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Flota expedicionaria
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Flota expedicionaria
- ¡Muevanse malditos abortos de perra! ¡Aseguren bien los pertrechos a esta galera! Tiene que estar acondicionada para las visitas importantes. Aquel que lo mire holgazanear será amarrado de sus extremidades a cuatro briosos caballos para ser descuartizado. ¡Malditos esclavos, debieron exterminarlos al momento de ser conquistados! ¡No tenemos todo el tiempo! Muevan sus miserables humanidades de mierda.
Aquel centurión vociferaba al nutrido grupo de esclavos que con grandes esfuerzos cargaban sobre sus espaldas los suministros necesarios para un viaje hacia la nación de Egipto. Entre gritos e insultos ese miembro de la decimotercera lograba incentivar de esa forma que las cosas se hicieran de manera diligente. Noah se lo había ordenado y lo conocía bien, veterano de muchas batallas, hábil con la espada así como para manejar a las centurias en el más hostil de los ambientes, ahí donde la sangre y las mutilaciones estaban siempre presentes.
No por nada su rostro evidenciaba cruentas cicatrices que para él eran motivo de orgullo y una vida dedicada al servicio de la patria. Por tal razón estaba empecinado en acatar las ordenes de su general, aquel que estaba desde algún tiempo en la pequeña cámara de oficiales. Noah que había salido del Castrum ahora dejaba encargado a Sertorius la supervisión de los preparativos preliminares. En ese momento él estaba escribiendo sobre papiros reglamentarios ciertas ordenes a sus oficiales y tribunos.
Muchos mensajeros entraban y salían de la galera evitando en lo posible las hileras de esclavos que subían a bordo entre equipamiento y provisiones lo requerido para el viaje hacia Egipto. Ultimado los detalles importantes por fin salía de su encierro para pasearse por la cubierta de la galera supervisando con los oficiales de marina las medidas pertinentes. La nave que enarbolaba un águila imperial en su vela se balanceaba lentamente por las olas del mar. Las hileras de remos a cada costado permanecían inmóviles como pequeñas extensiones de la misma nave que dormían ante el arrullador sonido de las olas chocando con la quilla de la embarcación bélica.
Una centuria a paso veloz se aproximaba hacia el muelle, llevaban la insignia Draco al frente y a un lado de la agrupación, misma que había sido llevada a muchos campos de batalla, solo que ahora era trasladada hacia un lugar que sería todo menos un escenario de guerra. - Sertorius recuerda que esta es la galera insignia y debe estar lista a la brevedad. Las otras llevarán solo lo necesario, lo que se requiera por si nos encontramos ante flotas cartagineses o esas malditas lacras que hacen de la piratería un negocio redondo. Comprendo que sabes motivar a los esclavos, por eso te lo dejo en tus manos.
Sertorius se mostró serio saludando a Noah mientras lo miraba alejarse de la galera insignia hacia la siguiente que en esos momentos estaba subiendo a bordo una congregación de esclavos que serían los encargados de manejar los remos. Si Diva había pensado en disponer de los recursos limitados de Roma para esta nueva misión dejaba ahora en claro que no se permitiría una segunda derrota por parte de la soberana de Egipto. Noah por otra parte tenía otros asuntos pendientes, habló ligeramente con otro oficial de la marina y se retiró hacia donde un legionario esperaba con un caballo. Sin perder más el tiempo el general de la legión Draco montaba y salía del lugar para ir en busca de aquel que consideraba podría serle de utilidad en aquellas tierras alejadas.
Aquel centurión vociferaba al nutrido grupo de esclavos que con grandes esfuerzos cargaban sobre sus espaldas los suministros necesarios para un viaje hacia la nación de Egipto. Entre gritos e insultos ese miembro de la decimotercera lograba incentivar de esa forma que las cosas se hicieran de manera diligente. Noah se lo había ordenado y lo conocía bien, veterano de muchas batallas, hábil con la espada así como para manejar a las centurias en el más hostil de los ambientes, ahí donde la sangre y las mutilaciones estaban siempre presentes.
No por nada su rostro evidenciaba cruentas cicatrices que para él eran motivo de orgullo y una vida dedicada al servicio de la patria. Por tal razón estaba empecinado en acatar las ordenes de su general, aquel que estaba desde algún tiempo en la pequeña cámara de oficiales. Noah que había salido del Castrum ahora dejaba encargado a Sertorius la supervisión de los preparativos preliminares. En ese momento él estaba escribiendo sobre papiros reglamentarios ciertas ordenes a sus oficiales y tribunos.
Muchos mensajeros entraban y salían de la galera evitando en lo posible las hileras de esclavos que subían a bordo entre equipamiento y provisiones lo requerido para el viaje hacia Egipto. Ultimado los detalles importantes por fin salía de su encierro para pasearse por la cubierta de la galera supervisando con los oficiales de marina las medidas pertinentes. La nave que enarbolaba un águila imperial en su vela se balanceaba lentamente por las olas del mar. Las hileras de remos a cada costado permanecían inmóviles como pequeñas extensiones de la misma nave que dormían ante el arrullador sonido de las olas chocando con la quilla de la embarcación bélica.
Una centuria a paso veloz se aproximaba hacia el muelle, llevaban la insignia Draco al frente y a un lado de la agrupación, misma que había sido llevada a muchos campos de batalla, solo que ahora era trasladada hacia un lugar que sería todo menos un escenario de guerra. - Sertorius recuerda que esta es la galera insignia y debe estar lista a la brevedad. Las otras llevarán solo lo necesario, lo que se requiera por si nos encontramos ante flotas cartagineses o esas malditas lacras que hacen de la piratería un negocio redondo. Comprendo que sabes motivar a los esclavos, por eso te lo dejo en tus manos.
Sertorius se mostró serio saludando a Noah mientras lo miraba alejarse de la galera insignia hacia la siguiente que en esos momentos estaba subiendo a bordo una congregación de esclavos que serían los encargados de manejar los remos. Si Diva había pensado en disponer de los recursos limitados de Roma para esta nueva misión dejaba ahora en claro que no se permitiría una segunda derrota por parte de la soberana de Egipto. Noah por otra parte tenía otros asuntos pendientes, habló ligeramente con otro oficial de la marina y se retiró hacia donde un legionario esperaba con un caballo. Sin perder más el tiempo el general de la legión Draco montaba y salía del lugar para ir en busca de aquel que consideraba podría serle de utilidad en aquellas tierras alejadas.
