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[Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
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Sophia
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[Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Y ahí saltando en puntillas con sus sandalias en una mano y con la otra agarrando la capa de Ioros venía Sophia, cuidadosa de que nadie la viera entrar a su habitación por la ventana trasera. El trayecto al parecer para pasar desapercibida no habia sido nada facil y había tenido que trepar algunas enredaderas y arbustos puestos fuera de donde dormia como muralla de decoración, que en ese momento sólo le causaba problemas.
- Que frío… que frió…. Snifff…snifff… que frío…. ¿Quién me manda a andar bañándome antes del atarceder?... Achu!!
Se agachó arrastrándose por el marco de la ventana y lentamente subió su cabeza para comprobar que no había nadie en la habitación. No sabía si Fye había vuelto de Roma, y si la veía mojada y con la ropa sucia, no sólo se ganaría un sermón, sino quizás la volvería a encerrar en su cuarto como ya antes lo había hecho… por el tema de Vergilius. Si había ganado nuevamente su libertad para ir y venir por la villa, era exclusivamente porque su primo no estaba en Roma… pero quien sabía que cosas podrían ocurrir ahora que las Legiones habían vuelto.
Abrió con cuidado la ventana y esta rechizó con un quejumbroso sonido. Pasó una pierna por el marco y luego la otra, para caer al mármol frío. Comenzó por sobarse los brazos para entrar en calor mientras caminaba con toda rapidez al fuego en medio de su pieza para calentar el cuerpo. Dobló con cuidado la capa de Ioros y la puso a secar cerca del fuego mientras se iba quitando el resto de la ropa. Las telas que envolvían su cuerpo iban cayendo una a una mientras se sacaba los grandes aros que tenía y los brazaletes que adornaban su piel. Muy pronto quedó desnuda frente al fuego, mientras intentaba recuperar calor. Se envolvió en la alfombra de la piel de un tigre blanco que había bajo ella y se quedo mirando el fuego un momento. Cuando se sintió en suficiente calor y vio que su cabellera trenzada estaba seca, caminó hasta el espejo, se sentó frente a él y comenzó a cepillar su larga cabellera.
Pocos minutos más tarde entró una de sus sirvientas quien la ayudó a vestirse como cualquier gran dama Romana. Joyeria, telas finas, pelo tomado y adornado en joyas con y una gran flor amarilla en el tomate en que habína recogido su cabello, dejando visible su cuello.
- ¿Podrías mandar a lavar la capa que hay junto al fuego? – Preguntó mientras se ponía agua de rosas atrás de la oreja. – El señor Ioros me la ha prestado y creo que se ensució un poco. Cuando este lavada y sin arrugas, ponganla sobre mi cama por favor.
- Enseguida. – Respondió y salió de la habitación la sirvienta.
Ahí quedo Sophia mirándose al espejo… tal vez vería a Fye durante la cena… tal vez no. Por ella hubiese sido feliz comiendo frutas sobre su cama desnuda sin tener que ponerse tanta ropa y aquellos apretados cintos en su cintura, ni aquella joyería que solo le tiraba y apresaba el pelo… pero tambien sabía que ese era el actuar propio de una dama, era lo que se esperaba de ella… y haría todo por traer honor a su hermano Fye que cuando se le viera, se sintiera orgulloso de que el señor Fye tuviera una hermana que fuera tan agraciada y virtuosa. Nada la haría mas feliz que ello.
Era la imagen de perfección que debía dar y no había nada más que hacer que sonreír al espejo mientras empolvaba su rostro en talco, después de todo debía honrar no sólo a Fye y a Gelum… sino que a Vergilius.
Se puso de pie y todas las joyas que llevaba puesta hicieron un sonido bastante armónico, mientras caminaba a cenar junto al señor Ioros y tal vez algún otro miembro de su familia.
- Que frío… que frió…. Snifff…snifff… que frío…. ¿Quién me manda a andar bañándome antes del atarceder?... Achu!!
Se agachó arrastrándose por el marco de la ventana y lentamente subió su cabeza para comprobar que no había nadie en la habitación. No sabía si Fye había vuelto de Roma, y si la veía mojada y con la ropa sucia, no sólo se ganaría un sermón, sino quizás la volvería a encerrar en su cuarto como ya antes lo había hecho… por el tema de Vergilius. Si había ganado nuevamente su libertad para ir y venir por la villa, era exclusivamente porque su primo no estaba en Roma… pero quien sabía que cosas podrían ocurrir ahora que las Legiones habían vuelto.
Abrió con cuidado la ventana y esta rechizó con un quejumbroso sonido. Pasó una pierna por el marco y luego la otra, para caer al mármol frío. Comenzó por sobarse los brazos para entrar en calor mientras caminaba con toda rapidez al fuego en medio de su pieza para calentar el cuerpo. Dobló con cuidado la capa de Ioros y la puso a secar cerca del fuego mientras se iba quitando el resto de la ropa. Las telas que envolvían su cuerpo iban cayendo una a una mientras se sacaba los grandes aros que tenía y los brazaletes que adornaban su piel. Muy pronto quedó desnuda frente al fuego, mientras intentaba recuperar calor. Se envolvió en la alfombra de la piel de un tigre blanco que había bajo ella y se quedo mirando el fuego un momento. Cuando se sintió en suficiente calor y vio que su cabellera trenzada estaba seca, caminó hasta el espejo, se sentó frente a él y comenzó a cepillar su larga cabellera.
Pocos minutos más tarde entró una de sus sirvientas quien la ayudó a vestirse como cualquier gran dama Romana. Joyeria, telas finas, pelo tomado y adornado en joyas con y una gran flor amarilla en el tomate en que habína recogido su cabello, dejando visible su cuello.
- ¿Podrías mandar a lavar la capa que hay junto al fuego? – Preguntó mientras se ponía agua de rosas atrás de la oreja. – El señor Ioros me la ha prestado y creo que se ensució un poco. Cuando este lavada y sin arrugas, ponganla sobre mi cama por favor.
- Enseguida. – Respondió y salió de la habitación la sirvienta.
Ahí quedo Sophia mirándose al espejo… tal vez vería a Fye durante la cena… tal vez no. Por ella hubiese sido feliz comiendo frutas sobre su cama desnuda sin tener que ponerse tanta ropa y aquellos apretados cintos en su cintura, ni aquella joyería que solo le tiraba y apresaba el pelo… pero tambien sabía que ese era el actuar propio de una dama, era lo que se esperaba de ella… y haría todo por traer honor a su hermano Fye que cuando se le viera, se sintiera orgulloso de que el señor Fye tuviera una hermana que fuera tan agraciada y virtuosa. Nada la haría mas feliz que ello.
Era la imagen de perfección que debía dar y no había nada más que hacer que sonreír al espejo mientras empolvaba su rostro en talco, después de todo debía honrar no sólo a Fye y a Gelum… sino que a Vergilius.
Se puso de pie y todas las joyas que llevaba puesta hicieron un sonido bastante armónico, mientras caminaba a cenar junto al señor Ioros y tal vez algún otro miembro de su familia.
Sophia- Status :
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Caminaba rapidamente para llevar a la chica a la habitacion de Sophia, mientras caminaba la miraba como estaba insconciente y su cabeza era sostenida por mi brazo para que no dejarla colgando. No entendia por que habia tenido que hacer todo ese espectacula cuando le habia dado toda la confianza dejandola colocarse aquellas joyas y ropas tan preciadas. Cada paso que daba hacia que el cuerpo de la mujer se moviera algo mas pero no lo suficiente como para hacer que se despertara.
Aun habia mucho ruido en la casa y lo extraño tambien era que los sirvientes que se suponia que tenian que estar haciendo ahora su trabajo no estaban por ningun lado, pase por varios pasillos y no pude ver a ninguno. Todo eso me estaba dando una muy mala sensacion, los desastres se sucedian uno detras de otro... parece que la mala suerte acompañaba a Fye y a todo lo que le rodeaba.
Si te hubieras quedado escondida no habria pasado nada de esto...
Dijo un momento a la chica que estaba dormida, a partir de ahora no solo deberia descubrir a los culpables de que envenenaran a Gelum sino tambien por que esa chica era totalmente identica a Sophia, y todo para recuperar algo de la confianza de su hermana.
La habitacion de su hermana estaba delante y con el pie abrio la puerta dejando la ver la preciosa habitacion que tenia Sophia, todo un lujo para una señorita como ella... Fye se adentro y dejo a Saphire en la cama, tapandola para que no cogiera frio, se levanto y comenzo a mirarla intensamente.
Que deberia hacer contigo...
Muchas cosas se le pasaron a Fye por la cabeza, cosas que no serian muy agradables ni buenas para Saphire, la mano del rubio temblo y se adelanto hasta estar a varios centimetros del cuello de Saphire. Ahora con ella al descubierto como no queria que pasara todo se ponia en mi contra.. pero entonces una extraña sensacion me envolvio y una gota de sudor comenzo a caer por mi frente, trague saliba pues podia sentir la misma sensacion que cuando estaba al lado de Sophia... asi.. no podia matarla.
Te pido que no hagas mas locuras.
Fye retiro la mano y no llego a tocar a Saphire, no podia hacerlo. No podia por que habia una minima posibilidad de que ella fuera la hermana gemela de Sophia. Estaba practicamente seguro que era imposible.. pero aun asi habia una infima posibilidad de que si fuera hija de Flavia.
El gran hombre romano se levanto y dejo alli dormida a Saphire, ahora debia ir al comedor y acabar con todo ese griterio que habia, Fye estaba ultimamente bajo mucha presion y nadie sabia como iban a acabar los acontecimientos pues su paciencia se estaba acabando.
