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Desfile Tradicional de Bienvenida
Recuerdo del primer mensaje :
Finalmente el día que tanto tenía a Roma agitada y emocionada había llegado: El regreso de todos los hombres, padres, hijos y hermanos de Roma a su tierra, a su hogar.
Era un hermoso día, con el sol brillante, una dulce y fresca brisa se levantaba en el aire romano, el cielo azul con unas cuantas nubes que se podían contar con los dedos de la mano, aún persistía aquella tonalidad naranja en algunas partes del cielo, recalcando que Roma recibiría algo más que los hombres de Vergilius.
Las calles de la ciudad se encontraban atiborradas de gente, los bullicios, las prisas, Roma entera se encontraba eufórica por dicho evento.
Las cosas marchaban perfectamente, tal como se había planeado, las calles estaban limpias, y ya estaban ubicados a lado y lado de éstas todos los adornos y demáses accesorios idóneos para el recibimiento.
Las doncellas en sus posiciones, los soldados trompetistas de igual modo, todo estaba listo cuando asomara la primera figura de un soldado de Vergilius para desencadenar así el desfile.
Un buen rato había pasado, el sol había cambiado su posición en el cielo, cuando la primera trompeta se escuchó y como efecto domino una a una las trompetas de los soldados que estaba encargados de esta labor comenzaron a sonar, indicando que finalmente los hombres de Roma estaban haciendo presencia en su pueblo.
Un emisario gritaba por la calle principal de Roma: - Nuestros Heroes han llegado!!...... Nuestros hermanos ya están en Roma!!!!!
El joven gritaba anunciando la gran noticia, los que no habían salido a las calles asomanron sus cuerpos por los balcones mientras divisaban el avance de aquellas tropas, a su paso les lanzaban pétalos de flores blancas, rojas y amarillas, otros lanzaban hojas de laurel y hojas de olivo, todo un hermoso espectaculo que vanagloriaban a nuestros hombres.
Las chiquillas que cargaban hermosos ramos de flores avanzaban adelante de las tropas sonriendo, lanzando ellas también un pupurri de pétalos
Los hombres marchaban con orgullo, con la mirada en alto, mientras pétalos y hojas caían en sus rostros y se filtraban en sus armaduras, pasos sincronizados, a paso firme e imponente un hermoso sonido que se extendía varios metros a la redonda.
La caravana mostraba a nuestros hermanos heridos que eran sostenido por un hermano guerrero, camillas que traían los cuerpos sin vida de otros hermanos nuestros. Aún así se les recibía como heroes por que eso eran: Heroes ya que dieron sus vidas por Roma.
Varios soldados emocionados se acercaban a los hombres para darles la mano, querian tocar y tener aquella fortaleza y buena fortuna que caracterizaba a los guerreros romanos.
El desfile avanzaba maravillosamente, aplausos, llantos, gritos y alguno que otro desmayo, al emoción embargaba a toda roma, la felicidad poseía a todo un imperio.
El soldado que anunciaba con su pasar la llegada del ejército, dejaba su corazón en cada palabra que salía dentro de él: - Roma Roma!!!! sus hijos han llegado sanos y salvos!!!!!!
Cada ciudadano se ponía al tanto, saliendo a las calles y lanzando flores dandole la bienvenida a los hijos de Roma.
El desfile se llevaba sin contratiempos, el avance se hacía en buen tiempo hasta que las doncellas romanas fueron las primeras en mostrarse entrando al Coliseo. En el se encontraba la sociedad entera, las familias más respetables de Roma, la Familia del Emperador.
Finalmente el día que tanto tenía a Roma agitada y emocionada había llegado: El regreso de todos los hombres, padres, hijos y hermanos de Roma a su tierra, a su hogar.
Era un hermoso día, con el sol brillante, una dulce y fresca brisa se levantaba en el aire romano, el cielo azul con unas cuantas nubes que se podían contar con los dedos de la mano, aún persistía aquella tonalidad naranja en algunas partes del cielo, recalcando que Roma recibiría algo más que los hombres de Vergilius.
Las calles de la ciudad se encontraban atiborradas de gente, los bullicios, las prisas, Roma entera se encontraba eufórica por dicho evento.
Las cosas marchaban perfectamente, tal como se había planeado, las calles estaban limpias, y ya estaban ubicados a lado y lado de éstas todos los adornos y demáses accesorios idóneos para el recibimiento.
Las doncellas en sus posiciones, los soldados trompetistas de igual modo, todo estaba listo cuando asomara la primera figura de un soldado de Vergilius para desencadenar así el desfile.
Un buen rato había pasado, el sol había cambiado su posición en el cielo, cuando la primera trompeta se escuchó y como efecto domino una a una las trompetas de los soldados que estaba encargados de esta labor comenzaron a sonar, indicando que finalmente los hombres de Roma estaban haciendo presencia en su pueblo.
Un emisario gritaba por la calle principal de Roma: - Nuestros Heroes han llegado!!...... Nuestros hermanos ya están en Roma!!!!!
El joven gritaba anunciando la gran noticia, los que no habían salido a las calles asomanron sus cuerpos por los balcones mientras divisaban el avance de aquellas tropas, a su paso les lanzaban pétalos de flores blancas, rojas y amarillas, otros lanzaban hojas de laurel y hojas de olivo, todo un hermoso espectaculo que vanagloriaban a nuestros hombres.
Las chiquillas que cargaban hermosos ramos de flores avanzaban adelante de las tropas sonriendo, lanzando ellas también un pupurri de pétalos
Los hombres marchaban con orgullo, con la mirada en alto, mientras pétalos y hojas caían en sus rostros y se filtraban en sus armaduras, pasos sincronizados, a paso firme e imponente un hermoso sonido que se extendía varios metros a la redonda.
La caravana mostraba a nuestros hermanos heridos que eran sostenido por un hermano guerrero, camillas que traían los cuerpos sin vida de otros hermanos nuestros. Aún así se les recibía como heroes por que eso eran: Heroes ya que dieron sus vidas por Roma.
Varios soldados emocionados se acercaban a los hombres para darles la mano, querian tocar y tener aquella fortaleza y buena fortuna que caracterizaba a los guerreros romanos.
El desfile avanzaba maravillosamente, aplausos, llantos, gritos y alguno que otro desmayo, al emoción embargaba a toda roma, la felicidad poseía a todo un imperio.
El soldado que anunciaba con su pasar la llegada del ejército, dejaba su corazón en cada palabra que salía dentro de él: - Roma Roma!!!! sus hijos han llegado sanos y salvos!!!!!!
Cada ciudadano se ponía al tanto, saliendo a las calles y lanzando flores dandole la bienvenida a los hijos de Roma.
El desfile se llevaba sin contratiempos, el avance se hacía en buen tiempo hasta que las doncellas romanas fueron las primeras en mostrarse entrando al Coliseo. En el se encontraba la sociedad entera, las familias más respetables de Roma, la Familia del Emperador.
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Diva- Berseker de Ares
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Ju...parece que hemos llamado la atención de la mujer actual del Emperador… comentó Octavius, viendo como la bruja de cabellos negros desaparecía de su vista y salía del palco principal, perdiéndose por al menos un minuto y reaparecer en camino a su posición mientras arrastraba a otra mujer con un desprecio más que evidente en su rostro. Luego de estar lo bastante cerca simplemente había lanzado a la de piel más oscura en dirección al hermano mayor como si fuera un…tributo? Sacrificio? O algo más? Octavius no tenía la menor idea, pero se notaba que la pelirroja no era bastante apreciada por la “Emperatriz” y que alguien se ganara el odio desmedido de una mujer de tan alta posición era…extraño. Desde cuando los miembros de la nobleza se molestaban en castigar personalmente a los esclavos rebeldes? Desde nunca, así que o bien la bruja le tenía un rencor personal a la otra o bien aquella esclava tenía o sabía algo relacionado con la egipcia.
Que es esto? Un tributo a los recién llegados? Bastante interesante… dijo el heredero al trono de Roma, dando un paso hacia delante mientras le daba unos toques a Verenice con la punta de sus botas, midiendo y analizando un poco la condición de la chica, cuya cara no mostraba más que desprecio…si, de seguro que sería una pieza valiosa de ahora en adelante, lo presentía…o más bien, en lugar de presentirlo lo sabía con una certeza que no lograba precisar bien, aunque no era lo más idóneo, confiar en sus presagios lo había salvado incontables veces en territorio bárbaro en esos 13 años de ausencia total. No es lo mejor que podrían haberme dado al regresar a casa después de tanto tiempo, pero lo acepto…
Y ahora si me disculpan…creo que me retiraré, no creo tener la paciencia y el tiempo necesario como para recordar rostros e intentar discernir entre esa horda de políticos y niñas que se acercan. Expresó con indiferencia al ver varias personas que se acercaban al centro de la arena desde el palco central… justamente lo que no quería en esos mismos instantes después de regresar a su Patria: lidiar con políticos, aunque eventualmente tendría que hacerlo, en lo particular no veía que fuera el momento adecuado para ello dado el cansancio y la poca disposición con la que contaba. Vergilius, hablaremos más tarde... puede decirse lo mismo de usted su majestad finalizó con una última mirada hacia su hermano seguida de un movimiento fluido con el que se volvió para luego indicarle por señas a la pelirroja que lo siguiera, después de todo ahora ella era su esclava, su nueva pieza en el tablero y había llegado la hora de ver de que era capaz esa ficha en particular.
Que es esto? Un tributo a los recién llegados? Bastante interesante… dijo el heredero al trono de Roma, dando un paso hacia delante mientras le daba unos toques a Verenice con la punta de sus botas, midiendo y analizando un poco la condición de la chica, cuya cara no mostraba más que desprecio…si, de seguro que sería una pieza valiosa de ahora en adelante, lo presentía…o más bien, en lugar de presentirlo lo sabía con una certeza que no lograba precisar bien, aunque no era lo más idóneo, confiar en sus presagios lo había salvado incontables veces en territorio bárbaro en esos 13 años de ausencia total. No es lo mejor que podrían haberme dado al regresar a casa después de tanto tiempo, pero lo acepto…
Y ahora si me disculpan…creo que me retiraré, no creo tener la paciencia y el tiempo necesario como para recordar rostros e intentar discernir entre esa horda de políticos y niñas que se acercan. Expresó con indiferencia al ver varias personas que se acercaban al centro de la arena desde el palco central… justamente lo que no quería en esos mismos instantes después de regresar a su Patria: lidiar con políticos, aunque eventualmente tendría que hacerlo, en lo particular no veía que fuera el momento adecuado para ello dado el cansancio y la poca disposición con la que contaba. Vergilius, hablaremos más tarde... puede decirse lo mismo de usted su majestad finalizó con una última mirada hacia su hermano seguida de un movimiento fluido con el que se volvió para luego indicarle por señas a la pelirroja que lo siguiera, después de todo ahora ella era su esclava, su nueva pieza en el tablero y había llegado la hora de ver de que era capaz esa ficha en particular.
Octavius- Dios/a
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Las palabras no se cruzaban entre nosotros, seguía mirandolos, esperando que alguno de los dos se dirigiera a la muchedumbre, a los ancianos y arrastrados miembros del Senado o a mi, pero eso no pasaba.
Dejé de mirarlos, para ver la esclava, la maldita Verenice que tanto tiempo atrás fue un dolor de cabeza para Egipto en su momento, la negra mostraba una sonrisa, acaso le parecía divertido todo lo que estaba pasando o tal vez estaba feliz porque recibiría la muerte como castigo por sus descarados actos. La miraba fijamente imaginando una y otra vez las distintas muertes a la que la expondría, siendo un espectaculo para mis ojos y una tortuna para su vida.
Levaté la vista en el momento en que el recién "llamado" Octavius daba unas palabras de manera indirecta a mi persona, porque no lo hacía con la propiedad del caso, sin mostrar ni prestar mucho cuidado a esas pequeñes que sobraban en ese exclusivo momento, asumí así mismo que lo que decía era para la Emperatriz. Esperé que terminara, sentia burla en sus palabras: "Que es esto? Un tributo a los recién llegados? Bastante interesante…
-No es lo mejor que podrían haberme dado al regresar a casa después de tanto tiempo, pero lo acepto…"
No sabía que me sucedía con aquel hombre pero podía sentir que por momentos no era completamente yo, perdía los estribos, acaso ......ese sujeto tenía tanto poder que no me había percatado de ello?
Lo miré, levantando mi ceja izquierda, mostrando una sutil y burlezca sonrisa expresé:
- Tómalo como mejor te convenga ..... de saber quién eras y quién eres ..... podría haber hecho algo ..... "mejor" La ironía se mostraba oculta en las últimas palabras, retomé dejando de mirarlo y ahora viendo a Vergilius:
- Tu hermano.... señalándolo, -.... gusta de celebraciones sencillas, no es muy dado a eventos ostentosos.
Vergilius permanecía allí, observando nada más, callado tan callado como siempre.
En ese momento, Octavius como bien lo llamaba el pueblo romano reunido en la gradas, se despedía no tenía ganas de hablarle a su propio pueblo ni a sus dirigentes, bastante arrogante para ser alguien que durante tantos años se le consideró muerto y ahora se le consideraba un heroe, la negra de cabellos de fuego se levantó, siguiendo los pasos del que ahora sería su nuevo "amo", sabía que no duraría mucho, el orgullo de Verenice sólo haría que su muerte se adelantará, me giré, comencé a caminar en dirección a las escalinatas mientras sonreía, gozaba con lo que sufriría la estúpida guerrera, sonreía con la actitud del nuevo sucesor del Emperador, mis pensamientos estaban enfocados en una cosa: - Octavius regresó y no significa nada ni es nada ..... jah! y ese es quién sobre sus hombros tendrá la responsabilidad de guiar este imperio en un futuro ...... próximo!...... Jah! Jah!
Regresándome de nuevo al palco principal para continuar con aquella celebración y por ende terminarla pronto.
Dejé de mirarlos, para ver la esclava, la maldita Verenice que tanto tiempo atrás fue un dolor de cabeza para Egipto en su momento, la negra mostraba una sonrisa, acaso le parecía divertido todo lo que estaba pasando o tal vez estaba feliz porque recibiría la muerte como castigo por sus descarados actos. La miraba fijamente imaginando una y otra vez las distintas muertes a la que la expondría, siendo un espectaculo para mis ojos y una tortuna para su vida.
Levaté la vista en el momento en que el recién "llamado" Octavius daba unas palabras de manera indirecta a mi persona, porque no lo hacía con la propiedad del caso, sin mostrar ni prestar mucho cuidado a esas pequeñes que sobraban en ese exclusivo momento, asumí así mismo que lo que decía era para la Emperatriz. Esperé que terminara, sentia burla en sus palabras: "Que es esto? Un tributo a los recién llegados? Bastante interesante…
-No es lo mejor que podrían haberme dado al regresar a casa después de tanto tiempo, pero lo acepto…"
No sabía que me sucedía con aquel hombre pero podía sentir que por momentos no era completamente yo, perdía los estribos, acaso ......ese sujeto tenía tanto poder que no me había percatado de ello?
Lo miré, levantando mi ceja izquierda, mostrando una sutil y burlezca sonrisa expresé:
- Tómalo como mejor te convenga ..... de saber quién eras y quién eres ..... podría haber hecho algo ..... "mejor" La ironía se mostraba oculta en las últimas palabras, retomé dejando de mirarlo y ahora viendo a Vergilius:
- Tu hermano.... señalándolo, -.... gusta de celebraciones sencillas, no es muy dado a eventos ostentosos.
Vergilius permanecía allí, observando nada más, callado tan callado como siempre.
