traidor, sino que ahora tengo pruebas. Golpeaste a un compañero hasta desmayarlo. Atentaste en la palabra contra mí o sea Odín y encima quieres blasfemar en mi contra. ¿A quien crees que le creerán al gran líder de Asgard o a ti, Seisyll? Piénsalo por un momento detenidamente.
- ¡Estás loco!
Dijo para cruzar la puerta y una flecha dio justo en su espalda, haciéndolo caer al piso. Drayden veía toda la acción, pero no podía hacer absolutamente nada, Knoll le superaba en fuerza sin duda y Seisyll ahora estaba hasta desconfiando de todo mundo, quizás esto era algo armado en conjunto con él, después de todo era su mano derecha y consejero. El grito del gemelo fue terrible, mientras se intentaba poner de pie y llevaba la mano a su espalda cortando la flecha para que no estorbara.
- ¿Qué piensas hacer, matarme?
Dijo para que un certero flechazo disparado por Knoll cruzara su abdomen. Boquiabierto quedó Seisyll, llevando su mano a la herida que comenzaba a liberar aquel liquido carmín de vida. Observó su mano manchada con su sangre, pestañeó dos veces antes de caer de rodillas y su vista comenzaba a borronearse, más clavó su puño en el suelo y se volvió a poner de pie, mirando a los ojos al líder de Asgard, su ‘amigo’.
- Arruinas tu amistad por una ambición de poder, pensé que tú eras distinto a todos. Veo que me equivoqué, pero no dejaré que te salgas con la tuya, daré mi vida a cambio…
- El plan perfecto, intentaste atacarme con una espada, te disparé tres flechazos y fui el héroe de la jornada, mi queridísimo Seisyll. Asesiné al traidor, una gloria más para el líder de Asgard, ¿No crees?
Dijo tensando el arco, puesto que la tercera flecha iba a ser lanzada. Una sonrisa en su rostro estaba dibujada, ¿Realmente era Knoll ese? El sonido del corte del aire se hizo sentir, puesto que la saeta había sido disparada y se sintió la flecha penetrar una vez mas. Pero no era ruido de carne, era ruido de… ¡Madera! Puesto que Seisyll había cerrado la puerta con sus últimas fuerzas, para que la flecha diera en ésta.
El silencio se volvió sepulcral. Parecían que habían pasado minutos, Knoll había errado su flecha, pues con velocidad cruzó la mesa de un salto y desenfundando a Balmung, corrió detrás de Seisyll, de seguro iba a contarles a todos los del pueblo de lo que había hecho, cuando Knoll abrió la puerta Seisyll lo embistió con su hombro, haciéndolo caer y por suerte para el gemelo, haciendo que Balmung se le escapara de las manos a Knoll.
- ¿No entiendes que has perdido el juicio? ¡¿Dónde está el Knoll del pueblo?!
Musitó Seisyll desde el suelo, mientras el líder de Asgard se intentaba reponer para buscar su arma. El gemelo con mucho esfuerzo le tomó de la pierna para impedirle que avanzara, mientras sus heridas comenzaban a botar sangre a borbotones, las flechas habían sido muy efectivas. Con mucho esfuerzo el de pelo plateado llegó a tomar a Balmung y empuñándola fuerte lanzó un corte hacia Seisyll que alcanzó a soltarse y rodar hacia atrás para esquivar aquel enorme acero.
En vista de que ya no había absolutamente nada que hacer, Seisyll intentó levantarse para escapar pero sus heridas eran le estaban debilitando y sentía su cuerpo adormecido. Knoll se colocó de pie por completo, mientras observaba como el gemelo intentaba cruzar la puerta arrastrándose. Alzó su filo al más alto y musitó…
- ¡Por Odín!
Mientras bajaba con gran fiereza su espada y ésta hacía un enorme ruido de acero chocando uno contra otro. La espada de Seisyll estaba en alto bloqueando a Balmung, algunas chispas se liberaban de éstas pero un sorprendido Knoll se hizo hacia atrás, mientras Seisyll con la ayuda de la pared y su espada clavada en el suelo, se ponía de pie, estaba apoyado en el pomo de su Legendaria S. S.
