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El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
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Illidan
Astrid
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El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
El tormento de esas imágenes me debilitaban mucho más que en el estado en el que me encontraba aún de pie, buscando cualquier objeto donde apoyarme unos cuantos segundos para proseguir. Traspasando el umbral miraba con curiosidad para distraer los mismos latidos de mi corazón, cambiando de ritmo una y otra vez hasta que topándome en esa enorme puerta, empujándola esta caía produciendo un feroz eco que resonaba por toda la torre, algo tambaleante ingresaba admirando una placa sobre aquella habitación, apenas y comprendía el significado de esas palabras pues el paso de tiempo se había encargado de degradar dichas nomenclaturas. Una fuerte energía golpeo contra mi cuerpo haciéndome retroceder, el viento se escuchaba como en un terrible lamento haciendo que mi rodilla cayera al suelo apoyándome, tragaba saliva pues podía sentir como el mareo se apoderaba impidiéndome colocarme de pie.
Apretando los ojos y movida por ese “orgullo” en mi interior me colocaba de pie encendiendo mi propio cosmos ya que esa resonancia me llamaba, paseándome por los lugares buscaba identificar el lugar de donde provenía esa sensación… algo como nostalgia… era más que eso.
Aquí estoy..
Murmuraba para girar directamente en uno de los pasillos para verme de repente en un gran salón, las columnas se levantaban a los lados proyectando varios cristales que parecían proteger a una persona en su interior. - Tú..
Astrid…
Me desvanecía justo en la silueta de lo que parecía ser una mujer “alada”, el espejo que sostenía en su mano derecha resplandeció una vez más, pero debido a las condiciones en las que me encontraba era probable que jamás lograra continuar con mi destino tal como esas mujeres me habían indicado, la llama intermitente de mi alma solo logro avisar a los más cercanos que mi poder estaba a punto de desvanescerse.
Astrid- Dama del Pecado
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Sombra del corazón herido
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Traer tanto camino a cuestas a un humano como Arthas, debía de ser cansador para cualquier persona, pero no para un dios. Esa era apenas una carga menor para Thanathos, quien se abrió paso por todo Egipto y llego hasta Grecia a una gran velocidad, con su hermano atrapado en esa cárcel de músculos y piel que se hacia llamar a si mismo, Arthas. El oscuro personaje llego hasta donde quería, las ruinas de lo que una vez sirvió como base del inframundo, la tierra seca revelaba ese pasado y aun se podía respirar el aroma a muerte y desolación.
-Bien… Aquí estamos…
Dijo mientras que tiro el cuerpo del patético humano al suelo, haciendo un estruendoso sonido al caer, sentía la energía de la espada muy cerca, demasiado cerca. Pero tendría que buscarla mucho para poder dar con ella. Seguía sintiendo esa enorme energía proveniente de dentro de esa especie de recamara, jamás había pisado ese suelo anteriormente, el lugar de Thanathos siempre fue en los campos Eliseo y por primera vez, el dios tenia que manchar sus pies pisando la asquerosa tierra mortal para complacer a su dios, lo cual no discutía.
Entre un montón de murallas, escaleras e incluso una especie de monumento, se hallaba la dichosa espada enterrada en el suelo, Thanathos sonrío mientras que estiro su mano para tomarla, ya la tenia, ya podía sentir que era suya. Cuando la enfundo en su poderosa mano se sentía el dios más poderoso de todos, pero sabia muy bien que la tentación de quedarse con esa espada debería de terminar, después de todo, era simplemente una obsesión provocada por el mismo poder de la espada.
Volvió afuera con la espada en su mano y miro directamente al cuerpo tirado del humano, sabia que debía de arrancar el alma y nada mejor que hacerlo con el arma de su dios, al menos, para saber que se sentía condenar a los humanos a un eterno augurio.
-Muere… Arthas…
Dijo enterrando aquella espada en su abdomen, viendo como la sangre corría y como un gran tajo hacia que el cuerpo de ese humano se desangrara, una vez que el alma del difunto se uniera al mas allá, Hypnos podría tomar el cuerpo y regenerar la herida como si nunca hubiera existido. Pero algo le llamo mas la atención al dios que el regenerar de su hermano, una sensación extraña a pocos metros. Se acerco lentamente con la espada de Hades en su mano y vio a una mujer tirada en el suelo, al lado de una de las armaduras que eran correspondientes a las damas del pecado. Ella era orgullo, ella era un sirviente de Hades.
-Pobre… Tan fría y calida, tan hermosa y peligrosa… sellada en su propio tormento…
Dijo mientras que pasaba su mano por el rostro de la mujer, tuvo un acto compasivo por primera vez en su vida y con la misma espada de Hades, rompió el sello que la estaba debilitando, para que ella pudiera volver a la vida y no se marchara.
-Despierta de tus sueños eternos, Orgullo…
-Bien… Aquí estamos…
Dijo mientras que tiro el cuerpo del patético humano al suelo, haciendo un estruendoso sonido al caer, sentía la energía de la espada muy cerca, demasiado cerca. Pero tendría que buscarla mucho para poder dar con ella. Seguía sintiendo esa enorme energía proveniente de dentro de esa especie de recamara, jamás había pisado ese suelo anteriormente, el lugar de Thanathos siempre fue en los campos Eliseo y por primera vez, el dios tenia que manchar sus pies pisando la asquerosa tierra mortal para complacer a su dios, lo cual no discutía.
Entre un montón de murallas, escaleras e incluso una especie de monumento, se hallaba la dichosa espada enterrada en el suelo, Thanathos sonrío mientras que estiro su mano para tomarla, ya la tenia, ya podía sentir que era suya. Cuando la enfundo en su poderosa mano se sentía el dios más poderoso de todos, pero sabia muy bien que la tentación de quedarse con esa espada debería de terminar, después de todo, era simplemente una obsesión provocada por el mismo poder de la espada.
Volvió afuera con la espada en su mano y miro directamente al cuerpo tirado del humano, sabia que debía de arrancar el alma y nada mejor que hacerlo con el arma de su dios, al menos, para saber que se sentía condenar a los humanos a un eterno augurio.
-Muere… Arthas…
Dijo enterrando aquella espada en su abdomen, viendo como la sangre corría y como un gran tajo hacia que el cuerpo de ese humano se desangrara, una vez que el alma del difunto se uniera al mas allá, Hypnos podría tomar el cuerpo y regenerar la herida como si nunca hubiera existido. Pero algo le llamo mas la atención al dios que el regenerar de su hermano, una sensación extraña a pocos metros. Se acerco lentamente con la espada de Hades en su mano y vio a una mujer tirada en el suelo, al lado de una de las armaduras que eran correspondientes a las damas del pecado. Ella era orgullo, ella era un sirviente de Hades.
-Pobre… Tan fría y calida, tan hermosa y peligrosa… sellada en su propio tormento…
Dijo mientras que pasaba su mano por el rostro de la mujer, tuvo un acto compasivo por primera vez en su vida y con la misma espada de Hades, rompió el sello que la estaba debilitando, para que ella pudiera volver a la vida y no se marchara.
-Despierta de tus sueños eternos, Orgullo…
Illidan- Dios/a
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Esencia de la muerte
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
No había nadie quien pudiera ayudarme o al menos hacer que sintiera la mínima necesidad de regresar a despertar de aquel sueño en vida, resignada solo sentía como la armadura del orgullo resonaba con desesperación al notar que estaba a punto de perderme. Al parecer aquellas tres mujeres que se habían presentado en aquella caverna fueron solo otro producto más de mi imaginación.
Astrid… Astrid.. esta aquí!.. ha llegado.. aguanta!!.. tu eres parte de la fuerza que los guiará no lo olvides!!
Esa voz, la había escuchado anteriormente, trataba de responder a qué ser podría referirse pero su voz solo se escuchaba en un eco para mantenerme consciente, aunque mi cuerpo no podía responder por mucho que intentará permanecer, el tiempo se me había agotado y las que representaban el destino de los mortales como de los dioses mismos me lo advirtieron. La oscuridad me arrastraba deseosa de poseerme para acobijarme entre las tinieblas a lo que en un pequeño resplandor pude contemplar todos los momentos de soledad, tristeza y remotamente en algunas ocasiones las de felicidad y amor. Todos los recuerdos de lo que solía ser mi vida pasaban como si…
El sonido de los cristales romperse unos contra otros explotaban en mi interior, mis recuerdos estaban desapareciendo por completo e incluso de aquellas personas que llegue a conocer anteriormente, lo perdía todo aunque una sutil caricia sobre mi mejilla provoco que un par de lágrimas se derramaran alcanzando a tocar mi rostro, me sentía frágil, vulnerable.
-Despierta de tus sueños eternos, Orgullo…
Tanto la armadura como mi cuerpo tomaron un intenso brillo, la espada de Hades solo alcanzo a apuntar cerca de mi pecho para proyectar al instante el sello de Athena con el que me restringía el despertar como una servidora de Hades, las llamas rodearon el poder de esa diosa deshaciéndola al momento. Mi cuerpo seguía sin reaccionar pero la presencia de ese hombre mencionaron la palabra “clave” para saber más o menos que era yo con exactitud.
Recuperaba la consciencia apenas abriendo los ojos, mi vista se resbalaba en todo su cuerpo hasta notar la espada de Hades en su mano, si él era mi Dios como es que estaba tan tranquilo?.- Hades?.. No pude pensar que fuera él mismo que me había resucitado para estar a su lado después de que por mero capricho había llegado a traicionarle más de una vez por culpa de ella, dando un largo suspiro movía mi cabeza al sentir el dolor en mi pecho llevando directamente mi mano ahí, recapacitaba en mis palabras después de cerciorarme que ese peso en mi interior ya no se encontraba, como pude me levantaba para quedar solamente sentada y ver a mi lado a un hombre rubio al extremo del salón, el filo de la espada seguía goteando la sangre de ese sujeto. Por fin me daba cuenta que no se trataba de esa energía de muerte absoluta, esta resultaba ser más suave a comparación de otras.. mi primer encuentro con Thanathos había llegado.
Pensaba que Hades reclamaría mi alma después de..
Fijando mis ojos en la armadura callaba de inmediato pues tal vez no sabía la situación de hace más una era, aunque no podía confiarme del todo, no confiaba de nadie y no lo decía por lo que sucedió en Roma cosa que ya había quedado en el pasado, en un tono casi de reproche lo miraba para darme cuenta la humedad que recorría mis mejillas permanecía sobre mis pómulos algo tibios, ignorando aquel hecho me acercaba para mirar a través de sus ojos sin mostrar nada de respeto o gratitud..
Te siento diferente a cualquiera que he llegado a conocer, incluso tu poder aunque destile muerte no es como la de Hades... - La yema de mis dedos solo notaron la frialdad de su piel, aquella misma frialdad que recorría mi cuerpo siempre haciéndonos casi iguales..