En ese momento, Octavius como bien lo llamaba el pueblo romano reunido en la gradas, se despedía no tenía ganas de hablarle a su propio pueblo ni a sus dirigentes, bastante arrogante para ser alguien que durante tantos años se le consideró muerto y ahora se le consideraba un heroe, la negra de cabellos de fuego se levantó, siguiendo los pasos del que ahora sería su nuevo "amo", sabía que no duraría mucho, el orgullo de Verenice sólo haría que su muerte se adelantará, me giré, comencé a caminar en dirección a las escalinatas mientras sonreía, gozaba con lo que sufriría la estúpida guerrera, sonreía con la actitud del nuevo sucesor del Emperador, mis pensamientos estaban enfocados en una cosa: - Octavius regresó y no significa nada ni es nada ..... jah! y ese es quién sobre sus hombros tendrá la responsabilidad de guiar este imperio en un futuro ...... próximo!...... Jah! Jah!
Regresándome de nuevo al palco principal para continuar con aquella celebración y por ende terminarla pronto.
Diva- Berseker de Ares
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Poco a poco aquel palco se llenaba de más personajes, por un momento pensé que en medio de la festividad sería dada en sacrificio y muestra a todo el Imperio Romano como castigo por mi ofensa a la actual Emperatriz. De pronto ésta me tomaba del brazo, apretandolo fuerte eso me hizo exteriorizar una expresión de dolor, y comenzó a arrastrarme por la salida del palco, bajando unas escalinatas y finalmente atravesar la arena de aquel Coliseo.
El recinto enmudeció en el momento en que vieron a la Soberana de Roma ingresar a la arena del ruedo y lanzandome a los pies de aquel hombre que momentos atrás me dedicaba una mirada que me descubria el alma.
Sabía que era mi fin, sabía que Diva no se quedaría tan tranquila hasta no ver mi sangre correr y teñir aquella arena, sin embargo así supiera que mi muerte estaba cerca, sonreí, mis labios mostraban el placer de saber que dije lo que tanto tiempo atrás queria decirle y escupirle la que en su momento fue quien sometió a mi ejército, gozaba y disfrutaba recordarle lo que era, aunque eso me hubiese costado la vida, entonces comencé a sentir que me toqueaban con la punta de un zapato, seguía sonriendo, aquel acto lo traduje como la valoración de la carne que en instantes sería cortada, mi corazón comenzó a latir velozmente, quería salirse de mi pecho, por momentos tenía intensión de tomar la espada que portaba el romano y rebanar el cuello de la Egipcia, por momentos mi instinto me decía que era la oportunidad de escapar, simplemente me quedé ahí tendida esperando mi sentencia, más fue mi sorpresa cuando el hombre de rostro duro simplemente me dijo que lo siguiera, momento en que la Reina de Roma se dirigía a él, ignoré sus palabras, las palabras de ambos, sólo me levanté y hablando en mi propia lengua esbocé:
- Van die een na die ander ..... 'n spel tussen die Romeine (De uno a otro ..... un juego entre romanos)
Mientras avanzaba a la espalda de aquel sujeto y desapareciendo con mi nuevo dueño.
El recinto enmudeció en el momento en que vieron a la Soberana de Roma ingresar a la arena del ruedo y lanzandome a los pies de aquel hombre que momentos atrás me dedicaba una mirada que me descubria el alma.
Sabía que era mi fin, sabía que Diva no se quedaría tan tranquila hasta no ver mi sangre correr y teñir aquella arena, sin embargo así supiera que mi muerte estaba cerca, sonreí, mis labios mostraban el placer de saber que dije lo que tanto tiempo atrás queria decirle y escupirle la que en su momento fue quien sometió a mi ejército, gozaba y disfrutaba recordarle lo que era, aunque eso me hubiese costado la vida, entonces comencé a sentir que me toqueaban con la punta de un zapato, seguía sonriendo, aquel acto lo traduje como la valoración de la carne que en instantes sería cortada, mi corazón comenzó a latir velozmente, quería salirse de mi pecho, por momentos tenía intensión de tomar la espada que portaba el romano y rebanar el cuello de la Egipcia, por momentos mi instinto me decía que era la oportunidad de escapar, simplemente me quedé ahí tendida esperando mi sentencia, más fue mi sorpresa cuando el hombre de rostro duro simplemente me dijo que lo siguiera, momento en que la Reina de Roma se dirigía a él, ignoré sus palabras, las palabras de ambos, sólo me levanté y hablando en mi propia lengua esbocé:
- Van die een na die ander ..... 'n spel tussen die Romeine (De uno a otro ..... un juego entre romanos)
Mientras avanzaba a la espalda de aquel sujeto y desapareciendo con mi nuevo dueño.
Verenice- Cantidad de envíos : 19
Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Pienso
Hablo
-----------------------------------
La princesa Lin era detenida por Solomon quien le tomaba suavemente de la mano con la mirada algo perpleja y a la vez divertida. Y más aun cuando vio a Richard intentando levantar de su asiento a su hermana Samantha, la cual visiblemente no entendía sus acciones...al igual que yo.
Primero me referi a la honorable Lin.
No se apresure mi muy respetada huésped, no pensara ir justo ahora a la arena del campo donde se encuentra la emperatriz ¿no?... espero suponer bien.
Di la vuelta justo apuntando mi mirada hacia Richard con voz amigable aunque firme le comente...
Richard eso lo debes saber mejor que nadie, no es momento para tus bromas...que confundirás a nuestra invitada. Todo a su tiempo, ir ahora a un palco vacio nos podría dejar en más que ridículos... hermano tu sentido del humor es algo que no terminare de comprender... jejeje.
Siempre con una sonrisa radiante Solomon invito a que ambos se sentasen, lo mismo hicieron las damas de la princesa de Britania, incluso Flori. Era extraño que Richard no conociera los protocolos y las formas romanas, aunque era comprensible por su juventud, la energía desbordante le hacía pasar malas pasadas al joven hermano del clan. Claro que para eso justo existía Solomon, la mano firme y serena que trataba constantemente de instruirle sobre los detalles políticos necesarios de saber en Roma.
El joven de melena rubia y ojos azules alzo su copa de vino y decidió hacer un brindis, tomando de su poca le menciono a la princesa.
En roma es habituado que se le pida cita a la emperatriz, incluso con varios días de anticipación... nosotros somos excepciones a esa regla.
Se acomodo un tanto mejor mientras dejaba que el viento ondeara sus cabellos.
Sin embargo, como jefe de familia que soy podre concretar una cita en menor tiempo, incluso podría ser apenas termine esta celebración meramente protocolar...
Alzo la vista directo hacia la arena donde ya no se veía a la emperatriz romana. Tomo de la mano gentilmente a Lin y le dijo.
Esto será tan solo un instante.
Giro para decirle a Samantha y Richard.
En breve tiempo regreso con ustedes hermanos míos.
Solomon sonrío y se levanto sin generar ruido, ni molestia para con los demás ciudadanos de roma. Los ancianos del senado parecían querer decirle algo, Solomon educadamente intercambio algunas palabras con ellos sin dejar nunca de caminar rumbo directo al palco donde justo aparecía la emperatriz Diva...
Diva... quien llevaria aquel nombre?!
Pensaba mientras se acercaba a ella, sentía alguna de las miradas de los demás senadores... desde siempre se sabía que entre un hombre y una mujer no podía existir "relaciones frías", por eso casi todos alrededor de la emperatriz eran viejos o simplemente plebeyos, o habituados más a los placeres de los hombres.
Pero Solomon era distinto, lo cual inducia a la perspicacia sobre su verdadera relación con la mujer del emperador y antigua madrastra. El corazón del joven latía apresuradamente sin dejarse notar, estaba justo a las espaldas de aquella mujer de cabellera negra que al parecer no se había dado cuenta de su presencia.
Emperatriz Diva...
Le dijo con total frialdad, los cuchicheos incluso de los guardias no se hicieron esperar. El joven parecía despreocupado, ya sabía muy bien como era el pueblo...y los senadores...jajaja...a ellos los conocía de toda la vida.
Diva giraba su rostro hacia donde se hallaba Solomon quien con una señal le mostraba sus respetos. Parecía distraída, algo embobada, no la típica mujer con la cual había hablado incontables veces en el lecho. el influyente joven vio hacia abajo y solo se hallaba Vergilius...lo cual le llamo aun más la atención.
Solomon frunció el seño, era obvio que Diva estaría influenciada por alguna planta alucinógena. No era momento para un encuentro con Lin asi que Solomon solo aparento, luego de eso se retiro con tal fuerza actoral que nadie, incluido los soldados dieron cuenta del estado de la reina.
Esto se resolverá desde luego jemm...
Solomon entonces regreso a su butaca donde se hallaba su familia. Su mente ya había concluido que la cita seria el día que deseara y así lo demostró al decirle a Lin.
En estos momentos la emperatriz se halla indispuesta, mañana le atenderá con gusto.
Hablo
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La princesa Lin era detenida por Solomon quien le tomaba suavemente de la mano con la mirada algo perpleja y a la vez divertida. Y más aun cuando vio a Richard intentando levantar de su asiento a su hermana Samantha, la cual visiblemente no entendía sus acciones...al igual que yo.
Primero me referi a la honorable Lin.
No se apresure mi muy respetada huésped, no pensara ir justo ahora a la arena del campo donde se encuentra la emperatriz ¿no?... espero suponer bien.
Di la vuelta justo apuntando mi mirada hacia Richard con voz amigable aunque firme le comente...
Richard eso lo debes saber mejor que nadie, no es momento para tus bromas...que confundirás a nuestra invitada. Todo a su tiempo, ir ahora a un palco vacio nos podría dejar en más que ridículos... hermano tu sentido del humor es algo que no terminare de comprender... jejeje.
Siempre con una sonrisa radiante Solomon invito a que ambos se sentasen, lo mismo hicieron las damas de la princesa de Britania, incluso Flori. Era extraño que Richard no conociera los protocolos y las formas romanas, aunque era comprensible por su juventud, la energía desbordante le hacía pasar malas pasadas al joven hermano del clan. Claro que para eso justo existía Solomon, la mano firme y serena que trataba constantemente de instruirle sobre los detalles políticos necesarios de saber en Roma.
El joven de melena rubia y ojos azules alzo su copa de vino y decidió hacer un brindis, tomando de su poca le menciono a la princesa.
En roma es habituado que se le pida cita a la emperatriz, incluso con varios días de anticipación... nosotros somos excepciones a esa regla.
Se acomodo un tanto mejor mientras dejaba que el viento ondeara sus cabellos.
Sin embargo, como jefe de familia que soy podre concretar una cita en menor tiempo, incluso podría ser apenas termine esta celebración meramente protocolar...
Alzo la vista directo hacia la arena donde ya no se veía a la emperatriz romana. Tomo de la mano gentilmente a Lin y le dijo.
Esto será tan solo un instante.
Giro para decirle a Samantha y Richard.
En breve tiempo regreso con ustedes hermanos míos.
Solomon sonrío y se levanto sin generar ruido, ni molestia para con los demás ciudadanos de roma. Los ancianos del senado parecían querer decirle algo, Solomon educadamente intercambio algunas palabras con ellos sin dejar nunca de caminar rumbo directo al palco donde justo aparecía la emperatriz Diva...
Diva... quien llevaria aquel nombre?!
Pensaba mientras se acercaba a ella, sentía alguna de las miradas de los demás senadores... desde siempre se sabía que entre un hombre y una mujer no podía existir "relaciones frías", por eso casi todos alrededor de la emperatriz eran viejos o simplemente plebeyos, o habituados más a los placeres de los hombres.
Pero Solomon era distinto, lo cual inducia a la perspicacia sobre su verdadera relación con la mujer del emperador y antigua madrastra. El corazón del joven latía apresuradamente sin dejarse notar, estaba justo a las espaldas de aquella mujer de cabellera negra que al parecer no se había dado cuenta de su presencia.
Emperatriz Diva...
Le dijo con total frialdad, los cuchicheos incluso de los guardias no se hicieron esperar. El joven parecía despreocupado, ya sabía muy bien como era el pueblo...y los senadores...jajaja...a ellos los conocía de toda la vida.
Diva giraba su rostro hacia donde se hallaba Solomon quien con una señal le mostraba sus respetos. Parecía distraída, algo embobada, no la típica mujer con la cual había hablado incontables veces en el lecho. el influyente joven vio hacia abajo y solo se hallaba Vergilius...lo cual le llamo aun más la atención.
Solomon frunció el seño, era obvio que Diva estaría influenciada por alguna planta alucinógena. No era momento para un encuentro con Lin asi que Solomon solo aparento, luego de eso se retiro con tal fuerza actoral que nadie, incluido los soldados dieron cuenta del estado de la reina.
Esto se resolverá desde luego jemm...
Solomon entonces regreso a su butaca donde se hallaba su familia. Su mente ya había concluido que la cita seria el día que deseara y así lo demostró al decirle a Lin.
En estos momentos la emperatriz se halla indispuesta, mañana le atenderá con gusto.
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Me sentía demasiada intimidad por la multitud que se encontraban en ese lugar reunido. Así que intentaba estar cerca de la princesa Lin mientras pudiera pero cuando alze mi vista hacia la multitud. lo glorioso que se ve y queda admirada alejándome de la gente y viendo el coliseo con gran admiro.
Eres un símbolo constante Roma Excelente relicario de sublime admiración, que a esta época llegaron aquellos tiempos ya idos cuya pompa y poderío parecen ensoñación
Caminaba sin rumbo admirando todo el lugar y escuchando las grandes ovaciones de la gente viendo llegar a la princesa Lin y a su demás acompañantes este es una Bienvenida digna de un Rey.
Roma no parecía ser tan mala tal y como yo pensaba al contrario era hermosa y la gente parecía estar feliz y a gusto con sus gobernantes.
Volviendo en mi seguí a la princesa Lin de una distancia lejana ya que ella era la invitada y no quería estorbar seguimos una ruta trazada hasta donde mi princesa se encontraría con la emperatriz Diva.
Eres un símbolo constante Roma Excelente relicario de sublime admiración, que a esta época llegaron aquellos tiempos ya idos cuya pompa y poderío parecen ensoñación
Caminaba sin rumbo admirando todo el lugar y escuchando las grandes ovaciones de la gente viendo llegar a la princesa Lin y a su demás acompañantes este es una Bienvenida digna de un Rey.
Roma no parecía ser tan mala tal y como yo pensaba al contrario era hermosa y la gente parecía estar feliz y a gusto con sus gobernantes.
Volviendo en mi seguí a la princesa Lin de una distancia lejana ya que ella era la invitada y no quería estorbar seguimos una ruta trazada hasta donde mi princesa se encontraría con la emperatriz Diva.
Elizabeth- Cantidad de envíos : 3
Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Estaba parada al lado de la elegante mesa en donde estaba sentada la familia a quien servia. Mientras, con sumo cuidado escuchaba lo que ellos platicaban, aunque sicimulaba no prestarle mucha atencion, como una inocente sirvienta que espera ordenes de sus patrones; pero en realidad prestaba atencion a cada detalle de lo que estaban hablando, como si de verdad fuera un miembro de esa familia, como si me interesara mas que a nadie. Observando cada gesto y oyendo cada palabras. No paso mucho tiempo y vi que mi patron Solomon se levantaba de su asiento, perdiendose entre la multitud, quien sabe para dirigirse a donde. Aunque era muy comun que eso pase, desde que sirvo en esa casa, el Villa Adriana, Solomon era de tener ese extraño comportamiento, era, definitivamente mjuy distinto a sus hermanos, y eso era lo que me atraía de él, lo que me hacia admirarlo. Entonces ahi mismo decidi ir a buscar algo de comer para mis superiores.
