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[Alejandria] Entrada
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Selene
Illidan
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[Alejandria] Entrada
Luego de una larga visita por Alejandría, El guerrero de Egipto por fin localizo a lo que venia a buscar. El general Seth se encontraba en un bar de mala muerte, como era costumbre, pero Illidan lo mando a llamar con uno de los soldados y se quedo esperando afuera. Apenas supo que Illidan lo llamaba, el general egipcio salio rápido de la taberna y no se hizo esperar. El alcohol que había ingerido lo hacia caminar de manera irregular, lo cual no sorprendió a Illidan ya que siempre que lo había visto estaba en ese estado.
-Buenos días Illidan....... ¿Tu me llamabas? -Dijo Seth mientras que Illidan sonreía, el patético general estaba expuesto totalmente y no podría luchar por mas que quisiera, los soldados comenzaron a acercarse y Illidan comenzó a recitar lo que debía.- De acuerdo a las ordenes y reglas de Egipto, ejercidas por su emperatriz, Selene...Yo Illidan te quito el puesto de General de Egipto por el hecho de haber deshonrado a tu pueblo, tus superiores y a tu propia persona. Por todas estas ofensas, Seth, serás castigado con la muerte.
Tras escuchar la mitad del discurso, Seth previno lo que se venia e intento atacar a Illidan quien lo miro y vio como los soldados lo retenían, sin embargo el general logro dar un espadazo que dio justo en la cara del guerrero, haciéndole un leve tajo en la mejilla. Illidan miro su rostro sorprendido y luego se toco la herida viendo como la sangre brotaba por ella.
-¿Como te atreves?.....-Dijo Illidan con un gran tono de furia mientras que los soldados sostenían al general. Su brazo derecho tomo su espada y con un fuerte envión la retiro de la funda y lanzo un espadazo directo hacia Seth, quien observaba con pánico y fue recién al último momento cuando cerró sus ojos. La sangre salto por todo el cuerpo del guerrero egipcio que estaba de pie, mientras que el cuerpo del ex-general caía en el suelo separado de su cabeza, que había saltado metros más allá por el gran espadazo de Illidan.
-Basura...-Dijo Illidan mientras que escupió el cuerpo del caído general. Los soldados asombrados miraban a Illidan como esperando una orden. Illidan les devolvió la mirada y hablo con un tono mas calmado.- Acabar con su cuerpo y poner cada parte en la entrada de Alejandría, como yo haré con la cabeza.
El guerrero manchado de sangre puso la cabeza del general en una lanza y la dejo en la entrada, escribiendo en Egipto una frase corta pero demasiada directa, "Así se trata a los traidores". Illidan subió a su caballo mientras que los demás guerreros ponían los brazos, las piernas y el cuerpo del general en otras cinco lanzas alrededor de la frase. Luego Illidan se retiro sin esperar, debía de limpiar su cuerpo.
-Buenos días Illidan....... ¿Tu me llamabas? -Dijo Seth mientras que Illidan sonreía, el patético general estaba expuesto totalmente y no podría luchar por mas que quisiera, los soldados comenzaron a acercarse y Illidan comenzó a recitar lo que debía.- De acuerdo a las ordenes y reglas de Egipto, ejercidas por su emperatriz, Selene...Yo Illidan te quito el puesto de General de Egipto por el hecho de haber deshonrado a tu pueblo, tus superiores y a tu propia persona. Por todas estas ofensas, Seth, serás castigado con la muerte.
Tras escuchar la mitad del discurso, Seth previno lo que se venia e intento atacar a Illidan quien lo miro y vio como los soldados lo retenían, sin embargo el general logro dar un espadazo que dio justo en la cara del guerrero, haciéndole un leve tajo en la mejilla. Illidan miro su rostro sorprendido y luego se toco la herida viendo como la sangre brotaba por ella.
-¿Como te atreves?.....-Dijo Illidan con un gran tono de furia mientras que los soldados sostenían al general. Su brazo derecho tomo su espada y con un fuerte envión la retiro de la funda y lanzo un espadazo directo hacia Seth, quien observaba con pánico y fue recién al último momento cuando cerró sus ojos. La sangre salto por todo el cuerpo del guerrero egipcio que estaba de pie, mientras que el cuerpo del ex-general caía en el suelo separado de su cabeza, que había saltado metros más allá por el gran espadazo de Illidan.
-Basura...-Dijo Illidan mientras que escupió el cuerpo del caído general. Los soldados asombrados miraban a Illidan como esperando una orden. Illidan les devolvió la mirada y hablo con un tono mas calmado.- Acabar con su cuerpo y poner cada parte en la entrada de Alejandría, como yo haré con la cabeza.
El guerrero manchado de sangre puso la cabeza del general en una lanza y la dejo en la entrada, escribiendo en Egipto una frase corta pero demasiada directa, "Así se trata a los traidores". Illidan subió a su caballo mientras que los demás guerreros ponían los brazos, las piernas y el cuerpo del general en otras cinco lanzas alrededor de la frase. Luego Illidan se retiro sin esperar, debía de limpiar su cuerpo.
Illidan- Dios/a
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Re: [Alejandria] Entrada
Grata era la bienvenida que se le daba a Selene al volver a Alejandria. NAdie la veía pues estaba dentro de aquel cuadrado de madera pulida y cubierta en telas para bloquear el sol. La chica escuchaba con indiferencia los gritos de su gente, las peticiones, la forma en que pedían verla para saber que era lo que iba a ocurrir con su pueblo, pues hasta solo días habían estado aguantando una horrible guerra contra un imperio que en toda forma militar era más fuerte que egipto, pero no más astuto.
Kisame había desaparecido algo que le alegró un poco, pues toda ese juego de ping pong con insultos e indirectas era bastante agotador en un plano mental.
- ¡Mi señora! ¡Mi señora! - Gritaba un hombre mientras caminaba corriendo al lado de la carroza. Selene lo ignoraba como al resto. - ¡Mi señora! ¡Noticias de Roma! ¡Noticias de Rain!
- ¡Alto! - Gritó Selene sentandose interesadisima mientras corría levemente la tela. - ¿Que noticias hay de Roma? ¡Habla rápido!
- En... en el palacio... se ha recibido... un... un... papiro... - Decía el hombre gordito entrecortandose por el jadeo de su respiración, con aquella panza se notaba a lo lejos que no estaba acostumbrado a correr. - Esta... en palacio... para usted... mi señora...
- ¿Rain esta bien? - Preguntó sorprendida, gran parte de si pensaba que rain habría muerto para ese entonces.
- S...sí. - respondió el hombre recuperando la respiración. - Hemos tenido noticias, su mensaje...ha sido... dado en el senado.
- Excelente.- Dijo Selene sonriendo de felicidad sacando una monedas de oro de entre sus pertenencias y colocandola en la mano del hombre. - Por tu fidelidad y los buenos augurios.
- Gracias diosa... - Dijo el hombre haciendo una ridicula reverencia. - soy siempre su humilde servidor.
- Si, claro... - Dijo con sarcasmo, pues sabía que si hubiese una rebelión el primero en correr por su pellejo sería ese gordo hijo de puta. - A palacio.
La carroza cargada por los esclavos continuó moviendose con rapidez ahora hacia el palacio de alejandria. Selene paso al lado de su biblioteca y pensó que debería ir a perderse unos dias leyendo.
Selene- Dama del Pecado
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Re: [Alejandria] Entrada
Strife aun seguía cabalgando por el desolado desierto, en busca de aquel general Romano a quien había abandonado en los jardines de la diosa Isis. Strife se detuvo al ver una pequeña caravana de personas caminando por el desierto, tomando de las rieles de su caballo cabalgo rápidamente hasta ellos. Paro con desesperación al llegar levantando toda la tierra la cual hizo estornudar a algunas de las personas reunidas, al parecer estas llevaban provisiones y algo de oro. Al ver el uniforme de legionario del joven un anciano grito.
