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Going To Home¡¡¡
Recuerdo del primer mensaje :
Ya casi eran dos días de caminata al que Lukas se sometía para encontrar aquella casa que yacía en las montañas para vivir. De todas formas no la encontraba, acordándose de las palabras de aquel anciano tenia en cuenta que la casa estaba muy escondida entre aquellas enormes montañas y árboles.
Las gotas de transpiración brotaban de la cara de Lukas. Había estado horas en la luz del sol caminando. El clima tremendamente pesado hacia de una caminata normal a un ejercicio muy cansador. Por esta razón el joven romano decidió tomar un descanso para retomar luego.
Luego de unas horas de acostarse bajo un enorme árbol que daba gran cantidad de sombra fue a por la cabaña escondida, a todo a nada. Aquel lugar era muy importante para el, Simplemente aquella pequeña casa era la base con la que empezaría su nueva vida. Una vida de tranquilad y de paz.
Varios minutos pasaron corriendo para encontrar aquel lugar y de divisar el hermoso paisaje de montaña que había en el lugar, Lukas encuentra una pequeña casa que estaba escondida entre pequeños árboles y entre rocas que estaban en el lugar, aquella hermosa casa realmente escondida era divina, echa de hermosa madera, resplandeciente por todos lados. El joven romano estaba desesperado, no veía la hora de habitarla, era una casa de sueños rodeada por arbustos y por flores color roja.
Sin embargo Lukas recordó las palabras del anciano, los ladrones seguramente seguirían allí ya que como punto estratégico para un ladrón era perfecto, una casa oculta entre las montañas, era indivisible si se escapaban de algún crimen .
Pasaron segundos y Lukas comenzó a ver movimiento en dentro de aquella casa, por eso se escondió en unos arbustos cercanos para ocultar su presencia.
-Tendré que ver detenidamente las acciones que suceden en aquel lugar antes de atacarlo y hace pode…….ah-
Cuando Lukas se quiso dar cuenta una espada estaba a punto de ser estocada en su espalda, esta no lo dejo ni de terminar de pensar. Solamente toma aire y se dio vuelta para ver la persona que lo tenia acorralado, era un hombre robusto con una enorme y larga barba, vestido de cueros bordados y con una hermosa espada que relucía y que tenia inscriptos distintas frases árabes.
Solamente trago saliva fuertemente mientras veía que lo habían atrapado. Después de haber pasado segundos el hombre le dijo amenazante.
-Vete de aquí, o te arrepentirás te daré tiempo, la próxima te matare….De que te ríes?-
-Me río, porque se que aquí me divertiré un largo rato-
Instantáneamente Lukas golpeo con su mano la espada de aquel muchacho y salto hacia atrás poniéndose en posición ofensiva para atacar a su enemigo.
Aquel muchacho que estaba por pelear contra Lukas pego un gran grito y llamo a sus camaradas, eran dos más que estaban dispuestos a luchar contra el muchacho romano que estaba espiándolos.
Comenzaron a atacar, era un hombre pequeño, pero rápido, se acerco rápidamente al cuerpo de Lukas, sus dos cuchillos que portaba eran únicos. Pero no fue difícil para el romano que logro esquivar los ataques con facilidad y contraatacar con una estocada en la mano y una patada en el mentón que dejo a aquel hombre tirado en el piso medio dormido, Las caras de los demás restantes era de sorpresa.
Allí estaba Lukas con su tunica blanca que se dejaba llevar por el viento y su pelo que se desacomodaba por esa brisa matinal. Con su Katana desenfundada y chorreando un poco de sangre, esperaba a alguno de los 2 restantes para luchar
Con gran ira otro de los que había llegado recientemente va a atacar a Lukas con sus puños. En ese momento Lukas desenfunda su katana, y pelea a mano limpia dejándolo herido luego de unos golpes en el cuerpo.
-Tan solo faltas tú-
Decía el joven mientras el mismo hombre que lo acorralo comenzaba a ponerse en una posición defensiva para pelear contra aquel joven que fácilmente derroto a sus camaradas.
La pelea era inevitable, Lukas hirió a dos de los amigos y se quería apoderar de aquel lugar.
-Supongo que tengo que atacarte, prepárate –
Dijo Lukas mientras los dos luchadores corrían para enfrentarse, Las espadas chocaron fuertemente. Una de estas era enorme y muy pesada, en cambio la otra era una katana que aunque sea, más delgada pero aun así tenía una velocidad sin igual, el hombre fuertemente comienza a atacar a Lukas con gran fuerza, este solamente se cubría de los ataques.
Luego los ataques de aquel hombre cesan y los dos luchadores quedan enfrentados cara a cara con sus espadas haciendo fuerza. El muchacho romano luego de lo sucedido con su pierna derecha logra darle una patada a su contrincante y así alejarlo del campo de batalla.
El hombre quedo a unos metros de Lukas, después de limpiarse una pequeña proporción que salía de su boca.
-Eres muy bueno pequeño-
Musito el hombre, mientras comenzó a sacarse la tunica de cuero puesta, para dar origen a una armadura que se componía de hombreras/torso y pantalones .Aquella armadura relucía enormemente, Luego de mostrar su armadura dijo
-Soy un ex soldado de Roma que opto por ser renegado, mi fuerza y mi combate es mejor que la tuya, yo soy un gran soldado que tiene gran técnica, tu eres un insecto de la calle, morirás en mis manos-
El hombre era enorme y fuerte guerrero que se estaba ocultando en túnicas
Rápidamente corre hacia Lukas y con gran fuerza trata de cortarlo, el joven nota la fuerza de aquel hombre y decide comenzar a esquivarlo en aquel momento el chico comenzaba a dificultarse.
Pero luego de contraatacar pudo hacerle un corte en el brazo, este soltó la espada y luego de esto Lukas lo corto la pierna seguido del otro brazo dejándolo herido ya a su merced
-No eres tan bueno, y tanto que aparentabas, te digo que por un momento pensé que me ibas a ganar. Ahora hazme el favor de irte antes que te mate -
Dijo Lukas con su gran sonrisa característica, mientras que poco a poco caminaba hacia la casa ,Luego de llegar a la misma, abre la puerta y ve una sombra….
-Quien anda ahí?-
Las gotas de transpiración brotaban de la cara de Lukas. Había estado horas en la luz del sol caminando. El clima tremendamente pesado hacia de una caminata normal a un ejercicio muy cansador. Por esta razón el joven romano decidió tomar un descanso para retomar luego.
Luego de unas horas de acostarse bajo un enorme árbol que daba gran cantidad de sombra fue a por la cabaña escondida, a todo a nada. Aquel lugar era muy importante para el, Simplemente aquella pequeña casa era la base con la que empezaría su nueva vida. Una vida de tranquilad y de paz.
Varios minutos pasaron corriendo para encontrar aquel lugar y de divisar el hermoso paisaje de montaña que había en el lugar, Lukas encuentra una pequeña casa que estaba escondida entre pequeños árboles y entre rocas que estaban en el lugar, aquella hermosa casa realmente escondida era divina, echa de hermosa madera, resplandeciente por todos lados. El joven romano estaba desesperado, no veía la hora de habitarla, era una casa de sueños rodeada por arbustos y por flores color roja.
Sin embargo Lukas recordó las palabras del anciano, los ladrones seguramente seguirían allí ya que como punto estratégico para un ladrón era perfecto, una casa oculta entre las montañas, era indivisible si se escapaban de algún crimen .
Pasaron segundos y Lukas comenzó a ver movimiento en dentro de aquella casa, por eso se escondió en unos arbustos cercanos para ocultar su presencia.
-Tendré que ver detenidamente las acciones que suceden en aquel lugar antes de atacarlo y hace pode…….ah-
Cuando Lukas se quiso dar cuenta una espada estaba a punto de ser estocada en su espalda, esta no lo dejo ni de terminar de pensar. Solamente toma aire y se dio vuelta para ver la persona que lo tenia acorralado, era un hombre robusto con una enorme y larga barba, vestido de cueros bordados y con una hermosa espada que relucía y que tenia inscriptos distintas frases árabes.
Solamente trago saliva fuertemente mientras veía que lo habían atrapado. Después de haber pasado segundos el hombre le dijo amenazante.
-Vete de aquí, o te arrepentirás te daré tiempo, la próxima te matare….De que te ríes?-
-Me río, porque se que aquí me divertiré un largo rato-
Instantáneamente Lukas golpeo con su mano la espada de aquel muchacho y salto hacia atrás poniéndose en posición ofensiva para atacar a su enemigo.
Aquel muchacho que estaba por pelear contra Lukas pego un gran grito y llamo a sus camaradas, eran dos más que estaban dispuestos a luchar contra el muchacho romano que estaba espiándolos.
Comenzaron a atacar, era un hombre pequeño, pero rápido, se acerco rápidamente al cuerpo de Lukas, sus dos cuchillos que portaba eran únicos. Pero no fue difícil para el romano que logro esquivar los ataques con facilidad y contraatacar con una estocada en la mano y una patada en el mentón que dejo a aquel hombre tirado en el piso medio dormido, Las caras de los demás restantes era de sorpresa.
Allí estaba Lukas con su tunica blanca que se dejaba llevar por el viento y su pelo que se desacomodaba por esa brisa matinal. Con su Katana desenfundada y chorreando un poco de sangre, esperaba a alguno de los 2 restantes para luchar
Con gran ira otro de los que había llegado recientemente va a atacar a Lukas con sus puños. En ese momento Lukas desenfunda su katana, y pelea a mano limpia dejándolo herido luego de unos golpes en el cuerpo.
-Tan solo faltas tú-
Decía el joven mientras el mismo hombre que lo acorralo comenzaba a ponerse en una posición defensiva para pelear contra aquel joven que fácilmente derroto a sus camaradas.
La pelea era inevitable, Lukas hirió a dos de los amigos y se quería apoderar de aquel lugar.
-Supongo que tengo que atacarte, prepárate –
Dijo Lukas mientras los dos luchadores corrían para enfrentarse, Las espadas chocaron fuertemente. Una de estas era enorme y muy pesada, en cambio la otra era una katana que aunque sea, más delgada pero aun así tenía una velocidad sin igual, el hombre fuertemente comienza a atacar a Lukas con gran fuerza, este solamente se cubría de los ataques.
Luego los ataques de aquel hombre cesan y los dos luchadores quedan enfrentados cara a cara con sus espadas haciendo fuerza. El muchacho romano luego de lo sucedido con su pierna derecha logra darle una patada a su contrincante y así alejarlo del campo de batalla.
El hombre quedo a unos metros de Lukas, después de limpiarse una pequeña proporción que salía de su boca.
-Eres muy bueno pequeño-
Musito el hombre, mientras comenzó a sacarse la tunica de cuero puesta, para dar origen a una armadura que se componía de hombreras/torso y pantalones .Aquella armadura relucía enormemente, Luego de mostrar su armadura dijo
-Soy un ex soldado de Roma que opto por ser renegado, mi fuerza y mi combate es mejor que la tuya, yo soy un gran soldado que tiene gran técnica, tu eres un insecto de la calle, morirás en mis manos-
El hombre era enorme y fuerte guerrero que se estaba ocultando en túnicas
Rápidamente corre hacia Lukas y con gran fuerza trata de cortarlo, el joven nota la fuerza de aquel hombre y decide comenzar a esquivarlo en aquel momento el chico comenzaba a dificultarse.
Pero luego de contraatacar pudo hacerle un corte en el brazo, este soltó la espada y luego de esto Lukas lo corto la pierna seguido del otro brazo dejándolo herido ya a su merced
-No eres tan bueno, y tanto que aparentabas, te digo que por un momento pensé que me ibas a ganar. Ahora hazme el favor de irte antes que te mate -
Dijo Lukas con su gran sonrisa característica, mientras que poco a poco caminaba hacia la casa ,Luego de llegar a la misma, abre la puerta y ve una sombra….
-Quien anda ahí?-
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Re: Going To Home¡¡¡
El general miraba de una manera muy obsesiva a los dos hombres que estaban allí, aquel de pelo azul se le hacia conocido, le parecía incluso haberlo visto pelear en la batalla contra Germania. Recordaba haberlo visto anteriormente en la batalla junto a las tropas, recordaba haberlo visto, defendiendo el signo del César. ¿Por qué secuestraba a alguien de la realeza? Era seguro que no necesitaba dinero, debido a que los guerreros eran bien pagos, tampoco lo hizo por deseos, después de todo Sophia era una mocosa comparada con cualquier otra mujer romana. ¿Por qué lo había hecho?
Por unos momentos creyó la historia del peligro, pero luego recordó que el hombre en la casa de Fye les dijo que había sido secuestrada, no que había ladrones y la casa no se veía como si hubiera ladrones. Entonces… ¿Había engañado también a la muchacha?...
-Un guerrero romano... –Dijo mientras que bajaba su espada, era mejor mantenerse calmado. Después de todo, no prefería armar un escándalo. Miraba al muchacho que estaba mas cerca, aquel que había querido que Sophia y Manigoldo huyeran por detrás, no le caía para nada bien, hizo una seña para que bajara su espada y dejara la agresión para otro momento, al parecer eso seria una conversación seria- Por favor…
Menciono mientras que bajaba la espada del joven con la mano, no le gustaba que lo amenazaran si todo seria una conversación. Miro a aquel muchacho de pelo azul, que parecía ser el que había engañado a Sophia para venir con él, vaya a saber con que propósitos… Presto suma atención a la mirada de ese hombre, no le interesaban sus acciones o incluso que se hubiera caído aquel vaso, simplemente miraba sus ojos desafiantemente.
-¿Te crees muy listo, verdad?... –Dijo mientras que no se movía, siempre lo estaba mirando y al mismo tiempo estaba alerta del otro que tenia a pocos centímetros. Por primera vez Vergilius miro a la joven, pero no le dio importancia, no quería darle lugar a eso…aun- Engañando a alguien como Sophia, que confía en cualquier persona, aprovechándose de su pureza de corazón… Dime entonces, cuando estuvieras escondido y te diera… un ardor que no pudieras controlar, ¿Con quien te desquitarías?... Con él…
Musito con una voz calmada Vergilius mientras que señalaba al otro muchacho. El general cuidaba sus palabras porque sabía que estaba frente a una mujer y mas aun, siendo Sophia. El hombre de raro cabello no había pensado que estar refugiado mucho tiempo podría tener necesidades totalmente humanas y quizás su propio deseo cegara sus ojos, llevando a Sophia a un destino que Vergilius no quería imaginar…
-Pero al parecer, no han hecho nada malo además de secuestrarla y por ello, estoy dispuestos a perdonarlos… Ahora déjala venir conmigo y todo saldrá como quieres… No querrás arriesgarte a escapar, porque la única forma que lo harás será sobre mi cadáver…
El muchacho lo miraba con cierta confianza, esperaba que aquel hombre supiera que si alguno de los dos cometía el error de matarle, tendría toda roma encima a los pocos días, era el hijo del César. Pero lo que Vergilius no sabia, era que probablemente, también podría ser el próximo emperador de Roma…
Las palabras de aquel hombre le llamaron la atención. ¿La muerte?... Vergilius no estaba de ánimo para bromas, así que dejo pasar esas palabras pero se sorprendió que Sophia también se lo preguntara.
-No hay muerte que me persiga y si lo hace, me gustaría saber porque aun no me alcanza –Dijo estirando la mano hacia la joven- Vamos Sophia… Tu hermano debe de extrañarte… Aunque ni se dio cuenta que te fuiste…
Por unos momentos creyó la historia del peligro, pero luego recordó que el hombre en la casa de Fye les dijo que había sido secuestrada, no que había ladrones y la casa no se veía como si hubiera ladrones. Entonces… ¿Había engañado también a la muchacha?...
-Un guerrero romano... –Dijo mientras que bajaba su espada, era mejor mantenerse calmado. Después de todo, no prefería armar un escándalo. Miraba al muchacho que estaba mas cerca, aquel que había querido que Sophia y Manigoldo huyeran por detrás, no le caía para nada bien, hizo una seña para que bajara su espada y dejara la agresión para otro momento, al parecer eso seria una conversación seria- Por favor…
Menciono mientras que bajaba la espada del joven con la mano, no le gustaba que lo amenazaran si todo seria una conversación. Miro a aquel muchacho de pelo azul, que parecía ser el que había engañado a Sophia para venir con él, vaya a saber con que propósitos… Presto suma atención a la mirada de ese hombre, no le interesaban sus acciones o incluso que se hubiera caído aquel vaso, simplemente miraba sus ojos desafiantemente.
-¿Te crees muy listo, verdad?... –Dijo mientras que no se movía, siempre lo estaba mirando y al mismo tiempo estaba alerta del otro que tenia a pocos centímetros. Por primera vez Vergilius miro a la joven, pero no le dio importancia, no quería darle lugar a eso…aun- Engañando a alguien como Sophia, que confía en cualquier persona, aprovechándose de su pureza de corazón… Dime entonces, cuando estuvieras escondido y te diera… un ardor que no pudieras controlar, ¿Con quien te desquitarías?... Con él…
Musito con una voz calmada Vergilius mientras que señalaba al otro muchacho. El general cuidaba sus palabras porque sabía que estaba frente a una mujer y mas aun, siendo Sophia. El hombre de raro cabello no había pensado que estar refugiado mucho tiempo podría tener necesidades totalmente humanas y quizás su propio deseo cegara sus ojos, llevando a Sophia a un destino que Vergilius no quería imaginar…
-Pero al parecer, no han hecho nada malo además de secuestrarla y por ello, estoy dispuestos a perdonarlos… Ahora déjala venir conmigo y todo saldrá como quieres… No querrás arriesgarte a escapar, porque la única forma que lo harás será sobre mi cadáver…
El muchacho lo miraba con cierta confianza, esperaba que aquel hombre supiera que si alguno de los dos cometía el error de matarle, tendría toda roma encima a los pocos días, era el hijo del César. Pero lo que Vergilius no sabia, era que probablemente, también podría ser el próximo emperador de Roma…
Las palabras de aquel hombre le llamaron la atención. ¿La muerte?... Vergilius no estaba de ánimo para bromas, así que dejo pasar esas palabras pero se sorprendió que Sophia también se lo preguntara.