-Con sus disculpas, enseguida vuelvo...
Me fui ppor un instante, a la mesa principal, de ahí tomé unas bandejas que traían sobre sí, varios platillos con alimentos extraños, de los cuales nunca habia provado en mi vida, entonces los lleve de nuevo hasta donde mis patrones, cuando llegué noté que Solomon estaba nuevamente sentado en su lugar, entonces esvoce una pequeña sonriza y ofrecí la bandejá, dejandola en medio de la mesa.
-Si gustais un poco de alimento aqui he traido, mis señores... disfrutadlo...
Dije, con el tono mas alegre que pude a pesar de que no estaba muy feliz, y algo incomoda, más luego agregué unas palabras simples, suavemente como estaba acostumbrada a hablar, timida y tranquila.
-Por favor, han de pedir lo que necesiten, estoy aqui para su servicio. mis queridos señores y señoritas
-Con sus disculpas, enseguida vuelvo...
Me fui ppor un instante, a la mesa principal, de ahí tomé unas bandejas que traían sobre sí, varios platillos con alimentos extraños, de los cuales nunca habia provado en mi vida, entonces los lleve de nuevo hasta donde mis patrones, cuando llegué noté que Solomon estaba nuevamente sentado en su lugar, entonces esvoce una pequeña sonriza y ofrecí la bandejá, dejandola en medio de la mesa.
-Si gustais un poco de alimento aqui he traido, mis señores... disfrutadlo...
Dije, con el tono mas alegre que pude a pesar de que no estaba muy feliz, y algo incomoda, más luego agregué unas palabras simples, suavemente como estaba acostumbrada a hablar, timida y tranquila.
-Por favor, han de pedir lo que necesiten, estoy aqui para su servicio. mis queridos señores y señoritas
Pandora1- Espectro de Hades
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Mientras acontecia el desfile senti como el idiota que tenia de hermano me despeinaba cosa por la cual tuve que reprimir las ganas de matarlo ahi mismo. Mas tarde aparecio otra esclava la cual se excuso diciendo que habia terminado sus labores y despues se puso cerca de las personas a las que servia a lo cual solo lance un suspiro aburrido al aire mientras veia la escena entre la esclava de mi hermano y la emperatriz quien no reacciono precisamente bien ante lo que habia dicho la esclava de ella, cosa que me divirtio en cierto modo mas no dije nada viendo la escena antes de que la emperatriz se retirara con esa esclava mostrando la ira en su mirada cosa que significaba que se vengaria con creces de esa chica. Empezaron a llegar cada vez mas personas importantes al lugar por lo cual el ambiente se hizo mas tenso cosa que me hacia enfadar asi que comence a caminar hacia la salida del lugar para asi poder largarme de ese estupido lugar, en especial porque no queria estar con los estupidos de mis hermanos, ya de por si era suficiente el hecho de tenerlos cerca cosa que me hacia enojar pero no dije nada ni lo demostre saliendo con tranquilidad.
- me largo esta celebracion se volvio estupida... -murmura caminando hacia la salida con total tranquilidad sin prestar atencion a su entorno y sin ver a ninguna de las personas que le dirigian la mirada en aquellos instantes-
- me largo esta celebracion se volvio estupida... -murmura caminando hacia la salida con total tranquilidad sin prestar atencion a su entorno y sin ver a ninguna de las personas que le dirigian la mirada en aquellos instantes-
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Me encontraba de pie solo observando, entre aquellas multitudes las cuales aclamaban a los recién llegados, sin embargo pude observar desde mi posición como Octavius se marchaba de aquel lugar, esto esa interesante jajaja, solté lentamente la mano de mi hermana al escuchar las palabras de Solomon, no respondí de la misma forma o con los mismos gestos habituales en él ya que no era mi estilo, solo lo mire y le dije: incluso en estos momentos un poco de humor poco habitual y serio como el que yo poseo es necesario, ¿no lo crees? dije sin esperar respuesta alguna, como siempre haciendo gala de su estatus frente a las demás personas, definitivamente Solomon nunca cambiara y dejando me como menos que el aunque se en algo tan común como son los protocolos romanos, sin embargo no deje que aquellas palabras y su efecto que me daban ganas de desmembrar lentamente a mi hermano no solo por aquello si no por todo lo sucedido a través de mi vida se notara y mantuve aun mi rostro tranquilo, frío y sereno, si, es cierto princesa Lin para hablar con la emperatriz debe tener una cita con antelación. pero como puede ver mi hermano podrá ayudarla en ese caso, luego de que aquellos quienes me acompañaban se sentaron hice lo mismo, luego de ver que ya aquella ceremonia estaba a pocos minutos de culminar y que Octavius "atracción principal" se había marchado solo me quede unos instantes mas en mi asiento.
No hay problema Flori le dije a la joven dama que en aquellos momentos parecía retirarse por unos instantes para luego reversar con algunos entremeses, tome uno en mi mano y lo deguste lentamente mientras le pedía vino y luego lo bebía, nuevamente me acerque a Samanta y le dije: ya esto se culminara y no debemos ser los últimos en marcharnos, regresemos a nuestra villa, estoy seguro que este "rencuentro" no ha terminado y debemos ir a descansar unos instantes además de mostrarle a nuestras invitadas su lugar de residencia mientras este acá en roma, gire mi cara y le dije a Lin: por favor, ve y que traigan mi corcel y el carruaje pero espera a ver que dice la pricesa a mis palabras. le dije a la joven que nos servia en aquellos momentos.
Me dirigí luego hacia la princesa Lin y le dije: Princesa Ya que mi hermano fue a hablar con la emperatriz para su cita, ¿le parece si nos marchamos a la villa? así usted y las demás jóvenes se podrán refrescar y estar mas descansadas para su entrevista con la Emperatriz y quizás para un recorrido por Roma, mi hermano comprenderá y le avisare con uno de los sirvientes, le dije y luego calle en espera de una respuesta.
No hay problema Flori le dije a la joven dama que en aquellos momentos parecía retirarse por unos instantes para luego reversar con algunos entremeses, tome uno en mi mano y lo deguste lentamente mientras le pedía vino y luego lo bebía, nuevamente me acerque a Samanta y le dije: ya esto se culminara y no debemos ser los últimos en marcharnos, regresemos a nuestra villa, estoy seguro que este "rencuentro" no ha terminado y debemos ir a descansar unos instantes además de mostrarle a nuestras invitadas su lugar de residencia mientras este acá en roma, gire mi cara y le dije a Lin: por favor, ve y que traigan mi corcel y el carruaje pero espera a ver que dice la pricesa a mis palabras. le dije a la joven que nos servia en aquellos momentos.
Me dirigí luego hacia la princesa Lin y le dije: Princesa Ya que mi hermano fue a hablar con la emperatriz para su cita, ¿le parece si nos marchamos a la villa? así usted y las demás jóvenes se podrán refrescar y estar mas descansadas para su entrevista con la Emperatriz y quizás para un recorrido por Roma, mi hermano comprenderá y le avisare con uno de los sirvientes, le dije y luego calle en espera de una respuesta.
Richard- Status : Muerto y Sellado
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
No podia entender nada de lo que Verenice y Diva se decian, hablaban en su egipcio inentendible para nosotros los romanos. Me quede alli, rescostado contra el marco de la entrada, cruzado de brazos y pasando por alto lo que los demas hacian, solo estaba entretenido viendo a las dos mujerzuelas insultandose o quien sabe diciendose que.
Entre todo el alboroto egipcio se podia notar como Verenice miraba hacia la arena para ser drasticamente sacada del palco por Diva que con total brutalidad la habia tomado del brazo sin pedir siquiera permiso ya que la pelirroja era mi esclava. Me asome por el balcon, apoyandome sobre la estructura, podia ver como Diva entraba a la arena, tirando frente a Octavius a la esclava. Sonrei pero a la vez por dentro estaba a la espera de que no le pasara nada a mi esclava.
-Que no se le den a estos dos por usarla como juguete para su circo... es quien me limpia la villa...
Dije en broma y en voz baja. Comenzaba a impacientarme las acciones de Diva, especialmente mas cuando veia como Octavius se llevaba a Verenice. Mi rostro cambiaba, dejaba de mostrar diversion para dejar notar un seño de enojo y desprecio; giraba mi cuerpo, dejando de ver lo que abajo ocurria y quedandome mirando directamente a la entrada, esperando el regreso de la Emperatriz.
La emperatriz luego de un rato habia llegado, estaba en verdadera colera cuando ingreso al palco, lo suficiente como para amenazarla con el arma que siempre portaba pero por razones mas que obvias no lo podia hacer.
-Por que lo has hecho?
Le hable en voz baja mientras me le acercaba, sentandome en una de las sillas preparadas para los senadores, mirando fijamente al frente para ver la Arena. Lleve mi mano hacia el posabrazo de la silla y apoye mi cabeza sobre mi puño, respiraba profundamente para serenarme un poco pero no podia, tenia que terminar de dirigirme hacia la emperatriz Diva
-Por que lo has hecho? se la historia detras de ustedes, se que tanto se desprecian, no me ando por la vida sin informarme sobre aquellos que me rodean... pero era tan necesario cagarse asi a la esclava que en su momento compre para mi? Quien me devolvera a la esclava, el oro o lo que fuere?... Espera, acaso me lo devolveras tu? jajajaja no me hagas reir, seguro que ni sabes que ofrecerme para dar a cambio de la sirvienta que regalaste. Seguro que piensas darme otra persona como sirvienta, sabes que no sera facil ni para el Emperador hacer algo, y eso que el señor puede hacer mas cosas que tu.
Nuevamente me apoye en mi puño, miraba fijamente a la arena, esperando las palabras del Vergilius, concentrado para no estallar y que mi boca se haga lugar de nacimientos a insutos y barbaridades sin categoria alguna, no buscaba convertirme en uno mas de los habitantes de los pueblos barbaros que se estaban invadiendo.
Entre todo el alboroto egipcio se podia notar como Verenice miraba hacia la arena para ser drasticamente sacada del palco por Diva que con total brutalidad la habia tomado del brazo sin pedir siquiera permiso ya que la pelirroja era mi esclava. Me asome por el balcon, apoyandome sobre la estructura, podia ver como Diva entraba a la arena, tirando frente a Octavius a la esclava. Sonrei pero a la vez por dentro estaba a la espera de que no le pasara nada a mi esclava.
-Que no se le den a estos dos por usarla como juguete para su circo... es quien me limpia la villa...
Dije en broma y en voz baja. Comenzaba a impacientarme las acciones de Diva, especialmente mas cuando veia como Octavius se llevaba a Verenice. Mi rostro cambiaba, dejaba de mostrar diversion para dejar notar un seño de enojo y desprecio; giraba mi cuerpo, dejando de ver lo que abajo ocurria y quedandome mirando directamente a la entrada, esperando el regreso de la Emperatriz.
La emperatriz luego de un rato habia llegado, estaba en verdadera colera cuando ingreso al palco, lo suficiente como para amenazarla con el arma que siempre portaba pero por razones mas que obvias no lo podia hacer.
-Por que lo has hecho?
Le hable en voz baja mientras me le acercaba, sentandome en una de las sillas preparadas para los senadores, mirando fijamente al frente para ver la Arena. Lleve mi mano hacia el posabrazo de la silla y apoye mi cabeza sobre mi puño, respiraba profundamente para serenarme un poco pero no podia, tenia que terminar de dirigirme hacia la emperatriz Diva
-Por que lo has hecho? se la historia detras de ustedes, se que tanto se desprecian, no me ando por la vida sin informarme sobre aquellos que me rodean... pero era tan necesario cagarse asi a la esclava que en su momento compre para mi? Quien me devolvera a la esclava, el oro o lo que fuere?... Espera, acaso me lo devolveras tu? jajajaja no me hagas reir, seguro que ni sabes que ofrecerme para dar a cambio de la sirvienta que regalaste. Seguro que piensas darme otra persona como sirvienta, sabes que no sera facil ni para el Emperador hacer algo, y eso que el señor puede hacer mas cosas que tu.
Nuevamente me apoye en mi puño, miraba fijamente a la arena, esperando las palabras del Vergilius, concentrado para no estallar y que mi boca se haga lugar de nacimientos a insutos y barbaridades sin categoria alguna, no buscaba convertirme en uno mas de los habitantes de los pueblos barbaros que se estaban invadiendo.
Maximo- Cantidad de envíos : 5
Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Mientras que todo el público se entretenía alabándolo, el general de todas las fuerzas militares de Roma, seguía inmiscuido en sus pensamientos más profundos al respecto de la situación. Gracias a su casco, no podía notarse que estaba simplemente desinteresado en el desfile y en toda la realeza allí presente, a la cuál podía mirar con total indiferencia sin que ellos pudiesen notarlo. Tampoco pareció prestarle mayor importancia a que su hermano tuviese un nuevo juguete. Nunca le habían apetecido los esclavos, y no deseaba que su querido pariente cayera en lo mismo. Pero debía entenderlo, después de todo, ya se había mantenido por sí solo por bastantes años. Unas cuantas atenciones especializadas de una mujer como las que le gustaban a ella, no le vendría para nada de mal. Con tal de que fuese feliz…
No hizo seña alguna ni respondió nada ante al salida de escena de su mayor. Conocía mejor que nadie sus palabras y sabía leerlo entre líneas, por lo cuál ya le había dicho a Vergilius todo lo que tenía que decirle. Ya era momento de que cada uno tomará su propia vida, aunque sin separarse demasiado. Aún tenían cosas de las cuáles hablar…y tarde o temprano, él haría hablar a Octavius sobre qué fue lo que paso en todos esos años.
Una vez que se había marchado el guerrero inmortal, y que Diva retomó sus posiciones junto a la demás realeza, Vergilius suspiró. Era su turno de ejecutar alguna acción, por muy mínima que fuese, pero a la vez, significativa. Después de todo, era a él a quién tanto habían esperado y si bien no tenía intención alguna de recitar un discurso o saludar a seres en los que desconfiaba, debía hacerlo. Roma estaba siempre antes que él, que su felicidad, que sus propósitos, deseos y anhelos. Por lo mismo, no iba a molestar a seres que de una u otra forma, eran necesarios para la vida tranquila y amena de su pueblo. El fin justificaba los medios, y en esa situación, como venía siendo la tónica desde que Octavius había desaparecido, era Vergilius el que debía sacrificar su vida por el glorioso Imperio romano. No había espacios para especulaciones, ni tampoco para errores. Ya las cosas estaban decididas desde mucho antes que él naciera y a medida que crecía, entendió que él era una mera herramienta sin sentido alguno.
Posó sus manos por los costados de su casco, ya era hora de quitárselo y dar la cara a aquellos que le habían arrebatado, directa o indirectamente, todo lo que pudo haber querido en la vida. Cerró los ojos, intentando no pensar en como hubiese sido su existencia siendo un aldeano, un músico o un extranjero. Lentamente procedió a extraer la protección romana de su cabeza, recordando como él había asesinado sin desearlo a tanto hombre en el campo de batalla. Pero al menos, tenía el consuelo de que sus manos no estaban manchadas con la sangre de aquellos que no podían defenderse, como niños y mujeres. Aunque si estaba conciente que gracias a él, muchas familias habían perecido a manos de la guerra, los soldados romanos y sus costumbres de legión. Jamás había estado de acuerdo con el daño bruto e innecesario, mucho menos con la violación, o los empalamientos por diversión. Pero no podía hacer nada, él sólo era un estratega bajo las órdenes de otros, empuñaba su espada por otros y debía cargar con la conciencia sucia de cometer asesinatos, por y para otros.
