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De paso, simplemente de paso
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De paso, simplemente de paso
El viento caminaba lentamente entre los árboles, haciendo mover las hojas de estos, con cierto grado de pereza. Meciendo levemente los pensamientos de la humanidad y alejando el rastro de aquellas cosas horribles en el pasado, o si no, al menos, intentándolo.
La noche cubría con su manto la tierra, y salpicaba con estrellas el firmamento, dejando ver muy claramente las figuras que en este se dibujaban, otorgando cierto grado de tranquilidad a quien quiera que las mirase, haciendo pensar a algunos, que alguien las habría puesto ahí y por una razón; para recordarnos que hay alguien por encima de los demás.
En medio del bosque, en ningún lugar especifico, el tronar de unas maderas al quemarse se podía escuchar, el fuego de una hoguera alumbraba levemente el medio del bosque, el olor de carne al cocerse se mezclaba con el de la madera al quemarse, y cierto dejo de especias.
Un campamento improvisado se dejaba ver, solo una bolsa de dormir y la fogata rodeada de piedras y un montón de arena al lado de esta, por si hubiese que apagar rápido aquel fuego. Era obvio que aquella persona sabía estar a la expectativa, y mas que nada, a la defensiva.
La figura claramente femenina parecía estar rodeada de sombras, las cuales parecieran que quisieran envolver a dicha figura, sin importar que el fuego ardiera frente a ella.
su mirada estaba fija en el fuego, una mirada perdida pero pensativa, ojos violeta que se clavaban en el fuego como si quisiera pagarlo solo por la orden de su mirada. Sus dedos se entrelazaban y su barbilla se recargaba en ellos, la espalda curvada en dirección hacia el fuego, y sentada en un tronco que parecía no del todo cómodo, pero eso parecía carecer de importancia.
El cabello negro de aquella mujer se ondeaba levemente con cada exhalación del viento, que arrastraba un poco de olor húmedo, seguramente por el río no muy lejos de ahí.
Había llegado al lugar después de andar todo el día, pensando, caminando sin un rumbo fijo, sin un lugar al cual pertenecer. Entrenar todos los días para ser mas fuerte y no ser vencida por nadie nunca mas, ser la mas fuerte de todos.
enfrentarse a los mas fuertes de cada aldea y vencerlos, claro, estos no oponían mucha resistencia, ella tenía un poder mas allá de que cualquier mujer podría pensar. Su fuerza era grande e implacable, brutal, como una bestia embistiendo todo lo que encontrase... pero aún faltaba algo, había algo mas que estaba vacío en ella, algo que faltaba, una pieza perdida.
ella lo sabía, y lo demostraba en una mueca echa en su rostro, una mueca de insatisfacción, de ira contenida-
La noche cubría con su manto la tierra, y salpicaba con estrellas el firmamento, dejando ver muy claramente las figuras que en este se dibujaban, otorgando cierto grado de tranquilidad a quien quiera que las mirase, haciendo pensar a algunos, que alguien las habría puesto ahí y por una razón; para recordarnos que hay alguien por encima de los demás.
En medio del bosque, en ningún lugar especifico, el tronar de unas maderas al quemarse se podía escuchar, el fuego de una hoguera alumbraba levemente el medio del bosque, el olor de carne al cocerse se mezclaba con el de la madera al quemarse, y cierto dejo de especias.
Un campamento improvisado se dejaba ver, solo una bolsa de dormir y la fogata rodeada de piedras y un montón de arena al lado de esta, por si hubiese que apagar rápido aquel fuego. Era obvio que aquella persona sabía estar a la expectativa, y mas que nada, a la defensiva.
La figura claramente femenina parecía estar rodeada de sombras, las cuales parecieran que quisieran envolver a dicha figura, sin importar que el fuego ardiera frente a ella.
su mirada estaba fija en el fuego, una mirada perdida pero pensativa, ojos violeta que se clavaban en el fuego como si quisiera pagarlo solo por la orden de su mirada. Sus dedos se entrelazaban y su barbilla se recargaba en ellos, la espalda curvada en dirección hacia el fuego, y sentada en un tronco que parecía no del todo cómodo, pero eso parecía carecer de importancia.
El cabello negro de aquella mujer se ondeaba levemente con cada exhalación del viento, que arrastraba un poco de olor húmedo, seguramente por el río no muy lejos de ahí.
