Saint Seiya Ancient Chronicles
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Mensaje por Khrysis Jue Jul 07, 2011 8:08 pm

Flashback

Las cadenas que lo mantenían sujeto a la pared, viejas y pesadas, llenas de moho, hacían un sonido irritante cuando trataba de moverse de su incomoda posición con los brazos abiertos. Había cometido el mayor de los errores al haberle aceptado esa invitación a Endimión, al que creía un hombre tan bueno y amable. Por su descuido había terminado como el esclavo sexual de aquel sujeto tan irritante y fastidioso. Era un hombre atractivo, todo había que decirlo, pero eso no retiraba la humillación y vergüenzas a las que le sometía cuando tenía que satisfacer sus deseos carnales. Ese tipo de trato estaría bien para alguien mayor, pero Khrysis apenas rondaba en la adolescencia. Su cuerpo no estaba preparado para complacer los gustos de Endimión, cosa que el hombre no parecía comprender. Por más que se quejaba de que su retaguardia le dolía o que su cuerpo ya estaba lleno de moretones, el despreciable ni siquiera tenía la intención de cuidarlo. Era menos que una mascota, sólo era un instrumento colgado en la pared, en espera de que su dueño fuera por él y le quitara las telarañas de encima.

Pero sin duda alguna, lo que más odiaba era a aquel chiquillo, un muchacho de cabellos rosados que no era mucho mayor que él. De hecho se veía menor por sus facciones suaves y agradables a la vista. Parecía que ese niño era el único que se preocupaba por la salud de Khrysis, ya que ni los sirvientes se molestaban en mirarlo dos veces. Cuando el pelirrojo tenía hambre, Alizé llegaba con un plato de comida y lo alimentaba. Si olía mal el pelirosado lo limpiaba con un trapo húmedo y dejaba flores recién cortadas a su lado. Cuando tenía frío, dado a que cuando Endimión terminaba de utilizarlo lo volvía a encadenar desnudo en un lugar a la intemperie, Alizé lo cubría con una manta y lo consentía. El pelirrojo nunca entendió por qué ese joven era tan considerado con él cuando ni siquiera eran amigos. Las veces en las que se lo preguntó él le dio la misma respuesta: Me siento solo y tú me haces compañía cuando Endimión está ocupado para jugar conmigo.

-------


-En estos momentos yo también me siento solo.

Confesó el pelirrojo mientras caminaba por un bosque oscuro. Desde que Ares lo había desterrado, la fuerza de Apocalypse había ido disminuyendo, como si el demonio se sintiera cansado al estar fuera del templo de la Guerra. Se creía que Khrysis había muerto, sin embargo lo único que había ocurrido era que Apocalypse se posesionó de él y lo encerró dentro de su mente, pero al debilitarse el control del Berseker de la Destrucción, había recuperado su humanidad, temporalmente.


Se había puesto a recordar los días en los que era el juguete sexual de Endimión. Por alguna razón Apocalypse y su antiguo dueño eran iguales, bestias con un implacable apetito sexual. Él no era ninguna blanca palomita, pero al menos sabía controlarse mejor. Se sentó en un tronco seco, ya que sentía que sus piernas se le iban a despedazar en cualquier instante. El Berseker de la Destrucción podría ser un arma para la guerra, pero el músico no lo era igual. Él era un simple hombre que estaba cansado por el mal uso que el demonio le daba a su cuerpo.

Hizo tronar su espalda, elevando su vista hacia el firmamento. Las estrellas ya habían hecho aparición a esas altas horas de la noche. En esos momentos se sentía tan… miserable y solo. No tenía nada que ver con Apocalypse, era una sensación que lo carcomía desde que abandonó la Villa de Endimion. Algo le faltaba.-Alizé… me haces tanta falta. Sólo deseo un abrazo y que alguien me diga que todo está bien. Es verdad eso que dicen, uno no sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido.

El pelirrojo había sido doblemente estúpido. Primero dejó al chico que amaba en manos de Endimion, y después, cuando lo volvió a ver después de tantos años fue un idiota y permitió que se fuera de nuevo. –Si la vida me da una tercera oportunidad, no la pienso malgastar.
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Mensaje por Alize Vie Jul 08, 2011 1:19 am

Era una hermosa noche de luna, el emperador de las tinieblas, el soberano del inframundo, Hades, finalmente había despertado y con ello el levantamiento de su Torre junto a un campo de fuerza alrededor anunciaba y declaraba ante la presencia de todos que su regreso era más que inminente.