Suspiró, resignado y tan sólo deseando que Noah y Breda estuviesen bien. Eran lo más cercano a una familia que pudo haber tenido en batalla, y los únicos que le daban algo de humanidad a su vida. Si algo les pasaba, sería la gota que rebalsaría el vaso en una vida en la que ya no se podía perdonar a sí mismo; más si se lo rogaba cada noche de su existencia a todas aquellas mujeres que había dejado viudas, y todos esos niños que habían quedado huérfanos por su culpa.
Ya se había quitado el casco, con lo cuál pudo sentir el calido aire que guardaba el coliseo en su interior. Su rostro se mostraba serio e inexpresivo, distante a todo lo que pudiese estar pasando allí mismo. Seguía con los ojos cerrados, mientras que se agachaba e inclinaba la cabeza, posando su rodilla izquierda en el piso y cargando sus brazos en la rodilla derecha.
Sólo ahí abrió los ojos, con la vista en el piso, mostrándose sumiso a la presencia de los de los senadores como de la emperatriz Diva. A pesar de que más de alguno de ellos fuera “su familia”, a todos los consideraba aristocracia y aunque no les cayera bien, debía rendirles respeto y lealtad. Era su soldado, su herramienta de expansión y de guerra, sin real valor alguno como persona y lo sabía y aceptada. Aunque él, al final, sólo lo hacía con un único fin: Servir y dar la vida por Roma.
Las tierras bárbaras han caído. Roma puede gozar de otro triunfo que no hubiese sido posible sin la coordinación de sus senadores y por supuesto, el liderato acertado y absoluto de su emperatriz, la gloriosa Diva. – Declaró fuerte y tajante, en tono bastante alto como el que usaba en el campo de batalla. Y lo más curioso, era que sus palabras no sonaban irónicas, puesto que las decía con total sinceridad. No estaba de acuerdo con ellos, pero sí sabia que eran una parte importante de Roma y por ende, se basaba en eso para lograr que su boca produjera tales dichos.
Mis tropas han luchado con valentía, honor, y por sobretodo, por amor para con su nación, con nuestra nación, la gloriosa Roma. Ya ha sido suficiente de honrarme tan sólo a mí, cuando no soy más que un simple elemento circunstancial. Son ellos, todos aquellos que lo arriesgaron todo y hasta dieron hasta su vida por Roma, los que merecen que ustedes los mantengan vivos en sus memorias. Si de verdad desean agradecerme por la victoria, les ruego que por favor no los olviden. Mientras el corazón de un romano lata con fuerza, pueden estar seguros de que el sueño de un mundo bajo el alero de nuestra superioridad es posible.
- Sentenció, con la misma fuerza e intensidad de antes, sin apartar su vista del suelo. Odiaba tener que usar la violencia para expandir su territorio, pero como general y cara visible para el pueblo, no podía dejarse ver como alguien débil. Era un hipócrita, pero si ya había sido un animal contra sus enemigos, ser un mentiroso con su nación por su bien, no era absolutamente nada.
Después de unos segundos en los que el silencio era el reinante, levantó el rostro para observar con total indiferencia al palco de la realeza.
Y eso es todo lo que debo decir, su majestad Diva, excelencia del senado y pueblo entero de Roma. Estoy a total disposición de sus órdenes, dispuesto a hacer lo que sea necesario por mis compatriotas romanos, y por supuesto, por mí amada nación. Soy el general al mando y no toleraré que nadie amenace las vidas de cada uno de ustedes, ni la de ningún ser que lleve en su sangre la estirpe románica. – Hizo una pausa, para volver a bajar la vista al piso.
Por lo cuál, a menos que se me tenga otra misión asignada, solicito permiso para retirarme tanto a las mentes que velan por la total prosperidad de nuestro pueblo, los senadores, así como a la mujer que nos ha traído tanta fortuna en todos los ámbitos posibles…
La esposa de mi padre, y la gobernante de todo el Imperio, Diva…
- Sentenció, cerrando los ojos nuevamente y guardando silencio absoluto, a la vez que una fuerte corriente de viento meneaba tanto su capa roja como sus cabellos oscuros.
No hizo seña alguna ni respondió nada ante al salida de escena de su mayor. Conocía mejor que nadie sus palabras y sabía leerlo entre líneas, por lo cuál ya le había dicho a Vergilius todo lo que tenía que decirle. Ya era momento de que cada uno tomará su propia vida, aunque sin separarse demasiado. Aún tenían cosas de las cuáles hablar…y tarde o temprano, él haría hablar a Octavius sobre qué fue lo que paso en todos esos años.
Una vez que se había marchado el guerrero inmortal, y que Diva retomó sus posiciones junto a la demás realeza, Vergilius suspiró. Era su turno de ejecutar alguna acción, por muy mínima que fuese, pero a la vez, significativa. Después de todo, era a él a quién tanto habían esperado y si bien no tenía intención alguna de recitar un discurso o saludar a seres en los que desconfiaba, debía hacerlo. Roma estaba siempre antes que él, que su felicidad, que sus propósitos, deseos y anhelos. Por lo mismo, no iba a molestar a seres que de una u otra forma, eran necesarios para la vida tranquila y amena de su pueblo. El fin justificaba los medios, y en esa situación, como venía siendo la tónica desde que Octavius había desaparecido, era Vergilius el que debía sacrificar su vida por el glorioso Imperio romano. No había espacios para especulaciones, ni tampoco para errores. Ya las cosas estaban decididas desde mucho antes que él naciera y a medida que crecía, entendió que él era una mera herramienta sin sentido alguno.
Posó sus manos por los costados de su casco, ya era hora de quitárselo y dar la cara a aquellos que le habían arrebatado, directa o indirectamente, todo lo que pudo haber querido en la vida. Cerró los ojos, intentando no pensar en como hubiese sido su existencia siendo un aldeano, un músico o un extranjero. Lentamente procedió a extraer la protección romana de su cabeza, recordando como él había asesinado sin desearlo a tanto hombre en el campo de batalla. Pero al menos, tenía el consuelo de que sus manos no estaban manchadas con la sangre de aquellos que no podían defenderse, como niños y mujeres. Aunque si estaba conciente que gracias a él, muchas familias habían perecido a manos de la guerra, los soldados romanos y sus costumbres de legión. Jamás había estado de acuerdo con el daño bruto e innecesario, mucho menos con la violación, o los empalamientos por diversión. Pero no podía hacer nada, él sólo era un estratega bajo las órdenes de otros, empuñaba su espada por otros y debía cargar con la conciencia sucia de cometer asesinatos, por y para otros.
Suspiró, resignado y tan sólo deseando que Noah y Breda estuviesen bien. Eran lo más cercano a una familia que pudo haber tenido en batalla, y los únicos que le daban algo de humanidad a su vida. Si algo les pasaba, sería la gota que rebalsaría el vaso en una vida en la que ya no se podía perdonar a sí mismo; más si se lo rogaba cada noche de su existencia a todas aquellas mujeres que había dejado viudas, y todos esos niños que habían quedado huérfanos por su culpa.
Ya se había quitado el casco, con lo cuál pudo sentir el calido aire que guardaba el coliseo en su interior. Su rostro se mostraba serio e inexpresivo, distante a todo lo que pudiese estar pasando allí mismo. Seguía con los ojos cerrados, mientras que se agachaba e inclinaba la cabeza, posando su rodilla izquierda en el piso y cargando sus brazos en la rodilla derecha.
Sólo ahí abrió los ojos, con la vista en el piso, mostrándose sumiso a la presencia de los de los senadores como de la emperatriz Diva. A pesar de que más de alguno de ellos fuera “su familia”, a todos los consideraba aristocracia y aunque no les cayera bien, debía rendirles respeto y lealtad. Era su soldado, su herramienta de expansión y de guerra, sin real valor alguno como persona y lo sabía y aceptada. Aunque él, al final, sólo lo hacía con un único fin: Servir y dar la vida por Roma.
Las tierras bárbaras han caído. Roma puede gozar de otro triunfo que no hubiese sido posible sin la coordinación de sus senadores y por supuesto, el liderato acertado y absoluto de su emperatriz, la gloriosa Diva. – Declaró fuerte y tajante, en tono bastante alto como el que usaba en el campo de batalla. Y lo más curioso, era que sus palabras no sonaban irónicas, puesto que las decía con total sinceridad. No estaba de acuerdo con ellos, pero sí sabia que eran una parte importante de Roma y por ende, se basaba en eso para lograr que su boca produjera tales dichos.
Mis tropas han luchado con valentía, honor, y por sobretodo, por amor para con su nación, con nuestra nación, la gloriosa Roma. Ya ha sido suficiente de honrarme tan sólo a mí, cuando no soy más que un simple elemento circunstancial. Son ellos, todos aquellos que lo arriesgaron todo y hasta dieron hasta su vida por Roma, los que merecen que ustedes los mantengan vivos en sus memorias. Si de verdad desean agradecerme por la victoria, les ruego que por favor no los olviden. Mientras el corazón de un romano lata con fuerza, pueden estar seguros de que el sueño de un mundo bajo el alero de nuestra superioridad es posible.
- Sentenció, con la misma fuerza e intensidad de antes, sin apartar su vista del suelo. Odiaba tener que usar la violencia para expandir su territorio, pero como general y cara visible para el pueblo, no podía dejarse ver como alguien débil. Era un hipócrita, pero si ya había sido un animal contra sus enemigos, ser un mentiroso con su nación por su bien, no era absolutamente nada.
Después de unos segundos en los que el silencio era el reinante, levantó el rostro para observar con total indiferencia al palco de la realeza.
Y eso es todo lo que debo decir, su majestad Diva, excelencia del senado y pueblo entero de Roma. Estoy a total disposición de sus órdenes, dispuesto a hacer lo que sea necesario por mis compatriotas romanos, y por supuesto, por mí amada nación. Soy el general al mando y no toleraré que nadie amenace las vidas de cada uno de ustedes, ni la de ningún ser que lleve en su sangre la estirpe románica. – Hizo una pausa, para volver a bajar la vista al piso.
Por lo cuál, a menos que se me tenga otra misión asignada, solicito permiso para retirarme tanto a las mentes que velan por la total prosperidad de nuestro pueblo, los senadores, así como a la mujer que nos ha traído tanta fortuna en todos los ámbitos posibles…
La esposa de mi padre, y la gobernante de todo el Imperio, Diva…
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Ambos nos habiamos quedado dormidos por el camino, y era normal pues habiamos viajado toda la noche y eso era lo que teniamos planeado para poder estar bien despiertos en la mañana. Nuestros cuerpos habia permanecidos juntos toda la noche, sintiendo la calidez del otro, pero ese contacto se acabaria por que Roma ya asomaba... y alli no podia mostrar ninguna debilidad delante de la realeza y senadores....
Unos guardias que venian a caballo se acercaron al carro y nos aviso con una voz suave tratando de no molestarnos mucho. Los rayos del sol entraba dentro de la carreta y yo fui el primero en despertar, justo en ese momento entrabamos en Roma, donde las calles se veian vacias, todos estaban en el mismo lugar..
Sophia... hemos llegado. Vamos debemos estar bien despiertos delante del resto de celebridades...
Aun estaba dormida y aproveche esos momentos para mover sus cabellos y ver su rostro angelical.... sus ojos comenzaron a abrirse y entonces me separe bruscamente de ella... Cuando desperto le ayude con mi mano al salir de la carreta. Ya estabamos frente a las puertas del coliseo donde se daba la celebracion.
Las grandes familias deben asistir a los grandes actos.. ademas de que la mujer mas bella de Roma debe estar presente... no crees hermana?
Me referia a ella misma mientras contemplaba las grandezas de ese coliseo contruido con una perfeccion absoluta... Comence a caminar dentro del coliseo y los plebeyos alli presente comenzaron a apartarse y estar sorprendidos por ver al sobrino del emperador y tambien por ver a su hermana
Subimos las escaleras hasta llegar al palco donde estaban todas las personas importantes... desde alli se podia ver el desfile. Mala suerte la mia que justo cuando llegamos al palco era el momento del discruso de Vergilius. Desgraciadamente, alli estaba el... los rumores eran cierto su llegada, pero yo no podia apartar la mirada de Vergilius, no podia dejar de escuchar sus palabras y como todos le aclamaban..
Tsk... quizas puedas engañar a algunos.. pero yo se muy bien como eres..
Aproveche para decir antes de que terminara de subir mi hermana. A mi mente llegaba el momento de nuestros combate, como en el pude ver la verdadera alma de ese hombre.... era un alma sucia, al menos eso me parecio. Tambien resonaban en mi mente el sonido de las gotas de sangre.. y las gotas de las lagrimas y los gritos de mi hermana una vez perdi el ojo...
Pero le prometi a ella dejarla disfrutar este dia, y comportarme... solo lo miraria desde aqui, y el muy bien sabria que yo le estaria mirando fijamente. Ahora solo faltaba ver la reaccion de mi hermana.. despes de tanto tiempo que hacia que no veia a ciertas personas...
Unos guardias que venian a caballo se acercaron al carro y nos aviso con una voz suave tratando de no molestarnos mucho. Los rayos del sol entraba dentro de la carreta y yo fui el primero en despertar, justo en ese momento entrabamos en Roma, donde las calles se veian vacias, todos estaban en el mismo lugar..
Sophia... hemos llegado. Vamos debemos estar bien despiertos delante del resto de celebridades...
Aun estaba dormida y aproveche esos momentos para mover sus cabellos y ver su rostro angelical.... sus ojos comenzaron a abrirse y entonces me separe bruscamente de ella... Cuando desperto le ayude con mi mano al salir de la carreta. Ya estabamos frente a las puertas del coliseo donde se daba la celebracion.
Las grandes familias deben asistir a los grandes actos.. ademas de que la mujer mas bella de Roma debe estar presente... no crees hermana?
Me referia a ella misma mientras contemplaba las grandezas de ese coliseo contruido con una perfeccion absoluta... Comence a caminar dentro del coliseo y los plebeyos alli presente comenzaron a apartarse y estar sorprendidos por ver al sobrino del emperador y tambien por ver a su hermana
Subimos las escaleras hasta llegar al palco donde estaban todas las personas importantes... desde alli se podia ver el desfile. Mala suerte la mia que justo cuando llegamos al palco era el momento del discruso de Vergilius. Desgraciadamente, alli estaba el... los rumores eran cierto su llegada, pero yo no podia apartar la mirada de Vergilius, no podia dejar de escuchar sus palabras y como todos le aclamaban..
Tsk... quizas puedas engañar a algunos.. pero yo se muy bien como eres..
Aproveche para decir antes de que terminara de subir mi hermana. A mi mente llegaba el momento de nuestros combate, como en el pude ver la verdadera alma de ese hombre.... era un alma sucia, al menos eso me parecio. Tambien resonaban en mi mente el sonido de las gotas de sangre.. y las gotas de las lagrimas y los gritos de mi hermana una vez perdi el ojo...
Pero le prometi a ella dejarla disfrutar este dia, y comportarme... solo lo miraria desde aqui, y el muy bien sabria que yo le estaria mirando fijamente. Ahora solo faltaba ver la reaccion de mi hermana.. despes de tanto tiempo que hacia que no veia a ciertas personas...
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
El viaje había sido bastante largo pero se había quedado escuchando la voz de su hermano y sintiendo sus dedos acariciando su mano. Más cuando despertó la misma barrera de hielo había entre ambos, la misma mirada desinteresada y aquel orgullo. Fye seguía siendo un gran señor y ella seguía siendo el adorno en su mano derecha. Bajaron del carruaje frente al Coliseo, en donde ella tomó las rosas blancas y las llevaba en su mano libre mientras que con la otra se dejaba escoltar por su hermano.
