Montañas de Algodón

por Ayem Jue Abr 12, 2012 11:35 am

Una temperatura por debajo de los -165º, un manto blanco, y sube como algodón, las hojas de los arboles aun conservaban un poco su color verde, y los animales ya avían mudado su pelaje por uno blanco para camuflaje arce con el entorno, los rayos del sol aunque intensos no hacían efectos, unas montañas de algodón.
Después de varios días caminando, por la playa y el bosque, avía llegado ayem, a la montaña, su caminata era lenta y suave, más el frio no le ayudaba mucho para moverse y menos con rapidez en medio de la espesa nieve. Moviéndose lo las rápido que podía iba subiendo la montaña, su movimientos eran muy lentos, como si pesara 10 veces más de lo habitual, mirando hacia el cielo, y quedándose impresionado por el cielo despejado, eso no le gustaba seguro que la noche sería terrible, afincándose, con el mango de su espada, trababa de agilizar un poco el paso, pero era inuit él, pero tendría que seguir su camino sin importar que ocurriera, las horas pasaban y el joven no avía avanzado muchos kilómetros.
Pero es que esta montaña no tiene fin…
La noche comenzaba a caer, y el sol a desaparecer, el manto blanco, paso a ser un manto azulado, por la oscuridad, y el joven apenas estaba llegando a la sima de la montaña ahora solo le faltaba la mitad por recorrer pero más fácil ya que era en bajada, buscando un buen sitio para bajar, pasaron las horas y ya era de noche, un suelo un poco nublado y una luna media, eran las acompañantes del joven, suspirando por el camino que le tocaba, tuvo una idea, y cogió su espada, y se dirijo hacia un árbol que se encontraba a pocos metros de él. Y cine filo de la espada, corto varias ramas, y saco dos pedazos de corteza del árbol, más o menos de un tamaño considerable, finas pero largas. Arrancando un pedazo de su camisa, comenzó a sacarle el hilo con que estaba tejida, y comenzó amarrar las hora y ramas como una especie de zapato, con su espada le hizo varios huecos a los pedazos de corteses, y con un poco de hilo, pudo sujetar las especies de botas a la corteza, colocando su espada en espalda, se puso las botas con las cortezas, y celas amarro firme y fuertemente. Poniéndose de pie cogió las dos ramas que le sobro y las enterró en la nieve y con sus fuerzas y las ramas cogieron impulso y salió disparado por ese lado de la montaña. Sorteando como podía los árboles y rocas, usaba las ramas para tomar direccionarse, sonriendo, bajaba a gran velocidad, pero una tormenta de nieve se interponía en el camino del joven.
Parece que esta noche no llegare al final de la montaña, esa tormenta se acerca rápidamente.
Agachándose lo más que pidas y usando su fuerzas tomaba cada vez más y más impulso y más velocidad, ahora esquivar cualquier cosa que se le atravesara sería imposible o casi imposible, tomando una giro de 60º, se introdujo en una cueva, de hielo puro, donde todo el trayecto fue fácil, pero saliendo de este avía un abismo, el cual cogió ayem de sorpresa, 4 metros de distancia, cerrando sus ojos y sonriendo, espero al gran salto, que dio en pocos segundos cayendo al otro lado, rompiéndose las zapatillas por el impacto, y rodando varios metros, gracias aquel impacto.
Llegue vivo, ahora a continuar.
Parándose como podía, al pie de la montaña sonería, porque justo el llegando al pie de la montaña y la tormenta haciendo dueña de la montaña, respirando suavemente, y descansando unos minutos continuo su camino, sonriendo y esperando encontrar las respuestas.