Aun habia mucho ruido en la casa y lo extraño tambien era que los sirvientes que se suponia que tenian que estar haciendo ahora su trabajo no estaban por ningun lado, pase por varios pasillos y no pude ver a ninguno. Todo eso me estaba dando una muy mala sensacion, los desastres se sucedian uno detras de otro... parece que la mala suerte acompañaba a Fye y a todo lo que le rodeaba.
Si te hubieras quedado escondida no habria pasado nada de esto...
Dijo un momento a la chica que estaba dormida, a partir de ahora no solo deberia descubrir a los culpables de que envenenaran a Gelum sino tambien por que esa chica era totalmente identica a Sophia, y todo para recuperar algo de la confianza de su hermana.
La habitacion de su hermana estaba delante y con el pie abrio la puerta dejando la ver la preciosa habitacion que tenia Sophia, todo un lujo para una señorita como ella... Fye se adentro y dejo a Saphire en la cama, tapandola para que no cogiera frio, se levanto y comenzo a mirarla intensamente.
Que deberia hacer contigo...
Muchas cosas se le pasaron a Fye por la cabeza, cosas que no serian muy agradables ni buenas para Saphire, la mano del rubio temblo y se adelanto hasta estar a varios centimetros del cuello de Saphire. Ahora con ella al descubierto como no queria que pasara todo se ponia en mi contra.. pero entonces una extraña sensacion me envolvio y una gota de sudor comenzo a caer por mi frente, trague saliba pues podia sentir la misma sensacion que cuando estaba al lado de Sophia... asi.. no podia matarla.
Te pido que no hagas mas locuras.
Fye retiro la mano y no llego a tocar a Saphire, no podia hacerlo. No podia por que habia una minima posibilidad de que ella fuera la hermana gemela de Sophia. Estaba practicamente seguro que era imposible.. pero aun asi habia una infima posibilidad de que si fuera hija de Flavia.
El gran hombre romano se levanto y dejo alli dormida a Saphire, ahora debia ir al comedor y acabar con todo ese griterio que habia, Fye estaba ultimamente bajo mucha presion y nadie sabia como iban a acabar los acontecimientos pues su paciencia se estaba acabando.
Fye- Dios/a
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
La cabeza le daba de vueltas, sus ojos aunque los quisiera abrir no podia, y despues de varios intentos por fin pudo abrir lentamente sus parpados. Pestañeo varias veces y trato de reconocer el lugar donde se encontraba, pues jamas lo habia visto o almenos no lo recordaba. Lentamente se apoyo con su antebrazo derecho y se logro incorporar, observo todo a su alrededor, estaba claro que se encontraba en una habitación , en la cama de dicho sitio, por lo que trato de recapitaular todo, dado que aun no entendia el por que estaba en aquella habitacion desconocida.
Recordado lo paso se dio cuenta que se habia desmayado en la habitacion de Gelum, al momento en que habia visto entrar a Fye. Rayos! no habia podido hablar bien con Sophia y peor aun Fye la habia visto ahi, ahora lo recordaba el por que se desmayo, pues esa mezcla de emociones ademas de que no pudo respirar la llevaron a eso, su desmayo.
Pero ahora, quien la habia traido hasta ahi?..quien?? habria sido Fye??, por que ahora recordando un poco, habia sentido un calor maternal, como el que le habian quitado de niña, cuando recien se habia desmayado y mas aun, ahora se le venia a la mente, imagenes muy tenues de un chico de cabellos rubios con un parche que la colocaba en una cama y que su mano temblaba, diriguiendose a su cuello, pero nunca alcanzo a tocarlo, despues dijo unas palabras, pero alcanzo a desifrarlas.
- Entonces si fue Fye el que vino a dejarme !!!!
dijo en voz baja, y algo sorprendida, pues jamas se habia imaginado aquello de Fye, pero seria verdad o solo fue producto de su imaginacion?...sinceramente no lo sabia, pero ahora se tenia que levantar de ahi y buscar a Sophia.
.
- Pero ahora...estara aun en aquella habitacion -se preguntaba, dado que no sabia cuanto tiempo se habia desmayado, sin embargo se levanto de la cama y camino a la puerta, pero hubo unos objetos que le interesaron mucho, ya que eran de una dama, podria ser que estaba en habitacion de Sophia?... -Hay ya dejate de pensamientos torpes... - se dijo a si misma mientras abria la chapa de la puerta y salia de la habitacion -
Recordado lo paso se dio cuenta que se habia desmayado en la habitacion de Gelum, al momento en que habia visto entrar a Fye. Rayos! no habia podido hablar bien con Sophia y peor aun Fye la habia visto ahi, ahora lo recordaba el por que se desmayo, pues esa mezcla de emociones ademas de que no pudo respirar la llevaron a eso, su desmayo.
Pero ahora, quien la habia traido hasta ahi?..quien?? habria sido Fye??, por que ahora recordando un poco, habia sentido un calor maternal, como el que le habian quitado de niña, cuando recien se habia desmayado y mas aun, ahora se le venia a la mente, imagenes muy tenues de un chico de cabellos rubios con un parche que la colocaba en una cama y que su mano temblaba, diriguiendose a su cuello, pero nunca alcanzo a tocarlo, despues dijo unas palabras, pero alcanzo a desifrarlas.
- Entonces si fue Fye el que vino a dejarme !!!!
dijo en voz baja, y algo sorprendida, pues jamas se habia imaginado aquello de Fye, pero seria verdad o solo fue producto de su imaginacion?...sinceramente no lo sabia, pero ahora se tenia que levantar de ahi y buscar a Sophia.
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- Pero ahora...estara aun en aquella habitacion -se preguntaba, dado que no sabia cuanto tiempo se habia desmayado, sin embargo se levanto de la cama y camino a la puerta, pero hubo unos objetos que le interesaron mucho, ya que eran de una dama, podria ser que estaba en habitacion de Sophia?... -Hay ya dejate de pensamientos torpes... - se dijo a si misma mientras abria la chapa de la puerta y salia de la habitacion -
Saphire- Dios/a
- Defensa :
Flor de Loto
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
La muchacha camino algo deprisa al momento en que entro ala villa pues no queria ser vista por alguien y detenerse a hablar un poco, su humor en ese momento no s elo permitia, por lo que llego muy rapido a la habitacion de Sophia, aun no sabia el por que pero se habia memorizado el camino, al menos ya no se perderia, por loq ue llego a la cama y se recosto boca a abajo y suspiro un poco para quedarse un poco dormida.
Paso poco tiempo cuando sintio que le faltaba un poco de oxigeno pues en esa posiciona cualquiera le falta aire, asi que se levanto y se esnto en la camino, y sintio de nuevo esas mismas sensaciones, en todo su cuerpo, por lo que se levanto y se miro en el espejo,
- Que es esto que me pasa???, de que se trata esto? habre comido algo para que me pase esto??....en realidad que es? -
hablaba al examinar todo su cuerpo con su vista, tal vez seria la ropa que tenia, penso....asi que abrio el ropero y saco otra muda de ropa, tal vez seria util tener algo mas comodo que esas ropas, por loq ue se cambio rapido y aun sentia esa misma sensaicion, asi que decidio ir a caminar un poco por los alrededores, cobvio sin ser vista, asiq ue tomo una capucha de color rojo
- Espero poder alcanzar a Fye cuando regrese... -hablo mientras se amarraba la capucha ys e ponia el gorro para despues ir a la puerta y abrir, para salir de ahi, miro la habitacion un poco y cerro la puerta, para luego suspirar y comenzar su camino, aun no sabia a donde iba, pero algo le decia que tenia que ir....
Paso poco tiempo cuando sintio que le faltaba un poco de oxigeno pues en esa posiciona cualquiera le falta aire, asi que se levanto y se esnto en la camino, y sintio de nuevo esas mismas sensaciones, en todo su cuerpo, por lo que se levanto y se miro en el espejo,
- Que es esto que me pasa???, de que se trata esto? habre comido algo para que me pase esto??....en realidad que es? -
hablaba al examinar todo su cuerpo con su vista, tal vez seria la ropa que tenia, penso....asi que abrio el ropero y saco otra muda de ropa, tal vez seria util tener algo mas comodo que esas ropas, por loq ue se cambio rapido y aun sentia esa misma sensaicion, asi que decidio ir a caminar un poco por los alrededores, cobvio sin ser vista, asiq ue tomo una capucha de color rojo
- Espero poder alcanzar a Fye cuando regrese... -hablo mientras se amarraba la capucha ys e ponia el gorro para despues ir a la puerta y abrir, para salir de ahi, miro la habitacion un poco y cerro la puerta, para luego suspirar y comenzar su camino, aun no sabia a donde iba, pero algo le decia que tenia que ir....
Saphire- Dios/a
- Defensa :
Flor de Loto
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Los pasillos de la Villa se veían grises. De hecho, todo el mundo a su alrededor se veía gris, sin colores, sin nada que realmente valiera la pena. Se podía escuchar un eco lejano de tiempos en los cuales esos mismos pasillos habían estado llenos de alegría con la sonrisa de Sophia presentes en ellos, con su corazón siempre feliz entregando esa sensación a todo lo que la rodeaba. Pero no en esa ocasión.
Hasta sus pasos sonaban sin vida. No había en ella su sonrisa, ni sus colores, ni nada que alguien pudiera identificar. Las criadas la veían pasar con caras de asombro y pena, nunca antes habían visto a Sophia así, tan triste... tan melancólica, tan muerta... esa era la palabra. Muerta. Era como si Sophia hubiese muerto en vida.
Abrió la puerta de su habitación, y a pesar de que había flores en ella, las cortinas estaban abiertas y el lugar era hermoso... no le alegró estar ahi. Se sentó sobre su cama, sin si quiera pensar en comer, beber o incluso asearse. Sólo quería desaparecer de todo, y todos.
- Vergilius... - Susurró, cerrando los ojos. Hasta cuando lo hacía veía esa mirada de odio que le había proporcionado.
El sonido de las aves había cesado en su mundo y lo unico que escuchaba era el desprecio de Vergilius una y otra y otra vez.
De pronto entró a la habitación Claudia, su sirvienta personal. La miró desde la distancia cabizbaja, pues era como si la tristeza de Sophia se expandiera por toda la casa.
- ¿Puedo traerle algo de comer Domina? - Le preguntó mirando el suelo.
- No. No tengo hambre. - Pensó para su interior que ojala no volviera a comer nunca. Así Pluton se la llevía rapido... era mejor estar muerta que vivir con ese dolor en su pecho. - Por favor, dile a Fye que... dormiré. No quiero verlo. No quiero ver a nadie. Sólo dile que Sophia pidió que le buscara un marido muy lejos de Roma. No quiero estar más en esta Villa en donde... en donde...
No pudo terminar su frase. A pesar de que no había emoción en su rostro, no podía llorar. Pero eso no significaba que su corazón no estuviese roto. Que su corazón no quisiera simplemente dejar de latir.
No quería estar en el lugar en donde tanto tiempo había pasando amando a Vergilius, en donde había amado cada día de su vida a su primo. Prefería desaparecer, casarse con cualquier hombre y estar lejos para siempre de los ojos de cualquiera que le pudiese recordar a Vergilius, a Roma, a su corazón. Morir en vida.
- Y si no lo encuentra, que me permita retirarme al templo de las Vestales. Eso sería... lo mejor para mi ahora.
Hasta sus pasos sonaban sin vida. No había en ella su sonrisa, ni sus colores, ni nada que alguien pudiera identificar. Las criadas la veían pasar con caras de asombro y pena, nunca antes habían visto a Sophia así, tan triste... tan melancólica, tan muerta... esa era la palabra. Muerta. Era como si Sophia hubiese muerto en vida.
Abrió la puerta de su habitación, y a pesar de que había flores en ella, las cortinas estaban abiertas y el lugar era hermoso... no le alegró estar ahi. Se sentó sobre su cama, sin si quiera pensar en comer, beber o incluso asearse. Sólo quería desaparecer de todo, y todos.
- Vergilius... - Susurró, cerrando los ojos. Hasta cuando lo hacía veía esa mirada de odio que le había proporcionado.
El sonido de las aves había cesado en su mundo y lo unico que escuchaba era el desprecio de Vergilius una y otra y otra vez.
De pronto entró a la habitación Claudia, su sirvienta personal. La miró desde la distancia cabizbaja, pues era como si la tristeza de Sophia se expandiera por toda la casa.
- ¿Puedo traerle algo de comer Domina? - Le preguntó mirando el suelo.
- No. No tengo hambre. - Pensó para su interior que ojala no volviera a comer nunca. Así Pluton se la llevía rapido... era mejor estar muerta que vivir con ese dolor en su pecho. - Por favor, dile a Fye que... dormiré. No quiero verlo. No quiero ver a nadie. Sólo dile que Sophia pidió que le buscara un marido muy lejos de Roma. No quiero estar más en esta Villa en donde... en donde...
No pudo terminar su frase. A pesar de que no había emoción en su rostro, no podía llorar. Pero eso no significaba que su corazón no estuviese roto. Que su corazón no quisiera simplemente dejar de latir.
No quería estar en el lugar en donde tanto tiempo había pasando amando a Vergilius, en donde había amado cada día de su vida a su primo. Prefería desaparecer, casarse con cualquier hombre y estar lejos para siempre de los ojos de cualquiera que le pudiese recordar a Vergilius, a Roma, a su corazón. Morir en vida.
- Y si no lo encuentra, que me permita retirarme al templo de las Vestales. Eso sería... lo mejor para mi ahora.
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Estaba caminando descalza por la hierba de una gran pradera. Había arboles cargados con manzanas y dos niñas de cabelleras similares jugando inocentemente una con la otra. Eran idénticas… pero una tenía la cabellera de color violáceo y otra rojizo. Las miró desde la distancia… y sonrió. Se veían en paz jugando con inocencia, cuando de pronto el cielo se volvió gris y un hombre rodeado de oscuridad se llevó a la joven de pelo color rojizo… dejando a la otra sola.
Despertó de pronto, agitada. Se sentó intentando respirar profundamente, pero no podía. Tenía el sentimiento de que algo oscuro separaba a ambas niñas, y que lo mismo estaba ocurriendo en su vida. ¿Sería capaz esa oscuridad de haberla separado de Vergilius?
- No… él… simplemente no te ama Sophia. – Y una sonrisa apareció extrañamente en su rostro.
A pesar de que había sufrido enormemente y se había dado un día completo para guardar luto en su cama… se volvía a levantar ese día con la misma alegría de siempre. Ese dolor lo llevaría muy oculto en su corazón y nadie tendría que saberlo, sólo ella. El mundo tenía demasiadas cosas hermosas como para haberse quedado triste toda la vida.
Salió de la cama, pasando encima de su cuerpo desnudo un chal y se asomó a mirar por la ventana como nacía un nuevo día. Mirando el sol saliendo, pensó que… si Vergilius encontraba la felicidad con alguna otra mujer, ella sería feliz.
- Fue maravilloso… haberlo conocido en esta vida. – Cerró los ojos lagrimosos. Esperaría todo el tiempo del mundo por él. Despues de todo, eso era lo que hacía el amor verdadero. Aun así, no cambiaba su idea de casarse o entrar al templo de las Vestales. Simplemente, no tenía mayor uso en su casa ahora. Debía empezar a vivir ya que la vida junto a Vergilius se veía completamente negada en ese instante. No entendía muy bien lo que había ocurrido, de hecho ni si quiera se acordaba donde estaba… pero en ese instante, sabía con seguridad, que Vergilius la odiaba. – Espero volver a verlo algún día, feliz.
Se puso nuevamente de pie y caminó hacia el espejo para comenzar a arreglarse. Si Fye había recibido el mensaje que le mando la noche anterior, era posible que ya comenzara a buscarle un esposo, y para ello, debía verse bien. Estaba completamente abnegada a su condición, era la hermana menor, le pertenecía a Fye, y no quería ser una carga para el, y mucho más importante, ya no quería seguir en Roma.
Despertó de pronto, agitada. Se sentó intentando respirar profundamente, pero no podía. Tenía el sentimiento de que algo oscuro separaba a ambas niñas, y que lo mismo estaba ocurriendo en su vida. ¿Sería capaz esa oscuridad de haberla separado de Vergilius?
- No… él… simplemente no te ama Sophia. – Y una sonrisa apareció extrañamente en su rostro.
A pesar de que había sufrido enormemente y se había dado un día completo para guardar luto en su cama… se volvía a levantar ese día con la misma alegría de siempre. Ese dolor lo llevaría muy oculto en su corazón y nadie tendría que saberlo, sólo ella. El mundo tenía demasiadas cosas hermosas como para haberse quedado triste toda la vida.
Salió de la cama, pasando encima de su cuerpo desnudo un chal y se asomó a mirar por la ventana como nacía un nuevo día. Mirando el sol saliendo, pensó que… si Vergilius encontraba la felicidad con alguna otra mujer, ella sería feliz.
- Fue maravilloso… haberlo conocido en esta vida. – Cerró los ojos lagrimosos. Esperaría todo el tiempo del mundo por él. Despues de todo, eso era lo que hacía el amor verdadero. Aun así, no cambiaba su idea de casarse o entrar al templo de las Vestales. Simplemente, no tenía mayor uso en su casa ahora. Debía empezar a vivir ya que la vida junto a Vergilius se veía completamente negada en ese instante. No entendía muy bien lo que había ocurrido, de hecho ni si quiera se acordaba donde estaba… pero en ese instante, sabía con seguridad, que Vergilius la odiaba. – Espero volver a verlo algún día, feliz.
Se puso nuevamente de pie y caminó hacia el espejo para comenzar a arreglarse. Si Fye había recibido el mensaje que le mando la noche anterior, era posible que ya comenzara a buscarle un esposo, y para ello, debía verse bien. Estaba completamente abnegada a su condición, era la hermana menor, le pertenecía a Fye, y no quería ser una carga para el, y mucho más importante, ya no quería seguir en Roma.
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
No cabía dudas que la situación en la actualidad romana era bastante delicada, principalmente por el peligro que acechaba a la estabilidad política en general. Sin el emperador; sin la presencia de los hijos en el senado; con la corrupción en cada uno de los integrantes queriendo apoderarse del imperio; entre otros, la situación no pintaba muy bien en la realidad de la gran nación conquistadora.
Sin embargo, cada ciudadano romano tenía su propia historia, y por ende, sus problemas en particular. No había lugar para una excepción en la ciudad soñada, y desde los más pobres hasta los más distinguidos habitantes, todos tenían dificultades que debían sortear les gustasen o no.
Precisamente, una muchachita de cabello rojizo, apariencia angelical y dependiente de su hermano, estaba pasando por una etapa complicada en su vida. El perder al ser más amado; el sentirse en total soledad; y sin sus razones originales para vivir, le habían provocado consecuencias que iban más allá de lo imaginable: su vida, ya no brillaba como lo hacía antes.
Un guerrero que pierde el sentido de su lucha…
De pronto, una voz familiar y grave retumbo por las paredes de la habitación. Era potente, pero extrañamente relajada. Como si fuese dicha con total seguridad, pero al mismo tiempo, con una carga increíble de sentimientos encontrados.
No sólo ocurre en el campo de batalla…
Detrás de la muchacha, apareció una figura cubierta por una larga túnica color rojo sangre, con una gargantilla de oro así como también hombreras del mismo material; sus cabellos negros y largos caían hacia abajo producto de la gravedad, mientras que su mirada se mantenía fija en el cuerpo de la muchacha.
Tiempo sin verte, pequeña alma de la esperanza…Sophia.
Dicho hombre, era nada más ni nada menos, que su primo y hermano mayor de Vergilius, el general de más alto rango y sucesor del trono de emperador, Octavius.
Sin embargo, cada ciudadano romano tenía su propia historia, y por ende, sus problemas en particular. No había lugar para una excepción en la ciudad soñada, y desde los más pobres hasta los más distinguidos habitantes, todos tenían dificultades que debían sortear les gustasen o no.
Precisamente, una muchachita de cabello rojizo, apariencia angelical y dependiente de su hermano, estaba pasando por una etapa complicada en su vida. El perder al ser más amado; el sentirse en total soledad; y sin sus razones originales para vivir, le habían provocado consecuencias que iban más allá de lo imaginable: su vida, ya no brillaba como lo hacía antes.
Un guerrero que pierde el sentido de su lucha…
De pronto, una voz familiar y grave retumbo por las paredes de la habitación. Era potente, pero extrañamente relajada. Como si fuese dicha con total seguridad, pero al mismo tiempo, con una carga increíble de sentimientos encontrados.
No sólo ocurre en el campo de batalla…
Detrás de la muchacha, apareció una figura cubierta por una larga túnica color rojo sangre, con una gargantilla de oro así como también hombreras del mismo material; sus cabellos negros y largos caían hacia abajo producto de la gravedad, mientras que su mirada se mantenía fija en el cuerpo de la muchacha.
Tiempo sin verte, pequeña alma de la esperanza…Sophia.
Dicho hombre, era nada más ni nada menos, que su primo y hermano mayor de Vergilius, el general de más alto rango y sucesor del trono de emperador, Octavius.
- Spoiler:
- Offrol: Luego justificaré porqué mi personaje tiene el cabello negro, a diferencia de la apariencia de mi avatar. Un saludo. On rol:
Octavius- Dios/a
- Reino : Olimpo
Templo de la Guerra
Ataques :
AD - Dead Vermillion (3700)
AD - War Cry (3800)
AM - Demon Eyes (4700*)
AF - Dénouement (4900)
AFa - Colony Drop (5900)
Defensa :
Boiling Blood
DE - Blazing Skin
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Los pensamientos en la mente de Sophia eran melancólicos. Pero no lo indicaba su rostro que se veía con el mismo optimismo de siempre. Así era ella… aunque le destrozaran el espíritu, su fe y su corazón, intentaría con cada nuevo día recuperar la confianza en la vida que hasta entonces siempre había tenido. Sus ojos eran tiernos, como los de que porta una madre cuando va a tener un hijo, brillaban con algo especial en esa mañana algo fresca en que como único cobijo portaba un chal para tapar su desnudez.
Pensó por un segundo llamar a Claudia mientras se miraba al espejo que portaba en su mano derecha. Se veía un tanto pálida y sin vida. Esos días a la interperie de seguro no le habían sentado nada bien. No sólo eso, pero su baja anímica era algo evidente por las ojeras bajo sus ojos llenos de ternura. Se pellizcó las mejillas intentando que se encendieran un poco y ello pareció dar resultado, pues nuevamente se veía sonrosada. Sonrió con ello y sacó algo de polvo para su rostro. Abrió el frasco para sacarlo y estornudo con el olor, haciendo que éste volara por los aires. Era siempre bastante torpe con las cosas de esa índole, pero quería verse bien en caso de que Fye ya hubiese encontrado algún posible prospecto de marido para ella.
Pero esa idea no le agradaba y suspiró mirándose al espejo, viendo lo mucho que estaba forzando a su corazón para ponerse de pie nuevamente. Cerró los ojos y expiró suavemente pensando en Vergilius. Le hubiese realmente gustado en ese momento haber entendido que había pasado que el corazón que pensaba era suyo la había rechazado como si se tratada de la máxima molestia existente para él. Destrozándola en el proceso. Tendría que dejar que el tiempo sanara su pecho, y sabía, que ello no sería algo que ocurriría de un día para otro, pero deseaba creer con todo su corazón que él había hecho eso porque buscaba una felicidad que no se encontraba junto a ella, y para Sophia, la felicidad de Vergilius era lo más importante, independiente si a ella dicha circunstancia la perjudicaba. Deseaba que su primo, encontrara alguien a quien amar, tanto como ella lo amaba a él. Y si eso significaba perderlo y verlo partir con alguna otra mujer en su vida, no se pondría en su camino. De verdad, sólo deseaba ser feliz.
Miró los girasoles que habían puesto en su tocador para animarla, había fruta también en un plato en caso de que deseara comer. Pero sinceramente, la idea de haber probado cualquier cosa le hubiese dado nauseas. No deseaba volver a comer en su vida… tal vez de ese modo todo ese dolor en su pecho podría acabar más rápido.
La sonrisa que estaba forzando fue desapareciendo poco a poco mientras su cabeza se iba encogiendo entre sus hombros. Se acurrucó subiendo sus pies a la silla, tapándose por completo con el chal y descansó su cabeza en sus rodillas. El día apenas empezaba y ya estaba deseando que se terminara.
Y fue entonces, que una voz le encrespó la piel e hizo que soltara el espejo al ver el reflejo de unos ojos rojizos que jamás podría haber confundido con ningún otro. El cristal se rompió en decenas de pedazos contra el suelo mientras la joven ahogaba un grito de horror.
No podía haber perdido la razón tanto como para estar escuchando la voz de una persona que había sido tan importante en su vida. No podía ser real. El había muerto. Llevaba muerto muchísimo tiempo ya. Su mente le estaba pasando una pésima jugada o eran los dioses los que le mandaban un mensaje. No quiso voltearse, no quiso moverse. ¿Tanto la odiaban los dioses que mandaban atormentar su vida a seres que había perdido hacía tanto tiempo?
Se cubrió la cabeza con el chal, dejando parte de su piel descubierta, pero no le importó. Su cabello rojizo y largo tapaba la mayoría de su cuerpo de cualquier forma. Junto sus manos en forma de plegaria cerrando los ojos con mucha fuerza pues no deseaba volver a ver lo que sus ojos veían. Estaba aterrada de que una presencia como esa se hiciera participe en su habitación. Era tanto su miedo que ni si quiera pensó en gritar y llamar a Fye pues sabía que contra fuerzas como la que estaba en su habitación no habría forma de salvarse. La muerte venía por ella en la forma de una de sus personas mas amadas… Octavius.
- Dioses del Inframundo soy Sophia de la casa de los Juliai la tribu más antigua y sagrada sobre cuyos huesos las siete colinas de Roma están erguidas por favor les pido que me protejan no dejen que los espíritus errantes me lleven lejos del descanso eterno denme la fortaleza de afrontar la muerte con la dignidad que siempre ha envuelto a nuestra familia denle paz al alma de Octavius no permitan que Fye y Gelum sufran mi muerte y por favor doy todo lo que soy y mi alma les concedo si dan felicidad al alma atormentada de Vergilius - Sophia hablaba sin parar cubierta con el chal, asustada de que estuviese viendo a un muerto, escuchando a muerto, su primo adorado había muerto hacía tanto tiempo ya. Lo único que podía pensar era que finalmente había llegado su hora. – Me dedicaré por siempre a la adoración de Vesta si así lo conceden no dejen que el alma de Octavius vague sin rumbo por el mundo por favor por favor por favor por favor no dejen que esté sufriendo entre ambos mundos denle la paz que su espíritu siempre dedicado a la grandeza de Roma necesita en el otro mundo…denme paz para morir con dignidad, denme paz para morir con dignidad, denme valor para afrontar mi muerte… - Paró de hablar tan rápidamente e hizo una pausa suspirando y sus palabras se escucharon mucho mas calmadas que las anteriores, con una dignidad única que portaban todos los miembros de la Familia del Emperador. – Dioses del inframundo, estoy lista para morir. Que se haga su voluntad, humildemente ofrezco mi vida a ustedes.
Pensó por un segundo llamar a Claudia mientras se miraba al espejo que portaba en su mano derecha. Se veía un tanto pálida y sin vida. Esos días a la interperie de seguro no le habían sentado nada bien. No sólo eso, pero su baja anímica era algo evidente por las ojeras bajo sus ojos llenos de ternura. Se pellizcó las mejillas intentando que se encendieran un poco y ello pareció dar resultado, pues nuevamente se veía sonrosada. Sonrió con ello y sacó algo de polvo para su rostro. Abrió el frasco para sacarlo y estornudo con el olor, haciendo que éste volara por los aires. Era siempre bastante torpe con las cosas de esa índole, pero quería verse bien en caso de que Fye ya hubiese encontrado algún posible prospecto de marido para ella.
Pero esa idea no le agradaba y suspiró mirándose al espejo, viendo lo mucho que estaba forzando a su corazón para ponerse de pie nuevamente. Cerró los ojos y expiró suavemente pensando en Vergilius. Le hubiese realmente gustado en ese momento haber entendido que había pasado que el corazón que pensaba era suyo la había rechazado como si se tratada de la máxima molestia existente para él. Destrozándola en el proceso. Tendría que dejar que el tiempo sanara su pecho, y sabía, que ello no sería algo que ocurriría de un día para otro, pero deseaba creer con todo su corazón que él había hecho eso porque buscaba una felicidad que no se encontraba junto a ella, y para Sophia, la felicidad de Vergilius era lo más importante, independiente si a ella dicha circunstancia la perjudicaba. Deseaba que su primo, encontrara alguien a quien amar, tanto como ella lo amaba a él. Y si eso significaba perderlo y verlo partir con alguna otra mujer en su vida, no se pondría en su camino. De verdad, sólo deseaba ser feliz.
Miró los girasoles que habían puesto en su tocador para animarla, había fruta también en un plato en caso de que deseara comer. Pero sinceramente, la idea de haber probado cualquier cosa le hubiese dado nauseas. No deseaba volver a comer en su vida… tal vez de ese modo todo ese dolor en su pecho podría acabar más rápido.
La sonrisa que estaba forzando fue desapareciendo poco a poco mientras su cabeza se iba encogiendo entre sus hombros. Se acurrucó subiendo sus pies a la silla, tapándose por completo con el chal y descansó su cabeza en sus rodillas. El día apenas empezaba y ya estaba deseando que se terminara.
Y fue entonces, que una voz le encrespó la piel e hizo que soltara el espejo al ver el reflejo de unos ojos rojizos que jamás podría haber confundido con ningún otro. El cristal se rompió en decenas de pedazos contra el suelo mientras la joven ahogaba un grito de horror.
No podía haber perdido la razón tanto como para estar escuchando la voz de una persona que había sido tan importante en su vida. No podía ser real. El había muerto. Llevaba muerto muchísimo tiempo ya. Su mente le estaba pasando una pésima jugada o eran los dioses los que le mandaban un mensaje. No quiso voltearse, no quiso moverse. ¿Tanto la odiaban los dioses que mandaban atormentar su vida a seres que había perdido hacía tanto tiempo?
Se cubrió la cabeza con el chal, dejando parte de su piel descubierta, pero no le importó. Su cabello rojizo y largo tapaba la mayoría de su cuerpo de cualquier forma. Junto sus manos en forma de plegaria cerrando los ojos con mucha fuerza pues no deseaba volver a ver lo que sus ojos veían. Estaba aterrada de que una presencia como esa se hiciera participe en su habitación. Era tanto su miedo que ni si quiera pensó en gritar y llamar a Fye pues sabía que contra fuerzas como la que estaba en su habitación no habría forma de salvarse. La muerte venía por ella en la forma de una de sus personas mas amadas… Octavius.
- Dioses del Inframundo soy Sophia de la casa de los Juliai la tribu más antigua y sagrada sobre cuyos huesos las siete colinas de Roma están erguidas por favor les pido que me protejan no dejen que los espíritus errantes me lleven lejos del descanso eterno denme la fortaleza de afrontar la muerte con la dignidad que siempre ha envuelto a nuestra familia denle paz al alma de Octavius no permitan que Fye y Gelum sufran mi muerte y por favor doy todo lo que soy y mi alma les concedo si dan felicidad al alma atormentada de Vergilius - Sophia hablaba sin parar cubierta con el chal, asustada de que estuviese viendo a un muerto, escuchando a muerto, su primo adorado había muerto hacía tanto tiempo ya. Lo único que podía pensar era que finalmente había llegado su hora. – Me dedicaré por siempre a la adoración de Vesta si así lo conceden no dejen que el alma de Octavius vague sin rumbo por el mundo por favor por favor por favor por favor no dejen que esté sufriendo entre ambos mundos denle la paz que su espíritu siempre dedicado a la grandeza de Roma necesita en el otro mundo…denme paz para morir con dignidad, denme paz para morir con dignidad, denme valor para afrontar mi muerte… - Paró de hablar tan rápidamente e hizo una pausa suspirando y sus palabras se escucharon mucho mas calmadas que las anteriores, con una dignidad única que portaban todos los miembros de la Familia del Emperador. – Dioses del inframundo, estoy lista para morir. Que se haga su voluntad, humildemente ofrezco mi vida a ustedes.
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Le sorprendió de sobremanera que la muchacha a la que alguna vez crió y cuido junto a su hermano pequeño, ahora mismo estuviese tan asustada de verle de nuevo; aunque no lo expresó, y mantuvo su postura seria y fría como el mismo hielo. Se percató entonces que su miedo llegaba a tal punto, que ni siquiera había reparado en el detalle de que cubriéndose con una especie de manta, gran parte de su cuerpo estaba a la vista directa del de los ojos rojos.
A decir verdad, fue en ese segundo cuando se dio cuenta que efectivamente ella, al igual que los otros que había visto anteriormente, estaba bastante más crecida y mayor de lo que hubiese esperado. Realmente, fueron muchos los años que estuvo lejos de casa y cada vez que se percataba de ello, un gran escalofrío recorría su cuerpo por completo. Sin embargo, en éste caso en particular, su humanidad sintió algo más que un simple viento helado de atesoramiento por eventos que de todas formas ya jamás viviría. No podía explicarse muy bien que era, por lo que la duda se anido dentro de su cabeza. Y a esas alturas en su vida, era muy extraño que él no tuviese la certeza suficiente para decidir sobre alguna situación en concreto; la experiencia en todas sus campañas lentamente lo transformó en un viejo que se creía capaz de entender todo lo que ocurría a su alrededor, sin embargo, ahora en presencia de Sophia, nuevamente volvía a sentir aquello que llamaban “duda”.
Volviendo a su prima, también le maravilló gratamente el hecho de que fuese una jovencita más hermosa de lo que él mismo pudiese haber imaginado. Desde pequeña siempre se destacó por su belleza, y por ende, recordar que la última vez que la vio era una niña dulce, muy tierna, y que ahora estaba convertida en una mujer que resplandecía de una manera muy poco usual, era a lo menos, impactante. A lo largo de su vida Octavius se encontró con muchas damas, de distintas edades y provenientes de diversos lugares, pero no estaba seguro que tantas tuviesen aquel mismo destello de belleza ¿angelical?, como le transmitía en ese segundo la asustada muchachita. Tal vez, nunca antes tuvo la oportunidad de presenciar una belleza igual en toda su vida. Y al darse cuenta de aquello, sonrió levemente, orgulloso de ver en la mujer que se estaba transformando uno de los últimos seres por los que guardaba un cariño inmenso.
Escuchó como ella mientras tanto permanecía orando, pidiéndoles a los dioses que velaran por su alma y le dieran un descanso pacífico, al mismo tiempo que se mostraba dispuesta a perecer a cambio de la paz y felicidad de los suyos.
Je… - Exhaló con gracia, cruzándose de brazos y sonriendo más ampliamente.
No importaba que tanto hubiese podido cambiar por fuera, ya que por dentro seguía siendo la misma chica inocente preocupada por lo demás; la distinta, que prefería la felicidad de otros antes que la suya; la que se culpaba por los errores de otros, aun cuando no eran su culpa; la que cuidaba de todos sin distinción, a pesar de que la situación escapase de sus manos. En efecto, sus cambios sólo habían ocurrido por fuera, puesto que por dentro continuaba siendo Sophia, la persona más bondadosa en toda Roma. Y ya que el conocimiento del mundo en general por parte de Octavius era bastante alto, estaba seguro que ella bien podría ser el alma más pura de todos los continentes.
Veo que el tiempo te ha transformado mucho por fuera…
Se acercó caminando hasta donde estaba, pisando los pedazos de vidrio que yacían esparcidos por el piso. No le hacían daño alguno, a pesar de aplastarlos con la planta de sus pies. Sangraba, era cierto, pero no sentía dolor por aquello. A lo mucho, un pequeño cosquilleó que ignoró en el acto.
Pero sigues siendo la misma Sophia que conocí, ¿no?, la misma muchacha inocente a la que le encomendé el cuidado de todos…
Posó su mano derecha en la coronilla de la chica y le movió los cabellos, tal cual lo hacia antes de marcharse a la guerra por la conquista romana.
Has hecho un buen trabajo… ya es hora de que te liberes de eso…
Sacó su palma y esta vez la puso en su mentón, para levantar su rostro y que le viera fijamente a los ojos. No quería que estuviese asustada, puesto que lo que debían platicar, era bastante importante.
Tenemos algo que hablar, pero no aquí… necesito que me sigas. – Pidió con calma, cambiando su sonrisa amable al rostro de un hombre serio y centrado en su materia.
A decir verdad, fue en ese segundo cuando se dio cuenta que efectivamente ella, al igual que los otros que había visto anteriormente, estaba bastante más crecida y mayor de lo que hubiese esperado. Realmente, fueron muchos los años que estuvo lejos de casa y cada vez que se percataba de ello, un gran escalofrío recorría su cuerpo por completo. Sin embargo, en éste caso en particular, su humanidad sintió algo más que un simple viento helado de atesoramiento por eventos que de todas formas ya jamás viviría. No podía explicarse muy bien que era, por lo que la duda se anido dentro de su cabeza. Y a esas alturas en su vida, era muy extraño que él no tuviese la certeza suficiente para decidir sobre alguna situación en concreto; la experiencia en todas sus campañas lentamente lo transformó en un viejo que se creía capaz de entender todo lo que ocurría a su alrededor, sin embargo, ahora en presencia de Sophia, nuevamente volvía a sentir aquello que llamaban “duda”.
Volviendo a su prima, también le maravilló gratamente el hecho de que fuese una jovencita más hermosa de lo que él mismo pudiese haber imaginado. Desde pequeña siempre se destacó por su belleza, y por ende, recordar que la última vez que la vio era una niña dulce, muy tierna, y que ahora estaba convertida en una mujer que resplandecía de una manera muy poco usual, era a lo menos, impactante. A lo largo de su vida Octavius se encontró con muchas damas, de distintas edades y provenientes de diversos lugares, pero no estaba seguro que tantas tuviesen aquel mismo destello de belleza ¿angelical?, como le transmitía en ese segundo la asustada muchachita. Tal vez, nunca antes tuvo la oportunidad de presenciar una belleza igual en toda su vida. Y al darse cuenta de aquello, sonrió levemente, orgulloso de ver en la mujer que se estaba transformando uno de los últimos seres por los que guardaba un cariño inmenso.