- Parece que te he perdido, amigo…
Musitó mientras una lágrima caía por las mejillas de Seisyll y agachaba su cabeza, puesto que otras más caían y se fusionaban con la sangre que brotaba de sus heridas. Se apoyó en la pared y empuñó la espada, su vista borroneada y sus ganas de descansar eternamente lo hacían flaquear, sus piernas flexionadas apenas se podían poner firmes.
- Siempre has sido el mejor, te envidié por siempre tener la palabra correcta. Pero estas perdiendo lo que alguna vez fuiste, cada segundo que estas así te alejas a lo que habías llegado. Tranquilo, amigo… ya no habrá Odín para ti, porque tú eres un digno líder. No tienes porque copiar al Dios, porque tú podrías superarle… ¡Pero no en ese estado!
Juro que luego de matarte, te daré un funeral digno de un guerrero y líder de tu talla, ¡Ven, acabemos con esto!
Knoll se miraba a si mismo, observaba sus manos las cual empuñaba Balmung, no podía creer en lo que se había convertido, parecía un monstruo, ¡Pero no podía detenerse! Su ambición de creerse Odín, lo hacía invencible y después de todo, era un Vikingo, ¿Había algo mejor para un Vikingo que la lucha? ¡Claro que no…! Y si se ganaba y matabas a muchos era mucho mejor… ¡Sangre vikinga! Eso corría por sus venas…
Más este cerró su puño en señal de destrucción y empuñó Balmung una vez más. Corrió hacia Seisyll con fiereza y alzó su arma a lo más alto, pero el sexto sentido del gemelo parecía advertirle de su presencia y como si todo fuese lento para él, pudo atinar a agacharse y golpear el rostro de Knoll con su mano, después de todo lo que éste le había hecho aun no quería matarlo, puesto que había sido un gran amigo, su mejor amigo; su hermano del alma. Pero no quería verlo convertido en eso que era ahora.
A pesar de la poca fuerza que residía en Seisyll el golpe acertado le hizo trastabillar al líder de Asgard y otro golpe fue acertado con su puño cerrado, haciéndolo caer hacia atrás, pero antes de llegar al suelo se mantuvo de pie y devolvió el puñetazo haciendo que Seisyll cayera al suelo sin perder su espada que parecía atada a su mano.
Un nuevo golpe de Balmung se quería hacer producir, pero un fuerte choque de acero se sintió nuevamente ésta vez con todas sus fuerzas y con las dos manos Seisyll había rechazado el golpe haciendo volar la Balmung de las manos de Knoll. La espada legendaria de Odín se clavó en el suelo de la habitación y Seisyll golpeó una vez mas a su amigo haciéndolo caer al suelo, justo al lado de Balmung.
Las gotas cristalinas no cesaban su marcha de los ojos del hombre de cabello turquesa, mientras se ponía de pie y empuñaba fuertemente su espada. Cerró sus ojos, intentando pensar en otra cosa para efectuar la maniobra, pero cuando iba a dar el golpe final, su propia mano temblaba. Todo su cuerpo tiritaba del miedo, el miedo de perder a su amigo, puesto que bajó su espada y Onoki que había se había recuperado, se levantó con velocidad y sin saber que había pasado se puso delante de Knoll para que no lo maten.
- ¡No lo hagas, Seisyll!
- No soy un traidor, Onoki. Estas muy equivocado si piensas eso de mi.
Knoll empujaba a Onoki para que este cayera sobre Seisyll, imposibilitando su movimiento y tomó a Balmung una vez más. Con un ligero giro de 360 grados, estaba dando un corte con suficiente envión para acabar con la vida de ambos, más Seisyll empujó a Onoki hacia arriba con sus piernas y la cabeza del rubio rodó por el suelo, ante el inminente acero de la legendaria espada de Odín.
El Jefe de toda Asgard, cayó de rodillas al suelo, asombrado por lo que había hecho. Observando el cuerpo decapitado de Onoki, su mirada se corría hacia Drayden y luego hacia Seisyll. Knoll derramaba lagrimas, como si volviese en sí, no podía creer lo que había hecho. Sus manos soltaron a Balmung y ampararon el cuerpo de Onoki.
