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Si vis pacem, para bellum.
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Si vis pacem, para bellum.
- ¿Cómo lo ve General Noah?
Se atrevió el almirante de la flota a cuestionar a Noah que miraba con la mirada vacía las lejanas costas de Egipto. Algunos días habían transcurrido en una marcha forzada. La prontitud había sido imperativa en Gelum y se lo había hecho saber a Noah. Entre los dos la comunicación no era cosa de todos los días, Noah aprovechaba cualquier rato para sumirse en sus escritos dejando de lado la estancia de su protegido. No estaba para amenizar el viaje de nadie, mucho menos de aquel chico que tenía por mérito de nacimiento supremacía en alguien curtido como el general de la decimotercera fuerza militar romana.
- Un panorama al parecer alentador.
Sucinto en su respuesta y con las manos enlazadas a su espalda, Noah respondía parado en la popa del navío a Marcelo, el cual dirigía las naves en caso de combate naval. Los dos, no habían tenido contratiempos para navegar por los mares. Pocos sucesos nada dignos de mencionar en los reportes de Noah, todo había transcurrido con una angustiosa calma, demasiada para una persona como él.
A lo lejos podía avistarse señales de tierra algunas velas a lo largo del litoral. Por la disposición de las formas triangulares y rectangulares se trataba nada más y nada menos que los atracaderos imponentes de Egipto. Desde la costa sin duda los residentes estarían advirtiendo la presencia de velas sobre el horizonte acercándose a su posición. Señal inequívoca que unos sucesos inesperados estaban por desarrollarse...
Se atrevió el almirante de la flota a cuestionar a Noah que miraba con la mirada vacía las lejanas costas de Egipto. Algunos días habían transcurrido en una marcha forzada. La prontitud había sido imperativa en Gelum y se lo había hecho saber a Noah. Entre los dos la comunicación no era cosa de todos los días, Noah aprovechaba cualquier rato para sumirse en sus escritos dejando de lado la estancia de su protegido. No estaba para amenizar el viaje de nadie, mucho menos de aquel chico que tenía por mérito de nacimiento supremacía en alguien curtido como el general de la decimotercera fuerza militar romana.
- Un panorama al parecer alentador.
Sucinto en su respuesta y con las manos enlazadas a su espalda, Noah respondía parado en la popa del navío a Marcelo, el cual dirigía las naves en caso de combate naval. Los dos, no habían tenido contratiempos para navegar por los mares. Pocos sucesos nada dignos de mencionar en los reportes de Noah, todo había transcurrido con una angustiosa calma, demasiada para una persona como él.
A lo lejos podía avistarse señales de tierra algunas velas a lo largo del litoral. Por la disposición de las formas triangulares y rectangulares se trataba nada más y nada menos que los atracaderos imponentes de Egipto. Desde la costa sin duda los residentes estarían advirtiendo la presencia de velas sobre el horizonte acercándose a su posición. Señal inequívoca que unos sucesos inesperados estaban por desarrollarse...
Noah- Status :
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Re: Si vis pacem, para bellum.
Habia ya pasado el tiempo, tras idas y venidas de las mareas mas torrenciales, pequeños remolinos, y demas situaciones que casi ponian en peligro de toda la embarcacion, momentaneamente se veian todas atras como un solo recuerdo de lo que habia pasado, ahora estabamos ya cerca de lo que seria mi futura casa, aunque la mujer que seria mi esposa me menospreciara.
En algunas tardes mientras toda la flota se disponia a descanzar sali de mi pequeño recinto y me ponia levemente a entrenar pequeños trucos con la espada que tenia siempre a mi lado, tirando estocadas, giros, pero aun me faltaba mucho todo lo que hacia era entrenar ahi en la soledad de la tarde, con el sol casi ocultandose tras las nubes, y parecia que se escondia tras el gran mar, que era solo lo que se ponia ver de punto a punto.
Los dias transcurrian, sin nada que hacer, todo casi era repetitivo, comer, tomar una buena copa de vino, un poco de vistas hacia el mar, un baño de esponja casual puesto que el agua dulce escaseaba y el del mar podria quemarme la piel, o tan solo hacerla trizas.
Una mañana tan solo unos riudos de un pequeño alboroto comenzaron a hacerse presente en toda la flota, acaso ya habiamos llegado al destino final, o tan solo era una de las peleas que casi tenian a diario, eso tenia que descubrirlo por mi parte.
Bbbbuuuaaaahhh, callense malditos, dije pero casi no se oyo porque no tenia suficiente fuerza, apenas levantado, tome mi toga, me la puse y sali, viendo a todos que estaban enfrente de la proa, tambien el general, me acerque para ver que tenian enfrente, me sorprendi al ver que a lo lejos se veian pedazos de tierra, que se disponian como pequeñas isletas a esa vista, algunos barcos se veian a lo lejos igual atracados por la playa, ya estabamos cerca de nuestro objetivo.
Bien general Noah, puedo decir con toda confianza que usted a sabido cumplir su palabra me ha traido hasta aqui sano y salvo, le daria las gracias, pero bah, se que usted solo cumple con su deber dictaminado por sus propios ideales...
y sin mas comenze a ver que poco a poco nos hibamos acercando a lo que pronto seria mi segundo hogar, la ciudad de Egipto.
En algunas tardes mientras toda la flota se disponia a descanzar sali de mi pequeño recinto y me ponia levemente a entrenar pequeños trucos con la espada que tenia siempre a mi lado, tirando estocadas, giros, pero aun me faltaba mucho todo lo que hacia era entrenar ahi en la soledad de la tarde, con el sol casi ocultandose tras las nubes, y parecia que se escondia tras el gran mar, que era solo lo que se ponia ver de punto a punto.
Los dias transcurrian, sin nada que hacer, todo casi era repetitivo, comer, tomar una buena copa de vino, un poco de vistas hacia el mar, un baño de esponja casual puesto que el agua dulce escaseaba y el del mar podria quemarme la piel, o tan solo hacerla trizas.
Una mañana tan solo unos riudos de un pequeño alboroto comenzaron a hacerse presente en toda la flota, acaso ya habiamos llegado al destino final, o tan solo era una de las peleas que casi tenian a diario, eso tenia que descubrirlo por mi parte.