Astrid… Astrid.. esta aquí!.. ha llegado.. aguanta!!.. tu eres parte de la fuerza que los guiará no lo olvides!!
Esa voz, la había escuchado anteriormente, trataba de responder a qué ser podría referirse pero su voz solo se escuchaba en un eco para mantenerme consciente, aunque mi cuerpo no podía responder por mucho que intentará permanecer, el tiempo se me había agotado y las que representaban el destino de los mortales como de los dioses mismos me lo advirtieron. La oscuridad me arrastraba deseosa de poseerme para acobijarme entre las tinieblas a lo que en un pequeño resplandor pude contemplar todos los momentos de soledad, tristeza y remotamente en algunas ocasiones las de felicidad y amor. Todos los recuerdos de lo que solía ser mi vida pasaban como si…
El sonido de los cristales romperse unos contra otros explotaban en mi interior, mis recuerdos estaban desapareciendo por completo e incluso de aquellas personas que llegue a conocer anteriormente, lo perdía todo aunque una sutil caricia sobre mi mejilla provoco que un par de lágrimas se derramaran alcanzando a tocar mi rostro, me sentía frágil, vulnerable.
-Despierta de tus sueños eternos, Orgullo…
Tanto la armadura como mi cuerpo tomaron un intenso brillo, la espada de Hades solo alcanzo a apuntar cerca de mi pecho para proyectar al instante el sello de Athena con el que me restringía el despertar como una servidora de Hades, las llamas rodearon el poder de esa diosa deshaciéndola al momento. Mi cuerpo seguía sin reaccionar pero la presencia de ese hombre mencionaron la palabra “clave” para saber más o menos que era yo con exactitud.
Recuperaba la consciencia apenas abriendo los ojos, mi vista se resbalaba en todo su cuerpo hasta notar la espada de Hades en su mano, si él era mi Dios como es que estaba tan tranquilo?.- Hades?.. No pude pensar que fuera él mismo que me había resucitado para estar a su lado después de que por mero capricho había llegado a traicionarle más de una vez por culpa de ella, dando un largo suspiro movía mi cabeza al sentir el dolor en mi pecho llevando directamente mi mano ahí, recapacitaba en mis palabras después de cerciorarme que ese peso en mi interior ya no se encontraba, como pude me levantaba para quedar solamente sentada y ver a mi lado a un hombre rubio al extremo del salón, el filo de la espada seguía goteando la sangre de ese sujeto. Por fin me daba cuenta que no se trataba de esa energía de muerte absoluta, esta resultaba ser más suave a comparación de otras.. mi primer encuentro con Thanathos había llegado.
Pensaba que Hades reclamaría mi alma después de..
Fijando mis ojos en la armadura callaba de inmediato pues tal vez no sabía la situación de hace más una era, aunque no podía confiarme del todo, no confiaba de nadie y no lo decía por lo que sucedió en Roma cosa que ya había quedado en el pasado, en un tono casi de reproche lo miraba para darme cuenta la humedad que recorría mis mejillas permanecía sobre mis pómulos algo tibios, ignorando aquel hecho me acercaba para mirar a través de sus ojos sin mostrar nada de respeto o gratitud..
Te siento diferente a cualquiera que he llegado a conocer, incluso tu poder aunque destile muerte no es como la de Hades... - La yema de mis dedos solo notaron la frialdad de su piel, aquella misma frialdad que recorría mi cuerpo siempre haciéndonos casi iguales..
Astrid- Dama del Pecado
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Sombra del corazón herido
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
El viaje no fue tan largo pues no era mucha la distancia de Egipto a Grecia, pero no había sido menos extenuante que cualquier otro viaje que tuve que hacer en ese ultimo tiempo. Parecía que jamás me libraría de los tortuosos días sin dormir en las travesías que el destino me deparaba. Llegaba el momento en que mi cuerpo sentía que se desmoronaba, después de todo prácticamente no estaba comiendo ni durmiendo, mi estado humano era vulnerable y comenzaba a sentir su límite pero me seguía repitiendo que debía soportarlo y continuar. No era que desease exacerbar el agobio sino que algo en mi interior me impulsaba a ello.
Mi mirada se posaba en el horizonte perdida, abstraída y vacía. Como si internamente hubiese caído inconsciente, era una muñeca inerte guiada por la fragancia de la muerte y el frío aire de la oscuridad. Caminando por bosques y caminos maltrechos, tomando un rumbo del cual no tenía conocimiento ni noción. Mi andar era extremadamente lento y tambaleante, cualquiera que me hubiese visto pensaría que era un fantasma, o una ilusión de la mismísima parca debido a mi atuendo. Una energía, una escena me cargaba por los senderos o era tal vez el susurro de aquella voz de ultratumba que me era tan conocida que se hacía mas fuerte en esa dirección.
“Mi señor…” resonaba en todo mi interior, como si algo, un llamado divino intentase arrancarme el alma del cuerpo. El umbral de bellas e imponentes estructuras se abría paso frente a mí y a pesar de que mis ojos seguían sumidos en la profundidad de un abismo, recordaban esos lugares y despertaban la voluntad de Pandora.
Mi mano se elevó posándose en la pared para brindarme apoyo, pero le siguió mi cuerpo abalanzándose contra la helada pared, sin embargo seguía caminando. Algo agazapada valiéndome del soporte de la estructura para prácticamente arrastrarme y continuar. El aire turbio cargado de esa sombría y placentera frialdad, la negrura de esos lugares aceleraba mis pulsaciones, al igual que mi respiración que en un leve silbido se extendía por el lugar. El repicar de mis pasos se detuvo en un sonido seco al ver y sentir desde el extremo del pasillo, las presencia de aquellos que se encontraban allí. Mi cuerpo permaneció estático, inmóvil a pesar de estar sintiendo como si se despedazaba. Parecía no poder salir de un trance de memorias que envolvían mis pensamientos en una tempestad.
Mi mirada se posaba en el horizonte perdida, abstraída y vacía. Como si internamente hubiese caído inconsciente, era una muñeca inerte guiada por la fragancia de la muerte y el frío aire de la oscuridad. Caminando por bosques y caminos maltrechos, tomando un rumbo del cual no tenía conocimiento ni noción. Mi andar era extremadamente lento y tambaleante, cualquiera que me hubiese visto pensaría que era un fantasma, o una ilusión de la mismísima parca debido a mi atuendo. Una energía, una escena me cargaba por los senderos o era tal vez el susurro de aquella voz de ultratumba que me era tan conocida que se hacía mas fuerte en esa dirección.
“Mi señor…” resonaba en todo mi interior, como si algo, un llamado divino intentase arrancarme el alma del cuerpo. El umbral de bellas e imponentes estructuras se abría paso frente a mí y a pesar de que mis ojos seguían sumidos en la profundidad de un abismo, recordaban esos lugares y despertaban la voluntad de Pandora.
Mi mano se elevó posándose en la pared para brindarme apoyo, pero le siguió mi cuerpo abalanzándose contra la helada pared, sin embargo seguía caminando. Algo agazapada valiéndome del soporte de la estructura para prácticamente arrastrarme y continuar. El aire turbio cargado de esa sombría y placentera frialdad, la negrura de esos lugares aceleraba mis pulsaciones, al igual que mi respiración que en un leve silbido se extendía por el lugar. El repicar de mis pasos se detuvo en un sonido seco al ver y sentir desde el extremo del pasillo, las presencia de aquellos que se encontraban allí. Mi cuerpo permaneció estático, inmóvil a pesar de estar sintiendo como si se despedazaba. Parecía no poder salir de un trance de memorias que envolvían mis pensamientos en una tempestad.
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Fuego de la Agonía
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
El frío del acero de su propio Dios, perforaba su vientre dejando completamente inerte su cuerpo. Un silencio abrumador quedaba en aquel lugar, marcando solo un constante sonido de una gota tras otra caer sobre un lago carmesí, era sangre. El viento levantaba una polvareda que se arremolinaba alrededor de aquel inerte cuerpo que yacía en el suelo desde que su propio hermano lo había dejado ahí con una enorme herida. El hombre estaba ahí con un pequeño movimiento en su pecho que daba indicio de que seguía vivo, hasta que dejó de respirar y quedó completamente inmóvil.
En ese momento el silencio pareció eterno, hasta que aquella herida en su abdomen comenzó a destilar un aura verdosa, de un color brillante, como si la mismísima luz del sol comenzara a crearse en aquel sitio. El hombre se sentó de repente, como respirando, pues parecía volver a la vida, pero sus ojos seguían cerrados. Parecía un alma, pues no parecía tener indicios de vida a pesar de tener movimiento y fue que en ese momento comenzó a elevarse por el cielo, sus manos estaban a un lado de su cuerpo que ahora estaba de pie, posado sobre la brisa pues estaba levitando.
Un aura del mismo color que se centraba en su herida comenzaba a envolver todo su cuerpo, en ese momento abrió sus ojos pero estaban completamente en blanco, ni un pequeño rastro de sus pupilas solo aquellas venas en el interior de sus ojos remarcándose a rojo, comenzando a expulsar el mismo color que emanaba el tajo en su vientre. Sus músculos se tensaban, alrededor comenzaba a hacerse una enorme esfera de color verde, para luego abrir su boca y soltar un grito estruendoso, que acabó con la tranquilidad de aquel lugar. El grito era ensordecedor y su cuerpo parecía someterse al peor de los castigos, pues estaba comenzando a tensarse en todos lados, volviéndolo prácticamente un monstruo en base a músculos que crecían desproporcionadamente.
Pequeños destellos verdes salían de su boca en aquel grito, para comenzar a expulsar aquella sucia alma humana que le impedía el actuar como un Dios. Pronto aquella aura verdosa fue adoptando la forma de fuego, para desprenderse de aquel cuerpo, creando una forma etérea del mismísimo Arthas, para desaparecer como si de humo se tratase y formar una explosión enorme y aventando violentamente al suelo al hombre, cayendo estruendosamente y provocando un gran cráter, seguido de una humareda.
Se podía apreciar detrás de aquel humo, una forma humanoide. No estaba de pie completamente, quizás por el cansancio pero parecía querer reincorporarse. El viento dejaba ver con más claridad a un Arthas, completamente nuevo, con aquella herida en su vientre completamente cerrada y con el color de sus pupilas en un tono dorado, pues sus ojos parecían apacibles, casi sin vida se podría decir.
Estaba completamente desnudo producto de la explosión y sus manos estaban al costado de su cuerpo, pegadas observando hacia el suelo sin pudor alguno por permanecer desnudo. Una efímera sonrisa surcó su rostro, para abrir su mano y que una ropa de color azabache, con tonos dorados se creara en su cuerpo, pues el aura dorada aun envolvía todo su cuerpo minimamente, apagándose poco a poco.