- Los Romanos nos atacan !! los Romanos nos atacan !!. - Gritaba con desesperación mientras tomaba de los ropajes de algunos miembros de la caravana.
- Tranquilo viejo loco, no les haré daño no tengo razones para hacerlo ademas de que creo que debieron enterarse de la pequeña alianza de Roma y Egipto ¿Donde se dirigen?. - Dijo en un tono frió el joven mientras que miraba con histeria a aquel anciano el cual había exagerado y actuado como un completo imbécil.
- Nos dirigimos a Alejandria, la diosa ha regresado luego de todos esos días de ausencia. - Dijo otro joven Egipcio el cual no parecía ser nada mas que otro esclavo, Selene habia regresado a su ciudad finalmente. Tal vez era hora de que Strife volviera a ver los muros de la gloriosa Alejandria.
Dejando a aquella caravana atrás el joven comenzó a cabalgar una vez mas, esta vez con un nuevo rumbo, con un nuevo destino, con un nuevo propósito. Tal vez donde se encontraría la emperatriz se encontraría el general Romano. La tarde estaba en su máximo aposento, el calor chocaba contra el cuerpo de joven mientras que allí a lo lejos se podía visualizar a la gloriosa ciudad Egipcia fundada por Alejandro. Al llegar a la entrada dejo allí su caballo, para luego entrar por esa gran puerta que conducía al corazón de Alejandria.
- Los Romanos nos atacan !! los Romanos nos atacan !!. - Gritaba con desesperación mientras tomaba de los ropajes de algunos miembros de la caravana.
- Tranquilo viejo loco, no les haré daño no tengo razones para hacerlo ademas de que creo que debieron enterarse de la pequeña alianza de Roma y Egipto ¿Donde se dirigen?. - Dijo en un tono frió el joven mientras que miraba con histeria a aquel anciano el cual había exagerado y actuado como un completo imbécil.
- Nos dirigimos a Alejandria, la diosa ha regresado luego de todos esos días de ausencia. - Dijo otro joven Egipcio el cual no parecía ser nada mas que otro esclavo, Selene habia regresado a su ciudad finalmente. Tal vez era hora de que Strife volviera a ver los muros de la gloriosa Alejandria.
Dejando a aquella caravana atrás el joven comenzó a cabalgar una vez mas, esta vez con un nuevo rumbo, con un nuevo destino, con un nuevo propósito. Tal vez donde se encontraría la emperatriz se encontraría el general Romano. La tarde estaba en su máximo aposento, el calor chocaba contra el cuerpo de joven mientras que allí a lo lejos se podía visualizar a la gloriosa ciudad Egipcia fundada por Alejandro. Al llegar a la entrada dejo allí su caballo, para luego entrar por esa gran puerta que conducía al corazón de Alejandria.
Última edición por Strife el Lun Oct 18, 2010 5:10 pm, editado 1 vez
Strife- Caballeros Dorados
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Re: [Alejandria] Entrada
Después de cabalgar por largas horas el en calor del desierto pude ver a lo lejos la ciudad de Alejandría, además de eso se encontraban una gran cantidad de gente que entraba a la gran ciudad a la que una vez cada cierto tiempo venia para dar la cuota de grano que pedía el reino cuando vivíamos en las orillas del rio Nilo de alguna forma me intrigo ver a tanta gente reunida para poder entrar en la ciudad.
Me les acerqué cubriendo mi rostro con la capa para escucharlos y enterarme de lo que pasaba.-Nuestra diosa a regresado a Alejandría después de su larga ausencia tenemos que apresurarnos...-Al escucharlo le ordene a Osiris cabalgar mas aprisa para estar cerca de la entrada...jale las riendas de Osiris para que se detuviera.-No mejor esperare un poco a que toda esta gente se retire.-Lo dirigí hacia una palmera que estaba cercana.
Baje del lomo de Osiris para recostarme debajo de la sombra de la palmera tome una fruta que tenia en el saco que me dieron para el viaje, comencé a comerla mientras Osiris se recostaba también mientras mirábamos a gran aglomeración de gente, al ver tantas personas me comenzó a dar un poco de sueño así que decidí dormir un poco.
Al caer en el profundo sueño me encontraba en un lugar que no conocía pero no parecía lejano de Egipto se parecía mucho pero era distinto de alguna forma ya que no tenia la misma majestuosidad que emanaba Egipto, en ese lugar observe a un joven como de mi edad cuando se dio la vuelta su rostro me parecía conocido...abrí mis ojos de par en par a causa de la sorpresa.-Arone...porque se encuentra aquí o mas bien porque me encuentro aquí.-pero no se encontraba solo estaba a su lado una joven de semblante serio y con un aura parecida a la de Selene...todo se torno oscuro y escuche una voz que resonaba en mi mente.-Falta poco...
Despertando después de escuchar esa voz intrigándome el significado de esas palabras mire a la entrada de Alejandría observando que el tumulto de gente ya no era demasiada, tome a Osiris de las riendas para entrar a la ciudad, aun intrigado por las palabras.-Falta poco pero para que...?
Me les acerqué cubriendo mi rostro con la capa para escucharlos y enterarme de lo que pasaba.-Nuestra diosa a regresado a Alejandría después de su larga ausencia tenemos que apresurarnos...-Al escucharlo le ordene a Osiris cabalgar mas aprisa para estar cerca de la entrada...jale las riendas de Osiris para que se detuviera.-No mejor esperare un poco a que toda esta gente se retire.-Lo dirigí hacia una palmera que estaba cercana.
Baje del lomo de Osiris para recostarme debajo de la sombra de la palmera tome una fruta que tenia en el saco que me dieron para el viaje, comencé a comerla mientras Osiris se recostaba también mientras mirábamos a gran aglomeración de gente, al ver tantas personas me comenzó a dar un poco de sueño así que decidí dormir un poco.
Al caer en el profundo sueño me encontraba en un lugar que no conocía pero no parecía lejano de Egipto se parecía mucho pero era distinto de alguna forma ya que no tenia la misma majestuosidad que emanaba Egipto, en ese lugar observe a un joven como de mi edad cuando se dio la vuelta su rostro me parecía conocido...abrí mis ojos de par en par a causa de la sorpresa.-Arone...porque se encuentra aquí o mas bien porque me encuentro aquí.-pero no se encontraba solo estaba a su lado una joven de semblante serio y con un aura parecida a la de Selene...todo se torno oscuro y escuche una voz que resonaba en mi mente.-Falta poco...
Despertando después de escuchar esa voz intrigándome el significado de esas palabras mire a la entrada de Alejandría observando que el tumulto de gente ya no era demasiada, tome a Osiris de las riendas para entrar a la ciudad, aun intrigado por las palabras.-Falta poco pero para que...?
Hang- Juez del Inframundo
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Re: [Alejandria] Entrada
El joven comenzó a caminar por las amplias calles de la ciudad de Alejandria, se sentía incomodo ante toda esa gente ya que aun no conocía su cultura. Alejandria apenas tenía cosas en común con la gran y gloriosa ciudad Romana, aun así la ciudad no parecía dejar de ser magnifica. Aquella simetría que poseía era realmente algo bello; Manteniendo la compostura firme el joven legionario siguió caminando. No tenía otras razones para conocer la ciudad nada más que para conocer a aquellas personas con las cuales había luchado estos últimos años y lograr encontrar al general Edward a quien había dejado atrás en el desierto. Recordaba las palabras que se le decía en la academia de militar “Estamos para servir no para destruir” Uno de los tantos lemas de los legionarios imperiales.
Comenzó a sentir dolor en el pecho; Mientras se arrodillaba por su mente pasaban algunas imágenes veía el rostro de su hermana mientras que esta portaba una armadura. Terminado esto vio la cara de un Dragon, la gente allí reunida comenzó a acercársele y lo ayudaron a levantar. Sin siquiera decir unas gracias el pelinegro se soltó y siguió caminando siempre con sus ojos vista abajo, no esperaba el momento para abandonar esta ciudad y regresar a su amada patria. No sabía que había pasado con los legionarios que le habían acompañado pero ni siquiera le importaba en esos momentos.
