entendiendo mi destino

Tras la salida de la capital, Chrystalle anduvo por varias zonas desconocidas pero que para su vista resultaban lugares agradables y calmados, perfecto para vivir en esos lugares donde puedes leer un libro sin interrupciones, acompañado de los paisajes. Pero nada de eso se comparaba con aquella imagen que quedaría grabada para siempre en la memoria de la joven austriaca, la imagen del mar se desplegaba frente a ella copando todo su vista panorámica.

La arena se encontraba tibia y el ambiente era bastante fresco, el aroma que Chrystalle percibió era frescura con una pequeña cuota de salinidad, ella camino hasta la orilla de la playa y se detuvo a tan solo uno o dos metros de las pequeñas olas que se formaban. Sus cabellos verduscos se elevaron y empezaron a mecer ce en son del viento, su vestido blanco imitaba aquella acción elevándose hasta las rodillas.

-Es una hermosa vista... Pero lo preferiría cubierto de nieve-

La joven observó el mar unos cuantos minutos más de pie, luego con delicadeza perteneciente a ella se sentó sobre la fina arena de la playa, se quitó las sandalias color blanco que combinaban con su vestido blanco. Estiro sus piernas lo más recto posible para que las pequeñas olas se encontraran con sus delicados pies descalzos.

El agua estaba en su punto para ella mientras para muchos podía estar muy fría, pero la frialdad del agua, hielo y otros materiales u objetos, no le afectaban a la joven austriaca. Se hecho hacia tras en la arena, recostando-se completamente en la playa, levanto su mano sobre su rostro para evitar que los rayos solares afectaran su vista. Era refrescante el estar allí, ya que el calor era algo que a Chrystalle no le agradara mucho.

-Se siente tan bien... Pero esta temperatura no se compara con Austria-

Últimamente, ella empezó a disfrutar el tomar descansos en lugares tranquilos, con poca gente y casi nada de ruido proveniente de calles colmadas de gente como lo eran las calles de Roma.

Varias voces se escucharon en el ambiente, por su sonido y fuerza Chrystalle sospechó que no debían estar muy lejos de ella. Giro su cabeza hacia su derecha y pudo observar como dos señoritas más o menos de su edad caminaban alegremente en dirección contraria de donde estaba la peliverde. Enfoco su mirada nuevamente al frente en dirección del firmamento, nuevos murmullos no muy audibles llegaron hasta sus oídos, ella pensó que serían las mismas jóvenes que había divisado mas esas voces eran más roncas informándole que su procedencia era de dos o más hombres. Ellos también se dirigían por el mismo camino que las muchachas habían tomado.

-¿Qué hay allí?... No está muy lejos supongo que puedo ir a ver-

Chrystalle se colocó las sandalias, levanto su abrigo azulado y sus cosas. Siguió a los jóvenes a cierta distancia y con prudencia alrededor de unos cinco minutos, el trayecto que la joven había seguido la condujo a un local muy parecido a un comedor, las mesas habían sido colocadas afuera del local y eran cubiertas por pequeñas palmeras, una combinación indicada para el clima tan caluroso.

Vio a las chicas sentadas en una de las mesas charlando alegremente, aquellos hombres ya se habían sentado y una señora no tan mayor se acercaba para atenderlos. Chrystalle decidió sentarse en un lugar poco apartado y en unos minutos la señora le dirigía la palabra.

- ¿Qué desea para tomar señorita?-

Chrystalle la miro un momento buscando una respuesta más no sabía el nombre de alguna bebida por la cual deba pedir, abrió la boca levemente y la cerro un par de veces, mas las palabras no salían de ella. La señora pareció entender su situación y con una calida sonrisa le hablo con voz calmada y parsimoniosa.

-Una bebida de frutas helada estará bien con este calor... No le parece-

-Tiene razón-

La amable señora se adentró al lugar para traer el pedido de Chrystalle y de otros clientes. Para ella el lugar era precioso, podías refrescarte y apreciar la vista del paisaje. La peliverde recostó coloco uno de sus codos en la mesa recostando su cabeza en ésta. Unos minutos después la señora regreso aunque no tan contenta como antes.

-Lamento decirle que no tenemos mucho hielo por eso la bebida no está lo suficientemente helada-

-No se preocupe, le agradezco el que me lo notifique-

La mujer asintió con una sonrisa y se marchó dejando la tranquilidad en la mesa de Chrystalle, ella agarró la bebida y la llevo a sus labios para beber un pequeño sorbo de ella, como lo había mencionado la señora la bebida no estaba helada para el gusto de la peliverde. Ella suspiro con pesadez.

-Como me gustaría que estuviera fría... muy fría realmente-

En ese instante Chrystalle sintió que algo recorría su cuerpo como si una energía extraña se formara dentro de su ser. Aquella escencia era fría pero cálida a la vez, la frialdad le recordaba a lo que trataba de ser y la calidez de proteger a alguien importante para ella, aunque por ahora no tuviera a alguien así de importante. Vio como su mano que sostenía la copa se formaban algunos copos de nieve.

-¿Nieve?... ¿De dónde proviene? ¿Y con este calor?-

Chrystalle trató de comprender lo que sucedía y unas palabras del hombre que le salvo la vida hace años se escucharon en su mente.

-Tienes un poder sobre el hielo que no todos tienen. Me gustaría decírtelo pero prefiero que lo aprendas y lo descubras tu sola-

La joven tomó nuevamente la bebida y le dio un sorbo, sus orbes violetas se agrandaron de la impresión, ella retiró la bebida con delicadeza degustando de la bebida que ahora estaba bien helada, su vista se fijó de nuevo en su mano y la examinó por completo buscando el motivo mas le era desconocido.

-Es esto de lo que hablabas...-

Aún se encontraba sentada tratando de organizar sus ideas sobre lo que le ocurría, aún le costaba entender lo que había ocurrido pero aquellas palabras de su maestro tenían mucho sentido ahora que los pensaba con más detalle.

-¿Porque no lo dijo antes?. Debió hacerlo cuando se dio cuenta-

Chrystalle se preguntaba por qué sucedía todo ahora, porque después de aquel encuentro con Talos y porque después que se decidiera ir a algún otro sitio para tener la vida de descanso y paz que en su interior añoraba pero sabía que sería imposible que lo encontrara. Se tomó la cabeza con ambas manos pensando que debía hacer a continuación pero por más que lo pensara sólo había una cosa que podía hacer.

-Debo ir a Asgard, seguramente está él ahí-

Con la decisión tomada ya en un destino fijo, la joven se levantó de la mesa sin terminar su bebida, coloco el pago respectivo al lado de la bebida y se marchó sin decir nada por el mismo sendero que la había llevado hasta este lugar. La señora vio como la joven se alejaba, trato de hablarle pero no pudo alcanzarla, se acercó a la mesa a coger la paga y toco el vaso que almacenaba la bebida.

El vaso cayó al suelo sin quebrarse ya que fue amortiguado por la arena pero el líquido interno se derramó, la señora había dejado caer la bebida de la impresión que se llevo al notar la frialdad de ésta, miro una vez más a la joven pero ella ya había caminado lo suficiente para no ver su silueta a la vista.