-No hay muerte que me persiga y si lo hace, me gustaría saber porque aun no me alcanza –Dijo estirando la mano hacia la joven- Vamos Sophia… Tu hermano debe de extrañarte… Aunque ni se dio cuenta que te fuiste…
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Re: Going To Home¡¡¡
Ya todo se había calmado, aquel hombre había bajado la espada para lo que Lukas hizo lo mismo, enfundo su Katana, y se quedo mirándolo detenidamente, algo tenia ese sujeto, era una sensación de escalofríos la que le daba a el joven Lukas mientras lo miraba, una perturbación que este pocas veces había tenido, pero esta perturbación era de mal augurio como que si algo malo iba a pasar...Una perturbación oscura que no mantenía tranquilo al muchacho.
-¿General Vergilius?- Pensó el dueño de la casa mientras lo observaba al general de las fuerzas armadas de roma que estaba en el lugar, realmente si en algún momento algo se alborotaba, seria difícil parar a un general de las filas romanas, mas aun Roma tiene un poderío militar enorme y porque para ser un general en una de las legiones habría de tener una gran experiencia en combate. Esto Lukas lo tenia bien Claro por eso estaba alerta a cualquier acción que Vergilius llevara a cabo.
De todas formas aunque las armas cesaron, la tensión seguía, los dos bandos desconfiaban mucho, aunque no pareciera, el general romano estaba en una posición ofensiva por si algún ataque inesperado sucedía. Lukas atento a cualquier cosa, comenzó a ver por la ventana como muy a lo lejos los pájaros comenzaban a tomar vuelo bruscamente y se iban volando rápidamente. El joven reacciono en un parpadeo…supo que aquel alboroto que se había echo a lo lejos era provocado por jinetes, o por lo que seguro eran…por guerreros romanos montados a caballo en busca de Vergilius y de Sophia.
-Esto se esta poniendo muy mal- pensó sorprendido mientras observaba como Vergilius miraba a Manigoldo, por suerte el general parecía no haber visto aquel alboroto que ocurrió, ya que estaba mirando fijamente a el soldado.-Me largo de aquí- manifestó Lukas con una sonrisa en sus labios y mientras salía por la puerta… todo era confuso, se iba así…sin decir nada. El joven tenia que ver que pasaba por eso se largo del lugar. Con una mirada que se entrecruzo con la de Manigoldo, Lukas pudo notar que el guerrero de Roma había notado el barullo de los pájaros y que venia mas compañía.
-Suerte….Manigoldo- Susurro mientras se iba hacia el exterior de la cabaña, pudo ver como una muchacha se acercaba al lugar, pero no le dio importancia ya que no seria de determinación si comenzaban a pelear…se escondió en unos arbustos para que no lo viera y cuando pasa de largo fue hacia las montañas. Para ver si su teoría de los guerreros romano era cierta. Trataría de pararlos, ya que si estoy llegaban a la cabaña Manigoldo estaría perdido.
-¿General Vergilius?- Pensó el dueño de la casa mientras lo observaba al general de las fuerzas armadas de roma que estaba en el lugar, realmente si en algún momento algo se alborotaba, seria difícil parar a un general de las filas romanas, mas aun Roma tiene un poderío militar enorme y porque para ser un general en una de las legiones habría de tener una gran experiencia en combate. Esto Lukas lo tenia bien Claro por eso estaba alerta a cualquier acción que Vergilius llevara a cabo.
De todas formas aunque las armas cesaron, la tensión seguía, los dos bandos desconfiaban mucho, aunque no pareciera, el general romano estaba en una posición ofensiva por si algún ataque inesperado sucedía. Lukas atento a cualquier cosa, comenzó a ver por la ventana como muy a lo lejos los pájaros comenzaban a tomar vuelo bruscamente y se iban volando rápidamente. El joven reacciono en un parpadeo…supo que aquel alboroto que se había echo a lo lejos era provocado por jinetes, o por lo que seguro eran…por guerreros romanos montados a caballo en busca de Vergilius y de Sophia.
-Esto se esta poniendo muy mal- pensó sorprendido mientras observaba como Vergilius miraba a Manigoldo, por suerte el general parecía no haber visto aquel alboroto que ocurrió, ya que estaba mirando fijamente a el soldado.-Me largo de aquí- manifestó Lukas con una sonrisa en sus labios y mientras salía por la puerta… todo era confuso, se iba así…sin decir nada. El joven tenia que ver que pasaba por eso se largo del lugar. Con una mirada que se entrecruzo con la de Manigoldo, Lukas pudo notar que el guerrero de Roma había notado el barullo de los pájaros y que venia mas compañía.
-Suerte….Manigoldo- Susurro mientras se iba hacia el exterior de la cabaña, pudo ver como una muchacha se acercaba al lugar, pero no le dio importancia ya que no seria de determinación si comenzaban a pelear…se escondió en unos arbustos para que no lo viera y cuando pasa de largo fue hacia las montañas. Para ver si su teoría de los guerreros romano era cierta. Trataría de pararlos, ya que si estoy llegaban a la cabaña Manigoldo estaría perdido.
Última edición por Lukas el Sáb Dic 25, 2010 11:55 pm, editado 1 vez
Lukas- Status :
Cantidad de envíos : 48
Re: Going To Home¡¡¡
Alexandra y Armand ya estaban en la puerta de la cabaña, luego de saber y haber visto de lejos a Sophia
y el hijo del emperador, pues se acercaron muy sigilosamente ahi y estaban escuchando todo lo que decian los que estaban ahi,
se escuchaban nombres como Manigoldo y Lukas, tal vez eran los raptores..pensaban ambos rubios, asi que en voz
baja le dijo a Armand
Alexandra: Yo tocare y veremos que sucede ahi si?.. si algo sucede mal o estoy en problemas espero y
me ayudes a escapar con la señorita Sophia...si?
Armand asintio sonriendole, y ella rapidamente toco la puerta, mientras Armand estaba cerca de ahi, pues
si algos alia mal el estaria ahi para auydar a Alexandra, mientras tanto ella ponia sus manos enfrente entrelazandolas y
miraba l cielo pensando en aquellas palabras que su amo le habia dicho, ahora su espirirtu tenia confianza y
haria cualquier cosa para ayudar a su amo, prueba de ello es que estaba ahi.
Ahora esperaria a que le abrieran aquellos sujetos que habia raptado a la señorita Sophia.
y el hijo del emperador, pues se acercaron muy sigilosamente ahi y estaban escuchando todo lo que decian los que estaban ahi,
se escuchaban nombres como Manigoldo y Lukas, tal vez eran los raptores..pensaban ambos rubios, asi que en voz
baja le dijo a Armand
Alexandra: Yo tocare y veremos que sucede ahi si?.. si algo sucede mal o estoy en problemas espero y
me ayudes a escapar con la señorita Sophia...si?
Armand asintio sonriendole, y ella rapidamente toco la puerta, mientras Armand estaba cerca de ahi, pues
si algos alia mal el estaria ahi para auydar a Alexandra, mientras tanto ella ponia sus manos enfrente entrelazandolas y
miraba l cielo pensando en aquellas palabras que su amo le habia dicho, ahora su espirirtu tenia confianza y
haria cualquier cosa para ayudar a su amo, prueba de ello es que estaba ahi.
Ahora esperaria a que le abrieran aquellos sujetos que habia raptado a la señorita Sophia.
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Re: Going To Home¡¡¡
Manigoldo permanecía impavido. Estaba seguro de lo que sentía alrededor del general Vergilius era lo mismo que había sentido alrededor de aquella insolente mujer germana a quien algun día mataría. Pero la diferencia era que él parecía estar inconciente de ello. Ese hombre no era cualquier cosa, era un principe practicamente si es que en Roma no se hubiese odiado tanto emplear dichos vocablos y la palabra "Rey" causara en mas de alguno escalofríos. Pero eso era el emperador, un rey absoluto... el senado últimamente estaba ahí para decorar. En la práctica era inservible. Por lo mismo... no era extraño la altanería en ese sujeto, ni la astucia en la forma en que respondían... y tambien, y más importante, la mujer que Manigoldo había substraído de su casa no era una campesina, una sirvienta, una esclava o la hija de algun sujeto adinerado... era más, era parte de la familia del emperador, realeza, una verdadera princesa por cuyas venas corría la misma sangre del hombre que lo miraba con tanto desdén.
- Calma... calma... - Dijo relajado aun entre ambos primos. - Ambos somos hombres, tiene claro que de haber querido eso de su prima General, ya lo habría tomado. Y creame que el ardor siempre esta presente hehe... pero me desagradan las virgenes.
Y así como lo sintió desapareció esa sensación de oscuridad y lamento de muerte alrededor de ese joven. Manigoldo no entendía realmente que habría sido aquella sensación que se volvía a repetir en tan poco tiempo, pero ya no estaba presente. Miró al hombre y se movió levemente bajando su brazo que estaba interpuesto entre Sophia y él.
- Y como ya le dije no tengo malas intenciones con esta joven. - Y era cierto, no las tenía, lo único que necesitaba de ella era saber como podía hacer que la muerte lo dejara de perseguir. - Si usted piensa que en Roma estará segura... adelante, llévesela. Despues de todo, ¿Quién podría protegerla mejor que su propia familia?
No se dio si quiera cuenta en que momento Lukas se había retirado del lugar, pero ya que lo había hecho no tendría que agradecerle por sus servicios ni pagarle. Extraño pensamiento que le cruzaba al buscarlo con la mirada.
Y así como así la puerta volvía a sonar. Manigoldo rodo los ojos irritado.
- Parece que tenemos compañía nuevamente...
- Calma... calma... - Dijo relajado aun entre ambos primos. - Ambos somos hombres, tiene claro que de haber querido eso de su prima General, ya lo habría tomado. Y creame que el ardor siempre esta presente hehe... pero me desagradan las virgenes.
Y así como lo sintió desapareció esa sensación de oscuridad y lamento de muerte alrededor de ese joven. Manigoldo no entendía realmente que habría sido aquella sensación que se volvía a repetir en tan poco tiempo, pero ya no estaba presente. Miró al hombre y se movió levemente bajando su brazo que estaba interpuesto entre Sophia y él.
- Y como ya le dije no tengo malas intenciones con esta joven. - Y era cierto, no las tenía, lo único que necesitaba de ella era saber como podía hacer que la muerte lo dejara de perseguir. - Si usted piensa que en Roma estará segura... adelante, llévesela. Despues de todo, ¿Quién podría protegerla mejor que su propia familia?
No se dio si quiera cuenta en que momento Lukas se había retirado del lugar, pero ya que lo había hecho no tendría que agradecerle por sus servicios ni pagarle. Extraño pensamiento que le cruzaba al buscarlo con la mirada.
Y así como así la puerta volvía a sonar. Manigoldo rodo los ojos irritado.
- Parece que tenemos compañía nuevamente...
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Re: Going To Home¡¡¡
Podía sentir la tensión del momento sobre todo por la forma en que Vergilius evitaba si quiera mirarla o dirigirse a ella. Tan frío siempre... desde la muerte de Octavius mantenía para todos aquella mueca en el rostro en donde no parecía haber reflejado sentimiento alguno. Se había vuelto frío desde el momento en que comprendio que cada una de sus acciones repercutirian en el pueblo Romano al ser él el único heredero al trono Romano. Su padre y su madre habían intentado tener mas hijos, pero sólo Lydia habia resultado de eso, y una mujer nunca podria haber ocupado el lugar de su padre. Por otro lado... ni si quiera Diva había dado muestras de fertilidad al permanecer su vientre vacio por años.
Por lo mismo, Vergilius había tenido que llenar el vacío de Octavius toda su vida, siempre exigiendose a si mismo el maximo para asimilar a su hermano mayor. Sophia sabía eso, por ello siempre lo esperaba en el límite entre el tiempo y la indiferencia, esperaba siempre un pequeño gesto, un sonrisa, que le tomara la mano, que le diera aunque fuera una vez cada muchos meses e incluso años, que él la amaba sin importar si lo demostrase o no. Por ello, el corazón de Sophia estaba feliz, porque a pesar de que no la mirara, el hecho de que estuviera ahí para ponerla a salvo le decía que él la amaba de verdad, tal como lo hacía ella que era mucho más efusiva y mostraba todo lo que sentía en sus alegres ojos.
- No tienes que pedirme nada dos veces, Vergilius. - Dijo sonriendole con los ojos de una mujer enamorada, cuyo corazón aceleraba con rapidez al sentir su mano entrelazando la de Vergilius pasando justo por el costado de Manigoldo sin si quiera mirarlo. - Pero... he estado enferma, no se si aguantaría en este momento un viaje de vuelta a Roma...
Fue entonces que un golpe hizo que su rostro se voltera a la puerta. Había gente afuera. Se escondió en el pecho de Vergilius, pues no sabía quien más podría estar ahí y con que intenciones. Necesitaba sentirse segura nuevamente.
Por lo mismo, Vergilius había tenido que llenar el vacío de Octavius toda su vida, siempre exigiendose a si mismo el maximo para asimilar a su hermano mayor. Sophia sabía eso, por ello siempre lo esperaba en el límite entre el tiempo y la indiferencia, esperaba siempre un pequeño gesto, un sonrisa, que le tomara la mano, que le diera aunque fuera una vez cada muchos meses e incluso años, que él la amaba sin importar si lo demostrase o no. Por ello, el corazón de Sophia estaba feliz, porque a pesar de que no la mirara, el hecho de que estuviera ahí para ponerla a salvo le decía que él la amaba de verdad, tal como lo hacía ella que era mucho más efusiva y mostraba todo lo que sentía en sus alegres ojos.
- No tienes que pedirme nada dos veces, Vergilius. - Dijo sonriendole con los ojos de una mujer enamorada, cuyo corazón aceleraba con rapidez al sentir su mano entrelazando la de Vergilius pasando justo por el costado de Manigoldo sin si quiera mirarlo. - Pero... he estado enferma, no se si aguantaría en este momento un viaje de vuelta a Roma...
Fue entonces que un golpe hizo que su rostro se voltera a la puerta. Había gente afuera. Se escondió en el pecho de Vergilius, pues no sabía quien más podría estar ahí y con que intenciones. Necesitaba sentirse segura nuevamente.
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Re: Going To Home¡¡¡
Alexandra escucho que decian algo, pero realmente no pudo esuchcar bien, ya que Armand se
habia alejado un poco y estaba preocupada por el y ahora estaba mas preocupada por que ya habia escuchado su toquido,
asi que respiro profundo, recordando las palabras de aliento que le dijo, bueno ella asi lo recordaba, y sonrio levemente, para
luego suspirar y tomar valor para volver a tocar, esta vez mas fuerte.
Toco muchas veces, con desesperación y ya sin importar lo que pasara respiro profundo y grito, no muy fuerte, pero si su voz la
escucharían los que estuvieran dentro
Alexandra: Salgan de ahi!!!!! Se que tiene a la Señorita Sophia y que también esta el general Vergiluis!!!
abran ya!!!...o abriere yo!!
Grito con mas fuerza al decir sus ultimas palabras, luego golpeo la puerta varias veces mas, y aun seguia
golpeando la puerta, esta vez lo haria hasta que le abrieran, miro un par de veces atrás, fijándose si estaba Armand ahi,
pero no, el chico estaba muy entretenido comiendo fruta que llevaba en una manta, rodo los ojos con furia, Por que cuando
necesitaba a Armand este estaba ocupado??.Su rostro ahora se veia algo desesperado y preocupado, anciosa de que le abrieran.
Y asi siguio tocando la puerta, pues estaba decidida a que le abrieran, costara lo que costara, esta vez no decepcionaría a su amo Fye.
habia alejado un poco y estaba preocupada por el y ahora estaba mas preocupada por que ya habia escuchado su toquido,
asi que respiro profundo, recordando las palabras de aliento que le dijo, bueno ella asi lo recordaba, y sonrio levemente, para
luego suspirar y tomar valor para volver a tocar, esta vez mas fuerte.
Toco muchas veces, con desesperación y ya sin importar lo que pasara respiro profundo y grito, no muy fuerte, pero si su voz la
escucharían los que estuvieran dentro
Alexandra: Salgan de ahi!!!!! Se que tiene a la Señorita Sophia y que también esta el general Vergiluis!!!
abran ya!!!...o abriere yo!!
Grito con mas fuerza al decir sus ultimas palabras, luego golpeo la puerta varias veces mas, y aun seguia
golpeando la puerta, esta vez lo haria hasta que le abrieran, miro un par de veces atrás, fijándose si estaba Armand ahi,
pero no, el chico estaba muy entretenido comiendo fruta que llevaba en una manta, rodo los ojos con furia, Por que cuando
necesitaba a Armand este estaba ocupado??.Su rostro ahora se veia algo desesperado y preocupado, anciosa de que le abrieran.
Y asi siguio tocando la puerta, pues estaba decidida a que le abrieran, costara lo que costara, esta vez no decepcionaría a su amo Fye.