Alejandria verdaderamente era bella, siempre lograba obtener la atención de Strife. El tiempo pasaba y la emoción de volver a ver a su hermana crecían, el soldado se mezclo entre la multitud y comenzó a admirar la bella arquitectura por la cual estaba compuesta la ciudad. Alejandro Magno había creado todo esto con sus manos. Un Griego que sintió amor por otra civilización era un hecho histórico.
Cada vez que caminaba se preguntaba el porqué tenia esos pensamientos de su hermana, ella siempre había sido buena y su sonrisa no dejaba olvido. Pero los pensamientos demostraban todo lo contrario.
Comenzó a sentir dolor en el pecho; Mientras se arrodillaba por su mente pasaban algunas imágenes veía el rostro de su hermana mientras que esta portaba una armadura. Terminado esto vio la cara de un Dragon, la gente allí reunida comenzó a acercársele y lo ayudaron a levantar. Sin siquiera decir unas gracias el pelinegro se soltó y siguió caminando siempre con sus ojos vista abajo, no esperaba el momento para abandonar esta ciudad y regresar a su amada patria. No sabía que había pasado con los legionarios que le habían acompañado pero ni siquiera le importaba en esos momentos.
Alejandria verdaderamente era bella, siempre lograba obtener la atención de Strife. El tiempo pasaba y la emoción de volver a ver a su hermana crecían, el soldado se mezclo entre la multitud y comenzó a admirar la bella arquitectura por la cual estaba compuesta la ciudad. Alejandro Magno había creado todo esto con sus manos. Un Griego que sintió amor por otra civilización era un hecho histórico.
Cada vez que caminaba se preguntaba el porqué tenia esos pensamientos de su hermana, ella siempre había sido buena y su sonrisa no dejaba olvido. Pero los pensamientos demostraban todo lo contrario.
Strife- Caballeros Dorados
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Re: [Alejandria] Entrada
El sequito de la reina había caminado por las calles de Alejandría y habían alzado su carpa militar en la entrada de la ciudad. Los altos rangos del ejército Egipcio se estaban formando y se escuchaba movimiento de un lugar a otro. Adentro de la carpa, Selene aun estaba cubierta con su armadura de oro, algunas de sus doncellas estaban paradas contra la tela abanicándola con plumas esperando que la mujer terminara de leer. Se había concentrado al menos la ultima hora en soledad leyendo los mapas, viendo cada bifurcación de la ruta, cada espacio entre ella y Persia. El rey de los Persas era un hombre temible, al punto que ni si quiera el imperio Romano había logrado vencerlo. El mismo Egipto había estado por siglos bajo el imperio Persa y había sido liberado por Alejandro Magno, razón por la cual en Egipto al joven guerrero se le veneraba como Dios (al igual que en Roma.
Se había dedicado horas y horas a memorizar las decenas de mapas para ver cual era el punto más débil por el cual podrían entrar a Persia sigilosamente. Un combate frente a frente contra los grandes Persas no era sólo peligroso, también habría sido estúpido.
Había dado ya la orden de que sus hombres mas sigilosos se adentraran en esas tierras y trajeran reportes sobre como estaba la legion Romana en Persia y que regiones se habían dejado desprotegidas para proteger otras fronteras contra Roma. Atacaría por el flanco más debil y arrasarría con Persia desde ahí en adelante.
- El gran sueño… - Mumuró enrollando un mapa para suspirar y mirar el techo de la carpa. – Traigan a Hang.
No tenía idea de donde estaría Hang. Se le había perdido de vista hacia algunas horas. Tampoco sabía donde estaría Illidan. Después de su discusión había quedado sin muchos deseos de verlo. Le molestaba de sobremanera que el hombre de forma educada de insistiera que ella no era hábil para la guerra ni para gobernar… que ella debía ser una estatua para venerar y nada mas. Egipto no era una sociedad machista como Roma, la mujer en Egipto se consideraba en muchos aspectos igual a un hombre… pero que Illidan no entendiera que ella podía luchar aun siendo la reina de Egipto… le molestaba, le irritaba incluso, y llego a pensar que su victoria se la restregaría en la cara…
Aunque también era posible que no hiciera absolutamente nada más que liderar y guiar al ejercito de Egipto.
- ¿Dónde esta Illidan? – Finalmente preguntó mientras bebía de su copa.
___
Off: Illidan y Hang pueden interrumpir como deseen.
Selene- Dama del Pecado
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Re: [Alejandria] Entrada
Caminaba al lado de Selene dirigiéndonos a la entrada de la ciudad pero una brisa de viento me trajo recuerdos sobre Arone y su pequeña mascota, eso provoco que me quedara parado mientras Selene y los demás soldados seguían caminando mientras yo me quedaba pensando…por que en un momento así…solo me quede viendo al vacio no me explicaba esta vez el porque, camine un poco por las calles para así disipar mis dudas sobre lo que ocurría en mi mente…porque en un momento de guerra los recuerdo…amenos que se encuentren cerca de aquí en esta misma ciudad…por un minuto casi por reflejo acelere el paso pero después volví a detenerme dándome la vuelta para dirigirme a la entrada de la ciudad solo mostrando una leve sonrisa que no pude evitar expresar.
Mientras me dirigía a la entrada de la ciudad un soldado se puso en frente mío.-Joven Hang la reina lo busca.-Lo mire sin ninguna expresión en mi rostro pasando al lado suyo.-Si esta bien enseguida voy.-Me detuve para mirar detrás sin saber que es lo que buscaba.-Ocurre algo?.-Dijo el soldado con algo de inquietud, mire de nuevo al frente para continuar el camino.-No pasa nada no hay de que preocuparse.-Le dije mientras lo miraba despreocupado, seguimos caminando hasta llegar a la carpa donde el soldado se detuvo para que yo entrara.
Al entrar en la carpa mire que Selene tenia muchos paparos a su alrededor mientras unas doncellas la abanicaban.-Que es lo que sucede princesa Selene.-Le dije mientras me arrodillaba y recargaba mi brazo en la rodilla derecha mirando hacia el suelo.-Disculpe si me perdí por unas horas es que…creí ver a alguien de mi familia en Alejandría…esa es la razón de mi ausencia espero no haberle causado molestias…Esperaba la respuesta de Selene mientras solo pensaba en los presentimientos que tenia sobre lo que podría ocurrir, además de los recuerdos confusos que tenia sobre el templo oculto en las costas, no sabia si contarle de ese templo a Selene ya que aunque tuviera la habilidad de ver mas allá de sus sentidos no creía que fuera un momento apropiado para eso.
Mientras me dirigía a la entrada de la ciudad un soldado se puso en frente mío.-Joven Hang la reina lo busca.-Lo mire sin ninguna expresión en mi rostro pasando al lado suyo.-Si esta bien enseguida voy.-Me detuve para mirar detrás sin saber que es lo que buscaba.-Ocurre algo?.-Dijo el soldado con algo de inquietud, mire de nuevo al frente para continuar el camino.-No pasa nada no hay de que preocuparse.-Le dije mientras lo miraba despreocupado, seguimos caminando hasta llegar a la carpa donde el soldado se detuvo para que yo entrara.
Al entrar en la carpa mire que Selene tenia muchos paparos a su alrededor mientras unas doncellas la abanicaban.-Que es lo que sucede princesa Selene.-Le dije mientras me arrodillaba y recargaba mi brazo en la rodilla derecha mirando hacia el suelo.-Disculpe si me perdí por unas horas es que…creí ver a alguien de mi familia en Alejandría…esa es la razón de mi ausencia espero no haberle causado molestias…Esperaba la respuesta de Selene mientras solo pensaba en los presentimientos que tenia sobre lo que podría ocurrir, además de los recuerdos confusos que tenia sobre el templo oculto en las costas, no sabia si contarle de ese templo a Selene ya que aunque tuviera la habilidad de ver mas allá de sus sentidos no creía que fuera un momento apropiado para eso.
Hang- Juez del Inframundo
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Re: [Alejandria] Entrada
La caminata no fue larga, solo que muchos de los soldados no estaban acostumbrados a esto, Illidan había visto como Hang se quedaba atrás pero no dijo nada, después de todo no seria gran perdida la que habría si el joven campesino decidía quedarse por temor. Pero el muchacho vino de todas formas, al parecer tuvo solo un pequeño percance. Allí cerca había una fuente con agua pura, Illidan se dirigió hasta ella y se limpio sus brazos con el fresco líquido. El calor que hacia le estaba matando la cabeza, sobre calentándola a tal punto que sentía que le iba a explotar. Se saco la parte superior de su vestimenta y dejo su torso y espalda al aire libre, mientras que con la parte de la vestimenta se cubría su cabeza, poniéndola encima de su cabello y haciéndole un nudo. Se aseguro de que pudiera ver con ella ya que la vista seria algo importante en la lucha. Su cinturón seguía puesto con su espada y en su pecho resaltaba aquel amuleto que alguna vez perteneció a su familiar.
Miraba su reflejo en el agua mientras que con una mano la movía, recordaba a su hermano Arthas y a sus padres, en los tiempos donde todo era cosecha y no había matanza. Tiempos cursis. El ministro se mojo la prenda que se había puesto en la cabeza y luego comenzó a caminar hacia la carpa en la que estaba Selene. Vio entrar al joven Hang primero así que algo estaba pasando y no se quería perder detalle de nada. Antes de ingresar escucho que la emperatriz preguntaba por él, sonrío.
Abrió la cortina de la carpa y entro, mirando indiferente a Hang para luego observar con más atención a la emperatriz. Se quedo esperando que esta hablara mientras que solo se limito a decir unas palabras.
-Aquí me tiene, emperatriz.
Miraba su reflejo en el agua mientras que con una mano la movía, recordaba a su hermano Arthas y a sus padres, en los tiempos donde todo era cosecha y no había matanza. Tiempos cursis. El ministro se mojo la prenda que se había puesto en la cabeza y luego comenzó a caminar hacia la carpa en la que estaba Selene. Vio entrar al joven Hang primero así que algo estaba pasando y no se quería perder detalle de nada. Antes de ingresar escucho que la emperatriz preguntaba por él, sonrío.
Abrió la cortina de la carpa y entro, mirando indiferente a Hang para luego observar con más atención a la emperatriz. Se quedo esperando que esta hablara mientras que solo se limito a decir unas palabras.
-Aquí me tiene, emperatriz.
Illidan- Dios/a
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Re: [Alejandria] Entrada
- Uhm… ya veo. – Respondió Selene ante las excusas de Hang del porque de su demora. Selene suspiró algo irritada. No había si quiera comenzado la guerra y ya empezaba uno de sus principales guerreros a mostrar debilidades por cosas sentimentales… era patético todo el tema, un hombre así no le servía a su lado para nada. – Pues, hoy me siento bastante misericordiosa por algún motivo… - Dijo con una sonrisa acercándose a Hang que se encontraba arrodillado frente a ella. – Muy bien, tienes tres días libres para solucionar todos tus asuntos. No quiero tu cabeza dividida en dos cuando estemos en el campo de batalla. Así que soluciona tus asuntos familiares rápido. – Selene levantó su mano y la movió con rapidez de un lado a otro. – Retírate.
Luego se dio cuenta que Illidan había ingresado también al lugar. Por alguna razón a pesar de que Illidan lograba irritarla con una facilidad increíble, estar con el le parecía soportable. Sentía que podía confiar en él y que esa honestidad ruda era algo de lo cual también podía sacar provecho de alguna forma. Miró a Illidan con algo de frialdad, pues no se le había olvidado del todo lo sucedido en las catacumbas, pero ya no con la ira de Antes. La espada de Alejandro magno estaba colgada en su derecha y adornada su funda con hermosa joyería.
- Te hacías brillar por tu ausencia. – Le dijo dándole la espalda. Miró a sus sirvientas y se entendió solo con ello que deseaba que se retiraran. Seguramente, fuera lo que fuera que quería hablar con Illidan era solo entre ellos, pues Selene no confiaba si quiera en la servidumbre.
Se quedo parada y le mostró con su mano el alto de papiros en los cuales estaba dibujado con cuidado los territorios al borde de Egipto y Persia. Abrió un mapa y le mostró con el dedo a Illidan un punto en el Mapa.
- Aquí es donde según mis informantes esta el Emperador Romano acampando. – Luego volvió a mover su dedo a otra locación un poco más lejana en el mapa sin acceso a mar. – Aquí es donde están acampando las tropas Persas esperando que su Rey los mande a expulsar al Emperador. – Luego movió su mano a otro punto donde el mar y un río se unían. – Por aquí planeo entrar con las flotas, desembarcar aquí, e ir subiendo por el linde del río en sigilo hasta que estemos a dos días del campamento de los Persas. Pero debemos iniciar el movimiento cuando el emperador se mueva contra ellos. Si atacamos su flanco posterior sin que lo esperen podríamos destruir todo su ejército en una sola batalla.
Selene se paró frente a Illidan, a poca distancia. Iba a susurrar pues no estaba segura de ese lugar fuera tan secreto, pero era lo mejor que se podía hacer. Luego de la guerra contra Roma habían aprendido a no depender tanto del papel, pues muchos planos y documentos importantes habían sido quemados en los incendios de Alejandría.
- Me ha llegado una carta desde Roma… - Susurró. – Rain esta cumpliendo su trabajo de la forma más incompetente de todas. Según mis informantes esta desesperadamente buscando a una esclava… y dejó que el tal Gelum fuera herido, esta por lo que escribieron, gravemente enfermo… al parecer lo intentaron envenenar para evitar el tratado de paz con Egipto… - Todo lo que hablaba se lo susurraba al oído, pues era importante que nadie en Egipto supiera que podían estar en las puertas de la reanudación de la guerra contra Roma. – Deberíamos deshacernos de los generales Romanos en Alejandría y… quemar vivos a los prisioneros de guerra… no creo que Roma tenga intención alguna de finalizar el conflicto con mi tierra… Diva debe estar atrás de esto. – Le gustaba estar así con Illidan, le causaba algo de gracia lo incomodo que el hombre se ponía al tenerla tan cerca. – Si Rain vuelve, tendrá el mismo final que Seth por incompetente… y tú te encargarás de ello.
Se retiró lentamente y se dio vuelta, a pocos pasos de Illidan.
- Ayúdame a quitarme esto. Tu y yo vamos a hacer un viaje inesperado ahora y no quiero cabalgar con tanto oro encima…
Selene- Dama del Pecado
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Re: [Alejandria] Entrada
Escuche las palabras que tenia que decir Selene sobre el retraso que tuve aunque parecía algo molesta por lo mismo pero aun así acepte.-Esta bien arreglare rápido mis asuntos.-al levantarme me di cuenta de que Illidan se encontraba presente en el lugar lo mire apático por mi presencia así que me retire del lugar sin decir nada solo mirando de reojo a Illidan.
Salí de la carpa para dejarlos solos mientras caminaba de nuevo a la ciudad pensando sobre lo que dijo Selene, si tiene razón no puedo estar partido a la mitad pensando por un lado en mi primo y en otro pensando en el combate eso seria un grabe error que podría costar la victoria de Egipto sobre Persia, me desharé de estas preocupaciones sin sentido para continuar con mi verdadera responsabilidad que es pelear a lado de nuestra reina, miraba el cielo un momento antes de volver a entrar a la ciudad donde tendría que ordenar mis pensamientos…
Camine por las calles para averiguar si mis suposiciones sobre que Arone se encontraba en Alejandría eran ciertas o no, pero al caminar solo encontraba a personas que no tenían nada que ver con migo o con mis intereses, decidí ir al primer lugar donde tuve ese presentimiento que era cerca de una enfermería me acerque a la puerta para abrirla pero…-ja…no es posible que se encuentre en este sitio o en la ciudad.-Me di la vuelta para continuar caminando sin rumbo.