Bbbbuuuaaaahhh, callense malditos, dije pero casi no se oyo porque no tenia suficiente fuerza, apenas levantado, tome mi toga, me la puse y sali, viendo a todos que estaban enfrente de la proa, tambien el general, me acerque para ver que tenian enfrente, me sorprendi al ver que a lo lejos se veian pedazos de tierra, que se disponian como pequeñas isletas a esa vista, algunos barcos se veian a lo lejos igual atracados por la playa, ya estabamos cerca de nuestro objetivo.
Bien general Noah, puedo decir con toda confianza que usted a sabido cumplir su palabra me ha traido hasta aqui sano y salvo, le daria las gracias, pero bah, se que usted solo cumple con su deber dictaminado por sus propios ideales...
y sin mas comenze a ver que poco a poco nos hibamos acercando a lo que pronto seria mi segundo hogar, la ciudad de Egipto.
Gelum- Caballeros Dorados
- Reino : Santuario de Athena
Ataques :
AD - Polvo de Diamantes (1500)AD - Líneas de Muerte (1600)
Defensa :
Pureza Cristalina
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Re: Si vis pacem, para bellum.
El chico que tenía por encomienda trasladarlo hacia Egipto parecía cobrar más confianza en si mismo, eso era bueno si de verdad como él había dicho, el futuro de Roma estaba en sus manos. La embarcación había llegado sin ningún contratiempo, de hecho todo parecía relativamente tranquilo, más de la cuenta pero no por eso se debía bajar la guardia. Una parte de su misión estaba cumplida, Gelum se mostraba al parecer complacido de llegar de manera oportuna a los muelles de Alejandría.
Con sobrada confianza se encaminó a cumplir el destino escrito por los senadores mientras Noah permanecía a bordo de la nave. En Roma estuvo encargado de cerciorarse que las cosas estuvieran en orden para una salida oportuna y por ahora él seguía siendo un soldado de Roma en activo. Su estancia no obedecía a un viaje de placer. La invitación para escoltar a Gelum la había declinado, él no tenía contemplado asumir funciones que un pretoriano tenía como imperativa. Él era un general de línea, añoraba ser enviado a un frente de batalla moviendo a las tropas contra el enemigo.
Pero a pesar de la ligera mejoría en el comportamiento de Gelum, él no lograba diferenciar los rangos militares de los cuales se conformaba esa pequeña fuerza armada. El hermano menor de Sophía dispuso de algunos centuriones y un grupo considerable de soldados, Marcelo dejaba la nave, tenía intenciones de conocer el terreno en busca de hostilidad por parte de los egipcios. Las variables eran confusas, había por lo tanto, obrar con suma cautela y poniendo en práctica aquel adagio de divide y vencerás dividía temporalmente la jerarquía militar.
Esta practica no necesariamente era aplicada para el enemigo, si uno podía jactarse de realizar estrategias arriesgadas pero efectivas Noah jugaba en una cuerda floja. Separaba por lo tanto, parte de la ya de por si diezmada legión en caso de eventualidades. Pensaba en un momento, que Gelum estaría haciendo un buen papel como diplomático y sólo quizá esa primera parte de su misión ya estaba solventada al menos por ahora, el tiempo le daría la razón o lo condenaría eternamente por su juicio que él mismo había ejecutado.
Con sobrada confianza se encaminó a cumplir el destino escrito por los senadores mientras Noah permanecía a bordo de la nave. En Roma estuvo encargado de cerciorarse que las cosas estuvieran en orden para una salida oportuna y por ahora él seguía siendo un soldado de Roma en activo. Su estancia no obedecía a un viaje de placer. La invitación para escoltar a Gelum la había declinado, él no tenía contemplado asumir funciones que un pretoriano tenía como imperativa. Él era un general de línea, añoraba ser enviado a un frente de batalla moviendo a las tropas contra el enemigo.
Pero a pesar de la ligera mejoría en el comportamiento de Gelum, él no lograba diferenciar los rangos militares de los cuales se conformaba esa pequeña fuerza armada. El hermano menor de Sophía dispuso de algunos centuriones y un grupo considerable de soldados, Marcelo dejaba la nave, tenía intenciones de conocer el terreno en busca de hostilidad por parte de los egipcios. Las variables eran confusas, había por lo tanto, obrar con suma cautela y poniendo en práctica aquel adagio de divide y vencerás dividía temporalmente la jerarquía militar.
Esta practica no necesariamente era aplicada para el enemigo, si uno podía jactarse de realizar estrategias arriesgadas pero efectivas Noah jugaba en una cuerda floja. Separaba por lo tanto, parte de la ya de por si diezmada legión en caso de eventualidades. Pensaba en un momento, que Gelum estaría haciendo un buen papel como diplomático y sólo quizá esa primera parte de su misión ya estaba solventada al menos por ahora, el tiempo le daría la razón o lo condenaría eternamente por su juicio que él mismo había ejecutado.
Noah- Status :
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Re: Si vis pacem, para bellum.
Fortuna, un trirreme de la vasta flota romana mantenía sobre su cubierta a dos de los más altos rangos militares de la expedición. Noah y Marcelo compartían impresiones acerca del lugar siendo Noah el que tenía un interés creciente por la situación de su unidad. Lo que pasara con los hombres de Marcelo le tenía sin cuidado, él y sus marinos no eran legionarios en el sentido estricto de la palabra y sus métodos en la batalla diferían de los del general de la decimotercera fuerza militar romana.
Era de todos sabidos que entre la infantería y la marina había trechos tan grandes como las mismas personalidades orgullosas de quienes comandaban. En aquella platica Noah advertía en Marcelo una gran fascinación por las costumbres egipcias y las alabanzas por la belleza de Selene eran más que evidenciadas al mirar su rostro y advertir los rasgos de entusiasmo y deseo. "Envidia", es lo que le había comunicado Marcelo al referirse del lugar que en esos momentos ocupaba Gelum para desposarse con una mujer como ella.
