El Chico Dorado

El día ya estaba próximo a terminarse, no se habían detenido en ningún lugar para llegar lo más pronto que les fuera posible hacía las playas romanas en las que podrian tomar un barco a Grecia y así continuar con la preparación de Night para convertirse en un caballero. Lo que el joven había estado ambicionando estaba cada vez más cerca de volverse realidad, prácticamente podía sentir el frío metal del que estaban compuestas esas armaduras sobre su cuerpo, protegiéndolo para la batalla. Estaba conciente de que no se estaba metiendo en ningún juego, todo lo estaba tomando con total seriedad y tenia en mente que podría morir por lo que Genas que le había comentado en la villa.

Colocó su mano sobre el cuello, por un momento la imagen de él siendo degollado por una espada cruzó su hiperactiva mente. Me pregunto si las habilidades con armas me serán útiles... Digo, con todo lo que he aprendido en estos últimos días me he percatado de que las armas ya son obsoletas. Pero bueno, ahora tengo el poder de invocar brazos transparentes para defenderme, eso es algo bueno, ¿no?. El joven seguía con la cabeza repleta de dudas, ya había comprobado tener las facultades para ser un guerrero verdadero, pero ahora una nueva pregunta quedaba abierta: ¿Sobreviviré?.

Como todo chico de su edad, la muerte era algo que le aterraba y le causaba pánico. Sólo pensar en que su muerte podría estar muy cerca. La imagen de una afilada guadaña que acercaba peligrosamente a su fino cuello blanco era una visión que se estaba volviendo más que recurrente durante el viaje a pie. Genas estaba muy callado, posiblemente era para no perder el aliento conversando y así apresurar el paso para llegar con más rapidez al destino.

Night observó el cielo por unos minutos, divertido buscando formas en las nubes. Tenia una imaginación lo suficientemente activa como para encontrar todo tipo de siluetas en el cielo nublado. De pronto un haz de luz color dorado atravesó el cielo, cegándolo por breves instantes y haciéndolo caer al suelo sentado. Y apenas podía digerir lo que estaba viendo: una caja que parecía ser de oro puro flotaba tentadora y enigmática frente a Night.

El chico acarició los bordes dorados del cubo, y al rozarlo un resplandor hizo que sus ojos volvieran a irritarse. Una figura de un metal dorado apareció, mientras la caja se abría para liberar su contenido por completo. Tenia la forma de una cabra con grandes cuernos, afilados e imponentes, que despertaban miedo en el chico.

La cabra color oro se dividió en varias piezas, que una por una se adhirieron a su cuerpo, adornándolo con una preciosa protección dorada. Era una armadura mucho más completa y hermosa que la de Genas, y por su color podía saber que se trataba de una de las doce armaduras doradas.

-Después de una larga espera, o quizá no fue tan larga... Bueno, tú me entiendes Genas. Ya soy un Santo de Athena, ésta armadura me ha escogido para serlo, así lo siento yo.- le dijo a Genas que se encontraba no muy lejos del lugar de la acción. Todo estaba ocurriendo tan rápido, tan pronto. Apenas hace dos días ni siquiera sabia lo que era cosmos y ahora era uno de los caballeros dorados que conformaban la elite de la Diosa de la Sabiduría.

Tú me elegiste, no te voy a defraudar.

Pensó, como si se comunicara con la armadura, pues aunque era un objeto inanimado él podía sentirla viva y con una energía poderosa que la resguardaba.


Hablo - Narro - pienso

Night sentía un calor misterioso que brindaba una cálida sensación, posiblemente se trataba de la armadura a la que le había acreditado vida al aparecer milagrosamente y descender desde los cielos. Estaba curioso por saber de dónde venia el objeto dorado, sólo llegó volando hacia él mas no encontraba una explicación para saber cómo había logrado recorrer esa trayectoria, y más importante aún, por qué lo había hecho. Insistía en que todo lo nuevo que había descubierto gracias a Genas estaba pasando con demasiada rapidez. Mirando tres días en su pasado podía ver al chico que seguía preparándose para pertenecer a la legión.

Con una expresión de estar increíblemente sorprendido busco un lugar donde tirarse, pues sentía que sus piernas no lo podían contener. Se levantó del suelo sólo para recibir la armadura, pero poco después volvió a caer sobre sus posaderas, alzando un poco de tierra que flotó a su alrededor por unos breves instantes. -Me pregunto si papá se sentiría orgulloso de este logro.-

Quería levantarse y seguía caminando junto a Genas, pero aún tenia la armadura montada sobre su cuerpo. El manto dorado era mucho más pesado de lo que había imaginado, pensaba que seria algo más ligero, como la que portaba el caballero de bronce.