Se escuchaba desde las afueras el sonido desbordante de los aplausos a los guerreros victoriosos. Vio los pétalos rojos de flores que habían sido seguramente arrojados mientras los vencedores entraban al Coliseo antes, ya se habían perdido la mayoría del desfile pero al menos habían llegado. Subió por las escaleras hasta llegar al palco en donde generalmente estaba la familia del Emperador y el senado. En el centro de todo estaba la hermosa Diva, una mujer que le causaba por algún motivo escalofríos. Sólo le hizo una reverencia en señal de respeto pero ni si quiera le dirigió la palabra, dándole clara señal de que no aprobaba de ella. Mas allá estaban sus primos Salomón, Richard y Samantha, acompañados por jóvenes de cabellera rubia que jamás había visto. Les sonrió también haciendo una reverencia y paso de si quiera mirar a los senadores, excepto a su primo político Mauritius, que aunque no los uniese la sangre si lo hacía la filiación de familia, por lo cual, bajó su cabeza sonriéndole en señal de respeto a su presencia ahí.
Y luego… lo que tanto había estado esperando. Miró hacia el centro de la arena y ahí, arrodillado, estaba Vergilius. Su corazón se saltó un latido al verlo y sus manos se volvieron temblorosas. ¿La reconocería ahí con el pelo tomado? Muchas cosas habían pasado en tres años y ya no actuaba como una joven irresponsable que dejaba que su pelo desordenado se enredara al viento… ahora un moño en lo alto era sujetado por joyas y demases. ¿Sabría que era ella, ahora que era más alta y su cuerpo era el de una mujer? Apretó las rosas blancas que había traído para honrarlo… ya que incluso así, notaba que el había cambiado también. Su cuerpo se veía mucho mas contorneado por las luchas, su rostro lucía cansado y su cabello estaba algo más largo de lo que recordaba.
- Vergilius… - Susurró sonriendo, sintiendo que iba a llorar de la felicidad de verlo vivo y a salvo, deseando con todo su corazón tan solo poder abrazarlo y decirlo cuanto lo había extrañado esos tres años.
Intentó controlarse. Si Fye la veía sonrojada al borde de llorar, sería grave. Se humillaría en frente a todos ellos, pero realmente… no le importaba en lo absoluto. Estaba tan feliz de ver a su amado primo que podría haber saltado a la Arena a abrazarlo si el palco no hubiese estado tan alto. Más él no la veía a ella, su cabeza estaba agachada y antes de llegar había escuchado su voz pidiendo permiso al Senado y a Diva para retirarse de ahí.
Ansiosa y nerviosa, aplaudió junto al resto la llegada de uno de los grandes héroes de Roma a quien se honraba en el Coliseo, con las rosas blancas entre sus brazos. No sabía cuanto tiempo tendría para verlo… no sabía si Fye la llevaría de vuelta de inmediato a la Villa ahora que ya habían hecho acto de presencia. Si Vergilius hubiese sabido lo difícil que había sido convencer a Fye si quiera de que estuviera ahí, habría reído de seguro sermoneándola por exponerse a peleas innecesarias por él. Pero por ahora, ella estaba ahí, junto al resto de Roma, dándole la bienvenida a un ser amado. No podría haber sido de otra forma, ya que quería que cuando subiera su mirada a los presentes, al menos encontrara una persona que se alegraba de verdad de verlo de regreso a salvo.
Se escuchaba desde las afueras el sonido desbordante de los aplausos a los guerreros victoriosos. Vio los pétalos rojos de flores que habían sido seguramente arrojados mientras los vencedores entraban al Coliseo antes, ya se habían perdido la mayoría del desfile pero al menos habían llegado. Subió por las escaleras hasta llegar al palco en donde generalmente estaba la familia del Emperador y el senado. En el centro de todo estaba la hermosa Diva, una mujer que le causaba por algún motivo escalofríos. Sólo le hizo una reverencia en señal de respeto pero ni si quiera le dirigió la palabra, dándole clara señal de que no aprobaba de ella. Mas allá estaban sus primos Salomón, Richard y Samantha, acompañados por jóvenes de cabellera rubia que jamás había visto. Les sonrió también haciendo una reverencia y paso de si quiera mirar a los senadores, excepto a su primo político Mauritius, que aunque no los uniese la sangre si lo hacía la filiación de familia, por lo cual, bajó su cabeza sonriéndole en señal de respeto a su presencia ahí.
Y luego… lo que tanto había estado esperando. Miró hacia el centro de la arena y ahí, arrodillado, estaba Vergilius. Su corazón se saltó un latido al verlo y sus manos se volvieron temblorosas. ¿La reconocería ahí con el pelo tomado? Muchas cosas habían pasado en tres años y ya no actuaba como una joven irresponsable que dejaba que su pelo desordenado se enredara al viento… ahora un moño en lo alto era sujetado por joyas y demases. ¿Sabría que era ella, ahora que era más alta y su cuerpo era el de una mujer? Apretó las rosas blancas que había traído para honrarlo… ya que incluso así, notaba que el había cambiado también. Su cuerpo se veía mucho mas contorneado por las luchas, su rostro lucía cansado y su cabello estaba algo más largo de lo que recordaba.
- Vergilius… - Susurró sonriendo, sintiendo que iba a llorar de la felicidad de verlo vivo y a salvo, deseando con todo su corazón tan solo poder abrazarlo y decirlo cuanto lo había extrañado esos tres años.
Intentó controlarse. Si Fye la veía sonrojada al borde de llorar, sería grave. Se humillaría en frente a todos ellos, pero realmente… no le importaba en lo absoluto. Estaba tan feliz de ver a su amado primo que podría haber saltado a la Arena a abrazarlo si el palco no hubiese estado tan alto. Más él no la veía a ella, su cabeza estaba agachada y antes de llegar había escuchado su voz pidiendo permiso al Senado y a Diva para retirarse de ahí.
Ansiosa y nerviosa, aplaudió junto al resto la llegada de uno de los grandes héroes de Roma a quien se honraba en el Coliseo, con las rosas blancas entre sus brazos. No sabía cuanto tiempo tendría para verlo… no sabía si Fye la llevaría de vuelta de inmediato a la Villa ahora que ya habían hecho acto de presencia. Si Vergilius hubiese sabido lo difícil que había sido convencer a Fye si quiera de que estuviera ahí, habría reído de seguro sermoneándola por exponerse a peleas innecesarias por él. Pero por ahora, ella estaba ahí, junto al resto de Roma, dándole la bienvenida a un ser amado. No podría haber sido de otra forma, ya que quería que cuando subiera su mirada a los presentes, al menos encontrara una persona que se alegraba de verdad de verlo de regreso a salvo.
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Permanecí sentada en mi respectiva silla, mirando hacia la arena mientras la figura imponente del recién llegado y llamado Octavius desaparecía acompañado de la asquerosa esclava de color.
Mi mirada al igual que mis pensamientos se mantenían perdidos, el palco se llenaba más y más personas, escuchaba sus voces y podía identificar a muchas pero todo eso perdió interés para mí, sólo seguía ahí en medio de muchos pero en medio de la misma nada.
Eché mi cabeza hacia un lado y la apoyé sobre mi mano izquierda, ya no quería estar allí, quería irme pero debía esperar las palabras de Vergilius, tanto él como yo, odiabamos estar en aquellos eventos, pero como Emperatriz debía estarlo y presenciarlo.
No me había percatado de que Nía se había marchado, ni siquiera supe si la vi en mi retorno al palco, tampoco me había percatado de la actitud hostil de Maximo, me importaba muy poco como estuviese o como se sintiese, sin más ni más, se sentó a mi lado y comenzó a vociferar cuanta estúpidez le escupía su propio cerebro, haciendome reclamos y una que otra palabra "hiriente", parecía que el Senador Maximo se le olvidaba con quien estaba tratando o peor aún la clase de mujer que en verdad era.
A sus últimas palabras les puse más atención en medio de lo distraída que estaba: "Espera, acaso me lo devolveras tu? jajajaja no me hagas reir, seguro que ni sabes que ofrecerme para dar a cambio de la sirvienta que regalaste. Seguro que piensas darme otra persona como sirvienta, sabes que no sera facil ni para el Emperador hacer algo, y eso que el señor puede hacer mas cosas que tu."
Entreabrí los labios y dejé escapar un sutil sonido, una palabra incompleta, me detuve y respiré, lo intenté de nuevo y esta vez para decirle con el mayor desinterés aún conservando cierta dureza en mis palabras:
- Para ser alguien que presume de tener el control del Senado en sus manos, debo decir que eres un completo imbécil, no tengo ni te daré nada a cambio ni ahora ni nunca por tu negra esclava, resignate Senador, esa esclava, que por cierto no entiendo tu pataleta y niñería ni que fuese tan importante para ti, sí sólo se dedicaba a limpiar tu asquerosa mugre, agradecida debe estar la maldita que la cambié de dueño, que por cierto es un dueño que vale más que tú, Maximo.
Y ahora, te recuerdo porque parece que tu pequeño cerebro se encogió con el calor, el Emperador, osease mi esposo se encuentra en Oriente, y debido a sus propias indicaciones tengo el poder y la autoridad máxima mientras él regresa, por lo tanto puedo hacer lo mismo o hasta más que él ..... así que por ahora mejor .... Cállate!!!
Continué en la misma posición desinteresada, por momentos escuchando la respiración de Maximo agitada, cosa que me molestaba, no paso mucho tiempo cuando las palabras de alguien, como un susurro llegaron a mi por el costado izquierdo, era la voz de Solomon, mencionó algo de una princesita, audiencia con la Emperatriz, no le presté atención a sus elocuencias y asuntos tan triviales, seguía mirando a la arena, con la cabeza apoyada sobre mi mano izquierda, en mi mente rebotaba la imagen de aquel hombre que momentos atrás se encontraba justo al lado de Vergilius.
A mi lado izquierdo tomaron asiento dos personas, sabía perfectamente de quienes se trataban, faltaba uno, me reincorporé dedicándoles una mirada curiosa, solo eran Sophia y Fye, me giré de nuevo retomando mi posición dedicando ahora toda mi atención a las palabras que en ese momento dirigía Vergilius a los miembros de Senado, al pueblo de Roma y a mi, su madre y Emperatriz.
Finalizó su discurso solicitando permiso para retirarse a sus aposentos, a descansar supongo aunque bien sabía que esas ceremonias, desfiles y demás actividades propias de la alta sociedad de Roma le eran indiferentes y un tanto molestas.
Me levanté, sin esperar la participación de los Senadores, dirigiéndome a Vergilius, dije:
- Puedes retirarte ..... Vergilius.
Palabras que tomaría también para mi, dado que serían unos instantes más y mi presencia ya no sería requerida en aquel recinto. Aún de pie, mirando de a lado a lado del Coliseo, recorriendolo todo, donde la muchedumbre se mostraba expectante, dije:
- Qué comiencen las celebraciones!!!!!!
El show inciaría cuando Vergilius dejase la arena para que salieran los gladiadores y leones para darle un buen espectaculo a los ciudadanos Romanos.
Mi mirada al igual que mis pensamientos se mantenían perdidos, el palco se llenaba más y más personas, escuchaba sus voces y podía identificar a muchas pero todo eso perdió interés para mí, sólo seguía ahí en medio de muchos pero en medio de la misma nada.
Eché mi cabeza hacia un lado y la apoyé sobre mi mano izquierda, ya no quería estar allí, quería irme pero debía esperar las palabras de Vergilius, tanto él como yo, odiabamos estar en aquellos eventos, pero como Emperatriz debía estarlo y presenciarlo.
No me había percatado de que Nía se había marchado, ni siquiera supe si la vi en mi retorno al palco, tampoco me había percatado de la actitud hostil de Maximo, me importaba muy poco como estuviese o como se sintiese, sin más ni más, se sentó a mi lado y comenzó a vociferar cuanta estúpidez le escupía su propio cerebro, haciendome reclamos y una que otra palabra "hiriente", parecía que el Senador Maximo se le olvidaba con quien estaba tratando o peor aún la clase de mujer que en verdad era.
A sus últimas palabras les puse más atención en medio de lo distraída que estaba: "Espera, acaso me lo devolveras tu? jajajaja no me hagas reir, seguro que ni sabes que ofrecerme para dar a cambio de la sirvienta que regalaste. Seguro que piensas darme otra persona como sirvienta, sabes que no sera facil ni para el Emperador hacer algo, y eso que el señor puede hacer mas cosas que tu."
Entreabrí los labios y dejé escapar un sutil sonido, una palabra incompleta, me detuve y respiré, lo intenté de nuevo y esta vez para decirle con el mayor desinterés aún conservando cierta dureza en mis palabras:
- Para ser alguien que presume de tener el control del Senado en sus manos, debo decir que eres un completo imbécil, no tengo ni te daré nada a cambio ni ahora ni nunca por tu negra esclava, resignate Senador, esa esclava, que por cierto no entiendo tu pataleta y niñería ni que fuese tan importante para ti, sí sólo se dedicaba a limpiar tu asquerosa mugre, agradecida debe estar la maldita que la cambié de dueño, que por cierto es un dueño que vale más que tú, Maximo.
Y ahora, te recuerdo porque parece que tu pequeño cerebro se encogió con el calor, el Emperador, osease mi esposo se encuentra en Oriente, y debido a sus propias indicaciones tengo el poder y la autoridad máxima mientras él regresa, por lo tanto puedo hacer lo mismo o hasta más que él ..... así que por ahora mejor .... Cállate!!!
Continué en la misma posición desinteresada, por momentos escuchando la respiración de Maximo agitada, cosa que me molestaba, no paso mucho tiempo cuando las palabras de alguien, como un susurro llegaron a mi por el costado izquierdo, era la voz de Solomon, mencionó algo de una princesita, audiencia con la Emperatriz, no le presté atención a sus elocuencias y asuntos tan triviales, seguía mirando a la arena, con la cabeza apoyada sobre mi mano izquierda, en mi mente rebotaba la imagen de aquel hombre que momentos atrás se encontraba justo al lado de Vergilius.
A mi lado izquierdo tomaron asiento dos personas, sabía perfectamente de quienes se trataban, faltaba uno, me reincorporé dedicándoles una mirada curiosa, solo eran Sophia y Fye, me giré de nuevo retomando mi posición dedicando ahora toda mi atención a las palabras que en ese momento dirigía Vergilius a los miembros de Senado, al pueblo de Roma y a mi, su madre y Emperatriz.
Finalizó su discurso solicitando permiso para retirarse a sus aposentos, a descansar supongo aunque bien sabía que esas ceremonias, desfiles y demás actividades propias de la alta sociedad de Roma le eran indiferentes y un tanto molestas.
Me levanté, sin esperar la participación de los Senadores, dirigiéndome a Vergilius, dije:
- Puedes retirarte ..... Vergilius.
Palabras que tomaría también para mi, dado que serían unos instantes más y mi presencia ya no sería requerida en aquel recinto. Aún de pie, mirando de a lado a lado del Coliseo, recorriendolo todo, donde la muchedumbre se mostraba expectante, dije:
- Qué comiencen las celebraciones!!!!!!
El show inciaría cuando Vergilius dejase la arena para que salieran los gladiadores y leones para darle un buen espectaculo a los ciudadanos Romanos.