Largo tiempo sin sentirme tan bien. – musitó casi al aire observando su mano, abriéndola y cerrándola, sabiendo que ahora controlaba aquel cuerpo a la perfección, mas su aura seguía apagándose hasta que lo hizo por completo.
Levantó su mano sin moverse del sitio e intentó invocar su hoz para que ésta no apareciera. Lo intentó una vez mas un tanto enardecido, mas no aparecía en su mano. Tensó su puño con impaciencia para intentar una tercera vez y ver que nada ocurría.
Observó su herida, aquella que había cicatrizado ya pero aun seguía con pequeños vestigios en su vientre. Levantó la mirada para observar a alguien, mas no encontró a nadie. Levantó sus ojos observando al cielo y dijo a los cuatro vientos. - ¡IDIOTA!
Pues Illidan había finiquitado el alma del mortal con la espada del Rey del Inframundo, sellando sus poderes de Dios por ende, ya que un Dios solo puede matar a otro dios. Introdujo la mano en sus cabellos con furia y tiro de ellos con bronca, pues sentía rabia y ni siquiera tenía el poder suficiente para enfrentarse ante la estupidez provocada por su hermano. – Supongo que Hades podrá romper el sello, al menos eso espero.
En ese momento el silencio pareció eterno, hasta que aquella herida en su abdomen comenzó a destilar un aura verdosa, de un color brillante, como si la mismísima luz del sol comenzara a crearse en aquel sitio. El hombre se sentó de repente, como respirando, pues parecía volver a la vida, pero sus ojos seguían cerrados. Parecía un alma, pues no parecía tener indicios de vida a pesar de tener movimiento y fue que en ese momento comenzó a elevarse por el cielo, sus manos estaban a un lado de su cuerpo que ahora estaba de pie, posado sobre la brisa pues estaba levitando.
Un aura del mismo color que se centraba en su herida comenzaba a envolver todo su cuerpo, en ese momento abrió sus ojos pero estaban completamente en blanco, ni un pequeño rastro de sus pupilas solo aquellas venas en el interior de sus ojos remarcándose a rojo, comenzando a expulsar el mismo color que emanaba el tajo en su vientre. Sus músculos se tensaban, alrededor comenzaba a hacerse una enorme esfera de color verde, para luego abrir su boca y soltar un grito estruendoso, que acabó con la tranquilidad de aquel lugar. El grito era ensordecedor y su cuerpo parecía someterse al peor de los castigos, pues estaba comenzando a tensarse en todos lados, volviéndolo prácticamente un monstruo en base a músculos que crecían desproporcionadamente.
Pequeños destellos verdes salían de su boca en aquel grito, para comenzar a expulsar aquella sucia alma humana que le impedía el actuar como un Dios. Pronto aquella aura verdosa fue adoptando la forma de fuego, para desprenderse de aquel cuerpo, creando una forma etérea del mismísimo Arthas, para desaparecer como si de humo se tratase y formar una explosión enorme y aventando violentamente al suelo al hombre, cayendo estruendosamente y provocando un gran cráter, seguido de una humareda.
Se podía apreciar detrás de aquel humo, una forma humanoide. No estaba de pie completamente, quizás por el cansancio pero parecía querer reincorporarse. El viento dejaba ver con más claridad a un Arthas, completamente nuevo, con aquella herida en su vientre completamente cerrada y con el color de sus pupilas en un tono dorado, pues sus ojos parecían apacibles, casi sin vida se podría decir.
Estaba completamente desnudo producto de la explosión y sus manos estaban al costado de su cuerpo, pegadas observando hacia el suelo sin pudor alguno por permanecer desnudo. Una efímera sonrisa surcó su rostro, para abrir su mano y que una ropa de color azabache, con tonos dorados se creara en su cuerpo, pues el aura dorada aun envolvía todo su cuerpo minimamente, apagándose poco a poco.
Largo tiempo sin sentirme tan bien. – musitó casi al aire observando su mano, abriéndola y cerrándola, sabiendo que ahora controlaba aquel cuerpo a la perfección, mas su aura seguía apagándose hasta que lo hizo por completo.
Levantó su mano sin moverse del sitio e intentó invocar su hoz para que ésta no apareciera. Lo intentó una vez mas un tanto enardecido, mas no aparecía en su mano. Tensó su puño con impaciencia para intentar una tercera vez y ver que nada ocurría.
Observó su herida, aquella que había cicatrizado ya pero aun seguía con pequeños vestigios en su vientre. Levantó la mirada para observar a alguien, mas no encontró a nadie. Levantó sus ojos observando al cielo y dijo a los cuatro vientos. - ¡IDIOTA!
Pues Illidan había finiquitado el alma del mortal con la espada del Rey del Inframundo, sellando sus poderes de Dios por ende, ya que un Dios solo puede matar a otro dios. Introdujo la mano en sus cabellos con furia y tiro de ellos con bronca, pues sentía rabia y ni siquiera tenía el poder suficiente para enfrentarse ante la estupidez provocada por su hermano. – Supongo que Hades podrá romper el sello, al menos eso espero.
Arthas- Status :
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Podía sentir las presencias, eran como si me guiaran hacia ellas, pero la oscuridad del lugar no me permitía ver. Mis oídos se habían tornado sordos en ese trance que movía mis pies, prácticamente arrastrándome. Un repentino y deslumbrante destello verde cegó mis cansados ojos, volviendo a la realidad por momentos. Mi cuerpo sintió como un golpe todo el dolor y el agobio del sobreesfuerzo que le venía estando exigiendo. Perdí el equilibrio, y sin nada que aferrarme en las lisas paredes caí sentada al suelo cubriendo mis ojos con mi antebrazo. Un aura iluminaba parte de una sala, el origen de esa esencia y ese poder era aquel hombre con el que me había topado en Egipto. Pero había algo en su rostro, su expresión que me hacía pensar que era otra persona y recordando asimismo como antes había sido poseído por un dios.
-¿Quien eres ahora?- musité en un tono frío pero sereno desde las sombras, poniendo mi pierna delante de mí, descubriendo entre las aberturas del vestido mi pálida piel, para así irme reincorporando y salir a la luz para que Arthas o quien fuese en ese momento pudiese verme. Me acerqué lentamente algo tambaleante, clavando mis ojos en los de él, sin saber en que momento podría directamente caer por el cansancio si es que no antes se apoderaba de mí el espíritu de Pandora.
“Muestra respeto ante aquellos que nos permiten estar junto a nuestro señor.” Resonó firme y severa su cruel voz en mi mente. Lleve mis dedos a mi sien, me generaba dolor de cabeza y por instantes pensaba que perdería la conciencia.
“Silencio.” Respondí dentro de mi mente, intentando inútilmente mantener el control de mi misma. No aceptaría nada de sus palabras hasta no entender que ocurría, hasta no saber las respuestas.
“Pronto…Pronto yo tendré el control.” Retumbaba como ecos en mis oídos, tensando mis músculos y generando en mis manos un impulso como si una chispa de electricidad recorriera mis dedos.
-¿Quien eres ahora?- musité en un tono frío pero sereno desde las sombras, poniendo mi pierna delante de mí, descubriendo entre las aberturas del vestido mi pálida piel, para así irme reincorporando y salir a la luz para que Arthas o quien fuese en ese momento pudiese verme. Me acerqué lentamente algo tambaleante, clavando mis ojos en los de él, sin saber en que momento podría directamente caer por el cansancio si es que no antes se apoderaba de mí el espíritu de Pandora.
“Muestra respeto ante aquellos que nos permiten estar junto a nuestro señor.” Resonó firme y severa su cruel voz en mi mente. Lleve mis dedos a mi sien, me generaba dolor de cabeza y por instantes pensaba que perdería la conciencia.
“Silencio.” Respondí dentro de mi mente, intentando inútilmente mantener el control de mi misma. No aceptaría nada de sus palabras hasta no entender que ocurría, hasta no saber las respuestas.
“Pronto…Pronto yo tendré el control.” Retumbaba como ecos en mis oídos, tensando mis músculos y generando en mis manos un impulso como si una chispa de electricidad recorriera mis dedos.
Lucy- Ataques :
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Fuego de la Agonía
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Ese sutil tacto quería seguir recorriendo su rostro pero no era el momento para fijarme en esos detalles, sin darle la oportunidad para responderme me levantaba para darle la espalda y dirigirme hacia esa fila de armaduras para encontrar la que tanto me había estado llamando. Solo con extender mi mano la armadura se desprendía de su forma para vestirme completamente y cubrir mi cuerpo de esas sombras, sin esperarlo sostenía ese pequeño espejo plateado hasta que en el suelo una máscara se encontraba en el sitio donde reposaba la vestimenta, colocaba con cuidado el espejo sobre mi cintura para sostener entre mis manos aquel artefacto, poco a poco el metal se acoplaba sobre mis facciones.
Una vez más.
Dando la vuelta veía fijamente a ese hombre para descubrir al mismo tiempo dos presencias más, ninguna conocida pero lo bastante familiar para saber de quienes se trataban, avanzando abandonaba aquel hombre pues aunque tenía que obedecerlos nada me retenía para permanecer a su lado a menos que conocieran la forma de serles fieles. Cruzando el salón admiraba a la inusual pareja, no decía nada solo me dedicaba a observarlos, ni siquiera tomaba atención de ocultarme o algo por el estilo pues no tenía porque hacerlo. Creo que no soy la única con problemas. La energía de aquella mujer era bastante inestable como la de ese hombre, dejándome ver a través de los rayos de la luna solo podrían contemplar a una mujer de cabellos dorados portando una inusual mascara plateada.
Díganme… donde se encuentra ella?
Despues del tiempo que había pasado no podía apartar de mis pensamientos aquella con la que me mantenía siempre unida y llegaba el momento de volver a reunirnos, la misma Ira que podía gobernar sobre nosotras...
Una vez más.
Dando la vuelta veía fijamente a ese hombre para descubrir al mismo tiempo dos presencias más, ninguna conocida pero lo bastante familiar para saber de quienes se trataban, avanzando abandonaba aquel hombre pues aunque tenía que obedecerlos nada me retenía para permanecer a su lado a menos que conocieran la forma de serles fieles. Cruzando el salón admiraba a la inusual pareja, no decía nada solo me dedicaba a observarlos, ni siquiera tomaba atención de ocultarme o algo por el estilo pues no tenía porque hacerlo. Creo que no soy la única con problemas. La energía de aquella mujer era bastante inestable como la de ese hombre, dejándome ver a través de los rayos de la luna solo podrían contemplar a una mujer de cabellos dorados portando una inusual mascara plateada.
Díganme… donde se encuentra ella?
Despues del tiempo que había pasado no podía apartar de mis pensamientos aquella con la que me mantenía siempre unida y llegaba el momento de volver a reunirnos, la misma Ira que podía gobernar sobre nosotras...