- ¡Te dije que estabas equivocado, Knoll!
- ¡SI! ¡Lo lamento…! ¡No sé en que diablos estaba pensando…! ¡ONOKI! ¡Perdí la cabeza… todo por esta espada! Por creerme Odín. ¡¿Qu-qué demonios me pasó?!
- Sería en vano matarte ahora, cargarás con la culpa de haber matado a uno de tus mejores guerreros por tu locura, Knoll. Es mucho mas peso del que yo podría darte… tu propia ambición te llevó a eso, viejo amigo. Lamento decir esto, pero yo ya no puedo formar parte de Asgard… iré donde el viento de Odín me lleve.
Dijo dándole la espalda a su amigo, porque aun le tenía su aprecio. Cerró sus ojos y suspiró, observó sus flechazos, la muerte de Onoki no había sido en vano, realmente era alguien a quien lamentar pero había servido para darle la lección de su vida a Knoll. En ese momento, Seisyll colocó la mano en su pecho y observó hacia el techo, en señal de que miraba hacia el cielo con todos sus respetos hacia Odín y a Onoki, que en paz descanse. Más comenzó su paso hacia la puerta para escuchar un susurro…
- La muerte… ¡Los vientos de Odín! ¡Mis vientos! ¡Te llevarán a la muerte!
Dijo Knoll mientras tomaba su Balmung y se arrojaba de un salto hacia Seisyll que giró y rápidamente con su espada en alto, la sostuvo fuerte mientras se empalaba en ella Knoll, puesto que atravesó todo el acero con aquel impulso que llevaba. La sangre del líder de Asgard manchaba el suelo, manchaba la espada de Seisyll, manchaba la reputación del gemelo, manchaba absolutamente todo.
Casi sin pensarlo, Seisyll soltó su espada que quedó ensartada en el vientre de Knoll. Para sostener a su compañero. Knoll daba arcadas, para soltar sangre de su boca, reposando en los brazos del gemelo que lo bajaba lentamente hacia el suelo, para mantenerlo quieto entre sus manos. El parpadeo débil de Knoll y su respiración entrecortada daba indicio de que no le quedaba mucho de vida. Tan solo tomó la mano de Seisyll, sonriendo agotado para musitarle muy bajo.
- L-lo has he-hecho bien, Se-Seisyll. Ba-Balmung, de-debe ser de qui-quien la me-rezca real-mente. Los ho-hombres no de-ben ju-jugar a ser Dio-ses, ¡Gra-Gracias!
- Yo… ¡Yo no quise, Knoll!
…
¿Knoll?
El silencio parecía ser, valga la redundancia… sepulcral. Ni una palabra más salió de los labios de Knoll que cerró sus ojos para descansar eternamente. Las lágrimas de Seisyll no podían contenerse, parecía que todo había acabado, no se había perdido a Odín, se había perdido lo más grandioso que tuvo Asgard luego de Odín, se había perdido a Knoll para siempre y por culpa de sus manos. Soltó el cuerpo de Knoll para dejarlo descansar en paz, con impotencia quitó su espada manchada en sangre y la guardó entre sus ropajes, mientras veía ambos cadáveres en la habitación.
- Vayan con Odín... Sé que los recibirá con los brazos abiertos en el Valhalla
Dio un suspiro largo y duradero, para morder sus labios mientras quitaba las flechas de su cuerpo y las lanzaba hacia el suelo. Hoy le había ganado la batalla al destino y creía que hacer todo eso para que al final no cumplir sus sueños, le parecía en vano. Observó a Drayden y sonrió, al final de todo era lo único que le quedaba.
- Di que un maldito hijo de puta llamado Seisyll, traicionó a Knoll y le dio muerte matándolo por la espalda. Onoki también murió bajo mi acero, ¡No quiero que se manche el nombre de Knoll…! Confío en que lo harás bien, Drayden.