Alexandra- Berseker de Ares
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Re: Going To Home¡¡¡
Sophia estaba ahi lista para volver a Roma con Vergilius. El joven y manigoldo mantenían una especie de concurso de miradas, a ver quien cedía primero. Sophia estaba al medio, esperando que Vergilius la llevara de vuelta a casa. No estaba segura de aquella decisión, pues aun no se sentía lo suficientemente fuerte para mantener un viaje de unos dias. El lugar en las montañas era realmente hermoso, nunca había estado tan lejos de Roma y estar ahí sin vigilancia y sin la constante voz de Fye recordandole ser una dama y honrar a su familia, sin tener que pensar que estar cerca de Vergilius no era un crimen... era agradable.
- Lo decía por que no quiero ser una carga para ti durante el viaje de vuelta a Roma... no quiero debilitarme por el camino y serte una molestia.
Y de pronto ese sonido en la puerta se hizo intenso. Manigoldo lo había notado ya y se dirigía a ella. Sophia no dijo nada realmente, pero reconocía esa voz al otro lado, le resultaba extrañamente familia.
Caminó a la ventana y asomó su cabeza por esta, mirando que afuera estaba una chica de cabellera rubia. Sorprendida, recordo que entre los sirvientes de Fye, una de las chicas que se encargaba de cuidarlo personalmente se llamaba Alexandra. Sintió que Vergilius se ponía a su lado, observando por el hueco en la cabaña.
- ¿Alexandra? - Preguntó con curiosidad. ¿Qué hacía ella ahí? Nunca imaginó que Fye hubiese enviado a una simple chica en busca de ella. Tal vez era verdad lo que decía Vergilius, que a Fye le importaba poco lo que había pasado con ella. - ¿Qué haces aquí? ¿No deberías haber venido con alguien más? ¿Qué le pasó por la mente a mi hermano para mandarte sola por estas tierras? Es muy peligroso... que estes aquí sola...
Sophia se movió hacia la puerta y la abrio sin importarle que Manigoldo estuviera ahi listo para enterrarle una daga en el cuello a quien fuera que estuviera afuera. No podían dejar a Alexandra ahi afuera, era peligroso estar ahi.
- Lo decía por que no quiero ser una carga para ti durante el viaje de vuelta a Roma... no quiero debilitarme por el camino y serte una molestia.
Y de pronto ese sonido en la puerta se hizo intenso. Manigoldo lo había notado ya y se dirigía a ella. Sophia no dijo nada realmente, pero reconocía esa voz al otro lado, le resultaba extrañamente familia.
Caminó a la ventana y asomó su cabeza por esta, mirando que afuera estaba una chica de cabellera rubia. Sorprendida, recordo que entre los sirvientes de Fye, una de las chicas que se encargaba de cuidarlo personalmente se llamaba Alexandra. Sintió que Vergilius se ponía a su lado, observando por el hueco en la cabaña.
- ¿Alexandra? - Preguntó con curiosidad. ¿Qué hacía ella ahí? Nunca imaginó que Fye hubiese enviado a una simple chica en busca de ella. Tal vez era verdad lo que decía Vergilius, que a Fye le importaba poco lo que había pasado con ella. - ¿Qué haces aquí? ¿No deberías haber venido con alguien más? ¿Qué le pasó por la mente a mi hermano para mandarte sola por estas tierras? Es muy peligroso... que estes aquí sola...
Sophia se movió hacia la puerta y la abrio sin importarle que Manigoldo estuviera ahi listo para enterrarle una daga en el cuello a quien fuera que estuviera afuera. No podían dejar a Alexandra ahi afuera, era peligroso estar ahi.
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Re: Going To Home¡¡¡
Las cosas eran extrañas, el silencio de Vergilius, la actitud de Sophia sorprendida al escuchar esa voz femenina que llegaba esde el otro lado de la puerta. Manigoldo no espero mucho para pararse justo bajo el marco de ésta y sacó su daga, no le importaba quien fuera, estaba casi seguro que esa mujer loca germana los estaba siguiendo pues aquella energía llena de oscuridad y muerte se sentía con una fuerza increible dentro de la cabaña. Aunque... tal vez el portador de dicha energía era el mismo Vergilius. Manigoldo no podría haberlo dicho con seguridad en ese momento. Estaba listo para abrir la puerta y asesinar a quien fuera que estuviera en el otro lado, cuando de pronto Sophia lo detuvo y abrió ella misma la puerta sin importarle su propia seguridad.
Manigoldo no entendía a esa joven, ¿Qué la hacía ser tan ingenua y confiar en todos los demas? Era algo que le llamaba la atencón pero no dijo nada, solo guardó la daga con cuidado. No sabía quien era esa hermosa joven rubia. Solo la miró como un niño miraría un gran pastel de fresas.
Aun así no dijo nada. Sólo la miró con una sonrisa de oreja a oreja. Era el momento de que esa rubia hablara y respondiera que hacía ahi. Por lo que se había escuchado, Fye la había mandado ahi, y por lo que llevaba de conocer a Sophia, sabía que ese tal Fye tenía el hermano mayor de Sophia quien seguramente la estaba buscando al igual que su primo, pero al haber escuchado hablar a Vergilius, entendía que entre ellos no había una buena relación. Tal vez Sophia era la única que los unia.
- ¿Y bien? ¿Qué harán, la llevaran de vuelta a Roma o seguiran al este? - Luego miró a Sophia. - Yo no me confiaría tanto en las personas si fuera tu niña, estas guiandote a ti misma a una gran desilución.
Manigoldo no entendía a esa joven, ¿Qué la hacía ser tan ingenua y confiar en todos los demas? Era algo que le llamaba la atencón pero no dijo nada, solo guardó la daga con cuidado. No sabía quien era esa hermosa joven rubia. Solo la miró como un niño miraría un gran pastel de fresas.
Aun así no dijo nada. Sólo la miró con una sonrisa de oreja a oreja. Era el momento de que esa rubia hablara y respondiera que hacía ahi. Por lo que se había escuchado, Fye la había mandado ahi, y por lo que llevaba de conocer a Sophia, sabía que ese tal Fye tenía el hermano mayor de Sophia quien seguramente la estaba buscando al igual que su primo, pero al haber escuchado hablar a Vergilius, entendía que entre ellos no había una buena relación. Tal vez Sophia era la única que los unia.
- ¿Y bien? ¿Qué harán, la llevaran de vuelta a Roma o seguiran al este? - Luego miró a Sophia. - Yo no me confiaría tanto en las personas si fuera tu niña, estas guiandote a ti misma a una gran desilución.
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Re: Going To Home¡¡¡
Alexandra luego de haber tocado insistentemente la puerta para entrar, al fi habia escuchado la voz de la señorita Sophia, algo en su corazon hizo que suspiraba aliviada y veia a lo lejos aa Armand, tal vez ya se habia dado cuenta, al menos eso esperaba la rubia, cuando pudo escuchar que sophia le preguntaba que hacia ahi, si habia ido sola, mencionando que tenia en mente su hermano, el amo Fye, al mandarla sola a un lugar peligroso, por lo que entro al momento en que la dama de cabellera rojiza, pero al haber estado fuera de la puerta, sintio como una fuerza recorria todo su ser, una extraña sensacion le hacia sentir unas energias....eran tre y todsa muy distintas en verdad, una era muy pacifica, armonisoa, inspirando tranquilidad y amor; la segunda era fuerte, tenaz, decidida sin emabrgo la ultima era oscura, aterradora en un sentido extraño, y al parecer cuando estuvo dentro de la cabaña las sintio con mas fuerza.
Al ya estar ahi, mirando al hombre de cabellera azul que habia visto en la villa, al general vergilius y a la señorita Sophia, noto que el caballero sonreia y todos esperaban la respuesta de que hacia ahi, sin embargo esa sensacion hizo que su mano derecha apretara un poco su antebrazo izquierdo y mirando a la señorita Sophia con una sonrisa al fin hablo.
Hola señorita Sophia, me alegra tanto verle sana y salva.....he venido a buscarla por ordenes de su hermano Fye....no he venido sola, afuera esta Armand, el me acompaño hasta aqui, su hermano esta muy perocupado por usted!!
miro luego al muchacho de cebello azul al escuchar lo que decia, de acerca de quien confiaba y si regresaria a Roma, por lo que respondio al chico - Yo me hare cargo de llevar sana y salva a la señorita Sophia, esta tarea ya me fue encomendad, y la cumplire y es que teneis desconfianza joven...- luego miro a la señorita Sophia y le pregunto señorita Sophia.....a su hermano le preocupa mucho su bienestar y pide que regrese a la villa conmigo, si no lo hago...el amo Fye no confiara en mi de nuevo y seuira buscandola como de lugar....me acompañaria entonces.....por favor? -hablaba mientras miraba de reojo al general vergilius y fijaba su vista en la de la señorita Sophia, esperando que le respondiese, mientras pensaba que cuanto mas se tardaria el menso de Armand, pues si no llegaba ahi lo golpearia y no se la acabaria con ella, donde habia quedado ese hombre de gran coraje!?...ademas sentia que tambien el tenia una aura extraña, pero muy parecida a la de ella....al menos eso pensaba.
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Al ya estar ahi, mirando al hombre de cabellera azul que habia visto en la villa, al general vergilius y a la señorita Sophia, noto que el caballero sonreia y todos esperaban la respuesta de que hacia ahi, sin embargo esa sensacion hizo que su mano derecha apretara un poco su antebrazo izquierdo y mirando a la señorita Sophia con una sonrisa al fin hablo.
Hola señorita Sophia, me alegra tanto verle sana y salva.....he venido a buscarla por ordenes de su hermano Fye....no he venido sola, afuera esta Armand, el me acompaño hasta aqui, su hermano esta muy perocupado por usted!!
miro luego al muchacho de cebello azul al escuchar lo que decia, de acerca de quien confiaba y si regresaria a Roma, por lo que respondio al chico - Yo me hare cargo de llevar sana y salva a la señorita Sophia, esta tarea ya me fue encomendad, y la cumplire y es que teneis desconfianza joven...- luego miro a la señorita Sophia y le pregunto señorita Sophia.....a su hermano le preocupa mucho su bienestar y pide que regrese a la villa conmigo, si no lo hago...el amo Fye no confiara en mi de nuevo y seuira buscandola como de lugar....me acompañaria entonces.....por favor? -hablaba mientras miraba de reojo al general vergilius y fijaba su vista en la de la señorita Sophia, esperando que le respondiese, mientras pensaba que cuanto mas se tardaria el menso de Armand, pues si no llegaba ahi lo golpearia y no se la acabaria con ella, donde habia quedado ese hombre de gran coraje!?...ademas sentia que tambien el tenia una aura extraña, pero muy parecida a la de ella....al menos eso pensaba.
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Re: Going To Home¡¡¡
Sophia escuchó la voz gentil y amable de Alexandra, la sirvienta de Fye. Por un lado le dolía saber que no hubiese sido el mismo Fye el que se encargara de buscarla y en su reemplazo mandara a Alexandra y Armand. Llevó su mano al pecho sorprendida de todas las cosas por las cuales Alexandra y Armand seguramente habían pasado para encontrarla. Le sonrió para agradecerle por la molestía y se sintió un tanto avergonzada de que todo ese esfuerzo se hubiese empleado tan solo para dar con su paradero.
- No se que tan preocupado podrá estar él por mí, si no está aquí personalmente. - Dijo con una tono triste mirando a Alexandra aun, esperando que la chica le dijera algo más. - Pero me imagino que deberá tener algun buen motivo para ello... - Al menos eso quería creer Sophia. Le hubiese roto el corazón el hecho de que Fye no le importara que pasara con ella.
Todos esos años en que Fye había pasado escondido del mundo en la Villa del Valle Dulce, escondido de su familia, de la relacion política que se daba en Roma, manteniendo a ella y Gelum ajenos de todas las maquinaciones y perversiones de Roma... siempre había mantenido con ella un contacto dulce cuando la circunstancia se lo permitía. Pero Fye parecía otro hombre desde que Vergilius había vuelto a Roma, incluso llegando a golpearla.
Pensó un momento si realmente quería volver. Estaba tan lejos de esa tristeza en ese instante. Estaba con Vergilius, y tal vez... tendrían una oportunidad al menos, aunque fuera mínima, de poder ser felices juntos aunque eso significara abandonar todo lo demas para ver hacia su propio futuro. Pero Sophia no podía hacer eso, no podía abandonar a su familia y mucho menos mancillar el honor y alto nombre de su familia. (Eso al menos pensaba ella, ya que era ajena a los escandalos de Samantha, Solomon y Richard que habian deshonrado por completo sus nombres y eran la verguenza de Roma.)
- Sí Alexandra, te acompañaré de vuelta a Roma... no me gustaría que mi hermano se enojara contigo o perdiera la confianza en ti. - Le dijo sonriendo. Era justo lo que quería decir. No volvía por que realmente pensara que Fye la necesitaba o extrañaba... sabia que si Fye la quería de vuelta en su hogar era porque ese se suponía era el lugar para una dama, la casa de su pater. Era posible que pasara el resto de su vida ahí, y ello no le molestaba. Era lo correcto y l oque debía hacerse, Fye tenía todo el derecho de querer hacer con ella lo que le diera la gana, por ello tenía que obedecerlo. Miró a Vergilius con tristeza despidiendose con la mirada, pero no con palabras. Hacerlo era demasiado doloroso para Sophia, por lo mismo sólo le sonrió, tanto a él como a Manigoldo. - Gracias por todo, señor Manigoldo, y hasta nuestro próximo encuentro. Siento... que no será la ultima vez que nos veamos.
De esa forma, Sophia salió de la cabaña y caminó hacia donde veía a Armand con los caballos. Era hora de volver a casa.
- No se que tan preocupado podrá estar él por mí, si no está aquí personalmente. - Dijo con una tono triste mirando a Alexandra aun, esperando que la chica le dijera algo más. - Pero me imagino que deberá tener algun buen motivo para ello... - Al menos eso quería creer Sophia. Le hubiese roto el corazón el hecho de que Fye no le importara que pasara con ella.
Todos esos años en que Fye había pasado escondido del mundo en la Villa del Valle Dulce, escondido de su familia, de la relacion política que se daba en Roma, manteniendo a ella y Gelum ajenos de todas las maquinaciones y perversiones de Roma... siempre había mantenido con ella un contacto dulce cuando la circunstancia se lo permitía. Pero Fye parecía otro hombre desde que Vergilius había vuelto a Roma, incluso llegando a golpearla.
Pensó un momento si realmente quería volver. Estaba tan lejos de esa tristeza en ese instante. Estaba con Vergilius, y tal vez... tendrían una oportunidad al menos, aunque fuera mínima, de poder ser felices juntos aunque eso significara abandonar todo lo demas para ver hacia su propio futuro. Pero Sophia no podía hacer eso, no podía abandonar a su familia y mucho menos mancillar el honor y alto nombre de su familia. (Eso al menos pensaba ella, ya que era ajena a los escandalos de Samantha, Solomon y Richard que habian deshonrado por completo sus nombres y eran la verguenza de Roma.)
- Sí Alexandra, te acompañaré de vuelta a Roma... no me gustaría que mi hermano se enojara contigo o perdiera la confianza en ti. - Le dijo sonriendo. Era justo lo que quería decir. No volvía por que realmente pensara que Fye la necesitaba o extrañaba... sabia que si Fye la quería de vuelta en su hogar era porque ese se suponía era el lugar para una dama, la casa de su pater. Era posible que pasara el resto de su vida ahí, y ello no le molestaba. Era lo correcto y l oque debía hacerse, Fye tenía todo el derecho de querer hacer con ella lo que le diera la gana, por ello tenía que obedecerlo. Miró a Vergilius con tristeza despidiendose con la mirada, pero no con palabras. Hacerlo era demasiado doloroso para Sophia, por lo mismo sólo le sonrió, tanto a él como a Manigoldo. - Gracias por todo, señor Manigoldo, y hasta nuestro próximo encuentro. Siento... que no será la ultima vez que nos veamos.
De esa forma, Sophia salió de la cabaña y caminó hacia donde veía a Armand con los caballos. Era hora de volver a casa.
