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Oasis de Siwa o Amón
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Oasis de Siwa o Amón
Se había quedado pensando por unos momentos en aquella voz, pero retomo el viaje rápidamente para ponerse a par de la emperatriz y seguir su camino. Un largo camino por el desierto que llevo horas, su cuerpo estaba sudando y su boca rogaba por agua, pero era un martirio que el ministro debería de soportar. No pensaba quitarle a Selene sus reservas de agua y comida, así que estaba destinado a andar por el desierto hasta que supieran donde iban. El camino le develo pronto las intenciones de la muchacha. Recordó la historia sobre aquel oasis tan poco visitado, escondido entre las cercanías del templo de Omn-Beydah. El oasis es muy conocido porque se dice que cerca de él habita el oráculo de Amón, aquel que consulto Alejandro Magno en uno de sus viajes. ¿Para que quería la emperatriz venir hasta este lugar? Esa era la única pregunta que le quedaba en la cabeza a Illidan.
Quizás estaban de paso y no era aquí a donde Selene quería llegar, pero el Oasis le venia de maravillas a Illidan para refrescarse. Freno su marcha y bajo del caballo mientras que fue cuidadoso con sus pasos, porque el piso estaba lleno de conchas petrificadas y la tierra de sales. Pero por alguna razón, las aguas de este fantástico oasis, son dulces. Alrededor de la fuente de agua hay muchos árboles que dan frutas y otras plantaciones que también dan cosas útiles, como es el caso del trigo y el algodón.
El ministro se arrodillo frente al agua mientras que con sus manos tomo un poco de agua entre sus palmas y la tomo. El calor de hacia un momento le había dejado la garganta seca. Remojo la prenda que llevaba en su cabeza, que era la parte superior de su vestimenta pero puesta en su cabeza, y se la volvió a colocar para refrescarse más. El ministro observo el agua y noto algo diferente… Algo extraño.
No le dio mucha atención y se incorporo mientras que escucho otra vez una voz repitiendo su nombre. Volteo y no vio nada. Esto se estaba haciendo mas frecuente y al haberse refrescado, Illidan entendió que no era una ilusión del desierto. Algo estaba pasando.
-¿Usted me hablo?
Quizás estaban de paso y no era aquí a donde Selene quería llegar, pero el Oasis le venia de maravillas a Illidan para refrescarse. Freno su marcha y bajo del caballo mientras que fue cuidadoso con sus pasos, porque el piso estaba lleno de conchas petrificadas y la tierra de sales. Pero por alguna razón, las aguas de este fantástico oasis, son dulces. Alrededor de la fuente de agua hay muchos árboles que dan frutas y otras plantaciones que también dan cosas útiles, como es el caso del trigo y el algodón.
El ministro se arrodillo frente al agua mientras que con sus manos tomo un poco de agua entre sus palmas y la tomo. El calor de hacia un momento le había dejado la garganta seca. Remojo la prenda que llevaba en su cabeza, que era la parte superior de su vestimenta pero puesta en su cabeza, y se la volvió a colocar para refrescarse más. El ministro observo el agua y noto algo diferente… Algo extraño.
No le dio mucha atención y se incorporo mientras que escucho otra vez una voz repitiendo su nombre. Volteo y no vio nada. Esto se estaba haciendo mas frecuente y al haberse refrescado, Illidan entendió que no era una ilusión del desierto. Algo estaba pasando.
-¿Usted me hablo?
Illidan- Dios/a
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Re: Oasis de Siwa o Amón
Selene había cabalgado a una velocidad prudente guiando el camino la mayoría de éste. No andaba más rapido de lo que podía para que su hermoso semental no se cansara. El potro sólo dejaba que ella lo montara y los caballos no estaban hechos para el desierto, pero le molestaba la lentitud de los camellos, sobre todo lo mal que olían. El destino era el Oasis de Siwa, apenas llegaran allá acamparían en alguno de los bosques de palma del lugar. Y fue mientras se internaba en el lugar que Illidan se adelantó al agua, a la fuente de agua dulce a refrescarse.
Selene bajó de su caballo y lo amarró a una palma mientras miraba a su alrededor en busca de cosas para quemar para tener fuego esa noche. A pesar de la forma en que actuara Selene en Alejandría o en palacios, cuando estaba en el desierto su politica era hacer cualquier cosa para sobrevivir pues sabia lo duro que el clima era ahí... en cualquier momento podía caer la temperatura a niveles ridiculos y podría necesitar de otra persona... podía hacer tanto calor que el agua no bastaba, podía quedarse sin comida, sin refugio contra el sol... por ello, cuando estaba en el desierto no veía a sus acompañantes como seres inferiores y mortales, ni se veía a si misma como una diosa inmortal... en el desierto las personas valian a sus ojos lo mismo que la capacidad que tuvieran para vivir, pues si se llevaban a perder y sus animales morian y llegara el punto de que uno tuviese q matar al otro para beber su sangre... era siempre bueno saber la fuerza de la persona a tu lado y hasta donde llegaría para vivir.
Selene se sentó bajó una palma, tomó un sorbo de agua de su cantimplora y se quedó observando a Illidan. Protegía su cabellera y su peil blanca con una especia de turbante, pues odiaba el sol con toda su alma, ironico, pues estaban en Egipto. Abrio su saco y sacó una pera y comenzó a morderla, estaría inmovil hasta que bajara el sol seguramente, independiente de lo que Illidan quisiera hacer.
Entre más lo observaba Selene, más se convencía que algo extraño pasaba por la mente de Illidan... el antiguo Illidan jamas la habría tocado, era demasiado respetuoso con las leyes Egipcias, y este hombre, hacia algunos dias le contestaba sus decisiones y ademas... se había atrevido a acariciar sus hombros... lo que significaba, por ende... que se creía portador de la suficiente divinidad como para tocar a la hija de Isis. Selene pensaba en ello mientras lo miraba cuando de pronto Illidan se volteó y la miró extrañado, preguntando si ella le había hablado.
- No lo he hecho. - Respondio aun sentada, con su espalda contra la palmera y sus rodillas felxionadas, buscando la protección del sol. - ¿Será que el sol te esta comenzando a afectar? - Preguntó con una sonrisa, con bastante amabilidad. Era extraño estar con Selene cuando estaba a solas, pues parecía otra persona... como lo que seguramente habría sido de no haber caido sobre sus hombros el peso de la muerte de su padre y la incompetencia para gobernar de sus hermanos.
Selene- Dama del Pecado
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Re: Oasis de Siwa o Amón
El calor era muy grande en el desierto, mientras que las noches eran demasiado frías. Quizás este fuera uno de los peores defectos que tenían las tierras egipcias, pero una vez que se acostumbraban a ellas, los egipcios veían estos cambios como algo positivo. Illidan los veía así, pero por alguna razón comenzaba a tener en cuenta el hecho de que el sol le estuviera afectando en su imaginación, cosa que no le había pasado nunca, ni siquiera con temperaturas más altas. La voz que el ministro escuchaba por alguna razón se le hacia familiar, pero al no haber sido Selene, Illidan comenzaba a tomar en cuenta otros motivos que iban mas allá de los pensamientos comunes.
¿Tendría algo que ver la armadura de Selene y su cambio de personalidad, con todo esto? Eso era lo que pensaba el ministro de Egipto mientras que se incorporaba para ir hasta los árboles a buscar frutas. Seguía sin intenciones de sacar comida de lo que traía la emperatriz, tomo unas cuantas frutas comestibles y luego camino directamente hacia donde estaba Selene sentada. Illidan le dirigió unas palabras respecto a su última afirmación mientras que se apoyaba sobre el tronco de una palmera, para salirse del sol.
-Si, puede ser una posibilidad. Remota, pero posibilidad en fin. –Dijo mientras que miraba al oasis y mordía una de sus frutas. Seguía pensando en aquella voz que le hablaba pero no podía decir nada porque podría ser trágico y más aun en tiempos de guerras como los que se vivían- ¿No se siente… Rara, desde hace algún tiempo?
¿Tendría algo que ver la armadura de Selene y su cambio de personalidad, con todo esto? Eso era lo que pensaba el ministro de Egipto mientras que se incorporaba para ir hasta los árboles a buscar frutas. Seguía sin intenciones de sacar comida de lo que traía la emperatriz, tomo unas cuantas frutas comestibles y luego camino directamente hacia donde estaba Selene sentada. Illidan le dirigió unas palabras respecto a su última afirmación mientras que se apoyaba sobre el tronco de una palmera, para salirse del sol.
-Si, puede ser una posibilidad. Remota, pero posibilidad en fin. –Dijo mientras que miraba al oasis y mordía una de sus frutas. Seguía pensando en aquella voz que le hablaba pero no podía decir nada porque podría ser trágico y más aun en tiempos de guerras como los que se vivían- ¿No se siente… Rara, desde hace algún tiempo?
Illidan- Dios/a
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Re: Oasis de Siwa o Amón
Selene miró al hombre sentado a su lado mientras que estiraba su piernas un poco. Le parecía curiosa la pregunta del ministro de economia de Egipto, pues Illidan nunca preguntaba más de lo que debía preguntar. El sol brillaba con fuerza aun, y Selene movió su vista hacia delante pues sabía que aun faltaba un poco antes de poder bañarse sin quemarse la espalda y luego de eso poder entrenar con tranquilidad, pues ese había sido el motivo por el cual había traido a Illidan a ese Oasis perdido en medio del desierto.