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Los músculos resentidos por aquella expulsión de poder comenzaban a arder, sentía cada malestar en su cuerpo amplificado al perder lentamente su cosmos al punto de volver a ser un humano normal, pero con la personalidad latente del Dios. Entrecerró sus ojos con furia al observar a la dama de cabellos azabaches que le miraba y hacía una pregunta que ya tenía respuesta, algo que molestó más a Hypnos.
Se formó un momento de silencio, el rubio suspiró, pues sentía ansias de castigar a aquella mujer por su insolencia y recordó, efímeramente que no todos habían despertado. Sin embargo pudo escuchar aquella voz, algo que provocó una pequeña sonrisa en sus labios que se curvaban hacia arriba. – Deberías hacerle mas caso a la “voz de tu conciencia”, a veces tiene razón.
Mi nombre es nada más y nada menos que Hyp… - una voz de una tercera llegaba a interrumpir al Dios, callándolo por momentos y hasta llegándola a escuchar.
Justo en el momento indicado, Orgullo. – contestó el Dios extrañamente a la pregunta que hacía la rubia. Pues a pesar de no tener sus poderes por estar sellado, tenía su conocimiento, ya que había despertado como tal.
Sé a quien buscas y donde encontrarla, pude observarla como humano y puedo sentirla como Dios. Ella ha despertado hace tiempo ya. Tengo una idea, Espectro. – musitó el Dios mirándola a los ojos, no realmente porque tenía una máscara de plata pero si apuntando hacia ellos con sus orbes dorados.
Ella es la señora de las Damas, la líder, quien las dirige… pero sigo siendo tu Dios. Sin embargo, todo sea por favorecer a nuestro gran amo, señor y emperador del Inframundo. No quiero manchar tu honor quitando tu máscara, pues se cuan preciada es pero… - dijo acercándose a la rubia y susurrando en su oído.
Ya no tienes un corazón humano, eres un alma en pena, pero sigue tus instintos y sabrás encontrarte con Selene. Ve orgullo… ¡Ve por ella! ¡Une a las damas para que todas presencien el despertar de nuestro señor! ¡Te lo ordeno! – dijo las ultimas palabras despegando su boca de su oído para gritarlas eufóricamente.
Se formó un momento de silencio, el rubio suspiró, pues sentía ansias de castigar a aquella mujer por su insolencia y recordó, efímeramente que no todos habían despertado. Sin embargo pudo escuchar aquella voz, algo que provocó una pequeña sonrisa en sus labios que se curvaban hacia arriba. – Deberías hacerle mas caso a la “voz de tu conciencia”, a veces tiene razón.
Mi nombre es nada más y nada menos que Hyp… - una voz de una tercera llegaba a interrumpir al Dios, callándolo por momentos y hasta llegándola a escuchar.
Justo en el momento indicado, Orgullo. – contestó el Dios extrañamente a la pregunta que hacía la rubia. Pues a pesar de no tener sus poderes por estar sellado, tenía su conocimiento, ya que había despertado como tal.
Sé a quien buscas y donde encontrarla, pude observarla como humano y puedo sentirla como Dios. Ella ha despertado hace tiempo ya. Tengo una idea, Espectro. – musitó el Dios mirándola a los ojos, no realmente porque tenía una máscara de plata pero si apuntando hacia ellos con sus orbes dorados.
Ella es la señora de las Damas, la líder, quien las dirige… pero sigo siendo tu Dios. Sin embargo, todo sea por favorecer a nuestro gran amo, señor y emperador del Inframundo. No quiero manchar tu honor quitando tu máscara, pues se cuan preciada es pero… - dijo acercándose a la rubia y susurrando en su oído.
Ya no tienes un corazón humano, eres un alma en pena, pero sigue tus instintos y sabrás encontrarte con Selene. Ve orgullo… ¡Ve por ella! ¡Une a las damas para que todas presencien el despertar de nuestro señor! ¡Te lo ordeno! – dijo las ultimas palabras despegando su boca de su oído para gritarlas eufóricamente.
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Sin presentación alguna esperaba la respuesta de aquellas personas para que me dieran alguna mínima pista, lo más extraño fue la actitud de ese hombre que se presentaba como mi “dios”, con la cabeza algo cabizbaja le daba la oportunidad de acercarse conteniendo ese deseo de superioridad hacia los demás, incluso hacia él.
Su voz acariciaba tenuemente la cercanía que pudo haber entre nosotros, se notaba como disfrutaba el aclararme lo que era en esos momentos por lo que no pude contenerme y responderle de la misma forma un tanto retadora.
Soy más que una simple alma en pena… -mi puño se apretaba ligeramente por provocarlo, respiraba profundamente. - Así como tú no eres un completo dios…
Avanzando con lentitud hacia atrás me alejaba al recalcar su estado actual, ninguna expresión se plasmaba sobre mi rostro gracias a la máscara que portaba por lo que no se sabría si me burlaba o simplemente lo humillaba por dar crédito a algo que se escapaba de sus manos. Conociéndome a mí misma les daba la espalda pues no era nadie que aún se ganará mi respeto como para inclinarme además que ya había obtenido la información que había esperado. Abandonando el salón salía con la armadura sobre mi cuerpo, al menos por ese momento la vestiría en honor a la llegada del orgullo.
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Narración / Dialogo de Pandora
Escuchaba su sugerencia que sonaba más a una advertencia, sin embargo por más que de a momentos solo deseara hundirme en esa oscuridad y entregarme a la tempestad me generaba temor de que ello no fuera lo correcto. Pero que podía saber yo acaso sobre lo que era correcto o no, me había desviado hace tiempo del sendero, ni siquiera seguía un camino ya tan solo me arrastraba a donde mis impulsos y mi locura deseara llevarme. Pero no podía evitar que rondara por mis pensamientos la posibilidad de que algo o mejor dicho alguien real estuviese contenida dentro de mí y estuviese destinada a despertar y utilizarme. Mis dedos recorrían mi sien, sentía como si la cabeza fuese a explotarme, un extenuante dolor que no desaparecía. Lo peor era mi pecho, compungido y ahogado, sintiendo que ardía sin haber forma alguna de apagar el sofoque, y sin embargo a una parte de mí le resultaba inusualmente placentero.
La escena que presenciaban mis ojos era mas que insulsa, en mi interior podía sentir el asco de ver que todavía persistía humanidad entre aquellos donde debía haber desaparecido. Un momento fugaz, pues terminó tan rápido como comenzó. Mis orbes parecían volver a perderse, una mirada vacía y vidriosa, pero al mismo tiempo penetrantemente fría y descarada.
-Intrigante… ¿Intenta domar al orgullo, señor Hypnos?- Mi voz se volvía profunda y áspera, sin embargo serena, respetuosa en todo momento a pesar de dirigir tal osadas palabras.
Mis ojos se cerraban mientras tomaba una profunda bocanada de aire, y al instante volvieron a abrirse como el despertar de un brusco sueño. Mis pupilas se contraían afilando aún más mi mirada, volviéndola mas macabra. Sentía como electricidad recorriendo todo mi cuerpo al mismo tiempo que una sonrisa retorcida y desquiciada curvaba mis labios.
-Puedo sentirlo…su poder contenido…¡La espada esta aquí!- exclamé casi siseando mientras me apuraba a pasar por al lado del dios para ir en búsqueda de tan primordial objeto. Pero la humanidad de mi cuerpo más allá del control que Pandora pudiese tener había topado su límite.
-Maldic…-Todo se volvió borroso a medida que veía el suelo más cercano, pero no llegue a ver si golpeaba contra el helado suelo. Me hundí en la oscuridad y el silencio, como la tranquilidad de un sueño en el cual solo podía sentir caer y como un golpe brusco algo que me frenaba, cálido y al mismo tiempo frío. La caída me había volado la capa con la que me cubría, revelando el maltrato de mis ropajes y de mi cuerpo, la notable exigencia que venía imponiéndome. Mi piel empalidecía aún más, y mis labios perdían su color, como si la vida me fuese abandonando lentamente. Mi cintura se había afinado entallándome aun más el vestido, y al mero tacto podía sentirse mis costillas. A ese ritmo me convertiría en la propia imagen de la muerte, digna tal vez para la princesa inframundana.
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Apretó con fuerza su puño, enmarcando una vena en sus manos capaces de demostrar que tan enojado estaba ante las palabras osadas que la dama espetaba de su boca. Suspiró enojado, dando un bufido directamente que daba a conocer su enfurecimiento y su intento por calmarse ante aquella princesa inframundana que prontamente despertaría, aunque iba por debajo de su rango, eran pocos aun y ella muy importante como para hacerle daño alguno, al contrario debería cuidar bien las filas espectrales.
Dejó pasar a la mujer, observándola de reojos frunciendo su seño un tanto, disgustado aun por sus palabras pero aquella daba una pista de cómo acabar con la maldición que tenia en su cuerpo, era bastante importante, dado que si revisaba la espada quizás podría encontrar el indicio de cómo extirpar el sello y poder usar sus poderes totalmente. Antes de que pudiera darse la vuelta la mujer rebalsó sus límites humanos, casi cayendo inconsciente, al suelo… de no ser porque Arthas la atrapó velozmente.
Giró a la mujer para que ésta quedara en sus brazos, observando hacia el cielo, aun respiraba, pero sus labios estaban sin color alguno, opacos… por el maltrato que había tenido el cuerpo al esforzarse tanto entre viajes y viajes que de seguro habría hecho. Corrió su cabello hacia un costado para ver mejor su rostro que estaba aun más pálido del que ella poseía, la acunó en su pecho y la alzó con sus dos brazos para notar que su peso era verdaderamente diminuto… - Hmmm, el Inframundo no es para cualquiera…
Caminó lentamente por aquel lugar con aquella mujer en brazos, hasta estar al frente de la espada que estaba clavada, pues su hermano había desaparecido sin dar indicio a donde. Era curioso, pero de seguro tendría que haber ido a algún lugar por sentir una presencia, pues se podían sentir un par cerca. – Tomaré esto por ahora.
Tomó la empuñadura con fuerza para intentar desclavarla, pero la mano comenzaba arderle como si estuviese tomando el mismo fuego. Quemaba a niveles impensados hasta un momento en que no pudo aguantar y la soltó agitando su mano con fuerza, pues esta estaba chamuscada y liberaba un pequeño humo… - De seguro Hades, nuestro Señor, debe estar a punto de despertar y solo él puede tomar su espada, estoy seguro.
Hypnos observó la espada y una vez mas a la mujer, sabía que no podía hacer nada y aquella arma no iba a ser retirada por ningún mortal. Así que podía abandonar ese lugar con completa calma, pues así fue, comenzó a caminar con la mujer en brazos, lentamente hasta desaparecer de aquel lugar, era sabido que pronto debería volver.
