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[Isla Kanon] Costa
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[Isla Kanon] Costa
Cuando la morena pisó la arena, suspiró profundamente, le sentaba bien dejar el mar, odiaba navegar, si se quedaba en el "camarote" se sentía encerrada, asfixiada, si salía se sentía mareada y con una sensación rara, sabía nadar perfectamente, pero el verse totalmente rodeada de agua, nunca le gustó...
Paseó un rato por el puerto, simplemente disfrutando la sensación de tierra firme bajo sus sandalias y cuando al fin estuvo satisfecha de aquella tranquilidad, se dirigió a los comercios en el puerto, parecía la zona más "animada" de la isla, compró algunas provisiones, como si fuese a dar un paseo, siempre ha confiado en que la selva le proveerá lo que necesite.
Charló un poco con los mercaderes, no por socializar, si no por saber que decían los locales acerca de aquel volcán, después preguntó por una posada y caminó con toda la tranquilidad del mundo hacia el sitio que le indicaron.
El lugar lo atendía una anciana, con sus dos hijos, Felia pagó unas monedas de plata por el cuarto y fue a la planta alta de la cabaña; entró a la habitación, cerró la puerta, dejó caer su bolso cerca de la cama y abrió la ventana, aspirando profundamente el aroma de la jungla, mezclado con el toque salado de la brisa marina, luego se dejó caer en la cama por un momento, hasta que la sensación de su piel sudorosa y un tanto pegajosa tras varios días en aquel navío, se puso de pie y dejó caer sus delgadas prendas, alcanzando la fuente de agua en una esquina de la pieza, se lavó la cara y luego comenzó a lavar su piel minuciosamente, cuando al fin terminó, se dejó caer de nuevo en la cama, esperando que el viento fresco que se colaba por la ventila la secara, mientras se quedaba dormida.
Paseó un rato por el puerto, simplemente disfrutando la sensación de tierra firme bajo sus sandalias y cuando al fin estuvo satisfecha de aquella tranquilidad, se dirigió a los comercios en el puerto, parecía la zona más "animada" de la isla, compró algunas provisiones, como si fuese a dar un paseo, siempre ha confiado en que la selva le proveerá lo que necesite.
Charló un poco con los mercaderes, no por socializar, si no por saber que decían los locales acerca de aquel volcán, después preguntó por una posada y caminó con toda la tranquilidad del mundo hacia el sitio que le indicaron.
El lugar lo atendía una anciana, con sus dos hijos, Felia pagó unas monedas de plata por el cuarto y fue a la planta alta de la cabaña; entró a la habitación, cerró la puerta, dejó caer su bolso cerca de la cama y abrió la ventana, aspirando profundamente el aroma de la jungla, mezclado con el toque salado de la brisa marina, luego se dejó caer en la cama por un momento, hasta que la sensación de su piel sudorosa y un tanto pegajosa tras varios días en aquel navío, se puso de pie y dejó caer sus delgadas prendas, alcanzando la fuente de agua en una esquina de la pieza, se lavó la cara y luego comenzó a lavar su piel minuciosamente, cuando al fin terminó, se dejó caer de nuevo en la cama, esperando que el viento fresco que se colaba por la ventila la secara, mientras se quedaba dormida.
Felia- Status :
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Re: [Isla Kanon] Costa
Estaba algo entrada la noche, el clima refrescó bastante, pero aún era grato, sin embargo, para alguien que creció en un volcán, fue normal sentir un leve escalofrío que le enchinó la piel y la sacó de su sueño profundo. La mestiza se desperezó estirando sus extremidades y arqueando la espalda como haría un gato, abriendo y cerrando los dedos de sus manos como si fuese a sacar las garras, emitió un leve sonido como si fuese un ronroneo y lentamente abrió sus ojos celestes.
Se puso de pie, miró por la ventana, la luna llena refulgía cual espejo de blanca plata y bañaba el volcán dándole un aire espectral y a la vez hipnotizante; el colmillo derecho de Felia asomó por sus rojos labios cuando torció una media sonrisa, luego se giró sobre sus propios pies haciendo volar su larga melena azabache en el aire y buscó su equipaje.
La enorme mujer sacó un traje de cuero negro y armadura metálica con un diseño un tanto peculiar en tonos dorados, unas botas de piel y un faldón del mismo material, con remaches de bronce, unas grebas de gruesa piel, un par de brazaletes y se miró en el espejo de latón que estaba en una esquina del cuarto junto a la palangana y no pudo evitar reír. Parecía una guerrera griega... nadie habría sospechado de su crianza en la India. Guardó las vaporosas prendas que usaba antes, así como las sandalias, escondió el monedero entre la pechera y salió a caminar, no tenía prisa, aún a pesar de ser impulsiva, su instinto le decía que esta vez, la paciencia tendría una interesante recompensa, llámenlo intuición femenina, o golpe de suerte, pero algo la hizo contener la ansiedad de ir a enfrentar a Kanon.