Noah puso más interés por los puntos establecidos en la alianza que según los altos diplomáticos pondría fin a una serie de riesgos para Roma si mantenía una guerra prolongada contra esta nación sobresaliente. Nada, nada había mencionado acerca del intercambio de prisioneros, una corriente de frustración comenzaba deslizarse por su piel erizándole los vellos de la nuca en señal fastidio. Por ahora, él y sus hombres de la decimotercera solo se habían desplazado para fungir como meros escoltas.
Hombres adiestrados y calificados para la batalla se habían visto reducidos a salvaguardar la vida de un noble romano. Era lo único que faltaba en su vida como militar, una ironía o afrenta a su vida de batallas. Se controló a pesar del reporte de Marcelo a cerca de la ubicación de sus fuerzas, él lo había conocido de propia voz de un soldado que había acudido en la comitiva inicial al ingreso a la ciudad.
Le gustaba ser visionario y antes de que Marcelo presentará su informe Noah había movilizado uno de sus mejores hombres por lo que aquella confirmación de no ingresar a las residencias reales no le inquietó más. Ya había asimilado todo aquello por lo que ahora no le importó en lo absoluto. Se encontraba maniatado más que nada. Diva le había ordenado actuar según sus apreciaciones, ejercer su criterio de la mejor manera, es decir, le daba el albedrío de su proceder.
- Con que así es la situación de toda esta monserga, que diantres, todo esto luce como lo que pasa en Roma.
Noah comenzó a imaginarse una figura endeble a los deseos de una mujer, el simple hecho de que Diva asumiera las funciones más importantes de su país y no el mismo emperador le asqueaba de verdad. Ahora conocer que la historia se repetiría con la unión entre Gelum y Selene ya era para menospreciar cada vez más su nacionalidad, misma que el sangró y vio morir a su padre para que ahora las cosas se estuvieran tornando una completa aberración.
- Nos moveremos con más cautela, desechemos emplazar la fortificación en estas tierras. ¡Lucanus!
Entre los hombres un hombre con un yelmo coronado con una crin lateral a su cráneo se acercó. El que respondía al nombre de Lucanus era un centurión de la edad del retirado Vatreno. Comandaba la cohorte dos y podía disciplinar a sus hombres con una sola orden. Le tenían como un oficial crudo y despiadado pero no era para menos, en sus años llevaba las mas sangrientas escaramuzas y siempre era uno de los primeros en marchar hacia el enemigo.
- Asegura la disciplina entre los hombres de nuestra escuadra. Evita la interacción con los egipcios y de romperse esta directriz emplea los medios "correctivos" que se necesiten. Los hombres de Marcelo pueden andar a sus anchas pero lo que respecta a los "Draconianos" quedan bajo tu responsabilidad.
Marcelo miró con recelo a su contraparte terrestre, luego suspiró cansado mientras se encaminaba a su dormitorio en la embarcación. Lucanus por su parte no expresaba palabra alguna pero con su mirada aceptaba las ordenes de su general, que si bien era mas joven que él, le había visto luchar con una habilidad sin igual y sangrar al lado de muchos de los legionarios a su mando, eso le generaba un profundo respeto.
- Desembarcaré por ahora a tierra en busca de información, aún quedan cosas pendientes que atender. Te quedas al mando en mi ausencia...
Era de todos sabidos que entre la infantería y la marina había trechos tan grandes como las mismas personalidades orgullosas de quienes comandaban. En aquella platica Noah advertía en Marcelo una gran fascinación por las costumbres egipcias y las alabanzas por la belleza de Selene eran más que evidenciadas al mirar su rostro y advertir los rasgos de entusiasmo y deseo. "Envidia", es lo que le había comunicado Marcelo al referirse del lugar que en esos momentos ocupaba Gelum para desposarse con una mujer como ella.
Noah puso más interés por los puntos establecidos en la alianza que según los altos diplomáticos pondría fin a una serie de riesgos para Roma si mantenía una guerra prolongada contra esta nación sobresaliente. Nada, nada había mencionado acerca del intercambio de prisioneros, una corriente de frustración comenzaba deslizarse por su piel erizándole los vellos de la nuca en señal fastidio. Por ahora, él y sus hombres de la decimotercera solo se habían desplazado para fungir como meros escoltas.
Hombres adiestrados y calificados para la batalla se habían visto reducidos a salvaguardar la vida de un noble romano. Era lo único que faltaba en su vida como militar, una ironía o afrenta a su vida de batallas. Se controló a pesar del reporte de Marcelo a cerca de la ubicación de sus fuerzas, él lo había conocido de propia voz de un soldado que había acudido en la comitiva inicial al ingreso a la ciudad.
Le gustaba ser visionario y antes de que Marcelo presentará su informe Noah había movilizado uno de sus mejores hombres por lo que aquella confirmación de no ingresar a las residencias reales no le inquietó más. Ya había asimilado todo aquello por lo que ahora no le importó en lo absoluto. Se encontraba maniatado más que nada. Diva le había ordenado actuar según sus apreciaciones, ejercer su criterio de la mejor manera, es decir, le daba el albedrío de su proceder.
- Con que así es la situación de toda esta monserga, que diantres, todo esto luce como lo que pasa en Roma.
Noah comenzó a imaginarse una figura endeble a los deseos de una mujer, el simple hecho de que Diva asumiera las funciones más importantes de su país y no el mismo emperador le asqueaba de verdad. Ahora conocer que la historia se repetiría con la unión entre Gelum y Selene ya era para menospreciar cada vez más su nacionalidad, misma que el sangró y vio morir a su padre para que ahora las cosas se estuvieran tornando una completa aberración.
- Nos moveremos con más cautela, desechemos emplazar la fortificación en estas tierras. ¡Lucanus!
Entre los hombres un hombre con un yelmo coronado con una crin lateral a su cráneo se acercó. El que respondía al nombre de Lucanus era un centurión de la edad del retirado Vatreno. Comandaba la cohorte dos y podía disciplinar a sus hombres con una sola orden. Le tenían como un oficial crudo y despiadado pero no era para menos, en sus años llevaba las mas sangrientas escaramuzas y siempre era uno de los primeros en marchar hacia el enemigo.