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Re: Flota expedicionaria
De vuelta a sus funciones primarias el general de la pequeña expedición con destino a Egipto había asumido personalmente los preparativos para una pronta partida. No gustaba de que lo tomaran por sorpresa y poco a poco todo estaba quedando en su sitio. Se aseguraba de que los hombres seleccionados fueran los ideales, él mismo había combatido con ellos en un par de ocasiones y se convencía que sólo un pequeño grupo, y no toda la legión sería de más beneficio. Tocaba a Steven reafirmar la ordenanza militar de la mayoría, instruirlos y tenerlos a punto por si se requería una legión lista para entrar en combate.
Por las cualidades que había mostrado Steven en el campo de batalla, sería sin duda ascendido a general de legión. Lo que lo retrasaba, era su desmedidas acciones pero podía confiarse plenamente en sus razonamientos y juicios a la hora de la batalla. Le haría bien por lo tanto, permanecer en la imponente capital del imperio. Noah por otro lado, estaba instruido por la emperatriz de custodiar y garantizar la integridad del futuro consorte de la reina de Egipto, asegurándose de esa forma, una alianza un tanto dudosa.
¿Cuáles serían los verdaderos motivos para unificar dos pueblos distintos con una gran potencia beligerante? ¿Estaría Roma condenada a decaer con esta alianza? El panorama era bastante incierto, los vientos no se presagiaban para nada alentadores. Parecía que una embarcación se aventuraba precipitadamente contra sotavento a la espera de que los dioses guiaran su camino. Noah pensó un poco, tratando de comprender las razones del por qué uno de los romanos más respetados y con una historia impresionante optaba por apoyar aquellas peticiones de una reina que ni siquiera conocían, salvo el antecedente de que era nada menos que la hermana de Diva.
- ¿Algún indicio de los que partirán hacia Egipto Sertorius? - De pie, con los brazos cruzados con la capa y cabellera ondeando al viento Noah pedía un rápido informe de las noticias preliminares a los que le correspondía llevar hacia aquel lejano territorio que conocía por escritos pero no en el plano personal. Sería por lo tanto una nueva tierra que explorar. Era una empresa arriesgada pero confiaba en ellos, los integrantes más veteranos de la decimotercera que permanecían apostados a los costados de las primeras galeras listas. Los centuriones encargados en sus respectivos contingentes dirigían la disciplina, ninguno de ellos quería quedar mal parado ante la mirada de Noah.
- Ninguna comandante, aún no hay noticias de su llegada. - La respuesta de Sartorius le arrancó un gruñido por lo bajini. Aunque no importaba ese hecho aislado, a él le habían ordenado disponer de los recursos necesarios para salir en cuanto se pudiera, y había llevado hasta ese momento las ordenes al pie de la letra. Que los nobles romanos estuvieran ausentes ya no era responsabilidad suya.
- Siempre la misma mierda con todos ellos. Ya vendrán todos esos malnacidos. - Ni siquiera le interesó expresar abiertamente sus pensamientos, se quedó erguido con la misma postura hundiendo el mentón sobre su pecho. Cerrando sus ojos una pequeña sonrisa aparecía revelando sus afilados colmillos, respiraba tranquilo y con una gran soltura comenzaba a silbar una extraña melodía.
Nadie sabía su procedencia, pero era la misma tonada que su madre le tarareaba cuando iban los dos de paseo por las hermosas aguas a bordo de una embarcación lujosa. Previo a la partida comenzaba a recordarla, sus hermosos ojos y su largo cabello cayendo por sobre sus hombros. Ninguna persona que lo conociera hubiera imaginado que Noah en ocasiones evocaba a su madre en esa simple tonada, misma que silbaba antes de entrar en batalla.
Por las cualidades que había mostrado Steven en el campo de batalla, sería sin duda ascendido a general de legión. Lo que lo retrasaba, era su desmedidas acciones pero podía confiarse plenamente en sus razonamientos y juicios a la hora de la batalla. Le haría bien por lo tanto, permanecer en la imponente capital del imperio. Noah por otro lado, estaba instruido por la emperatriz de custodiar y garantizar la integridad del futuro consorte de la reina de Egipto, asegurándose de esa forma, una alianza un tanto dudosa.
¿Cuáles serían los verdaderos motivos para unificar dos pueblos distintos con una gran potencia beligerante? ¿Estaría Roma condenada a decaer con esta alianza? El panorama era bastante incierto, los vientos no se presagiaban para nada alentadores. Parecía que una embarcación se aventuraba precipitadamente contra sotavento a la espera de que los dioses guiaran su camino. Noah pensó un poco, tratando de comprender las razones del por qué uno de los romanos más respetados y con una historia impresionante optaba por apoyar aquellas peticiones de una reina que ni siquiera conocían, salvo el antecedente de que era nada menos que la hermana de Diva.
- ¿Algún indicio de los que partirán hacia Egipto Sertorius? - De pie, con los brazos cruzados con la capa y cabellera ondeando al viento Noah pedía un rápido informe de las noticias preliminares a los que le correspondía llevar hacia aquel lejano territorio que conocía por escritos pero no en el plano personal. Sería por lo tanto una nueva tierra que explorar. Era una empresa arriesgada pero confiaba en ellos, los integrantes más veteranos de la decimotercera que permanecían apostados a los costados de las primeras galeras listas. Los centuriones encargados en sus respectivos contingentes dirigían la disciplina, ninguno de ellos quería quedar mal parado ante la mirada de Noah.
- Ninguna comandante, aún no hay noticias de su llegada. - La respuesta de Sartorius le arrancó un gruñido por lo bajini. Aunque no importaba ese hecho aislado, a él le habían ordenado disponer de los recursos necesarios para salir en cuanto se pudiera, y había llevado hasta ese momento las ordenes al pie de la letra. Que los nobles romanos estuvieran ausentes ya no era responsabilidad suya.
