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Colonia Errante
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Colonia Errante
Cuanto tiempo ah pasado? fueron mis palabras al abrir mis ojos. Me encontraba camino a una de las colonias que se alojaban sobre el hermoso río dorado del Nilo, en busca de la única persona que tenia en este mundo, y de la cual muchas veces responsabilice por la amarga y dolorosa vida que me toco llevar, mi madre.
Tras haber dejado el circo al que pertenecía, y cometer varios crímenes, me decidí volver al Egipto con la única intención de reencontrarme con mi madre y aclarar muchas cosas que quedaron en el tintero de mi vida. Después de tantas desgracias sufridas y malas jugadas de los Dioses para mi persona, opté por encaminarme sola y no temer mas a nadie, puesto que mis años de aprendizaje en técnicas de lucha me daban ese toque de seguridad que antes cuando era mas pequeña no lo tenia.
Me sentía mas madura, lo suficientemente para conllevar una charla común con aquella persona que no dudo dos segundos en desprenderme de sus brazos y dejarme olvidada en los registros de su vida. Por suerte conocía su cara, como olvidarla, si cada vez que alguien jugaban conmigo me perdía en mis recuerdos donde su tierna mirada tan protectora me alentaba a seguir adelante.
Miraba al celeste cielo que caracterizaba a las tierras de los Faraones, y el sol donde el mismo Rá con sus cálidos rayos apuntaba a la tierra que alguna vez fue grande, y hoy perece lentamente en la esclavitud. Roma ya estaba acentada en sus nuevos terrenos, y su sirviente era el ciudadano egipcio, quien ahora pagaba los años de maltratos a esclavos hebreos y de otras razas con su propio sudor, su propia sangre.
Me levanté del pequeño Oasis donde me encontraba y seguí mi camino por las arenas calientes que acompañaban mi aventura, las brisas que me envolvían parecían como si fueran arrastradas del mismo infierno, y la temperatura superaba cualquier volcán. Ocupé la última botella de cuerpo que contenía agua y tome mas fuerzas hasta encontrar con la población donde seguro estaría mi madre como esclava.
Al caer la tarde pude dar con una colonia bastante chica, al parecer eran nómadas por sus establecimientos semi armados a la orilla de un Río, me acerque cuidadosamente para observar el movimiento que se producía en este lugar -si había algo para lo que era buena, precisamente era para ser cautelosa- me tomé mi tiempo y quede escondida detrás de uno de los escasos arboles que había en el terreno para descifrar si estaba en territorio amigo o enemigo.
Tras haber dejado el circo al que pertenecía, y cometer varios crímenes, me decidí volver al Egipto con la única intención de reencontrarme con mi madre y aclarar muchas cosas que quedaron en el tintero de mi vida. Después de tantas desgracias sufridas y malas jugadas de los Dioses para mi persona, opté por encaminarme sola y no temer mas a nadie, puesto que mis años de aprendizaje en técnicas de lucha me daban ese toque de seguridad que antes cuando era mas pequeña no lo tenia.
Me sentía mas madura, lo suficientemente para conllevar una charla común con aquella persona que no dudo dos segundos en desprenderme de sus brazos y dejarme olvidada en los registros de su vida. Por suerte conocía su cara, como olvidarla, si cada vez que alguien jugaban conmigo me perdía en mis recuerdos donde su tierna mirada tan protectora me alentaba a seguir adelante.
Miraba al celeste cielo que caracterizaba a las tierras de los Faraones, y el sol donde el mismo Rá con sus cálidos rayos apuntaba a la tierra que alguna vez fue grande, y hoy perece lentamente en la esclavitud. Roma ya estaba acentada en sus nuevos terrenos, y su sirviente era el ciudadano egipcio, quien ahora pagaba los años de maltratos a esclavos hebreos y de otras razas con su propio sudor, su propia sangre.
Me levanté del pequeño Oasis donde me encontraba y seguí mi camino por las arenas calientes que acompañaban mi aventura, las brisas que me envolvían parecían como si fueran arrastradas del mismo infierno, y la temperatura superaba cualquier volcán. Ocupé la última botella de cuerpo que contenía agua y tome mas fuerzas hasta encontrar con la población donde seguro estaría mi madre como esclava.
Al caer la tarde pude dar con una colonia bastante chica, al parecer eran nómadas por sus establecimientos semi armados a la orilla de un Río, me acerque cuidadosamente para observar el movimiento que se producía en este lugar -si había algo para lo que era buena, precisamente era para ser cautelosa- me tomé mi tiempo y quede escondida detrás de uno de los escasos arboles que había en el terreno para descifrar si estaba en territorio amigo o enemigo.
