[Puerto de Alejandría] Bautizo de la Flota Real de Selene

por Selene Lun Dic 26, 2011 12:41 am

Mientras avanzaba los hombres que se habían formado le habrían paso. Sus sirvientes le protegían del sol portando gigantescos quitasoles de hilo blanco hecho a base de algodón. Todo por proteger la pálida piel de aquella mujeres que a sus ojos era la hija de los dioses y una diosa por derecho propio, heredera del trono Egipcio y madre del futuro señor del sol. Portaba los emblemas reales con adornos de oro, una peluca trenzaba or toda su cabeza que no llegaba si quiera a sus hombros a la usanza de su pueblo. Era una ocasión demasiado gloriosa para realizar algo menor que ello. Mientras avanzaba pudo observar como el pueblo la miraba con ojos recelosos pero al mismo tiempo felices, pues las cosechas abundantes habína hecho de ellos una nación que no temería el hambre ni la ira de los dioses por algun tiempo.

- Diosa Isis... Por favor sígame, quiero presentarle su flota, en especial a la Divina Reina Selene.

Selene lo siguió para inspeccionar desde el puerto la galera más grande de todas. Se veía finamente construida y era más grande que el resto por la sencilla razón de que ella era la encargada de transportarla, por lo cual debía estar con todas las comodidades que un verdadero palacio podría ofrecerle. Era hermosa, desde los ojos de Selene, lejos lo más maravilloso que había observado.

Desde la taríma donde se sentó en la altura, se le sirvió vino cuando un arquitecto naval se presentó a si mismo como el Jefe de construcción.

- Mi diosa... Dejeme presentarle frente a sus ojos a la Divina Reina Selene. Hemos hecho todo lo posible para que lleve su nombre con dignidad y sea imposible de hundir.

- Yo seré la que juzgue eso. - Dijo Selene con los ojos gélidos mirandolo.

- Sus velas son de seda púrpura, es la única nave con dichas velas dignas de usted. Podría cubrir Alejandría con toda la tela que hemos ocupado para ello. - Dijo arrodillandose y tocando el suelo con su cabeza. - Cuenta con 70 bancos para 700 remeros, espacio para 7000 soldados y su tripulación es de 650 hombres hechos de hierro para su seguridad, le llamamos los escorpiones.

- Sigue. - Indicó Selene moviendo su mano. Se sentía interesada de saber que esa nave era incluso más grandiosa que la Galera que su antepasado Tolomeo Filopator había mandado a construir.

- Tiene tanta madera como 70 galeras ordinarias, hemos puesto una gran biblioteca con todos sus favoritos dentro, jardines, estanques, un edicicio de culto para adorar a los dioses, su habitacion esta revestida de piedras preciosas, hay una sala de banquetes y 10 torres para lanzar proyectiles como nos mostró de los dibujos de arquímides.

- Ya veo.

- Mi reina... es esta la Galera que más se ha acercado a la perfección en toda la historia de Egipto. Durará hasta que el sol deje de brillar. Es un barco digno para conquistar el mundo.

- Estoy complacida, buen trabajo. Elije a la mujer que desees de mis esclavas y recompensate con 5 sacos de grano y un cofre de oro.

- Mi diosa es demasiado magnamima.

Selene se puso de pie, bajo la tarima se veía el pueblo Egipcio esperando instrucciones mientras que el resto de los hombres eran soldados listo para luchar. Selene juntó sus manos y se hizo silencio mientras oraba a los dioses para que hubiese buen viento sobre el mar.

- ¡Pueblo Egipcio! - Gritó. - Hijos del sol, de la arena y la luz de la sabiduria. - La aclamaban como a una verdadera diosa, con fervor y amor, como si ella fuese la madre que por tanto tiempo habían buscado. - Hubo una vez un sueño que nuestro liberador, el gran faraón hijo de los dioses, Alejandro el Grande, Alejandro el valiente, Alejandro el Magno nos regaló. Ese sueño era hacer de Egipto la cuna del saber, el punto central del mundo que él conquistaría. Su sueño de unir un mundo, conquistarlo e eliminar lo que nos separaba, todo para nosotros, el pueblo privilegiado. Yo digo que ese sueño esta muerto.

Se hizo un silencio absoluto mientras que todos se miraban los unos a los otros intentando comprender que era lo que quería decir.

- Selene les presenta otro sueño, el sueño de mi padre y el de mis futuros hijos... el sueño del castigo a aquellos que se atrevieron a levantar el hierro y a cubrir las arenas doradas de nuestra madre tierra con sangre. ¡SANGRE POR SANGRE! - Gritó Selene tomando la espada de Alejandro Magno y enterrandola en su mano con fuerza, sacandola de un golpe mostrando a todos la punta de esta cubierta en el carmesí. El clamor fue general temiendo que Selene finalmente se hubiese vuelto loca al no tener marido que la cuidase, pero el silencio volvió. En la espada crecían rosas blancas que devoraban la sangre y se volvían rojas. El pueblo gimió sorprendido dandose cuenta del acto. - ¡Les prometo por mi honor que aquellos que nos intentaron destruir van a morir gritando piedad! ¡Sus cuerpos van a ser clavados para que los cuervos les coman los ojos! ¡Sus intestinos decoraran el fino marmol y la fina arena! ¡Sus hijos serán nuestros esclavos y sus mujeres sus putas!... Pueblo Egipcio, ¡Les entregaré Persia! No hay mortal que pueda herir a la hija de Isis. ¡Miren mi mano! ¡Contemplen el favoritismo del dios de la Muerte con su hija mas fiel! - Y mientras la mostraba, esta herida se cerraban y cicatrizaba frente a sus ojos hasta desaparecer. - Vean mi flota, hijos de Egipto, mis amados hijos, tal vez sean los únicos hijos que Selene, la última de su linaje, conocerá...

Frente a sus ojos, ¡La flota más grande que el mundo haya visto! ¡Y Yo Selene, hija de Isis, Diosa en vida, Reina de alto y bajo Egipto hasta el territorio más allá de las cataratas, bautizo esta flota, la Flota de Hades... con ¡sangre! ¡Yo mismo iré a la batalla y guiaré esta flota a la victoria y volveremos con un triunfo tan grandioso que escribirán canciones e historias por mil años sobre esto!

Atras de la Divina Reina Selene habían barcos más pequeños pero igualmente hermosos que Selene había llamado Princesa Jezzara, Ankrahsemun el Grandioso, Sombra de Cheshire, Lirios del Agua y Rosa Sangrienta. Eran los barcos más grandiosos de su flota y era hora de usarlos.

Sin esperar más se dispuso a abordar la Divina Reina Selene para emprender su viaje de guerra, muerte y conquista en el nombre de Hades y de Egipto, la tierra de sus padres.

por Hang Jue Dic 29, 2011 7:50 pm

Un magnifico discurso. Digno de la reina de Egipto. Una voz que solo se dirigía a Selene comenzó a resonar de entre las sombras proyectadas en el barco, un viento gélido impregnado con un aura de muerte se comenzó a sentir justo en el barco que había sido abordado por la reina y diosa de todo Egipto. No esperaba menos de ti… Era obvio que varios de los que se encontraban cerca se comenzaran a intimidar por esa voz, ya que aunque se pudiera escuchar no podían identificar a la persona que poseía dicha voz.

Me agrada mas que sigas un sueño que tu te auto proclamaste, en lugar de seguir el sueño de otro jajaja. Por ello te acompañare en este viaje, un viaje que marcara para siempre el destino de tus guerreros, un viaje que sellara la destrucción de Persia Varias plumas negras se comenzaron a mezclar justo con el viento. En medio de la proa se comenzó a observar un viento sumamente oscuro que se comenzó a arremolinar creando con ello un pequeño remolido, dentro de este apareció el juez del inframundo llamado Hang, en esta nueva vida.

En cuanto aquel viento se comenzó a apaciguar se comenzó a observar el brillo metálico de una armadura que parecía estar echa de oro negro, un metal tan raro que seguramente jamás se podría encontrar en la superficie terrenal, un metal que solamente se podría encontrar en las profundidades del infierno. Aquella armadura parecía oscurecer los dorados rayos del sol para convertirlos en un oscuro destello. Poco a poco se comenzó a disipar la oscuridad que rodeaba el cuerpo del juez. Una gran sombra se proyectaba sobre el suelo de madera, tan grande como lo permitiera la luz del sol. Hola de nuevo. Selene…

El juez se intentaba portar lo mas educado que pudiera, así que se inclino un poco en forma de una reverencia. Esto era muy raro en el, pero no tenia de otra con la dama de la ira, ya que estaba consiente de su cambiante estado de animo. Mas aun que había renacido como una reina. Te molestaría…no,¿ me permitirías acompañarte en esta cruzada reina de la rosas? Se quedo en silencio, mientras mostraba una fría sonrisa. Esperaba una respuesta por parte de aquella princesa caprichosa que de alguna forma se había ganado su respeto.

por Selene Dom Ene 01, 2012 1:03 pm

- Ha pasado mucho tiempo desde que te encontré muerto de hambre en El Fayum… mírate ahora. Un hombre hambriento de sangre.

Había un cierto algo nuevo en Hang que le agradaba bastante a Selene. Se podía ver que de pasar a ser un niño debilucho estaba transformándose en un verdadero espectro. Tomó entre sus dedos una de aquellas plumas negras y la pasó por sus labios jugueteando mientras pensaba en que teniendo a ese sujeto ahí, podrían controlar el viento que los llevaría a ella y a su flota a Persia.

Por otro lado, Hang de Garuda era bastante más educado con ella que esa vil basura de Wyvern. Aquello le agradaba, al menos Hang sabía su lugar. Una alianza formada con uno de los jueces del inframundo no estaría mal. Había mucho que hacer y debido a la inutilidad del resto de las damas de los pecados era bastante seguro que lo tendría que hacer ella misma.