- Siempre la misma mierda con todos ellos. Ya vendrán todos esos malnacidos. - Ni siquiera le interesó expresar abiertamente sus pensamientos, se quedó erguido con la misma postura hundiendo el mentón sobre su pecho. Cerrando sus ojos una pequeña sonrisa aparecía revelando sus afilados colmillos, respiraba tranquilo y con una gran soltura comenzaba a silbar una extraña melodía.
Nadie sabía su procedencia, pero era la misma tonada que su madre le tarareaba cuando iban los dos de paseo por las hermosas aguas a bordo de una embarcación lujosa. Previo a la partida comenzaba a recordarla, sus hermosos ojos y su largo cabello cayendo por sobre sus hombros. Ninguna persona que lo conociera hubiera imaginado que Noah en ocasiones evocaba a su madre en esa simple tonada, misma que silbaba antes de entrar en batalla.
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Re: Flota expedicionaria
El tiempo en aquella parte del imperio romano era el indicado para navegar con todas las embarcaciones disponibles para la extraña expedición a una tierra lejana que había puesto en serio predicamento el futuro de Roma. Noah, el por ahora aún comandante de la decimotercera legión imperial seguía a la espera del personal diplomático que acudiría a solventar las fricciones y la crisis económica que atravesaba la nación.
Su parte por ahora estaba cumplida, la pequeña flota destinada estaba lista para su pronta partida. Los efectivos militares instruidos para asegurar el viaje y los pertrechos y el personal para gobernar las naves dispuestos a una sola orden de su cargo. El almirante de la armada estaba bajo las ordenes inmediatas de Noah, un marino veterano que había combatido en un par de ocasiones con las armadas cartagineses y una flota pirata que hostigaba desde mucho tiempo el comercio naval de la próspera nación.
La base de Miseno había cedido de mala gana una parte de la flota para esta expedición que lo único que entendían era que la comandaría un general de tierra y no un almirante con batallas a cuestas. Pero no objetaron las ordenes, comprendían que venían desde lo más alto y a eso ni como presentar argumentos para retener naves importantes para salvaguardar la hegemonía marítima de un pueblo que destacaba militarmente y que a base de su fuerza armada garantizaba frustrar las invasiones provenientes de ultramar.
Se usarían para esta travesía, embarcaciones de tres hileras de remos a cada costado. Dichas embarcaciones llevaban el nombre de trirremes y eran las más populares para usarlas tanto por su maniobrabilidad como su resistencia. Ideales para formar un cerco y muro defensivo por no decirlo de otra manera, para preservar la integridad de la nave insignia. Lugar donde Noah tendría que estar a bordo y los altos nobles que partirían.
Aquella embarcación era denominada "Cubiculata", provista de secciones que podían funcionar como estancia muy bien acondicionadas para la comodidad y el lujo requerido. Parecía no escatimarse ningún recurso para esta empresa que por mucho comprometía lo dispuesto en una sesión extraordinaria en el senado apenas surgieron la noticias con respecto a la legión perdida a cargo del general Edward.
Sobre las desgatadas maderas del puerto, los pasos de Noah hacían crujir las tablazones demostrando su impaciencia por la demora a la que lo estaban exponiendo. Ajeno a lo que ahora se fraguaba en lo altos cargos políticos a manos de Solomon, él no tenía ni la más mínima idea de que sucedería con la orden de Diva. Se resignó por ahora mientras sus hombres le miraban percatándose de su semblante irritado. Todos conocían como se impacientaba con facilidad por lo que intentaban en lo más mínimo dedicarle más de cinco segundos en su persona.
« Ciega y universal deberá ser tu disposición para acatar las ordenes que se te impongan como un militar dentro de este ejercito. »
Sus pasos se detuvieron al recordar aquellas palabras que en el pasado su padre Valerio le hubiera pronunciado cuando ingresaba a ser legionario. Su incursión había sido desde lo más bajo, como un soldado de línea que rápidamente se hizo de una popularidad en el combate y su mente serena a la hora de tomar decisiones. Aquel consejo que su padre la hubiera dado también fue de mucha ayuda para escalar desde un centurión hasta el cargo de tribuno. Y luego con la repentina muerte de Valerio en una campaña, hacerse cargo de la legión.
Sería entonces esa recomendación la que recordaría por ahora para no perder los estribos y contravenir lo que la emperatriz Diva le había pedido. Se mantendría fiel a su puesto hasta que recibiera nuevas ordenes. Y eso fue lo que aquel sujeto al parecer no comprendió pero no importaba, él se bastaba para realizar la misión que parecía estar ahora ya más lejana de llevarse a cabo. Inspiró lentamente el aire marino para después encaminarse a la rampa que daba acceso a la nave principal. Se internaba de nuevo en su cuarto designado de donde comenzaría a realizar algunas actividades para pasar por lo menos el tiempo.
Su parte por ahora estaba cumplida, la pequeña flota destinada estaba lista para su pronta partida. Los efectivos militares instruidos para asegurar el viaje y los pertrechos y el personal para gobernar las naves dispuestos a una sola orden de su cargo. El almirante de la armada estaba bajo las ordenes inmediatas de Noah, un marino veterano que había combatido en un par de ocasiones con las armadas cartagineses y una flota pirata que hostigaba desde mucho tiempo el comercio naval de la próspera nación.
La base de Miseno había cedido de mala gana una parte de la flota para esta expedición que lo único que entendían era que la comandaría un general de tierra y no un almirante con batallas a cuestas. Pero no objetaron las ordenes, comprendían que venían desde lo más alto y a eso ni como presentar argumentos para retener naves importantes para salvaguardar la hegemonía marítima de un pueblo que destacaba militarmente y que a base de su fuerza armada garantizaba frustrar las invasiones provenientes de ultramar.
Se usarían para esta travesía, embarcaciones de tres hileras de remos a cada costado. Dichas embarcaciones llevaban el nombre de trirremes y eran las más populares para usarlas tanto por su maniobrabilidad como su resistencia. Ideales para formar un cerco y muro defensivo por no decirlo de otra manera, para preservar la integridad de la nave insignia. Lugar donde Noah tendría que estar a bordo y los altos nobles que partirían.
Aquella embarcación era denominada "Cubiculata", provista de secciones que podían funcionar como estancia muy bien acondicionadas para la comodidad y el lujo requerido. Parecía no escatimarse ningún recurso para esta empresa que por mucho comprometía lo dispuesto en una sesión extraordinaria en el senado apenas surgieron la noticias con respecto a la legión perdida a cargo del general Edward.