Había llegado al lugar después de andar todo el día, pensando, caminando sin un rumbo fijo, sin un lugar al cual pertenecer. Entrenar todos los días para ser mas fuerte y no ser vencida por nadie nunca mas, ser la mas fuerte de todos.
enfrentarse a los mas fuertes de cada aldea y vencerlos, claro, estos no oponían mucha resistencia, ella tenía un poder mas allá de que cualquier mujer podría pensar. Su fuerza era grande e implacable, brutal, como una bestia embistiendo todo lo que encontrase... pero aún faltaba algo, había algo mas que estaba vacío en ella, algo que faltaba, una pieza perdida.
ella lo sabía, y lo demostraba en una mueca echa en su rostro, una mueca de insatisfacción, de ira contenida-
Celeste- Cantidad de envíos : 16
Re: De paso, simplemente de paso
Después de irme del templo de la Diosa de la primavera me dieron deseos enormes de merodear por un gran bosque, oler el aire con la fragancia de los frondosos árboles que me iban a estar rodeando dentro de poco. Tenía años sin visitar un bosque, no como el que Kore hizo aparecer, quería uno autentico, de la naturaleza misma. Aparecí en medio del bosque con mi teletransportación. Estaba muy a gusto al ir con mi disfraz femenino, iba mejor conmigo pero sin embargo el cuerpo del humano elegido por mí era completamente adecuado para todo lo que tenía pensado, hecho a la medida, hermoso. Y creer que aquel General depravado se había servido un banquete con mi persona, algo que hacía que me sintiera completamente sucio.
Con un simple giro hice que mi ingenioso aspecto femenino se desvaneciera y del mismo modo mi Kamei. Caminé despojado de mi vestimenta, sin importarme la hora, buscando una fuente de agua para poder retirarme una sensación de suciedad que me estaba molestando desde hacía un buen rato. Encontró el lugar ideal para relajarme. Me encontraba en un claro en medio de aquel bosque, en donde había un pequeño lago, un lugar muy hermoso en el que incluso se escuchaba a los pequeños animales emitir sus sonidos, trayéndome tranquilidad para poder darme un exquisito baño. Las aguas estaban heladas por lo que no pude evitar sentirlo frío. Tomaba porciones de agua con la mano y con ella limpiaba las zonas de la piel en las que Talos me había tocado, quería expulsar todas esas manchas en mi cuerpo perfecto.
Di un par de pasos al frente para ir a la parte más profunda para ser más fácil mi limpieza, remojándome varias veces, empapando mis cabellos rosados por los que escurrían las gotas cristalinas. No me agradaba mucho el bañarme a la intemperie, pude darme un buen baño en el templo de la Diosa primaveral pero se sentía algo más cómodo hacerlo ahí que en los dominios de Kore.
Una fresca brisa sopló, haciéndome temblar mientras el agua caía por mi cuerpo ausente de la presencia de ropa. Me recargué en el borde del lago junto a una gran roca lisa, viendo hacia el cielo y preparándome para salir en cualquier momento, aunque no le veía el caso ya que no tenía nada importante que hacer.
Con un simple giro hice que mi ingenioso aspecto femenino se desvaneciera y del mismo modo mi Kamei. Caminé despojado de mi vestimenta, sin importarme la hora, buscando una fuente de agua para poder retirarme una sensación de suciedad que me estaba molestando desde hacía un buen rato. Encontró el lugar ideal para relajarme. Me encontraba en un claro en medio de aquel bosque, en donde había un pequeño lago, un lugar muy hermoso en el que incluso se escuchaba a los pequeños animales emitir sus sonidos, trayéndome tranquilidad para poder darme un exquisito baño. Las aguas estaban heladas por lo que no pude evitar sentirlo frío. Tomaba porciones de agua con la mano y con ella limpiaba las zonas de la piel en las que Talos me había tocado, quería expulsar todas esas manchas en mi cuerpo perfecto.
Di un par de pasos al frente para ir a la parte más profunda para ser más fácil mi limpieza, remojándome varias veces, empapando mis cabellos rosados por los que escurrían las gotas cristalinas. No me agradaba mucho el bañarme a la intemperie, pude darme un buen baño en el templo de la Diosa primaveral pero se sentía algo más cómodo hacerlo ahí que en los dominios de Kore.