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Re: Going To Home¡¡¡
Despues de que el amo nos diera la orden a Alexandra y ami de buscar a la hermana del amo y señor de la villa, el trago amargo que habia pasado al ver a alexandra llorando, sin que ella me explicara, eso era de preocupacion, se sumaba la busqueda de la señorita Sophia. Los caminos eran de desolación, frialdad, reflexión y soledad, el estar en la salida de la villa, en el bosque fueron momentos asi hasta que havia visto un hombre en las cercanias cuando alexandra y el se habian separado, yo le avise y asi habian llegado hasta la montaña, donde alexandra se acerco a la cabaña.
mmm que rico se ven las manzanas, mas bien son todas las frutas, supongo que es solo una cabaña mas en esta area no se ve mucho peligro y sirve que me quedo a vigilar un poco, aunque no creo que esta zona sea muy peligrosa como otras de roma..
mmm aunque algo me dice que debo ir ya, tengo un presentimiento acerca de alexandra, sera mejor ir a ver que sucede
mmm que rico se ven las manzanas, mas bien son todas las frutas, supongo que es solo una cabaña mas en esta area no se ve mucho peligro y sirve que me quedo a vigilar un poco, aunque no creo que esta zona sea muy peligrosa como otras de roma..
mmm aunque algo me dice que debo ir ya, tengo un presentimiento acerca de alexandra, sera mejor ir a ver que sucede
me acerque a ver y me contraje un poco pues, y comenze a correr a donde esttaba abierta la puerta, saque un pequeño cuchillo y lo tome para entrar, pero al escuchar la voz de alexandra lo baje un poco y entre, tomando del hombro a alexandra y sonreindo de lado al ver aun tipo de cabello azul y al general vergiluis ahi
que pasa alexandra?? todo esta bien?? hay algun inconveniente aqui?? *miro a la señoria Sophia y sonreindole le digo* hola sñeorita Sophia, me alegra verla aqui sana y salva, el amo Fye se pondra feliz de verle *mire de reojo a alexandra y les pregunta a alexandra y sophia *ya que usted señorita sophia viene con nosotros, por que no partimos ya?¡*
que pasa alexandra?? todo esta bien?? hay algun inconveniente aqui?? *miro a la señoria Sophia y sonreindole le digo* hola sñeorita Sophia, me alegra verla aqui sana y salva, el amo Fye se pondra feliz de verle *mire de reojo a alexandra y les pregunta a alexandra y sophia *ya que usted señorita sophia viene con nosotros, por que no partimos ya?¡*
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Re: Going To Home¡¡¡
Alexandra le sonrio al fin a Manigoldo luego de que la señorita Sophia se despidiese del genral vergiluis y de el de cabellos azulados que resulto llamrse Manigoldo, un extraño nombre en verdad pero segun las palabras por aquella dama, hermana de su amo Fye, decian eso, sin emabrgo pudo notar el brillo en su mirada cuando vio al genral vergiluis, noto el amor que ella le tenia a el, por primera vez lo apreciaba y no dejaria que se despidieran solo con una mirada, eso seria algo contraproducente lo que iba a hacer pero su amo podia esperar un poco mas,a si que al estar fuera de la cabaña le dijo a la señorita Sophia sonriente
Señorita, he notado la mirada que le dio al general vergiluis y no me gustaria verla asi todos los dias, asiq ue vaya a despedirse bien de el, ande no se quede con las ganas de verlo y hablarle, por que no me gusta verla asi, ademas tenga por seguro que no sera la ultima vez que lo vea
le guiño el ojo y casi la empujo para que entrara de nuevo a la cabaña, mientras sonreia al notar que ya Armand habia estado a su lado y ahora estaba alistando unos caballos, e donde habian salido?? quien sabe pero ahi se encontraba.
Mientras se alejaba un poco para darle privacidad a la joven, mientras pensaba un poco pues aquella sensacion que habia sentido fue extraña en verdad, pero esa molestia un persistia y sentia como si el viento hiciera lo que ella decian, era algo muy extraño, y sentia como una fuerza interior fluia dentro de ella y que un poder yacia en lo mas profundo de su corazon, tomo su mano derecha y la puso en su pecho - por los dioses que es esto!? - se preguntaba mientras veia un poco borroso y sentia el contaco de el viento sobre su rostro, para luego irse rumbo a los arboles y sentarse,solo que al recargar su esplada en el tronco sintio como una fuerza emanaba fuera de ella, de color amarillo, abrio los ojos con mesura y se aferro al tronco no sabia que era pero una voz le decia que se tranquilizara, que confiara en si misma, eso le recordo lo que le dijo su amo Fye, y se comenzo a tranquilizar, se recargo lentamente y cerro sus ojos mientras aun con los ojos cerrados veia constelaciones y muchas estreellas-- esto es en verdad muy bello, ojala y armand viera esto-
susurro al abrir de nuevo los ojos, y veia todo tranquilo, a armand entretenido con los caballos y el viento que se hacia mas intenso, pero solo en donde ella estaba, asi que trato de tranquilizarse y vio como esa energia que emanaba de ella se disolvia, sonrio y volvio de nuvo a donde estaba armand, para esperar a la señorita sophia.
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Señorita, he notado la mirada que le dio al general vergiluis y no me gustaria verla asi todos los dias, asiq ue vaya a despedirse bien de el, ande no se quede con las ganas de verlo y hablarle, por que no me gusta verla asi, ademas tenga por seguro que no sera la ultima vez que lo vea
le guiño el ojo y casi la empujo para que entrara de nuevo a la cabaña, mientras sonreia al notar que ya Armand habia estado a su lado y ahora estaba alistando unos caballos, e donde habian salido?? quien sabe pero ahi se encontraba.
Mientras se alejaba un poco para darle privacidad a la joven, mientras pensaba un poco pues aquella sensacion que habia sentido fue extraña en verdad, pero esa molestia un persistia y sentia como si el viento hiciera lo que ella decian, era algo muy extraño, y sentia como una fuerza interior fluia dentro de ella y que un poder yacia en lo mas profundo de su corazon, tomo su mano derecha y la puso en su pecho - por los dioses que es esto!? - se preguntaba mientras veia un poco borroso y sentia el contaco de el viento sobre su rostro, para luego irse rumbo a los arboles y sentarse,solo que al recargar su esplada en el tronco sintio como una fuerza emanaba fuera de ella, de color amarillo, abrio los ojos con mesura y se aferro al tronco no sabia que era pero una voz le decia que se tranquilizara, que confiara en si misma, eso le recordo lo que le dijo su amo Fye, y se comenzo a tranquilizar, se recargo lentamente y cerro sus ojos mientras aun con los ojos cerrados veia constelaciones y muchas estreellas-- esto es en verdad muy bello, ojala y armand viera esto-
susurro al abrir de nuevo los ojos, y veia todo tranquilo, a armand entretenido con los caballos y el viento que se hacia mas intenso, pero solo en donde ella estaba, asi que trato de tranquilizarse y vio como esa energia que emanaba de ella se disolvia, sonrio y volvio de nuvo a donde estaba armand, para esperar a la señorita sophia.
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Re: Going To Home¡¡¡
Sophia estaba caminando hacia los caballos cabizbaja y con un aire de melancolía en ella que era casi palpable. Subió levemente la mirada y notó que Armand se acercaba. No lo había visto en varios días y su presencia siempre era agradecida, pues sabía que Fye no hubiese mandado a cualquiera para buscarla. Se preguntó nuevamente que negocios tan importantes estaría conduciendo Fye en Roma que no había emprendido su busqueda personalmente, pero no le importó que su hermano no estuviese ahí, ver a dos chicos tan amables y educados ahí en su busqueda la alegraban de alguna manera.
Pero no lo suficiente como para que aquel brillo de tristeza en sus ojos desapareciera.
- Gracias Armand... por todas las molestias que esto debió traerte. - Dijo haciendo un reverencia conteniendo su tristeza y ocultandola con una sonrisa amable. No se dio vuelta a mirar hacia atras, aunque notaba que Alexandra la miraba de una forma extraña. - Tienes razón Armand, deberiamos partir cuanto antes para que Fye no se preocupe más por mi ausencia... - El tono de Sophia era tan suave, tan melancólico, que a pesar de que estuviese hablando de volver a casa se notaba que tenía algo completamente distinto en su mente, que ocultaba con aquellas dulces palabras una tristeza más grande de la que podría describirse.
En vano fue la insistencia de Alexandra. Sophia no iba a volver a aquella cabaña en donde había dejado a Vergilius. Aunque su corazón se le rompiera una y otra vez cuando se separaban. Vergilius y ella estaban destinados a permanecer juntos de una forma que ni si quiera ella podía entender pero desde que su primo había vuelto de Germania, algo en sus ojos estaba cambiando. ¿Era la edad que anunciaba que ambos debían aceptar el triste destino de que Fye jamas los dejaría estar juntos? Que de hecho, estar juntos, significaría desafiar directamente a su hermano. Ella no podía hacerlo... y no deseaba que Fye muriera por mantener el honor de la familia intacto, por ello estaba condenada a aceptar la voluntad de Fye y hacerlo con una sonrisa, por mucho que amara a Vergilius.
- Lo siento Alexandra, no tengo la fortaleza para decirle nuevamente adios a mi primo. - Sonriendo siguió su camino, pues muy en el fondo sabía que Alexandra comprendería lo que Sophia ocultaba con aquella sonrisa, el dolor de separarse de alguien amado.
Era extraño, pero cuando Sophia entristecía se podía sentir en el ambiente... como si cada uno de sus sentimientos cambiaran las cosas a su alrededor. De la misma forma, cuando la joven andaba contenta todo parecía ser mejor... todo florecia con mas fuerza, la comida sabía mejor, incluso habia más luz donde quiera que entrara, ella un brillo tan especial que parecía provenir de su interior.
Cubriendose con algunas mantas que estaban en los caballos, se montó. Aun se sentía bastante enferma y tosía, pero no quería hacer esperar a nadie, por lo que siguiendo a Armand, comenzó su camino de vuelta a Roma.
- Adios Vergilius... - Susurró mientras que abandonaba esa cabaña en la montaña... sabiendo que era probable que Vergilius no quisiera verla despues de eso, pero el silencio del joven al despedirse había hablado más fuerte que cualquiera otra acción, tal vez él tambien pensara que su amor era futil e imposible.
Pero no lo suficiente como para que aquel brillo de tristeza en sus ojos desapareciera.
- Gracias Armand... por todas las molestias que esto debió traerte. - Dijo haciendo un reverencia conteniendo su tristeza y ocultandola con una sonrisa amable. No se dio vuelta a mirar hacia atras, aunque notaba que Alexandra la miraba de una forma extraña. - Tienes razón Armand, deberiamos partir cuanto antes para que Fye no se preocupe más por mi ausencia... - El tono de Sophia era tan suave, tan melancólico, que a pesar de que estuviese hablando de volver a casa se notaba que tenía algo completamente distinto en su mente, que ocultaba con aquellas dulces palabras una tristeza más grande de la que podría describirse.
En vano fue la insistencia de Alexandra. Sophia no iba a volver a aquella cabaña en donde había dejado a Vergilius. Aunque su corazón se le rompiera una y otra vez cuando se separaban. Vergilius y ella estaban destinados a permanecer juntos de una forma que ni si quiera ella podía entender pero desde que su primo había vuelto de Germania, algo en sus ojos estaba cambiando. ¿Era la edad que anunciaba que ambos debían aceptar el triste destino de que Fye jamas los dejaría estar juntos? Que de hecho, estar juntos, significaría desafiar directamente a su hermano. Ella no podía hacerlo... y no deseaba que Fye muriera por mantener el honor de la familia intacto, por ello estaba condenada a aceptar la voluntad de Fye y hacerlo con una sonrisa, por mucho que amara a Vergilius.
- Lo siento Alexandra, no tengo la fortaleza para decirle nuevamente adios a mi primo. - Sonriendo siguió su camino, pues muy en el fondo sabía que Alexandra comprendería lo que Sophia ocultaba con aquella sonrisa, el dolor de separarse de alguien amado.
Era extraño, pero cuando Sophia entristecía se podía sentir en el ambiente... como si cada uno de sus sentimientos cambiaran las cosas a su alrededor. De la misma forma, cuando la joven andaba contenta todo parecía ser mejor... todo florecia con mas fuerza, la comida sabía mejor, incluso habia más luz donde quiera que entrara, ella un brillo tan especial que parecía provenir de su interior.
Cubriendose con algunas mantas que estaban en los caballos, se montó. Aun se sentía bastante enferma y tosía, pero no quería hacer esperar a nadie, por lo que siguiendo a Armand, comenzó su camino de vuelta a Roma.
- Adios Vergilius... - Susurró mientras que abandonaba esa cabaña en la montaña... sabiendo que era probable que Vergilius no quisiera verla despues de eso, pero el silencio del joven al despedirse había hablado más fuerte que cualquiera otra acción, tal vez él tambien pensara que su amor era futil e imposible.
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Re: Going To Home¡¡¡
Ya no había mas que hacer en ese lugar. Sophia se había marchado con las personas que realmente debían cuidar de ella. A los ojos de Manigoldo simplemente todo ese esfuerzo no valía la pena, de alguna otra manera averiguaría como ahuyentar a la muerte o si eso fallaba, ya sabía donde vivía esa mujer. De cualquier forma aunque ella estuviese de vuelta con los suyos eso no garantizaba que medidas para aprenderlo no se fueran a aplicar, por lo mismo un tanto nervioso, intento pasar desapercibido haciendose el tonto hasta llegar a su propio caballo, montandolo con rapidez y abandonando el lugar lo más rapido posible que pudo.
No había tiempo para despedirse de nadie, tenía que escapar de Roma hacia el este sin momento para descansar ni preocuparse por lo que le pasara a otro que no fuera él. Sabía que llevarse asi como asi a un miembro de la familia del emperador era un delito bastante grave, y ahora que la mujer estaba de vuelta con los suyos era solo cuestion de tiempo para que averiguarán quien era él y la forma de atraparlo para aplicarle la respectiva sancion.
Por su mente pasó Kardia. Si empezaban a averiguar quien era él, de seguro darían con Kardia. Sonrió abnegado con algo de gracia, le causaba un poco de risa la idea de que Kardia se metiera en problemas por culpa de él. Al menos su inutil hermano mayor sabría lo que era siempre estar metido en líos ajenos por una vez en su vida.
No había tiempo para despedirse de nadie, tenía que escapar de Roma hacia el este sin momento para descansar ni preocuparse por lo que le pasara a otro que no fuera él. Sabía que llevarse asi como asi a un miembro de la familia del emperador era un delito bastante grave, y ahora que la mujer estaba de vuelta con los suyos era solo cuestion de tiempo para que averiguarán quien era él y la forma de atraparlo para aplicarle la respectiva sancion.
Por su mente pasó Kardia. Si empezaban a averiguar quien era él, de seguro darían con Kardia. Sonrió abnegado con algo de gracia, le causaba un poco de risa la idea de que Kardia se metiera en problemas por culpa de él. Al menos su inutil hermano mayor sabría lo que era siempre estar metido en líos ajenos por una vez en su vida.
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Re: Going To Home¡¡¡
Alexandra estando ya con armand vio la mirada triste y sin brillo de la señorita Sophia, y el escuchar contestarle a armand tratando de ocultar parte de su dolor, hacia que Alexandra sintiera que debia hacer algo, sin embargo su esfuerzo de hacer que su ama regreesase a la cabaña fue envano pues vio como se regresaba y estaba de nuevo ahi con Armand y ella, diciendole a ella que no tendria la fortaleza suficiente de decirle adios a su primo, el general vergilius. La rubia solo cerro sus ojos momentaneamente y suspiro al ver la sonrisa que le daba la hermana de su amo, en la que solo una chica podia percatarse que habia algo mas profundo que una simple sonrisa, la cual le explicaba muchas cosas a ella.
Aun tenia aquella sensacion cuando emano esa energia de ella, pero mejor seria dejarlo para mas tarde, pues Armand y la señorita Sophia ya se habian subido a los caballos, ahora solo faltaba ella, asi que suspiro una vez mas y se agarro de las riendas y coloco su ie en la silla del caballo y se impulso con su pie izquierdo para quedar arriba, pero algo mas que su impulso hizo que subiera, en la planta de su pie sintio con mas fuerza en viento que en todo su cuerpo, y al estar ya en el caballo, la brisa se hizo un poco intensa, ademas de que el ambiente se veia triste, Sophia tenia una expresion de tristeza y el contexto se veia asi, era algo raro, tal vez solo era su imaginacion, asi que sacudio levemente su cabeza y tomando las riendas hizo que el caballo se acercara a la señorita Sophia.
- Animo señorita!, se que en fondo esto no es el adios, ademas algo me dice que seran mejores dias para ambos.... -
le sonrio tiernamente mientras ponia su mano en el hombro de Sophia delicadamente, percatandose de que tosia un poco, le diria su amo Fye llegando que alguien viera el estado de salud de la señorita, esto ya le preocupaba, para luego separarse y poder cabalgar ya que Armand ya se habia adelantado un poco, pero ahora tenia una duda, pues sintio algo extraño al tocar el hombro de la señorita Sophia, ademas de que aun se preguntaba el por que de las reacciones del viento con su cuerpo, ademas de la extraña aura que pudo ver anteriormente - Pero que fue lo que me paso... - susurro cuando cabalgaba cerca de la señorita Sophia, y ladeando un poco su rostro a la derecha, podia escuchar como si el mismísimo viento le susurrara algo, ademas algo en ella le decia que se dejara llevar por este, y hacia que las palabras de su amo resonaran un poco mas fuerte y sin darse cuenta cantaba en voz baja - Just gonna stand there and watch me burn....That's alright because I like the way it hurts....Just gonna stand there and hear me cry.....That's alright because I love the way you lie....I love the way you lie-una lengua que habia aprendido en Londinum al fin la practicaba, por inercia, pero lo hacia, haciéndola sentir tranquila, percatadonse de que su voz interior le decia que aquella aura se llamaba cosmos, y era su energia de ella, esto era nuevo, pero podia comprender un poco.
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Aun tenia aquella sensacion cuando emano esa energia de ella, pero mejor seria dejarlo para mas tarde, pues Armand y la señorita Sophia ya se habian subido a los caballos, ahora solo faltaba ella, asi que suspiro una vez mas y se agarro de las riendas y coloco su ie en la silla del caballo y se impulso con su pie izquierdo para quedar arriba, pero algo mas que su impulso hizo que subiera, en la planta de su pie sintio con mas fuerza en viento que en todo su cuerpo, y al estar ya en el caballo, la brisa se hizo un poco intensa, ademas de que el ambiente se veia triste, Sophia tenia una expresion de tristeza y el contexto se veia asi, era algo raro, tal vez solo era su imaginacion, asi que sacudio levemente su cabeza y tomando las riendas hizo que el caballo se acercara a la señorita Sophia.
