[1º Fecha] - Hades v/s Hester

Hades rey del Inframundo vs Hester, diosa Hera


ESCENARIO - CAMINO DE LOS DIOSES




MODERADOR









DATOS DE HADES




Def. +5

Defensa - Muralla Infernal

AD - Resurrección (500)
(Quien reciba este ataque deberá descontarse -8 de defensa por 3 turnos. Si tu cosmo pasa los 45, quien lo reciba no podrá atacar por 3 turnos al la paralisis casi absoluta.)

AM - Revolución de la Naturaleza (1000)
(Quien reciba este ataque deberá descontar -300 HP por 3 turnos. Si la utilizas con cosmo 35+ podrás aumentar su daño en +15%)

AF - Extracción de alma (2000)
( Si tu dado ataque es 10, y tu cosmo supera los 47, separarás el alma del cuerpo de tu enemigo, ganando inmediatamente el combate si éste no se defiende.
Si sólo consigues cosmo 42+, separarás el alma del cuerpo de tu oponente, y éste no podrá atacar ni defenderse, pero podrá volver a su cuerpo si obtiene cosmo 40+.)

DATOS DE HESTER





Def. +5

Defensa - Cosmos de Magnificencia
(Si tu cosmo pasa los 40, podrás devolver el 20% del daño bloqueado.)

AD - Ave Mística (500)
(Al limitar los movimientos, el que reciba este ataque deberá descontar -8 de defensa por tres turnos.)

AM - Corona de la Reina (1000)
(Si lo realizas con cosmo 40+ puedes agregar +20% al daño final de tu ataque.)

AF - Jardín Decadente (2000)
(Si tu cosmo supera los 40 esta técnica sólo se podrá evitar con defensa 110+)

El deseo del rey del inframundo había hecho que tomara el cuerpo de Vergilius nuevamente, aunque estaba ya acostumbrado a dejar al General vagar por el mundo sin su supervisión debido a lo aburrida que le parecía la época. Apareció en el sendero de los dioses, portando su intimidante armadura de color oscuro como la misma noche y con destellos metálicos que simulaban ser estrellas titilantes en medio de la negrura. El cabello del dios había crecido demasiado desde que entró en aquel lugar, como pasaba siempre que tomaba posesión del hijo del César, como una cascada color azabache. Ahí había percibido la presencia de Hera, lo había convocado ahí, un cosmos de gran magnificencia como el que sólo la consorte de Zeus podía poseer. No sabía lo que querría, pero más le valía que fuera bueno. Una de las mariposas doradas llegó donde el hombre de largo cabello negro.

Una de las mariposas palpó el hombro de la deidad inframundana, lo que provocó que esbozara una leve sonrisa al ver a esa débil manifestación del cosmos de la reina de los dioses. Si tan interesada estaba en encontrarlo él iba a facilitarte la búsqueda. Se transportó hacia ella, apareciendo justo enfrente mientras machacaba a la alimaña que había enviado a localizarlo.-Hera… ¿Cuál es el objeto de esta reunión?- Preguntó curioso, pero sin dejar se emitir esa aura maligna que le caracterizaba. Después de todo era el señor de los infiernos.

Tal vez el hacer un acercamiento tan repentino no había sido tan buena idea, para tampoco deseaba perder tiempo. Después de destruir aquella mariposa con el poder de su cosmos, el cual controlaba mucho mejor que Hera, la reina lanzó un ataque hacía él. No entendía, primero lo citaba ahí y luego lo atacaba de esa forma cobarde. Definitivamente esa niña todavía estaba verde para contener el alma de la reina de dioses.

-Vaya, ¿sólo para esto?- Musitó mientras arrancaba las plumas que se habían alojado sobre su cuerpo cual estacas. No fue un ataque poderoso, por lo que era fácil de repeler. Nada más que rasguños y leves heridas, típicas de una niña. Escuchó con interés lo que la mujer tenía que decir, parecía que tenía problemas maritales con su pareja mitológica. Bueno él, no era el mejor ejemplo de lo que era ser un buen esposo, pero al menos su consorte no era una potencial amenaza. Koré sólo era una simple flor, bella, pero fácil de pisotear.

-Ya tienes mi atención. Continua.- La alentó, abrazando la propuesta, aparentemente. La espada del dios apareció en su mano, sólo para devolverle cualquier ofensiva que intentara.

Emitió una risa socarrona mientras alzaba su mano en un movimiento rápido para así abrir una brecha de color rojo que partió aquel espació, interponiéndose entre él y el ataque de la mujer de cabellos azules. Debía reconocer que iba mejorando, pero todavía le faltaba mucho para poder compararse con él en poder. No por nada era uno de los tres dioses más poderosos de todos. De la luz roja nacieron un millar de demonios de tamaño reducido que rápidamente se fundieron para crear un escudo perfecto que el señor de la oscuridad uso para protegerse de las plumas cortantes.