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Las palabras de autorización para retirarse por parte de Diva ya habían sido pronunciadas. Ya no tenía nada más que hacer en ese lugar, por lo cuál se levantó en el acto mientras que sostenía el casco en su mano derecha, no sin antes respirar profundamente. Podía sentir el aire entrando a sus pulmones y refrescándolo un poco, se sentía agobiado. Estar ante tanta multitud; sentir que más de la mitad de ellos sólo eran hipócritas sin sentido; que eran otros los que debían ser condecorados, etc. Una lluvia de sensaciones opuestas que ya no tenía pensado soportar. No había motivo para ello, no si ya había cumplido con su deber de otorgarle todos los créditos a la aristocracia romana.
Pestañeo al mismo tiempo que giraba para aproximarse a la salida, no sin antes observar de reojo a todos los presentes. Y fue ahí cuando por primera vez en años, sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo entero. Algo había en el palco que pudo distinguir muy bien, sobretodo porque al llegar se fijo especialmente en el lugar donde estaban los aristócratas y precisamente no la vio. Pero ahora si, ahí estaba, de las pocas personas que le iban quedando además de Octavius, Breda y Noah. Y curiosamente, la única mujer…
La única que se podría decir realmente había amado más allá de algo fraternal, a pesar de que ya hubiese pasado tanto tiempo desde la última vez que pudo sentir una de sus caricias. Allí estaba, sentada, observando con un ramo de flores blancas. A pesar del tiempo, no la había olvidado para nada. Y como iba a hacerlo, siendo que ella fue la única motivación que tuvo además de roma por todos esos 3 años en los que se convirtió en la herramienta de los senadores. Verla una vez más, le hacía recordar que alguna vez también había sido un joven con sueños y esperanzas propias, sin pensar tanto en lo colectivo. Algo egoísta, si se le quería decir de algún modo. Pero no era porque quisiera riquezas u oro, sino que tan sólo, jamás esperó que su vida fuera a tomar el rumbo hubiera erguido.
Haber perdido a Octavius producto de la guerra fue algo desgarrador, que lo llevó a convertirse en el soldado que hoy era. El sensible fallecimiento de su madre, habían despertado en él las dudas sobre muchas cosas respecto a Roma. Pero sin duda, el haberse tenido que alejar del único ser viviente que le interesaba a esas alturas de su vida, había sido como morir en vida. El sentir que todo lo que lo había hecho feliz, se desmoronaba a pedazos, se caía sin que pudiese hacer algo. Sin Octavius, sin su madre, y con las dudas de lo que pudiera ocurrirle a Sophia, Vergilius tuvo que optar por el camino del joven descendiente que tan sólo buscaba la prosperidad de Roma y los suyos.
Luego de 3 años, sintió que había vuelto a nacer. Por unos segundos, se imaginó que todo había sido un mal sueño del cuál no había tenido la capacidad de despertar. Que no había sufrido todo lo que sufrió, ni que tampoco había abandonado todo lo que dejó. Pero para su mala suerte, si había pasado todo aquello. Aunque a pesar del tiempo, se dio cuenta de que sentía lo mismo por ella como si nunca la hubiese dejado de ver. Como si el alejamiento hubiese sido sólo material y su corazón haya permanecido en sus ojos, y ahora que por fin la había vuelto a ver, de paso, lo había recuperado.
Instintivamente se acercó a aquel sector, mirando hacía arriba con un rostro indiferente. Aún no podía creer lo que veía, pero para su mala suerte, si pudo aceptar con rapidez lo que no haría. Allí estaba Fye, de quién pasaba olímpicamente. Por lo mismo, todo aquel deseo o impulso de ir a ver a Sophia quedaban descartados de plano. No tenía intenciones de comenzar una gresca al primer día de volver, ni mucho menos con aquel que consideraba un lisiado inferior. Sin su ojo, él ya no era digno de pelear contra un general militar como Vergilius. No era que lo subestimase, sino que no pensaba manchar su honor gastando tiempo con un discapacitado.
Sonrío levemente, sin abrir la boca. Algo ínfimo pero que al mismo tiempo permitía denotar que su humor había cambiado. Ella estaba bien, y era lo único que importaba, más allá de poder conversar con ella o acariciarla. Conocía perfectamente que su intento de hermano no lo permitiría, y como su honor le impedía enfrentarlo, no le quedó otra opción más que ponerse su casco y emprender rumbo hacía la salida.
Al menos… ya había un motivo además de Octavius, por el cuál valiese la pena arriesgarlo todo. Si bien era cierto Roma estaba primero que sus sentimientos; eso no quería decir que no cuidara de sus más cercanos. Su vida estaba marcada para vivir por otros, y con ella, no sería la excepción. Así quizás nunca pudiese verla como antes, ya había algo de paz en su interior.
Manteniendo la misma expresión fría y distante, se alejo entre las sombras de la entrada.
Pestañeo al mismo tiempo que giraba para aproximarse a la salida, no sin antes observar de reojo a todos los presentes. Y fue ahí cuando por primera vez en años, sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo entero. Algo había en el palco que pudo distinguir muy bien, sobretodo porque al llegar se fijo especialmente en el lugar donde estaban los aristócratas y precisamente no la vio. Pero ahora si, ahí estaba, de las pocas personas que le iban quedando además de Octavius, Breda y Noah. Y curiosamente, la única mujer…
La única que se podría decir realmente había amado más allá de algo fraternal, a pesar de que ya hubiese pasado tanto tiempo desde la última vez que pudo sentir una de sus caricias. Allí estaba, sentada, observando con un ramo de flores blancas. A pesar del tiempo, no la había olvidado para nada. Y como iba a hacerlo, siendo que ella fue la única motivación que tuvo además de roma por todos esos 3 años en los que se convirtió en la herramienta de los senadores. Verla una vez más, le hacía recordar que alguna vez también había sido un joven con sueños y esperanzas propias, sin pensar tanto en lo colectivo. Algo egoísta, si se le quería decir de algún modo. Pero no era porque quisiera riquezas u oro, sino que tan sólo, jamás esperó que su vida fuera a tomar el rumbo hubiera erguido.
Haber perdido a Octavius producto de la guerra fue algo desgarrador, que lo llevó a convertirse en el soldado que hoy era. El sensible fallecimiento de su madre, habían despertado en él las dudas sobre muchas cosas respecto a Roma. Pero sin duda, el haberse tenido que alejar del único ser viviente que le interesaba a esas alturas de su vida, había sido como morir en vida. El sentir que todo lo que lo había hecho feliz, se desmoronaba a pedazos, se caía sin que pudiese hacer algo. Sin Octavius, sin su madre, y con las dudas de lo que pudiera ocurrirle a Sophia, Vergilius tuvo que optar por el camino del joven descendiente que tan sólo buscaba la prosperidad de Roma y los suyos.
Luego de 3 años, sintió que había vuelto a nacer. Por unos segundos, se imaginó que todo había sido un mal sueño del cuál no había tenido la capacidad de despertar. Que no había sufrido todo lo que sufrió, ni que tampoco había abandonado todo lo que dejó. Pero para su mala suerte, si había pasado todo aquello. Aunque a pesar del tiempo, se dio cuenta de que sentía lo mismo por ella como si nunca la hubiese dejado de ver. Como si el alejamiento hubiese sido sólo material y su corazón haya permanecido en sus ojos, y ahora que por fin la había vuelto a ver, de paso, lo había recuperado.
Instintivamente se acercó a aquel sector, mirando hacía arriba con un rostro indiferente. Aún no podía creer lo que veía, pero para su mala suerte, si pudo aceptar con rapidez lo que no haría. Allí estaba Fye, de quién pasaba olímpicamente. Por lo mismo, todo aquel deseo o impulso de ir a ver a Sophia quedaban descartados de plano. No tenía intenciones de comenzar una gresca al primer día de volver, ni mucho menos con aquel que consideraba un lisiado inferior. Sin su ojo, él ya no era digno de pelear contra un general militar como Vergilius. No era que lo subestimase, sino que no pensaba manchar su honor gastando tiempo con un discapacitado.
Sonrío levemente, sin abrir la boca. Algo ínfimo pero que al mismo tiempo permitía denotar que su humor había cambiado. Ella estaba bien, y era lo único que importaba, más allá de poder conversar con ella o acariciarla. Conocía perfectamente que su intento de hermano no lo permitiría, y como su honor le impedía enfrentarlo, no le quedó otra opción más que ponerse su casco y emprender rumbo hacía la salida.
Al menos… ya había un motivo además de Octavius, por el cuál valiese la pena arriesgarlo todo. Si bien era cierto Roma estaba primero que sus sentimientos; eso no quería decir que no cuidara de sus más cercanos. Su vida estaba marcada para vivir por otros, y con ella, no sería la excepción. Así quizás nunca pudiese verla como antes, ya había algo de paz en su interior.
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Tomé asieto luego de dar inicio a la celebridades propias del evento, Vergilius se retiró de la arena y tomó camino hacia la salida, me senté de nuevo, sin dejar de mirarlo, lo seguí hasta que su figura desapareció entre las sombras que se formaban por la gran estructura y la incidencia de la luz del sol, haciéndome dar un suspiro.
Los gladiadores que en total eran 3 entraron a la arena del ruedo, mientras la muchedumbre aclamaba poseída que salieran los leones, parecía que sus corazones deseaban con insistencia ver correr la sangre, sea la de los animales o la de aquellas infelices almas.
Me entretuve unos instantes observando como aquellos hombres luchaban con fiereza contra aquellas bestias, el premio, su libertad, bueno eso dependiendo de que se les haya ofrecido de antemano.
El show continuó por un buen rato, hacía ya un tanto habia dejado de mirarlos y solo jugueteaba con el pequeño látigo de cuero que tenía en la mano, dándole vueltas y vueltas, pasándolo de un lado a otro, embobándome con aquel simple y soso jueguito, de pronto levanté mi vista, aún el cielo se mostraba en un azul intenso oscureciendo de hecho y los colores naranjas que anunciaban la llagada del forastero hijo de Roma se tornaban rojos, sonreí, esas señales en Egipto significaban una sola cosa: Sangre!
Me levanté, sin decirle nada a nadie, salí de aquel palco, bajé una vez más las escalinatas pero esta vez me filtré por uno de los pasadizos que llevaban a una de las 4 salidas de Coliseo, un par de guardias se encontraban ahi, departiendo, riendo e imitando Heroes de Guerra, al verme palidecieron, se reicorporaron y tomaron sus posiciones, los miré, mi semblante desde el momento en que había salido del palco se mostraba inexpresivo, sin mirar a los soldados, dije:
- Avisenle al custodio de mi carruaje que me alcancé!
Caminando tomando una de las principales avenidas, las calles en ese momento estarían vacias, casi toda Roma, por lo menos los ciudadanos de las afueras estarian en sus casas en sus típicas reuniones familiares, aunque sabiendo que sus hijos, hermanos, padres, tios, primos, sobrinos, etc, etc, etc, eran soldados de las legiones en su gran mayoria, todos estarian reunidos y celebrando junto con ellos en el Coliseo.
Poco a Poco iba anocheciendo, dejando ver el firmamento la luna. Aún el día peleaba con su hermana la noche, pero el astro celoso de sol se iba materializando sobre el cielo. Caminé un par de cuadras, y el sonido de unos caballos se acercaba, me giré y efectivamente era mi carruaje, me detuve al tiempo que el que los caballos detenian su paso, se abrió la pequeña portezuela y Dimitri descendió, dandome la mano para que ingresará al transporte.
- Dimitri, asumo que les dijiste que vamos a Palacio
Sabía muy bien el potencial de mi esclavo, sabía muy bien que él podía saber mis necesidades y deseos sin que yo sé los comunicase, simplemente el asintió con la cabeza y el carruaje retomó su marcha, con destino final el Palacio del Cesar.
Los gladiadores que en total eran 3 entraron a la arena del ruedo, mientras la muchedumbre aclamaba poseída que salieran los leones, parecía que sus corazones deseaban con insistencia ver correr la sangre, sea la de los animales o la de aquellas infelices almas.
Me entretuve unos instantes observando como aquellos hombres luchaban con fiereza contra aquellas bestias, el premio, su libertad, bueno eso dependiendo de que se les haya ofrecido de antemano.
El show continuó por un buen rato, hacía ya un tanto habia dejado de mirarlos y solo jugueteaba con el pequeño látigo de cuero que tenía en la mano, dándole vueltas y vueltas, pasándolo de un lado a otro, embobándome con aquel simple y soso jueguito, de pronto levanté mi vista, aún el cielo se mostraba en un azul intenso oscureciendo de hecho y los colores naranjas que anunciaban la llagada del forastero hijo de Roma se tornaban rojos, sonreí, esas señales en Egipto significaban una sola cosa: Sangre!
Me levanté, sin decirle nada a nadie, salí de aquel palco, bajé una vez más las escalinatas pero esta vez me filtré por uno de los pasadizos que llevaban a una de las 4 salidas de Coliseo, un par de guardias se encontraban ahi, departiendo, riendo e imitando Heroes de Guerra, al verme palidecieron, se reicorporaron y tomaron sus posiciones, los miré, mi semblante desde el momento en que había salido del palco se mostraba inexpresivo, sin mirar a los soldados, dije:
- Avisenle al custodio de mi carruaje que me alcancé!
Caminando tomando una de las principales avenidas, las calles en ese momento estarían vacias, casi toda Roma, por lo menos los ciudadanos de las afueras estarian en sus casas en sus típicas reuniones familiares, aunque sabiendo que sus hijos, hermanos, padres, tios, primos, sobrinos, etc, etc, etc, eran soldados de las legiones en su gran mayoria, todos estarian reunidos y celebrando junto con ellos en el Coliseo.
Poco a Poco iba anocheciendo, dejando ver el firmamento la luna. Aún el día peleaba con su hermana la noche, pero el astro celoso de sol se iba materializando sobre el cielo. Caminé un par de cuadras, y el sonido de unos caballos se acercaba, me giré y efectivamente era mi carruaje, me detuve al tiempo que el que los caballos detenian su paso, se abrió la pequeña portezuela y Dimitri descendió, dandome la mano para que ingresará al transporte.
- Dimitri, asumo que les dijiste que vamos a Palacio
Sabía muy bien el potencial de mi esclavo, sabía muy bien que él podía saber mis necesidades y deseos sin que yo sé los comunicase, simplemente el asintió con la cabeza y el carruaje retomó su marcha, con destino final el Palacio del Cesar.
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Estube cerca de mis patrones por un largo rato, aunque ahora sentada en un asiento, por fin, despues de tantas horas, comoda por un rato. Despues de un tiempo inicio de evento, los gladiadores y los leones peleando entre si, se veia correr mucha sangre, y yo estaba absolutamente divertida con eso, ya que era de mi agrado, aunque no se por que, ver muerte y sangre. Estaba tan entretenida que no habia notado que algunas personas, aunque no las reconocia, se habian ido del coliseo. Cuando levante la vista, vi entre toda la multitud, que la misma emperatriz tambien se habia marchado, aunque no supe muy bien en que momento lo habia hecho, era muy impredecible esa mujer.
*Pensando* -haa que suerte, ella es una mujer libre, puede marcharse cuando quiera... en cambio yo, debo esperar la orden de mis patrones, sin ellos no puedo irme
Los estruendosos gritos de la multitud, que por poco y aturdian mis oidos, de pronto se hicieron un tanto más suaves, ahi note que no faltaba mucho para que las batallas acaben. Agradeci eso, pues me encontraba muy cansada y quería, con todas mis fuerzas volver a la Villa, aun sabiendo que probablemente al regresar tendría que seguir trabajando en casa de mis patrones, pero igualmente era distinto, puesto que es un lugar tranquilo, sin mucha gente y era un lugar en donde ya estaba muy acostumbrada a trabajar. Entonces me quede sentada, aunque no le daba mucha atencion a lo que ocurria, mi mirada permanecia perdida en la nada, sin punto fijo, estaba sumida en mis pensamientos.
