Caravana a Egipto

Había pasado un lapso de dos días, tras haber dejado las afueras de roma y respectivamente la figura de su olvidada hermana menor. Alessa estaba en un estado de deshidratación por tanto caminar y un poco famélica viendo con hambre desesperada a su compañera de travesía, más se aguantaba por el hecho de que le respetaba.

De repente sus pies flaquearon y se mecieron hasta no mas poder resistir el peso de la mujer y así sucumbía sobre el suelo, Alessa caía abruptamente golpeándose el rostro haciendo que su nariz se fracturada y de aquellos dos orificios nasales sangre emanara, suspirando y gritando de desesperación, se dio la media vuelta y se quedo fija mirando el cielo, hasta que la danza oscilante de las nubes la hizo despejarse de su ir y quedarse sin lucha aluna dormida, tendida en medio del camino.

Un sacudón que provocaba que se golpeara la cabeza la hizo despertar, dándose cuenta que estaba sobre un montón de paja comprimida, sentándose vio como las piedras se movían o eso fue lo primero que redujo la desubicada mujer… pues aun estaba un poco dormida. Ladeo el rostro y vio una vasta cantidad de seres humanos mixtos que esbozaban una sonrisa y un tanto alegaban de la suerte que tenían. Rascando su ojo derecho la mujer se quedo sentada pues sobre en una carreta en movimiento se mantenía.

Despees de un largo tiempo de silencio vio como aquel medio de transporte se detuvo, generando que la mujer diera un gran salto y saliera de aquel cajón de madera, comenzó a caminar al frente y vio que era un joven como de unos veintidós años quien movía la carreta, con una sonrisa el jovenzuelo le dijo todo lo que había pasado y por que Alessa estaba en medio de aquella situación que ni ella sabia… tal parecía que se había quedado dormida y que aquella caravana mercantil la encontró, el joven se había conmovido y la levanto para así esperar que despertaba…y ahora que Alessa estaba en sus cincos sentido tan solo agradeció y cuestiono hacia donde se dirigía aquella masa, por lo que el joven contestaba con una mesura que irían al puerto romano rumbo a Egipto…
Los ojos de la infrahumana brillaron, ya que que su suerte había cambiado erariamente pues estaba perfecto aquel encuentro, por lo que pidiendo el permiso de seguir ocupando su carreta, la jovencita se sentó esperando llegar al puerto romano para así continuar con su travesía de encuentro…