Sobre las desgatadas maderas del puerto, los pasos de Noah hacían crujir las tablazones demostrando su impaciencia por la demora a la que lo estaban exponiendo. Ajeno a lo que ahora se fraguaba en lo altos cargos políticos a manos de Solomon, él no tenía ni la más mínima idea de que sucedería con la orden de Diva. Se resignó por ahora mientras sus hombres le miraban percatándose de su semblante irritado. Todos conocían como se impacientaba con facilidad por lo que intentaban en lo más mínimo dedicarle más de cinco segundos en su persona.
« Ciega y universal deberá ser tu disposición para acatar las ordenes que se te impongan como un militar dentro de este ejercito. »
Sus pasos se detuvieron al recordar aquellas palabras que en el pasado su padre Valerio le hubiera pronunciado cuando ingresaba a ser legionario. Su incursión había sido desde lo más bajo, como un soldado de línea que rápidamente se hizo de una popularidad en el combate y su mente serena a la hora de tomar decisiones. Aquel consejo que su padre la hubiera dado también fue de mucha ayuda para escalar desde un centurión hasta el cargo de tribuno. Y luego con la repentina muerte de Valerio en una campaña, hacerse cargo de la legión.
Sería entonces esa recomendación la que recordaría por ahora para no perder los estribos y contravenir lo que la emperatriz Diva le había pedido. Se mantendría fiel a su puesto hasta que recibiera nuevas ordenes. Y eso fue lo que aquel sujeto al parecer no comprendió pero no importaba, él se bastaba para realizar la misión que parecía estar ahora ya más lejana de llevarse a cabo. Inspiró lentamente el aire marino para después encaminarse a la rampa que daba acceso a la nave principal. Se internaba de nuevo en su cuarto designado de donde comenzaría a realizar algunas actividades para pasar por lo menos el tiempo.
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Re: Flota expedicionaria
- No cabe duda que siempre nos ha de tocar la misma mierda. Estamos metidos hasta el cuello, en lugar de poder regresar a nuestros hogares ahora tenemos que partir hacia una región que según dicen está completamente soleada por las mañanas y helada por las noches. Siempre nosotros, como se ve que les gusta jodernos a la primera centuria. - En aquel pequeño grupo de soldados que miraban cansados las olas chocar con el casco de la nave, era uno el que alzaba la voz por todos. Ciertamente él solía encontrarle el punto malo a las cosas.
- De que te quejas Claudio, al menos podrás presumir a tus nietos si es que sobrevives a esto y si es que logras tenerlos que eres un hombre de mundo. - Lucius, compañero veterano de Claudio le respondía mientras permanecía recargado en el mástil del tirreme en el que se encontraban. Al igual que la mayoría de sus colegas, estaba comenzando a aburrirse de la espera a la que estaban sometidos. Intentaba distraerse al tallar un pedazo de madera con su cuchillo de campaña. Le daba la forma de un unicornio, al menos eso suponía aquella forma entre sus manos.
- Bah, y ahora te quieres parecer a ese imbécil de Batiato con su humor que en nada ayuda. - Bufó en respuesta y al momento el recuerdo de su amigo al hacerle bromas por aquel pequeño incidente en la Sobajera, uno en el cual se quedaba estático y sin habla ante la presencia de una hermosa chica. Sus dos amigos hicieron de él una especie de leyenda entre la primera centuria. Él era el desafortunado de partir con algunas otras centurias hacia una misión que lo único que entendían era que no irían todos. Por ese motivo se había separado de sus entrañables compañeros Batiato y Santino.
- Los gajes del oficio, ya sabes como se manejan ahora la política y la milicia. Seguramente el general Noah estará maldiciendo su suerte como todos nosotros. Lo que es extraño, es que él haya decidido partir con muy pocos efectivos. Si nos viésemos en problemas... - La frase de Lucius no logró terminarla cuando de reojo comprobó la llegada del centurión encargado de la unidad. Aquel oficial era un tanto reservado, hablaba poco con las tropas pero a la hora de comandarlas mostraba grandes aptitudes para el cargo.
Lo miraron pasar de largo no si antes saludar con la venia militar. La mayoría de los oficiales comenzaban a asumir sus funciones, otros tantos imitaban las acciones de su comandante en jefe de recluirse en un lugar apartado y solitario. De momento todos ellos no tenían intenciones de responder preguntas o cerciorarse del estado de los hombres. Estaban contemplando que la salida se retrasaría considerablemente y ante eso sólo les quedaba seguir esperando ordenes.
- De que te quejas Claudio, al menos podrás presumir a tus nietos si es que sobrevives a esto y si es que logras tenerlos que eres un hombre de mundo. - Lucius, compañero veterano de Claudio le respondía mientras permanecía recargado en el mástil del tirreme en el que se encontraban. Al igual que la mayoría de sus colegas, estaba comenzando a aburrirse de la espera a la que estaban sometidos. Intentaba distraerse al tallar un pedazo de madera con su cuchillo de campaña. Le daba la forma de un unicornio, al menos eso suponía aquella forma entre sus manos.
- Bah, y ahora te quieres parecer a ese imbécil de Batiato con su humor que en nada ayuda. - Bufó en respuesta y al momento el recuerdo de su amigo al hacerle bromas por aquel pequeño incidente en la Sobajera, uno en el cual se quedaba estático y sin habla ante la presencia de una hermosa chica. Sus dos amigos hicieron de él una especie de leyenda entre la primera centuria. Él era el desafortunado de partir con algunas otras centurias hacia una misión que lo único que entendían era que no irían todos. Por ese motivo se había separado de sus entrañables compañeros Batiato y Santino.
- Los gajes del oficio, ya sabes como se manejan ahora la política y la milicia. Seguramente el general Noah estará maldiciendo su suerte como todos nosotros. Lo que es extraño, es que él haya decidido partir con muy pocos efectivos. Si nos viésemos en problemas... - La frase de Lucius no logró terminarla cuando de reojo comprobó la llegada del centurión encargado de la unidad. Aquel oficial era un tanto reservado, hablaba poco con las tropas pero a la hora de comandarlas mostraba grandes aptitudes para el cargo.
