[Isla Kanon] - Puerto

3er Post Ataque Débil – Especialización

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El puerto de Isla Kanon era realmente curioso y bastante diferente a lo que eran los habituales lugares de atraco que caracterizaban a Roma, al menos eso visto desde la perspectiva de Aspros, ex-senador y gemelo de Cambre. Para el peliazul la vivacidad y el ánimo que despedían todas las personas que caminaban tranquilamente y de vez en cuando cargando pesados fardos y carretillas con mercancía era admirable…el lugar parecía una extensión más de villa Rodorio y para las percepciones del romano eso era más que suficiente. Seguía sintiéndose a gusto con su situación actual.

Ayudando a su guía a descargar la carreta por el lado más amplio del puerto, el particular dúo se dirigió a la primera zona que conformaba aquella ala del pueblo autóctono de la isla. La calle principal por la cual ahora marchaban encima de la carreta y tirados por la fiel monta del rechoncho mercader era enorme, haciendo que un regimiento de soldados romanos fácilmente pudieran ir de un lado a otro sin encontrarse con ningún obstáculo que interfiriera con su paso…eso claro, en caso de que hubiera alguna legión en el lugar, era un supuesto que al gemelo de Cambre no le gustaría comprobar al haber conocido los métodos con los cuales trabajaban los militares de su nación, o al menos, no le interesaba que le pasara a una localidad de tal vida como lo era aquella. Observando como las casas estaban distribuidas específicamente para permitir el paso y el aparcamiento de varios vehículos de mercadeo sin que nadie tuviera que atravesarse innecesariamente, el peliazul dirigió la vista hacia la enorme montaña que desprendía una humareda que no habría podido observar en ningún otro sitio. Para él, el ver el volcán por primera vez desde el barco había sido un ligero golpe a la consciencia debido a la majestuosidad y la imponente presencia que ejercía sobre cualquier que los observara de manera prolongada…pero ahora no solo eso hacía mella en su mente, había algo que parecía llamarlo, que lo incitaba a escalar y llegar al borde del cráter para así observar algún tipo de tesoro escondido en medio de lo que fuera que hubiera allí…lo que eventualmente llevó al romano a voltear la cabeza para preguntarle a su rechoncho compañero algo que llevaba inquietándole desde el momento en que había considerado las posibilidades que tenía entre manos.

Mmm...una pregunta….que hay en el cráter del volcán? inquirió Aspros, con un semblante algo serio.

Roca derretida muuuuuuuuuuuuuuy caliente, porque? respondió el mercader, quien como ya era usual se encontraba masticando un pedazo de paja reseca sin demasiado interés.

Tan solo…se me ocurrió preguntar. dijo el peliazul, devolviendo la mirada hacia la montaña. Es normal que eche tan humo?

Sí...pero creo que estaríamos cerca de una erupción. Debemos terminar cuanto antes nuestros asuntos para marcharnos de aquí…no quiero arriesgarme a quedar hundido bajo un montón de fuego mezclado con piedra regurgitada por la tierra. comentó el mercader, con cierto tono de aspereza en su voz…algo que no fue de mucha ayuda para lo que pensaba el ex-senador en aquellos instantes. Un rincón de su mente empezaba a susurrarle una sugerencia atractiva y peligrosa…una sugerencia que al no saber exactamente que podía encontrar más allá, podría resultar ciertamente fatal…

Pero esa misma voz dentro de su cabeza le recordó que días atrás, el había podido evadir la muerte dos veces seguidas al haberse dado cuenta de su potencial y de allí, explotarlo hasta el límite. Si pasaba algo tan solo debería repetir esa hazaña y si de algo estaba seguro en aquellos instantes, era que lo lograría…pasara lo que pasara. Entornando los ojos con seriedad, Aspros ya había tomado su decisión final sobre aquel asunto en particular.

Un ligero estruendo fue lo único que se escuchó antes de que el pilar de humo aumentara su grosor y advirtiera que algo estaba por acontecer en la afamada isla…Mmm... con la larga melena ondeando al viento, el gemelo de Cambre observó la montaña con cuidado antes de resoplar y dejar que la carreta entrara al distrito residencial con el traqueteo al que se había acostumbrado.

El día había pasado realmente rápido, de la tarde había llegado la noche y de allí las horas pasaron velozmente hasta que nuevamente el sol se alzaba en una mañana despejada y carente de sacudidas y peligros de erupciones inminentes. Ya que ahora no había nada de que preocuparse, el rechoncho mercader y Aspros, el ex-senador y gemelo de Cambre ya habían salido de la posada para cumplir con la encomienda que debían llevar a cabo y de allí, se dirigirían hacia el puerto para tomar el primer barco que saldría en dirección a la costa greca para que regresaran a la Villa Rodorio.

Hacer los encargos y entregas de la mercancía no les llevó demasiado tiempo, de hecho, más se tardaba el mayor del dúo hablando con todos y cada uno de sus clientes que llevando el heno y los fardos el interior de todas y cada una de las casas. El recorrido los llevaba de un rincón a otro del distrito residencial de la Isla Kanon, para finalmente dejarlos en la zona adyacente al puerto y a la zona de carga de otro grupo de mercaderes (menor que el del viaje anterior) quienes esperaban a que el barco estuviera listo para partir mientras daban unos últimos toques a todos los arreglos que debían atender antes de zarpar.

Y bien, cual es el plan cuando lleguemos a Rodorio? preguntó el compañero del peliazul, con los brazos cruzados mientras masticaba un pedazo de paja como ya era usual en su persona.

La verdad...tendré que ausentarme un poco cuando regresemos, espero que no le moleste no contar con la ayuda extra. respondió Aspros, mientras apoyaba su peso en la parte trasera de la carreta mientras esbozaba una sonrisa despreocupada.

Por supuesto que no…pero la idea es que no te olvides de pasar de vez en cuando, puede que necesite un poco de esos bracitos de aristócrata romano. replicó finalmente el otro, arqueando una ceja.

No necesitas preocuparte. terminó Aspros oyendo el grito del avizor del barco, quien indicó que era hora de partir hacia el continente. Pues bien, en marcha. y así ambos hombres se separaron de sus respectivos lugares de apoyo para iniciar a caminar en dirección a la embarcación.