Dejó pasar a la mujer, observándola de reojos frunciendo su seño un tanto, disgustado aun por sus palabras pero aquella daba una pista de cómo acabar con la maldición que tenia en su cuerpo, era bastante importante, dado que si revisaba la espada quizás podría encontrar el indicio de cómo extirpar el sello y poder usar sus poderes totalmente. Antes de que pudiera darse la vuelta la mujer rebalsó sus límites humanos, casi cayendo inconsciente, al suelo… de no ser porque Arthas la atrapó velozmente.
Giró a la mujer para que ésta quedara en sus brazos, observando hacia el cielo, aun respiraba, pero sus labios estaban sin color alguno, opacos… por el maltrato que había tenido el cuerpo al esforzarse tanto entre viajes y viajes que de seguro habría hecho. Corrió su cabello hacia un costado para ver mejor su rostro que estaba aun más pálido del que ella poseía, la acunó en su pecho y la alzó con sus dos brazos para notar que su peso era verdaderamente diminuto… - Hmmm, el Inframundo no es para cualquiera…
Caminó lentamente por aquel lugar con aquella mujer en brazos, hasta estar al frente de la espada que estaba clavada, pues su hermano había desaparecido sin dar indicio a donde. Era curioso, pero de seguro tendría que haber ido a algún lugar por sentir una presencia, pues se podían sentir un par cerca. – Tomaré esto por ahora.
Tomó la empuñadura con fuerza para intentar desclavarla, pero la mano comenzaba arderle como si estuviese tomando el mismo fuego. Quemaba a niveles impensados hasta un momento en que no pudo aguantar y la soltó agitando su mano con fuerza, pues esta estaba chamuscada y liberaba un pequeño humo… - De seguro Hades, nuestro Señor, debe estar a punto de despertar y solo él puede tomar su espada, estoy seguro.
Hypnos observó la espada y una vez mas a la mujer, sabía que no podía hacer nada y aquella arma no iba a ser retirada por ningún mortal. Así que podía abandonar ese lugar con completa calma, pues así fue, comenzó a caminar con la mujer en brazos, lentamente hasta desaparecer de aquel lugar, era sabido que pronto debería volver.
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
-Sígueme y veras.- le dije a la dama mientras me daba la vuelta comenzando a salir de las ruinas del castillo. Cerré mis ojos concentrándome en esa energía que me había guiado en un principio, dejándome llevar por ese magnetismo que me atraía. Era mi destino, mi deber, desde un comienzo sabía que la espada debía ser la respuesta. Pero esa maldita alma humana, tan imprudente y terca, debía asegurarme de estar libre de aquella humanidad, estaba atándome al plano terrenal y no podía permitirlo.
-Se que no esta muy lejos puedo sentirla… me está llamando.- murmuré tenuemente pues aún mantenía mis ojos cerrados y me guiaba por ese sentimiento inexplicable en lo mas hondo de mi pecho. No fue una muy larga caminata cuando pude divisar las puertas de aquel lugar, parecía un templo pero no estaba segura, no entendía como es que la espada había llegado allí pero poco importaba ahora, pues podía sentirla con más intensidad. Con ambas manos abrí las puertas de par en par, fue bastante fácil, debía de estar recuperando mis fuerzas, o tal vez era efecto ese misterioso lugar. Nos adentramos en la penumbra de sus pasillos, tenuemente un resplandor nos llevó hasta un gran salón. En medio de aquella cristalina habitación estaba el arma, tal y como mis recuerdos la mostraban.
-Has de recordar envidia, el arma y la esencia pura de nuestro señor encerrada dentro…¿Puedes sentirla?...Esta espada es la clave al despertar del señor Hades y de todos los espectros de las huestes infernales.- musité con seriedad al tiempo que me acercaba a la espada, me arrodille frente a esta pues no era un simple acero, sino el símbolo y representación de todo por lo que yo vivía y la clave a mi mas grande anhelo…mi señor.
Clave mi mirada en el oscuro acero, observando con cuidado las inscripciones, era un lenguaje antiguo y prohibido, pero lo entendía a la perfección, respiré profundamente comenzando a recitar tenuemente aquellos grabados. Podía sentir la fría oscuridad crecer a nuestro alrededor, elevarse con el viento que rápidamente viajaba expandiéndose por los aires de Grecia. Allí que estaban selladas todas las almas de los espectros que aún no despertaban por su cuenta, el lúgubre susurro de esas palabras habrían de encender el sentimiento en sus corazones e invadir su mente…el llamado comenzaba.
Sin embargo no podía entender como es que ocurría eso sin que estuviese completamente despierta, sin la ayuda del poder divino de mi dios, ni el de los gemelos. De repente pude sentirlo, ese sofoque que me aprisionaba el pecho y al mismo tiempo le hacía sentir tan acogido y satisfecho.
-Al fin…- En mis labios se curvaba una siniestra sonrisa, mi mirada aun en la espada observaba como en el mango de esta se materializaba un collar, esa joya despertaba sus memorias, y aun mas su ansiedad. Tomé con cuidado el colgante de estrella, pues la espada solo podía ser tocada por su dueño. Delineé con mis dedos las palabras talladas haciendo mi placer más notorio, y mi expresión cada vez mas retorcida. Me puse de pie, volteando mi rostro hacia la joven dama, llevé mi dedo índice a mis labios, pretendiendo su silencio. Mis labios volvieron a moverse musitando áspera y cínicamente unas palabras al aire.
-Nuestro señor, ha regresado a casa.-
-Se que no esta muy lejos puedo sentirla… me está llamando.- murmuré tenuemente pues aún mantenía mis ojos cerrados y me guiaba por ese sentimiento inexplicable en lo mas hondo de mi pecho. No fue una muy larga caminata cuando pude divisar las puertas de aquel lugar, parecía un templo pero no estaba segura, no entendía como es que la espada había llegado allí pero poco importaba ahora, pues podía sentirla con más intensidad. Con ambas manos abrí las puertas de par en par, fue bastante fácil, debía de estar recuperando mis fuerzas, o tal vez era efecto ese misterioso lugar. Nos adentramos en la penumbra de sus pasillos, tenuemente un resplandor nos llevó hasta un gran salón. En medio de aquella cristalina habitación estaba el arma, tal y como mis recuerdos la mostraban.
-Has de recordar envidia, el arma y la esencia pura de nuestro señor encerrada dentro…¿Puedes sentirla?...Esta espada es la clave al despertar del señor Hades y de todos los espectros de las huestes infernales.- musité con seriedad al tiempo que me acercaba a la espada, me arrodille frente a esta pues no era un simple acero, sino el símbolo y representación de todo por lo que yo vivía y la clave a mi mas grande anhelo…mi señor.
Clave mi mirada en el oscuro acero, observando con cuidado las inscripciones, era un lenguaje antiguo y prohibido, pero lo entendía a la perfección, respiré profundamente comenzando a recitar tenuemente aquellos grabados. Podía sentir la fría oscuridad crecer a nuestro alrededor, elevarse con el viento que rápidamente viajaba expandiéndose por los aires de Grecia. Allí que estaban selladas todas las almas de los espectros que aún no despertaban por su cuenta, el lúgubre susurro de esas palabras habrían de encender el sentimiento en sus corazones e invadir su mente…el llamado comenzaba.
Sin embargo no podía entender como es que ocurría eso sin que estuviese completamente despierta, sin la ayuda del poder divino de mi dios, ni el de los gemelos. De repente pude sentirlo, ese sofoque que me aprisionaba el pecho y al mismo tiempo le hacía sentir tan acogido y satisfecho.
-Al fin…- En mis labios se curvaba una siniestra sonrisa, mi mirada aun en la espada observaba como en el mango de esta se materializaba un collar, esa joya despertaba sus memorias, y aun mas su ansiedad. Tomé con cuidado el colgante de estrella, pues la espada solo podía ser tocada por su dueño. Delineé con mis dedos las palabras talladas haciendo mi placer más notorio, y mi expresión cada vez mas retorcida. Me puse de pie, volteando mi rostro hacia la joven dama, llevé mi dedo índice a mis labios, pretendiendo su silencio. Mis labios volvieron a moverse musitando áspera y cínicamente unas palabras al aire.
-Nuestro señor, ha regresado a casa.-
Lucy- Ataques :
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Mi pregunta fue respondida casi enseguida puesto que vi como Pandora se daba media vuelta para que la siguiera cosa que hice casi de inmediato para no quedarme atras debido a que estaba interesada acerca del lugar al que me llevaria esta mujer. Mientras caminabamos me di cuenta de que nos ibamos adentrando cada vez mas en las ruinas puesto que ahora mostraba una especie de salon bastante grande el cual mire y admire por varios segundos escuchando los ligeros murmullos de la mujer la cual iba algunos pasos adelantada mas no me importaba demasiado ya que solo sentia curiosidad por lo que haria ella en ese instante y lo que me mostraria realmente. En ese instante ambas llegamos a una enorme estancia en la cual al medio de esta se encontraba una espada la cual yo recordaba perfectamente...era la espada de el de nuestro querido señor Hades la cual despedia una enorme cantidad de energia negativa la cual me hacia sentir con vida y al mismo tiempo la hermosa sensacion de la muerte inminente que llegaba cuando menos te lo esperabas. Fue en aquel momento en que tuve esas sensaciones tan placenteras para mi ser cuando pude ver que la espada comenzaba a reaccionar de manera extraña expandiendo aquella energia que emanaba por todo el sitio y haciendo aparecer una joya que conociamos a la perfeccion a lo cual no pude evitar el sonreir ampliamente y con un presentimiento muy acertado en ese momento el cual se confirmo cuando Pandora lo dijo...finalmente la espera habia llegado totalmente a su fin.
- Vaya...parece que podremos verlo nuevamente como deseabamos y como todos los espectros en este sitio deseaban ver...finalmente nuestro señor Hades esta en este sitio -dejando ver una macabra sonrisa en sus labios luego de mencionar aquello-
- Vaya...parece que podremos verlo nuevamente como deseabamos y como todos los espectros en este sitio deseaban ver...finalmente nuestro señor Hades esta en este sitio -dejando ver una macabra sonrisa en sus labios luego de mencionar aquello-
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Las ansias, la necesidad de tenerlo junto a mí nuevamente, de traer al gran señor de la oscuridad de vuelta al terreno mortal. Que el caos volviese a sembrar la muerte, la tan hermosa paz, la salvación y tormento de todas las almas. El éxtasis de solo pensar en ello, de pensar él y estar nuevamente a su lado.