Dijo Seisyll para irse por la puerta corriendo. A pesar de que tenía un par de heridas, no podía perder el tiempo, si descubrían pronto los cadáveres le seguirían hasta debajo de las piedras. No iba a arruinar la reputación del gran Knoll, que muera como debía ser y que le den un digno entierro por ser el héroe que fue. Cruzó a tal velocidad las instalaciones del Valhalla, que cuando salió se perdió entre la densa nieve, él sería recordado como un bastardo ante todos, pero no le importaba, ya no había vuelta atrás.
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Re: Salón de Armas
Expectante y con una mirada llena de curiosidad Drayden esperaba la respuesta a la pregunta que le había formulado. Le parecía extraño esa inusual reunión entre Knoll y Seisyll por lo que el interés de esclarecer el misterio se veían reflejados en sus ojos de color violeta. El rostro de Seisyll para esos momentos no reflejaba alguna emoción, un mínimo detalle en sus facciones que pudieran hacerle intuir a Drayden alguna posible idea de sus intenciones en la sala de armas.
El misterio comenzaba a ser desvelado ante las primeras palabras de Seisyll, sin embargo, saliendo abruptamente de su trance Knoll tomaba la palabra con su voz serena y autoritaria que lo hacía por mucho ser el líder de esa región congelada. Nuevas y sorprendentes revelaciones salían a la luz en aquel apartado salón con Drayden como único testigo.
Vaya, vaya, ¿pero que tenemos aquí...? - La sonrisa mordaz que asomaba en los labios de Drayden contrastaba con las expresiones de sorpresa de Seisyll. En su cara, se mostraba la evidente decepción de una persona que estimaba por sobre todas las cosas, Knoll ante sus ojos distaba mucho de aquel amigo y en ocasiones hermano que anteriormente había sido para él. En cambio Drayden evidenciaba que todos esos sucesos comenzaban a interesarle de sobremanera. Esto parece más fortuito de lo que yo me imaginaba. Mjmjmj...
Mientras avanzaba sigilosamente hacia una de las tantas estanterías de las armas, el denominado cerebro de Asgard establecía una distancia prudente, una de donde pudiera corroborar el desenlace de toda aquella inesperada discusión de ideologías. Así que al parecer los hombres con más poder e influencia en el reino se rompen fácilmente por sentimentalismos y percepciones mal concebidas. - De hecho, aquellos motivos mundanos no le interesaban en lo más mínimo a Drayden, la parte principal e importante para esos instantes era el poder sacar el mayor de los provechos de acuerdo a sus intereses que previamente se había formulado dentro de su habitación.
Si tan sólo acabara con los dos en estos momentos sin levantar sospechas... - Pensaba al tiempo que su mano tomaba discretamente una daga afilada. La mantenía sujeta y oculta tras su espalda ideando el momento oportuno para actuar, para poner en marcha su plan. Esto tiene que ser rápido y metódico, esperar el momento indicado, si tan solo fuera uno... - Las acciones llegaron a un punto tan álgido que las ordenes de Knoll eran directas, detener y someter a Seisyll provocaron en Drayden un frenesí en su interior, la oportunidad estaba a su disposición.
Será tan sencillo que ni yo mismo lo hubiera preconcebido... - Al instante en que sus movimientos darían inicio a la pelea contra Seisyll una inesperada visita lo hicieron recular de sus intenciones. Y ahora que demonios... - La figura imponente de Onoki aparecía y en unos instantes parecía someter al denominado traidor de Asgard. Pff y pensar que por un momento yo mismo me vería involucrado en esa pelea, afortunadamente para mi ese mastodonte de Onoki hizo acto de presencia cuando menos se le espera...
Todo aquel espectáculo en verdad le era muy grato a Drayden, sus ojos chispeaban intensamente por el desarrollo de los acontecimientos. Con gran júbilo veía caer a uno de los mas fuertes guerreros del reino a manos de Knoll. En su perspectiva era un obstáculo menos hacia su ambición. Hehehehe, y pensar que estos ilusos se están matando entre ellos cuando no se les pasa por la mente que sólo sirven a mis intereses. Indirectamente pero sirven.