- Animo señorita!, se que en fondo esto no es el adios, ademas algo me dice que seran mejores dias para ambos.... -
le sonrio tiernamente mientras ponia su mano en el hombro de Sophia delicadamente, percatandose de que tosia un poco, le diria su amo Fye llegando que alguien viera el estado de salud de la señorita, esto ya le preocupaba, para luego separarse y poder cabalgar ya que Armand ya se habia adelantado un poco, pero ahora tenia una duda, pues sintio algo extraño al tocar el hombro de la señorita Sophia, ademas de que aun se preguntaba el por que de las reacciones del viento con su cuerpo, ademas de la extraña aura que pudo ver anteriormente - Pero que fue lo que me paso... - susurro cuando cabalgaba cerca de la señorita Sophia, y ladeando un poco su rostro a la derecha, podia escuchar como si el mismísimo viento le susurrara algo, ademas algo en ella le decia que se dejara llevar por este, y hacia que las palabras de su amo resonaran un poco mas fuerte y sin darse cuenta cantaba en voz baja - Just gonna stand there and watch me burn....That's alright because I like the way it hurts....Just gonna stand there and hear me cry.....That's alright because I love the way you lie....I love the way you lie-una lengua que habia aprendido en Londinum al fin la practicaba, por inercia, pero lo hacia, haciéndola sentir tranquila, percatadonse de que su voz interior le decia que aquella aura se llamaba cosmos, y era su energia de ella, esto era nuevo, pero podia comprender un poco.
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Alexandra- Berseker de Ares
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Re: Going To Home¡¡¡
El hijo del Cesar esperaba que su prima lo tomara de la mano, sin quitarle la mirada de encima al extraño hombre de cabello azul y puntiagudo. Había guardado silencio, preparado para marcharse junto a la pelirroja en cuanto esta le obedeciera. Dejo de pensar en Manigoldo y pensó en cómo volverían a Roma. Si ella estaba enferma como decía seria peligroso para la salud de la joven emprender un viaje tan largo y extenuante. Incluso para él lo era ya que también era victima del cansancio, estaba agotado después de pasar horas y horas buscando a su prima, pero eso era lo último de lo que se había preocupado, sólo quería regresar con Sophia.
Por estar pensando en qué era lo mejor ignoró a todos los que se encontraban a su alrededor, guardando silencio ante las palabras de Manigoldo, pues en verdad no tenia nada más que discutir con aquel individuo. Pero por quedarse en silencio quizá fue malinterpretado por su prima al no decir nada, tal vez debió decir algo pero no encontraba las palabras indicadas.
De pronto se vio solo, sin ella en la pequeña cabaña. Por supuesto, no permaneció mucho más ahí parado sin hacer nada, era algo que no podía permitir, dejar que Sophia cometiera una locura como esa. Podía existir la posibilidad de que la joven no estuviera tan grave como él especulaba, pero no era sensato arriesgarse, y mucho menos cuando se trataba de su prima.
El pelinegro abandonó la choza, viendo a Sophia subirse en el caballo, lista para dirigirse hacia Roma en compañía de dos sirvientes de cabello rubio. Antes de que la mujer que hace tan solo unos minutos lo había mirado con ojos de una típica chica enamorada se fuera y comenzara un viaje de retorno a Roma, el joven detuvo al corcel y llegó en el momento preciso para escuchar la despedida de la doncella.
-Tú te iras conmigo Sophia, pero aún no. Seria una irresponsabilidad de mi parte dejarte ir en esas condiciones, en cuanto te recuperes y no exista riesgo de que te debilites durante el viaje partiremos juntos. No demoraremos más de lo que sea necesario, además de que yo tampoco estoy en mi mejor forma para hacer otro viaje tan pronto. Y tu hermano no debe extrañarte tanto, ya que ni siquiera se encuentra presente, así que puede esperar un poco más...- dijo, mientras sus cabellos negros sombreaban tenuemente su rostro, sujetando la mano de la joven e impidiendo que el caballo avanzara.
Por estar pensando en qué era lo mejor ignoró a todos los que se encontraban a su alrededor, guardando silencio ante las palabras de Manigoldo, pues en verdad no tenia nada más que discutir con aquel individuo. Pero por quedarse en silencio quizá fue malinterpretado por su prima al no decir nada, tal vez debió decir algo pero no encontraba las palabras indicadas.
De pronto se vio solo, sin ella en la pequeña cabaña. Por supuesto, no permaneció mucho más ahí parado sin hacer nada, era algo que no podía permitir, dejar que Sophia cometiera una locura como esa. Podía existir la posibilidad de que la joven no estuviera tan grave como él especulaba, pero no era sensato arriesgarse, y mucho menos cuando se trataba de su prima.
El pelinegro abandonó la choza, viendo a Sophia subirse en el caballo, lista para dirigirse hacia Roma en compañía de dos sirvientes de cabello rubio. Antes de que la mujer que hace tan solo unos minutos lo había mirado con ojos de una típica chica enamorada se fuera y comenzara un viaje de retorno a Roma, el joven detuvo al corcel y llegó en el momento preciso para escuchar la despedida de la doncella.
-Tú te iras conmigo Sophia, pero aún no. Seria una irresponsabilidad de mi parte dejarte ir en esas condiciones, en cuanto te recuperes y no exista riesgo de que te debilites durante el viaje partiremos juntos. No demoraremos más de lo que sea necesario, además de que yo tampoco estoy en mi mejor forma para hacer otro viaje tan pronto. Y tu hermano no debe extrañarte tanto, ya que ni siquiera se encuentra presente, así que puede esperar un poco más...- dijo, mientras sus cabellos negros sombreaban tenuemente su rostro, sujetando la mano de la joven e impidiendo que el caballo avanzara.
Vergilius- Dios/a
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Re: Going To Home¡¡¡
Era la primera vez que Sophia se subía sola a un caballo. Las damas romanas no tenian necesidad de montarlos ya que tenían sirvientes para que las llevaran cargando sus carruajes sobre sus hombros. Cuando había que viajar distancias se aplicaba el mismo principio pero con caballos de tiro. Por lo mismo, Sophia no necesitó aprender a montar un caballo y ahora que era la primera vez que se subía en uno, temió que la tirara al suelo, pero por algun motivo, el animal se mantuvo completamente quieto cuando Sophia se logró subir a el.
La joven acarició suavemente el lomo del animal sabiendo que le estaba prestando un gran servicio al cargarla, mostrando de una forma un tanto incomprensible, compasión por su carga y el esfuerzo que iba a tener que emplear en transportarla. Fue entonces que sintió que alguien tomaba su mano. Volteó el rostro sorprendida, un tanto sonrosada por lo inesperado que le resultaba sentir el contacto de la piel de otra persona. Todo pareció aclararse cuando entendió que quién tomaba su mano era Vergilius.
No pudo evitar sonreirle mientras lo escuchaba hablar. Sus blancas mejillas se llenaron de vida, sus ojos brillaban, tenía un aire angelical en ella sólo por el hecho de que Vergilius la estuviese tocando. Era como un sueño hecho realidad, algo que anhelaba todo el tiempo a pesar de que casi nunca se cumplía. Era la necesidad de permanecer más tiempo a su lado, estar juntos, aunque no se dijeran absolutamente nada. Ella conocía a Vergilius a la perfección, al revez y al derecho... por lo mismo sabía lo testarudo que era, y al mismo tiempo lo introvertido que era... no porque fuera tímido, sino porque la mayoría del tiempo no tenía nada que decir. Pero cuando se trataba de ella, Vergilius cambiaba, por eso Sophia sonreía, porque sentía que su primo no sólo le decía que se quedara ahí porque estaba debil de salud (aunque obviamente nunca dudo del hecho de que se preocupara por ello), sino más bien, porque en el fondo la extrañaba.
- Alexandra... - Susurró con suavidad sin apartar sus ojos de los de Vergilius, aun sonriendo con ternura. - Pueden volver a Roma y comunicarle a Fye que meencontraron y estoy bien, solo un poco enferma y debil para hacer un viaje. Vergilius me llevará de vuelta cuando me fortalezca. No le mientas, dile la verdad... que me quede con Vergilius aquí y que él mismo me llevará a casa cuando mi salud me lo permita.
Sophia entendía que hacer aquel acto de osadía y efectivamente aceptar quedarse con su primo en medio de la nada la metería en problemas con su hermano, y seguramente de caracter grave, pues Fye podría pensar lo peor de que ambos se quedaran juntos solos, sobre todo... porque Fye odiaba a Vergilius, y la idea de que Sophia se quedara sola con él por un largo periodo de tiempo le daría a cualquiera, no solo a Fye, motivos para susurrar y especular sobre si la inocencia de Sophia seguiría intacta al momento de volver con su pater. Una mujer virtuosa no hubiese aceptado jamas quedarse sola con un hombre...
Pero para Sophia, Vergilius no era cualquiera, era su primo, era como un hermano... y lo más importante, lo amaba como un hombre, por lo cual estar junto a él, aunque no se hablaran, la hacía feliz.
Pasó una de sus piernas con feminidad sobre el lomo del caballo y saltó hacia abajo, quedando junto a Vergilius. Alexandra y Armand podían volver a Roma si así lo querían... ella se quedaría ahí.
La joven acarició suavemente el lomo del animal sabiendo que le estaba prestando un gran servicio al cargarla, mostrando de una forma un tanto incomprensible, compasión por su carga y el esfuerzo que iba a tener que emplear en transportarla. Fue entonces que sintió que alguien tomaba su mano. Volteó el rostro sorprendida, un tanto sonrosada por lo inesperado que le resultaba sentir el contacto de la piel de otra persona. Todo pareció aclararse cuando entendió que quién tomaba su mano era Vergilius.
No pudo evitar sonreirle mientras lo escuchaba hablar. Sus blancas mejillas se llenaron de vida, sus ojos brillaban, tenía un aire angelical en ella sólo por el hecho de que Vergilius la estuviese tocando. Era como un sueño hecho realidad, algo que anhelaba todo el tiempo a pesar de que casi nunca se cumplía. Era la necesidad de permanecer más tiempo a su lado, estar juntos, aunque no se dijeran absolutamente nada. Ella conocía a Vergilius a la perfección, al revez y al derecho... por lo mismo sabía lo testarudo que era, y al mismo tiempo lo introvertido que era... no porque fuera tímido, sino porque la mayoría del tiempo no tenía nada que decir. Pero cuando se trataba de ella, Vergilius cambiaba, por eso Sophia sonreía, porque sentía que su primo no sólo le decía que se quedara ahí porque estaba debil de salud (aunque obviamente nunca dudo del hecho de que se preocupara por ello), sino más bien, porque en el fondo la extrañaba.
- Alexandra... - Susurró con suavidad sin apartar sus ojos de los de Vergilius, aun sonriendo con ternura. - Pueden volver a Roma y comunicarle a Fye que meencontraron y estoy bien, solo un poco enferma y debil para hacer un viaje. Vergilius me llevará de vuelta cuando me fortalezca. No le mientas, dile la verdad... que me quede con Vergilius aquí y que él mismo me llevará a casa cuando mi salud me lo permita.
Sophia entendía que hacer aquel acto de osadía y efectivamente aceptar quedarse con su primo en medio de la nada la metería en problemas con su hermano, y seguramente de caracter grave, pues Fye podría pensar lo peor de que ambos se quedaran juntos solos, sobre todo... porque Fye odiaba a Vergilius, y la idea de que Sophia se quedara sola con él por un largo periodo de tiempo le daría a cualquiera, no solo a Fye, motivos para susurrar y especular sobre si la inocencia de Sophia seguiría intacta al momento de volver con su pater. Una mujer virtuosa no hubiese aceptado jamas quedarse sola con un hombre...
Pero para Sophia, Vergilius no era cualquiera, era su primo, era como un hermano... y lo más importante, lo amaba como un hombre, por lo cual estar junto a él, aunque no se hablaran, la hacía feliz.
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Re: Going To Home¡¡¡
Alexandra iba tan ensimismada con la canción que apenas pudo escuchar cuando el caballo de la señorita Sophia se detuvo, que rayos habia pasdo?? quien lo habia hecho??? sin embargo su vista se poso en el primo de sua mo, el general vergiluis, creo que este chico si que apreciaba mucho a la señorita Sophia, por loque detuvo su caballo y le dijo a Armand que esperara, asi que escucho claramente lo que le decia Sophia a ella y le respondio
- Señorita....segura que estara bien que le diga la verdad a mi amo, pues conociendolo seguro vendra y le reprenderá y lo que menos quiero es que tanto usted como mi amo tengan un mal entendido, pero si es lo que quiere asi sera, pero algo si quiero que tenga... -
saco de entre sus cosas una pequeña botellita, era un tipo de medicina que hacia tiempo habia comprado en caso de que alguien llegase a enfermar, se bajo del caballo y se la dio a la joven - tome!! esta es una medicina que le ayudara en el tiempo que este aqui con el general, espero y le ayude a que la enfermedad no avance y se recupere - miro a Armand, que seguro iba a objetar algo, pero la mirada que le dedico alexandra hizo que el chico bajara la mirada y terminara aceptando lo que pedía la señorita, asi que subio de nuevo al caballo y le dijo al general vergiluis - Espero y la cuide bien general Vergiluis, pues si es lo contrario no solo mi amo arremetera contra usted, sino tambien mi compañero y yo lo haremos...deacuerdo?...y señorita Sophia...cuidese mucho si?-le sonrio y comenzo a cabalgar junto a Armand, dejando sola a la señorita Sophia con su primo, el hijo del emperador, sin embargo luego cabalgar por un tiempo le pidio a Amrnad un descanso pues aquella sensacion no la dejaba tranquila por lo que salieron un poco del camino y se fue a refrescar un poco la cabeza, pero al estar lejos de Armand, su aura comenzo a emanar y una voz le decia Alexandra...alexandra despierta.....por favor date cuenta de quien eres en realidad!!!la chica se espanto un poco pero de un momemtnoa otro el sol la comenzo a iluminar, y esa aura se expandio un poco mas mientras alexandra veia muchas imagenes en su mente, pero una le llamo la atencion, pues frecuente mente su amo Fye aparecia, asi que esa voz le dijo ese hombre es nubstra deidad alexandra, tu vives para protegerlo a el, el es el dios del Sol, ABEL Y TU ERES VENUS!!! la rubia se quedo perpleja ante la situacion pero luego minutos paso como si fuera un relato, todo lo que habia pasado en la era mitológica, quien eres eran los dioses y demas, por lo que sus ojos se dilataron un poco y dijo en voz baja
- Ahora lo comprendo, yo soy Alexandra, la protectora de Abel, para esto he nacido...al fin lo recuerdo1!. -Alexandra comenzo a sentir una fuerza interior y pensando en su amo y dios Fye y esa aura era su cosmos, por lo que aquella voz le dijo - Bien alexandra, bien, ahora lo comprendes.... la ojiazul abrio los ojos y sintio que el viento giraba su alrededor y hacia que su cabello se ondulara y chocara contra si misma, parecia que ella tenia el comtrol de este y eso le gustaba mucho ala chica, pero aun mas saber que vivia para su amo Fye, pues no estaba equivocada desde la primera vez que le vei cuando lego y ahora sabia el por que antes de llegar a roma soñaba con el.
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- Señorita....segura que estara bien que le diga la verdad a mi amo, pues conociendolo seguro vendra y le reprenderá y lo que menos quiero es que tanto usted como mi amo tengan un mal entendido, pero si es lo que quiere asi sera, pero algo si quiero que tenga... -
saco de entre sus cosas una pequeña botellita, era un tipo de medicina que hacia tiempo habia comprado en caso de que alguien llegase a enfermar, se bajo del caballo y se la dio a la joven - tome!! esta es una medicina que le ayudara en el tiempo que este aqui con el general, espero y le ayude a que la enfermedad no avance y se recupere - miro a Armand, que seguro iba a objetar algo, pero la mirada que le dedico alexandra hizo que el chico bajara la mirada y terminara aceptando lo que pedía la señorita, asi que subio de nuevo al caballo y le dijo al general vergiluis - Espero y la cuide bien general Vergiluis, pues si es lo contrario no solo mi amo arremetera contra usted, sino tambien mi compañero y yo lo haremos...deacuerdo?...y señorita Sophia...cuidese mucho si?-le sonrio y comenzo a cabalgar junto a Armand, dejando sola a la señorita Sophia con su primo, el hijo del emperador, sin embargo luego cabalgar por un tiempo le pidio a Amrnad un descanso pues aquella sensacion no la dejaba tranquila por lo que salieron un poco del camino y se fue a refrescar un poco la cabeza, pero al estar lejos de Armand, su aura comenzo a emanar y una voz le decia Alexandra...alexandra despierta.....por favor date cuenta de quien eres en realidad!!!la chica se espanto un poco pero de un momemtnoa otro el sol la comenzo a iluminar, y esa aura se expandio un poco mas mientras alexandra veia muchas imagenes en su mente, pero una le llamo la atencion, pues frecuente mente su amo Fye aparecia, asi que esa voz le dijo ese hombre es nubstra deidad alexandra, tu vives para protegerlo a el, el es el dios del Sol, ABEL Y TU ERES VENUS!!! la rubia se quedo perpleja ante la situacion pero luego minutos paso como si fuera un relato, todo lo que habia pasado en la era mitológica, quien eres eran los dioses y demas, por lo que sus ojos se dilataron un poco y dijo en voz baja
- Ahora lo comprendo, yo soy Alexandra, la protectora de Abel, para esto he nacido...al fin lo recuerdo1!. -Alexandra comenzo a sentir una fuerza interior y pensando en su amo y dios Fye y esa aura era su cosmos, por lo que aquella voz le dijo - Bien alexandra, bien, ahora lo comprendes.... la ojiazul abrio los ojos y sintio que el viento giraba su alrededor y hacia que su cabello se ondulara y chocara contra si misma, parecia que ella tenia el comtrol de este y eso le gustaba mucho ala chica, pero aun mas saber que vivia para su amo Fye, pues no estaba equivocada desde la primera vez que le vei cuando lego y ahora sabia el por que antes de llegar a roma soñaba con el.