Salí de la carpa para dejarlos solos mientras caminaba de nuevo a la ciudad pensando sobre lo que dijo Selene, si tiene razón no puedo estar partido a la mitad pensando por un lado en mi primo y en otro pensando en el combate eso seria un grabe error que podría costar la victoria de Egipto sobre Persia, me desharé de estas preocupaciones sin sentido para continuar con mi verdadera responsabilidad que es pelear a lado de nuestra reina, miraba el cielo un momento antes de volver a entrar a la ciudad donde tendría que ordenar mis pensamientos…
Camine por las calles para averiguar si mis suposiciones sobre que Arone se encontraba en Alejandría eran ciertas o no, pero al caminar solo encontraba a personas que no tenían nada que ver con migo o con mis intereses, decidí ir al primer lugar donde tuve ese presentimiento que era cerca de una enfermería me acerque a la puerta para abrirla pero…-ja…no es posible que se encuentre en este sitio o en la ciudad.-Me di la vuelta para continuar caminando sin rumbo.
Última edición por Hang el Mar Nov 02, 2010 11:03 pm, editado 1 vez
Hang- Juez del Inframundo
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Re: [Alejandria] Entrada
El ministro llego justo cuando el guerrero campesino estaba siendo dado de alta por unos días, para arreglar sus problemas familiares… Simplemente ridículo. Un guerrero que tenia problemas con su familia era uno que moriría en combate por las grandes distracciones, la emperatriz había tomado la decisión correcta al mandarlo a descansar y resolver sus problemas. A veces por culpa de un soldado pagan muchos que no tienen nada que ver. El ministro ingreso y se quedo quieto, esperando que el otro muchacho se retirara para quedar a solas con su emperatriz. Una vez que el campesino se retiro del lugar, Illidan avanzo hacia donde estaba la emperatriz, quien ordeno que se quedaran solos para observar los mapas.
Era muy interesante la manera en que los mapas estaban planteados, era una guerra difícil para cualquiera de los bandos. La mirada que Illidan pego en los mapas iba con sumo detalle, mirando cada una de las probabilidades de error que tuviera. El plan de la mujer era brillante, sin embargo, no paso mucho tiempo de que estuvieran hablando de los planes hasta que Selene se acerco nuevamente a Illidan, como ya estaba acostumbrándose a hacer. Puesto que la mujer ya no era la misma de antes, Illidan no sintió incomodidad por tenerla cerca, de hecho solo quería susurrarle unas palabras. Así que él escucho atentamente.
Al parecer esa tal Rain estaba haciendo su trabajo de manera pésima y debía de ser asesinada por el ministro de Egipto. Él sonrío ante esto, siempre le gustaba manchar su espada con la sangre de un idiota o una idiota en este caso. Gelum, el chiquillo prometido de Selene, estaba herido y de gravedad… El error de Rain podía costar la guerra con Roma y ahora el ministro entendía el porque debía matarla.
Luego de estar tan cerca y susurrando, la muchacha se alejo mientras que le pedía al ministro que le ayudara con su armadura. Illidan se acerco un poco y cuando ella se quedo quieta retiro de su cuerpo la primer parte de la armadura, una capa de oro puro que simulaban las formas de alas. El ministro dejo la parte de la armadura sobre una mesa que había allí cerca, para proseguir con la parte siguiente. Por más que le sorprendiera, la armadura era mas pesada de lo que pensó, la emperatriz no era tan débil como él creía. Illidan sonrío.
Prosiguió a poner sus manos en los hombros de la joven mientras que le hacia un pequeño masaje, mas que como un servicio lo hacia como una caricia, como una muestra de afecto. Por primera vez Illidan le mostraba el afecto que sentía a la muchacha y no porque fuera una mujer, el amor de Illidan hacia Selene no era el amor de las novelas, el amor de las historias que cuentan los ancianos. El amor de Illidan hacia Selene no era el amor de un hombre a una mujer, era el amor de un simple guerrero de Egipto hacia la soberana más grande y más noble que su tierra había tenido hacia mucho tiempo. Prosiguió a quitarle la siguiente parte de su armadura, la que protegía su cuerpo entero. Dejando así solo el casco de su armadura. Dejo esta parte en la misma parte que la otra, pero cuidadosamente, para que no se rayaran entre las partes.
La muchacha había quedado vestida con un pequeño vestido blanco de algodón. No tenia mangas y estaba atado en la parte trasera de su cuello. No tenia nada que cubriera su espalda, por lo que esa parte del cuerpo de Selene quedaba al descubierto.
-Quizás yo no conocí a su padre como Kisame y no tengo mucho derecho de hablar, mi emperatriz –Dijo mientras que se iba hacia delante de ella, para poder verla a los ojos- Pero considerando lo que las historias dicen de su padre, estoy seguro, que él estaría orgulloso de ver en la reina que se ha convertido.
Illidan finalizo sus palabras llevando sus manos al casco de la reina, mientras que lo sacaba y su cabello caía libremente otra vez. Dejo el casco arriba de la mesa, ahora toda su armadura estaba allí. Illidan se puso más cerca de la chica, para crear a la misma distancia que se había puesto ella anteriormente, para susurrarle. Solo para ponerle una pizca más de humor a su relación, si compartirían un combate, no seria bueno que los aires estuvieran tensos.
-Una diosa a la que estoy orgulloso de servir… -Susurro. Luego de esas palabras tomo distancia y le dijo unas ultimas palabras para retirarse momentáneamente- Iré a por su caballo o su carroza. Que quede a su elección.
Illidan salio de la carpa y trajo dos caballos, su caballo y el mejor de todo el lugar, el caballo de Selene. Pero además hizo traer la carroza de la emperatriz, por si quería viajar en ella. El ministro se subió a su caballo y espero que la mujer terminara de prepararse para ir a aquel viaje que había mencionado.
Era muy interesante la manera en que los mapas estaban planteados, era una guerra difícil para cualquiera de los bandos. La mirada que Illidan pego en los mapas iba con sumo detalle, mirando cada una de las probabilidades de error que tuviera. El plan de la mujer era brillante, sin embargo, no paso mucho tiempo de que estuvieran hablando de los planes hasta que Selene se acerco nuevamente a Illidan, como ya estaba acostumbrándose a hacer. Puesto que la mujer ya no era la misma de antes, Illidan no sintió incomodidad por tenerla cerca, de hecho solo quería susurrarle unas palabras. Así que él escucho atentamente.
Al parecer esa tal Rain estaba haciendo su trabajo de manera pésima y debía de ser asesinada por el ministro de Egipto. Él sonrío ante esto, siempre le gustaba manchar su espada con la sangre de un idiota o una idiota en este caso. Gelum, el chiquillo prometido de Selene, estaba herido y de gravedad… El error de Rain podía costar la guerra con Roma y ahora el ministro entendía el porque debía matarla.
Luego de estar tan cerca y susurrando, la muchacha se alejo mientras que le pedía al ministro que le ayudara con su armadura. Illidan se acerco un poco y cuando ella se quedo quieta retiro de su cuerpo la primer parte de la armadura, una capa de oro puro que simulaban las formas de alas. El ministro dejo la parte de la armadura sobre una mesa que había allí cerca, para proseguir con la parte siguiente. Por más que le sorprendiera, la armadura era mas pesada de lo que pensó, la emperatriz no era tan débil como él creía. Illidan sonrío.