Sin interceder siquiera, Drayden se desplazaba con paso sigiloso como ave de rapiña listo para acabar con el último guerrero en pie. Dosificarse para esos momentos le habría asegurado el triunfo y en un acto sin precedente aquel que era el elegido para llevar a un pueblo devastado a la grandeza caía víctima de su impaciencia. Seisyll demostraba en todo momento ser un guerrero en todos los aspectos. Mientras tensaba su puño en el mango de la daba que ocultaba, Drayden calculaba la mejor manera de acertar una estocada directa a la yugular, pero las palabras de su víctima le hicieron recapacitar.
Hmmm... notificarle al pueblo que has sido tu Seisyll el que le dio muerte al soberano de esta región se efectuará como lo deseas pero con sus respectivas modificaciones para que pueda sacar provecho de todo esto... - La idea ahora de encontrar un chivo expiatorio le caía del cielo, todos esos eventos personales para aquellos guerreros le estaban beneficiando enormemente a Drayden.
Imaginar que todo esto encaja a la perfección. Seisyll has sido más útil de lo que podrías llegar a imaginar. - Se encontraba solo, en la escena del crimen mirando abstraído los cuerpos inertes de Onoki y de Knoll, perdido mientras su mente trazaba un plan para justificar y transformar la verdad que sólo él mantendría en secreto. Tus sueños de grandeza terminan ahora para darle paso a la edificación de mis ideales, para dar paso a una nueva era... ¿Y ahora qué?
Unos pasos apresurados y una voz alarmada le sacaban de su sueño, Jabranth uno de los asistentes a la fiesta y que había protagonizado una singular pelea le cuestionaba acerca de los sucesos ocurridos en el gran salón. Sin inmutarse Drayden le miraba airado de reojo sin pronunciar ni una palabra, le vigilaba atentamente. Sin recibir respuesta del único testigo de la sala de armas, Jabranth se apresuraba a tomar la primera arma a su disposición y sin perder más tiempo salía hacia una dirección que por el momento no le importaba en lo más mínimo al ser que ahora veía una clara oportunidad para encontrar una bifurcación a su plan.
Lo único que lamento es tener que hacer esto. - Usando la daga en su posesión él calculaba el lugar exacto para encajarselo en su propio cuerpo. Entendía que si llegaban los soldados podrían sospechar ligeramente de él. ¡Ugh! - Una mancha sanguinolenta comenzaba a brotar de su costado derecho a la altura del estomago. El dolor era lo de menos, para él, aprovecharse de la situación era lo único que ocupaba su mente. Avanzaba rápidamente hacia donde colgaba el cuerno de guerra que se usaba para las batallas. Su mano derecha tapaba la herida y con la izquierda se hacia de aquel ornamental de guerra.
El sonido peculiar de la llamada de guerra resonó por todo el palacio, emitía un eco estridente que fue escuchado por los asistentes de aquella fiesta en honor a la grandeza de Asgard. Los hombres comenzaron a rugir uniéndose al llamado de guerra, para ellos era la respuesta y el indicio de que algo iba mal dentro del castillo. Las celebraciones cesaban y una veintena de hombres corría hacia los interiores.
Aquella pequeña fuerza irrumpía en la sala de armas, sus rostros mostraban la sorpresa al encontrar los cuerpos sin vida de Onoki y de Knoll sobre la superficie helada de la habitación. Y fue entonces que avistaron a Drayden severamente herido.
- ¡Guardias, guardias! ¡Ha habido una rebelión! Seisylll, Onoki y Jabranth han asesinado a nuestro líder Knoll! ¡No pude hacer nada por él, vayan y encuentrenlos, no dejen escapar a esos traidores que han cometido un acto imperdonable para este reino! - Sus palabras salían veloces mientras pensaba en otro pequeño obstáculo cerca y al cual podía inculparlo sin levantar la menor sospecha. - Pero no han actuado solos. Ellos han sido mandados por Squalo para usurpar el poder del gran Knoll, salgan y traiganlos a todos, vivos o muertos da igual. No deben escapar a la justicia de Asgard...
