Posada [habitación de Basch]

Por fin había llegado a la villa que había visto a lo lejos, sin dudarlo me adentre en ella con una mirada indiferente.
La gente pasaba por mi lado sin mirarme; era mejor así, lo único que en verdad deseaba en ese momento era un buen descanso y hasta el momento no encontraba un lugar para eso, lo cual me extraño considerando el reducido tamaño de la villa.
En una de esas calles solitarias me encontré con un anciano
-*Oye muchacho, te veo distraído, si sigues así los vándalos te desvalijarán.*-
Mi mirada de dirigió hacia él cuando me dio su advertencia a lo que yo le respondí secamente
-*Puedo defenderme solo.*-
Me disponía a seguir mi camino cuando el viejo volvió a hablarme
-*Hey muchacho, tranquilo tranquilo, veo que eres nuevo acá y yo, como el representante de esta villa, no puedo dejarte vagar solo por ahí. Entra mi amigo, entra y charlemos un poco, seré viejo pero puedo ayudarte.*-
El anciano me convenció, y sin decir más, entre a su casa.

El interior de la casa era acogedor, la paz parecía haber encarnado en ese sencillo anciano, a pesar de no tener grandes lujos su casa se veía increíblemente bien mantenida y con una estética que muchos aristócratas envidiarían.
*-Jejejej bienvenido, me llamo Clark, el representante de esta villa, ¿Estás cómodo muchacho?, si me permites la intromisión ¿Qué te trae a esta aislada villa?-*.
Apenas me senté en un suave sofá, el anciano disparó una pregunta directa, no perdía el tiempo.
*-Mucho gusto, me llamo Basch-*.
Dije haciendo una humilde reverencia.
*-En cuanto a mi motivo...bueno, solo soy un viajero que quiere ir a Roma, he oído que se puede hacer buen comercio allá.-*
Quería mantener mi verdadera meta en secreto, todo había pasado tan rápido que aún no lo asimilaba del todo y menos lo compartiría con un anciano desconocido. El anciano se remojó los labios para añadir.
*-Jejejeje he vivido demasiado hijo, tanto, como para darme cuenta que estás mintiendo; tu cabello fue cortado hace muy poco, se nota por los pequeños pelos en tu ropa, con la daga que llevas colgando en el cuello tal vez; esto demuestra que quieres cambiar tu aspecto ya que estás huyendo de alguien, ¿verdad?.-*
Luego el anciano adquirió una mirada más penetrante.
*-Tu mirada es oscura, albergas un maligno deseo en tu corazón, no tengo idea cual será pero solo te pido que te lo pienses mejor... es mucha carga para un jovencito como tú.-*
El anciano no lo hacía nada mal, dedujo los acontecimientos tal cual como ocurrieron, simplemente alcé un poco una ceja ante la teoría del viejo y luego me puse serio frente a su comentario del deseo maligno.
*-Si es muy pesado o no...es algo que yo decidiré. Con permiso, voy a descansar-*
Dije en un tono frío mientras me recostaba en el sofá, cerré mis ojos con el ceño fruncido, por alguna razón el comentario de ese viejo me dejó molesto.

Me desperté temprano al día siguiente, el anciano parecía no estar en casa por lo que decidí irme sin decirle adiós. Quizás era mejor así, lo importante ahora era llegar a Roma a toda costa.
Le escribí un mensaje explicándole que me iba y agradeciéndole sus cuidados y hospitalidad, sin embargo, un trozo de papel en la mesa llamó mi atención; lo abrí: " El puerto de la ciudad se encuentra en el oeste, te recomiendo ir antes de las 3:00 PM ya que un barco a Roma zarpará a esa hora. Suerte en tu misión muchacho!".
{Jeje... anciano ridículo} Pensé, tomé todas mis cosas y me apresté a salir del hogar del anciano. Era un día soleado, demasiado quizás, ninguna brisa se dejaba sentir en el aire {Será un viaje lento... mejor, así podré reorganizar mis ideas y crear un buen plan}.
Teniendo mi destino fijado, me dirigí al puerto con determinación, al llegar a Roma las cosas se pondrán cada vez más difíciles pero mi deseo de venganza me permitiría sortear cualquier obstáculo.