Lo miró como una presa, así que decidió rodearlo, acecharlo y acercarse poco a poco hasta poder lanzar un certero zarpazo a su corazón, así que mientras comía una manzana, paseaba por la villa, ahora silenciosa y dormida, apreciando el lugar por sí mismo, sin el bullicio de la gente.
Se puso de pie, miró por la ventana, la luna llena refulgía cual espejo de blanca plata y bañaba el volcán dándole un aire espectral y a la vez hipnotizante; el colmillo derecho de Felia asomó por sus rojos labios cuando torció una media sonrisa, luego se giró sobre sus propios pies haciendo volar su larga melena azabache en el aire y buscó su equipaje.
La enorme mujer sacó un traje de cuero negro y armadura metálica con un diseño un tanto peculiar en tonos dorados, unas botas de piel y un faldón del mismo material, con remaches de bronce, unas grebas de gruesa piel, un par de brazaletes y se miró en el espejo de latón que estaba en una esquina del cuarto junto a la palangana y no pudo evitar reír. Parecía una guerrera griega... nadie habría sospechado de su crianza en la India. Guardó las vaporosas prendas que usaba antes, así como las sandalias, escondió el monedero entre la pechera y salió a caminar, no tenía prisa, aún a pesar de ser impulsiva, su instinto le decía que esta vez, la paciencia tendría una interesante recompensa, llámenlo intuición femenina, o golpe de suerte, pero algo la hizo contener la ansiedad de ir a enfrentar a Kanon.
Lo miró como una presa, así que decidió rodearlo, acecharlo y acercarse poco a poco hasta poder lanzar un certero zarpazo a su corazón, así que mientras comía una manzana, paseaba por la villa, ahora silenciosa y dormida, apreciando el lugar por sí mismo, sin el bullicio de la gente.
Felia- Status :
Aprendiz de Aspros
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Re: [Isla Kanon] Costa
Continuó su caminata por largo rato y finalmente desvió sus pasos de vuelta a la costa, pero no al puerto, si no a la playa solitaria y aprovechó para tomar un baño más en forma. Nadó por un rato en las embravecidas olas de la marea alta, sintiendo como si el golpe del agua contra su cuerpo, le ayudara a destensar sus músculos, se rió de sí misma por lo mal que la dejaban los viajes en barco. Cuando al fin estuvo relajada salió del agua y volvió lentamente a la posada, sigilosa para no despertar a nadie y se volvió a recostar a dormir, pues al día siguiente tendría que terminar los preparativos de su viaje hacia el corazón ardiente de aquella misteriosa isla.
Los primeros rayos de sol que se colaron por su ventana abierta la despertaron como una suave caricia de madre amorosa, sonrió por la calidez en su mejilla, se desperezó con esos movimientos felinos tan típicos de ella, se vistió el traje de batalla y bajó a desayunar algo. La posada era sencilla, sin grandes adornos, apenas un par de antorchas y lámparas de aceite para dar luz cuando no era suficiente la luz del sol que entraba por la ventana, el lugar estaba algo polvoriento por la arena que inevitablemente era traída por el viento y las pisadas de los clientes, se sentó pesadamente en una de las rústicas sillas talladas en troncos de palmeras y al poco tiempo se ganó las miradas extrañadas de los presentes pues de por sí se trataba de una mujer, inusualmente alta, de constitución robusta, fornida, ataviada como guerrera y no con la feminidad que uno espera de una dama, su mirada era arisca, viajaba sola, sus movimientos eran algo toscos y comía bastante más que un hombre de su misma complexión, todo eso la convertía en una clase de espectáculo para los lugareños y los pocos viajantes que se quedaban un par de días antes de volver a zarpar; sin embargo, para Felia era algo totalmente normal, estaba acostumbrada a demasiado trabajo físico, sus entrenamientos iban más allá que una jornada de sol a sol, tenía que cazar su propia comida y el lugar donde vivía, había sido tallado en la roca por su tribu y cuando fue expulsada del templo, ella misma se había buscado una cueva para vivir, una cueva que como parte de su entrenamiento, estaba siendo labrada, por supuesto, el trabajo era apenas visible, y Môrvandú tenía milenios de trabajo en sus paredes, trabajos que aún hoy día continuaban; todas estas razones hacían de las amazonas de Sūrya kē Dila tuvieran ese tipo de cuerpo y consumieran esas cantidades de alimento, y claro, desde que Felia abandonó su hogar, se había acostumbrado a ser observada de esa manera... so, le molestaba, pero no era algo a lo que diera importancia.