- ¿Rara? No se a que te refieres... - Selene estiró su cuello hacia atras acostandose en el suelo, apoyando su cabeza en el saco con la comida y la manta que traía. - Últimamente me siento de maravilla. - Retiró la tunica con la que se había cubierto el rostro y el cabello para evitar quemarse, al tener la piel muy palida podía sufrir una insolación pasando solo un poco de tiempo al sol, y no había nada que odiara más que esas heridas en su piel por causa del sol. - Cuando estoy lejos de Alejandría por alguna razón mi humor mejora... no me siento tan sofocada por todos los que esperan tanto de mi... aveces hace bien perderse de la vista de la mayoría. Si deje que me siguieras en este viaje, fue porque te necesito... de lo contrario habría venido sola.
El día pasaba lentamente. Tanto que aveces parecía que Selene se quedaba dormida pues su respiración se volvia pausada y ritmica. Era natural que se encontrara cansada pues su vida incluso antes del viaje había estado siendo revuelta de arriba hacia abajo. Todo ese tema de que debía casarse con un hombre romano, tampoco era de lo más agradable para ella que digamos, pero lo hacía por Egipto. Aunque hasta de eso ultimamente dudaba.
De pronto pareció despertar y se sentó de golpe. El sol ya bordaba por el horizonte, toda la tarde había pasado y ni cuenta de ello se había dado. Miró a Illidan a su costado y le sonrió con burla.
- ¿Me veias dormir? Ha... justo cuando pensé que no te podías volver más predecible.
Selene se puso de pie, se estiró bostezando, se sacudió el polvo de encima y se comenzó a desvestir para dirigirse al Oasis y meterse al agua. En ella se hundió un momento... el agua no estaba fria ni caliente, temperatura ambiente. No había viento, el agua estaba agradable y eso hacía feliz a Selene quien por algun motivo adoraba el agua. Permaneció metida en el Oasis, con el agua hasta sus hombros, dandole la espalda a Illidan mirando el atardecer.
- ¿Rara? No se a que te refieres... - Selene estiró su cuello hacia atras acostandose en el suelo, apoyando su cabeza en el saco con la comida y la manta que traía. - Últimamente me siento de maravilla. - Retiró la tunica con la que se había cubierto el rostro y el cabello para evitar quemarse, al tener la piel muy palida podía sufrir una insolación pasando solo un poco de tiempo al sol, y no había nada que odiara más que esas heridas en su piel por causa del sol. - Cuando estoy lejos de Alejandría por alguna razón mi humor mejora... no me siento tan sofocada por todos los que esperan tanto de mi... aveces hace bien perderse de la vista de la mayoría. Si deje que me siguieras en este viaje, fue porque te necesito... de lo contrario habría venido sola.
El día pasaba lentamente. Tanto que aveces parecía que Selene se quedaba dormida pues su respiración se volvia pausada y ritmica. Era natural que se encontrara cansada pues su vida incluso antes del viaje había estado siendo revuelta de arriba hacia abajo. Todo ese tema de que debía casarse con un hombre romano, tampoco era de lo más agradable para ella que digamos, pero lo hacía por Egipto. Aunque hasta de eso ultimamente dudaba.
De pronto pareció despertar y se sentó de golpe. El sol ya bordaba por el horizonte, toda la tarde había pasado y ni cuenta de ello se había dado. Miró a Illidan a su costado y le sonrió con burla.
- ¿Me veias dormir? Ha... justo cuando pensé que no te podías volver más predecible.
Selene se puso de pie, se estiró bostezando, se sacudió el polvo de encima y se comenzó a desvestir para dirigirse al Oasis y meterse al agua. En ella se hundió un momento... el agua no estaba fria ni caliente, temperatura ambiente. No había viento, el agua estaba agradable y eso hacía feliz a Selene quien por algun motivo adoraba el agua. Permaneció metida en el Oasis, con el agua hasta sus hombros, dandole la espalda a Illidan mirando el atardecer.
Selene- Dama del Pecado
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Re: Oasis de Siwa o Amón
El sol estaba en su máximo punto, alumbrando sin cesar mientras que el ministro comenzaba a tener sueño. Pero no se dormiría, debía de aguantar porque según las mismas palabras de su emperatriz, lo necesitaba. Esto hizo darse cuenta a Illidan que era cierto entonces, que Selene le veía más que como un sirviente cualquiera. Él era diferente a todos los demás ante los ojos de su reina y eso le llenaba de dicha, porque había trabajado duro para conseguirlo.
La tarde comenzaba a pasar y el silencio eterno llamo la atención del ministro, volteo para ver a su emperatriz y se dio cuenta que la misma dormía. Debía de estar cansada por su vida y por todo lo que había sufrido últimamente, pensó. Además de que la armadura que había cargado hacia un tiempo era muy pesada, más que proteger a alguien le incomodaba a la hora de combatir. Era una armadura hecha solo para dirigir un ejército, no para combatir. El guerrero sintió como la temperatura comenzó a bajar lentamente, volviéndose más aceptable el calor. Fue allí cuando se retiro aquella prenda que tenia en su cabeza y la guardo.
Decidió quedarse en el mismo lugar, esperando. Haciendo guardia para que nada despertara a la emperatriz de su sueño y además, si se dormía, podría pasar cualquier cosa. Los desiertos y oasis estaban llenos de bandidos últimamente o hasta habría posibilidad de que un romano estuviera siguiéndolos, esperando el momento adecuado.
Por todas estas cosas el ministro se quedo despierto y alerta, hasta que sintió un movimiento, se volteo y pudo observar como Selene se estaba levantando lentamente y al mirarlo le dijo unas palabras. Illidan sonrío mientras que tomaba otra de las frutas que había recolectado de los árboles cercanos al Oasis. La mujer se desvistió y le dio la espalda, para mirar el atardecer mientras que se refrescaba en el Oasis. El ministro se acerco al Oasis, quedándose en la orilla del mismo mientras que la observaba.
-¿Predecible?... Solo cuando me lo propongo –Dijo Illidan mientras que le daba un primer mordisco a su fruta. El sol ya se estaba escondiendo y le daba lugar a la oscura y peligrosa noche del desierto- Mientras usted dormía, me estaba preguntando si de verdad quiere ir a la guerra de Persia, de ser así, podría de ayudarla con un entrenamiento.
Era más que obvio que quizás ella ya había sido entrenada anteriormente en el arte de la guerra, pero con el tiempo que paso sin practicarlo, a veces el cuerpo se olvida lentamente de estas habilidades.
-Hace tanto tiempo que no la veo pelear, que quizás necesite un entrenamiento para recordar… ¿No cree? Pero le aclaro que no estoy cuestionando sus habilidades, solo quiero saber si se siente totalmente en forma como para combatir a Persia.
El tono del ministro era respetuoso, mientras que seguía comiendo su fruta. La luna comenzaba a posarse lentamente en el firmamento mientras que el mismo se llenaba de estrellas, iluminando así la noche del desierto.
La tarde comenzaba a pasar y el silencio eterno llamo la atención del ministro, volteo para ver a su emperatriz y se dio cuenta que la misma dormía. Debía de estar cansada por su vida y por todo lo que había sufrido últimamente, pensó. Además de que la armadura que había cargado hacia un tiempo era muy pesada, más que proteger a alguien le incomodaba a la hora de combatir. Era una armadura hecha solo para dirigir un ejército, no para combatir. El guerrero sintió como la temperatura comenzó a bajar lentamente, volviéndose más aceptable el calor. Fue allí cuando se retiro aquella prenda que tenia en su cabeza y la guardo.
Decidió quedarse en el mismo lugar, esperando. Haciendo guardia para que nada despertara a la emperatriz de su sueño y además, si se dormía, podría pasar cualquier cosa. Los desiertos y oasis estaban llenos de bandidos últimamente o hasta habría posibilidad de que un romano estuviera siguiéndolos, esperando el momento adecuado.
Por todas estas cosas el ministro se quedo despierto y alerta, hasta que sintió un movimiento, se volteo y pudo observar como Selene se estaba levantando lentamente y al mirarlo le dijo unas palabras. Illidan sonrío mientras que tomaba otra de las frutas que había recolectado de los árboles cercanos al Oasis. La mujer se desvistió y le dio la espalda, para mirar el atardecer mientras que se refrescaba en el Oasis. El ministro se acerco al Oasis, quedándose en la orilla del mismo mientras que la observaba.
-¿Predecible?... Solo cuando me lo propongo –Dijo Illidan mientras que le daba un primer mordisco a su fruta. El sol ya se estaba escondiendo y le daba lugar a la oscura y peligrosa noche del desierto- Mientras usted dormía, me estaba preguntando si de verdad quiere ir a la guerra de Persia, de ser así, podría de ayudarla con un entrenamiento.
Era más que obvio que quizás ella ya había sido entrenada anteriormente en el arte de la guerra, pero con el tiempo que paso sin practicarlo, a veces el cuerpo se olvida lentamente de estas habilidades.
