Un tonto en la fuente

Unos largos, extremadamente largos cabellos rubios se empapaban en una fuente. El dueño de esa cabellera dorada no parecía sentir que su cabeza pesaba un poco más por la humedad que contenían sus cabellos. Casi parecía que lo hacia todo apropósito, pues él miraba fijamente el lugar donde terminaba su extensa melena. Sus ojos revelaban un brillo, la luz del sol reflejada en el espejo del agua proporcionaba ese resplandor especial. Titilando, pequeños destellos que bailaban en el interior de los orbes azulinos del joven.

Estaba completamente absorto, con la cabeza mirando en una dirección distinta a la que su cuerpo apuntaba. El cuello le dolía bastante, un hormigueo extraño recorría esa área, pero al chico eso no parecía importarle y ni se molestaba en ponerle remedio. Aunque un lobo le estuviera arrancando el brazo, deleitándose con su tierna carne y el insoportable dolor lo invadiera, él no haría nada por ponerle fin a su pesar, ocurría exactamente lo mismo en ese caso, no importaba si su cuello se partía en dos, él seguiría así, terco y en su postura de piedra.

El cacareo de unas gallinas lo estremeció, sus cantos mañaneros siempre acababan por asustarlo. Las aves se metieron entre sus piernas, acariciando su piel con el plumaje blanco que poseían bien distribuido por sus pequeños cuerpos. Él se encontraba sentado en el borde de la fuente, con la mitad de su cabello bajo el agua y con unas gallinas usando sus piernas como casita.

-¡Oh, ahí estás!- una voz masculina se hizo conocer en todo el lugar, pero el joven de cabello rubio ni siquiera se inmutó un poco ante tal exclamación, que hubiera hecho entrar en pánico a cualquier otra persona, pero no a él. Un muchacho de cabello rubio, algo más oscuro y corto que el del que se encontraba refrescándose en la fuente era el responsable de ponerle fin a la tranquilidad en el ambiente.

-¡Maldito! Me tenias muy preocupado. ¡No vuelvas a hacerme algo así! Ya estoy harto, si fuera por mi ya te hubiese matado hace tiempo, pero nuestros padres me lo prohíben.- exclamó, mientras tomaba el delgado brazo de Elthaz. El chico parecía iracundo, no le faltaba mucho para estallar, el otro joven había agotado hasta la última gota de su escasa paciencia.

A Elthaz no parecía disgustarle en lo más mínimo que su hermano lo jaloneará por todo el mercado. -K-Klaus.- musitó entre dientes el nombre de su hermano. Era muy cierto, la inteligencia de Elthaz estaba muy por debajo de lo normal, pero podía recordar a la perfección el nombre de los más allegados a él, sus rostros y algunos otros detalles sin importancia.

-Mantén tu boca cerrada. Ya no quiero saber nada de ti hasta que lleguemos a casa.- sentenció. La expresión en el rostro de Elthaz era la misma, no variaba en nada, el mismo rostro carente de cualquier emoción humana. El único movimiento que se había logrado presenciar en horas por parte de Elthaz era el de sus labios al pronunciar el nombre de su hermano mayor.

Había salido ya del hospedaje y Michiru nuevamente con un vestido corto que no dejaba mucho a la imaginación ya se encontraba un poco escotado se encontraba caminando tranquilamente por las calles que se encontraban a un costado del hospedaje los hombres y mujeres no perdían detalle ya que la miraban en cuanto ella pasaba, quizás se daba mucho a notar pensó que tal vez por no ser de Roma, pero realmente era gracias a su escote, Prosiguió su camino hasta llegar a una fuente Michiru corrió hacia ella, la fuente se encontraba funcionando ya que estaba emanando agua, la chica mostrándose curiosa asomo la cabeza en la parte donde el agua era depositada mirando como se reflejaba en aquella agua tan limpia, Michiru observo que la fuente contenía algunas Monedas - Probablemente es una fuente de los deseos - Musito la joven - Muy bien veamos- Michiru empezó a buscar alguna moneda dentro de su bolso, tomo una la colocó en sus dedos y la lanzo pidiendo un deseo con los ojos cerrados - Solo esperemos que se cumpla- Musito la chica con una sonrisa - Donde podré encontrar un lugar donde vendan buena comida, me muero de hambre- Michiru se sentó ala orilla de la fuente , observando su reflejo sobre el agua y se dispuso a marcharse