- Asegura la disciplina entre los hombres de nuestra escuadra. Evita la interacción con los egipcios y de romperse esta directriz emplea los medios "correctivos" que se necesiten. Los hombres de Marcelo pueden andar a sus anchas pero lo que respecta a los "Draconianos" quedan bajo tu responsabilidad.
Marcelo miró con recelo a su contraparte terrestre, luego suspiró cansado mientras se encaminaba a su dormitorio en la embarcación. Lucanus por su parte no expresaba palabra alguna pero con su mirada aceptaba las ordenes de su general, que si bien era mas joven que él, le había visto luchar con una habilidad sin igual y sangrar al lado de muchos de los legionarios a su mando, eso le generaba un profundo respeto.
- Desembarcaré por ahora a tierra en busca de información, aún quedan cosas pendientes que atender. Te quedas al mando en mi ausencia...
Noah- Status :
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Re: Si vis pacem, para bellum.
- ¿De Asgard has dicho?
Habían pasado algunas horas desde la adquisición de aquel sujeto de cabello rojizo y el cual había sido una ayuda invaluable para los propósitos de Noah en Egipto. Juntos habían recorrido las calles atrayendo la mirada de curiosos y más que nada por las preguntas que Noah andaba formulando y Drayden traduciendo para los ciudadanos egipcios. Ahora tenía información valiosa, una en la que tenía por entendido que Edward no había permanecido mucho tiempo prisionero a manos de la reina Selene y su legión había sido diseminada a los cuatro vientos.
La revelación de que incluso dos altos oficiales de la perdida legión de Edward hubiesen escapado del país a bordo de una embarcación mercante le presentaba un gran problema a su misión. Noah, debía llevar preso a los hombres responsables de las penurias del imperio romano por sus patéticos desempeños en la campaña para doblegar a ese reino, mismo que ahora parecía celebrar la unión entre un noble romano y su reina. ¿Celebrarían algo que el estuviese ignorando? ¿Roma perdía con este pacto y muy pocos podían percibir el peligro que se les venía encima?
Las pesquisas le habían provocado un mar de dudas, carecía de lógica todo lo acordado, todo lo peleado, era un torrente que amenazaba con abrumarlo. Noah era un hombre práctico, un sujeto vil que se regocijaba cuando sus espadas eran bañadas con la sangre de sus adversarios y pensar, tan sólo imaginar que en ese territorio estuviera varado en la búsqueda de un fantasma ya lo estaban alterando. Por ahora se mantenía interrogando a Drayden y conocer su nacionalidad fue algo sorpresivo como misterioso.
- Pensaba que esa región sólo existía en las leyendas y que dicho lugar era una invención de los guerreros nórdicos...
Sus palabras fueron bloqueadas por el sonido hueco de la madera del barco. Unas pisadas con cadencia marcial le indicaban que alguien se acercaba a su camarote. Noah trasladó su mirada de Drayden al umbral de la puerta en espera de reconocer de quien pudiera tratarse.
- General, unas embarcaciones imperiales han arribado a los muelles de Alejandría, y entre ellos un emisario militar le ha traído este mensaje.
Parmenius, uno de los centuriones a cargo de Noah se mostraba flemático en su sitio. Era un hombre que podía controlar sus nervios y no mostrar alteración por acontecimientos inoportunos. La llegada de otra fuerza a Egipto por otro lado habían arrancado una mueca de desprecio en el rostro de Noah, pero con todo lo que había tenido que tolerar en esos días era para menos. Noah se reclinó de su asiento hacia adelante para tomar un pergamino de tonalidades amarillas enrollado y sujetado con un listón de terciopelo rojo. Una pequeña costra de cera mostraba el símbolo de las fuerzas militares romanas, el águila imperial sobre laureles.
- Veamos que es lo que ahora quieren esos "genios".
Expresó reclinándose con parsimonia sobre su silla ajeno a la mirada de Parmenius y de Drayden que éste último parecía disfrutar del silencio y sentirse como en casa al cobijo de las sombras. Noah deslizaba el listón del papel para darle paso al desprendimiento de la cera derretida en el mismo. Sus ojos se movían cautelosos, era la misma mirada que aparecía cuando algo daba un giro imprevisto y él mismo trataba de darle un sentido a lo inesperado pero no pudo evitar dibujar una sonrisa de fastidio por todo lo que había descubierto en ese papiro.
- ¿Están locos esos imbéciles o soy yo el que esta en otro mundo...? Adelantate en la cubierta Parmenius, te alcanzaré en un rato.
El centurión golpeo su pecho despidiéndose de Noah que con un solo asentimiento de cabeza le daba por despachado en ese asunto. Sus manos se tensaron presas de una furia contenida arrugando el papiro en sus manos. Dio un leve suspiro, las cosas no podían cambiarse, que más daba de todas formas todo parecía fuera de sitio. Tomó el arrugado papel y lo aproximó a la llama ardiente de una vela. En unos instantes aquel mensaje ardía entre sus manos mientras Noah lo contemplaba con repudio, cansado de lo que ahora significaba ser un romano. Echó los restos llameantes a su copa de vino. Una estela de humo de alzó hacia el techo y el liquido carmesí lanzó una pequeña llamarada de fuego para después dejar como evidencia de aquel papiro un pequeño montículo de cenizas en el interior de la copa.
- Acompañame...
Pronunció mientras salía de la habitación. De entre las sombras un individuo emergió con los brazos cruzados. Su mirada lucía interesada y una sonrisa cínica se dibujó en sus labios, luego salió en la misma dirección de Noah.
Sobre la cubierta, los hombres de la decimotercera miraban hacia la ciudad de Alejandría que en esta ocasión lucía demasiado glamorosa y llena de melodías intoxicantes. Daba la impresión de que una fiesta grande se estaba celebrando a todo lo largo y ancho de la ciudad. Algunos se imaginaban el tipo de festejos que se estaban desarrollando, otros pocos con un riguroso procedimiento examinaban sus armas y equipo para ponerse en marcha, a ellos les tocaba la patrulla nocturna. Parmenius no prestaba atención a las luces de la ciudad, por el contrario, miraba receloso las nuevas embarcaciones romanas en los muelles, se preguntaba quién habría arribado.