Lo miraron pasar de largo no si antes saludar con la venia militar. La mayoría de los oficiales comenzaban a asumir sus funciones, otros tantos imitaban las acciones de su comandante en jefe de recluirse en un lugar apartado y solitario. De momento todos ellos no tenían intenciones de responder preguntas o cerciorarse del estado de los hombres. Estaban contemplando que la salida se retrasaría considerablemente y ante eso sólo les quedaba seguir esperando ordenes.
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Re: Flota expedicionaria
Me había ya adelantado del grupo, donde estaba la mayoría de los artículos que iba a llevar como muestra de lo que era Roma, además de otras baratijas que tenía que llevar como equipaje, y lo que además había puesto mi hermana Sophia, me fui acercando con mi caballo hacia las playas, desde varios metros antes, se comenzaba a sentir la brisa de mar que era con un poco de fuerza, movía luego las palmeras y demás arboles que estaban a mi alrededor, el caballo también comenzaba a estrepitarse, pero con un golpe suavecito a lado de su cabeza se tranquilizo, y siguió corriendo llegando por fin hasta donde estaba el muelle.
Enormes barcos se distinguían por todo el lugar, pero al parecer ese no era el lugar donde estaban ya montando al barco, solo barcos pesqueros y de comerciantes que no tenían parecido al que yo iba a zarpar, busque un poco alrededor, un barco a lo lejos se miraba, mientras se distinguía los uniformes de algunos soldados romanos, ese debería ser, me decía para mi, así que suavemente direccione de nuevo al caballo hacia donde estaba el barco, cabalgo un poco, cruzamos casi toda la costa para poder llegar, barcos y personas se admiraban a mi paso, algunos me hacían reverencia, algunos otros no, era algo desconocido para mí que me tuvieran ese respeto, así que aun no me acostumbraba.
El caballo se detuvo cuando observe unos esclavos llenando el barco, con provisiones que algunas ya habían llegado por parte mía, había un general por ahí, no se me hacia conocido, puesto que no tenía yo acercamiento con estos, me baje del caballo, y me acerque hacia él.
Soldado, soy el que irá en este viaje hacia Egipto, el sobrino del emperador, Gelum, creo que solo que suban la demás mercancía por parte mía podremos zarpar, no necesitare de más personal, espero que tenga ya las ordenes giradas por parte del mismo senado de Roma, ademas, veo que ya esten terminando los preparativos para irnos, eso me alegra puesto que asi nos iremos mas rapido.
Enormes barcos se distinguían por todo el lugar, pero al parecer ese no era el lugar donde estaban ya montando al barco, solo barcos pesqueros y de comerciantes que no tenían parecido al que yo iba a zarpar, busque un poco alrededor, un barco a lo lejos se miraba, mientras se distinguía los uniformes de algunos soldados romanos, ese debería ser, me decía para mi, así que suavemente direccione de nuevo al caballo hacia donde estaba el barco, cabalgo un poco, cruzamos casi toda la costa para poder llegar, barcos y personas se admiraban a mi paso, algunos me hacían reverencia, algunos otros no, era algo desconocido para mí que me tuvieran ese respeto, así que aun no me acostumbraba.
El caballo se detuvo cuando observe unos esclavos llenando el barco, con provisiones que algunas ya habían llegado por parte mía, había un general por ahí, no se me hacia conocido, puesto que no tenía yo acercamiento con estos, me baje del caballo, y me acerque hacia él.
Soldado, soy el que irá en este viaje hacia Egipto, el sobrino del emperador, Gelum, creo que solo que suban la demás mercancía por parte mía podremos zarpar, no necesitare de más personal, espero que tenga ya las ordenes giradas por parte del mismo senado de Roma, ademas, veo que ya esten terminando los preparativos para irnos, eso me alegra puesto que asi nos iremos mas rapido.
Gelum- Caballeros Dorados
- Reino : Santuario de Athena
Ataques :
AD - Polvo de Diamantes (1500)AD - Líneas de Muerte (1600)
Defensa :
Pureza Cristalina
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Re: Flota expedicionaria
La guardia seguía apostada en los linderos de la primera galera, aquella que iría en punta. El resto del personal militar apostado en las demás embarcaciones disfrutando por no decir de otra forma el privilegio de ser los elegidos para una empresa que los tenía varados en los atracaderos imperiales que si bien no era la base fortificada de Miseno servía como punto comercial para las naciones aliadas de Roma. ¿Se habría disuelto la orden imperativa de salir hacia el extraño reino de las arenas? ¿Volvería a ver la gran ciudad de Roma? Eran esas dos premisas que Parmenius formulaba en su mente cuando súbitamente una voz juvenil lo despertó de aquel ensimismamiento en el cual estaba sumido hasta esos momentos.
Le entendió al momento y las ordenes que aquel joven le decía. Era un chico demasiado inteligente, al menos eso pensó Parmenius al constatar su mirada. Él por otra parte era un soldado veterano de primera linea en cuyo rostro una gran cicatriz desde su frente y por enmedio de sus cejas dejaba constancia de un guerrero consumado. Se mantuvo atento a las indicaciones del chico y luego de escucharle con suma obediencia procedía a saludarlo con la venia correspondiente para alguien como aquel noble.
- Entiendo señor Gelum, mi nombre es Parmenius y soy el centurión encargado de la unidad correspondiente a la primera galera. En estos momentos hacemos la guardia de rigor pero su embarcación está allá en el centro de donde el general de la expedición aguarda su llegada. Concedame el honor de escoltarlo a la "cubilatea" para salir tan pronto lo disponga. Como bien ha dicho la flota esta acondicionada y lista para salir en estos momentos.
Parmenius se movió hacia un costado ofreciendo el paso de Gelum para conducirlo a la nave principal de donde un grupo de trirremes aseguraría el viaje previniendo posibles percances con alguna flota enemiga. El momento había llegado, Noah ejecutaría la orden de Diva al pie de la letra.
Le entendió al momento y las ordenes que aquel joven le decía. Era un chico demasiado inteligente, al menos eso pensó Parmenius al constatar su mirada. Él por otra parte era un soldado veterano de primera linea en cuyo rostro una gran cicatriz desde su frente y por enmedio de sus cejas dejaba constancia de un guerrero consumado. Se mantuvo atento a las indicaciones del chico y luego de escucharle con suma obediencia procedía a saludarlo con la venia correspondiente para alguien como aquel noble.
