La milenaria tierra cuna de la humanidad

Tras largas jornadas garianca se adentro en tierras extrañas, nunca había estado tan lejos de su casa pero sabia que era necesario que hiciera el peligroso viaje, era consciente que en el futuro cercano tendría que viajar por el desierto razón por la cual decidió descansar en una pequeña aldea en las orillas del nilo, la cual pese a su tamaño estaba claro que había sido un lugar de grandes riquezas en las épocas de antaño, las paredes de todas las edificaciones tenían hermosos grabados del imperio antiguo, aunque estaban bastante opacas por el desgaste del tiempo aun se alcanzaban a notar los tonos azules y ocre al recibir los rayos del sol que se ponía en el horizonte, solo había una calle, perfectamente empedrada en caliza en sentido occidente oriente, lo que hacia ver toda la aldea como un único pasillo, con 4 casas a la derecha y 4 a la izquierda, separadas cada una por un pequeño jardín con arboles y flores de cada uno de los rincones de Egipto, cada casa tenia tallados en sus cuatro costados, narrando historias de algunos de los dioses egipcios, al final de todo esto en el extremo oriental de la aldea se erigía un templo de tres pisos, sin ventanas pero con una gran terraza en la que se alcanzaban a ver algunos arboles llenos de flores y una enorme fuente central en forma de cobra, rodeada de estatuas de faraones, con un exterior de mármol y granito, era la única estructura que no parecía abandonada, sus paredes estaban limpias aunque no tenían ningún grabado, la única entrada era un gran portón de oro.

En cuanto piso la calle un gran escalofrió recorrió todo su cuerpo, aunque agotado por el viaje decidió buscar un lugar donde pudiese pasar la noche que se acercaba, había un extraño silencio en aquel lugar, no se escuchaba el cercano río, todas las casas tenían sus puertas bloqueadas, y los jardines rebosantes de hermosas flores misteriosamente no albergaban ningún animal, ni siquiera el viento soplaba a través de la aldea, pero cuando el sol llego a su punto mas bajo el reflejo de el gran portón de oro se reunió alumbrando un lugar lejano en el desierto, esta cegadora luz hizo notar a garianca que este lugar era mucho mas que una simple aldea abandonada, decidido a investigar lo que ocurría se dirigió directamente al portón, también se encontraba bloqueado, tras fallar al intentar forzar la puerta garianca estableció su campamento en uno de los jardines, esperando a la mañana siguiente para poder buscar otro lugar donde abastecerse antes de entrar al desierto, parecía un lugar seguro y era tan pacifico que garianca cayo rápidamente en un profundo sueño.

Un fuerte ruido despertó a garianca, aun era de noche, pero todo estaba tan iluminado como si fuera de día, la luna se encontraba en su cenit y el gran portón de oro se encontraba abierto, apresurándose para no perder la oportunidad de ver el interior del templo olvido sus armas e ingreso descalzo y sin armadura, era un gran salón, con una blancura incomparable, pero completamente vacío, ni siquiera logro ver donde se encontraban las escaleras para subir a la hermosa azotea, de repente escucho una voz desde atras suyo: