[Villa Vallis Mellitus] Habitacion de Fye

La joven rubia llegó a la habitación de Fye ahora sí, al fin estaba en su objetivo, pero ahora tenia a la sirvienta pisándole los talones, era como tener a un insecto molestando en su oído, y la verdad ya estaba cansándose de tantas cosas que le estaban pasando, como si ella quisiera cometer un crimen, apostaba que si estuviera queriendo cometer un crimen seguro le saldrían las cosas a pedir de boca; entrando a la habitación del joven hombre al que quería ver frente a frente dejó las sábanas en donde le indicó la mujer, y luego de dejarlas en su sitio salió y con los ojos llorosos le dijo a la jefa de las sirvientas con tono resentido:

-Esto es suficiente! Yo quería trabajar en este lugar pero usted me hace la vida imposible... Yo no quiero seguir así!- Helena puso las manos en puño y salió corriendo llorando, la verdad que tenía que admitirlo, la joven era muy buena actriz, y ahora que ya sabía dónde estaba la habitación del joven Fye la joven podría llegar por la ventana hasta su interior, ya que vio a qué lado del jardín de la villa daba la ventana, y como no quería seguir perdiendo su tiempo lo mejor era que hiciera ese teatro bien hecho.

-Señora sepa usted que es una persona insoportable, y que si quiere que las demás le obedezcan debe dejar se ser tan odiosa! No entiendo como el señor Fye puede tener sirvientas tan mal genio!

-Cómo te has atrevido a ser tan insolente!-Dijo la sivienta haciendo aspavientos de forma grosera, poniéndose tan roja que su cara parecía un tomate maduro a punto de estallar.- No tendrás nunca trabajo en este lugar, y si puedo en ningún otro!

-Bueno pues al cabo que ni quería- dijo Helena preguntándose cómo esa sirvienta actuaba así sin siquiera conocerla, no se explicaba qué era lo que llevaba a esa mujer a pensar que ella era una sirvienta que requería entrenamiento por parte de ella.- Usted está loca! Ahora gracias a usted no podré estar tranquila durante todo el día, y me ha obligado a romper en llantos!

Una vez quie dijo esto Helena corrió perdiéndose por los pasillos llegando a la cocina y saliendo de la misma con su canasta en la mano, de modo que se dirigió a los jardines, o a alguna parte de los viñedos, todo dependía de cuanto corriera y de donde se detuviera; no le importaba haber tenido que recurrir a un método que demostraba tanta debilidad, porque su deseo por ver al joven de cabellos rubios, era más fuerte que cualquier cosa en el mundo.

Helena despertó escuchando un ruido muy fuerte y al parecer venía de una de las habitaciones contiguas, acontecía algo fuera de lo normal, eso era evidente, pero la cosa era determinar qué era lo que pasaba, y dado que ese era el caso no podía quedarse bien dormida en ese lugar, era un absurdo; por unos segundos temió por la vida de su ángel encarnado en ese cuerpo humano de figura perfecta y sin pensarlo dos veces se incorporó y trantando de pensar qué hacer empezó a caminar de un lado a otro viendo como el sol ya había dado paso a la luna reina de la noche.

-Cielos parece que ahora no podré verlo... Mi madre se preocupará si me quedo toda la noche en este lugar- Helena buscó en la oscuridad un tintero y una pluma, luego tomó un pergamino y con letra perfecta aunque algo desviada por la oscuridad escribió:

"Fye yo que estado esperando por tí para verte, puesto que me cansé de solo observarte de lejos, pero presumo que estás ocupado así que vendré otro día, por favor no te olvides de mí, porque yo tampoco me olvido de tí."

Una vez que escribió la carta la puso en la canasta con el asado y la dejó en medio de la cama, luego destrancó la ventana para salir por ella y dirigirse hacia el lugar del escándalo, sólo se cercioraría de que su príncipe divino no estuviera en el lugar del tumulto y se marcharía para regresar otro día a verlo; total ya estaba comprobado que sus planes eran sencillos y eficientes, así que no perdió ni una oportunidad, sino que más bien ganó una porque ya conoció la casa de su ángel rubio.

-Fye... Yo te aseguro que regresaré a verte- Helena se puso en el filo de la venta y sacó la mitad de sus piernas para luego sacar lo que restaba de su cuerpo y antes de irse mandó un beso al aire esperando que en algún momento se quedara flotando en ese lugar y se chocara contra los labios de su amor platónico al entrar.

Primer post del ataque débil:

Maestría: Elemento fuego.

Helena llegó a la habitación de Fye, estaba bastante ordenada como la última vez y al parecer nadie entró jamás a ese lugar, cerró la puerta tras sí y se adentró hasta el cuarto del joven amo de esa casa, encendió una antorcha y encontró el asado lleno de hormigas, se había hechado a perder, y ni si quiera el joven por el que tanto hacía cosas se había atrevido a leer la nota por lo menos; bastante asqueada por ver las condiciones del asado la joven soltó la nota y tomó la botella con el licor, bien sabido era por ella misma que no bebía para nada, pero estaba tan mal que no podía evitar sentir deseos de hacerlo, así que usando la misma fuerza de antes la joven sacó el corcho de la botella y se bebió media botella de un solo sintiendo como el licor raspaba su garganta, una vez que se cansó de tal bebida dejó la botella en el piso y se costó en la cama de Fye mientras pensaba:

-Pero qué tonta! Cómo vas a pensar que el iba a molestarse en ver eso? O siquiera comer algo tan vulgar? Míralo, no se compara en nada a las comidas que le sirven en este lugar, para nada es lo que un hombre como el comería, por lo que no vio nada, porque sencillamente tú no eres nadie, si fueras una sirvienta obvio lo hubiera comido.

Esto que la joven escuchaba en su mente no era su pensamiento en si, era algo más, era sencillamente la manifestación de un ser que apareció frente a Helena, una mujer igual a ella de cabellos negros que la miraba burlándose de ella. Con asombro Helena se puso de pie y se acercó a ella pero esta apareció detrás de ella iluminando más el lugar.

-Pero mira nada más como le has hecho? Ya hiciste un desastre... Crees que eres digna siquiera de mirarle?- Helena escuchó estas palabras mientras veía el rostro de su amor platónico. NO lucía para nada feliz y era más frío de lo normal, una tristeza profunda invadió su corazón, se sentía tonta y miserable.

-Vete de una vez así serás más útil has para el. Para nada sirves, ni para ser su sirvienta- Dijo otra vez la voz de esa mujer haciendo que Helena se deprimiera más, pero al ver como esa mujer ser burlaba de ella al acercarse a besar a Fye ahora en los labios una nueva ira se apoderó de ella y sin pensarlo dos veces se puso de pie sintiendo como una energía en forma de remolino de viento salía disparada hacia la mujer que prentedía ser ella.

-Quien eres tú?- Preguntó la chica de los cabellos dorados mientras se daba la vuelta para verla.

-Yo? Yo soy quien está a la altura del Señor Fye.- Cuando la mujer dijo esto ante el asombro de Helena el ángel que tanto amaba apareció al lado de esa mujer quien lo abrazó mientras miraba Helena con odio y luego le dio un beso en la mejilla para provocar a la hija del soldado quien sólo retrocedió chocando con la canasta del asado, tropezando y haciendo romper así un costoso florero que estaba en un velador del cuarto de Fye.

-Mira nada más si eres una tonta, vete no más. Nunca lo podrás ver porque tu para el no existes.- dijo la mujer de cabellos negros haciendo que Helena se sintiera inútil y miserable, entonces poco a poco su corazón se puso triste y la desolació se instaló en su alma. Observó el rostro de Fye, no se veía nada feliz, pero su tristeza duró hasta que la mujer que prentendía ser ella se acercó para besar otra vez a Fye en sus labios, esto hizo que Helena se pusiera de pie muy molesta y una energía en forma de un remolino de fuego salió en dirección a la mujer, quien Helena creyó muerta, motivo por el cual salió corriendo de la habitación cerrando la puerta para irse por un pasillo y pensar en lo sucedido.

Narro/ hablo/ pienso/ Voz de la imaginación de Helena.

Una vez más Helena entró al cuarto de Fye esta vez por la ventana, pero antes de ello se aseguró de mirar bien si había alguien adentro, al parecer no había nadie que pudiera hacer alarma de nada, fue entonces cuando la hija del soldado tomó valor y entró a la habitación de su amor platónico, todo estaba oscuro así que volvió a encender una de las antorchas que había en ese lugar, para buscar a la mujer que estaba ahí y decirle unas cuantas cosas pero no había nadie; lo único que se podía ver en ese lugar era la presencia del hollín en una de las paredes por donde había estado la mujer.