“¡Vamos!” me carcomía la espera, mi respiración se agitaba y el palpitar en mi pecho continuaba creciendo. –Ven a mí…ven ahora.- mis labios liberaban la exasperación, no podía esperar mas, me volvería loca. Media Grecia debía de sentir aquel cosmos sofocando los cielos en su turbia oscuridad, estremeciendo los suelos. Las esencias espectrales e infernales debían de estar siendo atraídos, maravillados por el placer de sentir a su dios regresar. El llamado se extendía tan rápido como una tormenta parecía avecinarse sobre el templo en el que nos encontrábamos.
En mi interior el frenesí se encendía como llamas consumiéndome el corazón, la poca humanidad restante. Sentía cada rincón de mi cuerpo vibrando, el poder encendiéndose. Mi cosmos nos envolvía en un manto de neblina oscura que se mezclaba con aquella tempestad cada vez más cercana. “Tan cerca…”
-¡Traedlo ante mi!- espeté casi en un grito, elevando mi mano hacia el cielo y liberando de esta una descarga de rayos impresionante, similar a aquella con la cual me había rechazado el tridente. Los rayos relampagueaban intercaladamente entre el negro y el blanco, brindando un espectáculo de luces que indicaba que estaba trayendo consigo a su tan preciado señor, guiándolo finalmente hasta aquel lugar. Me observé a mi misma a medida que la electricidad se apagaba, algo sorprendida, mi despertar también estaba cerca, sin duda con el señor Hades a mi lado, no habría que esperar más. Su mera presencia ya estaba abriéndole las puertas a mi ser.
Una nube de polvo y oscuridad se apoderó del lugar, quedando esa espesa bruma sofocante y acogedora.
-Mi señor…- mi voz resonaba en un eco siniestro y tenue por todo el lugar, buscando su presencia, el sonido de su voz. –Hades…-
“¡Vamos!” me carcomía la espera, mi respiración se agitaba y el palpitar en mi pecho continuaba creciendo. –Ven a mí…ven ahora.- mis labios liberaban la exasperación, no podía esperar mas, me volvería loca. Media Grecia debía de sentir aquel cosmos sofocando los cielos en su turbia oscuridad, estremeciendo los suelos. Las esencias espectrales e infernales debían de estar siendo atraídos, maravillados por el placer de sentir a su dios regresar. El llamado se extendía tan rápido como una tormenta parecía avecinarse sobre el templo en el que nos encontrábamos.
En mi interior el frenesí se encendía como llamas consumiéndome el corazón, la poca humanidad restante. Sentía cada rincón de mi cuerpo vibrando, el poder encendiéndose. Mi cosmos nos envolvía en un manto de neblina oscura que se mezclaba con aquella tempestad cada vez más cercana. “Tan cerca…”
-¡Traedlo ante mi!- espeté casi en un grito, elevando mi mano hacia el cielo y liberando de esta una descarga de rayos impresionante, similar a aquella con la cual me había rechazado el tridente. Los rayos relampagueaban intercaladamente entre el negro y el blanco, brindando un espectáculo de luces que indicaba que estaba trayendo consigo a su tan preciado señor, guiándolo finalmente hasta aquel lugar. Me observé a mi misma a medida que la electricidad se apagaba, algo sorprendida, mi despertar también estaba cerca, sin duda con el señor Hades a mi lado, no habría que esperar más. Su mera presencia ya estaba abriéndole las puertas a mi ser.
Una nube de polvo y oscuridad se apoderó del lugar, quedando esa espesa bruma sofocante y acogedora.
-Mi señor…- mi voz resonaba en un eco siniestro y tenue por todo el lugar, buscando su presencia, el sonido de su voz. –Hades…-
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Estuve mirando tranquilamente a Pandora mientras esperaba a que nuestro señor Hades se personificara frente a nosotras sentandome sobre una roca que se encontraba en el lugar la cual era lo suficientemente alta como para ver todo a mi alrededor. Podia escuchar perfectamente desde mi posicion lo que decia Pandora se notaba a leguas que estaba desesperada por ver a nuestro señor y poder tenerlo a su lado mas no dije ni una sola palabra puesto que no era necesario, sabia que nuestro señor vendria y apareceria frente a nosotras en cualquier momento un extraño sentimiento muy dentro de mi me lo decia a gritos que el vendria a reclamar lo que le pertenecia y que condenaria a aquellos humanos que osaron el desafiarlo a la peor de las torturas ademas de traerles la salvacion a la humanidad. Fue en ese instante en el cual pensaba sobre aquello cuando oi gritar a Pandora con todas sus fuerzas que lo trajeran ante ella a lo cual se formo una nube bastante oscura en el cielo la cual me habia dejado un poco sorprendida debido a la cantidad de fuerza negativa que esta traia consigo dejando salir uno que otro rayo oscuro parecido al que habia rechazo a Pandora cuando intento tomar su tridente, en ese mismo instante cayo un rayo del cielo el cual formo otra nube oscura que rodeo todo el sitio haciendome sentir muy tranquila puesto que se sentia el poder de nuestro señor en ella.
- mi señor...aparezca por favor... -murmura mientras veia a su alrededor esperando encontrarlo-
- mi señor...aparezca por favor... -murmura mientras veia a su alrededor esperando encontrarlo-
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Un confundido Vergilius apareció sin explicación en las ruinas de Heinstein, dejando que la marcha de espíritus y demonios del inframundo de halaran hasta ese lugar que no recordaba haber visitado nunca antes en la vida pero que, por sospechoso e inusual que pareciera, tenía la extraña sensación de conocer perfectamente el sitio sobre el que estaba parado, casi como si hubiera tenido la oportunidad en el pasado de haber estado ahí. Su cuerpo caminaba por inercia, sin que él lo quisiera en verdad, guiado por una fuerza misteriosa. Le extrañaría por completo de no ser por la armadura negra que flotaba en el cielo y parecía estarlo llevando al interior. Sentía dos presencias dentro de las ruinas, aunque no sabía exactamente quien o quienes eran los que moraban las lúgubres tierras que se encontraban alrededor de las deshabitadas ruinas deterioradas por el paso del tiempo.
Por un momento se detuvo para observar el misterioso escenario en el que estaba, completamente diferente al pasaje entre montañas en el que había dejado a Sophia. En su corazón sabía que hizo lo incorrecto al tener una reacción así, de una forma tan inestable. Pero ya era demasiado tarde para culparse por algo que no se podría borrar, el daño fue efectuado y él no era ejecutor del tiempo, tenía que aceptar lo que había hecho, por poco honorable o bueno que hubiera sido. Pero le consolaba saber que su prima no había muerto durante ese desenfrenado ataque de odio. Ahora se daba cuenta de que así como el era Hades seguía siendo Vergilius, ella y Athena podían ser dos entidades diferentes, y lo pudo averiguar de no haber tenido un accionar tan desequilibrado.
Una sonrisa que proyectaba calma se dibujó en sus labios para luego ingresar y llegar con esas dos presencias que percibía en el interior. No comprendía todavía cómo era que tenía la capacidad para sentir esas energías, pero algo le decía que tenía que hacerle caso a ese nuevo sentido despierto. La armadura se disolvió entre sombras, como si no quisiera ser vista o se tratara de una mera ilusión. ¿Qué le decía que todo lo vivido ese día no era una terrible pesadilla? Quería despertarse en una cama y saber que todo lo visto sólo era un engaño de su mente ajetreada.
Simplemente se dejó llevar, como lo había hecho cuando los demonios que lo capturaron y prácticamente lo obligaron a ir a ese lugar muerto. No obstante, en el fondo de su alma sentía que él debía estar ahí. Sin perder mucho más tiempo corrió al interior de las ruinas, encontrando lo que buscaba al instante. Una mujer de oscuros cabellos y otra que portaba una lacia cabellera casi albina. Envidia y Pandora, sin conocerlas podía decir acertadamente quienes eran esas mujeres, sin revisar sus recipientes, solo sintiendo esas energías extrañas. Llevó las manos a su cabeza y comprimió los parpados, algo ahí lo hacía sentirse peor que antes.
Por un momento se detuvo para observar el misterioso escenario en el que estaba, completamente diferente al pasaje entre montañas en el que había dejado a Sophia. En su corazón sabía que hizo lo incorrecto al tener una reacción así, de una forma tan inestable. Pero ya era demasiado tarde para culparse por algo que no se podría borrar, el daño fue efectuado y él no era ejecutor del tiempo, tenía que aceptar lo que había hecho, por poco honorable o bueno que hubiera sido. Pero le consolaba saber que su prima no había muerto durante ese desenfrenado ataque de odio. Ahora se daba cuenta de que así como el era Hades seguía siendo Vergilius, ella y Athena podían ser dos entidades diferentes, y lo pudo averiguar de no haber tenido un accionar tan desequilibrado.
Una sonrisa que proyectaba calma se dibujó en sus labios para luego ingresar y llegar con esas dos presencias que percibía en el interior. No comprendía todavía cómo era que tenía la capacidad para sentir esas energías, pero algo le decía que tenía que hacerle caso a ese nuevo sentido despierto. La armadura se disolvió entre sombras, como si no quisiera ser vista o se tratara de una mera ilusión. ¿Qué le decía que todo lo vivido ese día no era una terrible pesadilla? Quería despertarse en una cama y saber que todo lo visto sólo era un engaño de su mente ajetreada.
Simplemente se dejó llevar, como lo había hecho cuando los demonios que lo capturaron y prácticamente lo obligaron a ir a ese lugar muerto. No obstante, en el fondo de su alma sentía que él debía estar ahí. Sin perder mucho más tiempo corrió al interior de las ruinas, encontrando lo que buscaba al instante. Una mujer de oscuros cabellos y otra que portaba una lacia cabellera casi albina. Envidia y Pandora, sin conocerlas podía decir acertadamente quienes eran esas mujeres, sin revisar sus recipientes, solo sintiendo esas energías extrañas. Llevó las manos a su cabeza y comprimió los parpados, algo ahí lo hacía sentirse peor que antes.
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
La bruma era espesa, pero no lo suficiente para la desesperación de mis ojos buscando su figura, lo sentía a mi lado. Ese frío helado que te cala hasta los huesos, ese aroma tan placentero y letal. Mi mirada penetrante se clavo en su silueta, al fin…a mi lado.
Avancé con lentitud a pesar de la ansiedad que me carcomía, el sonido de mis pasos y el tintinear de los cascabeles en mi tobillo cortaban con el silencio sepulcral. De a poco su figura se volvía visible, nítida, así como la mía comenzaba a serlo para él. Mis ojos se clavaban en los suyos serenos mas con una chispa en su interior, mis labios se curvaban en una sonrisa sosegada, complacida. Extendí mis brazos saboreando prácticamente el poder tocarlo, tenerlo tan cerca. Pero mi señor cerraba sus ojos con fuerza como si quisiera despertar de una pesadilla, como si aquel lugar, ese aire turbio y oscuro que nos rodeaba no le trajera placer sino dolor. Era claro que aún el recipiente humano evitaba su despertar, pero pobre criatura, parecía estar ya al punto de quebrarse. Podía sentir la esencia de Hades surgiendo, la agonía de Vergilius era como un perfume embriagante que encendía esa crueldad en mi ser, el extasiante sadismo. Tan solo un empujoncito bastaría para tirar esa alma al abismo y hacer resurgir al gran amo de la oscuridad.