- ¿Estás seguro que quieres ir? – Preguntó Selene mientras seguía caminando y atravesaba una cortina traslucida de hilos de seda para entrar a su recamara. – No me gustaría aburrir al gran Juez Garuda.

Selene sabía que en lo que se refería a rangos en el Inframundo, Hang, Noah e incluso Griffon estaban sobre ella. Pero eso no significaba que alguna vez los fuera a respetar o incluso a obedecer. Se había dejado estar por demasiado tiempo mientras que Selene había hecho todo a su alcance para seguir fortaleciendo su cuerpo y alma. Nada la podía desviar de su camino entonces… su destino era la gloria de la victoria.

- Quemaré y saquearé toda Persia. Es probable que aquello llame la atención de ciertos individuos, ya sabes a que me refiero. ¿Crees tener la fuerza para enfrentarlos esta era o eres tan patético como ese niñito que encontré en El Fayum aún?

Selene lo observó con ojos burlones, sonriendo plácidamente. Si Garuda no era lo suficientemente fuerte tal vez en nombre de su señor Hades debería haberlo entrenado y dado algo más, alguna nueva técnica para luchar… pero ella no era niñera de nadie. Si Hang quería volverse más fuerte tendría que hacerlo por su cuenta.

por Hang Dom Ene 01, 2012 9:45 pm

Si así es a pasado ya algún tiempo. Aquellas tediosas palabras no significaban mucho para al juez, pero de alguna forma le causaban gracia cosa que se podía observar en la sonrisa que estaba mostrándole a la reina Selene. Paso su mirada a través de los sirvientes que estaban a su alrededor, eran simples basuras a comparación de la dama de la ira y el juez de inframundo. De hecho incluso entre las tropas del inframundo había muy pocas personas que valían la pena, ya que la mayoría era simple escoria, parásitos que se escondían debajo de la sombra del nuestro señor. Una de las que valían la pena era Selene, aun que hubiera renacido como una princesa arrogante y egoísta.

Al ser un juez, no tenia la necesidad de seguir siguiendo a esa reina, aquellos recuerdo como egipcio ya no significaban nada para el joven. Aunque todas vivencias aun siguieran presentes en su mente ya no importaban. La única razón por la que aun la seguía era porque le divertía su forma de ser, la forma en que sobre pasaba a los demás en todas las maneras. Además no perdía nada el juez con juguetear un momento con el ejercito que ahora poseía Selene, después de todo no había nada que hacer en el inframundo y mientras Hades no le ordenara ninguna tarea no tenia ninguna razón como para estar confinado en la oscuridad de la Antenora.

Por lo menos al estar a su lado en su pequeña travesía no estaría aburrido. Eso era mucho mejor a tener que esta buscando a los otros dos jueces para tener que escuchar sus estupideces, la razón por la cual, los tenía que soportar era por eso, por ser jueces tenía que trabajar con ellos a su lado. Era algo que se podría decir que despreciaba ya que no le agradaban lo suficiente como para tolerarlos más de un día. Las ideas y personalidades de cada uno eran completamente diferentes, Griffon era un obsesionado con las marionetas, alguien a quien le agradaba sentirse mucho mas poderoso que los demás aun que no fuera de estar manera. Wyvern…era demasiado impulsivo para su gusto.

Han se quito el casco para acomodarlo entre su pecho y su brazo. Comenzó a caminar hacia donde se dirigía la tan preciada reina de Egipto, al escuchar su palabras le respondió con una sonrisa ya que era bastante difícil que el matar a simples insectos como lo podrían ser los humanos le aburriera, ´pero al escuchar las ultimas palabras que le dedicaba… jajajaja Que importa si tenemos mas invitados. De esa manera habrá mas diversión, además no te deberías preocupar tanto por mi… El juez desvió su mirada hacia los que parecían ser la guardia real de Selene, aquellos guerreros que aparentemente eran lo mejor que había. Deberías de preocuparte mas por ellos que por mi *señalándolos con un pequeño ademan* ¿Podrán seguir nuestro paso? Pedir que estén a nuestro nivel será algo imposible, pero por lo menos que estén a un nivel en el que puedan sobrevivir.

El joven mostraba una sonrisa en forma de respuesta al comentario de Selene, mientras que el esperaba también algún comentario acerca de sus guerreros. Para el los demás eran simples peones que podría utilizar a su beneficio, pero como no eran soldados del inframundo no tenia idea de lo que podían hacer, por eso mismo no estaría de mas probar su fuerza. Para el aquellos que no llenaran sus expectativas no eran mas que cucarachas que se podían ir a arrastrar a otro lado o si el gustaba podían morir en sus manos. Los soldados que podrían estar bajo su mando no eran mas que chivos expiatorios, por eso mismo tenían que mostrar un rendimiento favorable, amenos claro que desearan morir.

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