-NO está aquí, no hay rastros de sangre, ni nada, acaso me estoy volviendo loca?- Helena buscó la canasta donde antes estuvo el asado y al fin la encontró, pero no encontró lo más importante. La nota que ella había dejado para Fye con tanto cariño y tanto amor, esa en la que decía iba a conocerlo porque así se lo había propuesto; la chica de cabellos rubios estaba más que decidida a dejar la misión de verle, porque pensaba que eso no tenía más sentido ya; sin embargo algo le llamó la atención mientras se bebía casi la mitad de la botella de vino, algo o alguien esta respirando detrás de ella y había rodeado su cintura con sus manos en un gesto un tanto cariñoso, un perfume delicioso invadía sus fosas nasales, aquel perfue que siempre solía llevar todos los días su ángel bajado el olimpo, su amor platónico, Fye.

-Quien es?- Dijo esta vez con más energía mientras dejaba la botella en una especie de aparador que estaba cerca, sintiendo la respiración de ese ser que estaba detrás de ella en todo su cuello. Al final luego de tanto silencio sea existencia se decidió a hablar, en un tono un tanto frío.

-Soy Fye, el hombre al que has venido a buscar y al que no le interesas, he venido a pedirte cariñosamente que te marches porque no te quiero ver aquí.

Helena escuchó cada palabra sintiendo ahora como ese ser se alejaba lentamente de ella, su respiración se volvió irregular y sus ojos se empañaron y unas saladas lágrimas empezaron a recorrer sus mejillas, estaba ahora más que decepcionada, había trabajado tanto por ver a ese humano tan creído y ahora el salía con algo como eso? No había lugar para esa actitud, por lo que al final la amazona resurgió dentro de ella y le hizo llegar a la conclusión de que el único que podía darse el lujo de hacerla sentir así era su deidad, porque el sí era perfecto, no un romano tonto e insignificante que se creía el sol del imperio; fue entonces así que la joven amazona se dio media vuelta y concentró su cosmos con furia haciendo que apareciera el tornado en su mano derecha, y luego de que este tomara su color rojo y su forma más grande lo lanzó hacia el rostro de Fye, si el se pensaba el sol de la existencia de los demás por la belleza de su rostro, ya estaba siendo la hora de que lo perdiera.

-HIja has hecho bien en atacarle, pero te has equivocado bastante, el no es el señor Fye, el es una ilusión creada por tu enemiga, esa mujer de cabellos negros- Dijo la voz de su padre dentro de ella mientras Helena miraba con asombro las marcas de ollín en las paredes del cuarto.

-Entonces... El no es real? Esa bruja fue no es así?- Helena caminó hacia la ventana aún no había amanecido y tenía tiempo para esperarle, fue entonces cuando tuvo la idea de que si se marchaba por unos instantes, y regresaba después encontraría a esa bruja.

-Una vez que la enfrente le dejaré en claro que yo no voy a irme sin ver al señor Fye y decirle lo que siento, no voy a rendirme, mi deidad quiere amazonas determinadas y perseverantes; precisamente es eso lo que soy y no me dejaré vencer- dijo la joven de cabellos rubios mientras salía por la ventana y se dirigía hacia los establos, quería perfeccionar su poder costara lo que costara, porque esa bruja no iba a darle cuartel, tenía muchos podereres, y ella quería demostrar tener más.

Narro/ Hablo/ Padre de Helena/ Falso Fye

Quinto post para el ataque:

Especialidad: Fuego.

Una vez más Helena llegó a la habitación de Fye, aún estaba afuera de ella tratando de mirar por la ventana, pero no veía la figura de nadie, la sola idea de que esa mujer se creyera mejor que ella y la intentara alejarse de el ángel encarnado al que tanto deseaba la ponía molesta, la llenaba de ira, era como si le hubieran escupido en la cara y de paso hubieran insultado a su madre; con una fuerza de voluntad enorme, y una valentía que no se había visto ni en su padre, la joven de cabellos rubios entró una vez más a la habitación de su amor platónico con el fin de encarar a esa mujer e incluso encarar a Fye, con tal de hacer que el se alejara de ella, no sabía como pero haría que el la amara y la desera tanto o más de lo que ella lo deseaba a él.

Con una agilidad más marcada, la futura amazona de Abel se adentró otra vez en la habitación de Fye usando la ventana como su puerta, ahora no había marcha atrás, esa mujer iba a pagar cada afrenta hecha en su contra ella, esa mujer no iba a ganarle y eso estaba más que claro; extrañamente esa habitación ya no estaba tan oscura como antes, y eso que el sol aún no había salido, algo habia cambiado en ese lugar, y era que las cosas como la cama o el velador ya no estaban, al parecer alguien habia ambientado el lugar para una pelea, cuyos fines fueran enfocados a la realización de una buena contienda sin el daño de las cosas materiales como conscuencia de ello.