-Hace tanto tiempo que no la veo pelear, que quizás necesite un entrenamiento para recordar… ¿No cree? Pero le aclaro que no estoy cuestionando sus habilidades, solo quiero saber si se siente totalmente en forma como para combatir a Persia.
El tono del ministro era respetuoso, mientras que seguía comiendo su fruta. La luna comenzaba a posarse lentamente en el firmamento mientras que el mismo se llenaba de estrellas, iluminando así la noche del desierto.
Illidan- Dios/a
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Re: Oasis de Siwa o Amón
El tiempo que pasó en el agua se hacía eterno, para las personas de Egipto que vivían en un lugar tan inhospito y árido, pasar tiempo en el agua refrescandose era un lujo y privilegio que pocos podían darse. Claro, el Nilo portaba agua cuando ocurrían las inundaciones, pero eso no era así todo el año. Tambien había épocas de horribles sequías en la cual incluso encontrar agua era dificil. Selene sonreía en el agua, nadando de un lado a otro, sumergiendose, lavando lentamente su cuerpo hasta el punto que sus dedos de las manos se arrugaban. Escuchó a Illidan desde unos metros, sentado el hombre parecía comer frutas locales, de arboles desconocidos, algo que Selene nunca habría hecho. ¿El motivo? Era simple, esas frutas solían enfermar a cualquiera que no estuviese acostumbradas a ellas... del estomago, y Selene nunca se habría dado el lujo de estar en esas condiciones cuando en cualquier momento podían ser atacados.
- No deberías comer de esas frutas Illidan... vas a terminar enfermandote. dos. - Luego nadó hacía la orilla, aun manteniendo su cuerpo bajo agua pero mirando a Illidan, gotas caían por su rostro y se perdían en sus labios, su cabello estaba apegado en su casco y hombros, la joven parecía feliz, casi como una niña. - Claro que quiero ir a la guerra contra Persia. Mi labor con Egipto es darle un heredero al trono, ambos sabemos que yo no debería estar ahi sola, soy una mujer. Quiero tener un hijo y que su nombre sea temido por todos, al igual que el mío... pero si Egipto sigue siendo la prostituta de Roma no podremos nunca lograr el gran sueño... un sólo gran imperio liderado por Alejandría, tal como lo quizo él. - Cuando Selene hablaba de "él" se refería a Alejandro Magno. Lo hacía con una convicción tan grande que parecía perderse en sus pensamientos. - Se que con mi tiempo de vida no alcanzaré a conquistar todo el mediterraneo y macedonia, o incluso a los persas... pero al menos ya habré hecho bastante del camino para que mis hijos puedan seguir el sueño... Illidan... se que la idea de que un hombre me toque te asquea, pero... mi vientre es fertil como el valle del Nilo, fue hecho para procrear a un gran lider...
iñ La noche caía, y curiosamente era una noche estrellada en donde se veía la Luna. las estrellas comenzaban a aparecer en el horizonte a medida que la luz se perdía y Selene supo que si se quedaba más tiempo en el agua terminaría con frío pues la noche se acercaba, aunque a esa hora aun estuviera tibio el aire. Selene salió del agua de a poco caminando hacía sus cosas para secarse con lo que encontró y se puso encima un cambio de ropa nuevo, bastante similar al anterior con la diferencia de que la parte inferior era mucho más corta, lo cual le daba más movilidad.
- Me alegra que no se te escapen detalles Illidan... de hecho, quería mostrarte algo, bueno más que nada... compartir algo contigo. - Se pasaba los dedos por el cabello para peinarselo, algunas gotas caían por sus hombros. - Los dioses me han dado un don... con el cual puedo controlar la vida y la muerte... cada vez que lo utilizo me siento debil y siento que fuera una persona completamente distinta. Necesito aprender a utilizarlo... y te traje aquí en caso de qu me suceda lo mismo que me sucedió aquel día en que no recuerdo casi nada... se que tu no mencionarías nada... por eso te traje.
- No deberías comer de esas frutas Illidan... vas a terminar enfermandote. dos. - Luego nadó hacía la orilla, aun manteniendo su cuerpo bajo agua pero mirando a Illidan, gotas caían por su rostro y se perdían en sus labios, su cabello estaba apegado en su casco y hombros, la joven parecía feliz, casi como una niña. - Claro que quiero ir a la guerra contra Persia. Mi labor con Egipto es darle un heredero al trono, ambos sabemos que yo no debería estar ahi sola, soy una mujer. Quiero tener un hijo y que su nombre sea temido por todos, al igual que el mío... pero si Egipto sigue siendo la prostituta de Roma no podremos nunca lograr el gran sueño... un sólo gran imperio liderado por Alejandría, tal como lo quizo él. - Cuando Selene hablaba de "él" se refería a Alejandro Magno. Lo hacía con una convicción tan grande que parecía perderse en sus pensamientos. - Se que con mi tiempo de vida no alcanzaré a conquistar todo el mediterraneo y macedonia, o incluso a los persas... pero al menos ya habré hecho bastante del camino para que mis hijos puedan seguir el sueño... Illidan... se que la idea de que un hombre me toque te asquea, pero... mi vientre es fertil como el valle del Nilo, fue hecho para procrear a un gran lider...
iñ La noche caía, y curiosamente era una noche estrellada en donde se veía la Luna. las estrellas comenzaban a aparecer en el horizonte a medida que la luz se perdía y Selene supo que si se quedaba más tiempo en el agua terminaría con frío pues la noche se acercaba, aunque a esa hora aun estuviera tibio el aire. Selene salió del agua de a poco caminando hacía sus cosas para secarse con lo que encontró y se puso encima un cambio de ropa nuevo, bastante similar al anterior con la diferencia de que la parte inferior era mucho más corta, lo cual le daba más movilidad.
- Me alegra que no se te escapen detalles Illidan... de hecho, quería mostrarte algo, bueno más que nada... compartir algo contigo. - Se pasaba los dedos por el cabello para peinarselo, algunas gotas caían por sus hombros. - Los dioses me han dado un don... con el cual puedo controlar la vida y la muerte... cada vez que lo utilizo me siento debil y siento que fuera una persona completamente distinta. Necesito aprender a utilizarlo... y te traje aquí en caso de qu me suceda lo mismo que me sucedió aquel día en que no recuerdo casi nada... se que tu no mencionarías nada... por eso te traje.
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Re: Oasis de Siwa o Amón
La emperatriz vino nadando hasta donde se ubicaba Illidan, quien seguía comiendo la fruta sin importarle el peligro de enfermarse. En cierto modo las palabras de Selene eran ciertas, Illidan solía asquearle la idea de que la hija de Isis fuera tocada por un hombre, pero tenia bien claro que debería de pasar algún día para que Egipto tuviera un descendiente digno de ser respetado. Y nadie podría ser respetado si por sus venas no corría la sangre de la emperatriz.
-No es la idea que la toquen lo que me produce asco –Dijo Illidan mientras que tiraba lo que restaba de la fruta hacia el costado derecho mientras que se levantaba lentamente, volteándo y hablándole desde donde se encontraba mientras que ella se secaba el cuerpo- Lo que me molestaría, es que sea tocada por un hombre que no sea digno de usted… Como un romano.
Tras estas palabras Illidan permaneció en silencio hasta que escucho las demás palabras las cuales terminaron por confundirlo. Al parecer Selene hablaba sobre un don o un poder especial que los dioses le habían dado, pero que al usarlo ella se sentía débil. ¿Tendría algo que ver con lo de la armadura extraña y aquellas flores que comenzaron a caer en su cama? El ministro se quedo pensando un momento, pero decidió que lo mejor seria llegar hasta el final del asunto, dejando que la emperatriz usara su poder especial sin importar lo que pasara. El ministro desenfundo su espada mientras que se sentaba al lado de su caballo. Al parecer lo había traído a él porque confiaba en su silencio, eso era algo que le gustaba al enigmático guerrero, ya que ser confiable para su emperatriz era una de las cosas por las cuales Illidan vivía.
-Usted sabe que mis labios no se abrirán, ni pronunciaran palabra alguna que perjudique a mi emperatriz. –Dijo mientras que seguía sentado y observando a la joven muchacha quien ahora estaba vistiendo una ropa mas liviana. El ministro se puso de pie lentamente para ya pasar a estar en disposición de la emperatriz, para lo que fuera que ella quería entrenar- Estoy aquí por si me necesita o si le pasa algo, solo dígame que quiere que haga y lo haré.
Illidan se quedo parado viendo a la joven, por alguna razón, sentía una presencia oscura provenir desde ella. Cuando él le pregunto si se sentía rara ¿Por qué no le contó sobre esto? Quizás lo viera como algo normal, después de todo era la hija de Isis y la reina de Egipto, tener poderes seria algo común o eso supuso el ministro, mientras observaba, nuevamente escucho una voz que lo hizo voltear, para no ver nada… Esta vez, la voz pronuncio algo diferente.
-Thanathos…
El ministro sostuvo su espada con firmeza, si era un atacante, no duraría mucho. Pero se calmo un poco para seguir viendo a la muchacha, mientras que seguía alerta.