Uno que otro soldado parecía dudar, pero entendían que el tiempo era perentorio y para un guerrero distinguido y que había colaborado enormemente al progreso de Asgard sus palabras parecían llenas de lógica y difíciles de refutar. Todos salían a la caza de los ahora proscritos hijos de Asgard, las movilizaciones comenzaban mientras Drayden en la soledad comenzaba a disfrutar de toda esa obra teatral. - Aghhh... aghhh... ah... ha... ha... hahahahaha. - Su carcajada sonaba contenida y para esos momentos entendía que de ahora en adelante era su turno de gobernar.
El misterio comenzaba a ser desvelado ante las primeras palabras de Seisyll, sin embargo, saliendo abruptamente de su trance Knoll tomaba la palabra con su voz serena y autoritaria que lo hacía por mucho ser el líder de esa región congelada. Nuevas y sorprendentes revelaciones salían a la luz en aquel apartado salón con Drayden como único testigo.
Vaya, vaya, ¿pero que tenemos aquí...? - La sonrisa mordaz que asomaba en los labios de Drayden contrastaba con las expresiones de sorpresa de Seisyll. En su cara, se mostraba la evidente decepción de una persona que estimaba por sobre todas las cosas, Knoll ante sus ojos distaba mucho de aquel amigo y en ocasiones hermano que anteriormente había sido para él. En cambio Drayden evidenciaba que todos esos sucesos comenzaban a interesarle de sobremanera. Esto parece más fortuito de lo que yo me imaginaba. Mjmjmj...
Mientras avanzaba sigilosamente hacia una de las tantas estanterías de las armas, el denominado cerebro de Asgard establecía una distancia prudente, una de donde pudiera corroborar el desenlace de toda aquella inesperada discusión de ideologías. Así que al parecer los hombres con más poder e influencia en el reino se rompen fácilmente por sentimentalismos y percepciones mal concebidas. - De hecho, aquellos motivos mundanos no le interesaban en lo más mínimo a Drayden, la parte principal e importante para esos instantes era el poder sacar el mayor de los provechos de acuerdo a sus intereses que previamente se había formulado dentro de su habitación.
Si tan sólo acabara con los dos en estos momentos sin levantar sospechas... - Pensaba al tiempo que su mano tomaba discretamente una daga afilada. La mantenía sujeta y oculta tras su espalda ideando el momento oportuno para actuar, para poner en marcha su plan. Esto tiene que ser rápido y metódico, esperar el momento indicado, si tan solo fuera uno... - Las acciones llegaron a un punto tan álgido que las ordenes de Knoll eran directas, detener y someter a Seisyll provocaron en Drayden un frenesí en su interior, la oportunidad estaba a su disposición.
Será tan sencillo que ni yo mismo lo hubiera preconcebido... - Al instante en que sus movimientos darían inicio a la pelea contra Seisyll una inesperada visita lo hicieron recular de sus intenciones. Y ahora que demonios... - La figura imponente de Onoki aparecía y en unos instantes parecía someter al denominado traidor de Asgard. Pff y pensar que por un momento yo mismo me vería involucrado en esa pelea, afortunadamente para mi ese mastodonte de Onoki hizo acto de presencia cuando menos se le espera...
Todo aquel espectáculo en verdad le era muy grato a Drayden, sus ojos chispeaban intensamente por el desarrollo de los acontecimientos. Con gran júbilo veía caer a uno de los mas fuertes guerreros del reino a manos de Knoll. En su perspectiva era un obstáculo menos hacia su ambición. Hehehehe, y pensar que estos ilusos se están matando entre ellos cuando no se les pasa por la mente que sólo sirven a mis intereses. Indirectamente pero sirven.
Sin interceder siquiera, Drayden se desplazaba con paso sigiloso como ave de rapiña listo para acabar con el último guerrero en pie. Dosificarse para esos momentos le habría asegurado el triunfo y en un acto sin precedente aquel que era el elegido para llevar a un pueblo devastado a la grandeza caía víctima de su impaciencia. Seisyll demostraba en todo momento ser un guerrero en todos los aspectos. Mientras tensaba su puño en el mango de la daba que ocultaba, Drayden calculaba la mejor manera de acertar una estocada directa a la yugular, pero las palabras de su víctima le hicieron recapacitar.