Escuchó como ella mientras tanto permanecía orando, pidiéndoles a los dioses que velaran por su alma y le dieran un descanso pacífico, al mismo tiempo que se mostraba dispuesta a perecer a cambio de la paz y felicidad de los suyos.
Je… - Exhaló con gracia, cruzándose de brazos y sonriendo más ampliamente.
No importaba que tanto hubiese podido cambiar por fuera, ya que por dentro seguía siendo la misma chica inocente preocupada por lo demás; la distinta, que prefería la felicidad de otros antes que la suya; la que se culpaba por los errores de otros, aun cuando no eran su culpa; la que cuidaba de todos sin distinción, a pesar de que la situación escapase de sus manos. En efecto, sus cambios sólo habían ocurrido por fuera, puesto que por dentro continuaba siendo Sophia, la persona más bondadosa en toda Roma. Y ya que el conocimiento del mundo en general por parte de Octavius era bastante alto, estaba seguro que ella bien podría ser el alma más pura de todos los continentes.
Veo que el tiempo te ha transformado mucho por fuera…
Se acercó caminando hasta donde estaba, pisando los pedazos de vidrio que yacían esparcidos por el piso. No le hacían daño alguno, a pesar de aplastarlos con la planta de sus pies. Sangraba, era cierto, pero no sentía dolor por aquello. A lo mucho, un pequeño cosquilleó que ignoró en el acto.
Pero sigues siendo la misma Sophia que conocí, ¿no?, la misma muchacha inocente a la que le encomendé el cuidado de todos…
Posó su mano derecha en la coronilla de la chica y le movió los cabellos, tal cual lo hacia antes de marcharse a la guerra por la conquista romana.
Has hecho un buen trabajo… ya es hora de que te liberes de eso…
Sacó su palma y esta vez la puso en su mentón, para levantar su rostro y que le viera fijamente a los ojos. No quería que estuviese asustada, puesto que lo que debían platicar, era bastante importante.
Tenemos algo que hablar, pero no aquí… necesito que me sigas. – Pidió con calma, cambiando su sonrisa amable al rostro de un hombre serio y centrado en su materia.
Octavius- Dios/a
- Reino : Olimpo
Templo de la Guerra
Ataques :
AD - Dead Vermillion (3700)
AD - War Cry (3800)
AM - Demon Eyes (4700*)
AF - Dénouement (4900)
AFa - Colony Drop (5900)
Defensa :
Boiling Blood
DE - Blazing Skin
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Un escalofrío de miedo recorrió el cuerpo de Sophia cuando el hombre que lucía como Octavius la tocó. Se sentía aterrada por completo. A pesar de que intentara mantener su dignidad en el momento en que ella pensaba estaba a punto de morir, no pudo contener el quejido que salió de su boca por el tacto con lo que ella creía era un espíritu. ¿Pero acaso un espíritu puede sangrar? Al mirar hacia abajo, descubrió que al estar pisando los vidrios del espejo aquel sujeto sangraba, pero parecía que no le causaba nada…
- Por favor… no …
Quiso protegerse, levantando su mirada, alejarse de él de alguna forma. Pero no lo consiguió, el miedo era mucho mayor que la voluntad de su cuerpo. Y justo entonces, cuando la mano de aquel sujeto vestido en oro y de larga cabellera negra, que tenía el mismo rostro de Octavius pero con ojos rojizos….algo familiar se hizo presente en su pecho. La forma en que desordenó un poco su cabello, era la misma forma en que lo hacía Octavius. Suspiró sorprendida, mientras bajaba sus manos… ya no se defendería. Su curiosidad era aun más grande. Quería saber quién era aquel hombre que venía por ella, pues no podía tratarse de Octavius. Él estaba muerto, o al menos eso pensaba ella hasta entonces.
Sus ojos se llenaron de lágrimas al reconocer esa caricia, después de todo, Octavius había sido en su infancia aquella figura épica que tanto ella como Vergilius idolatraban. Una figura paterna, alguien que la protegía y le enseñaba el mundo montándola en el lomo de su caballo, cuando apenas y si podía caminar. En la época que la autoridad de Fye sobre ella valía nada y Octavius la reclamaba como su hermana menor, pues era la misma sangre la que recorría sus venas. Y se puede decir con certeza que Sophia lo amó como un hermano, como un padre, como una especie de dios… alguien completamente superior a cualquier otro ser en su vida. Por lo mismo, se sentía tan conmovida de sentir en su tacto la misma sensación que experimentaba cuando era sólo una niña en el regazo de su primo mayor.
- ¿Por qué…?
Su voz se quebró y algunas lagrimas cayeron, más sus ojos no pestañaron. Su impresión era tan grande que no podía evitar observarlo.
- ¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí atormentándome con el rostro de alguien que ya no debería estar aquí?
Y fue cuando se dio cuenta de que no era un espíritu cuando Sophia intentó cubrirse el cuerpo lo máximo que pudo, sonrosándose al entender que ese hombre había visto más piel de la que cualquier otro pudiese haber tenido el privilegio de observar.
- Por favor, váyase. No debería estar en mi cuarto. – Le respondió dándose la vuelta, intentando ocultar su vergüenza. Era claro para entonces que Sophia no tenía intensión alguna de seguirlo. No podía. Ella no se mandaba sola, era Fye después de todo el dueño de su vida. – Váyase y nunca vuelva a este lugar... a atormentar mi corazón. Ya sufrí la muerte de Octavius por años. Por favor… no me haga pasar por ese dolor nuevamente.
- Por favor… no …
Quiso protegerse, levantando su mirada, alejarse de él de alguna forma. Pero no lo consiguió, el miedo era mucho mayor que la voluntad de su cuerpo. Y justo entonces, cuando la mano de aquel sujeto vestido en oro y de larga cabellera negra, que tenía el mismo rostro de Octavius pero con ojos rojizos….algo familiar se hizo presente en su pecho. La forma en que desordenó un poco su cabello, era la misma forma en que lo hacía Octavius. Suspiró sorprendida, mientras bajaba sus manos… ya no se defendería. Su curiosidad era aun más grande. Quería saber quién era aquel hombre que venía por ella, pues no podía tratarse de Octavius. Él estaba muerto, o al menos eso pensaba ella hasta entonces.
Sus ojos se llenaron de lágrimas al reconocer esa caricia, después de todo, Octavius había sido en su infancia aquella figura épica que tanto ella como Vergilius idolatraban. Una figura paterna, alguien que la protegía y le enseñaba el mundo montándola en el lomo de su caballo, cuando apenas y si podía caminar. En la época que la autoridad de Fye sobre ella valía nada y Octavius la reclamaba como su hermana menor, pues era la misma sangre la que recorría sus venas. Y se puede decir con certeza que Sophia lo amó como un hermano, como un padre, como una especie de dios… alguien completamente superior a cualquier otro ser en su vida. Por lo mismo, se sentía tan conmovida de sentir en su tacto la misma sensación que experimentaba cuando era sólo una niña en el regazo de su primo mayor.
- ¿Por qué…?
Su voz se quebró y algunas lagrimas cayeron, más sus ojos no pestañaron. Su impresión era tan grande que no podía evitar observarlo.
- ¿Quién es usted? ¿Qué hace aquí atormentándome con el rostro de alguien que ya no debería estar aquí?
Y fue cuando se dio cuenta de que no era un espíritu cuando Sophia intentó cubrirse el cuerpo lo máximo que pudo, sonrosándose al entender que ese hombre había visto más piel de la que cualquier otro pudiese haber tenido el privilegio de observar.
- Por favor, váyase. No debería estar en mi cuarto. – Le respondió dándose la vuelta, intentando ocultar su vergüenza. Era claro para entonces que Sophia no tenía intensión alguna de seguirlo. No podía. Ella no se mandaba sola, era Fye después de todo el dueño de su vida. – Váyase y nunca vuelva a este lugar... a atormentar mi corazón. Ya sufrí la muerte de Octavius por años. Por favor… no me haga pasar por ese dolor nuevamente.
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
El descendiente del emperador romano reparó en el detalle de que ella no dejaba de sentir miedo por él, a pesar de que hasta ese momento se había mostrado como un sujeto apacible que no pretendía hacerle daño alguno. Aunque lo entendía, puesto que de seguro la habría pasado muy mal durante todo ese tiempo en que se suponía él estaba muerto, especialmente en el luto, para finalmente llegar a ese segundo en que apareció detrás de su persona para interrumpir su mañana. Y por supuesto, darle un cambio radical a la vida de su prima.
Quizás hasta que punto tuvo que llevarse para poder asimilar su hipotética muerte, pero algo era seguro, fue un límite tan profundo que le costaba dar una vuelta a sus ideas. Al contrario, seguía firme en su pensar e incluso, a pesar de poder sentirle, buscaba la explicación más supersticiosa de todas. En vez de creer en lo que veía, e incluso podía sentir, prefería sacar conclusiones absurdas pero sin embargo, justificadas. Seguramente nadie se molestó en avisarle que estaba vivo, eso él no podía saberlo. Pero si podía inferir que su querido hermano, Fye, tal vez le ocultó dicha información. Por como le conocía, y las cosas que le habían contado de él, era bastante probable que ése fuera el motivo por el que ahora ella no podía dar fe de lo que veían sus ojos.
¿Quién soy? ¿Acaso te cuesta diferenciar mi rostro?