-¿Y qué tal si no me place hacerlo?- Respondió el hombre. Ninguna niña iba a ir a darle órdenes. Aunque su propuesta era tentadora tampoco iba a dar a torcer el brazo. –Te propongo algo, si me “derrotas” en este pequeño combate te ayudaré sin chistar, tan sólo hazme sangrar y tendrás mi colaboración. Vas a necesitar toda la ayuda posible después de tu fracaso, y si yo fuera tú no contaría demasiado con el apoyo de Poseidón, ya que según escuche tiene sus propios problemas. Demuestra que no eres otra niña presuntuosa, ya que todas las diosas que han despertado en esta era no han hecho más que gimotear y dar pena, como cierta florecilla rebelde que conozco….- Comentó, haciendo otra obvia referencia a su consorte. Arrojó su espada hacia la ruptura, provocando que se cerrar y junto a ella se fueran las bestias escapadas del infierno. El arma regresó a las manos de Hades y con ésta apunto hacia Hera, preparado para la pelea.

El pelinegro lució una sonrisa mientras observaba la débil energía que iba a hacer usado para atacarle, tornándose en un ataque aparentemente peligroso que no representaba un verdadero riesgo para el dios. De nueva cuenta una horda de demonios violentos apareció, creando una barrera física que lo protegió en el último minuto, frustrando el intento de la mujer por dañarle. –Entiende que ese tipo de ataques serán inútiles contra mí, y no lo tomes como arrogancia. Conozco bien mis limitaciones y de lo que soy capaz. Mi pregunta es… ¿Conoces las tuyas? Te sugiero que pruebas con algo más potente.- Concluyó. No iba a dejarse vencer por una niña cuyo poder se le había subido a la cabeza. Podía ser una reina, pero para Hades no era más que otra mocosa quejosa. De la misma forma que Hera, el hombre hizo manar un cosmos, con la discrepancia de que el suyo era oscuro y tenebroso. De pronto un agujero negro se abría por debajo de ellos, revelando un terreno lleno de plantas, plantas carnívoras con afiladas filas de dientes, las cuales no esperaron para dirigirse hacia la diosa con el propósito de herirla de muerte. Éstas crecían de forma acelerada ya que se alimentaban del cosmos oscuro de Hades, el cual era ilimitado al tratarse del gran emperador del Inframundo.

Al ver como su ataque era disipado por Hera con tanta facilidad y un nuevo ataque era dirigido hacia él, el hombre optó por no defenderse. Quería probar cuánto poder era con el que contaba la actual encarnación de la diosa Hera. El ataque fue recibido, causando daños medianamente considerables en el monarca oscuro, pero éste no mostró eso.- Vas mejorando.- Comentó sin perder su elegante porte y voz siniestra. La diversión apenas estaba empezando. El comentario de Hera hacia su nuevo gusto por las plantas le causó gracia. Después de todo, si Koré había obtenido mandato sobre el Inframundo al volverse su esposa, por qué él no tendría algo de su influencia tras eras como pareja? Los cabellos de Hades se ondulaban debido a su creciente energía. Estaba acumulando poder para lanzar su siguiente ataque. Si Hera creía que le había ganado, estaba muy equivocada. El juego daba inicio. Sin embargo esperaba que el molesto hijo del César no fuera a interferir.

El hombre permaneció quieto, sien permitir que las palabras de Hera lo mermaran. Iba a dejar que tuviera el control de las cosas por un rato más. Entre más alto subían, más dolorosa era la caída.- ¿Athena? Si alguna vez he perdido contra ella es porque me aburrí de sus tonterías o porque simplemente lo vi como una perdida de tiempo. A veces dormir es bueno… pocas épocas son interesantes, ¿sabes? Pero si sabes que nunca hago un despliegue de todo mi potencial en esas batallas y por eso ella me termina sellando.- Murmuró el hombre. La sola mención de Athena fue algo que más que desagradarle le causaba risa. Como decía la mujer, muchas veces se había contenido y casi parecía que él mismo se saboteaba.

Observaba la forma en la que sostenía su báculo. Si quería atacarlo debería hacerlo pronto. De lo contrario él podía perder la paciencia y embestirla con un poderoso ataque. Quizá ella era la reina del Olimpo, pero ciertamente conocía las capacidades de su hermana. Sólo sabía que Zeus había hecho una pésima elección al tomarla como esposa, considerando su temperamento, el cual no difería mucho del de esa chiquilla a la que sentía más presente que a Hera, caso contrario al suyo ya que Vergilius todavía estaba dormitando en su interior.