Prosiguió a poner sus manos en los hombros de la joven mientras que le hacia un pequeño masaje, mas que como un servicio lo hacia como una caricia, como una muestra de afecto. Por primera vez Illidan le mostraba el afecto que sentía a la muchacha y no porque fuera una mujer, el amor de Illidan hacia Selene no era el amor de las novelas, el amor de las historias que cuentan los ancianos. El amor de Illidan hacia Selene no era el amor de un hombre a una mujer, era el amor de un simple guerrero de Egipto hacia la soberana más grande y más noble que su tierra había tenido hacia mucho tiempo. Prosiguió a quitarle la siguiente parte de su armadura, la que protegía su cuerpo entero. Dejando así solo el casco de su armadura. Dejo esta parte en la misma parte que la otra, pero cuidadosamente, para que no se rayaran entre las partes.
La muchacha había quedado vestida con un pequeño vestido blanco de algodón. No tenia mangas y estaba atado en la parte trasera de su cuello. No tenia nada que cubriera su espalda, por lo que esa parte del cuerpo de Selene quedaba al descubierto.
-Quizás yo no conocí a su padre como Kisame y no tengo mucho derecho de hablar, mi emperatriz –Dijo mientras que se iba hacia delante de ella, para poder verla a los ojos- Pero considerando lo que las historias dicen de su padre, estoy seguro, que él estaría orgulloso de ver en la reina que se ha convertido.
Illidan finalizo sus palabras llevando sus manos al casco de la reina, mientras que lo sacaba y su cabello caía libremente otra vez. Dejo el casco arriba de la mesa, ahora toda su armadura estaba allí. Illidan se puso más cerca de la chica, para crear a la misma distancia que se había puesto ella anteriormente, para susurrarle. Solo para ponerle una pizca más de humor a su relación, si compartirían un combate, no seria bueno que los aires estuvieran tensos.
-Una diosa a la que estoy orgulloso de servir… -Susurro. Luego de esas palabras tomo distancia y le dijo unas ultimas palabras para retirarse momentáneamente- Iré a por su caballo o su carroza. Que quede a su elección.
Illidan salio de la carpa y trajo dos caballos, su caballo y el mejor de todo el lugar, el caballo de Selene. Pero además hizo traer la carroza de la emperatriz, por si quería viajar en ella. El ministro se subió a su caballo y espero que la mujer terminara de prepararse para ir a aquel viaje que había mencionado.
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Re: [Alejandria] Entrada
Illidan de la misma forma de siempre obedeció los actos de Selene. Por su parte Hang se había retirado del lugar para solucionar efectivamente los problemas que hacía que su cabeza anduviese dividida en dos, algo que Selene no aprobó. Un hombre así no estaba calificado para asistirla. De cualquier manera al menos ahí estaba Illidan que aunque se mostraba de vez en cuando decepcionante, siempre era obediente y leal… aunque le contestara de vez en cuando de formas que ella no aprobase.
Mientras pensaba en ello, en las formas en que todo ese asunto de la guerra se desenvolvería… sintió las manos de Illidan en sus hombros acariciándolos. Anterior a su cambio de seguro Selene se habría horrorizado de que se tomara la atribución de tocarla así como así, en cambio ahora, un quejido salió de su boca pues la verdad si le dolía un poco la espalda por haber estado cargando esa armadura todo el día y movió el cuello de un lado a otro.
- Tienes muy buen tacto… - Le dijo mientras cerraba los ojos y se relajaba un poco. Pero cuando se dio cuenta por la forma en que la tocaba que más que un masaje se trataba de una especie de caricia… abrió los ojos y miró con suspicacia hacia la mano de Illidan en sus hombros. – No te me vengas a ablandar ahora Illidan… hehe… - Era la forma de decirle que no reprobaba esa actitud de manera bromeante. Selene sonrió y hasta rió un poco.
De inmediato mientras se volteaba a verla y ayudarla con el resto de su ropaje le dijo que seguramente su padre estaria orgullosa de ver en que se estaba convirtiendo. Selene sonrió cerrado los ojos y bajando el rostro, el comentario en si le causaba un poco de gracia.
- ¿Eso crees? – Preguntó Selene sonriendo a medias. – Por mi parte estoy segura que estaría mas orgulloso de Diva, después de todo, esta en la cúspide del imperio mas imponente del mundo. – Selene bajó la mirada mientras Illidan le retiraba el casco. – Estoy segura que me diría algo como … “Selene! Piensa con la cabeza y deja de ser tan impulsiva niña tonta! Bota esa espada y dedícate a leer Aristóteles!” hehehehe…
El hombre se retiró de la tienda y fue por su caballo, por su parte Selene terminó de retirar de su cuerpo la mayoría de sus joyas y las dejó sobre la mesa, luego sus sirvientas podrían llevar todo a palacio. Se amarró bien la espada a la cintura, tomó el hoz, su arma predilecta, y retiró su bolsa de viaje, un saco que siempre llevaba en su caballo cuando le tocaba cabalgar, lo básico para sobrevivir en el desierto… pan, carne seca, agua, vino y algunas frutas. También había una manta… por si le tocaba pasar la noche. Ya que Hang se demoraría tres días, ella también tenía tres días exactos para fortalecer su mente y cuerpo antes de ese combate y nadie mejor para asistirla en ello que Illidan.
- Tienen tres días para terminar de reunir lo que les he pedido y juntar a mi ejército. Si necesitan contactarme urgentemente… pídanle a Kisame que me encuentre. El tiene un cierto talento para ello… - Dijo mientras esperaba en la entrada de su tienda a Illidan. Sus guardias y altos cargos militares asintieron. La joven amarró su cabellera en un moño para que no le estorbara al cabalgar. Finalmente vio a Illidan llegar con su caballo negro. Uno de los criados se lanzó al suelo para servirle como apoyo para pisar y subir, cosa que hizo sin si quiera mirar a la persona que yacía en el suelo. Vio que todo estaba empaquetado en su caballo y seguramente Illidan también estaría listo para el viaje, por lo mismo miró al hombre y le dijo. – Espero que estés listo para pasar algunos días conmigo… lleva algo de abrigo por si te da frío en la noche del desierto.
Le dio una leve patadita al caballo y este salió galopando por la entrada de Alejandría rumbo al desierto, esperando que Illidan la siguiese.
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Re: [Alejandria] Entrada
¿Kisame?... Después del trato que le había dado en la tumba, Illidan no creía que Kisame tuviera ganas de hablar directamente con Selene. Pero los pensamientos del monstruo eran tan raros que incluso podría venir con la mejor gracia, quizás se lo había tomado igual que el ministro. Como una prueba del valor de Selene.
Escucho las palabras de Selene sobre un abrigo, a Illidan no le afectaba el frío hacia ya bastante tiempo. Quizás por ahí le congelara los huesos pero generalmente, lograba soportarlo sin ningún problema. Pero lo que menos quería el ministro era llevarle la contra a la nueva personalidad que tenia la emperatriz. Así que hizo un gesto con la cabeza para que uno de los soldados le trajera un abrigo de lana de color marrón. Illidan lo ato a uno de los costados de su montura y luego pateo a su caballo, el cual se puso en marcha.
Illidan iba recordando todo lo que paso en la habitación de Selene, aquella aparición extraña de una armadura y como el cuerpo de la emperatriz se debilito ante esta especie de maldición. Recordó que aquel artefacto había sido sellado por completo y que él era el único que sabia de eso… Quizás debía de decirle a Selene aquel hecho, pero ella no le creería. Su mente estaba dividida en dos… Y un guerrero con una mente así, no sirve en batalla…
Antes de perderse en el horizonte siguiendo a Selene, una voz que menciono su nombre despisto a Illidan, quien volteo y no vio nada. Debió ser su imaginación o quizás una ilusión del desierto.