Se distanció un poco y dio unas cuantas vueltas, en las que esperó que ella estuviese viéndole detenidamente. A pesar de su inocencia, que a más de alguno le habría hecho pensar que Sophia era superficialmente distraída, él sabía que en realidad se trataba de una mujer muy lista. Después de todo, la había criado y comprendía más allá que cualquier otra persona lo que podía estar pasando en su mente. Ella y Vergilius fueron sus discípulos, tenían algo de sus valores y por supuesto, costumbres. Si su hermano había adquirido su destreza para las artes militares; su prima poseía la sabiduría para lograr encontrar la calma ante la adversidad y pensar en la solución más acertada y razonable de todas.
Entiendo que ha pasado mucho tiempo, pero no estoy tan cambiado…- Bajó su mirada hasta el piso y vio su rostro en los pedazos de vidrio esparcidos por el suelo; estaban manchados con sangre, pero asombrosamente, a pesar de haberse convertido en cenizas, ahora permanecían unidos para dejar ver la cara de Octavius con varias manchas rojas escurriéndole por las mejillas, labios y cuello. – A lo mucho me ha crecido el cabello…- Levantó una vez más sus ojos y los fijo en ella una vez más. – Pero me veo mejor, a que no?
La pasividad con la que sus palabras eran emitidas daban constancia de lo que en verdad pasaba en su interior. Si bien para todos se mostraba como un sujeto frío, firme y despiadado, sediento de sangre, lucha y la gloria de la batalla; tenía otra parte más calmada que salía a relucir sólo cuando estaba en confianza. Y ello sólo sucedía ante dos tipos de personas: Su regimiento de soldados, fieles compañeros de batalla y hermanos de sangre; y Sophia y Vergilius, chiquillos que educó con todo el empeño que pudo, en respuesta a la tiranía que ejercía en él su padre. Aquellos dos grupos eran los únicos privilegiados en conocer la faceta más humana y calida del denominado por sus enemigos “mejor soldado del mundo”.
No obstante, no sólo su antigua cercanía con ella era la causal de su comportamiento más generoso. Había otro condimento especial que daba por resultado esa tonalidad y rostro tan particular en el guerrero romano. Y esa sazón era una sola: las lágrimas de Sophia. Jamás le agradó que ella llorase, así como tampoco le agradaba que lo hiciese su madre o alguna de sus mujeres de turno. Si bien era cierto que a todos sus soldados (entre los que se contaba por supuesto su hermano menor) los maltrataba y castigaba duramente haciéndolos arrastrarse por piedras calientes cuando lloraban, la situación se tornaba muy diferente cuando dichas gotas de agua provenían del corazón de una dama que él quisiese. A las enemigas, a lo mucho les tenía compasión y prefería dejar las violaciones para sus soldados, después de todo el premio carnal era un tesoro que impulsaba a muchos hasta la batalla. Pero él, jamás, había soportado ver llorar a una mujer. La imagen de su madre en esas mismas condiciones le repercutía tan profundo, que más de una vez intentó educar a sus soldados para que no fuesen tan animales. Sin embargo casi siempre sus pequeños esfuerzos eran inútiles y debía aprender a convivir con ello. Así era la guerra, y en ella, todo era valido, le gustase o no. Pero como ahora no estaban en un campo de batalla, no tenía porqué mantener la posición de ser indiferente.
Entiendo perfectamente que hayas sufrido mucho por mi supuesta muerte, pero aquí estoy, vivo, frente a tu persona…; los informes acerca de mi caída fueron erróneos, y en realidad, siempre estuve deambulando por tierras germanas.
Poniéndose un poco más serio, cerró sus ojos, dando la impresión de que se estaba concentrando. Al instante, todo el ambiente de la habitación cambió a un panorama oscuro, donde sólo se distinguían las figuras de ambos parientes.
Quieres saber la verdad…? - La voz de Octavius sonó un poco más profunda. – Te la contaré… pero debes acompañarme.
Estiró una de sus manos y la abrió frente a sus ojos, dejando que su manga cayera por los costados de su brazo. La palma estaba abierta, con sus dedos pegados y extendidos; los ojos rojos pegados en Sophia, intentando buscar sus dos orbes que hacía tan poco brillaron producto de las lágrimas.
Nunca me has temido… por qué deberías hacerlo ahora?. Ven… quiero que sepas la verdad.
Probablemente ella oculta entre sus cosas no se había percatado, pero ya no estaban en su habitación como tal. En vez de ello, permanecían en una zona aparte, a la espera de la decisión que tomara.
Quizás hasta que punto tuvo que llevarse para poder asimilar su hipotética muerte, pero algo era seguro, fue un límite tan profundo que le costaba dar una vuelta a sus ideas. Al contrario, seguía firme en su pensar e incluso, a pesar de poder sentirle, buscaba la explicación más supersticiosa de todas. En vez de creer en lo que veía, e incluso podía sentir, prefería sacar conclusiones absurdas pero sin embargo, justificadas. Seguramente nadie se molestó en avisarle que estaba vivo, eso él no podía saberlo. Pero si podía inferir que su querido hermano, Fye, tal vez le ocultó dicha información. Por como le conocía, y las cosas que le habían contado de él, era bastante probable que ése fuera el motivo por el que ahora ella no podía dar fe de lo que veían sus ojos.
¿Quién soy? ¿Acaso te cuesta diferenciar mi rostro?
Se distanció un poco y dio unas cuantas vueltas, en las que esperó que ella estuviese viéndole detenidamente. A pesar de su inocencia, que a más de alguno le habría hecho pensar que Sophia era superficialmente distraída, él sabía que en realidad se trataba de una mujer muy lista. Después de todo, la había criado y comprendía más allá que cualquier otra persona lo que podía estar pasando en su mente. Ella y Vergilius fueron sus discípulos, tenían algo de sus valores y por supuesto, costumbres. Si su hermano había adquirido su destreza para las artes militares; su prima poseía la sabiduría para lograr encontrar la calma ante la adversidad y pensar en la solución más acertada y razonable de todas.
Entiendo que ha pasado mucho tiempo, pero no estoy tan cambiado…- Bajó su mirada hasta el piso y vio su rostro en los pedazos de vidrio esparcidos por el suelo; estaban manchados con sangre, pero asombrosamente, a pesar de haberse convertido en cenizas, ahora permanecían unidos para dejar ver la cara de Octavius con varias manchas rojas escurriéndole por las mejillas, labios y cuello. – A lo mucho me ha crecido el cabello…- Levantó una vez más sus ojos y los fijo en ella una vez más. – Pero me veo mejor, a que no?
La pasividad con la que sus palabras eran emitidas daban constancia de lo que en verdad pasaba en su interior. Si bien para todos se mostraba como un sujeto frío, firme y despiadado, sediento de sangre, lucha y la gloria de la batalla; tenía otra parte más calmada que salía a relucir sólo cuando estaba en confianza. Y ello sólo sucedía ante dos tipos de personas: Su regimiento de soldados, fieles compañeros de batalla y hermanos de sangre; y Sophia y Vergilius, chiquillos que educó con todo el empeño que pudo, en respuesta a la tiranía que ejercía en él su padre. Aquellos dos grupos eran los únicos privilegiados en conocer la faceta más humana y calida del denominado por sus enemigos “mejor soldado del mundo”.
No obstante, no sólo su antigua cercanía con ella era la causal de su comportamiento más generoso. Había otro condimento especial que daba por resultado esa tonalidad y rostro tan particular en el guerrero romano. Y esa sazón era una sola: las lágrimas de Sophia. Jamás le agradó que ella llorase, así como tampoco le agradaba que lo hiciese su madre o alguna de sus mujeres de turno. Si bien era cierto que a todos sus soldados (entre los que se contaba por supuesto su hermano menor) los maltrataba y castigaba duramente haciéndolos arrastrarse por piedras calientes cuando lloraban, la situación se tornaba muy diferente cuando dichas gotas de agua provenían del corazón de una dama que él quisiese. A las enemigas, a lo mucho les tenía compasión y prefería dejar las violaciones para sus soldados, después de todo el premio carnal era un tesoro que impulsaba a muchos hasta la batalla. Pero él, jamás, había soportado ver llorar a una mujer. La imagen de su madre en esas mismas condiciones le repercutía tan profundo, que más de una vez intentó educar a sus soldados para que no fuesen tan animales. Sin embargo casi siempre sus pequeños esfuerzos eran inútiles y debía aprender a convivir con ello. Así era la guerra, y en ella, todo era valido, le gustase o no. Pero como ahora no estaban en un campo de batalla, no tenía porqué mantener la posición de ser indiferente.
Entiendo perfectamente que hayas sufrido mucho por mi supuesta muerte, pero aquí estoy, vivo, frente a tu persona…; los informes acerca de mi caída fueron erróneos, y en realidad, siempre estuve deambulando por tierras germanas.
Poniéndose un poco más serio, cerró sus ojos, dando la impresión de que se estaba concentrando. Al instante, todo el ambiente de la habitación cambió a un panorama oscuro, donde sólo se distinguían las figuras de ambos parientes.
Quieres saber la verdad…? - La voz de Octavius sonó un poco más profunda. – Te la contaré… pero debes acompañarme.
Estiró una de sus manos y la abrió frente a sus ojos, dejando que su manga cayera por los costados de su brazo. La palma estaba abierta, con sus dedos pegados y extendidos; los ojos rojos pegados en Sophia, intentando buscar sus dos orbes que hacía tan poco brillaron producto de las lágrimas.
Nunca me has temido… por qué deberías hacerlo ahora?. Ven… quiero que sepas la verdad.
Probablemente ella oculta entre sus cosas no se había percatado, pero ya no estaban en su habitación como tal. En vez de ello, permanecían en una zona aparte, a la espera de la decisión que tomara.