- ¡A FORMAR, GENERAL EN CUBIERTA!
El grito estentóreo de Parmenius se alzó por entre el ligero murmullo de los soldados que al escuchar la orden del centurión giraron en redondo formando una hilera de soldados que mantenían sus lanzas con una ligera inclinación de treinta grados. Las hileras se colocaron a estribor y babor respectivamente, incluso los soldados que estaban prestos a salir se integraron a sus compañeros sin vacilar. Noah avanzaba por la cubierta mientras que los legionarios retraían sus lanzas para dejarlas verticalmente en una perfecta sincronía mientras Noah pasaba delante de ellos con un sirviente extraño a sus espaldas.
- Parmenius... has indicaciones al resto de la flota. Ordenes... que una de las embarcaciones rompa formación y acuda a estribor de la Fortuna.
Su oficial repitió las mismas indicaciones a uno de los primeros soldados de la fila. Con una pequeña antorcha, el legionario hacia movimientos con intervalos cuidadosos, eran señales que los militares empleaban basado en un sistema de códigos establecidos por los primeros milicianos romanos.
- General Noah, el Tibur ha respondido...
Habían pasado algunas horas desde la adquisición de aquel sujeto de cabello rojizo y el cual había sido una ayuda invaluable para los propósitos de Noah en Egipto. Juntos habían recorrido las calles atrayendo la mirada de curiosos y más que nada por las preguntas que Noah andaba formulando y Drayden traduciendo para los ciudadanos egipcios. Ahora tenía información valiosa, una en la que tenía por entendido que Edward no había permanecido mucho tiempo prisionero a manos de la reina Selene y su legión había sido diseminada a los cuatro vientos.
La revelación de que incluso dos altos oficiales de la perdida legión de Edward hubiesen escapado del país a bordo de una embarcación mercante le presentaba un gran problema a su misión. Noah, debía llevar preso a los hombres responsables de las penurias del imperio romano por sus patéticos desempeños en la campaña para doblegar a ese reino, mismo que ahora parecía celebrar la unión entre un noble romano y su reina. ¿Celebrarían algo que el estuviese ignorando? ¿Roma perdía con este pacto y muy pocos podían percibir el peligro que se les venía encima?
Las pesquisas le habían provocado un mar de dudas, carecía de lógica todo lo acordado, todo lo peleado, era un torrente que amenazaba con abrumarlo. Noah era un hombre práctico, un sujeto vil que se regocijaba cuando sus espadas eran bañadas con la sangre de sus adversarios y pensar, tan sólo imaginar que en ese territorio estuviera varado en la búsqueda de un fantasma ya lo estaban alterando. Por ahora se mantenía interrogando a Drayden y conocer su nacionalidad fue algo sorpresivo como misterioso.
- Pensaba que esa región sólo existía en las leyendas y que dicho lugar era una invención de los guerreros nórdicos...
Sus palabras fueron bloqueadas por el sonido hueco de la madera del barco. Unas pisadas con cadencia marcial le indicaban que alguien se acercaba a su camarote. Noah trasladó su mirada de Drayden al umbral de la puerta en espera de reconocer de quien pudiera tratarse.
- General, unas embarcaciones imperiales han arribado a los muelles de Alejandría, y entre ellos un emisario militar le ha traído este mensaje.
Parmenius, uno de los centuriones a cargo de Noah se mostraba flemático en su sitio. Era un hombre que podía controlar sus nervios y no mostrar alteración por acontecimientos inoportunos. La llegada de otra fuerza a Egipto por otro lado habían arrancado una mueca de desprecio en el rostro de Noah, pero con todo lo que había tenido que tolerar en esos días era para menos. Noah se reclinó de su asiento hacia adelante para tomar un pergamino de tonalidades amarillas enrollado y sujetado con un listón de terciopelo rojo. Una pequeña costra de cera mostraba el símbolo de las fuerzas militares romanas, el águila imperial sobre laureles.
- Veamos que es lo que ahora quieren esos "genios".
Expresó reclinándose con parsimonia sobre su silla ajeno a la mirada de Parmenius y de Drayden que éste último parecía disfrutar del silencio y sentirse como en casa al cobijo de las sombras. Noah deslizaba el listón del papel para darle paso al desprendimiento de la cera derretida en el mismo. Sus ojos se movían cautelosos, era la misma mirada que aparecía cuando algo daba un giro imprevisto y él mismo trataba de darle un sentido a lo inesperado pero no pudo evitar dibujar una sonrisa de fastidio por todo lo que había descubierto en ese papiro.
- ¿Están locos esos imbéciles o soy yo el que esta en otro mundo...? Adelantate en la cubierta Parmenius, te alcanzaré en un rato.
El centurión golpeo su pecho despidiéndose de Noah que con un solo asentimiento de cabeza le daba por despachado en ese asunto. Sus manos se tensaron presas de una furia contenida arrugando el papiro en sus manos. Dio un leve suspiro, las cosas no podían cambiarse, que más daba de todas formas todo parecía fuera de sitio. Tomó el arrugado papel y lo aproximó a la llama ardiente de una vela. En unos instantes aquel mensaje ardía entre sus manos mientras Noah lo contemplaba con repudio, cansado de lo que ahora significaba ser un romano. Echó los restos llameantes a su copa de vino. Una estela de humo de alzó hacia el techo y el liquido carmesí lanzó una pequeña llamarada de fuego para después dejar como evidencia de aquel papiro un pequeño montículo de cenizas en el interior de la copa.
- Acompañame...
Pronunció mientras salía de la habitación. De entre las sombras un individuo emergió con los brazos cruzados. Su mirada lucía interesada y una sonrisa cínica se dibujó en sus labios, luego salió en la misma dirección de Noah.