-Vergilius…Vergilius mírame, soy yo. ¿No reconoces a tu tía?- utilicé la voz sedosa y tenue de Lucy al tiempo que me acercaba posando mis manos en sus hombros y luego rodearlo en un abrazo acogedor. Acaricié unos instantes su cabello, apoyando mi rostro sobre su cabeza puesto que estaba algo agazapado. La suavidad, la fragancia de sus cabellos azabaches tan bello cuerpo para el señor Hades. Deslicé mi rostro hasta su cuello, posando mi mentón en su hombro. Podía sentir en su interior esa batalla entre la tranquilidad e inquietud de sentir mi esencia y mi cosmos, la constante lucha entre esos sentimientos por el dominio.
-¿O es que reconoce a su hermana y fiel servidora…mi señor?- le susurré al oído con ese tono profundo y cruel mas natural y agradable para mí. Mis manos se aferraron a él con más violencia, sujetándolo con fuerza al sentir como todo su cuerpo se estremecía.
-Calma mi señor…- llevé mi mano a su mentón con suavidad, como si se tratara de una leve caricia levanté su rostro agobiado. Le hice encontrarse con mi mirada, con la negrura de mis ojos opacados por ese estado viciado de frialdad y el goce de ver esa alma desmoronándose. – Es el aroma a muerte ¿verdad? Las almas errantes y los demonios a tus pies, el dolor y agonía del mundo esta invadiendo tu mente ¿No es así? ¿Duele?- pregunté simulando ingenuidad y consternación, como si la preocupación de su tía estuviese intentando consolarlo con ese trato tan delicado y amoroso. Observé su rostro y pronto una siniestra y retorcida sonrisa se hacía presente en mis labios.
-Entonces…¿Por qué sonríes?- mi voz se había vuelto severa y fría, no podía evitar esa malicia, ese disfrute en mi interior. – Si tan horrible es ¿Por qué hay una sonrisa de placer en tus labios, Vergilius?- Con mi dedo índice acariciaba sus mejillas y sus labios, contorneando esa macabra sonrisa tan hermosa, tan…de Hades. Tomé su mano y la coloqué en su mejilla, que él la sintiera, que supiera que disfrutaba de toda esa miseria.
Su interior se despedazaba, era como un muro siendo derribado, como un mar turbulento chocando con las grandes rocas muriendo en los filosos acantilados. “Sí, derrúmbate, quiébrate. ¡Dadme a mi dios!”. Lo rodeé como en una ínfima danza provocando que mi vestido ondeara, quedando a sus espaldas, rodeándolo con mis brazos en todo momento, envolviéndonos a ambos en la esencia de la oscuridad y la muerte, en esa frialdad eterna.
-No te contengas, tú sabes que lo deseas, que lo disfrutas…recuerda el campo de batalla, blandiendo tu espada, llevándote tantas vidas con ella ¿No luchabas con todo tu espíritu? Allí también sonreías, te enorgullecía la sangre manchando la tierra, la devastación.…Tú quieres darle a este mundo su salvación, la hermosa serenidad de la oscuridad, el silencio de la benevolente muerte. Es tu destino liberarlos del dolor de la vida. El mundo cruel, la enfermedad, la tristeza que genera el amor, el odio. Mi señor…solo usted puede…liberarlos.- Elevé mis manos por sobre su cabeza y coloqué con delicadeza el collar de la estrella, acariciando su fino y pálido cuello, tal vez causándole algún que otro escalofrío. Lo tomé por las manos, dando vuelta una vez mas a su alrededor, pero moviéndonos, guiándolo hasta la espada.
-Mírame a los ojos…- con una mano tomaba su rostro con suavidad distrayéndolo en la profundidad de mis ojos, una de mis cualidades hipnotizantes. Llevé su otra mano a la espada, cuando se dio el contacto el suelo comenzó a estremecerse y la tempestad por sobre nosotros se avivaba con furor. – Confía en mí, siéntelo en tu interior…- acercaba mi rostro al suyo, seduciéndolo casi peligrosamente. Podía sentir su respiración mezclándose con la mía.
-Siempre a su lado.- Lo besé con fuerza, exhalando en él un suspiro de venenosa oscuridad, mordiendo nuestros labios y tiñéndolos de un color carmesí que se mezclaba en el dulce sabor de nuestras bocas y se deslizaba por la comisura de sus labios que iban perdiendo color. Sentí una lágrima recorriendo mi mejilla, me golpeó como una ola el inmenso dolor de Lucy que se desvanecía por fin hasta ser casi imperceptible. Pobre mujer, perdiéndolo todo en su sueño de su prohibido amor, tal vez era ese el ultimo vestigio de esa alma humana en mi cuerpo, su ultima alegría y pesar.
Me separé de él, rompiendo delicadamente ese fugaz momento, observando como sus ojos se perdían y el brillo de vida en ellos se opacaba. El caos era descomunal sin embargo fue calmando rápidamente, y el semblante completo del hombre era diferente. Sonreí satisfecha y embriagada de placer por el auge del momento. Me arrodille en una reverencia. Mi tarea ya estaba cumplida, era el momento de la voluntad de mi deidad, su resurgir.
-Un nuevo mañana ha comenzado…Despierte Señor Hades. ¡Dios del Inframundo!- un rayo iluminó la escena para en menos de un santiamén desvanecerse y que la oscuridad volviese a apoderarse de aquel lugar, el silencio adornado por el silbido de una ventisca helada.
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Off: Manipulación permitida.
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Post de obtención de armadura
Abrió los ojos de sorpresa al escuchar esa voz tan familiar, que sólo podía pertenecer a una persona: Lucy. Por un momento la tranquilidad regresó a su ser, como si la tormenta que cargaba en su interior se apaciguara con la voz de su tía. Era lo primero conocido con lo que se encontraba en bastante tiempo. Sí, aunque había estado con Sophia hace apenas unas horas, pero desde que aquella voz sobrenatural golpeó las paredes de su cabeza se sentía incomodo a su lado, como si sólo lo estuviera usando, mintiéndole, pues el cuento de Hades y Athena justificaba ese trato deplorable. Ya no quería pensar más en eso, pues en cada ocasión se contradecía o volvía a repetir lo mismo. No iba a obtener respuestas de sí mismo.
Sintió el contacto de Pandora, envolviéndolo con sus delgados brazos, y de pronto se sentía completamente indefenso, como un animal que ha caído en las redes de un cazador. Para el esa sensación de estar atrapado era desconocida, se podría afirmar que era la primera vez que eso lo embargaba. Tardó un poco en responder pero entendió que la voz de Pandora era la misma que había escuchado en su cabeza, sólo que no había podido identificarlo hasta ese momento. Aunque una parte de él ya lo sabía.
Se quedó con la mirada perdida mientras la mujer colocaba el pendiente de la estrellas alrededor de su cuello. Cuando percibió el frío tacto del collar sobre su pecho sintió cómo una fuerza extraña se introducía dentro de él. En el fondo ya poseía el conocimiento de lo que estaba a punto de ocurrir, pero ya no quería oponer más resistencia o negar las cosas. Si ese era su destino, que así fuera, sólo quería estar en paz de una vez y creía que ese era el método con el que su mente podría obtener un merecido descanso después de todos los problemas que había dejado junto a su vida.
Era doloroso tener que mirar hacia atrás, contemplando todo lo que había abandonado por ir hasta ahí, siguiendo a su intuición, esperando que hubiera algo que su cuerpo pedía desesperadamente a gritos. Sin embargo, parecía que todo aquello no era ya decisión suya, pues la oscura dama se había tomado todas las molestias para facilitar la toma del cuerpo, atreviéndose a empujarlo hacia una espada que parecía ser un instrumento más del ritual, incitándolo a poseerla, tentándolo. Culminando todo en un beso.
No hacía caso a la sacudida o a la frialdad en el ambiente, ni siquiera tenía los ojos en Pandora o la Envidia, se encontraba muy ocupado esperando a que todo ese se terminara, que el dolor se fuera, que su vida se borrara, que las penas se fueran a un abismo. Creía solamente que ser poseído por Hades era la vía de escape a su realidad. Después de todo, un Dios no se preocupa por asuntos mortales y las cosas tan vanas como el amor, el sentimiento que sentía por Sophia y que ahora veía como la mayor farsa de su vida, pues no lo dejaba en paz la idea de que todo ese fue un elaborado plan para mantener a Hades bajo control, mintiéndole, y tenía la impresión de que el único que no se había enterado de nada había sido él.
Los ojos de Vergilius se volvieron oscuros, como el cielo que cubría las ruinas de Heinstein. Tomó la espada mientras veía a Pandora arrodillarse, como si no fuera más su tía sino sólo una sirvienta. De pronto todo lo bueno que había en él se desvaneció, toda lo que fue le abría paso a la deidad que estaba surgiendo, renaciendo en él. Pero siempre fue así. Siempre fue de él. Hades.
La súrplice apareció levitando sobre la cabeza de Vergilius, postrándose a su lado, muy cerca de Pandora. El joven había cambiado por completo en un segundo. Lo que era un chico repleto de dudas se transformó en un ser con un semblante cargado de malicia. No se podía confundir, aquel no era otro sino Hades, el Dios del Inframundo.
Sintió el contacto de Pandora, envolviéndolo con sus delgados brazos, y de pronto se sentía completamente indefenso, como un animal que ha caído en las redes de un cazador. Para el esa sensación de estar atrapado era desconocida, se podría afirmar que era la primera vez que eso lo embargaba. Tardó un poco en responder pero entendió que la voz de Pandora era la misma que había escuchado en su cabeza, sólo que no había podido identificarlo hasta ese momento. Aunque una parte de él ya lo sabía.
Se quedó con la mirada perdida mientras la mujer colocaba el pendiente de la estrellas alrededor de su cuello. Cuando percibió el frío tacto del collar sobre su pecho sintió cómo una fuerza extraña se introducía dentro de él. En el fondo ya poseía el conocimiento de lo que estaba a punto de ocurrir, pero ya no quería oponer más resistencia o negar las cosas. Si ese era su destino, que así fuera, sólo quería estar en paz de una vez y creía que ese era el método con el que su mente podría obtener un merecido descanso después de todos los problemas que había dejado junto a su vida.
Era doloroso tener que mirar hacia atrás, contemplando todo lo que había abandonado por ir hasta ahí, siguiendo a su intuición, esperando que hubiera algo que su cuerpo pedía desesperadamente a gritos. Sin embargo, parecía que todo aquello no era ya decisión suya, pues la oscura dama se había tomado todas las molestias para facilitar la toma del cuerpo, atreviéndose a empujarlo hacia una espada que parecía ser un instrumento más del ritual, incitándolo a poseerla, tentándolo. Culminando todo en un beso.