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Re: Going To Home¡¡¡
El joven no mostraba más de lo que debía expresar en su rostro, los cabellos oscuros le concedían un semblante serio. Pero era muy extraño ver otra cosa en el rostro de Vergilius. Pero aunque el hombre se veía así, de una forma por la que algunos podrían considerarlo como alguien distante y retraído, la realidad era que siempre había sido de pocas palabras y por eso nunca faltaban los malentendidos. Pero aún si no lo estuviera expresando de forma nítida, el joven se sentía bien de haberse reencontrado con su amada prima.
En el campo de batalla siempre la tenia a ella muy presente en sus pensamientos, y anhelaba el día en el que pudieran volver a encontrarse. Sophia, la única persona con la que no se mostraba del mismo modo áspero y reservado, con la que era capaz de abrirse más que con los que normalmente le rodeaban. La chica viró su cabeza al sentir el contacto de una mano ajena posarse sobre la propia, y ahí fue cuando Vergilius pudo ver el chispeante color del que las mejillas de la joven se habían teñido al verlo detener al caballo.
Tampoco hubiera sido algo adecuado que una mujer de complexión frágil y en un estado tan delicado montara a caballo. Además de que no recordaba haber visto a Sophia cabalgar a uno de esos animales. Podría haber sido que durante el tiempo que estuvo lejos ella hubiera aprendido algunas cosas nuevas, pero eso era algo aparte. Lo verdaderamente importante era esperar a que la chica recobrara sus fuerzas. El ambiente de las montañas no era muy amigable, él mismo lo había podido confirmar cuando le seguía el rastro a su prima.
En definitiva la mejor decisión que se pudo haber tomado era la de esperar a que Sophia se restableciera por completo. Aunque el aspecto de la jovencita había mejorado bastante con sólo ver la cara de su primo en el momento en el que este apareció. Ella les ordenó a los dos sirvientes de Fye regresar a Roma, pues en cuanto mejorara su salud volvería junto a Vergilius. Los ojos de la fémina no podían apartarse de los de Vergilius, al igual que los del joven no podían dejar de contemplar a Sophia con felicidad. Ella le transmitía una imagen cálida y tierna, tal como la recordaba.
Él la ayudó a bajar del corcel, suavizando el aterrizaje de Sophia, la cual quedó a su lado. Teniendo solo en mente retornar a la choza y que ambos primos pudieran estar en un sitio más privado que facilitaría la recuperación, tanto la del general como la de Sophia. No se había olvidado de que cada parte de su cuerpo exigía descanso, pero lo primero era ver que la joven estuviera bien, esa era su única preocupación.
La joven rubia, aquella que respondía al nombre de Alexandra, que lo advirtió en caso de que algo malo le ocurriera a su prima y que aparentemente era la más conversadora del grupo enviado por Fye, bajó del caballo y le otorgó un frasco con una medicina especial a la joven Sophia. Asegurando que su contenido seria de gran utilidad para el proceso de recuperación de la mujer. Después de terminar con las despedidas, Alexandra y Armand los dejaron finalmente, solamente para dar lugar a un periodo de silencio.
En el campo de batalla siempre la tenia a ella muy presente en sus pensamientos, y anhelaba el día en el que pudieran volver a encontrarse. Sophia, la única persona con la que no se mostraba del mismo modo áspero y reservado, con la que era capaz de abrirse más que con los que normalmente le rodeaban. La chica viró su cabeza al sentir el contacto de una mano ajena posarse sobre la propia, y ahí fue cuando Vergilius pudo ver el chispeante color del que las mejillas de la joven se habían teñido al verlo detener al caballo.
Tampoco hubiera sido algo adecuado que una mujer de complexión frágil y en un estado tan delicado montara a caballo. Además de que no recordaba haber visto a Sophia cabalgar a uno de esos animales. Podría haber sido que durante el tiempo que estuvo lejos ella hubiera aprendido algunas cosas nuevas, pero eso era algo aparte. Lo verdaderamente importante era esperar a que la chica recobrara sus fuerzas. El ambiente de las montañas no era muy amigable, él mismo lo había podido confirmar cuando le seguía el rastro a su prima.
En definitiva la mejor decisión que se pudo haber tomado era la de esperar a que Sophia se restableciera por completo. Aunque el aspecto de la jovencita había mejorado bastante con sólo ver la cara de su primo en el momento en el que este apareció. Ella les ordenó a los dos sirvientes de Fye regresar a Roma, pues en cuanto mejorara su salud volvería junto a Vergilius. Los ojos de la fémina no podían apartarse de los de Vergilius, al igual que los del joven no podían dejar de contemplar a Sophia con felicidad. Ella le transmitía una imagen cálida y tierna, tal como la recordaba.
Él la ayudó a bajar del corcel, suavizando el aterrizaje de Sophia, la cual quedó a su lado. Teniendo solo en mente retornar a la choza y que ambos primos pudieran estar en un sitio más privado que facilitaría la recuperación, tanto la del general como la de Sophia. No se había olvidado de que cada parte de su cuerpo exigía descanso, pero lo primero era ver que la joven estuviera bien, esa era su única preocupación.
La joven rubia, aquella que respondía al nombre de Alexandra, que lo advirtió en caso de que algo malo le ocurriera a su prima y que aparentemente era la más conversadora del grupo enviado por Fye, bajó del caballo y le otorgó un frasco con una medicina especial a la joven Sophia. Asegurando que su contenido seria de gran utilidad para el proceso de recuperación de la mujer. Después de terminar con las despedidas, Alexandra y Armand los dejaron finalmente, solamente para dar lugar a un periodo de silencio.
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Re: Going To Home¡¡¡
Habían quedado solos. El sonido del viento moviendo los pastizales se hacía bastante perceptible ahora que ninguno de los dos hablaba. A lo lejos se escuchaban las aves de rapiña que gritaban avisando que su presencia era conocida, pero aun más cerca, donde había árboles frutales alrededor de la choza, se podía escuchar las aves más pequeñas comiendo las frutas que aun colgaban de los árboles en esa tarde de verano. Sophia aun mantenía una manta sobre los brazos, la cual ajusto un poco pues se había deslizado por su piel. Se sentía un tanto avergonzada de que estuvieran ahí, solos ahora, y luchaba con la sensación de que sus mejillas ardían... No sabía que decir mientras observaba la partida de Alexandra y Armand.
Subió la mirada disimuladamente para observar a Vergilius, ver si algo de eso tambien estaba presente en su primo, pero evidente que el no se pondría nervioso por algo tan ridiculo como eso, los nervios de Vergilius eran de acero y nunca perdía su calma con nada, despues de todo era un guerrero.
La última vez que habían estado completamente solos sin esconderse ni estando juntos en secreto había sido cuando eran niños y Fye aun no tenía ni la autoridad ni el poder de hacer algo al respecto. En ese tiempo solían jugar como dos niños alrededor de la Villa… antes de que Octavius muriera y Vergilius perdiera la habilidad de reír con fuerzas. Ahora que lo pensaba, incluso entonces cuando Fye era un adolescente, miraba con malos ojos que Vergilius pasara su tiempo en la Villa. Su madre, Helena, solía llevarlo cuando se encargaba de cuidar tanto de Sophia y Gelum alrededor del tiempo en que Flavia había fallecido en el parto. Vergilius y Sophia eran apenas niños, pero recordaba aquellos momentos juntos como los más felices de su infancia.
Curiosamente, Vergilius era identico a su madre. No había una gota en él de los rasgos de su familia paterna, aquella que lo unía a Sophia. Por ejemplo, Solomon y Fye eran casi idénticos, rubios, ojos claros, piel pálida, una sonrisa fría… pero Vergilius era completamente distinto, al igual que Lydia e incluso lo que recordaba de Octavius. Sonrió pensando en ello, en la madre de Vergilius. La extrañaba, de verdad lo hacía. La recordaba por su risa estridente que alegraba todo a su alrededor y por su fortaleza... pero más que nada, por su increible elegancia y aquel brillo de melancolía cuando recordaba algo de su tierra original, Hispania.
Tal vez por eso nunca tuvo un buen presentimiento acerca de Diva y se retiró completamente en el Valle Dulce cuando esa mujer quedó a la cabeza del imperio. Esos tres años en los cuales Vergilius había emprendido la campaña a Germania, tenía conocimiento cercano de que Lydia había sufrido por culpa de Diva. Por eso no le agradaba, por que sabía que esa mujer extranjera era cruel con su prima… era posible que po la soledad y el maltrato de Diva la joven había resultado ser tan vanidosa y extremadamente conciente de lo que la belleza podía conseguir. Fye no se había equivocado en alejarla a ella y Gelum de la vida social en Roma, de la perversión y la crueldad que existía entre la sociedad cercana al emperador. Samantha había caido en boca de todos como una verdadera desgracia para su familia, viendo hombres sin el consentimiento de Solomon… Richard se rumoraba se veía con casi todas las jóvenes de su edad, e incluso con esclavas, conocido mujeriego y hombre de poca moral. Y Solomon, era un espejo de virtud, tal como todos los hombres en su familia (Excepto Richard) pero aun así se rumoraba que mantenía un amorío con una mujer casada, era todo un escandalo que llegó incluso a los oídos de Sophia en el Vallis Mellitus. Era probable que sii ella y Gelum hubiesen crecido cerca de Roma podrían haber resultado moralmente cuestionables, tal cual lo eran sus primos.
Sophia suspiró… todo hubiese sido tan fácil si intereses políticos no hubiesen estado en contraposición, si todos ellos hubiesen sido menos importantes.
- ¿Tienes hambre Vergilius? – Preguntó finalmente después de mucho tiempo sin decir nada, solo mirando a sus ojos rasgados. – Me imagino que no has comido… por buscarme. – El tono de voz de Sophia era siempre dulce, demasiado alegre, como si fuera ajena a cualquier cosa en el mundo que pudiera probocarle a una persona tristeza. – Creo que había queso y vino adentro.
Subió la mirada disimuladamente para observar a Vergilius, ver si algo de eso tambien estaba presente en su primo, pero evidente que el no se pondría nervioso por algo tan ridiculo como eso, los nervios de Vergilius eran de acero y nunca perdía su calma con nada, despues de todo era un guerrero.
La última vez que habían estado completamente solos sin esconderse ni estando juntos en secreto había sido cuando eran niños y Fye aun no tenía ni la autoridad ni el poder de hacer algo al respecto. En ese tiempo solían jugar como dos niños alrededor de la Villa… antes de que Octavius muriera y Vergilius perdiera la habilidad de reír con fuerzas. Ahora que lo pensaba, incluso entonces cuando Fye era un adolescente, miraba con malos ojos que Vergilius pasara su tiempo en la Villa. Su madre, Helena, solía llevarlo cuando se encargaba de cuidar tanto de Sophia y Gelum alrededor del tiempo en que Flavia había fallecido en el parto. Vergilius y Sophia eran apenas niños, pero recordaba aquellos momentos juntos como los más felices de su infancia.
Curiosamente, Vergilius era identico a su madre. No había una gota en él de los rasgos de su familia paterna, aquella que lo unía a Sophia. Por ejemplo, Solomon y Fye eran casi idénticos, rubios, ojos claros, piel pálida, una sonrisa fría… pero Vergilius era completamente distinto, al igual que Lydia e incluso lo que recordaba de Octavius. Sonrió pensando en ello, en la madre de Vergilius. La extrañaba, de verdad lo hacía. La recordaba por su risa estridente que alegraba todo a su alrededor y por su fortaleza... pero más que nada, por su increible elegancia y aquel brillo de melancolía cuando recordaba algo de su tierra original, Hispania.
Tal vez por eso nunca tuvo un buen presentimiento acerca de Diva y se retiró completamente en el Valle Dulce cuando esa mujer quedó a la cabeza del imperio. Esos tres años en los cuales Vergilius había emprendido la campaña a Germania, tenía conocimiento cercano de que Lydia había sufrido por culpa de Diva. Por eso no le agradaba, por que sabía que esa mujer extranjera era cruel con su prima… era posible que po la soledad y el maltrato de Diva la joven había resultado ser tan vanidosa y extremadamente conciente de lo que la belleza podía conseguir. Fye no se había equivocado en alejarla a ella y Gelum de la vida social en Roma, de la perversión y la crueldad que existía entre la sociedad cercana al emperador. Samantha había caido en boca de todos como una verdadera desgracia para su familia, viendo hombres sin el consentimiento de Solomon… Richard se rumoraba se veía con casi todas las jóvenes de su edad, e incluso con esclavas, conocido mujeriego y hombre de poca moral. Y Solomon, era un espejo de virtud, tal como todos los hombres en su familia (Excepto Richard) pero aun así se rumoraba que mantenía un amorío con una mujer casada, era todo un escandalo que llegó incluso a los oídos de Sophia en el Vallis Mellitus. Era probable que sii ella y Gelum hubiesen crecido cerca de Roma podrían haber resultado moralmente cuestionables, tal cual lo eran sus primos.
Sophia suspiró… todo hubiese sido tan fácil si intereses políticos no hubiesen estado en contraposición, si todos ellos hubiesen sido menos importantes.
- ¿Tienes hambre Vergilius? – Preguntó finalmente después de mucho tiempo sin decir nada, solo mirando a sus ojos rasgados. – Me imagino que no has comido… por buscarme. – El tono de voz de Sophia era siempre dulce, demasiado alegre, como si fuera ajena a cualquier cosa en el mundo que pudiera probocarle a una persona tristeza. – Creo que había queso y vino adentro.
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Re: Going To Home¡¡¡
La de la vista tierna le preguntó si estaba hambriento, a lo que el general respondió moviendo la cabeza de un lado hacia otro negándolo. Su cuerpo estaba cansado, pero no tenía apetito de nada para reponer las energías perdidas. El joven vio a su prima ahí y no pudo detenerse a hacer algo que había cruzado su mente desde que la encontró en esa choza en medio de la nada. Antes de que se le escapara de nuevo, el joven detuvo bruscamente el andar de Sophia, sin lastimarla por supuesto, para depositarla en sus brazos. Tener a su prima de esa forma, tan poco distanciados y en ese encuentro de sus cuerpos tan peligrosamente cerca. Podría considerarse inadecuado, pero no podía seguir conteniendo sus deseos por hacer eso. Ya había sido educado y respetuoso cuando había más de dos personas en ese lugar remoto y alejado de la civilización.
Pero ahora que lo pensaba bien, no podía pedir un lugar mejor para pasar algo de tiempo de calidad con su prima: un lugar deshabitado, escondido en las montañas, y ya no estaban ese par de sirvientes que seguramente le informarían cualquier eventualidad a Fye. Pero por suerte los ojos y oídos del hermano de Sophia se habían ido ya, sólo estaban ellos y nadie más. Desconocía que había pasado con el otro joven, Lukas, pero en ese momento dejo de existir.
Escuchó a hablar a Sophia, pero únicamente su voz y no lo que en verdad estaba diciendo. Ahora la tenia acurrucada en sus brazos, sin decir nada como era la costumbre de Vergilius, pero en ese momento el mero contacto físico con ella era bien agradecido por el hijo del Cesar. El roce de su cuerpo con el de su prima, el calor que generaba al frotarla debilmente contra su pecho.
En los labios de Vergilius se surcó una sonrisa, que no duro mucho tiempo ahí pero que había sido real y no sólo la imaginación. Aunque no había transcurrido mucho desde la última vez que estuvo junto a ella, la había extrañado como si hubiera pasado una eternidad. Apenas y recordaba la última ocasión en la que había abrazado a su prima de esa manera, y sin importar quién fuera a aparecerse él no tenía pensado ni por un segundo apartarse otra vez de Sophia.
El aroma de su cabellera rojiza, el color vivo de sus largos y rojos cabellos, había olvidado lo rojo del pigmento que poseía. Inclinó su cabeza para poder apreciar mejor ese dulce perfume. Todo en Sophia era hermoso, su mirada repleta de dulzura e inocencia, delicada figura, labios sonrosados, mejillas que podrían humillar a un rosa roja por su color, todos esos detalles habían sido captados por Vergilius, como si esa fuera la primera vez que tenia a Sophia frente a sus ojos.
Los minutos marchaban con lentitud para el joven pelinegro, acercándose a Sophia, reduciendo más y más el espacio. Teniendo cuidado de no herirla por su fuerza física. El cuerpo del muchacho estaba muy bien formado, por lo que en un descuido podría infringirle daño a la chica de no medirse con su abrazo. Los parpados de Vergilius se cerraron, sin soltarla y sintiendo su calor, y permitiendo que su prima conociera cada músculo de su cuerpo.
-Sophia...- susurró con suavidad cerca del oído de la joven, mientras recorría su mano por detrás de su cuello delgado y femenino, deslizando su mano desde la nuca hasta la oreja y así hasta llegar a la barbilla para poder empujar el rostro hacia arriba, y aproximando un poco más su cabeza hacia ella, dejando una escasa separación entre ambos rostros.
Pero ahora que lo pensaba bien, no podía pedir un lugar mejor para pasar algo de tiempo de calidad con su prima: un lugar deshabitado, escondido en las montañas, y ya no estaban ese par de sirvientes que seguramente le informarían cualquier eventualidad a Fye. Pero por suerte los ojos y oídos del hermano de Sophia se habían ido ya, sólo estaban ellos y nadie más. Desconocía que había pasado con el otro joven, Lukas, pero en ese momento dejo de existir.