Sobre la cubierta, los hombres de la decimotercera miraban hacia la ciudad de Alejandría que en esta ocasión lucía demasiado glamorosa y llena de melodías intoxicantes. Daba la impresión de que una fiesta grande se estaba celebrando a todo lo largo y ancho de la ciudad. Algunos se imaginaban el tipo de festejos que se estaban desarrollando, otros pocos con un riguroso procedimiento examinaban sus armas y equipo para ponerse en marcha, a ellos les tocaba la patrulla nocturna. Parmenius no prestaba atención a las luces de la ciudad, por el contrario, miraba receloso las nuevas embarcaciones romanas en los muelles, se preguntaba quién habría arribado.
- ¡A FORMAR, GENERAL EN CUBIERTA!
El grito estentóreo de Parmenius se alzó por entre el ligero murmullo de los soldados que al escuchar la orden del centurión giraron en redondo formando una hilera de soldados que mantenían sus lanzas con una ligera inclinación de treinta grados. Las hileras se colocaron a estribor y babor respectivamente, incluso los soldados que estaban prestos a salir se integraron a sus compañeros sin vacilar. Noah avanzaba por la cubierta mientras que los legionarios retraían sus lanzas para dejarlas verticalmente en una perfecta sincronía mientras Noah pasaba delante de ellos con un sirviente extraño a sus espaldas.
- Parmenius... has indicaciones al resto de la flota. Ordenes... que una de las embarcaciones rompa formación y acuda a estribor de la Fortuna.
Su oficial repitió las mismas indicaciones a uno de los primeros soldados de la fila. Con una pequeña antorcha, el legionario hacia movimientos con intervalos cuidadosos, eran señales que los militares empleaban basado en un sistema de códigos establecidos por los primeros milicianos romanos.
- General Noah, el Tibur ha respondido...
Noah- Status :
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Re: Si vis pacem, para bellum.
Las estrellas de la bóveda celeste parecían pernoctar a un lado de las embarcaciones, estacionadas como si fuesen las fieles compañeras de aquel mar tranquilo y apacible. Su reflejo parecía tan vivo y tan real que los hombres tanto marinos como soldados de infantería parecían cautivarse por aquel espectáculo sin igual. Apostados como atolones las embarcaciones restantes de la flota destinada en Egipto se mecían a un ritmo lento y pausado por capricho de las olas marinas. Todas aquellas naves se habían quedado rezagadas, varadas por ordenes directas del comandante en jefe de la decimotercera.
El objetivo, era evitar en la medida de lo necesario, fricciones con el pueblo egipcio, todo con el ámbito de evitar un retroceso en las negociaciones de paz. Por supuesto Noah estaba reticente a dicho tratado, pero sus ordenes sólo estipulaban el arribo del noble romano encargado a solventar las peticiones de una realeza egipcia. Acuerdos sobre la mesa mas que nada, deberes que estaban más allá de sus habilidades. Aunque él era un estratega distaba mucho de la diplomacia a la cual detestaba, un hombre como él solo conocía el arte de la guerra y para evitar tantos malentendidos ordenó expresamente cualquier fricción con el pueblo egipcio a pesar de sus preceptos.
Era por eso que aquellos legionarios seleccionados para esa misión, se habían entregado de lleno a sus obligaciones. Cansados, aburridos y altamente agobiados ahora sólo se distraían con aquel hermoso espectáculo producto del efecto óptico proveniente de las estrellas. No tenían nada mejor que hacer más que aguardar pacientemente el llamado de su deber. En el Tibur, las cosas eran una copia exacta de las restantes embarcaciones. Legionarios tirados sobre cubierta dormitaban o trataban de digerir el desagradable guisado de la cena. Uno de tantos, miraba con parcial anhelo la costa, asombrándose de la gran ciudad que levantaba grandes luminosidades hacia el cielo.
Podría tratarse de alguna celebración, algún rito pero lo cierto es que ellos nunca podrían asistir a tales eventos, su deber estaba primero con el imperio, su juramento era sagrado y dejaban de lado sus intereses personales. Ellos eran los draconianos, hombres altamente disciplinados que asaltaban las filas enemigas sin ninguna muestra de duda. Confiaban en su comandante, aquel que siempre encabezaba las lineas de las cohortes y que ellos mismos le habían jurado lealtad en aquellos territorios yermos de Germania.
Si, esos instantes vividos en esas horas no le atañían, pero se recreaba un poco adivinando la naturaleza de tan folclórico colorido de aquella ciudad. Su mirada cautivada prontamente se transformó en una de alerta. Por sobre la línea de navegación y en el atracadero una llama hacía pequeñas señales que pudo comprender. Era un código entre legionarios, propiamente de la unidad y legión a la que pertenecía. Se habían utilizado para la batalla en muchas ocasiones, y siendo él un veterano consumado no fue difícil de comprender.
Romper formación y asistir a estribor de la Fortuna.
Repitió mentalmente aquellas señales mientras su corazón agolpaba los latidos en su pecho. Un extraño frenesí le trepaba en el interior de su cuerpo. No comprendía bien aquellas señales pero era dentro de mucho tiempo ordenes directas a cualquiera de las embarcaciones, pero ¿cuál de ellas estaba obligada a responder? La respuesta le vino enseguida.
- Por todos los malditos dioses, si es que no estoy soñando esa es una señal de la Fortuna y de acuerdo a los rangos y orden de la flota es nuestra embarcación la que le corresponde asumir el control.
Sertorius, centurión encargado de la infantería del Tibur apenas podía creer su suerte. Ya estaba abrumado con tanta pasividad en el mar y verse llamado desde la Fortuna era un golpe de suerte al menos para él y los hombres de su cohorte que ahora eran requeridos desde la costa.
- Legionario, responde hacia la Fortuna. Ordenes recibidas, preparativos para ponernos en marcha establecidas. Tiempo estimado de llegada tres cuartos de hora.
Mientras atendía aquellas ordenes de Serterius, el movimiento de cada uno de los marinos de la Tibur comenzaba su ritmo acelerado entre los gritos de los oficiales. La vela rectangular se desplegaba y un trio de hombres se encaminaba cubierta abajo con el semblante contraído, reflejaban un odio creciente por algo. Aquellos, eran los encargados de "motivar" a los esclavos para ponerse a los remos. Sus látigos caían sobre ellos sin piedad entre maldiciones y ordenes y aquellas acciones inhumanas provocaron que la nave denominada Tibur comenzara a romper la tranquilidad del agua. Aquellas estrellas reflejadas en su superficie eran ahora un recuerdo de todo lo que le esperaba a la poderosa maquinaria bélica romana.