Escucho las palabras de Selene sobre un abrigo, a Illidan no le afectaba el frío hacia ya bastante tiempo. Quizás por ahí le congelara los huesos pero generalmente, lograba soportarlo sin ningún problema. Pero lo que menos quería el ministro era llevarle la contra a la nueva personalidad que tenia la emperatriz. Así que hizo un gesto con la cabeza para que uno de los soldados le trajera un abrigo de lana de color marrón. Illidan lo ato a uno de los costados de su montura y luego pateo a su caballo, el cual se puso en marcha.
Illidan iba recordando todo lo que paso en la habitación de Selene, aquella aparición extraña de una armadura y como el cuerpo de la emperatriz se debilito ante esta especie de maldición. Recordó que aquel artefacto había sido sellado por completo y que él era el único que sabia de eso… Quizás debía de decirle a Selene aquel hecho, pero ella no le creería. Su mente estaba dividida en dos… Y un guerrero con una mente así, no sirve en batalla…
Antes de perderse en el horizonte siguiendo a Selene, una voz que menciono su nombre despisto a Illidan, quien volteo y no vio nada. Debió ser su imaginación o quizás una ilusión del desierto.
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Re: [Alejandria] Entrada
El tiempo en este sitio parecía correr lento, sosegado y lleno de misterio, lucía como un sueño aletargado pero que le hacía sentir extraño a Noah, como si una fuerza conocida lo estuviese abrazando, estremeciendo su cuerpo en esa espera a las afueras de aquella ciudad ilustre. Luego de asegurar y llevar un inventario de los recursos hasta ahora disponibles se daba cuenta que sus provisiones servirían para lo mucho un mes no más. Tendría que hacer uso de su capital y ver la posibilidad de cambiar sus recursos por moneda fraccionaria en Egipto, eso si pensaba prolongar su permanencia en ese acalorado lugar.
Pero la verdad era, que él pensaba de otra manera, ahora, aguardaba con un puñado de hombres en las cercanías de la entrada. Los detalles de la embarcación atracada los dejaba por ahora, le interesaba conocer las instancias en las cuales la fuerza militar romana tomaría posiciones. La simple visión de aquella ciudad le maravillaba pero no por eso tenía intenciones de conocerla a fondo, él no era un maldito turista, él era un guerrero y su entrada sólo obedecería como conquistador esa era su forma de ser.
Por esa razón, cuando Gelum decidió entrevistarse con su futura esposa y establecer las alianzas entre las dos naciones, Noah había optado por resguardarse, no mezclarse con el pueblo egipcio aunque le intrigara la identidad de Selene, mujer capaz de apresar a una legión entera sin causar muchas bajas. El calor por ahora era agobiante, los ojos de Noah miraban con desaliento aquellas ondas caloríficas que se alzaban por la superficie del terreno. Permanecer mucho tiempo sin resguardo era la muerte, tal vez por eso las tropas del general Edward no habían finiquitado el asunto de la conquista de Egipto.
No, eso era inadmisible, los adiestramientos romanos eran lo suficientemente rigurosos para fortalecer el cuerpo y la disposición de cualquier persona, eso claro si sobrevivía al duro entrenamiento reglamentario que cualquier aspirante a legionario debía llevar como parte de su formación militar. Por la entrada un soldado romano avanzaba con paso sereno, sin titubeos en dirección del pequeño conglomerado de militares romanos que aguardaban pacientemente a las afueras de Alejandría.
- Tu reporte soldado.
Expresó el general de la legión hacia su subordinado que al escuchar las palabras de Noah golpeo su pecho con el puño con mesurado vigor.
- Las intenciones de la reina Selene son genuinas, el señor Gelum entró al palacio escoltado por el almirante Marcelo y cuatro centuriones al interior del palacio...
Noah lo sabía, por ahora las negociaciones no eran alguna especie de farsa, de lo contrario todos ellos hubiesen sido masacrados luego de arribar en las periferias del muelle, las palabras del soldado para nada le complacían de momento, sin expresión en su rostro aguardó a escuchar las palabras del preliminar informe de los eventos recientes a la llegada de la delegación romana.
- ... los restantes fuimos retenidos en las linderos del palacio. Al parecer no somos bien recibidos en estos lugares general.
Noah dibujó una sonrisa mordaz.
- Hay muchas zonas en las cuales se ha restringido el acceso para los militares. Pero todo parece que hay salvoconducto de recorrer algunas partes de la ciudad.
Ahora, el semblante de Noah era pensativo, su mano acariciaba su mejilla analizando aquellas palabras. Pensar que las fuerzas romanas tuvieran que obedecer los designios de una fuerza extranjera era una completa insolencia para su mundo, para sus creencias militares y percepciones de su ordenanza. Pero esto no era culpa de los egipcios ni de la reina Selene. Todos ellos hacían uso de su derecho de establecer los lineamientos en la hegemonía de su pueblo. Roma no había vencido ni subyugado a ese pueblo, la culpa la tenía completamente el general Edward que los había metido en esa situación.
Pensó en su nombre y un deseo ferviente por matarlo le carcomía su corazón sanguinario. Pero Diva tenía ordenes específicas de que no se le hiciera daño. Este hecho comenzaba a fastidiarle y por un momento la idea de sentirse romano comenzaba a ser humillante. ¿Cómo era posible que las fuerzas armadas de Roma tuvieran que pisar tierras ajenas de esa forma? En lugar de entrar como conquistadores ellos eran los conquistados y tenían apenas acceso a ciertas zonas de Egipto, el semblante de Noah se recrudeció demostrando un enorme enfado.
- La situación del general Edward y sus hombres es desconocida.
Aquel hombre hizo una pausa advirtiendo la reacción de Noah. Éste por su parte, quedaba sumergido en un mar de ideas. La otra parte de su misión presentaba un "tropiezo" algo que no estaba estipulado. Inconveniente inesperado que tomaría un giro distinto a sus acciones. Pero ahora las cosas debían corregirse en la marcha, improvisar para solventar aquellos "tropiezos".
- Suficiente soldado. Bien, como están las cosas no hay mucho por hacer. Lo primero que debemos establecer es un campamento temporal, un pequeño fortín para nosotros, no nos vamos a quedar varados en el barco, al menos no por ahora mientras conjeturo algunos ajustes en la misión que tenemos. Montemos entonces un campamento para parapetarnos y evitar el clima que es en gran medida un factor atenuante en la constitución física.
Los demás asintieron con profundo respeto, le seguirían siempre, eran hombres fieles los cuales habían combatido a su lado en las mas cruentas batallas. Era por eso que Noah los había seleccionado. Todos ellos emprendieron la marcha tras los pasos de su general en dirección de los muelles. Era tiempo de empezar a moverse y establecerse en ese territorio que sin duda los miraba como una presencia indeseable.
Pero la verdad era, que él pensaba de otra manera, ahora, aguardaba con un puñado de hombres en las cercanías de la entrada. Los detalles de la embarcación atracada los dejaba por ahora, le interesaba conocer las instancias en las cuales la fuerza militar romana tomaría posiciones. La simple visión de aquella ciudad le maravillaba pero no por eso tenía intenciones de conocerla a fondo, él no era un maldito turista, él era un guerrero y su entrada sólo obedecería como conquistador esa era su forma de ser.
Por esa razón, cuando Gelum decidió entrevistarse con su futura esposa y establecer las alianzas entre las dos naciones, Noah había optado por resguardarse, no mezclarse con el pueblo egipcio aunque le intrigara la identidad de Selene, mujer capaz de apresar a una legión entera sin causar muchas bajas. El calor por ahora era agobiante, los ojos de Noah miraban con desaliento aquellas ondas caloríficas que se alzaban por la superficie del terreno. Permanecer mucho tiempo sin resguardo era la muerte, tal vez por eso las tropas del general Edward no habían finiquitado el asunto de la conquista de Egipto.