-No es la idea que la toquen lo que me produce asco –Dijo Illidan mientras que tiraba lo que restaba de la fruta hacia el costado derecho mientras que se levantaba lentamente, volteándo y hablándole desde donde se encontraba mientras que ella se secaba el cuerpo- Lo que me molestaría, es que sea tocada por un hombre que no sea digno de usted… Como un romano.
Tras estas palabras Illidan permaneció en silencio hasta que escucho las demás palabras las cuales terminaron por confundirlo. Al parecer Selene hablaba sobre un don o un poder especial que los dioses le habían dado, pero que al usarlo ella se sentía débil. ¿Tendría algo que ver con lo de la armadura extraña y aquellas flores que comenzaron a caer en su cama? El ministro se quedo pensando un momento, pero decidió que lo mejor seria llegar hasta el final del asunto, dejando que la emperatriz usara su poder especial sin importar lo que pasara. El ministro desenfundo su espada mientras que se sentaba al lado de su caballo. Al parecer lo había traído a él porque confiaba en su silencio, eso era algo que le gustaba al enigmático guerrero, ya que ser confiable para su emperatriz era una de las cosas por las cuales Illidan vivía.
-Usted sabe que mis labios no se abrirán, ni pronunciaran palabra alguna que perjudique a mi emperatriz. –Dijo mientras que seguía sentado y observando a la joven muchacha quien ahora estaba vistiendo una ropa mas liviana. El ministro se puso de pie lentamente para ya pasar a estar en disposición de la emperatriz, para lo que fuera que ella quería entrenar- Estoy aquí por si me necesita o si le pasa algo, solo dígame que quiere que haga y lo haré.
Illidan se quedo parado viendo a la joven, por alguna razón, sentía una presencia oscura provenir desde ella. Cuando él le pregunto si se sentía rara ¿Por qué no le contó sobre esto? Quizás lo viera como algo normal, después de todo era la hija de Isis y la reina de Egipto, tener poderes seria algo común o eso supuso el ministro, mientras observaba, nuevamente escucho una voz que lo hizo voltear, para no ver nada… Esta vez, la voz pronuncio algo diferente.
-Thanathos…
El ministro sostuvo su espada con firmeza, si era un atacante, no duraría mucho. Pero se calmo un poco para seguir viendo a la muchacha, mientras que seguía alerta.
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Re: Oasis de Siwa o Amón
Primer Post de entrenamiento para el segundo ataque debil.
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Selene se amarró su corto cabello para que dejara de gotear. Escuchaba al hombre hablar cuando de pronto una sensación extraña la invadió, como si desde Illidan se despertara por un instante ese mismo tipo de energía que corría por su cuerpo cuando aparecían las rosas. Miró a Illidan de reojo, intentando volver a sentir lo que había pasado anteriormente por él, pero al parecer había desaparecido. Una persona normal habría pensado que todo ello era parte de su imaginación, peor no Selene, ella no tomaba eventos así a la ligera y mucho menos pensaba que las cosas eran casualidad. Miró a Illidan con interés y al mismo tiempo curiosidad… tal vez estar con ella habría hecho que también él aprendiera a utilizar esa energía como lo fue el caso de la prostituta Arianne.
- Illidan, ¿Qué sucede contigo que no me estas contando? – No le gustaba andarse con rodeos, si Illidan estaba despertando algún tipo de magia en su interior le parecía lo mejor que podía estarle pasando, pues dos personas con ese tipo de poder en el ejercito Egipcio no era un beneficio solamente, sino una clara señal de los dioses que le decían que no había forma de que perdieran esa batalla. – Lo sentí. Lo veo en tus ojos también.
Selene caminó hasta su caballo. Esperaba la respuesta de Illidan mientras se dirigía al lomo del animal. Sacó de entre sus cosas la espada de Alejandro Magno y una botella de vino. Lo miró esperando que hablara mientras le daba un sorbo a su bebida. Le gustaba el calor del alcohol en la noche, sobre todo porque sabía el frío que haría allí en poco tiempo… la verdad, pensó que debían buscar leña o algo para hacer fuego, pero desistió de ello… después de todo, lo único que había allí para quemar eran palmas y las hojas de palmas quemadas emitían una humareda que los hubiera delatado en un rango de 5 millas a la redonda… y lo que menos quería era que algún ruin ladrón o villano les fuera a molestar.
Selene suspiró pues las palabras no llegaban, a veces era mejor simplemente actuar que esperar eternamente una respuesta. Estiró su mano y una luz apareció en ella. Brillaba con tonos rojizos y prontamente se materializó en una simple rosa roja. Selene la miró un momento, no se había dado cuenta de lo fácil que se le estaba dando poder materializar flores ahora. Se concentró un momento y un pétalo rojo se desprendió de la flor. La misma energía que había sentido Selene en Illidan se comenzó a manifestar a través de su cuerpo, manipulando la dirección en donde se movía el pétalo.
- ¿Ves lo que hago Illidan? ¿Sientes la energía a mí alrededor? – Uno a uno los pétalos de la rosa roja se fueron desprendiendo de la rosa y flotaron en la palma de la mano de Selene, quien parecía divertirse haciéndolos subir y bajar, girar, moverse en círculos… - No se si esto se pueda enseñar o nazcas con ello… o si nos metemos a ese tema, si realmente sea un don de los dioses… quiero creer que sí lo es.
Los pétalos de aquella flor bailaban a la luz de la luna, y Selene levantó su mirada hacia Illidan. Si el hombre podía sentir la energía de su cuerpo, y además tuviera algo de ella en él… podía llegar a ser su más cercano colaborar pues necesitaba alguien que la ayudara a controlar ese poder, y quien mejor que un hombre que decía amarla y siempre la protegía, a pesar de que hablara mas de la cuenta.
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Re: Oasis de Siwa o Amón
La voz que había escuchado ya lo comenzaba a confundir. Esta vez había pronunciado un nombre que al ministro le sonaba, le parecía conocido, pero no lo lograba ubicar. El nombre de Thanathos seguía siendo un misterio en su mente, mientras que estaba pensando escucho otra vez la voz hablándole, diciéndole cosas que lo confundían completamente.
-Despierta Thanathos…
Se tomo la cabeza con las dos manos mientras que quien le hablaba ahora era la emperatriz. Le preguntaba que le pasaba, menciono que sentía una energía en él y dijo que lo veía a través de sus ojos. La sensación de perplejidad era tan notoria en él que sus ojos lo delataban y le mostraban a la emperatriz que algo le estaba sucediendo. Sin embargo, el ministro no era de involucrar a los demás en problemas suyos, así que decidió no hablarle.
Ante el silencio de Illidan, Selene camino hasta su caballo para sacar una bebida y la espada de Alejandro Magno, luego estiro su mano e Illidan observo como una energía rojiza se transformaba fielmente en una rosa. Esto lo dejo mas confundido, pero cuando la joven empezó a mover los pétalos con su mente, Illidan por fin comprendió que el poder que aquella armadura había brindado a Selene, parecía ser más controlable para la chica.
Illidan podía sentir esa misma energía que sintió emanar la noche en que Selene parecía agonizar, recordó ese momento y se dio cuenta que quizás aquella armadura había sido enviada por los dioses griegos como una poderosa arma para ganar la batalla. Quizás los romanos hubieran ofendido a sus dioses y por eso ahora estuvieran pagando o quizás Grecia se sintiera molesta con ellos. Igual, Illidan no creía en dioses ajenos, solo creía en los dioses de su tierra y estaba seguro que aquella habilidad de Selene les ayudaría mucho.
-Maravilloso…
El joven se acerco para tomar uno de los pétalos y ver como este se disolvía en energía rojiza que era arrastrada por el frío viento que comenzaba a correr. El frío ahora erizaba la piel del ministro, pero ya no le interesaba. Cuando estaba observando los ojos de su emperatriz una vez mas, la voz volvió a hablarle, esta vez produciéndole un dolor de cabeza agudo que lo hizo quedar de rodillas frente a Selene.
-Illidan… Despierta… Thanathos, vuelve a mí.
Mientras que se tomaba la cabeza para que el dolor se fuera, Illidan pensaba en el nombre que escuchaba, pero no lo podía ubicar todavía, decidió hablar después de todo, su emperatriz era alguien en quien confiar.
-¿No lo escucha? –Dijo mientras que levemente se ponía de pie, con un sentimiento de dolor en su rostro, pero sin titubear en sus palabras o acciones, aguantándoselo-Me esta llamando… Esa maldita voz me ha estado llamando todo el camino, pero por el nombre de Thanathos…
-Despierta Thanathos…
Se tomo la cabeza con las dos manos mientras que quien le hablaba ahora era la emperatriz. Le preguntaba que le pasaba, menciono que sentía una energía en él y dijo que lo veía a través de sus ojos. La sensación de perplejidad era tan notoria en él que sus ojos lo delataban y le mostraban a la emperatriz que algo le estaba sucediendo. Sin embargo, el ministro no era de involucrar a los demás en problemas suyos, así que decidió no hablarle.
Ante el silencio de Illidan, Selene camino hasta su caballo para sacar una bebida y la espada de Alejandro Magno, luego estiro su mano e Illidan observo como una energía rojiza se transformaba fielmente en una rosa. Esto lo dejo mas confundido, pero cuando la joven empezó a mover los pétalos con su mente, Illidan por fin comprendió que el poder que aquella armadura había brindado a Selene, parecía ser más controlable para la chica.