No hacía caso a la sacudida o a la frialdad en el ambiente, ni siquiera tenía los ojos en Pandora o la Envidia, se encontraba muy ocupado esperando a que todo ese se terminara, que el dolor se fuera, que su vida se borrara, que las penas se fueran a un abismo. Creía solamente que ser poseído por Hades era la vía de escape a su realidad. Después de todo, un Dios no se preocupa por asuntos mortales y las cosas tan vanas como el amor, el sentimiento que sentía por Sophia y que ahora veía como la mayor farsa de su vida, pues no lo dejaba en paz la idea de que todo ese fue un elaborado plan para mantener a Hades bajo control, mintiéndole, y tenía la impresión de que el único que no se había enterado de nada había sido él.
Los ojos de Vergilius se volvieron oscuros, como el cielo que cubría las ruinas de Heinstein. Tomó la espada mientras veía a Pandora arrodillarse, como si no fuera más su tía sino sólo una sirvienta. De pronto todo lo bueno que había en él se desvaneció, toda lo que fue le abría paso a la deidad que estaba surgiendo, renaciendo en él. Pero siempre fue así. Siempre fue de él. Hades.
La súrplice apareció levitando sobre la cabeza de Vergilius, postrándose a su lado, muy cerca de Pandora. El joven había cambiado por completo en un segundo. Lo que era un chico repleto de dudas se transformó en un ser con un semblante cargado de malicia. No se podía confundir, aquel no era otro sino Hades, el Dios del Inframundo.
Vergilius- Dios/a
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Post de Obtencion de Armadura
En ese momento en que pensaba que jamas apareceria paso...un rayo hecho de energia oscura haciendo aparecer a un hombre que yo conocia por parte de la nobleza de Roma, era uno de los sucesores del emperador el que llamaban Vergilius sino estaba equivocado mas lo que mas me sorprendio fue ver que Pandora conocia tambien a este chico y que lo estaba tratando muy familiarmente cosa que me enfermaba un poco y al mismo tiempo me hacia hervir la sangre por alguna razon. Vi como le hablaba de manera tranquila mas diciendo cosas bastante crueles para hacer que el se exaltara lo suficiente como para que liberara nuevamente aquella energia que representaba a nuestro señor en ese momento, me sonrei alegremente al ver que sus palabras surtian efecto en el causandole mas confusion y haciendo que poco a poco fuera perdiendo aquella humanidad que aun le quedaba dentro al ponerle el collar que le pertenecia por derecho haciendo que el comenzara a expandir poco a poco la energia que aun poseia a su alrededor quitando la espada que antes Pandora intento quitar con sus manos sin ser rechazado por esta al tiempo que aparecia una armadura de oscuros colores frente a el vistiendolo. Nuestro señor habia despertado finalmente mas una extraña sensacion comenzo a invadirme luego de que sacara la espada, significaba eso que ya estaba lista para lo que seguia?, que ya estaba lista para obtener lo que mas anhelaba en ese momento?. Mis respuestas fueron dadas al darme cuenta de lo que sentia en ese momento lo mismo que senti en muchas ocaciones al ver a sus madres con sus hijos felices como siempre aun ante las adversidades...ese sentimiento...esa emocion que sentia era...
- Envidia... -dice de manera pausada sintiendo como su cuerpo liberaba finalmente todo el poder que tenia oculto en su interior en forma de un rayo de energia oscura mientras algunas plantas llenas de espinas aparecian a su alrededor guiandola hasta una caja de color morado oscuro a la cual se acerco de manera sigilosa, sintiendo que aquello le pertenecia y que debia ser suyo- Al fin...haz vuelto a mi...mi armadura -tocando la caja con una de sus manos viendo como se habria mostrando la armadura de la Estrella infernal de la Envidia y siendo cubierta por esta casi al instante- no hay lugar para la piedad...ni para la alegria...solo para la Envidia -murmura mientras se dirigia hacia donde estaba su señor poniendose unos pasos mas atras de Pandora arrodillandose en una de sus piernas bajando el rostro- mi señor... al fin a despertado...
En ese momento en que pensaba que jamas apareceria paso...un rayo hecho de energia oscura haciendo aparecer a un hombre que yo conocia por parte de la nobleza de Roma, era uno de los sucesores del emperador el que llamaban Vergilius sino estaba equivocado mas lo que mas me sorprendio fue ver que Pandora conocia tambien a este chico y que lo estaba tratando muy familiarmente cosa que me enfermaba un poco y al mismo tiempo me hacia hervir la sangre por alguna razon. Vi como le hablaba de manera tranquila mas diciendo cosas bastante crueles para hacer que el se exaltara lo suficiente como para que liberara nuevamente aquella energia que representaba a nuestro señor en ese momento, me sonrei alegremente al ver que sus palabras surtian efecto en el causandole mas confusion y haciendo que poco a poco fuera perdiendo aquella humanidad que aun le quedaba dentro al ponerle el collar que le pertenecia por derecho haciendo que el comenzara a expandir poco a poco la energia que aun poseia a su alrededor quitando la espada que antes Pandora intento quitar con sus manos sin ser rechazado por esta al tiempo que aparecia una armadura de oscuros colores frente a el vistiendolo. Nuestro señor habia despertado finalmente mas una extraña sensacion comenzo a invadirme luego de que sacara la espada, significaba eso que ya estaba lista para lo que seguia?, que ya estaba lista para obtener lo que mas anhelaba en ese momento?. Mis respuestas fueron dadas al darme cuenta de lo que sentia en ese momento lo mismo que senti en muchas ocaciones al ver a sus madres con sus hijos felices como siempre aun ante las adversidades...ese sentimiento...esa emocion que sentia era...
- Envidia... -dice de manera pausada sintiendo como su cuerpo liberaba finalmente todo el poder que tenia oculto en su interior en forma de un rayo de energia oscura mientras algunas plantas llenas de espinas aparecian a su alrededor guiandola hasta una caja de color morado oscuro a la cual se acerco de manera sigilosa, sintiendo que aquello le pertenecia y que debia ser suyo- Al fin...haz vuelto a mi...mi armadura -tocando la caja con una de sus manos viendo como se habria mostrando la armadura de la Estrella infernal de la Envidia y siendo cubierta por esta casi al instante- no hay lugar para la piedad...ni para la alegria...solo para la Envidia -murmura mientras se dirigia hacia donde estaba su señor poniendose unos pasos mas atras de Pandora arrodillandose en una de sus piernas bajando el rostro- mi señor... al fin a despertado...
Nia- Dama del Pecado
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Se respiraba calma después de aquel extraño despertar. Los ojos del joven se mostraban vacíos, ausentes de cualquier rastro de emoción, pero después de unos minutos sus orbes de encendieron para ver a sus dos siervas esperándole. Ordenó a su Kamei y espada desaparecer, no necesitaba de esos objetos, no por ahora. Antes de que pudiera hacer más, la armadura de la Estrella Infernal de la Envidia también apareció, como si la presencia de Hades hubiera llamado a esa armadura al lugar. Miró a sus súbditas de reojo, sosteniendo el rostro de Pandora en sus manos. Seguramente la mujer estaba emocionada con la resurrección del dios del Inframundo, lo podía ver en sus ojos.
Soltó el rostro de la dama. Ya había perdido mucho tiempo esperando a que su contenedor dejara de oponerse a que él adquiriera el control y retomara su lugar como el soberano del Inframundo. Se giró para ver a la recién despertada Estrella Infernal.-Nos vamos.- Le dijo mientras la rodeaba con su brazo y ambos desaparecían. Había dejado a Pandora varada en ese lugar, pues no había utilidad en que ella también fuera Egipto. Con sólo una mirada de su señor, la mujer había captado el mensaje, que tenía otros deberes que atender. Pandora asintió con la cabeza mientras daba media vuelta y comenzaba a alejarse de las ruinas. El dios pensaba reencontrarse con el Espectro que residía en Egipto y que estaba a la cabeza de las Damas de los pecados. En un resplandor violáceo ambos desaparecieron, abandonando a la mujer de cabello azabache en aquellas tierras.
Soltó el rostro de la dama. Ya había perdido mucho tiempo esperando a que su contenedor dejara de oponerse a que él adquiriera el control y retomara su lugar como el soberano del Inframundo. Se giró para ver a la recién despertada Estrella Infernal.-Nos vamos.- Le dijo mientras la rodeaba con su brazo y ambos desaparecían. Había dejado a Pandora varada en ese lugar, pues no había utilidad en que ella también fuera Egipto. Con sólo una mirada de su señor, la mujer había captado el mensaje, que tenía otros deberes que atender. Pandora asintió con la cabeza mientras daba media vuelta y comenzaba a alejarse de las ruinas. El dios pensaba reencontrarse con el Espectro que residía en Egipto y que estaba a la cabeza de las Damas de los pecados. En un resplandor violáceo ambos desaparecieron, abandonando a la mujer de cabello azabache en aquellas tierras.
[Cambio de escena]
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Re: El nacimiento de una estrella infernal... el orgullo..
Despues de haberme arrodillado frente a mi señor Hades permaneci con la cabeza agachada sin verlo directamente puesto que de lo contrario podria ser tomado como una insolencia lo cual llevaria a un castigo por parte de mi señor. Estaba esperando por cualquier orden, o cosa que hiciera mi señor puesto que desde que habia logrado despertar habia quedado en un silencio casi aterrador lo cual me dejaba intrigada pero aun asi esperaba con ansias a ver que orden o que cosa haria ahora mi señor, vi como el abria sus ojos fijandome en que estos ya no tenian vida estaban completamente vacios lo cual me sorprendio y me hizo regocijarme por dentro a la vez eso solo significaba que de verdad habia despertado y ya no habria problema alguno. Senti su mirada tanto sobre Pandora como sobre mi a lo cual volvi a bajar la cabeza fijandome en como tomaba a Pandora de su rostro para verlo fijamente por unos instantes antes de soltarla y dirigirse nuevamente hacia mi diciendo unas pocas palabras antes de tomarme entre sus brazos a lo cual solo asenti intrigada ante lo que haria mas en ese instante me fije que ya no tenia su kamei puesta por lo que podia sentir mejor el olor a muerte y caos que desprendia haciendome sentir una felicidad inmensa en ese instante viendo como Pandora se iba del lugar por orden de nuestro señor.
- Como ordene mi señor -logra murmurar antes de desaparecer junto con el en un resplandor violaceo-
[Cambio de Escena]
- Como ordene mi señor -logra murmurar antes de desaparecer junto con el en un resplandor violaceo-
[Cambio de Escena]
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