*Pensando* -haa que suerte, ella es una mujer libre, puede marcharse cuando quiera... en cambio yo, debo esperar la orden de mis patrones, sin ellos no puedo irme
Los estruendosos gritos de la multitud, que por poco y aturdian mis oidos, de pronto se hicieron un tanto más suaves, ahi note que no faltaba mucho para que las batallas acaben. Agradeci eso, pues me encontraba muy cansada y quería, con todas mis fuerzas volver a la Villa, aun sabiendo que probablemente al regresar tendría que seguir trabajando en casa de mis patrones, pero igualmente era distinto, puesto que es un lugar tranquilo, sin mucha gente y era un lugar en donde ya estaba muy acostumbrada a trabajar. Entonces me quede sentada, aunque no le daba mucha atencion a lo que ocurria, mi mirada permanecia perdida en la nada, sin punto fijo, estaba sumida en mis pensamientos.
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Samantha no prestaba tanta atención a su hermano Solomon ya que este hablaba con fluidez y sin distracción con la princesa, que no tenía tal derecho de distraerles. Y mientras aquella mujer recargada y acariciando a su hermano mellizo estaba, escucha la aceptación de Solomon al momento de decir que le parecía bien y a visitar a la familia, aquella lo único que hacía era maldecir en selenio para haber sugerido tal idiotez.
Luego un leve sonrojar se nota entre la faz de la mujer romana, el susurrar de su hermano era tan añorado que no le podía evitar, tan solo sonreía sin decir nada, sobraban palabras ya que las acciones bastaban.
De ahí aquel hombre advertía a la servidumbre, Samantha casi no prestaba atención, cuando se disponía a revocar algunas frases de su hermano, es detenida por aquel abrazo y aquellas insinuaciones, susurrándole en el oído:
-Está bien hermano mío vallamos, solo promete estar a mi lado y nunca soltaras temblorina mano, si no, os juro que explotare de rabia y no tendré el control suficiente para no está ofendiendo a vuestros primos, y créeme no se me apetece tales acciones ridículas… Claro que después de que le veamos nos iremos a otro lado…¿Verdad?
Sonriéndole mientras pasaba la diestra entre sus labios, dibujando a la perfección aquella carnosa comisura, levantándose sintiendo como le sujetaba su mano, para así caminar hasta la emperatriz.
Y mientras caminaba la mujer como escolta de la princesa y al lado de sus hermanos, aquella se expresa:
-Flori yo te veré como esclava hasta que te valores a ti misma… ja, ja…
Paso taras paso, silencio que era roto con suspiros y bullicio, aplauso exagerados que nacían por la entrada triunfante de aquel hombre… para Samantha tan solo lo podía resumir en un dos simples palabras… “Miedo e hipocresía”…
Y las calidez que se generaba con aquel roce de piel es disipado cuando Richard separaba su mano, para así, poderse acercar a Solomon y dialogar, tan solo Samantha observaba y no decía nada.
-¿De verdad?… Richard vosotros nos iremos ya me parece perfecto… anda ve Flori por el corcel como te ha ordenado tu amo.
Una descomunal sonrisa es esbozada en sus labios, la emoción de estar en la villa era exagerada, por lo que abraza con gran elocuencia a su hermano, le da un beso en la mejilla, le despeina y tan solo culmina con una corta frase de añoranza:
-Muchas gracias Richard…
Luego un leve sonrojar se nota entre la faz de la mujer romana, el susurrar de su hermano era tan añorado que no le podía evitar, tan solo sonreía sin decir nada, sobraban palabras ya que las acciones bastaban.
De ahí aquel hombre advertía a la servidumbre, Samantha casi no prestaba atención, cuando se disponía a revocar algunas frases de su hermano, es detenida por aquel abrazo y aquellas insinuaciones, susurrándole en el oído:
-Está bien hermano mío vallamos, solo promete estar a mi lado y nunca soltaras temblorina mano, si no, os juro que explotare de rabia y no tendré el control suficiente para no está ofendiendo a vuestros primos, y créeme no se me apetece tales acciones ridículas… Claro que después de que le veamos nos iremos a otro lado…¿Verdad?
Sonriéndole mientras pasaba la diestra entre sus labios, dibujando a la perfección aquella carnosa comisura, levantándose sintiendo como le sujetaba su mano, para así caminar hasta la emperatriz.
Y mientras caminaba la mujer como escolta de la princesa y al lado de sus hermanos, aquella se expresa:
-Flori yo te veré como esclava hasta que te valores a ti misma… ja, ja…
Paso taras paso, silencio que era roto con suspiros y bullicio, aplauso exagerados que nacían por la entrada triunfante de aquel hombre… para Samantha tan solo lo podía resumir en un dos simples palabras… “Miedo e hipocresía”…
Y las calidez que se generaba con aquel roce de piel es disipado cuando Richard separaba su mano, para así, poderse acercar a Solomon y dialogar, tan solo Samantha observaba y no decía nada.
-¿De verdad?… Richard vosotros nos iremos ya me parece perfecto… anda ve Flori por el corcel como te ha ordenado tu amo.
Una descomunal sonrisa es esbozada en sus labios, la emoción de estar en la villa era exagerada, por lo que abraza con gran elocuencia a su hermano, le da un beso en la mejilla, le despeina y tan solo culmina con una corta frase de añoranza:
-Muchas gracias Richard…
Samantha- Status : Muerta y Sellada
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
- Wow -
dije sorprendida, al parecer toda la crema y nata de roma y otros países se encontraban reunidas en el coliseo incluidas nosotras, algunos de ellos estaban acompañados de sus esclavos o sirvientas, Toda la gente se ovacionaba por la llegada de vergilius entre otros, incluidas nosotras realmente era algo maravilloso la muchedumbre repartiendo aperitivos, mientras los grandes se reunían, cuando la princesa Lin se dirigió a mi diciéndome que tendrá una conferencia privada con Diva una chica proveniente de Egipto No sabia su historia con lujo de detalle, todos esos aplausos y gritos me hacían sentir emocionada ya que era la primera vez que visitaba roma y han mostrado una gran hospitalidad peor pensé *Espero que los de cargo mayor sean igual de hospitalarios*
-Muy bien princesa como usted lo ordene vallamos estoy detrás de usted-
Así que me puse de pie rápidamente para acompañar ala princesa y nos dirigimos hacia donde se encontraba diva
dije sorprendida, al parecer toda la crema y nata de roma y otros países se encontraban reunidas en el coliseo incluidas nosotras, algunos de ellos estaban acompañados de sus esclavos o sirvientas, Toda la gente se ovacionaba por la llegada de vergilius entre otros, incluidas nosotras realmente era algo maravilloso la muchedumbre repartiendo aperitivos, mientras los grandes se reunían, cuando la princesa Lin se dirigió a mi diciéndome que tendrá una conferencia privada con Diva una chica proveniente de Egipto No sabia su historia con lujo de detalle, todos esos aplausos y gritos me hacían sentir emocionada ya que era la primera vez que visitaba roma y han mostrado una gran hospitalidad peor pensé *Espero que los de cargo mayor sean igual de hospitalarios*
-Muy bien princesa como usted lo ordene vallamos estoy detrás de usted-
Así que me puse de pie rápidamente para acompañar ala princesa y nos dirigimos hacia donde se encontraba diva
Clover- Cantidad de envíos : 8
Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
El corazón de Sophia pareció salirse de su centro cuando notó que Virgilius observaba hacia su dirección. No apartaba su mirada de él, pero el joven parecía indiferente a ella… o al menos eso mostraba su rostro. Sophia no supo que hacer ni decir, no podía humillarse y levantarse frente a todos para gritarle que ahí estaba ella, que era Sophia la que estaba ahí. Seguramente no la había visto… seguramente buscaba entre las personas verla y no la había reconocido. Al menos eso era lo que quería pensar al ver su rostro indiferente… pero incluso así, incluso cuando no mostraba emoción alguna observando hacia la dirección en la que ella estaba… verlo vivo, verlo a salvo… ver que era un hombre… la llenaba de una alegría que pensó que nunca más tendría en todo ese tiempo encerrada en la Villa con Gelum y Fye.
Esos tres años habían sido una verdadera tortura para ella. Su alegre risa y su constante sonrisa se habían ido apagando lentamente… convenciéndose a si misma que debía convertirse en una verdadera dama, en una mujer que hiciera que se sintiera orgulloso el hombre que la tuviese a su lado. Se había retirado del mundo para aprender a ser una mujer virtuosa, que reflejara lo mejor de Roma y sus tradiciones, pues aunque la ciudad le desagradara, seguía honrando sus tradiciones y ancestros… y el concepto de la sociedad Romana. Ella, que por haber nacido mujer no podía combatir al lado de sus primos… sí podía honrar la grandeza Romana siendo lo mejor como mujer que podía ser.
Y aun así, a pesar de que Vergilius estaba tan cerca… estaba tan lejos como si nunca hubiese vuelto. Pues la observaba pero no la notaba. La desesperación con cada segundo y paso que Vergilius daba… aumentaban en su pecho. Su rostro blanco se iba sonrojando por todas aquellas emociones que se iban anidando con el deseo de correr hacía él, de mandar todo ese protocolo que le parecía ridículo al diablo… desacreditando esos años de entrenarse en la paciencia y en la serenidad, las virtudes que una dama debían tener. Apretó su puño y respiró calmadamente para que nadie ahí la viera deshonrarse con una actitud que sólo traería vergüenza a Fye. Observó a su alrededor…la banda de mal agradecidos sentados ahí ni si quiera se fijaban en Vergilius sino en sus propias agendas y confabulaciones que Sophia no pudo evitar oír. El descaro era demasiado grande, por eso le desagradaba tanto Roma y prefería una vida retirada en la Villa. Porque todos parecían estar ahí por obligación y no porque les alegrara ver a un joven que había luchado y vencido a un enemigo tan grande como los Germánicos.
Y fue entonces que Sophia lo notó… tal vez la única ahí presente que lo notaría. Una sonrisa, una leve sonrisa mientras miraba a sus ojos que ya no lucían indiferentes sino tranquilos. La había visto, estaba segura de ello. Un suspiro contenido salió de sus labios mientras ella le sonreía de vuelta, sabiendo que él la vería ahí… que sabría que sólo estaba ahí por él… pues sus demás primos no le prestaban realmente atención. Sostuvo las flores con fuerza mientras el tiempo se sentía detenido al menos para ella. Había esperado tanto tiempo para volver a verlo que ahora que finalmente sucedía, quería aprovecharlo lo máximo de tiempo posible. Lo observó caminando a la salida de la Arena, mientras posicionaba su casco sobre su cabeza.
Un nuevo suspiro de alegría y emoción salió de sus labios mientras aun no paraba de aplaudir y fue entonces que notó que salían los gladiadores y las demas bestias. Cerró los ojos con desagrado y pensando que se iba a desmayar. Le desagradaba a un punto indescriptible esos actos de barbarie que se ofrecían en el Coliseo. A lo mejor a un mujer como Diva que en si era salvaje y extranjera le parecieran lindos, pero a ella, que era una mujer civilizada y virtuosa le parecían no sólo una desgracia sino un desperdicio de vidas y dinero del imperio. Una verdadera vulgaridad y falta de respeto en una situación tan solemne. Sin duda, cada vez más parecian animales barbáricos con estas nuevas adiciones al trono en vez de civilizados y virtuosos hombres y mujeres. Tocó levemente la mano de Fye y se acercó para susurrarle.
- Hermano… sabes que no apruebo de estas prácticas barbáricas. Te esperaré en el carruaje… . – Se puso de pie entre su familia e hizo una reverencia. – Solomon, Richard, Samantha y Mauritius… perdónenme… más debo retirarme en este momento. Nunca me ha gustado ver sangre en el suelo glorioso de Roma, creo que estas practicas son vulgares, barbáricas y pasadas de moda… algo que se apreciaría en los países donde aun reinan los animales y no en una ocasión solemne como ésta. – Lo dijo malintencionadamente y no le importaba. Quería dar un claro mensaje que desaprobaba completamente que Diva estuviese subrogando al Emperador y armando situaciones tan vulgares como esa pensando que estaría honrando a alguien con ello. - Les deseo una velada agradable y que los dioses los llenen de buena fortuna. Hasta luego.
Así, caminó a la salida del Coliseo en donde seguramente esperaría en el carruaje por Fye. No estaba desanimada. Sabía que Vergilius estaba en Roma y era sólo cosa de tiempo para que lo pudiera tener entre sus brazos nuevamente.
Esos tres años habían sido una verdadera tortura para ella. Su alegre risa y su constante sonrisa se habían ido apagando lentamente… convenciéndose a si misma que debía convertirse en una verdadera dama, en una mujer que hiciera que se sintiera orgulloso el hombre que la tuviese a su lado. Se había retirado del mundo para aprender a ser una mujer virtuosa, que reflejara lo mejor de Roma y sus tradiciones, pues aunque la ciudad le desagradara, seguía honrando sus tradiciones y ancestros… y el concepto de la sociedad Romana. Ella, que por haber nacido mujer no podía combatir al lado de sus primos… sí podía honrar la grandeza Romana siendo lo mejor como mujer que podía ser.
Y aun así, a pesar de que Vergilius estaba tan cerca… estaba tan lejos como si nunca hubiese vuelto. Pues la observaba pero no la notaba. La desesperación con cada segundo y paso que Vergilius daba… aumentaban en su pecho. Su rostro blanco se iba sonrojando por todas aquellas emociones que se iban anidando con el deseo de correr hacía él, de mandar todo ese protocolo que le parecía ridículo al diablo… desacreditando esos años de entrenarse en la paciencia y en la serenidad, las virtudes que una dama debían tener. Apretó su puño y respiró calmadamente para que nadie ahí la viera deshonrarse con una actitud que sólo traería vergüenza a Fye. Observó a su alrededor…la banda de mal agradecidos sentados ahí ni si quiera se fijaban en Vergilius sino en sus propias agendas y confabulaciones que Sophia no pudo evitar oír. El descaro era demasiado grande, por eso le desagradaba tanto Roma y prefería una vida retirada en la Villa. Porque todos parecían estar ahí por obligación y no porque les alegrara ver a un joven que había luchado y vencido a un enemigo tan grande como los Germánicos.
Y fue entonces que Sophia lo notó… tal vez la única ahí presente que lo notaría. Una sonrisa, una leve sonrisa mientras miraba a sus ojos que ya no lucían indiferentes sino tranquilos. La había visto, estaba segura de ello. Un suspiro contenido salió de sus labios mientras ella le sonreía de vuelta, sabiendo que él la vería ahí… que sabría que sólo estaba ahí por él… pues sus demás primos no le prestaban realmente atención. Sostuvo las flores con fuerza mientras el tiempo se sentía detenido al menos para ella. Había esperado tanto tiempo para volver a verlo que ahora que finalmente sucedía, quería aprovecharlo lo máximo de tiempo posible. Lo observó caminando a la salida de la Arena, mientras posicionaba su casco sobre su cabeza.
Un nuevo suspiro de alegría y emoción salió de sus labios mientras aun no paraba de aplaudir y fue entonces que notó que salían los gladiadores y las demas bestias. Cerró los ojos con desagrado y pensando que se iba a desmayar. Le desagradaba a un punto indescriptible esos actos de barbarie que se ofrecían en el Coliseo. A lo mejor a un mujer como Diva que en si era salvaje y extranjera le parecieran lindos, pero a ella, que era una mujer civilizada y virtuosa le parecían no sólo una desgracia sino un desperdicio de vidas y dinero del imperio. Una verdadera vulgaridad y falta de respeto en una situación tan solemne. Sin duda, cada vez más parecian animales barbáricos con estas nuevas adiciones al trono en vez de civilizados y virtuosos hombres y mujeres. Tocó levemente la mano de Fye y se acercó para susurrarle.