Cuando terminó su desayuno, salió con rumbo a la villa y paseó largo rato por ella, conversando con la gente acerca de las leyendas del volcán, igual que el día anterior, compró unas botas, piedras de afilar para sus armas, yesca, pedernal y otros artículos que le habían faltado y que requeriría para su estancia en la indómita ladera del volcán, incluso compró algo de pan.
Los primeros rayos de sol que se colaron por su ventana abierta la despertaron como una suave caricia de madre amorosa, sonrió por la calidez en su mejilla, se desperezó con esos movimientos felinos tan típicos de ella, se vistió el traje de batalla y bajó a desayunar algo. La posada era sencilla, sin grandes adornos, apenas un par de antorchas y lámparas de aceite para dar luz cuando no era suficiente la luz del sol que entraba por la ventana, el lugar estaba algo polvoriento por la arena que inevitablemente era traída por el viento y las pisadas de los clientes, se sentó pesadamente en una de las rústicas sillas talladas en troncos de palmeras y al poco tiempo se ganó las miradas extrañadas de los presentes pues de por sí se trataba de una mujer, inusualmente alta, de constitución robusta, fornida, ataviada como guerrera y no con la feminidad que uno espera de una dama, su mirada era arisca, viajaba sola, sus movimientos eran algo toscos y comía bastante más que un hombre de su misma complexión, todo eso la convertía en una clase de espectáculo para los lugareños y los pocos viajantes que se quedaban un par de días antes de volver a zarpar; sin embargo, para Felia era algo totalmente normal, estaba acostumbrada a demasiado trabajo físico, sus entrenamientos iban más allá que una jornada de sol a sol, tenía que cazar su propia comida y el lugar donde vivía, había sido tallado en la roca por su tribu y cuando fue expulsada del templo, ella misma se había buscado una cueva para vivir, una cueva que como parte de su entrenamiento, estaba siendo labrada, por supuesto, el trabajo era apenas visible, y Môrvandú tenía milenios de trabajo en sus paredes, trabajos que aún hoy día continuaban; todas estas razones hacían de las amazonas de Sūrya kē Dila tuvieran ese tipo de cuerpo y consumieran esas cantidades de alimento, y claro, desde que Felia abandonó su hogar, se había acostumbrado a ser observada de esa manera... so, le molestaba, pero no era algo a lo que diera importancia.
Cuando terminó su desayuno, salió con rumbo a la villa y paseó largo rato por ella, conversando con la gente acerca de las leyendas del volcán, igual que el día anterior, compró unas botas, piedras de afilar para sus armas, yesca, pedernal y otros artículos que le habían faltado y que requeriría para su estancia en la indómita ladera del volcán, incluso compró algo de pan.
Felia- Status :
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Re: [Isla Kanon] Costa
Luego de un día de compras, y una tarde y noche tranquilas en la posada, así como de un largo y plácido sueño nocturno, se levantó con los primeros rayos del alba, había tenido un sueño extraño, mucho, que le dejó varias cosas en que pensar, pero decidió reflexionar en el camino.
La joven de cabello negro y ojos azules, recolectó todo su equipaje y se lo colgó al hombro, luego pagó su cuenta en la posada y salió de allí, comiendo una manzana como era su costumbre. Avanzó cruzando el pueblo rústico y descuidado, Kanon no era un sitio popular por lo que su economía estaba bastante deteriorada. Con pasos lentos pero firmes, disfrutando el panorama y el clima, poco a poco, recorría las calles empedradas y saludaba con una sonrisa a los locales que la miraban haciendo apuestas sobre cuanto tardaría en huír sobre sus pasos o se preguntaban que motivo podría tener una mujer de belleza aceptable para vestir semejantes fachas y "descuidar" su cuerpo dejando que se llenara de músculos, además de no poder adivinar un motivo para adentrarse a un lugar del que hombres "fuertes" no han salido vivos.
La joven de cabello negro y ojos azules, recolectó todo su equipaje y se lo colgó al hombro, luego pagó su cuenta en la posada y salió de allí, comiendo una manzana como era su costumbre. Avanzó cruzando el pueblo rústico y descuidado, Kanon no era un sitio popular por lo que su economía estaba bastante deteriorada. Con pasos lentos pero firmes, disfrutando el panorama y el clima, poco a poco, recorría las calles empedradas y saludaba con una sonrisa a los locales que la miraban haciendo apuestas sobre cuanto tardaría en huír sobre sus pasos o se preguntaban que motivo podría tener una mujer de belleza aceptable para vestir semejantes fachas y "descuidar" su cuerpo dejando que se llenara de músculos, además de no poder adivinar un motivo para adentrarse a un lugar del que hombres "fuertes" no han salido vivos.
Felia- Status :
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