Illidan podía sentir esa misma energía que sintió emanar la noche en que Selene parecía agonizar, recordó ese momento y se dio cuenta que quizás aquella armadura había sido enviada por los dioses griegos como una poderosa arma para ganar la batalla. Quizás los romanos hubieran ofendido a sus dioses y por eso ahora estuvieran pagando o quizás Grecia se sintiera molesta con ellos. Igual, Illidan no creía en dioses ajenos, solo creía en los dioses de su tierra y estaba seguro que aquella habilidad de Selene les ayudaría mucho.
-Maravilloso…
El joven se acerco para tomar uno de los pétalos y ver como este se disolvía en energía rojiza que era arrastrada por el frío viento que comenzaba a correr. El frío ahora erizaba la piel del ministro, pero ya no le interesaba. Cuando estaba observando los ojos de su emperatriz una vez mas, la voz volvió a hablarle, esta vez produciéndole un dolor de cabeza agudo que lo hizo quedar de rodillas frente a Selene.
-Illidan… Despierta… Thanathos, vuelve a mí.
Mientras que se tomaba la cabeza para que el dolor se fuera, Illidan pensaba en el nombre que escuchaba, pero no lo podía ubicar todavía, decidió hablar después de todo, su emperatriz era alguien en quien confiar.
-¿No lo escucha? –Dijo mientras que levemente se ponía de pie, con un sentimiento de dolor en su rostro, pero sin titubear en sus palabras o acciones, aguantándoselo-Me esta llamando… Esa maldita voz me ha estado llamando todo el camino, pero por el nombre de Thanathos…
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Re: Oasis de Siwa o Amón
Segundo Post de entrenamiento para el segundo ataque debil.
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Illidan parecía en dolor, se tomaba la cabeza confuso, sin entender lo que le sucedía. Selene tampoco sabía con seguridad que era lo que le estaba ocurriendo a Illidan, pero si sabía que esa energía que lo cubría y desaparecía intermitentemente era grandiosa, mucho mayor incluso que la que recorría su propio cuerpo.
Retrocedió un paso del lugar en que estaba Illidan y evitó la mirada del hombre. Mirarlo en ese momento la ponía demasiado inquieta, nerviosa, como si hacerlo fuera algo impropio.
- No lo escucho… pero lo siento. – Respondió haciendo desaparecer aquellos pétalos que se desparramaron por el suelo. - No podría explicarlo… pero esta sensación me hace querer… respetarte… y temerte.
Selene no creía lo que acababa de salir de su boca. Ella no le temía a nadie ni a nada… pero esa energía oscura que aparecía y desaparecía de Illidan… le causaba escalofríos. Miedo… no, más que miedo era un respeto reverencial. Cuando Selene escuchó que el hombre le decía que una voz en su cabeza lo llamaba Thanatos y que lo había estado haciendo todo el camino, Selene retrocedió unos pasos más. Si era así, si lo estaban llamando de esa forma, era muy probable que aquellos dioses estuviesen mostrando su ira contra Egipto y usaran a Illidan para ello.
- Thanatos… el dios de los muertos griegos. – Selene se paró bajo la luz de la luna a unos pasos de él… la brisa de la noche ya comenzaba a presentarse moviendo el cabello de la joven de un lado a otro. No parecía amedrentada, pero si precavida. – Illidan… ¿Has ofendido a los dioses que le mandan esta carga a tu cuerpo?
A diferencia de Selene que había nacido como una guerrera en quien la Masei de la Ira se había depositado, pues era ese el cuerpo que le correspondía cada era, fusionándose con la misma alma de Selene, liberando sus poderes al romperse el sello de Athena y uniéndose perfectamente a su cuerpo… la situación de Illidan era bastante distinta. El espíritu de los dioses simplemente seleccionaba un cuerpo que fuera su receptor, un cuerpo que les sirviera para moverse en el plano de los humanos. En cualquier momento Illidan podía desaparecer y frente a ella tendría a Thanatos el dios de la muerte… su mera presencia, hacía que Selene sintiera escalofríos pues esa era la forma en que la masei de la ira sentía que estaba cerca de uno de sus señores.
Pero esto no lo podía saber Selene, quien no entendía nada de lo que estaba sucediendo, tan solo entendía que había algo en ella y en Illidan que los separaba de las personas comunes, un aura oscura los rodeaba que cada vez hacía con más fervor emerger el deseo de destrucción y muerte.
Sin quererlo, sino a modo de instinto, Selene provocó que desde aquella tierra seca y llena de residuos de animales marinos, comenzara el suelo a quebrarse. A su alrededor, por las griegas, empezaron a crecer con una velocidad extraña enredaderas de rosas sin flores, tan solo aquellos tallos espinosos, fríos, que brillaban con la luz de la luna. Estaban cubiertos en una energía púrpura, la misma que cubría a Selene, como si desearan protegerla. Selene no se inmutaba, permanecía en alerta por si los dioses decidían tomar su venganza…
- O es acaso… ¿Qué yo los he ofendido? – Selene sonrió, de forma un tanto altanera, como si no tuviera miedo de haberlo hecho y retara a aquellos dioses a hacer lo mejor posible para castigarla, pues no lo iba a aceptar así como así.
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Re: Oasis de Siwa o Amón
Seguía con el dolor en su cabeza, pero lentamente se hacia menos influyente debido a que se iba acostumbrando al dolor. Sus cabellos se movían lentamente de un lado para el otro como si estuvieran siendo mecidos por el viento, aunque el viento del desierto se había frenado, era la misma energía oscura que su cuerpo comenzaba a emanar, la que hacia que sus cabellos se movieran de esa manera. Un resplandor morado comenzó a brillar alrededor del cuerpo de Illidan, quien parecía estar aun inconciente, pero dejo de tomarse la cabeza y miro directamente a Selene, con una mirada de odio y desprecio. Sabia quien era, recordó todo…
-Selene… ¿Por qué le temes a alguien de tu mismo ejército?
Su mirada ahora mostraba un color mas blanquiceo y una sonrisa macabra en su rostro revelaba que era cierto, había terminado de recordar quien era, ahora comprendía todo y entendía el aura morada que estaba a su alrededor y en el cuerpo de Selene. Podía entender todo acerca del cosmos y del ejército de Hades, sabia quien era, sabia que su nombre era Thanathos y era el dios de la muerte, fiel sirviente de Hades. Illidan ya no existía, Illidan ahora era solo un cuerpo material por el cual, el dios Thanathos se conectaba con los humanos y podía cumplir su misión, eliminar a la raza humana de una vez.
-¿Sabes quien soy?... ¿Sabes que me debes respetar?... Ahora se turnaron los papeles.
El muchacho, ahora dios, dio unos pasos hacia delante, pero en ese entonces vio como las enredaderas de Selene comenzaban a salir, desafiándolo e incluso tratando de subestimarlo. Sonrío, según recordaba, la defensora de la Ira siempre fue así de arriesgada. Su mirada ahora estaba fija en el cuerpo de la chica, viendo que seria lo siguiente que ella haría. Dijo unas últimas palabras desafiadoras, para que la muchacha demostrara lo que sabía.
-¿Qué vas a hacer ahora?...
-Selene… ¿Por qué le temes a alguien de tu mismo ejército?
Su mirada ahora mostraba un color mas blanquiceo y una sonrisa macabra en su rostro revelaba que era cierto, había terminado de recordar quien era, ahora comprendía todo y entendía el aura morada que estaba a su alrededor y en el cuerpo de Selene. Podía entender todo acerca del cosmos y del ejército de Hades, sabia quien era, sabia que su nombre era Thanathos y era el dios de la muerte, fiel sirviente de Hades. Illidan ya no existía, Illidan ahora era solo un cuerpo material por el cual, el dios Thanathos se conectaba con los humanos y podía cumplir su misión, eliminar a la raza humana de una vez.
-¿Sabes quien soy?... ¿Sabes que me debes respetar?... Ahora se turnaron los papeles.
El muchacho, ahora dios, dio unos pasos hacia delante, pero en ese entonces vio como las enredaderas de Selene comenzaban a salir, desafiándolo e incluso tratando de subestimarlo. Sonrío, según recordaba, la defensora de la Ira siempre fue así de arriesgada. Su mirada ahora estaba fija en el cuerpo de la chica, viendo que seria lo siguiente que ella haría. Dijo unas últimas palabras desafiadoras, para que la muchacha demostrara lo que sabía.
-¿Qué vas a hacer ahora?...
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Re: Oasis de Siwa o Amón
Tercer Post de entrenamiento para el segundo ataque debil.
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El dolor en el rostro de Illidan parecía desaparecer de a poco, como si cada vez su resistencia a ese ente divino se volviera menos persistente. La energía que emanaba su cuerpo era increíble. Selene jamás en su vida había sentido algo así. Por primera vez en su vida veía en los ojos de Illidan odio y una especie de altanería, algo que lo hacía lucir superior a ella. La miraba como ella miraba al resto… como un insecto.