Escuchó a hablar a Sophia, pero únicamente su voz y no lo que en verdad estaba diciendo. Ahora la tenia acurrucada en sus brazos, sin decir nada como era la costumbre de Vergilius, pero en ese momento el mero contacto físico con ella era bien agradecido por el hijo del Cesar. El roce de su cuerpo con el de su prima, el calor que generaba al frotarla debilmente contra su pecho.
En los labios de Vergilius se surcó una sonrisa, que no duro mucho tiempo ahí pero que había sido real y no sólo la imaginación. Aunque no había transcurrido mucho desde la última vez que estuvo junto a ella, la había extrañado como si hubiera pasado una eternidad. Apenas y recordaba la última ocasión en la que había abrazado a su prima de esa manera, y sin importar quién fuera a aparecerse él no tenía pensado ni por un segundo apartarse otra vez de Sophia.
El aroma de su cabellera rojiza, el color vivo de sus largos y rojos cabellos, había olvidado lo rojo del pigmento que poseía. Inclinó su cabeza para poder apreciar mejor ese dulce perfume. Todo en Sophia era hermoso, su mirada repleta de dulzura e inocencia, delicada figura, labios sonrosados, mejillas que podrían humillar a un rosa roja por su color, todos esos detalles habían sido captados por Vergilius, como si esa fuera la primera vez que tenia a Sophia frente a sus ojos.
Los minutos marchaban con lentitud para el joven pelinegro, acercándose a Sophia, reduciendo más y más el espacio. Teniendo cuidado de no herirla por su fuerza física. El cuerpo del muchacho estaba muy bien formado, por lo que en un descuido podría infringirle daño a la chica de no medirse con su abrazo. Los parpados de Vergilius se cerraron, sin soltarla y sintiendo su calor, y permitiendo que su prima conociera cada músculo de su cuerpo.
-Sophia...- susurró con suavidad cerca del oído de la joven, mientras recorría su mano por detrás de su cuello delgado y femenino, deslizando su mano desde la nuca hasta la oreja y así hasta llegar a la barbilla para poder empujar el rostro hacia arriba, y aproximando un poco más su cabeza hacia ella, dejando una escasa separación entre ambos rostros.
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Re: Going To Home¡¡¡
A pesar de que su cuerpo estaba físicamente exhausto por los días a la intemperie, Sophia no podría haberse sentido más feliz al sentir como Vergilius la acercaba a su pecho. Estar así con él, hacía parecer que hubiese sido el destino que la había sacado de su hogar para ponerla en los brazos de su primo. La mayoría del tiempo Sophia intentaba comportarse como lo que Fye quería que ella fuera, una dama Romana que fuera el reflejo de él, de su honor como hombre que se había visto mancillado cuando Vergilius le había arrebatado un ojo. Pero ya no estaba en Roma, no tenía que esconder lo que realmente sentía cuando no había ojos en ese lugar que pudieran reprenderla por mostrarse feliz de estar con la persona que había amado la mayor parte de su vida.
Aunque Vergilius fuera un hombre de pocas palabras, no necesitaba decirle nada en ese momento. Aquel abrazo decía mas que cualquier palabra. Así era él y así lo amaba, realmente lo amaba. Era tan profundo y puro lo que sentía por él que nunca había podido detestarlo por lo que había ocurrido con Fye. A pesar de que su hermano lo odiaba, ella jamas tuvo un solo sentimiento negativo en contra de su primo, todo lo contrario… Si Fye en ese momento hubiese intentado atravesarlo con su propia espada en retribución por su ojo, Sophia no dudaba que se hubiese interpuesto entre ambos prefiriendo morir ella a ver a Vergilius ser herido. Así de profundo era el amor que sentía por él. Mirarlo a los ojos con esa libertad realmente la hacía feliz, pues era algo que había estado esperando por mucho tiempo, casi desde que había tenido la edad para estar conciente de que lo amaba.
Y fue entonces que un escalofrío la recorrió helando su sangre completamente. Una sensación proveniente desde Vergilius que la puso alerta… algo que la asustaba, realmente la asustaba. Una brisa los rodeo, como si se hubiese presentado solo para ellos; algunas hojas de los árboles de alrededor cayeron completamente secas, algo extraño para esa época del año, rozando levemente su mejilla empalidecida. Sus ojos como siempre expresaban todo lo que sentía… confusión, miedo, nerviosismo. No entendía porque Vergilius la estaba haciendo sentir así de un momento a otro, como si la persona que la estuviese sosteniendo entre sus brazos no se tratara de quien amaba sino de un completo extraño.
No quería sentirse así. No quería que Vergilius viera en sus ojos lo que estaba sintiendo… pero no podía si quiera bajar la mirada. Esa sensación proveniente desde el cuerpo de Vergilius la tenía paralizada, haciendo que su corazón latiera con gran intensidad. Era tan pavoroso lo que sentía que le estaba costando hasta respirar y mantenerse de pie.
- Creo… - Susurró haciendo un gran esfuerzo para retirar su mirada hacia un costado. – Creo que no me siento bien… - Le sonrió, pues sabía que por la expresión que le había mostrado era mas que probable que Vergilius se asustara o preocupara.
Y así como llegó, aquella sensación desapareció en el aire… la luz pareció volver a brillar con fuerza alrededor de ella. Rodeó sus brazos con fuerza alrededor de Vergilius porque, por alguna razón, sentía que lo podría perder de un momento a otro. Por ello lo abrazó, intentando disipar cualquier miedo que tuviera con la calidez que emanaba del cuerpo del joven. En su mente eliminaba cualquier idea de que Vergilius pudiese ser el causante de esa sensación horrible, se repetía una y otra vez que seguramente estaba agotada aun, enferma, o muy débil… pero muy en el fondo, sabía que desde el momento en que Vergilius la había acercado a su pecho, había sentido algo que le provocaba escalofríos… la mismísima muerte.
- Vergilius… A veces siento… - Le costaba completar sus palabras. – Que… que… - Buscaba las palabras en su mente, realmente las buscaba para intentar explicarle lo que estaba pasando por su cabeza. – Que algo horrible esta por pasar. – Eso era exactamente lo que quería decir. Tenía imágenes horribles a veces en su mente, como si hubiesen ocurrido atrocidades o estuviesen por ocurrir. Como si nada de eso fuera realmente algo nuevo sino el inicio de un nuevo ciclo en el espiral temporal de su vida. El tiempo no era lineal, no acababa, sino que se volvía a repetir una y otra vez en diferentes instancias. - ¿Crees que es una tontería pensar así?
No sabía si todo eso había sido una respuesta de su cuerpo a la idea de caer en actos deshonrosos al estar tan cerca de Vergilius, si fuera su propia conciencia evitando que sus labios rozaran los de su primo. O tal vez era el cargo de conciencia de que lo que estaba pasando entre ellos le trajera verguenza a Fye...
Pero algo era seguro… fuera lo que fuera lo que había puesto en alerta a Sophia no era algo que iba a desaparecer de la nada. Era solo el comienzo de todo ello.
Aunque Vergilius fuera un hombre de pocas palabras, no necesitaba decirle nada en ese momento. Aquel abrazo decía mas que cualquier palabra. Así era él y así lo amaba, realmente lo amaba. Era tan profundo y puro lo que sentía por él que nunca había podido detestarlo por lo que había ocurrido con Fye. A pesar de que su hermano lo odiaba, ella jamas tuvo un solo sentimiento negativo en contra de su primo, todo lo contrario… Si Fye en ese momento hubiese intentado atravesarlo con su propia espada en retribución por su ojo, Sophia no dudaba que se hubiese interpuesto entre ambos prefiriendo morir ella a ver a Vergilius ser herido. Así de profundo era el amor que sentía por él. Mirarlo a los ojos con esa libertad realmente la hacía feliz, pues era algo que había estado esperando por mucho tiempo, casi desde que había tenido la edad para estar conciente de que lo amaba.
Y fue entonces que un escalofrío la recorrió helando su sangre completamente. Una sensación proveniente desde Vergilius que la puso alerta… algo que la asustaba, realmente la asustaba. Una brisa los rodeo, como si se hubiese presentado solo para ellos; algunas hojas de los árboles de alrededor cayeron completamente secas, algo extraño para esa época del año, rozando levemente su mejilla empalidecida. Sus ojos como siempre expresaban todo lo que sentía… confusión, miedo, nerviosismo. No entendía porque Vergilius la estaba haciendo sentir así de un momento a otro, como si la persona que la estuviese sosteniendo entre sus brazos no se tratara de quien amaba sino de un completo extraño.
No quería sentirse así. No quería que Vergilius viera en sus ojos lo que estaba sintiendo… pero no podía si quiera bajar la mirada. Esa sensación proveniente desde el cuerpo de Vergilius la tenía paralizada, haciendo que su corazón latiera con gran intensidad. Era tan pavoroso lo que sentía que le estaba costando hasta respirar y mantenerse de pie.
- Creo… - Susurró haciendo un gran esfuerzo para retirar su mirada hacia un costado. – Creo que no me siento bien… - Le sonrió, pues sabía que por la expresión que le había mostrado era mas que probable que Vergilius se asustara o preocupara.
Y así como llegó, aquella sensación desapareció en el aire… la luz pareció volver a brillar con fuerza alrededor de ella. Rodeó sus brazos con fuerza alrededor de Vergilius porque, por alguna razón, sentía que lo podría perder de un momento a otro. Por ello lo abrazó, intentando disipar cualquier miedo que tuviera con la calidez que emanaba del cuerpo del joven. En su mente eliminaba cualquier idea de que Vergilius pudiese ser el causante de esa sensación horrible, se repetía una y otra vez que seguramente estaba agotada aun, enferma, o muy débil… pero muy en el fondo, sabía que desde el momento en que Vergilius la había acercado a su pecho, había sentido algo que le provocaba escalofríos… la mismísima muerte.
- Vergilius… A veces siento… - Le costaba completar sus palabras. – Que… que… - Buscaba las palabras en su mente, realmente las buscaba para intentar explicarle lo que estaba pasando por su cabeza. – Que algo horrible esta por pasar. – Eso era exactamente lo que quería decir. Tenía imágenes horribles a veces en su mente, como si hubiesen ocurrido atrocidades o estuviesen por ocurrir. Como si nada de eso fuera realmente algo nuevo sino el inicio de un nuevo ciclo en el espiral temporal de su vida. El tiempo no era lineal, no acababa, sino que se volvía a repetir una y otra vez en diferentes instancias. - ¿Crees que es una tontería pensar así?
No sabía si todo eso había sido una respuesta de su cuerpo a la idea de caer en actos deshonrosos al estar tan cerca de Vergilius, si fuera su propia conciencia evitando que sus labios rozaran los de su primo. O tal vez era el cargo de conciencia de que lo que estaba pasando entre ellos le trajera verguenza a Fye...
Pero algo era seguro… fuera lo que fuera lo que había puesto en alerta a Sophia no era algo que iba a desaparecer de la nada. Era solo el comienzo de todo ello.
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Re: Going To Home¡¡¡
Nada podría estropear ese acercamiento. Sophia no opuso ningún tipo de resistencia ante la demostración de cariño por parte de su primo. Cualquier otra mujer con la educación que había recibido Sophia habría negado prestarse a ese tipo de cosas. Pero ella parecía estarlo disfrutando tanto como él lo hacía.
Vergilius sintió una extraña sensación, algo que no podía explicar y que nunca antes se había presentando lo estaba invadiendo. Su prima estaba temblando. Era asombroso... aún estando completamente solos, sin los ojos vigilantes de los sirvientes de Fye, no podía tener un solo momento de tranquilidad con ella. Era como si el destino y todo el universo confabulara para que no estuviera cerca de su prima. Primero los contratiempos a los que se había tenido que enfrentar en las montañas, haciendo un largo viaje a caballo, teniendo que luchar con tantas adversidades y ahora una causa desconocida estaba arruinando aquel momento tan perfecto. El tuerto seguramente habría hecho algo para impedirlo si estuviera presente, y ahí lo sentía en espíritu, de eso no había duda.
Sophia se veía tan feliz, ella era totalmente opuesta a él en ese sentido: mientras Vergilius no dejada salir a flote sus emociones de forma clara, Sophia lo decía todo con una mirada. Notó que él no era el único que estaba experimentando aquel extraño fenómeno que parecía haber sido provocado apropósito por algún ser superior. Su prima parecía haber sido afectada por alguna fuerza desconocida, pues de pronto sus hermosas mejillas color granate pasaron a tornarse descoloridas, adjudicándose un color pálido, como si hubiera visto a un fantasma.
Le parecía extraño ver algo así por parte de Sophia, pues jamás había visto algo que la hiciera empalidecer del susto. Algo estaba mal con él, podía sentirlo, algo estaba cambiando. Pero no para bien. No podía ser algo bueno si a su prima le provocaba ese tipo de reacciones. Era capaz de sentir algo que fluía através de su cuerpo, era algo que desconocía totalmente. Una brisa sobrenatural, que giraba alrededor de ambos, produciendo que algunas hojas se desprendieran de las ramas de los árboles resecos, aportaban un toque espeluznante a la situación. Ella se estaba mostrando nerviosa y hasta había cambiado de color por eso.
Entonces se dio cuenta, qué tonto había sido; Sophia estaba enferma y él no creyó que se tratara de algo serio, y por su descuido ahora la pobre Sophia estaba peor que antes, por haber cedido a sus deseos que bien podían esperar en lugar de llevarla al interior del refugio para que pudiera descansar correctamente. Se sentía como un gran tonto al haber sido tan poco sensato. Ignoró los síntomas que eran manifestados por su prima y también el extraño clima. Nada de eso era importante si la salud de su amada estaba pendiendo de un hilo tan frágil.
-No es ninguna tontería, el tonto he sido yo por no haber hecho esto desde un principio.-
El general cargó a Sophia en brazos y corrió rápidamente hacia la puerta de la cabaña, dando una patada que hizo temblar la choza que se encontraba en condiciones deplorables. Lo mejor seria medicar a la joven con la medicina proporcionada por Alexandra de una vez por todas, al menos así tendría la seguridad de que hacía algo por ayudarla, antes de que fuera demasiado tarde. La acomodó en el primer lugar que encontró y luego examinó esa botella.
-Te pondrás bien.-
Musitó mientras hacía una revisión rápida al frasco. No quería darle algo que la empeorara todavía más de lo que estaba. Vergilius ni siquiera sospechaba, ni quería creer que los síntomas de Sophia no habían sido causados por su enfermedad.
Vergilius sintió una extraña sensación, algo que no podía explicar y que nunca antes se había presentando lo estaba invadiendo. Su prima estaba temblando. Era asombroso... aún estando completamente solos, sin los ojos vigilantes de los sirvientes de Fye, no podía tener un solo momento de tranquilidad con ella. Era como si el destino y todo el universo confabulara para que no estuviera cerca de su prima. Primero los contratiempos a los que se había tenido que enfrentar en las montañas, haciendo un largo viaje a caballo, teniendo que luchar con tantas adversidades y ahora una causa desconocida estaba arruinando aquel momento tan perfecto. El tuerto seguramente habría hecho algo para impedirlo si estuviera presente, y ahí lo sentía en espíritu, de eso no había duda.
Sophia se veía tan feliz, ella era totalmente opuesta a él en ese sentido: mientras Vergilius no dejada salir a flote sus emociones de forma clara, Sophia lo decía todo con una mirada. Notó que él no era el único que estaba experimentando aquel extraño fenómeno que parecía haber sido provocado apropósito por algún ser superior. Su prima parecía haber sido afectada por alguna fuerza desconocida, pues de pronto sus hermosas mejillas color granate pasaron a tornarse descoloridas, adjudicándose un color pálido, como si hubiera visto a un fantasma.
Le parecía extraño ver algo así por parte de Sophia, pues jamás había visto algo que la hiciera empalidecer del susto. Algo estaba mal con él, podía sentirlo, algo estaba cambiando. Pero no para bien. No podía ser algo bueno si a su prima le provocaba ese tipo de reacciones. Era capaz de sentir algo que fluía através de su cuerpo, era algo que desconocía totalmente. Una brisa sobrenatural, que giraba alrededor de ambos, produciendo que algunas hojas se desprendieran de las ramas de los árboles resecos, aportaban un toque espeluznante a la situación. Ella se estaba mostrando nerviosa y hasta había cambiado de color por eso.
Entonces se dio cuenta, qué tonto había sido; Sophia estaba enferma y él no creyó que se tratara de algo serio, y por su descuido ahora la pobre Sophia estaba peor que antes, por haber cedido a sus deseos que bien podían esperar en lugar de llevarla al interior del refugio para que pudiera descansar correctamente. Se sentía como un gran tonto al haber sido tan poco sensato. Ignoró los síntomas que eran manifestados por su prima y también el extraño clima. Nada de eso era importante si la salud de su amada estaba pendiendo de un hilo tan frágil.
-No es ninguna tontería, el tonto he sido yo por no haber hecho esto desde un principio.-
El general cargó a Sophia en brazos y corrió rápidamente hacia la puerta de la cabaña, dando una patada que hizo temblar la choza que se encontraba en condiciones deplorables. Lo mejor seria medicar a la joven con la medicina proporcionada por Alexandra de una vez por todas, al menos así tendría la seguridad de que hacía algo por ayudarla, antes de que fuera demasiado tarde. La acomodó en el primer lugar que encontró y luego examinó esa botella.
-Te pondrás bien.-
Musitó mientras hacía una revisión rápida al frasco. No quería darle algo que la empeorara todavía más de lo que estaba. Vergilius ni siquiera sospechaba, ni quería creer que los síntomas de Sophia no habían sido causados por su enfermedad.