No, eso era inadmisible, los adiestramientos romanos eran lo suficientemente rigurosos para fortalecer el cuerpo y la disposición de cualquier persona, eso claro si sobrevivía al duro entrenamiento reglamentario que cualquier aspirante a legionario debía llevar como parte de su formación militar. Por la entrada un soldado romano avanzaba con paso sereno, sin titubeos en dirección del pequeño conglomerado de militares romanos que aguardaban pacientemente a las afueras de Alejandría.
- Tu reporte soldado.
Expresó el general de la legión hacia su subordinado que al escuchar las palabras de Noah golpeo su pecho con el puño con mesurado vigor.
- Las intenciones de la reina Selene son genuinas, el señor Gelum entró al palacio escoltado por el almirante Marcelo y cuatro centuriones al interior del palacio...
Noah lo sabía, por ahora las negociaciones no eran alguna especie de farsa, de lo contrario todos ellos hubiesen sido masacrados luego de arribar en las periferias del muelle, las palabras del soldado para nada le complacían de momento, sin expresión en su rostro aguardó a escuchar las palabras del preliminar informe de los eventos recientes a la llegada de la delegación romana.
- ... los restantes fuimos retenidos en las linderos del palacio. Al parecer no somos bien recibidos en estos lugares general.
Noah dibujó una sonrisa mordaz.
- Hay muchas zonas en las cuales se ha restringido el acceso para los militares. Pero todo parece que hay salvoconducto de recorrer algunas partes de la ciudad.
Ahora, el semblante de Noah era pensativo, su mano acariciaba su mejilla analizando aquellas palabras. Pensar que las fuerzas romanas tuvieran que obedecer los designios de una fuerza extranjera era una completa insolencia para su mundo, para sus creencias militares y percepciones de su ordenanza. Pero esto no era culpa de los egipcios ni de la reina Selene. Todos ellos hacían uso de su derecho de establecer los lineamientos en la hegemonía de su pueblo. Roma no había vencido ni subyugado a ese pueblo, la culpa la tenía completamente el general Edward que los había metido en esa situación.
Pensó en su nombre y un deseo ferviente por matarlo le carcomía su corazón sanguinario. Pero Diva tenía ordenes específicas de que no se le hiciera daño. Este hecho comenzaba a fastidiarle y por un momento la idea de sentirse romano comenzaba a ser humillante. ¿Cómo era posible que las fuerzas armadas de Roma tuvieran que pisar tierras ajenas de esa forma? En lugar de entrar como conquistadores ellos eran los conquistados y tenían apenas acceso a ciertas zonas de Egipto, el semblante de Noah se recrudeció demostrando un enorme enfado.
- La situación del general Edward y sus hombres es desconocida.
Aquel hombre hizo una pausa advirtiendo la reacción de Noah. Éste por su parte, quedaba sumergido en un mar de ideas. La otra parte de su misión presentaba un "tropiezo" algo que no estaba estipulado. Inconveniente inesperado que tomaría un giro distinto a sus acciones. Pero ahora las cosas debían corregirse en la marcha, improvisar para solventar aquellos "tropiezos".
- Suficiente soldado. Bien, como están las cosas no hay mucho por hacer. Lo primero que debemos establecer es un campamento temporal, un pequeño fortín para nosotros, no nos vamos a quedar varados en el barco, al menos no por ahora mientras conjeturo algunos ajustes en la misión que tenemos. Montemos entonces un campamento para parapetarnos y evitar el clima que es en gran medida un factor atenuante en la constitución física.
Los demás asintieron con profundo respeto, le seguirían siempre, eran hombres fieles los cuales habían combatido a su lado en las mas cruentas batallas. Era por eso que Noah los había seleccionado. Todos ellos emprendieron la marcha tras los pasos de su general en dirección de los muelles. Era tiempo de empezar a moverse y establecerse en ese territorio que sin duda los miraba como una presencia indeseable.
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Re: [Alejandria] Entrada
El desierto y la misma Alejandria estaba mas viva que de costumbre, eso a Kisame no le importo en lo absoluto, claro esta, pero si le llamo la atencion cuando camino a Alejandria vio varios legionarios romanos yendo y viniendo aqui y para alla. Carcomido por la curiosidad, decidio volver a la ciudad, que le tomo varios dias ya que las tormenta de arena le tomaron de improvisto en su viaje.
En la entrada diviso a muchos soldados egipcios impidiendo el paso. ¿Desde cuando tanta seguridad?
-Oigan ustedes, dejenme pasar-
Dijo con total naturalidad aquel que se asemeja a un tiburon. Los guardias alzaron sus lanzas en señal hostil, sin importarles que aquel al que extendian sus armas era un antiguo guerrero egipcio, retirado de momento por la propia reina Selene.
-¿Que mierda hacen? ¿Quieren morir, escorias?-
Su voz, potente, autoritaria, dejo en silencio a la pequeña tropita de mequetrefes con lanzas que custodiaban la entrada a la ciudad de oro. Solo uno se atrevio a hablar, mas no se acerco hacia el.
-Tenemos ordenes claras que ningun extranjero ni local puede entrar ya. La ceremonia esta a punto de empezar-
Kisame solo le dedico una larga y chillona risa. Mostro sus colmillos al tiempo que se retiraba el sombrero de paja de su cabeza, revelando sus rasgos de pez. Escucho un gemido de susto entre los hombres, mas no advirtio de quien fue. Solo aplaudio pesadamente, molesto.
-Los felicito. Ahora, dejenme pasar, basuras si no quieren que los aplaste-
En su retaguardia se alzaba la increible espada vendada del monstruo del desierto. Kisame la apodo Samehada, aquella espada milenaria que, misticamente, escondia poderes sobrenaturales. El hombre azulado se acerco sobre su montura, su camello ni se molesto en dirigir su aburrida mirada a los guardias.
-¡Dije que me dejaran pasar, ratas apestosas!-
Titubeando y casi atropellandose entre ellos mismos, los guardias abrieron la enorme puerta de Alejandria, dejando entrar tranquilamente al hombre que ahora volvia a colocarse el sombrero de paja sobre su cabeza, ocultando apenas su rostro, dejando a la vista solamente su menton.
En la entrada diviso a muchos soldados egipcios impidiendo el paso. ¿Desde cuando tanta seguridad?
-Oigan ustedes, dejenme pasar-
Dijo con total naturalidad aquel que se asemeja a un tiburon. Los guardias alzaron sus lanzas en señal hostil, sin importarles que aquel al que extendian sus armas era un antiguo guerrero egipcio, retirado de momento por la propia reina Selene.
-¿Que mierda hacen? ¿Quieren morir, escorias?-
Su voz, potente, autoritaria, dejo en silencio a la pequeña tropita de mequetrefes con lanzas que custodiaban la entrada a la ciudad de oro. Solo uno se atrevio a hablar, mas no se acerco hacia el.
-Tenemos ordenes claras que ningun extranjero ni local puede entrar ya. La ceremonia esta a punto de empezar-
Kisame solo le dedico una larga y chillona risa. Mostro sus colmillos al tiempo que se retiraba el sombrero de paja de su cabeza, revelando sus rasgos de pez. Escucho un gemido de susto entre los hombres, mas no advirtio de quien fue. Solo aplaudio pesadamente, molesto.
-Los felicito. Ahora, dejenme pasar, basuras si no quieren que los aplaste-
En su retaguardia se alzaba la increible espada vendada del monstruo del desierto. Kisame la apodo Samehada, aquella espada milenaria que, misticamente, escondia poderes sobrenaturales. El hombre azulado se acerco sobre su montura, su camello ni se molesto en dirigir su aburrida mirada a los guardias.
-¡Dije que me dejaran pasar, ratas apestosas!-
Titubeando y casi atropellandose entre ellos mismos, los guardias abrieron la enorme puerta de Alejandria, dejando entrar tranquilamente al hombre que ahora volvia a colocarse el sombrero de paja sobre su cabeza, ocultando apenas su rostro, dejando a la vista solamente su menton.
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