- Hermano… sabes que no apruebo de estas prácticas barbáricas. Te esperaré en el carruaje… . – Se puso de pie entre su familia e hizo una reverencia. – Solomon, Richard, Samantha y Mauritius… perdónenme… más debo retirarme en este momento. Nunca me ha gustado ver sangre en el suelo glorioso de Roma, creo que estas practicas son vulgares, barbáricas y pasadas de moda… algo que se apreciaría en los países donde aun reinan los animales y no en una ocasión solemne como ésta. – Lo dijo malintencionadamente y no le importaba. Quería dar un claro mensaje que desaprobaba completamente que Diva estuviese subrogando al Emperador y armando situaciones tan vulgares como esa pensando que estaría honrando a alguien con ello. - Les deseo una velada agradable y que los dioses los llenen de buena fortuna. Hasta luego.
Así, caminó a la salida del Coliseo en donde seguramente esperaría en el carruaje por Fye. No estaba desanimada. Sabía que Vergilius estaba en Roma y era sólo cosa de tiempo para que lo pudiera tener entre sus brazos nuevamente.
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Ya todos se estaba marchando, incluyendo mis patrones. Yo me levanté de la silla y me dirigí con cuidado hasta donde estaba Samantha y sus hermanos. Ya no quedaba mucho del dia, y las estrellas brillantes comenzaban a imponerse en el firmamento azul. Asique ya era hora de irnos, como habia dicho entonces Samantha. Mientras caminaba, ella dirigio unas palabras hacia mi, terminando con una riza, lo que me parecio algo incomodo aunque a decir verdad no le preste mucha atencion. Por lo que no hice ningun comentario al respecto. A decir verdad estaba muy distraida, aunque con ansias de irme de aquel lugar. Mis ojos se iluminaron al escuchar la segunda frase de mi patrona. Al parecer queria que traiga el corcel, como lo habia dicho Richard, pero esperaba la respuesta de Lin; aunque al pareces Samantha estaba un poco apresurada por irse del lugar, entonces no quise hacerla esperar y fui por el corcel.
-Si, enseguida... aguarden un momento por favor.
Me marched del lugar por un instante, pasando en medio de la multitud, al parecer aun quedaba mucha gente. Pasaron unos minutos y regrese, lo más rapido que pude, volvi con el carruaje. Sosteniendo las riendas hice que el corcel se detuviera, justo al lado de mis patrones. Lo solte y enseguida me dirigí hacia la parte trasera y abria la puerta del carruaje, como lo haria un buen sirviente.
-Aqui esta, como lo ordeno, señora...
-Si, enseguida... aguarden un momento por favor.
Me marched del lugar por un instante, pasando en medio de la multitud, al parecer aun quedaba mucha gente. Pasaron unos minutos y regrese, lo más rapido que pude, volvi con el carruaje. Sosteniendo las riendas hice que el corcel se detuviera, justo al lado de mis patrones. Lo solte y enseguida me dirigí hacia la parte trasera y abria la puerta del carruaje, como lo haria un buen sirviente.
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Sin esperar respuestas de su hermano gemelo, Samantha sale corriendo, haciendo estruendo con su trotar, lo cual reflejaba una enorme emoción tras saber que a casa regresaban ya. Sus intensiones ya estaban predilectas en aquella dama, la acción de correr era por alcanzar su criada.
Su vestido danzaba con fluidez tras acaparar y entreverase con la bocanada de aire generada, la diestra se movía sin intenciones de cesar y la surda tomando el pecho para poder respirar, era así como Samantha se acercaba a su objetivo secundario: “ Flori”.
-Mujer espera…
Grita al ver a aquella sirvienta por fin, cerca del carruaje real de su familia, llegando frente a ella, Samantha se agalla toma el suficiente aire para cesar la fatiga de sus pulmones, relame sus resecos labios, establece su pulso, para así, ponerse recta, tomar los delgados hombros de su sirvienta le sonríe y dice:
-Mujer, ¿sabéis montar a caballo?, ¿tendrías la delicadeza de ser mi escolta en el regreso a la villa?, he de desear adelantarme, pero para eso, se irá a aparte, y lo mejor es a caballo para llegar más rápido, ahora bien me acompañaras sin ninguna refutación, ¿está claro?
Callando aquella orden la mujer toma uno de los potrillos más fuerte que había traído de la billa, de porte sano, oscuro color, con mirada enrojecida, tal parecía que si no fuese un mundo mortal, aquel animal escupiría fuego con su relinchar, larga melena y brillo sin igual.
Con las piernas entrecruzadas, un erguir que reflejaba mil victorias, la mujer sonríe mirando aquel crepuscular cielo límpido de nubes, ladea el rostro y ordena con gran tranquilidad en su alama intrépida de nobleza:
-Vamos que espera mujer es hora de partir.
Su vestido danzaba con fluidez tras acaparar y entreverase con la bocanada de aire generada, la diestra se movía sin intenciones de cesar y la surda tomando el pecho para poder respirar, era así como Samantha se acercaba a su objetivo secundario: “ Flori”.
-Mujer espera…
Grita al ver a aquella sirvienta por fin, cerca del carruaje real de su familia, llegando frente a ella, Samantha se agalla toma el suficiente aire para cesar la fatiga de sus pulmones, relame sus resecos labios, establece su pulso, para así, ponerse recta, tomar los delgados hombros de su sirvienta le sonríe y dice:
-Mujer, ¿sabéis montar a caballo?, ¿tendrías la delicadeza de ser mi escolta en el regreso a la villa?, he de desear adelantarme, pero para eso, se irá a aparte, y lo mejor es a caballo para llegar más rápido, ahora bien me acompañaras sin ninguna refutación, ¿está claro?
Callando aquella orden la mujer toma uno de los potrillos más fuerte que había traído de la billa, de porte sano, oscuro color, con mirada enrojecida, tal parecía que si no fuese un mundo mortal, aquel animal escupiría fuego con su relinchar, larga melena y brillo sin igual.
Con las piernas entrecruzadas, un erguir que reflejaba mil victorias, la mujer sonríe mirando aquel crepuscular cielo límpido de nubes, ladea el rostro y ordena con gran tranquilidad en su alama intrépida de nobleza:
-Vamos que espera mujer es hora de partir.
Samantha- Status : Muerta y Sellada
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
- Se me hizo tarde el desfile ya ha de haber iniciado -
Dije mientras me acercaba al coliseo a una gran velocidad, ya había cruzado la puesta y entre sin ningún impedimento cuando andaba de curiosa buscando a la señora Diva para anunciarle que ya estaba presente, Al parecer había una lucha eso me ponía realmente triste. Hombre que buscan su libertad y a cambio de ello tienen que matar a sus compañeros y el que resulte victorioso se le otorgara su libertad realmente era triste así que mejor decidí retirarme Cuando gire mi cabeza y a unos cuantos metros me percate que de 2 Hombre que jamás había visto eran realmente atractivos tanto que me hicieron perder la noción y olvidar de todos esos actos barbaricos. Pero algo había hecho que dejara de mirarlos una chica pelirroja que por lo visto iba de salida, así que pensé en acercarme para poder verlos mejor y quizás uno me viera con buenos ojos pero.... quizás me vería como una perra en celo, así que me olvide del plan y deje de mirarlos.
Aunque buscara no podía ver a mi hermana sobre toda esta multitud y me dijo
- Se aburrió debió de haberse ido-
Así que mejor salí del lugar para buscar ala señora Diva
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Mientras esperaba al lado del carruaje del Señor Richard, vi llegar con una gran raidez y al parecer algo agitada a mi patrona Samantha, será que habia llegado corriendo, antes de que yo me marche. Ella deseaba llegar un tanto antes que los demas a la villa, al parecer tenia otros asuntos que resolver. La mire algo confundida, poseia tal tranquilidad que me relajaba a mi misma. Al rato tomó uno de los corceles, tenia buen aspecto, parecia un exelente animal. Minutos despues fue cuando oi esa pregunta y me decidi a contestar con voz firme y sin ningun tipo de presion, asi crei que le gustaba a ella que yo la tratase.
-Claro que sí, mi señora, no tendría yo el descaro de refutar una orden...
Dije mientras me montaba a un corcel. Allí preparaba comencé a avanzar, siguiendo a mi patrona, sin perder el rastro, vijilando a los alrededores con mi vista, de un lado al otro. Allí comenzaba nuestro viaje de regreso a la villa Adriana, y debiamos apresurarnos si no queríamos perder más tiempo.
-Claro que sí, mi señora, no tendría yo el descaro de refutar una orden...
Dije mientras me montaba a un corcel. Allí preparaba comencé a avanzar, siguiendo a mi patrona, sin perder el rastro, vijilando a los alrededores con mi vista, de un lado al otro. Allí comenzaba nuestro viaje de regreso a la villa Adriana, y debiamos apresurarnos si no queríamos perder más tiempo.
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
Pienso
Hablo
Solomon percataba que el tiempo pasaba a mayor velocidad, los primeros tonos crepusculares aparecian tornando al coliseo en un ambiente aun más magico.
La algarabia del caotico festejo se detenia, las voces del pueblo y el senado en general callaban, sus hermanos, Richard y Samantha no eran un excepción. El mutis repentino acontecia a razón de las palabras del grande de roma, Vergilius, quien de forma muy educada mostraba la herencia de su padre, la diplomacia.
El muchacho de cabellera rubia no podia hacer otra cosa más la de adoptar la posición de suma atención, el gargo de su primo no habia enflaquecido ante los años expuesto a los barbaros, al contrario, sus palabras eran justas y por sobretodo sabias...
Correcto Vergilius...
Luego del protocolo paso a retirarse, no habria más que pedirle, habia hecho lo necesario para brindarle al pueblo la tranquilidad necesaria.
Algo inesperado habia ocurrido, la familia liderada por Fye habia llegado al centro de bienvenida, era poco usual, en especial para Solomon quien conocia muy bien la historia intima entre Vergilius y Fye.
Jmm... parece ser que me equivoque en esto...
Pero habian llegado algo tarde, pues para mala suerte de Sophia, las fiestas de sangre comenzarian en cualquier momento, ésta expreso con claridad su disgusto y su retirada a lo cual Solomon la despidio.
Ya era tarde, y el camino a Villa Adriana era extenso... Diva igualmente se habia retirado, Solomon ya habia cumplido.
Princesa Lin, sera mejor dirigirnos ya a nuestra villa...por favor...
Se levanto tomandole de la mano, sus damas hacian lo mismo, finalmente todos salian del coliseo llegando rapidamente al coche...al parecer Samantha habia desaparecido, pero eso era algo perdonable sabiendose que ya habia cumplido con el protocolo.
Solomon abrio la puertecita del coche a dodne subieron Lin y sus damas, tomo su corcel al igual que lo hacia su hermano y emprendieron su regreso a villa Adriana.
Hablo
Solomon percataba que el tiempo pasaba a mayor velocidad, los primeros tonos crepusculares aparecian tornando al coliseo en un ambiente aun más magico.
La algarabia del caotico festejo se detenia, las voces del pueblo y el senado en general callaban, sus hermanos, Richard y Samantha no eran un excepción. El mutis repentino acontecia a razón de las palabras del grande de roma, Vergilius, quien de forma muy educada mostraba la herencia de su padre, la diplomacia.
El muchacho de cabellera rubia no podia hacer otra cosa más la de adoptar la posición de suma atención, el gargo de su primo no habia enflaquecido ante los años expuesto a los barbaros, al contrario, sus palabras eran justas y por sobretodo sabias...
Correcto Vergilius...
Luego del protocolo paso a retirarse, no habria más que pedirle, habia hecho lo necesario para brindarle al pueblo la tranquilidad necesaria.
Algo inesperado habia ocurrido, la familia liderada por Fye habia llegado al centro de bienvenida, era poco usual, en especial para Solomon quien conocia muy bien la historia intima entre Vergilius y Fye.
Jmm... parece ser que me equivoque en esto...
Pero habian llegado algo tarde, pues para mala suerte de Sophia, las fiestas de sangre comenzarian en cualquier momento, ésta expreso con claridad su disgusto y su retirada a lo cual Solomon la despidio.
Ya era tarde, y el camino a Villa Adriana era extenso... Diva igualmente se habia retirado, Solomon ya habia cumplido.
Princesa Lin, sera mejor dirigirnos ya a nuestra villa...por favor...
Se levanto tomandole de la mano, sus damas hacian lo mismo, finalmente todos salian del coliseo llegando rapidamente al coche...al parecer Samantha habia desaparecido, pero eso era algo perdonable sabiendose que ya habia cumplido con el protocolo.
Solomon abrio la puertecita del coche a dodne subieron Lin y sus damas, tomo su corcel al igual que lo hacia su hermano y emprendieron su regreso a villa Adriana.
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Re: Desfile Tradicional de Bienvenida
La chica de cabellera rubia era detenida por Solomon quien le tomaba la mano suavemente mirándola un tanto divertido y perplejo, la princesa al notar eso se sonroja un poco pues sabia que no era el momento apropiado, realmente había sido imprudente pero estaba acosrtumbrada de que en cualquier hora podía atender, sin emabrgo se dio cuenta que en roma era distinto,
INNER:pero si seras mensa…. Estamos en Roma, no en Britania…..
Lin: lo siento…. Jamás habíamos salido de ahí… recuerdas
INNER: si lo se, pero esa no es excusa para que no sepas…..
Lin: ash! Ya cállate y dejame hablar …..quieres?
luego de esta ‘’ charla’’ consigo misma le responde a Solomon con una sonrisa divertida pues sabia su error
Princesa Lin: jeje cierto….. creo que no es igual que en Britania, ya que siempre estoy disponible jeje, pero tiene razón senador Solomon jejeje
despues de que el senador conversara con su hermano de nueva cuenta las invito a sentarse, a ella y sus doncellas, la princesa le dice en un sususro a Clover y Elizabeth que sería en otro momento la visita a Diva, para despues el joven decidiera hacer un brindis y le explicaba la situación acerca del protocoló llevado a cabo en aquella cuidad, además no solo el se decía eso, sino también el joven Richard a lo que solo se limitaba en sonreir y asentir en eso se levanta de su asiento el joven Solomon y se dirige al palco donde se encontraba la emperatriz Diva.
En lo que se encotraba Solomon en el palco se acerca Richard y me dice que si le parecía ir a su villa para refrescarnos y le responde
Princesa Lin: Claro… muchas gracias, en verdad me agradaria ya que el clima es muy diferente al de Britania jeje
luego llega Solomon y le dice que sera para el dia siguiente su entrevista con la emperatriz a lo que le responde con una sonrisa
Princesa Lin :Oh muchas gracias senador….
las celebraciones eran realmente bellas, y se admiraba por aquella realizada, paso el tiempo y ya era algo tarde, por lo que el senador Solomon le dice que ya era hora de irse a su villa, Lin sbaia que debía estar lejos y por lo tanto acepto y se levanto con ayuda de este tomandole de la mano para salir del Coliseo en medio de la multitud rumbo al coche, pero al parecer solo seria ella y sus doncellas las que irían en el trasporte ya que Samantha no se encontrba ahí, se adentraron al coche para salir del recinto e ir a la villa donde se hospedarían y Solomon cabalgaba en su corcel
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Miér Jul 03, 2019 1:23 pm por Sasha
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