Cementerio abandonado (Tumbas de los soldados romanos)

Una vez dicho esto su padre desapareció y Helena pudo ver que todo estaba normal, y lo más importante aún, ya estaba amaneciendo y estaba bastante cansada por lo que decidió regresar a su casa, eso sí dejando el vellocino en su sitio, porque el mismo era de su padre; ya no escuchaba la voz aterciopelada, supuso que era porque la prueba había concluido, no entendía bien de qué iba todo eso, pero por ahí comprendía que era la amazona de un dios al que no había visto jamás. Esperó que por lo menos ese dios tuviera la delicadeza de aparecer frente a ella, o por lo menos dejarle una pista para que lo buscara, fuera como fuera ya era tarde y la joven hija del soldado decidió regresar a su casa para descansar.

Imagen del fantasma del padre de Helena

Spoiler:

Tumbas de soldados, eh? Un lugar triste…e innecesario. dije con voz arrogante y un tanto siniestra. Por fin había llegado al sitio que se encontraba más allá del estúpido laberinto pobremente diseñado que actuaba de antesala para un cementerio olvidado por lo que parecían ser década en la vida del Imperio Romano. Aquel sitio en el que ahora me encontraba era accesible después de atravesar la no tan compleja serie de pasillos cercados por semejantes muros de piedra que se alzaban a más de tres metros de altura aproximada y subiendo unos pocos escalones maltrechos y rotos. La explanada que tenía ante mi era enorme y parecía imposible que semejante lugar estuviera ubicado en las cercanía del Río Tíber…otro saco de incoherencias que echar al granero de estupideces del ingeniero dedicado a ubicar el descanso de los cadáveres en un sitio accesible; ahora era más que obvio el porque había sido abandonado: estando tan cerca del río, las filtraciones podía llegar a hacer estragos si se sobrecargaban las tumbas. Las incidencias naturales (tales como animales salvajes, derrumbes, deslizamientos, lluvias e inundaciones) sumadas a las humanas (tal cual el mal uso de los elementos y herramientas, cavar tumbas donde no era propio y finalmente, la pereza y el desacato a seguir una normativa propia y adecuada) simplemente hacían que el lugar fuera una bomba de tiempo. El sitio tenía su encanto, a pesar de todo eso. Los enormes monumentos de piedra que apuntaban al cielo y las lápidas coloreadas de un negro azabache proyectaban una tristeza como ninguna otra…seguro los dolientes se postraban y lloraban sus penas, descargando sus sentimientos heridos y muertos para pasar el luto de una forma que no dañara más sus almas rotas por la pena y el dolor. La distribución de las tumbas sin embargo, no era práctica: estando tan cercanas las unas a las otras y usando semejantes pedruscos para las lápidas y representación física de los epitafios hablados tanto pensados por los seres que aún mantenían el hálito de la vida, impedían que de cierta forma los cadáveres tuvieran cierta privacidad que todos merecían…se nacía solo en el mundo y solo se moría, aún con la familia, amigos y amantes, era una verdad inescapable…semejante forma de tratar las tumbas era irrespetuosa y por ende…era algo que manchaba mi propio orgullo. De hecho, manchar mis botas pisando tal terreno ya era una ofensa gravísima…

No merecen consideración, gusanos. dije en tono terminante con un gesto de mano…no había sido interesante, no había sido de valor ni edificante…solo era un relleno, pasar por aquel cementerio no había aportado nada a mi vasto conocimiento y lo único que había sacado de todo aquello había sido…que las caminatas en solitario por el crepúsculo eran de cierta forma, agradables.