Angel Kitzia- Cantidad de envíos : 6
Re: Colonia Errante
"Nunca confíes en las personas, y menos en aquellas que parecen mas inocentes"
me repetía continuamente mientras observaba jugar a unos pequeños cerca del río, tan emocionados y distraídos, desconociendo los peligros del mundo. Las carcajadas de los niños me hacían sentir mal ¿por que no tuve una infancia así de buena? volvía a pensar que mi camino de sufrimiento comenzaba por el abandono, aquel que no me dejaba dormir tranquila ¿era tan difícil criar a una niña?.
Acercándome con mas cuidado intenté adentrarme mas, a tal punto de ver los grupos de personas que se encontraban reunidas en una de las carpas mas grande, al parecer era una reunión. Acomodé un poco mi cintura ya que la posición que tenía entre la oscuridad no era favorable, crucé mis brazos hacia atrás y un bostezo se apodero mi próxima acción.
No me di cuenta cuando uno de los niños estaba mirándome fijamente ¿que hacer? lo primero que se me cruzó por la cabeza fue asesinarlo, pero generaría mas sospechas, entonces con mis mejores muecas y actuaciones comencé a levantar un show para así agradar su momento y lograr que no emitiera palabra alguna. Una tras otra las deformaciones llegaron a mi cara, dejando a la vista del niño diversas expresiones que fueron de su agrado. Mi mejor amiga "la acrobacia" se hizo presente, llevando a mi destreza a un grado de levitar por el aire prendida de mi dedo del pie, y muchas otras cosas que emocionaron al infante.
Cuando pensé que era el momento de terminar con el espectáculo me llevé una gran sorpresa, los demás niños fueron a alertar a los adultos de mi presencia y los mas fuertes no tardaron en llegar cargados de armas de gran filo. No paso ni cinco minutos para que puedan rodearme por completo, amagando distintos golpes hacia mi.
-Eres una enviada de Roma verdad? te mataremos en este instante!! refutaban los guerreros.
- No por favor!! deténganse!!
esas palabras atravesaron mi mente y mi corazón, conocía esa vos, la que me cantaba todas las noches sinfonías de la luna, cuando yo era una pequeña. Quedé paralizada al verla, su parecido conmigo era demasiado con las diferencias de nuestro físico, ella no tenía marcas del deseo del hombre, no a tal extremo como mi cuerpo.....
me repetía continuamente mientras observaba jugar a unos pequeños cerca del río, tan emocionados y distraídos, desconociendo los peligros del mundo. Las carcajadas de los niños me hacían sentir mal ¿por que no tuve una infancia así de buena? volvía a pensar que mi camino de sufrimiento comenzaba por el abandono, aquel que no me dejaba dormir tranquila ¿era tan difícil criar a una niña?.
Acercándome con mas cuidado intenté adentrarme mas, a tal punto de ver los grupos de personas que se encontraban reunidas en una de las carpas mas grande, al parecer era una reunión. Acomodé un poco mi cintura ya que la posición que tenía entre la oscuridad no era favorable, crucé mis brazos hacia atrás y un bostezo se apodero mi próxima acción.
No me di cuenta cuando uno de los niños estaba mirándome fijamente ¿que hacer? lo primero que se me cruzó por la cabeza fue asesinarlo, pero generaría mas sospechas, entonces con mis mejores muecas y actuaciones comencé a levantar un show para así agradar su momento y lograr que no emitiera palabra alguna. Una tras otra las deformaciones llegaron a mi cara, dejando a la vista del niño diversas expresiones que fueron de su agrado. Mi mejor amiga "la acrobacia" se hizo presente, llevando a mi destreza a un grado de levitar por el aire prendida de mi dedo del pie, y muchas otras cosas que emocionaron al infante.
Cuando pensé que era el momento de terminar con el espectáculo me llevé una gran sorpresa, los demás niños fueron a alertar a los adultos de mi presencia y los mas fuertes no tardaron en llegar cargados de armas de gran filo. No paso ni cinco minutos para que puedan rodearme por completo, amagando distintos golpes hacia mi.
-Eres una enviada de Roma verdad? te mataremos en este instante!! refutaban los guerreros.
- No por favor!! deténganse!!
esas palabras atravesaron mi mente y mi corazón, conocía esa vos, la que me cantaba todas las noches sinfonías de la luna, cuando yo era una pequeña. Quedé paralizada al verla, su parecido conmigo era demasiado con las diferencias de nuestro físico, ella no tenía marcas del deseo del hombre, no a tal extremo como mi cuerpo.....
Angel Kitzia- Cantidad de envíos : 6
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