- Entiendo señor Gelum, mi nombre es Parmenius y soy el centurión encargado de la unidad correspondiente a la primera galera. En estos momentos hacemos la guardia de rigor pero su embarcación está allá en el centro de donde el general de la expedición aguarda su llegada. Concedame el honor de escoltarlo a la "cubilatea" para salir tan pronto lo disponga. Como bien ha dicho la flota esta acondicionada y lista para salir en estos momentos.
Parmenius se movió hacia un costado ofreciendo el paso de Gelum para conducirlo a la nave principal de donde un grupo de trirremes aseguraría el viaje previniendo posibles percances con alguna flota enemiga. El momento había llegado, Noah ejecutaría la orden de Diva al pie de la letra.
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Re: Flota expedicionaria
Un centurion hacia presencia en el acto despues de que lo salude, ahora ligeramente estaba ya un poco mas seguro de que esta era la embarcacion que me llevaria a Egipto, tome un ligero respiro, deje a mi caballo en posicion de uno de los soldados ue ahi estaba, este lo llevo a las caballerizas del barco, ya estaba todo listo, aunque no conocia muy bien al general que hiba a llevarme, podria ser uno de los mejores, pero mientras no lo conociere no tenia toda mi confianza en el.
Bien parmenius, llevame con el general deseo hablar de cierto termino durante el viaje, pero ademas de poder refinar los ultimos detalles, puesto que el tiempo esta corriendo, y no hemos ni siquiera embarcado, en estos caso ya deberiamos estar en camino a Egipto.
El centurion se puso por delante, mientras que yo lo seguia, pero antes de eso, puse una mano en la empuñadura de mi espada, era yo solo, entre un nido de cuervos, pero aun asi, tendria que confiar en ellos por ahora, pero aun asi la duda de mi posible arribo con exito, me tenia en la cuerda floja, las decisiones que tendria que tomar, entre otras cosas, seguimos a una escalinata que conectaba a la playa con el barco, mis sandalias estaban un poco invadidas por las particulas de arena, pero aun asi no molestaban, comenze a llegar la cubierta, observaba como trabajan los mejores marineros, jalando las cuerdas, tensando velas, las cuerdas de proa, todo un conjunto trabajando juntos.
De pronto mi curiosidad me llevo a mirar la parte interior de una casa de campaña que casi cubria la mitad del barco, entonces vi que Parmenius me guiaba hasta ahi, entonces para mi sorpresa dentro estaba una pequeña mansion, cubierta de telas y demas, pero no habia nadie, o eso crei hasta que de pronto solo vi una sombra.
Buenos dias, soy Gelum, el proximo rey de Egipto, veo que usted esta bien por ahora, pero quisiera ver quien va a dirigir esto, ademas de que quisiera partir ya, el declive o la paz de Roma esta ahora en nuestras manos.
Bien parmenius, llevame con el general deseo hablar de cierto termino durante el viaje, pero ademas de poder refinar los ultimos detalles, puesto que el tiempo esta corriendo, y no hemos ni siquiera embarcado, en estos caso ya deberiamos estar en camino a Egipto.
El centurion se puso por delante, mientras que yo lo seguia, pero antes de eso, puse una mano en la empuñadura de mi espada, era yo solo, entre un nido de cuervos, pero aun asi, tendria que confiar en ellos por ahora, pero aun asi la duda de mi posible arribo con exito, me tenia en la cuerda floja, las decisiones que tendria que tomar, entre otras cosas, seguimos a una escalinata que conectaba a la playa con el barco, mis sandalias estaban un poco invadidas por las particulas de arena, pero aun asi no molestaban, comenze a llegar la cubierta, observaba como trabajan los mejores marineros, jalando las cuerdas, tensando velas, las cuerdas de proa, todo un conjunto trabajando juntos.
De pronto mi curiosidad me llevo a mirar la parte interior de una casa de campaña que casi cubria la mitad del barco, entonces vi que Parmenius me guiaba hasta ahi, entonces para mi sorpresa dentro estaba una pequeña mansion, cubierta de telas y demas, pero no habia nadie, o eso crei hasta que de pronto solo vi una sombra.
Buenos dias, soy Gelum, el proximo rey de Egipto, veo que usted esta bien por ahora, pero quisiera ver quien va a dirigir esto, ademas de que quisiera partir ya, el declive o la paz de Roma esta ahora en nuestras manos.
Of: perdona manipular un poco el sentido de la descripcion, e inlcuso manipular un poco, si deseas puedo eleminar este post y hacer otro.
Gelum- Caballeros Dorados
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Re: Flota expedicionaria
Las horas del día seguían su letárgico recorrido agobiando la ya de por si nula calma de Noah. Se había internado en la embarcación dispuesta para la travesía, él hubiera preferido ir a bordo de alguna nave de batalla pero tenía la encomienda imperial de acompañar al futuro esposo de la reina de Egipto. En su soledad, se hacia ideas de ella, lo único que tenía en cuenta sería la belleza y esto por garantía de su hermana Diva. Si la soberana Selene era hermana de la emperatriz, seguramente sería portadora de una exuberante belleza.
Trataba de darle un rostro similar, de familiarizarse con aquella mujer que podía gobernar a un país tan grande y próspero como aquel que ponía en ascuas la más imponente nación del mundo. Para sus adentros, sentía una extraña fascinación por esa chica, no la conocía, pero bastaba el hecho de que había sometido de forma sutil los planes expansionistas de Roma amoldándolos a los suyos. Una mente tan audaz como la de ella sin duda merecía respeto y en el mundo de Noah, de donde el respeto era simple palabra endeble ya era mucho decir.
Sus ojos se despabilaron emitiendo un brillo de curiosidad cuando unas pisadas resonaron en su dirección. Había dado instrucciones a los centuriones de que no se le molestase con la salvedad de que fuera un asunto de suma importancia. Las telas de la entrada se removieron revelando la silueta de un chico de cabellos blancos. Las luces tenues de la estancia proyectaban sombras en el rostro de Noah, que con ligera calma apoyaba sus brazos en la mesa en la cual estaba trazando algunas trayectorias y escribiendo reportes de injerencia personal. Juntó las puntas de sus dedos reflexionando sobre las palabras del chico.
- Lo tienes delante de ti. - Fue la respuesta corta y desinteresada por el conocimiento de Gelum de la identidad del encargado de la misión. - General de la decimotercera legión. Sólo eso debe bastar para ti, las presentaciones están de más. Ambos sabemos de que va esto, no es un viaje de paseo, te mandan quizá al matadero para ser el peón de un juego malsano quizá, quien sabe que se tienen entre manos. - Se levantó sereno, se le había olvidado la molestia de la espera, avanzaba taciturno quedando a un lado de su objetivo.
- Sus ordenes serán atendidas al pie de la letra. - Reverenció teatralmente al inclinarse en señal de un respeto fingido, por las comisuras de sus labios asomaron sus colmillos producto de una sonrisa maquiavélica misma que Gelum no pudo haber advertido y si lo hacía para lo que le importaba. Salió de la estancia dejándolo solo. Afuera sus voz estentórea le ordenaba a Parmenius abordar su nave asignada y al poco rato los tambores de la galera comenzaron a resonar armónicos mientras que por la cubierta las pisadas de varios hombres corriendo se lograba escuchar.
Pasado unos minutos Noah regresaba al interior mientras se percibía el ligero balanceo de la nave al emprender el viaje. - Con que el rey de Egipto, pff, cuida tus palabras chico. No sabemos si la reina Selene tenga la misma disposición que reveló en esa misiva en el senado. - Caminó de regreso a su mesa tomando una botella de vino. Sus dientes se prendieron del corcho retirándolo de un simple tirón emitiendo un sonido característico del recipiente al ser destapado. - Relajate chico, no tengo nada en tu contra, al menos no por el momento. Mi deber es llevarte a Egipto, así que borra esa cara larga y disfruta de las comodidades que se te han brindado para este tu viaje.
Alzó la botella hacia Gelum en señal de brindis, tomó un largo trago como si no hubiese probado líquido en mucho tiempo. - Espero que estés en paz con tu alma chiquillo. No sabemos lo que pase en este viaje, quizá tu y yo nunca volvamos a ver el puerto que estamos dejando, no te garantizo lo que la reina de Egipto tenga para ti. - Le miró de arriba a bajo, entendía que era un chico impetuoso pero inocente. Como él lo miraba entendía que probablemente estaba llevando una oveja a la cueva del lobo. - Pero mientras toda esta bola de malnacidos que he seleccionado para el viaje respiren, harán todo lo que esté al alcance de sus posibilidades para mantenerte a salvo.
Trataba de darle un rostro similar, de familiarizarse con aquella mujer que podía gobernar a un país tan grande y próspero como aquel que ponía en ascuas la más imponente nación del mundo. Para sus adentros, sentía una extraña fascinación por esa chica, no la conocía, pero bastaba el hecho de que había sometido de forma sutil los planes expansionistas de Roma amoldándolos a los suyos. Una mente tan audaz como la de ella sin duda merecía respeto y en el mundo de Noah, de donde el respeto era simple palabra endeble ya era mucho decir.
Sus ojos se despabilaron emitiendo un brillo de curiosidad cuando unas pisadas resonaron en su dirección. Había dado instrucciones a los centuriones de que no se le molestase con la salvedad de que fuera un asunto de suma importancia. Las telas de la entrada se removieron revelando la silueta de un chico de cabellos blancos. Las luces tenues de la estancia proyectaban sombras en el rostro de Noah, que con ligera calma apoyaba sus brazos en la mesa en la cual estaba trazando algunas trayectorias y escribiendo reportes de injerencia personal. Juntó las puntas de sus dedos reflexionando sobre las palabras del chico.
- Lo tienes delante de ti. - Fue la respuesta corta y desinteresada por el conocimiento de Gelum de la identidad del encargado de la misión. - General de la decimotercera legión. Sólo eso debe bastar para ti, las presentaciones están de más. Ambos sabemos de que va esto, no es un viaje de paseo, te mandan quizá al matadero para ser el peón de un juego malsano quizá, quien sabe que se tienen entre manos. - Se levantó sereno, se le había olvidado la molestia de la espera, avanzaba taciturno quedando a un lado de su objetivo.
- Sus ordenes serán atendidas al pie de la letra. - Reverenció teatralmente al inclinarse en señal de un respeto fingido, por las comisuras de sus labios asomaron sus colmillos producto de una sonrisa maquiavélica misma que Gelum no pudo haber advertido y si lo hacía para lo que le importaba. Salió de la estancia dejándolo solo. Afuera sus voz estentórea le ordenaba a Parmenius abordar su nave asignada y al poco rato los tambores de la galera comenzaron a resonar armónicos mientras que por la cubierta las pisadas de varios hombres corriendo se lograba escuchar.
Pasado unos minutos Noah regresaba al interior mientras se percibía el ligero balanceo de la nave al emprender el viaje. - Con que el rey de Egipto, pff, cuida tus palabras chico. No sabemos si la reina Selene tenga la misma disposición que reveló en esa misiva en el senado. - Caminó de regreso a su mesa tomando una botella de vino. Sus dientes se prendieron del corcho retirándolo de un simple tirón emitiendo un sonido característico del recipiente al ser destapado. - Relajate chico, no tengo nada en tu contra, al menos no por el momento. Mi deber es llevarte a Egipto, así que borra esa cara larga y disfruta de las comodidades que se te han brindado para este tu viaje.
Alzó la botella hacia Gelum en señal de brindis, tomó un largo trago como si no hubiese probado líquido en mucho tiempo. - Espero que estés en paz con tu alma chiquillo. No sabemos lo que pase en este viaje, quizá tu y yo nunca volvamos a ver el puerto que estamos dejando, no te garantizo lo que la reina de Egipto tenga para ti. - Le miró de arriba a bajo, entendía que era un chico impetuoso pero inocente. Como él lo miraba entendía que probablemente estaba llevando una oveja a la cueva del lobo. - Pero mientras toda esta bola de malnacidos que he seleccionado para el viaje respiren, harán todo lo que esté al alcance de sus posibilidades para mantenerte a salvo.