Helena retrocedió un poco y miró el hollín en las paredes y en los adornos de madera, definitavamente su poder era enorme y si lo controlaba podría llegar incluso a ser mucho mayor, por lo mismo era que necesitaba pelear contra esa mujer.

-Así que has llegado en vez de huir como la cobarde que eres?- Dijo la voz de la mujer que Helena tanto odiaba por hacerse pasar por ela.

-Sí. He venido y es a matarte, no dejaré que tú estés a su lado, yo lo ví primero, y no descansaré hasta tenerlo conmigo.

Helena elevó su cosmos con rapidez, no tenía tiempo de andarse con juegos, esa mujer tenía que morir en ese lugar, pero ella no podía esperar que esa mujer fuera justa con ella, y tal como supuso ella la atacó a traición, pero Helena ya tenía prepara su defensa. El padre de Helena apareció entre destellos verdes y atrapó el ataque de su enemiga, quien había lanzado unos picos de hielo hacia ella, al final no quedo nada más que escarcha de hielo sobre el piso como recuerdo de ellos.

-Yo no voy a dejarte ganar- DIjo Helena un poco más decidida que antes y haciendo uso de su cosmos dio origen a su tornadito en la palma de su mano, este creció y Helena lo dirigió hacia la mujer de cabellos negros, la cual no pudo moverse mucho por el espacio reducido y recibió casi todo el impacto, quedando algo lastimada y con las ropas casi hechas añicos.

-No me parece justo ni prudente pelear aquí- dijo la chica rubia mirando el hollín de las paredes del cuarto- Te espero en las caballerizas ahí hay más espacio para que nuestra pelea sea más justa, yo no quiero pelear así.

Una vez dicho sto Helena salió por la ventana rápidamente, había logrado lastimar a su enemiga, ahora sólo deseaba poder vencerla pero no ese sitio que ya pronto se derrumbaría de seguir peleando ahí, quería ganarle en un campo abierto para deshacerse de su cuerpo inmundo cuando la matara.

Narro/ hablo/ Enemiga de Helena

La futura amazona de Fye entró al fin a la habitación de Fye, estaba algo cansada por todo lo sucedido en ese lugar, pero sabía que tenía que regresar a ee sito sólo para ver si de verdad ese hombre era su deidad, aún el no había llegado para nada a ese sitio asi que si quería saber verdaderamente si el era o no su deidad tenía que ir a buscarlo en vez de estarlo esperando por gusto, en teoría ella tenía que llegar a el si es que Fye de verdad era su deidad.

-Muy bien, se supone que tengo que encontrar algo aquí? Por qué mejor no voy a buscarle a é? Es más fácil y se pierde menos tiempo- Se quejó un poco la joven en voz baja, es que su deseo por verlo la quemaba por dentro y no la dejaba en paz, quería busarlo por cielo y tierra si era necesario, quería estar a su lado y mucho más ahora que sabía que el era su deidad; Helena suspiró y se agachó mientras tenía los tornaditos de color rojo en la palma de su mano y buscaba dejabo de la cama de Fye, pero no encontró nada en es lugar, por lo que la cazadora no tuvo más opciones que sentarse en la cama de Fye; estando ahí se vio en la tentación de pasar su mano por el sitio donde ella pensaba Fye había dormido, así que cerrando los ojos pasó su mano lentamente pensando en cada característica de Fye, cada parte de su rostro, sus ojos, sus labios que tanto quería probar, su perfecta pien que quería sentir encima de la suya, en fin ella pensaba en todo lo que era Fye, y en todo lo que el representaba para ella.

-Quiero ir a verlo- dijo la chica de cabellos rubios en voz alta, pero el cansancio pudo más, por lo que al final Helena no hizo mas que acostarse en la cama de Fye y cerrar sus ojos unos segundos para descansar, mientras lentamente se sumergía otra vez en el mundo de los sueños para encontrarse una vez más con su amor platónico y poder en sus sueños besarlo hasta cansarse como tanto deseaba hacer en la vida real, pero luedo de pocos minutos de descanso, la joven de cabellos rubios se puso de pie y salió de la habitación de Fye. Su fin era encontrar a ese hombre y no importa si tenía que recorrer toda esa villa, si incluso buscaba debajo de las tablas del piso, ese hombre iba a verla aunque fuera unos segundos y ella le confesaría su amor.