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Re: Going To Home¡¡¡
Sorprendida se sintió Sophia cuando Vergilius la levantó del piso y la tomó entre sus brazos. A veces se olvidaba de la fuerza de su primo, que era un gran general romano aunque a sus ojos siempre fuera el niño que le lanzaba ranas muertas cuando eran pequeños. Mientras estaba en los brazos de Vergilius y la movía con rapidez al umbral de la cabaña, no podía evitar pensar en lo mucho que ambos habían crecido desde esos momentos de niñez. Los juegos habían acabado y se habían convertido cada uno por cuenta ajena.
Sophia por su lado se había convertido en la imagen viva de su propia madre, que en algún momento había sido la joya del imperio, casada con uno de los hombres más ricos de toda Roma. Aun así, la mujer había sido siempre feliz… había criado a sus hijos alejados de toda la violencia, la decadencia y la política romana, dejando que sus hijos crecieran con libertad, y eso había acontecido con Sophia. La joven era un ejemplo de virtud y modales de la tradición romana, no había maldad alguna en su corazón, tal vez… eso podría haber sido un defecto al ser tan ingenua en muchos asuntos y no darse cuenta si alguien la quería lastimar o utilizar. Tal vez su madre debió enseñarle antes de morir la forma en que a veces hay que ser astuta en la vida para sobrevivir. Si su madre hubiese visto en lo que se había transformado con el pasar del tiempo y la actitud de Fye con ella, no hubiese estado feliz. Que Sophia reprimiera su corazón libre por naturaleza por hacer a su hermano mayor feliz, le habría causado un gran pesar. Por ello, a pesar de que Sophia y su madre eran muy parecidas físicamente, no lo eran en temperamento, pues Flavia vivió siempre su vida como ella lo deseo, y Sophia… Sophia vivía para hacer al resto feliz, aunque significara sacrificar su propia felicidad y ocultar su tristeza siempre con una gran sonrisa.
Por su parte Vergilius había crecido también. No había en el rasgo alguno de su padre físicamente hablando… pero tenía la misma tranquilidad y coraje para hacer lo que fuera que tuviera que hacerse por Roma. Había pasado de un niño travieso a un joven serio y distante… y ahora que era prácticamente un hombre se mostraba con todos frío pero nunca altanero ni grosero, era a diferencia de la mayoría de sus primos bastante educado y hasta humilde, limitándose solo a servir a Roma. Pero son Sophia sonreía… lo cual para la joven era un preciado regalo. Lejanos estaban los días en que ambos recorrían los valles jugando a las escondidas, o bañándose en los esteros jugando ahogarse mutuamente, o incluso el dolor de la muerte de Octavius… hecho determinante para el cambio en la personalidad de Vergilius. Sophia no podía dejar de preguntarse como sería su primo en ese momento si Octavius nunca hubiese caido en batalla. Tal vez sería como Solomon enfocado en el imperio y sus políticas, o como Richard alguien que no se preocupaba de nada excepto divertirse, o incluso como Fye.. ajeno a todo el mundo y la política, sólo cumpliendo con lo necesario para mantener las relaciones con los demás acordes a él. Era difícil encontrar una respuesta, pero Sophia pensaba que si Vergilius habría sido más feliz, tal vez con menos preocupaciones sobre sus hombres.
Apoyó su cabeza contra el pecho de Vergilius, suspirando aliviada de que Vergilius no la hubiese creído loca por lo que acababa de decir. No era si quiera la primera vez que pasaba, seguían pasándole cosas que no podía explicar y aquello la ponía un tanto inquieta. La forma en que Gelum había congelado todo, la sensación de muerte que la rodeaba desde esa noche en que había visto en sus sueños un papel sobre una espada desaparecer al viento volviéndose cenizas… la forma en que Manigoldo le hablaba sobre una habilidad de repeler a la muerte que ella no sabía poseía. Todas esas cosas, solo eran augurios de que algo grande estaba por pasar y no era necesariamente algo bueno. De pronto se dio cuenta que entraba a esa cabaña en los brazos de Vergilius a lo cual sólo sonrojo…
En Roma era una tradición de las parejas recién casadas que el novio levantara a la novia y la hiciera entrar en sus brazos bajo la puerta luego de la simulación de secuestro. Ahora que lo pensaba… se habían dado todas las condiciones antiguas, de la forma de matrimonio ancestrales, para que ellos se consideraran casados (Obviamente que no era ese el caso, pues en la actualidad no se consideraba un matrimonio valido si el pater no consentía en él, y Fye jamás habría consentido en algo así.) Por ello Sophia había ruborizado, sin saber si Vergilius se había dado cuenta de lo que acababa de hacer cuando la depositó en una silla. La joven se arregló la manta que llevaba encima y miró al frente esperando que su primo terminara de revisar el frasco que Alexandra le había dado. Su primo miraba la infusión con tanta sospecha que Sophia no pudo evitar reir y taparse la boca con sus manos juguetonamente para no ofender a Vergilius.
- Es solo una infusión de hierbas famosa en el Valle Dulce, Vergilius. – Dijo Sophia poniendo sus manos sobre sus piernas con cuidado con una enorme sonrisa en su rostro. – Mamá solía hacerla cuando me enfermaba, no lo recuerdo porque era muy muy pequeña, pero Fye me lo ha contado. Es famosa entre las personas de la Villa, es sólo miel, manzanilla y unas gotas de limón. Creo… a menos que mi memoria me falle.
Al menos eso suponía Sophia que Alexandra podría llevar entre sus cosas. Nunca se le hubiese pasado por la mente que una joven tan dulce como la sirvienta de Fye se encargara de darle alguna cosa que la fuera a enfermar más de lo que estaba, pero… Sophia era demasiado ingenua. Hubiese creído en la bondad hasta de un ladrón.
La joven miró a Vergilius algo apenada, pues sabía que su primo tenía cosas mucho mas importantes que hacer que cuidar de ella tan lejos de Roma. Sentía que sólo era una carga en ese momento y la vergüenza la inundaba por ser tan egoísta de sentirse feliz por estar con él cuando había muchas más personas que probablemente lo necesitaban.
- Gracias por estar aquí conmigo, Vergilius. – Dijo mirándolo desde donde estaba sentada, sonriéndole con sinceridad. Era todo lo que le podía decir pues por mucho que se sintiera mal de ser egoísta, no le hubiese podido decir que la dejara sola y partiera a Roma. Momentos como ese en que ambos podían disfrutar de la compañía del otro no pasaban con frecuencia entre ellos.
Sophia por su lado se había convertido en la imagen viva de su propia madre, que en algún momento había sido la joya del imperio, casada con uno de los hombres más ricos de toda Roma. Aun así, la mujer había sido siempre feliz… había criado a sus hijos alejados de toda la violencia, la decadencia y la política romana, dejando que sus hijos crecieran con libertad, y eso había acontecido con Sophia. La joven era un ejemplo de virtud y modales de la tradición romana, no había maldad alguna en su corazón, tal vez… eso podría haber sido un defecto al ser tan ingenua en muchos asuntos y no darse cuenta si alguien la quería lastimar o utilizar. Tal vez su madre debió enseñarle antes de morir la forma en que a veces hay que ser astuta en la vida para sobrevivir. Si su madre hubiese visto en lo que se había transformado con el pasar del tiempo y la actitud de Fye con ella, no hubiese estado feliz. Que Sophia reprimiera su corazón libre por naturaleza por hacer a su hermano mayor feliz, le habría causado un gran pesar. Por ello, a pesar de que Sophia y su madre eran muy parecidas físicamente, no lo eran en temperamento, pues Flavia vivió siempre su vida como ella lo deseo, y Sophia… Sophia vivía para hacer al resto feliz, aunque significara sacrificar su propia felicidad y ocultar su tristeza siempre con una gran sonrisa.
Por su parte Vergilius había crecido también. No había en el rasgo alguno de su padre físicamente hablando… pero tenía la misma tranquilidad y coraje para hacer lo que fuera que tuviera que hacerse por Roma. Había pasado de un niño travieso a un joven serio y distante… y ahora que era prácticamente un hombre se mostraba con todos frío pero nunca altanero ni grosero, era a diferencia de la mayoría de sus primos bastante educado y hasta humilde, limitándose solo a servir a Roma. Pero son Sophia sonreía… lo cual para la joven era un preciado regalo. Lejanos estaban los días en que ambos recorrían los valles jugando a las escondidas, o bañándose en los esteros jugando ahogarse mutuamente, o incluso el dolor de la muerte de Octavius… hecho determinante para el cambio en la personalidad de Vergilius. Sophia no podía dejar de preguntarse como sería su primo en ese momento si Octavius nunca hubiese caido en batalla. Tal vez sería como Solomon enfocado en el imperio y sus políticas, o como Richard alguien que no se preocupaba de nada excepto divertirse, o incluso como Fye.. ajeno a todo el mundo y la política, sólo cumpliendo con lo necesario para mantener las relaciones con los demás acordes a él. Era difícil encontrar una respuesta, pero Sophia pensaba que si Vergilius habría sido más feliz, tal vez con menos preocupaciones sobre sus hombres.
Apoyó su cabeza contra el pecho de Vergilius, suspirando aliviada de que Vergilius no la hubiese creído loca por lo que acababa de decir. No era si quiera la primera vez que pasaba, seguían pasándole cosas que no podía explicar y aquello la ponía un tanto inquieta. La forma en que Gelum había congelado todo, la sensación de muerte que la rodeaba desde esa noche en que había visto en sus sueños un papel sobre una espada desaparecer al viento volviéndose cenizas… la forma en que Manigoldo le hablaba sobre una habilidad de repeler a la muerte que ella no sabía poseía. Todas esas cosas, solo eran augurios de que algo grande estaba por pasar y no era necesariamente algo bueno. De pronto se dio cuenta que entraba a esa cabaña en los brazos de Vergilius a lo cual sólo sonrojo…
En Roma era una tradición de las parejas recién casadas que el novio levantara a la novia y la hiciera entrar en sus brazos bajo la puerta luego de la simulación de secuestro. Ahora que lo pensaba… se habían dado todas las condiciones antiguas, de la forma de matrimonio ancestrales, para que ellos se consideraran casados (Obviamente que no era ese el caso, pues en la actualidad no se consideraba un matrimonio valido si el pater no consentía en él, y Fye jamás habría consentido en algo así.) Por ello Sophia había ruborizado, sin saber si Vergilius se había dado cuenta de lo que acababa de hacer cuando la depositó en una silla. La joven se arregló la manta que llevaba encima y miró al frente esperando que su primo terminara de revisar el frasco que Alexandra le había dado. Su primo miraba la infusión con tanta sospecha que Sophia no pudo evitar reir y taparse la boca con sus manos juguetonamente para no ofender a Vergilius.
- Es solo una infusión de hierbas famosa en el Valle Dulce, Vergilius. – Dijo Sophia poniendo sus manos sobre sus piernas con cuidado con una enorme sonrisa en su rostro. – Mamá solía hacerla cuando me enfermaba, no lo recuerdo porque era muy muy pequeña, pero Fye me lo ha contado. Es famosa entre las personas de la Villa, es sólo miel, manzanilla y unas gotas de limón. Creo… a menos que mi memoria me falle.
Al menos eso suponía Sophia que Alexandra podría llevar entre sus cosas. Nunca se le hubiese pasado por la mente que una joven tan dulce como la sirvienta de Fye se encargara de darle alguna cosa que la fuera a enfermar más de lo que estaba, pero… Sophia era demasiado ingenua. Hubiese creído en la bondad hasta de un ladrón.
La joven miró a Vergilius algo apenada, pues sabía que su primo tenía cosas mucho mas importantes que hacer que cuidar de ella tan lejos de Roma. Sentía que sólo era una carga en ese momento y la vergüenza la inundaba por ser tan egoísta de sentirse feliz por estar con él cuando había muchas más personas que probablemente lo necesitaban.
- Gracias por estar aquí conmigo, Vergilius. – Dijo mirándolo desde donde estaba sentada, sonriéndole con sinceridad. Era todo lo que le podía decir pues por mucho que se sintiera mal de ser egoísta, no le hubiese podido decir que la dejara sola y partiera a Roma. Momentos como ese en que ambos podían disfrutar de la compañía del otro no pasaban con frecuencia entre ellos.
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Re: Going To Home¡¡¡
El General seguía dando una minuciosa inspección a la pequeña botella. Sophia era una criatura tan pura e inocente que no sospecharía ni un sólo atisbo de maldad por parte de las personas empleadas por Fye, pero para su suerte él no compartía ese mismo rasgo de sentir confianza en cualquier persona. Podría tratarse de un simple remedio casero o de algún tipo de veneno, así de suspicaz estaba siendo el joven, pero era de esperarse cuando iba a administrar esa medicina a alguien tan importante para él. Aunque aquella jovencita rubia se viera tan dulce y carente de maldad bien pudo haber sido un acto, había conocido personas como ella antes y sabia de lo que un ser aparentemente bueno era capaz de hacer.
Pero también estaba siendo algo paranoico, lo reconocía. ¿Qué motivos podría tener Alexandra para darle algo que pudiera hacerla enfermar? Al no poder contestar esa interrogativa Vergilius no le dio más vueltas al frasco y se frotó los ojos con las yemas de los dedos. Suponía estar tan cansado que su cuerpo lo estaba traicionando, haciéndolo sacar deducciones apresuradas sin ningún fundamento. Todo lo que había hecho para poner a Sophia bajo techo le era indiferente, únicamente quería que ella se pusiera mejor.
Aún no sabía que tipo de mal había caído sobre Sophia; pues no estaba tan mal antes del extraño incidente que ocurrió en el exterior. Ahora se debatía si había sido la decisión más acertada haberle negado irse junto a la sirvienta. Si algo le llegaba a pasar a su prima él no podría hacer mucho, solamente estar junto a ella y darle palabras de aliento para que no dejara que una enfermedad patética la venciera. Lo peor de todo es que la joven, aun en su estado de enfermedad, prefería estar con él en lugar de regresar a la civilización y ser tratada por algún especialista. Eso lo hacía sentir culpable, e impotente. No poder hacer otra cosa que no fuera esperar a que el padecimiento de Sophia dejara de aquejarla.
Él quería seguir abrazado a ella, refugiándola en sus brazos mientras apoyaba su cabeza sobre su pecho, una vez más. Estaba tan estancado en sus pensamientos que sólo la voz tenue de su prima pudo sacarlo de ese estado de estupefacción. Le afirmaba que aquello que sostenía en su mano sólo era un brebaje inofensivo, no algo nocivo para la salud como había creído. Suspiró, echando la cabeza hacia atrás, como si estuviera aliviado de no tener que seguir pensando en que podía estar por ofrecerle un mal embotellado.
-Entonces deberías beberlo...- hizo una pausa mientras le daba la espalda. -Yo siempre estaré ahí para ti. No tienes que solicitarlo, lo haría aunque fuera contra tu voluntad, teniendo en mente sólo lo que es mejor para ti y no otra cosa.-
Caminó tres pasos para quedar al lado de la silla en la que descansaba el cuerpo de Sophia, y luego, poniéndose en cuclillas para quedar a la altura de la pelirroja, acarició una de las mejillas rosadas de su prima, notando que habían recobrado su tono normal. -Te ves mucho mejor ahora.- expresó con una voz tranquilla y reconfortante, pero conservando su semblante poco expresivo. Con su mano libre colocó el frasco sobre el regazo de la chica, esperando que ella lo bebiera. -Tú eres mi prioridad, lo demás puede esperar.- musitó apacible.
Pero también estaba siendo algo paranoico, lo reconocía. ¿Qué motivos podría tener Alexandra para darle algo que pudiera hacerla enfermar? Al no poder contestar esa interrogativa Vergilius no le dio más vueltas al frasco y se frotó los ojos con las yemas de los dedos. Suponía estar tan cansado que su cuerpo lo estaba traicionando, haciéndolo sacar deducciones apresuradas sin ningún fundamento. Todo lo que había hecho para poner a Sophia bajo techo le era indiferente, únicamente quería que ella se pusiera mejor.
Aún no sabía que tipo de mal había caído sobre Sophia; pues no estaba tan mal antes del extraño incidente que ocurrió en el exterior. Ahora se debatía si había sido la decisión más acertada haberle negado irse junto a la sirvienta. Si algo le llegaba a pasar a su prima él no podría hacer mucho, solamente estar junto a ella y darle palabras de aliento para que no dejara que una enfermedad patética la venciera. Lo peor de todo es que la joven, aun en su estado de enfermedad, prefería estar con él en lugar de regresar a la civilización y ser tratada por algún especialista. Eso lo hacía sentir culpable, e impotente. No poder hacer otra cosa que no fuera esperar a que el padecimiento de Sophia dejara de aquejarla.
Él quería seguir abrazado a ella, refugiándola en sus brazos mientras apoyaba su cabeza sobre su pecho, una vez más. Estaba tan estancado en sus pensamientos que sólo la voz tenue de su prima pudo sacarlo de ese estado de estupefacción. Le afirmaba que aquello que sostenía en su mano sólo era un brebaje inofensivo, no algo nocivo para la salud como había creído. Suspiró, echando la cabeza hacia atrás, como si estuviera aliviado de no tener que seguir pensando en que podía estar por ofrecerle un mal embotellado.
-Entonces deberías beberlo...- hizo una pausa mientras le daba la espalda. -Yo siempre estaré ahí para ti. No tienes que solicitarlo, lo haría aunque fuera contra tu voluntad, teniendo en mente sólo lo que es mejor para ti y no otra cosa.-
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Vergilius- Dios/a
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