Hmmm... notificarle al pueblo que has sido tu Seisyll el que le dio muerte al soberano de esta región se efectuará como lo deseas pero con sus respectivas modificaciones para que pueda sacar provecho de todo esto... - La idea ahora de encontrar un chivo expiatorio le caía del cielo, todos esos eventos personales para aquellos guerreros le estaban beneficiando enormemente a Drayden.
Imaginar que todo esto encaja a la perfección. Seisyll has sido más útil de lo que podrías llegar a imaginar. - Se encontraba solo, en la escena del crimen mirando abstraído los cuerpos inertes de Onoki y de Knoll, perdido mientras su mente trazaba un plan para justificar y transformar la verdad que sólo él mantendría en secreto. Tus sueños de grandeza terminan ahora para darle paso a la edificación de mis ideales, para dar paso a una nueva era... ¿Y ahora qué?
Unos pasos apresurados y una voz alarmada le sacaban de su sueño, Jabranth uno de los asistentes a la fiesta y que había protagonizado una singular pelea le cuestionaba acerca de los sucesos ocurridos en el gran salón. Sin inmutarse Drayden le miraba airado de reojo sin pronunciar ni una palabra, le vigilaba atentamente. Sin recibir respuesta del único testigo de la sala de armas, Jabranth se apresuraba a tomar la primera arma a su disposición y sin perder más tiempo salía hacia una dirección que por el momento no le importaba en lo más mínimo al ser que ahora veía una clara oportunidad para encontrar una bifurcación a su plan.
Lo único que lamento es tener que hacer esto. - Usando la daga en su posesión él calculaba el lugar exacto para encajarselo en su propio cuerpo. Entendía que si llegaban los soldados podrían sospechar ligeramente de él. ¡Ugh! - Una mancha sanguinolenta comenzaba a brotar de su costado derecho a la altura del estomago. El dolor era lo de menos, para él, aprovecharse de la situación era lo único que ocupaba su mente. Avanzaba rápidamente hacia donde colgaba el cuerno de guerra que se usaba para las batallas. Su mano derecha tapaba la herida y con la izquierda se hacia de aquel ornamental de guerra.
El sonido peculiar de la llamada de guerra resonó por todo el palacio, emitía un eco estridente que fue escuchado por los asistentes de aquella fiesta en honor a la grandeza de Asgard. Los hombres comenzaron a rugir uniéndose al llamado de guerra, para ellos era la respuesta y el indicio de que algo iba mal dentro del castillo. Las celebraciones cesaban y una veintena de hombres corría hacia los interiores.
Aquella pequeña fuerza irrumpía en la sala de armas, sus rostros mostraban la sorpresa al encontrar los cuerpos sin vida de Onoki y de Knoll sobre la superficie helada de la habitación. Y fue entonces que avistaron a Drayden severamente herido.
- ¡Guardias, guardias! ¡Ha habido una rebelión! Seisylll, Onoki y Jabranth han asesinado a nuestro líder Knoll! ¡No pude hacer nada por él, vayan y encuentrenlos, no dejen escapar a esos traidores que han cometido un acto imperdonable para este reino! - Sus palabras salían veloces mientras pensaba en otro pequeño obstáculo cerca y al cual podía inculparlo sin levantar la menor sospecha. - Pero no han actuado solos. Ellos han sido mandados por Squalo para usurpar el poder del gran Knoll, salgan y traiganlos a todos, vivos o muertos da igual. No deben escapar a la justicia de Asgard...
Uno que otro soldado parecía dudar, pero entendían que el tiempo era perentorio y para un guerrero distinguido y que había colaborado enormemente al progreso de Asgard sus palabras parecían llenas de lógica y difíciles de refutar. Todos salían a la caza de los ahora proscritos hijos de Asgard, las movilizaciones comenzaban mientras Drayden en la soledad comenzaba a disfrutar de toda esa obra teatral. - Aghhh... aghhh... ah... ha... ha... hahahahaha. - Su carcajada sonaba contenida y para esos momentos entendía que de ahora en adelante era su turno de gobernar.
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