Después de que le fueron dadas las órdenes a uno de los hijos de Hypnos, Phantasos, éste se permitió una especie de paseo en los alrededores. Una de sus intenciones era descubrir si había algún incauto en el territorio del señor oscuro, y por otra parte quería escudriñar el área circundante. La brisa de la noche era refrescante y calma, el firmamento se encontraba condecorado por millares de esferas celestes brillantes, el follaje de los árboles se mecía y crujía gracias ya que el viento los empujaba con delicadeza. Sólo el ruido del crujir de las hojas y ramas en el suelo a cada pisada del dios y el viento en compañía era lo único que se podía escuchar en aquel solitario lugar. Se había alejado lo suficiente como para llegar a una zona donde la flora y fauna estaban aún con vida, ajenos a lo que a su alrededor había sucedido. La torre, desde algún punto alto, se podía ver como una pequeña ramita en el horizonte.

A sus espaldas un oscuro, deprimente y muerto paisaje se cernía, mientras que a su frente un bosque frondoso de hojas perennes se levantaba. Conforme se adentraba al verdoso y rico bosque fue sintiendo una leve presencia, un cosmos que muy en sus adentros sentía un poco familiar. Seguramente era alguien conocido para el joven que utilizó para renacer, estaba seguro, de alguna forma, de que no se trataba de alguien que le hubiese hecho tanto daño como las otras personas que se atrevieron a profanar aquel cuerpo. Pero ya no importaba, ahora sólo era un cuerpo que servía para mantener al dios ligado al mundo terrenal. Mientras seguía su paso sentí a que se acercaba cada vez más a aquella presencia y con ello una extraña sensación comenzó a surgir desde su interior.

El dios, “vistiendo” su femenina apariencia se detuvo de pronto. Sintió la extraña sensación de volver a utilizar la apariencia de Alizé, parecía como si su propio cuerpo lo pidiera a gritos, era como si el mismísimo Alizé quisiera salir al exterior una vez más. Era un poco extraño, pero tal vez aún no tenía el completo control sobre el alma y cuerpo del chico como había pensado. Miró hacia delante, aún había muchos árboles que evitaban la vista a otra cosa más allá pero sabía que faltaba poco para llegar con aquel desconocido personaje. Era posible que aquella persona le brindara información importante sobre los humanos que andaba buscando. Tal vez sólo era un ser querido de aquel chico, esa podría ser la razón por la que se sintiera tan inquieto. El dios suspiró y se habló a sí mismo dibujando una tenue sonrisa, en ese momento su cosmos purpúreo lo rodeo y su apariencia cambió por completo. La negra armadura que le cubría había desaparecido, sus largos cabellos rosados se habían vuelto tan cortos que difícilmente le llegaba a los hombros. Sus ojos se tornaron de un azul marino profundo, habían vuelto a tener aquel brillo lleno de pureza e inocencia. Alizé había vuelto.

La mirada del chico era tranquila, sabía lo que el Dios había hecho. Miro sus manos y vio que estaban un poco maltratadas. No podía recordar con certeza cuándo había sido la última vez que veía el mundo con sus propios ojos. Levantó la mirada al firmamento junto con su mano diestra, como si quisiera alcanzar una de las lejanas estrellas, el viento fresco rodeó su cuerpo se sentía casi como un abrazo, un frío y vacío abrazo dado por nadie. Sin perder más tiempo el chico siguió caminando, su paso era algo apresurado y poco le importaba hacer o no ruido al pisar las hojas y ramas secas en el suelo. Finalmente, después de hacerse paso entre los arbustos un poco espinosos, pudo verlo. Al ver a la persona, a esa persona sus ojos se abrieron con sorpresa, su boca se abrió poco y dio un paso hacia atrás. Sin darse cuenta sus ojos se tornaban vidriosos, su cuerpo tiritaba ligeramente y apenas y podía pronunciar sílabas vagas. –Krhy…sis…- Susurró. Comenzó a dar pasos lentos, una mezcla de sentimientos se revolvía en su interior. A pesar de sus dudas, a pesar del repetido golpeteo en su pecho desde su interior, sabía que no estaba equivocado, sabía que quien veía al frente era nada más ni nada menos que aquel que siempre había estado para y con él.
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Mensaje por Khrysis Dom Jul 10, 2011 12:28 am