Apoyó los pies en la tierra y caminó a duras penas para quedar frente al santo que representaba al fénix mitológico. -Debemos proseguir, es peligroso andar por estos rumbos cuando oscurece. Debemos aprovechar la luz del día mientras dispongamos de ella.- comunicó a su compañero antes de retomar la marcha donde la había dejado.

La armadura dorada había caído aparentemente del cielo y había recubriendo al joven guerrero ahora caballero dorado de capricornio. Escuche claramente lo que Night me dijo de seguir, al momento en que obtuvo esa armadura dorada era como si algo hubiera cambiado en el, ya no era el mismo chico al parecer pero aquello no lo había cambiado para mal si no para bien.

No dije nada simplemente camine a un lado de Night con mi armadura bronceada de fénix mientras miraba el cielo. Una vez que hice esto mire a Night un instante y me quede observándolo, justo cuando pensé que era el momento indicado le dije lo que pensaba con respecto a lo que había sucedido y le recordé lo que le había dicho cuando recién aprendía a controlar su cosmos.

-Te dije que tenias el potencial para convertirte en santo dorado de Athena, pero ahora siendo uno de estos deberás proteger una de las doce casas doradas y solo te podrás mover de ellas si la diosa Athena te lo permite, por esa razón al momento de llegar al santuario al tu ser un santo dorado y yo un santo de bronce no creo que nos volvamos a ver mucho. En este momento siento que mi misión como santo de Athena esta cumplida de algún modo…-

Dije mientras continuaba caminando hasta llegar a un barco el cual estaba apunto de zarpar a Grecia. Pague dos pasajes para el viaje mientras la armadura de fénix salía de mi cuerpo y pasaba a ser nada mas ni nada menos que una caja de bronce.

-Night, utiliza tu cosmos y has que tu armadura se desprenda de tu cuerpo. Es peligroso andar con ella en el barco…-

Dije mientras subía al barco rumbo a Grecia.

Sin despegarse de mi lado Night subió al barco pero ya sin la armadura dorada de capricornio que lo recubriera, ahora solo tenía la caja dorada correspondiente a su armadura la cual pertenecía a una de las doce doradas.

Una vez arriba del barco este comenzó a moverse haciendo gran escándalo en un principio, pero luego uno se acostumbraba al ruido de los remos entrando y saliendo del agua salada.

Mire hacía el agua del mar, se podían apreciar algunas olas que mecían el barco tal como una madre mecía a un niño cuando este nacía. Entre aquella agua que de momento parecía ser de un tono azul pude ver como algo se movía, este no era un pájaro en el mar o un pescado más bien era una criatura algo extraña. Algo impresionado al ver esa criatura y con la intención de tomarla como mi mascota Corrí hacía el general y le pedí una red para atrapar a la misteriosa criatura.

Con aquella red en manos intente exitosamente atrapar a la criatura y al hacerlo pude apreciarla desde mas cerca. Era un criatura algo hermosa y por lo que sentía poseía algo de cosmos por lo que decidí tomarla como mi mascota.

-Muy bien, te llamare Onoki ya que me gusta ese nombre.-

Dije mientras acariciaba a la criatura desde arriba del barco.

Night admiraba el mismo paisaje que el santo de fénix. Tenia que hacer algo, apenas se había subido a ese barco y ya estaba ansioso por volver a tierra. Apenas se estaba acordando que transportarse en barco le causaba mareos, con sólo ver el agua sentía nauseas en la boca del estomago. Siendo mecidos por el oleaje del mar, que para algunos podría traer tranquilidad, pero no para Night, pues él estaba desesperado por bajarse.


Una pequeña criatura salió de las aguas y fue avistada por Genas. El chico tembló al ver a esa criatura extraña que prontamente fue capturada por el caballero de bronce. Un pescador le facilitó una red al joven Genas, con la que pudo atrapar a aquel pequeño animal.

La pequeña criatura era lo más extraño que había visto en su vida. No había de esos animales exóticos en su tierra de origen. Genas nombró a la criatura con el nombre de Onoki. Un nombre raro decía Night, pero ese no era asunto suyo. Simplemente se dejo llevar por el sonido hipnótico de las olas golpear contra el casco. Viendo a Genas divertido con su nuevo amigo.

-Al menos sé que estaras bien acompañado sin mí, Genas.-

Los cabellos del pelinegro eran movidos por el aire marino, que le daba una apariencia descuidada al Santo de capricornio. El joven regresó a su lugar después de haber seguido a Genas para ver al pequeño premio que había obtenido del mar.