(Cemeterio abandonado) Laberinto de tumbas de piedra

Cuarto post de la defensa

Especialidad: Predominio sobre la vida

Helena corrio con todas sus fuerzas, ahora sabía que las osamentas seguirían el línea recta buscándola y es entonces cuando ellas caerían sin remedio en el hoyo que les había preparado. Por unos segundos se sintió contenta de poder disfrutar de algo de calma, por lo menos sus piernas podrían descansar de tanto trajín; una vez que se calmó un poco observó lo que podía del laberinto, al fin las nubes dejaron al descubierto la luz de la luna y le permitían ver el sito en el que se encontraba.

Una grandes paredes de piedra estaban delimitando el lugar, en el suelo había tres varas de cemento que le llamaron la atención, y como lo del suceso del mármol había sido algo bastante raro e inusual, la joven hija del soldado decidió tomar la vara con una sola mano y comprobó que ciertamente tenía una fuerza que antes no había mostrado tener.

-Esto es raro... Algo que comí me ha dado fuerza? Será que tomé alguna poción mágica?- Helena cerró los ojos al escucchar la explosión de la osamente a lo lejos, al parecer su plan no había fallado y ahora podía estar tranquila hasta el amanecer, por lo menos eso creyó, hasta que la voz anterior otra vez habló a sus espaldas.

-Muy bien pensado linda... La amazonas de Abel siempre deben ser muy listas y ágiles, por lo cual yo tendré que ponerte otra prueba más.

La voz guardó silencio y una brisa corrió trayendo el olor a muerte a sus fosas nasales, la joven rubia miró hacia el lado derercho y vio una columna de lápidas de piedra, de la última de las columnas salió la mano de un muerto, y luego de pocos segundos el cuerpo entero del mismo, y así poco a poco los muertos comenzaron a salir.

-Esto debe ser una broma- dijo la hermosa joven bastante molesta mientra corría sin rumbo por el laberinto, pero no podía pensar bien porque cada vez que ella doblaba por una esquina se encontraba con un muerto caminando lentamente hacia ella, y en lo que iba del camino iba usando su vara de piedra para romper las cabezas de esos zombies tratando de atraparla; una luz llamó la atención al final del camino, y una figura parecida a la de su padre le llamó la atención, estaba realmente confundida y por unos segundos pensó que entre tantos esqueletos y muertos, talvez los dioses le habían mandado a su padre para salvarla.

-Papá! Esperame!- Helena reventó unos cuantos muertos más y corrió hacia donde estaba su padre, pero al doblar la esquina lo perdió, y lo vió más lejos, entonces también corrió hacia el, y así siguió mucho tiempo más hasta llegar al fin a la salida del laberinto encontrándose con la laguna que solía estar un poco cerca del cementerio de los soldados, y al otro lado de la laguna vio la figura de su padre, solo tenía que cruzar para poder estar con él.

Narro/ hablo/ Voz de la armadura que no hace nada aún XD

Mmm...así que esta es la primera parada de los gusanos? Me pregunto si de verdad este lugar tiene algo que destacar. Simplemente es un cúmulo de polvo, piedras y huesos viejos. dije en voz baja, caminando con confianza en dirección a la entrada de un viejo cementerio que hace algún tiempo atrás había dejado de ser de alguna utilidad para los ciudadanos del Imperio. Quien hubiera pensado en semejante arquitectura caótica para un lugar de reposo de osamentas y restos humanos por igual bien podría considerarse un desquiciado: armar un laberinto en una de las entradas y hacer que este condujera hacia la zona principal de descanso de los muertos (o al menos así lo parecía) era estúpido. Que esperaba la persona que había diseñado el sitio? Matar a los visitantes para agregarlos a la vasta colección que había más allá? Dejar muertos de hambre a los vagabundos que quisieran un momento de paz en la zona? Fuera cual fuera la razón…era una tontería.

Las paredes del laberinto se elevaban al menos unos tres metros por sobre el polvoriento sueño marrón oscuro, estando manchadas en algunos puntos y rasgadas en otros. El profundo gris mate de las piedras esculpidas en forma rectangular apiladas unas sobre otras y pegadas con una pasta de fórmula solo conocida (e importante) para los esclavos de mano de obra barata contrastaba con el rojo del cielo en la hora del crepúsculo. Las nubes se mecían suavemente con la ligera brisa y se revolvían con pereza al chocar unas con otras…el ambiente por sí mismo era sumamente deprimente, pero para mi objetivo era ideal. Guiándome por nociones básicas de dirección y por el sentido común pasé el primer tramo de pasillos cubiertos por manchas mohosas o por parches de pasto verde amarillento que en cuestión de días moriría sin falta, llegando así a un camino que iba en perfecta línea recta hacia la salida de tan simple trampa…un juego de niños para alguien dotado con una inteligencia superior a la de las ratas que se habían perdido y perecido en el lugar (la visión de uno que otro esqueleto era prueba suficiente). Sin más retraso continué recorriendo la locación.