El pelirrojo estaba tan afligido en ese instante. Tenía un pensamiento optimista, pero también había recordado que aquel joven de cabellos rosados lo había rechazado no una sino dos veces. La primera vez fue cuando le pidió que se escapase con él, pero el dijo estar demasiado enamorado de Endimión, el hombre que los maltrataba y esclavizaba, y que prefería permanecer a su lado por siempre. En esa ocasión no le reprochó nada, sólo le agradeció haberle ayudado durante su escape. Había hecho la oferta de acompañarlo en su viaje por cortesía. En el segundo encuentro, en el cual se llenó de felicidad por ver a su viejo conocido, sintió que una parte de su corazón se agrietaba y caía a pedazos ya que él no parecía estar contento de volverlo a ver. Aunque no le dijo mucho, por su mirada y la forma de actuar, asustado y herido, le decía que estaba en las manos de otro amante abusivo.

Como un novio celoso, cuando se percató de aquel detalle gracias a su intuición y a los daños que presentaba el cuerpo del hermoso muchacho no pudo contener sus deseos de ir a castrar al miserable que fue responsable de jugar con el corazón de Alizé. No sabía cuál era la gracia de ver a un niño inocente destrozado. En esa oportunidad se quedó con ganas de confesarle sus sentimientos hacia él, los que habían nacido durante todos esos años, y decirle que nunca lo iba a lastimar y que lo amaría incluso cuando su belleza juvenil se marchitara con el tiempo, pero al ser un torpe con el atormentado muchacho en lugar de expresar todo, lo único que éste hizo fue despreciarlo nuevamente y huir, desapareciendo entre la multitud.

Trató de recuperarse, pero no podía, era una carga emocional demasiado difícil de encarar, tanto que unas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. –A quién estoy tratando de engañar… él no siente lo mismo por mí. De sentirlo no me habría lastimado tanto.- Tras decir eso se enojó consigo y se dio una bofetada. ¿Cómo podía estar diciendo eso? Alizé era un chico inocente que se dejaba influencias por las personas equivocadas. Cualquiera pudo haberse aprovechado de él durante su ausencia. Ahora se preguntaba si todavía había tiempo para buscarlo y ser insistente, entregarle su corazón, si no es que era demasiado tarde. Podía existir la posibilidad de que Alizé hubiera quedado muy dañado por sus relaciones lascivas.

-Alizé… dioses, por favor, quiero verlo otra vez. Sólo una vez más, ¡sólo una más para que pueda arreglar mis errores!- Decía mientras juntaba sus manos y miraba hacia el cielo, como si estuviera rogando por un milagro.


Frente a sus ojos, no podía creer lo que estaba viendo. Quien balbuceaba a unos metros de distancia suya era Alizé. Era como si en verdad sus plegarias hubieran llegado a los oídos de deidades afables. Se limpió las lágrimas del rostro. La felicidad no la podía contener, ya que era como un torbellino que iba a desgarrar su cuerpo. Un brillo salió del ropaje que cubría el cuerpo de Apocalypse. La armadura del Berseker de la Destrucción se desvanecía, indicando que el siervo de Ares había abandonado totalmente su cuerpo. El amor que sentía por Alizé fue lo suficientemente fuerte para hastiar al guerrero de Ares.

Al sentirse liberado de las cadenas que representaba Apocalypse, corrió hacia su amor verdadero. No emitió palabra alguna, sólo se dirigió a él, cegado por sus sentimientos. Abrazó al joven sin pedir su consentimiento. Del mismo modo en el que se había atrevido a sostener el delicado y perfecto cuerpo del joven de cabello rosa, tuvo el deseo de robarle un beso apasionado.

Un final feliz para la historia de ambos.

Flashforward

Khrysis se encontraba mirando el techo blanquecino de una habitación cómoda y bien iluminada. Estaba acostada en cama, y con su cuerpo desnudo y oculto entre sabanas. Por la ventana se asomaba el sol de medio día. Era tarde ya, pero la feliz pareja había optado por no salir de la cama temprano. Ninguno de los dos se podía creer que por fin estuvieran juntos, sin obstáculos o enemigos que les impidieran seguir con su relación, sobre todo Khrysis. A su lado se hallaba Alizé, dormido y con la cara metida bajo las sabanas. Parecía que el pequeño de cabello rosáceo se cansaba más que su pareja cuando ambos expresaban su amor de manera física.