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Re: Flota expedicionaria
Bien por lo menos conocere a la persona que me llevara a egipto, tienes razon, son palabras enormes para un joven como yo, pero por ahora es lo que sere, Roma lo ha decidido, y puesto que asi fue la decision del senado, creo que tendre que cargar a cuestas todo, pero por ahora no me preocupo lo que diga la Reina Selene, se que ella tendra sus motivos para que no me quiera aceptar pero por ahora le guste o no tendra que aceptarme, puesto que ella pidio la paz a Roma, y aunque estuvieramos perdidos, ella lo hizo, y Rom ahora el responde con mi asignacion... pero bueno no discutamos mas, se que sera un poco dificil este viaje, por eso mismo quisiera que partamos lo mas pronto posible, mis artefactos, intrumentos ropajes, y todo lo demas ya estan ahora en el barco, se transporto todo desde hace rato asi que no veo algun incoveniente para partir, General.
A lo lejos mire una copa de oro formando unas pequeñas serpientes en el borde, la tome, y sin decir nada me acerque a donde estaba bebiendo el general, tome la botella de vino que antes habia tomado el, asi que comenze a servirme el elixir que no habia provado en cierto años, mas a los cuidados de mi hermana Sophia, pero ahora podria explayarme lo que quisiera, y asi lo hice, porque pronto esa copa estaba en la comisura de mis labios, mientras que mi garganta comenzaba a dar pequeños sorbos, terminando la copa.
Bien espero que no te moleste que este aqui, pero no veo donde podre ir, necesito un lugar, como tu mismo lo dijiste, para disfrutar el viaje, puesto que ahora por fin estaremos ya hacia Egipto, asi que con su permiso me sentare aqui, dije mientras tomaba un pequeño sillon, que estaba tallado en una fina madera, talvez seria de cedro, con acabados de oro. Bien y quiero darte las gracias anticipadas, puesto que espero llegar vivo aun a Egipto.
A lo lejos mire una copa de oro formando unas pequeñas serpientes en el borde, la tome, y sin decir nada me acerque a donde estaba bebiendo el general, tome la botella de vino que antes habia tomado el, asi que comenze a servirme el elixir que no habia provado en cierto años, mas a los cuidados de mi hermana Sophia, pero ahora podria explayarme lo que quisiera, y asi lo hice, porque pronto esa copa estaba en la comisura de mis labios, mientras que mi garganta comenzaba a dar pequeños sorbos, terminando la copa.
Bien espero que no te moleste que este aqui, pero no veo donde podre ir, necesito un lugar, como tu mismo lo dijiste, para disfrutar el viaje, puesto que ahora por fin estaremos ya hacia Egipto, asi que con su permiso me sentare aqui, dije mientras tomaba un pequeño sillon, que estaba tallado en una fina madera, talvez seria de cedro, con acabados de oro. Bien y quiero darte las gracias anticipadas, puesto que espero llegar vivo aun a Egipto.
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Re: Flota expedicionaria
- Las primeras impresiones no siempre son las idóneas ¿eh muchacho?
Expresaba en esos momentos Noah por las palabras de Gelum que al parecer no había reparado en el balanceo suave de la embarcación. Su expedición, de donde el hermano menor de Sophía era pieza fundamental llevaba un tiempo considerable en marcha.
- A mi no me molesta lo que hagas para no aburrirte, de hecho me da igual y esto aclarando que este navío está únicamente acondicionado para llevarte hacia tu nuevo destino. Asume tu posición chiquillo, eres el que manda y yo el que atiendo tus directrices, haberme pedido permiso te ha puesto en una posición nada favorable delante de mis ojos. ¿Qué pensarían los egipcios si vieran tanta sutileza con alguno de tus subordinados?
Lanzaba aquella pregunta sardónica sin ninguna confianza de su parte. Le miró sentado en el sillón escuchando sus agradecimientos. Endeble cruzó por su mente, si no se volvía rudo sería una presa fácil de chacales. No lo culpaba, él estaba de seguro demasiado mimado. Le habría hecho falta forjarse como legionario en alguna campaña, eso sin duda, endurecía el alma y fortalecía el cuerpo.
- Tus agradecimientos no son para mi mocoso. Pero se los haré llegar a la persona correspondiente en cuanto regrese a Roma para llevar al General Edward ante la persona que ahora me ha encomendado esta misión.
Por una parte Noah no se sentía cómodo en su encomiendo, tenía una extraña sensación por todo lo que debía aceptar. Era como si una especie de reprimenda le hubiera tocado por los errores de los demás, que más daba ahora le quedaba enfocarse en llevar a puerto seguro la seguridad de aquel chico y con buena fortuna salir bien librado de los caprichos de Diva.
Expresaba en esos momentos Noah por las palabras de Gelum que al parecer no había reparado en el balanceo suave de la embarcación. Su expedición, de donde el hermano menor de Sophía era pieza fundamental llevaba un tiempo considerable en marcha.
- A mi no me molesta lo que hagas para no aburrirte, de hecho me da igual y esto aclarando que este navío está únicamente acondicionado para llevarte hacia tu nuevo destino. Asume tu posición chiquillo, eres el que manda y yo el que atiendo tus directrices, haberme pedido permiso te ha puesto en una posición nada favorable delante de mis ojos. ¿Qué pensarían los egipcios si vieran tanta sutileza con alguno de tus subordinados?
Lanzaba aquella pregunta sardónica sin ninguna confianza de su parte. Le miró sentado en el sillón escuchando sus agradecimientos. Endeble cruzó por su mente, si no se volvía rudo sería una presa fácil de chacales. No lo culpaba, él estaba de seguro demasiado mimado. Le habría hecho falta forjarse como legionario en alguna campaña, eso sin duda, endurecía el alma y fortalecía el cuerpo.
- Tus agradecimientos no son para mi mocoso. Pero se los haré llegar a la persona correspondiente en cuanto regrese a Roma para llevar al General Edward ante la persona que ahora me ha encomendado esta misión.
Por una parte Noah no se sentía cómodo en su encomiendo, tenía una extraña sensación por todo lo que debía aceptar. Era como si una especie de reprimenda le hubiera tocado por los errores de los demás, que más daba ahora le quedaba enfocarse en llevar a puerto seguro la seguridad de aquel chico y con buena fortuna salir bien librado de los caprichos de Diva.
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