La joven reina de Egipto sonrió a medias, entendiendo que no estaba tratando si quiera con Illidan. El hombre jamás la miraría de esa forma… había alguien más allí en su cuerpo que despertaba de un largo sueño en medio del desierto.
- Al único ejército que sirvo es al mío... – Respondió empuñando la espada de Alejandro Magno y apuntando con esta a Illidan. – Thanatos…Pffff… vuelve a Grecia, pues esta es la tierra de Isis.
El color de la energía alrededor de Selene resplandecía con tonos púrpuras. Le costaba a la muchacha controlarla cuando se sentía mas molesta, pues era como si se saliera de control y no pudiese realmente hacer nada con ella. Aun así, al momento que se incremento ese brillo oscuro, los pétalos de las rosas a sus pies se fueron desprendiendo y flotaron alrededor de Selene, juntándose todos en una esfera oscura de pétalos que giraban cada vez más fuerte.
Selene intentaba controlarlas mirando a Illidan con una sonrisa. El hombre le preguntaba si sabía quien era, eso a Selene le tenía sin cuidado. No era de las personas que se amedrentaban con nada, era cuidadosa si, pero nunca miedosa... su orgullo era demasiado grande para ello.
- ¿Me estas jodiendo? ¿Con quien mierda crees que estas hablando? Podrías ser hasta el mismo Amón y te diría que tu a mi no me das ordenes. Estoy en una posición en mi vida que escojo que hacer y cuando hacerlo, a alguien como yo no se le da ordenes… - Aun mirando los pétalos, pensando si estaría en lo correcto en atacarlo, reflexionó en el nombre Thanatos y por algún motivo algunos recuerdos inundaron su mente… recuerdos de largos pasillos cubiertos por rosas en el cual se escuchaban las almas en pena de todo el infierno. Fue entonces que Selene bajó la mano, la esfera se deshizo y los pétalos bajaron lentamente como plumas que caían. - Pero si creo en el respeto. Y en las palabras antes de la violencia… y en que una pelea es la mejor forma de poner de lado las diferencias. Cuando una persona muere las diferencias terminan…
Los pétalos se llenaron de una energía púrpura y de pronto en cosa de segundos se volvieron negros, como si absorbieran el cosmo de Selene. La chica se paró ahí frente a Illidan sin moverse, mirándolo a los ojos sin miedo, sino con algo de picardía con una sonrisa en su cara.
- Vienes a Egipto, a mi tierra, con aires de superioridad. ¿Quién te crees que eres? Ni tu ni nadie jamás me dirá que hacer, por lo mismo… me preguntas que haré, pues eso depende de cuanto tiempo más te atrevas a mirarme a los ojos como si tu y yo fuéramos iguales. No me importa si el mismísimo infierno se abre a nuestros pies, yo ante ti jamás bajaré la cabeza… solo hay un dios al que podría servir y ese es Hades.
Selene no entendía nada de lo que estaba hablando, era como si otra persona hablara por ella, pero ni si quiera se cuestionó sus palabras… estaba despertando cada vez más en ella algo que había dormido por siglos.
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Re: Oasis de Siwa o Amón
-No te importa…
Dijo aquel espíritu que poseía el cuerpo de Illidan, ahora era quien poseía sus movimientos y sus pensamientos, por lo tanto, Illidan había sido perdido en alguna dimensión sin retorno. La sádica sonrisa en el rostro de Thanathos era cada vez mas incomodante, mostraba el gran ego que el dios tenia, un ego que podía ser mortal para un simple humano pero para un líder carismático como él, esa sonrisa que revolcaba a sus enemigos en temor, era una gran ventaja.
Miro hacia el suelo, la tierra brillante del desierto por la noche lo inspiro. Sabia que Hades aun no despertaba y que quizás fuera un dios que despertara muy tarde, así que debería de tomar por ahora el control de las tropas del inframundo y encargarse de que cada una de ellas cumpliera con su labor. Seguía mirando la arena, hasta que de repente una flama oscura ascendió desde el mismo infierno, transformando el color de la tierra en un oscuro profundo, como la tierra muerta del inframundo. Todo comenzó a llenarse rápidamente de este color mientras que algunas enredaderas muertas también comenzaban a adornar aquel escalofriante panorama que parecía seguir creciendo hasta perderse en el horizonte. Rápidamente estas enredaderas comenzaron a hacerse mas abundantes y para finalizar la horrible obra de Thanathos, unas nubes de almas rondaban por la tierra, dejándola mas moribunda.
-Admira mi poder. Dijiste que el inframundo se abría a tus pies, pues eso es lo que esta pasando ahora, Selene
Las palabras de Thanathos eran sarcásticas, siempre con esa maldita sonrisa en su rostro. Dio unos pasos mas cercanos a la emperatriz de Egipto mientras que daba unas palabras para hacerla reflexionar, hacerla pensar sobre lo que estaba haciendo y tratar que de una vez entendiera que su papel era mucho mas importante que el de ser reina de Egipto.
-Sientes esa sensación Selene… Ya has estado aquí, tú perteneces aquí. Siempre has querido ser una conquistadora, expandir Alejandría y llevarlo a dominar todo el mundo, para que todos se arrodillen a los pies de Egipto y a los tuyos. Yo tengo el poder para hacer lo que tu quieres, yo tengo el poder para que Alejandría se convierta en un lugar con un ejercito tan temible que es aclamado desde las fauces del inframundo.
El dios podía ser muy convincente cuando se lo proponía y en ese momento, lo quería. Trataba de arreglar las cosas por las buenas con sus aliados y con sus enemigos por las malas. Se acerco demasiado cerca de Selene, así como ella se le acercaba a Illidan cuando era su ministro, para susurrarle las ultimas palabras de la misma manera que lo hacia ella.
-Yo tengo el poder, para cumplir el gran sueño…
Dijo aquel espíritu que poseía el cuerpo de Illidan, ahora era quien poseía sus movimientos y sus pensamientos, por lo tanto, Illidan había sido perdido en alguna dimensión sin retorno. La sádica sonrisa en el rostro de Thanathos era cada vez mas incomodante, mostraba el gran ego que el dios tenia, un ego que podía ser mortal para un simple humano pero para un líder carismático como él, esa sonrisa que revolcaba a sus enemigos en temor, era una gran ventaja.
Miro hacia el suelo, la tierra brillante del desierto por la noche lo inspiro. Sabia que Hades aun no despertaba y que quizás fuera un dios que despertara muy tarde, así que debería de tomar por ahora el control de las tropas del inframundo y encargarse de que cada una de ellas cumpliera con su labor. Seguía mirando la arena, hasta que de repente una flama oscura ascendió desde el mismo infierno, transformando el color de la tierra en un oscuro profundo, como la tierra muerta del inframundo. Todo comenzó a llenarse rápidamente de este color mientras que algunas enredaderas muertas también comenzaban a adornar aquel escalofriante panorama que parecía seguir creciendo hasta perderse en el horizonte. Rápidamente estas enredaderas comenzaron a hacerse mas abundantes y para finalizar la horrible obra de Thanathos, unas nubes de almas rondaban por la tierra, dejándola mas moribunda.
-Admira mi poder. Dijiste que el inframundo se abría a tus pies, pues eso es lo que esta pasando ahora, Selene
Las palabras de Thanathos eran sarcásticas, siempre con esa maldita sonrisa en su rostro. Dio unos pasos mas cercanos a la emperatriz de Egipto mientras que daba unas palabras para hacerla reflexionar, hacerla pensar sobre lo que estaba haciendo y tratar que de una vez entendiera que su papel era mucho mas importante que el de ser reina de Egipto.
-Sientes esa sensación Selene… Ya has estado aquí, tú perteneces aquí. Siempre has querido ser una conquistadora, expandir Alejandría y llevarlo a dominar todo el mundo, para que todos se arrodillen a los pies de Egipto y a los tuyos. Yo tengo el poder para hacer lo que tu quieres, yo tengo el poder para que Alejandría se convierta en un lugar con un ejercito tan temible que es aclamado desde las fauces del inframundo.
El dios podía ser muy convincente cuando se lo proponía y en ese momento, lo quería. Trataba de arreglar las cosas por las buenas con sus aliados y con sus enemigos por las malas. Se acerco demasiado cerca de Selene, así como ella se le acercaba a Illidan cuando era su ministro, para susurrarle las ultimas palabras de la misma manera que lo hacia ella.
-Yo tengo el poder, para cumplir el gran sueño…
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Re: Oasis de Siwa o Amón
Ultimo Post de entrenamiento para el segundo ataque debil.