El apuesto pelirrojo se sentó en la cama, observando el rostro aniñado de Alizé. Su alma podía descansar en paz ahora que finalmente lo veía sereno y estable. Desde niño siempre había lucido afligido y melancólico aunque en su rostro hubiera una sonrisa hermosa todos los días. Ahora, cuando observaba una sonrisa en él podía garantizar que era genuina.

Pasó sus dedos por la melena rosa de Alizé, desordenándola y retirando los cabellos que ensombrecían su rostro. Era muy perfecto para esconderse tras el pelo. –Sólo espero que esto no sea un sueño. Aunque han pasado cuatro meses todavía no puedo creer que sea cierto.- Murmuró para sí. No podía creer que ya nada iba a poder separarlos y que ambos podrían amarse hasta el último de sus días. Y lo que más alegría le causaba era que sus sentimientos sí resultaron ser correspondidos.

Besó dulcemente la frente del joven: despierta dormilón, ya es muy tarde.

Desde que los dos se habían liberado de Phantasos y Apocalypse sus vidas volvieron a la normalidad, con la diferencia que ya ninguno transitaba por caminos solitarios. Pero lo más importante era que el pelirrojo iba a poder proteger a su amado, y que éste ya no se oponía más a la idea.


FIN
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Mensaje por Alize Vie Jul 15, 2011 9:05 pm



Desde el Mukai, el alma del dios Phantasos, observaba con curiosidad cómo el joven al que había tomado como recipiente ahora era libre. En el momento en el que había empezado a sentir el cosmos del otro chico que ahora lo abrazaba y besaba con tanto cariño, el alma de Alizé le pedía que le liberase, sólo para poder reencontrarse con él.

El Dios de alguna forma se sentía agradecido porque gracias al chico había podido renacer en aquella era, no obstante, ser el único Dios del sueño… no era algo que le agradase. Por primera vez ni sus hermanos, ni padre, ni el Dios Thanatos habían despertado. Sólo él.

Había visto lo que Alizé sufrió durante su crecimiento, había compartido con él su dolor y se había hecho a la tarea de vengarse en su nombre, no obstante, esa no era su guerra. Ahora sabía que aquellas heridas podían sanar gracias a aquel otro chico que le tenía entre sus brazos. Sólo por esta ocasión dejaría su cuerpo terrenal libre y volvería a su verdadero mundo, a su verdadero trabajo.

Ahora Alizé sería realmente libre.

Flashforward

Después de algunos meses de haber sido liberado por el dios Phantasos, sus sueños han sido de lo más tranquilos y felices que jamás pudo tener. Ahora podía descansar mejor, podía cerrar sus ojos y no ver las imágenes de Endimion castigando su cuerpo. Pensaba que aquello se debía a que ahora tenía a su lado a su amado Khrysis y que Phantasos vigilaba sus sueños. El día en que se encontró con el chico pelirrojo, el Dios le susurró algo cuando le liberó.

Se encontraba ahora durmiendo tan tranquilo sobre una suave cama, envuelto entre las sábanas completamente desnudo, a su lado se encontraba Khrysis acariciando su cabello y besando su frente. Pudo escuchar su voz a lo lejos justo después de recordar las amables palabras del Dios al despedirse. Se revolvió un poco entre su cobijo y después se volteó hacia el otro chico y abrir los ojos lentamente. Movió un poco la cabeza buscando con su mirada los ojos de su amante y le regaló una suave sonrisa. Se levantó lentamente y se quedó sentado también, su cabello estaba enmarañado y sus ojos un poco cansados e hinchados. Llevó sus manos a sus ojos para tallarlos un poco y bostezar, algunas lagrimillas cayeron hasta sus mejillas pero las limpió. Ahora miraba de nuevo a Khrysis sonriéndole nuevamente, se le acercó y besó suavemente sus labios. – Buenos Días – Susurró para el pelirrojo.

A partir de ahora vivirían como humanos normales, ajenos a los asuntos de los otros dioses, ajenos a un mundo que no fuera el suyo.
"Desde ahora serás feliz, Alizé. Desde ahora tus sueños serán tranquilos y hermosos, como siempre debieron ser. Vive y ama, Alizé."

END
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