- Tres cuartos de hora... tiempo suficiente para ponernos al día. Asgardiano, al parecer tu suerte mejora poco a poco. Tendrás la oportunidad de recorrer la cuna del imperio Romano.
La voz de Noah fluía sin sentimiento, sin emoción alguna. Estaba acatando las ordenes expresas de sus superiores aunque le incordiaran y la detestara. Perdía su mirada en la lejanía notando como una de las naves de batalla se alejaba de sus hermanas. Se despabiló caminando apresuradamente hacia los interiores de la Fortuna, aún debía dejar algunas indicaciones en lo que la Tibur atracaba y de ese modo asumir el mandato que ahora le ordenaban. Aquellas ordenes le dejaban un amargo sabor de boca, como si algo estuviera mal, una tormenta a punto de desatarse y no tenía más remedio que cerciorarse de que iba todo eso.
El objetivo, era evitar en la medida de lo necesario, fricciones con el pueblo egipcio, todo con el ámbito de evitar un retroceso en las negociaciones de paz. Por supuesto Noah estaba reticente a dicho tratado, pero sus ordenes sólo estipulaban el arribo del noble romano encargado a solventar las peticiones de una realeza egipcia. Acuerdos sobre la mesa mas que nada, deberes que estaban más allá de sus habilidades. Aunque él era un estratega distaba mucho de la diplomacia a la cual detestaba, un hombre como él solo conocía el arte de la guerra y para evitar tantos malentendidos ordenó expresamente cualquier fricción con el pueblo egipcio a pesar de sus preceptos.
Era por eso que aquellos legionarios seleccionados para esa misión, se habían entregado de lleno a sus obligaciones. Cansados, aburridos y altamente agobiados ahora sólo se distraían con aquel hermoso espectáculo producto del efecto óptico proveniente de las estrellas. No tenían nada mejor que hacer más que aguardar pacientemente el llamado de su deber. En el Tibur, las cosas eran una copia exacta de las restantes embarcaciones. Legionarios tirados sobre cubierta dormitaban o trataban de digerir el desagradable guisado de la cena. Uno de tantos, miraba con parcial anhelo la costa, asombrándose de la gran ciudad que levantaba grandes luminosidades hacia el cielo.
Podría tratarse de alguna celebración, algún rito pero lo cierto es que ellos nunca podrían asistir a tales eventos, su deber estaba primero con el imperio, su juramento era sagrado y dejaban de lado sus intereses personales. Ellos eran los draconianos, hombres altamente disciplinados que asaltaban las filas enemigas sin ninguna muestra de duda. Confiaban en su comandante, aquel que siempre encabezaba las lineas de las cohortes y que ellos mismos le habían jurado lealtad en aquellos territorios yermos de Germania.
Si, esos instantes vividos en esas horas no le atañían, pero se recreaba un poco adivinando la naturaleza de tan folclórico colorido de aquella ciudad. Su mirada cautivada prontamente se transformó en una de alerta. Por sobre la línea de navegación y en el atracadero una llama hacía pequeñas señales que pudo comprender. Era un código entre legionarios, propiamente de la unidad y legión a la que pertenecía. Se habían utilizado para la batalla en muchas ocasiones, y siendo él un veterano consumado no fue difícil de comprender.
Romper formación y asistir a estribor de la Fortuna.
Repitió mentalmente aquellas señales mientras su corazón agolpaba los latidos en su pecho. Un extraño frenesí le trepaba en el interior de su cuerpo. No comprendía bien aquellas señales pero era dentro de mucho tiempo ordenes directas a cualquiera de las embarcaciones, pero ¿cuál de ellas estaba obligada a responder? La respuesta le vino enseguida.
- Por todos los malditos dioses, si es que no estoy soñando esa es una señal de la Fortuna y de acuerdo a los rangos y orden de la flota es nuestra embarcación la que le corresponde asumir el control.
Sertorius, centurión encargado de la infantería del Tibur apenas podía creer su suerte. Ya estaba abrumado con tanta pasividad en el mar y verse llamado desde la Fortuna era un golpe de suerte al menos para él y los hombres de su cohorte que ahora eran requeridos desde la costa.
- Legionario, responde hacia la Fortuna. Ordenes recibidas, preparativos para ponernos en marcha establecidas. Tiempo estimado de llegada tres cuartos de hora.
Mientras atendía aquellas ordenes de Serterius, el movimiento de cada uno de los marinos de la Tibur comenzaba su ritmo acelerado entre los gritos de los oficiales. La vela rectangular se desplegaba y un trio de hombres se encaminaba cubierta abajo con el semblante contraído, reflejaban un odio creciente por algo. Aquellos, eran los encargados de "motivar" a los esclavos para ponerse a los remos. Sus látigos caían sobre ellos sin piedad entre maldiciones y ordenes y aquellas acciones inhumanas provocaron que la nave denominada Tibur comenzara a romper la tranquilidad del agua. Aquellas estrellas reflejadas en su superficie eran ahora un recuerdo de todo lo que le esperaba a la poderosa maquinaria bélica romana.
- Tres cuartos de hora... tiempo suficiente para ponernos al día. Asgardiano, al parecer tu suerte mejora poco a poco. Tendrás la oportunidad de recorrer la cuna del imperio Romano.
La voz de Noah fluía sin sentimiento, sin emoción alguna. Estaba acatando las ordenes expresas de sus superiores aunque le incordiaran y la detestara. Perdía su mirada en la lejanía notando como una de las naves de batalla se alejaba de sus hermanas. Se despabiló caminando apresuradamente hacia los interiores de la Fortuna, aún debía dejar algunas indicaciones en lo que la Tibur atracaba y de ese modo asumir el mandato que ahora le ordenaban. Aquellas ordenes le dejaban un amargo sabor de boca, como si algo estuviera mal, una tormenta a punto de desatarse y no tenía más remedio que cerciorarse de que iba todo eso.