Una fresca brisa sopló, haciéndome temblar mientras el agua caía por mi cuerpo ausente de la presencia de ropa. Me recargué en el borde del lago junto a una gran roca lisa, viendo hacia el cielo y preparándome para salir en cualquier momento, aunque no le veía el caso ya que no tenía nada importante que hacer.
Alize- Cantidad de envíos : 83
Re: De paso, simplemente de paso
- Andando, andando. Ya es hora de aligerar la carga.
La voz de Morticus era firme pero sin encono. Los guardias empujaban a los reos disponiéndolos en columnas. Les comenzaban a encadenar de nuevo, por los grilletes con la salvedad de tener las manos libres. Morticus les miró sin indulgencia, todos ellos serían sus nuevos estudiantes.
- A partir de ahora están en camino de convertirse en verdaderos hombres. No la clase de sujetos que solían ser. Serán héroes y a la vez villanos, enarbolarán los deseos y la envidia de muchos. Desde este momento entrenarán sus cuerpos, afinaran sus mentes para volverse expertos guerreros.
Aquellas palabras declamadas en un romance fluido no le interesó mucho a Zelghadis. Él era un sujeto que no compartía las ideas de muchos, sin embargo lograba entender de que se trataba aquello. Y esto a su vez, estaba reafirmado en las palabras que Morticus le había dicho en aquella parada frente al descomunal edificio que le había asombrado.
Y aunque las explicaciones seguían él comenzaba a recordar lo que los romanos les obligaban a hacer en aquellos tiempos en los que eran prisioneros de guerra. Recordó a Khorvinus y su habilidad para derrotar a sus compañeros. Los custodios comenzaban a bajar las provisiones mientras las introducían en unos morrales. Morticus entonces expuso que el resto del camino serían los esclavos los que transportarían aquellos víveres hacia su nueva morada.
Los carros emprendieron la marcha, tres guardias se quedaron con ellos. Uno por uno fue equipado con un morral bien atiborrado de enseres y alimentos. El contrapeso era necesario, de no hacerlo más de uno hubiera sido vencido por efecto de la gravedad. Cuando todos estuvieron listos, uno de los guardias tomaba ubicación en punta y con un grito azorado les ponían a trotar con toda esa carga a sus espaldas. Empezaba así el acondicionamiento de todos ellos, trabajo físico que necesitarían para prevalecer en lo que sería su nuevo mundo.
La voz de Morticus era firme pero sin encono. Los guardias empujaban a los reos disponiéndolos en columnas. Les comenzaban a encadenar de nuevo, por los grilletes con la salvedad de tener las manos libres. Morticus les miró sin indulgencia, todos ellos serían sus nuevos estudiantes.
- A partir de ahora están en camino de convertirse en verdaderos hombres. No la clase de sujetos que solían ser. Serán héroes y a la vez villanos, enarbolarán los deseos y la envidia de muchos. Desde este momento entrenarán sus cuerpos, afinaran sus mentes para volverse expertos guerreros.
Aquellas palabras declamadas en un romance fluido no le interesó mucho a Zelghadis. Él era un sujeto que no compartía las ideas de muchos, sin embargo lograba entender de que se trataba aquello. Y esto a su vez, estaba reafirmado en las palabras que Morticus le había dicho en aquella parada frente al descomunal edificio que le había asombrado.
Y aunque las explicaciones seguían él comenzaba a recordar lo que los romanos les obligaban a hacer en aquellos tiempos en los que eran prisioneros de guerra. Recordó a Khorvinus y su habilidad para derrotar a sus compañeros. Los custodios comenzaban a bajar las provisiones mientras las introducían en unos morrales. Morticus entonces expuso que el resto del camino serían los esclavos los que transportarían aquellos víveres hacia su nueva morada.
Los carros emprendieron la marcha, tres guardias se quedaron con ellos. Uno por uno fue equipado con un morral bien atiborrado de enseres y alimentos. El contrapeso era necesario, de no hacerlo más de uno hubiera sido vencido por efecto de la gravedad. Cuando todos estuvieron listos, uno de los guardias tomaba ubicación en punta y con un grito azorado les ponían a trotar con toda esa carga a sus espaldas. Empezaba así el acondicionamiento de todos ellos, trabajo físico que necesitarían para prevalecer en lo que sería su nuevo mundo.
Zelghadis- Status :
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