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El ambiente se volvía cada vez más oscuro pero Selene no se movía ni un centímetro de su posición amenazante en la que apuntaba su espada al hombre o dios frente a ella. No le temía, ella no le temía a nadie. Aun así el suelo bajo sus pies parecía morir aun más de l oque estaba. La tierra se volvía de un negro como su cabello y enredaderas y espinos crecían de ella rodeando todo a su alrededor. Incluso las flores parecían morir por la energía que emanaba ese ser que decía ser un dios. Se acercó a ella poniéndola extremadamente nerviosa, algo que ningún hombre había conseguido hasta ese instante. Su corazón latió con rapidez mientras le susurraba, y apretó su puño pues lo odió por ello… él la intimidaba…
- ¿Por qué admiraría algo tan común como la muerte? ¿Crees que no tengo el poder para conquistar sola lo que se me de la gana? Pues te equivocarías, yo soy Egipto… yo soy el gran sueño… – Respondió altanera, impidiendo que la intimidación le ganara a su orgullo. Thanatos que se mostraba tan altanero como ella. – La muerte…la he visto toda mi vida…– Pero luego entendió el verdadero significado del hombre, pues aquella energía de muerte estaba generando algo mucho mayor y temible… abría un espacio que Selene sintió como su hogar. Miró al hombre con aquella sonrisa sarcástica con incredulidad… pensando porque todo eso se sentía tan familiar, tan normal, tan placentero… como si en vez de querer pelear deseara contemplar con felicidad el lugar que la llamaba. - ¿Qué truco es este? – Le preguntó incrédula. Era cierto… todo eso la llamaba, deseaba ser parte de él y estar a su lado.
Sacudió su rostro saliendo de ese esta de ensueño, levantó su puño y frente a ella se formó nuevamente una rosa a base de energía que se materializó y se deshizo dejando flotando pétalos rojos. Apuntó a Thanatos con ellos haciéndolos girar con rapidez frente a ella, en una esfera casi perfecta de flores rojas que con cada rotación se volvían más y más oscuras hasta completarse en el negro.
- ¡Desaparece de mi vista! Tus artimañas no van a funcionar conmigo. – Gritó finalmente y dejó que esos petalos avanzaran con toda la ira de su corazón hacia él.
Su boca se abrio en sorpresa dejandola completamente estatica en el desierto cuando aquellos pétalos que podrían haber cortado hasta el diamante se hicieron polvo alrededor de Illidan. Apretó su puño frustrada, luchando contra cada instinto y deseo de su cuerpo y empuñando la espada de Alejandro Magno corrió hacia el hombre. Corrió pensando que jamás alguien como él, un simple sirviente la podría amedrentar… sujetó su espada y la movió con el conocimientos de años de practica y lucha con armar.
Illidan no se movió, su sonrisa llena de sarcasmo permanecía en su rostro, divertido de que un simple humano se atreviera a levantarle la mano. Debió ser a sus ojos tan patético como que una hormiga intentara lastimar a un elefante. Apenas iba a insertar un golpe en su pecho la espada se rompió en cientos de pedazos y voló por el aire, lanzando con el impacto a Selene muchos metros mas atrás.
En el suelo, se sentó, con la mirada hacia el horizonte perdida en la nada. Entendiendo que era inútil… ese sujeto estaba completamente fuera de su liga. Era realmente un dios. Subió su mirada llorosa hacia él, comprendiendo que había llegado su fin, sonrió.
- La realeza muere por su propia mano. – Susurró, en caso de que quisiera su vida, ella misma la tomaría. No había punto en seguir peleando contra él.
Selene- Dama del Pecado
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Re: Oasis de Siwa o Amón
La muchacha había usado todos sus recursos para intentar dañar al gran Thanathos, pero ninguno había funcionado. Incluyendo la espada de Alejandro Magno que voló por los aires y cayo en decenas de pedazos al suelo. El dios miro esto asombrado, sabia que aquella espada significaba mucho para la gente de Egipto e incluso para la mismísima Selene, quien ahora estaba arrodillada y destruida, mirando con sus llorosos ojos al dios y entendiendo que no había nada que pudiera hacer. Si Thanathos hubiera querido, en ese mismo momento le quitaba la vida, pero no era para eso para lo que el dios quería a la muchacha, sino para enseñarle de una vez su verdadero camino. El camino de la destrucción y la maldad, el sendero al que siempre había pertenecido Selene, como dama de la Ira y una guerrera de las tropas del inframundo.
El verla destrozada en el suelo, por alguna razón volvía impotente al dios, el cuerpo de Illidan aun tenia sentimientos de respeto hacia la mujer. Pero esos sentimientos se irían en el mismísimo momento en que Thanathos dominara su cuerpo por completo, cuando lograra recuperar la armadura que le pertenecía y le distinguía de todos los demás espectros, porque lo volvía el dios de la muerte no violenta. Illidan avanzo hasta donde estaban los restos de la espada que pertenecía al conquistador y se arrodillo ante ella. Puso una mano con brillo morado sobre ella, haciendo que las partes vinieran como si tuviera un imán en su palma y al llegar arriba se iban juntando lentamente, hasta que luego de un brillo la espada queda formada, con un brillo morado en su hoja y lista para ser usada nuevamente. El dios la empuño con confianza y miro hacia Selene.
-No es por tu vida que he venido aquí, Selene. He venido por tu lealtad… -Apoyo la espada de Alejandro Magno en el hombro derecho de la mujer mientras que sonreía y no despegaba sus ojos de la mirada triste que había en el rostro de la chica- Yo, con el poder que yo mismo me he brindado, te destituyo de tu cargo de emperatriz de Egipto para darte uno mas importante con el cual podrás cumplir aun mas tus sueños… Yo te nombro, una leal guerrera del inframundo…
Tras decir estas palabras y retirar la espada de su hombro, detrás del dios el oasis comenzó a volverse morado, con sus aguas pudriéndose y dando vueltas solas como si un espiral negro estuviese creciendo allí. Desde el fondo de este espiral salto un pequeño animal de pelaje morado, muy parecido a un gato. El dios miro con desprecio a la criatura pero no le hizo nada, después de todo él lo convoco hasta la superficie.
-¿Lo reconoces?... Fue tu fiel compañero y aunque desapareciste mucho tiempo, sigue siendo fiel a ti, dama de la Ira –Las palabras se volvieron mas serias para mostrarle con la ultima tonalidad de su voz, que no estaba bromeando- Como espero que tu lo seas con el dios Hades.
El verla destrozada en el suelo, por alguna razón volvía impotente al dios, el cuerpo de Illidan aun tenia sentimientos de respeto hacia la mujer. Pero esos sentimientos se irían en el mismísimo momento en que Thanathos dominara su cuerpo por completo, cuando lograra recuperar la armadura que le pertenecía y le distinguía de todos los demás espectros, porque lo volvía el dios de la muerte no violenta. Illidan avanzo hasta donde estaban los restos de la espada que pertenecía al conquistador y se arrodillo ante ella. Puso una mano con brillo morado sobre ella, haciendo que las partes vinieran como si tuviera un imán en su palma y al llegar arriba se iban juntando lentamente, hasta que luego de un brillo la espada queda formada, con un brillo morado en su hoja y lista para ser usada nuevamente. El dios la empuño con confianza y miro hacia Selene.
-No es por tu vida que he venido aquí, Selene. He venido por tu lealtad… -Apoyo la espada de Alejandro Magno en el hombro derecho de la mujer mientras que sonreía y no despegaba sus ojos de la mirada triste que había en el rostro de la chica- Yo, con el poder que yo mismo me he brindado, te destituyo de tu cargo de emperatriz de Egipto para darte uno mas importante con el cual podrás cumplir aun mas tus sueños… Yo te nombro, una leal guerrera del inframundo…
Tras decir estas palabras y retirar la espada de su hombro, detrás del dios el oasis comenzó a volverse morado, con sus aguas pudriéndose y dando vueltas solas como si un espiral negro estuviese creciendo allí. Desde el fondo de este espiral salto un pequeño animal de pelaje morado, muy parecido a un gato. El dios miro con desprecio a la criatura pero no le hizo nada, después de todo él lo convoco hasta la superficie.
-¿Lo reconoces?... Fue tu fiel compañero y aunque desapareciste mucho tiempo, sigue siendo fiel a ti, dama de la Ira –Las palabras se volvieron mas serias para mostrarle con la ultima tonalidad de su voz, que no estaba bromeando- Como espero que tu lo seas con el dios Hades.
Illidan- Dios/a
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Re: Oasis de Siwa o Amón
Sentada, semiarrodillada, esperando que Illidan arrojara su espada en su dirección para poner fin a su vida por su propia mano… Selene permanecía mirando el horizonte estrellado. La imagen de una vida plena venía en su mente mientras se preparaba con una sonrisa para ascender con los dioses, tal como le habían enseñado… y decir su nombre fuerte y claro cuando se juntara con ellos.
- Selene… - Susurró esperando. No observó lo que ocurría a su alrededor, ni la mirada dudosa de Illidan al tener sentimientos por ella. Solo sintió la espada en su hombro… y entonces entendió que aquel dios griego ni si quiera le daría la oportunidad de morir por su propia mano, ¿Qué más daba? Su suerte ya estaba echada de cualquier forma.
Ahí, con la brisa del desierto en su rostro… respiró profundamente. Sorprendida abrió los ojos y subió su mirada hacia él cuando lo escuchó pedirle su lealtad y relevarla del cargo de Emperatriz de Egipto. No entendía el motivo por el cual un hombre con dichas cualidades la necesitaría a ella a su lado… pero no importaba, pues entre más tiempo pasaba con él, más memorias venían a su cabeza sobre vidas pasadas… sobre guerras… sobre muertes…
- ¿Qué sucederá con Egipto…si yo…? – Pero no alcanzó a terminar la frase… pues aquello que había permanecido sellado en su alma se liberaba completamente. De por si era una sola con Selene, pero ahora entendía que estaba lista para emerger pues uno de los dioses leales a Hades pedía de ella. – Mi cuerpo y mi alma le pertenecen a Hades… - Agachó la cabeza, honrada de que el mismo Thanatos se encargara de su despertar. Se puso de pie limpiandose del polvo y observando con una sonrisa como todo moría a su alrededor. – No es irónico…El poder de crear vida como estas flores me pertenece… - Dijo mientras aparecía una rosa blanca en su mano que posicionó en su cabellera. – A mi... alguien que detesta toda forma de vida...