Noah- Status :
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Re: Si vis pacem, para bellum.
Mientras seguía la fiesta y Selene no aparecia me fue fácil escabullirme entre los invitados y salir del palacio, el calor era insoportable como siempre se había esperado de aquel reino, me movia atravez de las colindancias del palacio, y a lo lejos podía ver una caballeriza, de la cual al verme sin cuestionarme me dieron un caballo blanco, digno de un rey, me lo ensillaron y ya montado me dispuse a partir hacia los barcos en la playa.
El caballo era rápido, y en varios minutos ya estábamos en la playa, el calor se hacía completamente insoportable, por lo cual, al bajarme del caballo, el guardia a cargo me hizo pasar al camarote de los generales que había dejado al mando Noah, y ahí debería exponer mis nuevos mandatos.
La arena de la playa estaba llenando casi mis zapatos, por lo cual me los quite ya arribado al barco, la carpa de los generales era de lo más fresca aun estando en ese infierno de calor, me presente como tal, el enviado por parte del senado y ahora el que daría las ordenes por mandatos del mismo general, un sirviente me alcanzo una copa de agua, la cual bebí en unos cuantos sorbos, los principales generales estaban ahí, no sabía sus nombres, solo podía señalar, todos estaban a mi vista por lo cual no pude decir mucho.
Señores, he venido aquí para que cumplan unas cuantas ordenes, general, tomare 50 de sus hombres y los llevare al palacio, intuyo que la reina Selene está tramando algo y por lo cual, y por mi propia boda, quisiera que ellos fueran mis resguardo y mis invitados en esa ceremonia por lo cual usted también está invitado.
Usted, general, preparen a los demás hombres, en caso de un posible ataque, o en casi de salir de aquí, que resguarden todos los barcos y las costas donde estén los propios hombres, usted, prepare los barcos, que en cuanto venga estén listos para zarpar, no importa lo que sea esto es una orden inmediata, dije mientras los soldados comenzaban a preparar todo, un corneta daba las órdenes desde su lugar de origen, tocando un poco mientras todos los demás obedecían, era el momento de luchar, y eso iba a hacer, no dejaría que un familiar mas viniera a inmiscuirse en lo que no le importaba.
El caballo era rápido, y en varios minutos ya estábamos en la playa, el calor se hacía completamente insoportable, por lo cual, al bajarme del caballo, el guardia a cargo me hizo pasar al camarote de los generales que había dejado al mando Noah, y ahí debería exponer mis nuevos mandatos.
La arena de la playa estaba llenando casi mis zapatos, por lo cual me los quite ya arribado al barco, la carpa de los generales era de lo más fresca aun estando en ese infierno de calor, me presente como tal, el enviado por parte del senado y ahora el que daría las ordenes por mandatos del mismo general, un sirviente me alcanzo una copa de agua, la cual bebí en unos cuantos sorbos, los principales generales estaban ahí, no sabía sus nombres, solo podía señalar, todos estaban a mi vista por lo cual no pude decir mucho.
Señores, he venido aquí para que cumplan unas cuantas ordenes, general, tomare 50 de sus hombres y los llevare al palacio, intuyo que la reina Selene está tramando algo y por lo cual, y por mi propia boda, quisiera que ellos fueran mis resguardo y mis invitados en esa ceremonia por lo cual usted también está invitado.
Usted, general, preparen a los demás hombres, en caso de un posible ataque, o en casi de salir de aquí, que resguarden todos los barcos y las costas donde estén los propios hombres, usted, prepare los barcos, que en cuanto venga estén listos para zarpar, no importa lo que sea esto es una orden inmediata, dije mientras los soldados comenzaban a preparar todo, un corneta daba las órdenes desde su lugar de origen, tocando un poco mientras todos los demás obedecían, era el momento de luchar, y eso iba a hacer, no dejaría que un familiar mas viniera a inmiscuirse en lo que no le importaba.
Gelum- Caballeros Dorados
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Re: Si vis pacem, para bellum.
Habia salido de la boda ya, sin ninguna corona nada, solo con el caballo que habia usado, y con las carretas de la ropa, llevaba la cabeza baja por lo cual todas las personas veian y alguna que otra se reia, habia sido un fracaso completo en Egipto por ello no habia mas que arreglar ahi, la caravana se comenzaba a perder entre las arenas de la playa, la gente comenzaba a gritar, solo era un barco el que tomaria, aquel que me habia traido a este infierno de Arena y sol, era mas para un guerrero, pero por ahora solo seria un niño que no supo apreciar para nada aquellos momentos de enseñanza, cuando mi hermano me pedia entrenar la espada, solo me perdia entre mis libros, o entre las manos de Sophia, ese era mi sentir ahora, no habia motivo de volver marcha atras, solo comenzaria desde el principio, seria una tactica mas, pero ahora llevada a mucha mas profundidad, y esperaba que ahora fuera certero.
Me baje del caballo, mientras llegabamos al barco, los mozos comenzaron a subir cada una de mis pertenencias al barco, los soldados miraban, y se reian para sus adentros, no importaba ahora solo queria estar solo, solo perderme entre los libros que estaban entre la mesa del camarote, todo lucia normal, ahora podia sentirme en casa, en lo que siempre estaba acostumbrado, en la mesa, habia una pequeña pluma y un tintero, unas hojas se movian con el aire, mientras se oian gritos desde afuera, manipulando todo.
Bien veamos si estas ratas dejaron un poco de vino, dije para luego tomar las hojas de papiro y escribir...
Me baje del caballo, mientras llegabamos al barco, los mozos comenzaron a subir cada una de mis pertenencias al barco, los soldados miraban, y se reian para sus adentros, no importaba ahora solo queria estar solo, solo perderme entre los libros que estaban entre la mesa del camarote, todo lucia normal, ahora podia sentirme en casa, en lo que siempre estaba acostumbrado, en la mesa, habia una pequeña pluma y un tintero, unas hojas se movian con el aire, mientras se oian gritos desde afuera, manipulando todo.
Bien veamos si estas ratas dejaron un poco de vino, dije para luego tomar las hojas de papiro y escribir...
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