Desde el Oasis saltó hasta su hombro un pequeño gato de colores llamativos, no necesitaba que el hombre le recordara quien era para que la mujer supiera de quien se trataba. Sus maullidos deformes atormentaban y competían con los ruidos más desagradables que se podrían haber percibido en el desierto, pero para Selene era música celestial.
- Pereza esta despierta… el sello ha sido roto. – Dijo mirando hacia el cielo estrellado. Sus palabras a lo mejor ni si quiera eran queridas por Thanatos, pero parecía no importarle. Había permanecido tanto tiempo durmiendo que recibir nuevamente el aire fresco en el rostro le parecía un placer. - ¿Qué haremos ahora? El señor Hades fue sellado en el tártaro… por los mismos entes oscuros que utilizó para forjar esa torre… ¿Cómo lo sacaremos de ahí?
Selene- Dama del Pecado
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Re: Oasis de Siwa o Amón
Ira había despertado, el trabajo de Thanathos estaba cumplido. Levanto su mirada con un gran nivel de satisfacción, estaba orgulloso como toda su vida lo había estado, siempre carismático y egocéntrico el dios de la muerte miraba a la muchacha. Todo a su alrededor moría y se convertía en una especie de tierra del inframundo, donde los espectros se volvían mas fuertes. El oasis volvió a la normalidad sellando hasta ese entonces la única puerta al inframundo, si el dios quería que las tropas salieran de su sueño eterno, sabia que debía de abrir otra puerta en algún lugar. Debía de establecer una base, de preparar el ejercito del dios del inframundo para que cuando este fuera despertado en su debido momento, las tropas estuvieran ya entrenadas y listas para que él diera las ordenes.
Thanathos sonrío al escuchar que pereza estaba despierta, ya había sentido la presencia de otra dama, pero no les daba mucha importancia a otras damas debido a que la que mas resaltaba era la que ahora tenía bajo su mando. Con un pequeño aura morada alrededor de su cuerpo el dios Thanathos decidió contestarle a la dama su pregunta acerca de Hades y su sello en el tártaro.
-El sello es lo suficientemente fuerte como para guardar a Hades allí, pero no por siempre. Nuestro dios se esta fortaleciendo y pronto lograra escapar de ese sello tal y como yo lo he hecho. –El dios tenia bien en claro su plan y por eso mismo se lo contaba a la dama de la Ira, porque era la única en la que podía confiar de todo el inframundo, además de su hermano y Pandora- Para ese momento, cuando Hades vuelva a la vida, deberemos de tenerle una base que conecte el inframundo con este mundo. Y su ejército ya alistado… Esa es nuestra principal misión, Selene, haremos de Egipto, principalmente de Alejandría, la base del inframundo más poderosa que el mundo haya conocido. Expandiéndola tal y como Alejandro Magno quería, llevando el estandarte de la oscuridad con nosotros… pero tu no podrás hacerlo en el estado que te encuentras.
El dios Thanathos miraba a la joven de arriba abajo mientras esta tenia el gato en su hombro, era más que obvio que es lo que le faltaba, le faltaba su protección. Aquello que la distinguiría de cualquier guerrero y que la ayudaría a levantar su poder al máximo, completando su sed de destrucción y venganza. Le faltaba su armadura e Illidan era quien la tenía escondida.
Estas débil… Vulnerable –Dijo mientras que puso su mano en el pecho de la misma y lo deslizo hasta su abdomen, para luego sacarlo y seguir hablando- Tu cuerpo puede ser tocado por cualquiera… -Luego de estas cortas palabras con su dedo creo una pequeña representación de cosmos que corto un poco a la dama en su cadera, un leve raspón, pero que serviría de ejemplo- También puede ser lastimado… Necesitas la protección que te dio el dios Hades para que esto no suceda, necesitas tu armadura… Y yo se donde esta…
El dios Thanathos comenzó a caminar dejando atrás al oasis, mientras que arrojaba su espada y guardaba en su lugar la de Alejandro Magno. Cada lugar por donde él pasaba iba tomando esa forma muerta del inframundo, planeando convertir con su presencia, todo Egipto en el lugar donde Hades podría reunir sus tropas.
-Sígueme.
Thanathos sonrío al escuchar que pereza estaba despierta, ya había sentido la presencia de otra dama, pero no les daba mucha importancia a otras damas debido a que la que mas resaltaba era la que ahora tenía bajo su mando. Con un pequeño aura morada alrededor de su cuerpo el dios Thanathos decidió contestarle a la dama su pregunta acerca de Hades y su sello en el tártaro.
-El sello es lo suficientemente fuerte como para guardar a Hades allí, pero no por siempre. Nuestro dios se esta fortaleciendo y pronto lograra escapar de ese sello tal y como yo lo he hecho. –El dios tenia bien en claro su plan y por eso mismo se lo contaba a la dama de la Ira, porque era la única en la que podía confiar de todo el inframundo, además de su hermano y Pandora- Para ese momento, cuando Hades vuelva a la vida, deberemos de tenerle una base que conecte el inframundo con este mundo. Y su ejército ya alistado… Esa es nuestra principal misión, Selene, haremos de Egipto, principalmente de Alejandría, la base del inframundo más poderosa que el mundo haya conocido. Expandiéndola tal y como Alejandro Magno quería, llevando el estandarte de la oscuridad con nosotros… pero tu no podrás hacerlo en el estado que te encuentras.
El dios Thanathos miraba a la joven de arriba abajo mientras esta tenia el gato en su hombro, era más que obvio que es lo que le faltaba, le faltaba su protección. Aquello que la distinguiría de cualquier guerrero y que la ayudaría a levantar su poder al máximo, completando su sed de destrucción y venganza. Le faltaba su armadura e Illidan era quien la tenía escondida.
Estas débil… Vulnerable –Dijo mientras que puso su mano en el pecho de la misma y lo deslizo hasta su abdomen, para luego sacarlo y seguir hablando- Tu cuerpo puede ser tocado por cualquiera… -Luego de estas cortas palabras con su dedo creo una pequeña representación de cosmos que corto un poco a la dama en su cadera, un leve raspón, pero que serviría de ejemplo- También puede ser lastimado… Necesitas la protección que te dio el dios Hades para que esto no suceda, necesitas tu armadura… Y yo se donde esta…
El dios Thanathos comenzó a caminar dejando atrás al oasis, mientras que arrojaba su espada y guardaba en su lugar la de Alejandro Magno. Cada lugar por donde él pasaba iba tomando esa forma muerta del inframundo, planeando convertir con su presencia, todo Egipto en el lugar donde Hades podría reunir sus tropas.
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Re: Oasis de Siwa o Amón
Selene escuchó las palabras de Thanatos con respeto y cautela, sin revelar mucho ni decir lo que opina al respecto de que Hades aun permaneciera encerrado en el tártaro.
No tenía recuerdos muy claros de lo ocurrido la anterior guerra santa ni en que momento la masei de la Ira había sido sellada, pero si recordaba que había sido producto de la derrota de Hades por el ejercito de Athena.
Ahora tenía una segunda oportunidad para poder redimir no sólo el nombre de Hades sino el suyo… alguna vez había sido una de las ultimas de pie en un ejercito… ahora volvía a ponerse de pie para luchar por el ideal de oscuridad y destrucción total de aquello que llamaban humanidad.
- Sí señor. – Respondió bajando la cabeza evitando mirar a Thanatos. – Haré todo lo que me pida y más para preparar el despertar del ejército del Rey. Seré una vez más el puño que atraviese el pecho de cualquiera que se oponga al ejercito de la muerte.
Cheshire maulló bajando de su hombro y pasando su cola por las piernas de Selene, algo que ella ignoró, pues ese gato solía irritarla con facilidad en el pasado. El dedo de Thanatos se posaba entonces en medio de su pecho. La cosmoenergía que emanaba de él resultaba asombrosa al menos para Selene. Y con la misma facilidad que la tocaba logró herir su cadera. Selene no se quejó, pero si miró el raspón irritada… su cuerpo era un templo y pensar en una nueva cicatriz sin si quiera haber empezado a luchar en serio le molestaba.
- Iré donde usted me diga. – Respondió siguiendo a Thanatos, aun molesta por el raspón en su cadera. El hombre portaba la espada de Alejandro Magno, era el nuevo conquistador y a quien seguiría de ahora en adelante. – Aunque no deberíamos hacer un alboroto si volvemos a Alejandría, despues de todo soy la heredera al trono de este país y habrá personas buscándome.
Por alguna razón, pensó en Kisame. Aunque a Kisame seguramente no le importaría que la Selene que conocía ya no existiera realmente.
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