Octavius- Dios/a
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
¿Estaría soñando? No, eso no era posible pues estaba segura de que se había despertado ese día. Pero lo que sus ojos veían simplemente no era posible. Se sentía de verdad en un sueño, pues en el mundo real ella sabía que Octavius había muerto, que había caído en Germania… y que por ello Vergilius se había preparado toda su vida para poder derrotar a ese pueblo, para vengarse de la muerte de su hermano y terminar lo que él no pudo empezar, una forma de honrarlo.
Pero ver a ese sujeto, que alguna que otra línea más en el rostro y con el cabello más largo… era indudable ante sus ojos que se trataba efectivamente de Octavius. Sus manos temblaron, y las junto sobre su pecho, aprovechando así también de cubrir lo que su cabellera no alcanzaba a esconder, su piel, sus senos, su delicado torso. Las unió como su estuviera intentando sostenerlas para no perder completamente su autocontrol, pues por muy parecido que fuese ese hombre a Octavius, todo dentro de ella le decía que se mantuviera alejada.
- … Mi primo Octavius falleció en una campaña militar hace más de diez años. – Sus ojos estaban brillando. Todos los que conocían a Sophia sabían que ella no tocaba el tema de Octavius pues le partía el corazón. Sólo escuchar su nombre hacía que se rompiera a llorar, y ahora que lo veía frente a ella, su corazón se sentía horriblemente triste. - ¿Cómo es posible que… estés vivo? ¿Por qué te demoraste todo este tiempo en volver a Roma? Vergilius y yo… tu madre… tía Helena se murió de pena. Dicen que la envenenaron pero… yo sé, que ella murió de pena cuando tu no volviste. Y… Vergilius… él… él… cambió… y Lydia… creció tan sola.
No sabía si estaba enojada o feliz o asustada. No podía creer que en todo ese tiempo Octavius hubiese estado vivo y que no dijera nada, que no se acercara a su familia ni diera señales de vida. Todos habían sufrido tanto por el, incluso ella dejo de hablar más de un año luego de enterarse de la muerte de su primo.
Fye tenía razón, tanto Octavius como Vergilius sólo sabían herirla. Nada bueno podía provenir de ellos.
- Tú y Vergilius sufren del mismo defecto. Piensan muy poco en los sentimientos de los demás…sólo buscan sus guerras y sus glorias…olvidan todo lo demás. – Las lágrimas brotaban de los ojos de Sophia. - Pensé que Vergilius podría cambiar con el tiempo, pero tú… todos estos años vivo… y no pudiste…. Al menos Vergilius es así porque tuvo que hacerse cargo a temprana edad de lo que tú dejaste en su conciencia… pero ¿Qué excusa tiene un miembro de la familia juliai para actuar de una forma tan deshonrosa?
Pero por otro lado, su corazón latía más fuerte al tener cerca a un miembro de su familia que ella realmente había amado desde pequeña. Pero también, se sentía asustada por la forma en que había aparecido en su cuarto, y el color rojizo de sus ojos. No era normal, todo lo que estaba ocurriendo en ese lugar era completamente irreal.
- Fye tenía razón. – Terminó de decir mientras se acomodaba el chal lo mejor que podía sonrosándose para que no la viera desnuda. – Ustedes nunca me amaron. Ni tú, ni Vergilius. No te tengo miedo Octavius, pero no te quiero volver a ver. No quiero que me lleves a ningún lado… esta es mi casa, el lugar donde realmente me aman, y ya la he puesto en segundo lugar por demasiado tiempo por culpa de ustedes. Tu hermano me ha deshonrado y no eres bienvenido en mi casa, ni tú, ni Vergilius, ni Lydia ¡Ya no somos primos!
Sophia retrocedió unos pasos. No sabía que estaba pasando a su alrededor, pero si antes pensó que estaba soñando… todo se completaba ahora. El lugar estaba mutando, cambiando, llevándola a otro lugar.
- No quiero saber la verdad… se la verdad… la se… ¡Tu y Vergilius nunca me han querido, siempre fui un juego para sus días de ocio en roma entre sus famosas guerras! Tú… jugando conmigo cuando te sentías aburrido, y Vergilius seduciéndome y prometiéndome el mundo, ¿para qué? Para herir casi de muerte a mí hermano y luego burlarse de mi, observando cómo traicionaba a Fye viéndome a escondidas con él, sólo por el placer de causarle dolor a mi hermano… - Y en ese momento Sophia abrazó a Octavius con fuerza y hundió su cabeza en el pecho de su primo mayor. – Se burló de mi Octavius… se burló de mi… me ha deshonrado… yo hice todo para hacerlo feliz y él... él me odia... me ha deshonrado y jugado conmigo...
Pero ver a ese sujeto, que alguna que otra línea más en el rostro y con el cabello más largo… era indudable ante sus ojos que se trataba efectivamente de Octavius. Sus manos temblaron, y las junto sobre su pecho, aprovechando así también de cubrir lo que su cabellera no alcanzaba a esconder, su piel, sus senos, su delicado torso. Las unió como su estuviera intentando sostenerlas para no perder completamente su autocontrol, pues por muy parecido que fuese ese hombre a Octavius, todo dentro de ella le decía que se mantuviera alejada.
- … Mi primo Octavius falleció en una campaña militar hace más de diez años. – Sus ojos estaban brillando. Todos los que conocían a Sophia sabían que ella no tocaba el tema de Octavius pues le partía el corazón. Sólo escuchar su nombre hacía que se rompiera a llorar, y ahora que lo veía frente a ella, su corazón se sentía horriblemente triste. - ¿Cómo es posible que… estés vivo? ¿Por qué te demoraste todo este tiempo en volver a Roma? Vergilius y yo… tu madre… tía Helena se murió de pena. Dicen que la envenenaron pero… yo sé, que ella murió de pena cuando tu no volviste. Y… Vergilius… él… él… cambió… y Lydia… creció tan sola.
No sabía si estaba enojada o feliz o asustada. No podía creer que en todo ese tiempo Octavius hubiese estado vivo y que no dijera nada, que no se acercara a su familia ni diera señales de vida. Todos habían sufrido tanto por el, incluso ella dejo de hablar más de un año luego de enterarse de la muerte de su primo.
Fye tenía razón, tanto Octavius como Vergilius sólo sabían herirla. Nada bueno podía provenir de ellos.
- Tú y Vergilius sufren del mismo defecto. Piensan muy poco en los sentimientos de los demás…sólo buscan sus guerras y sus glorias…olvidan todo lo demás. – Las lágrimas brotaban de los ojos de Sophia. - Pensé que Vergilius podría cambiar con el tiempo, pero tú… todos estos años vivo… y no pudiste…. Al menos Vergilius es así porque tuvo que hacerse cargo a temprana edad de lo que tú dejaste en su conciencia… pero ¿Qué excusa tiene un miembro de la familia juliai para actuar de una forma tan deshonrosa?
Pero por otro lado, su corazón latía más fuerte al tener cerca a un miembro de su familia que ella realmente había amado desde pequeña. Pero también, se sentía asustada por la forma en que había aparecido en su cuarto, y el color rojizo de sus ojos. No era normal, todo lo que estaba ocurriendo en ese lugar era completamente irreal.
- Fye tenía razón. – Terminó de decir mientras se acomodaba el chal lo mejor que podía sonrosándose para que no la viera desnuda. – Ustedes nunca me amaron. Ni tú, ni Vergilius. No te tengo miedo Octavius, pero no te quiero volver a ver. No quiero que me lleves a ningún lado… esta es mi casa, el lugar donde realmente me aman, y ya la he puesto en segundo lugar por demasiado tiempo por culpa de ustedes. Tu hermano me ha deshonrado y no eres bienvenido en mi casa, ni tú, ni Vergilius, ni Lydia ¡Ya no somos primos!
Sophia retrocedió unos pasos. No sabía que estaba pasando a su alrededor, pero si antes pensó que estaba soñando… todo se completaba ahora. El lugar estaba mutando, cambiando, llevándola a otro lugar.
- No quiero saber la verdad… se la verdad… la se… ¡Tu y Vergilius nunca me han querido, siempre fui un juego para sus días de ocio en roma entre sus famosas guerras! Tú… jugando conmigo cuando te sentías aburrido, y Vergilius seduciéndome y prometiéndome el mundo, ¿para qué? Para herir casi de muerte a mí hermano y luego burlarse de mi, observando cómo traicionaba a Fye viéndome a escondidas con él, sólo por el placer de causarle dolor a mi hermano… - Y en ese momento Sophia abrazó a Octavius con fuerza y hundió su cabeza en el pecho de su primo mayor. – Se burló de mi Octavius… se burló de mi… me ha deshonrado… yo hice todo para hacerlo feliz y él... él me odia... me ha deshonrado y jugado conmigo...
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Al menos estás hablando con más autoridad…
Quiso decirlo, pero prefirió no hacerlo y evitar interrumpir sus pequeños alegatos. Ya tendría tiempo después para comentar todo lo que quisiese; por ahora, lo importante era que ella lo acompañase y si para eso tenía que expresar toda la rabia, frustración e incluso ira que sentía, pos que lo hiciera. No tenía problemas en escucharle, así de paso aprovechaba para analizar cada uno de los gestos que hiciera; la tono de voz que usase; la forma en que lo mirase; entre otros. Le encantaba observar las reacciones de las personas e intentar predecir lo que harían, o incluso, sólo limitarse a configurar teorías sobre tal y tal sujeto dentro de su cabeza. Después de todo, varias veces en su vida estuvo contra las cuerdas y tuvo que acostumbrarse a desconfiar en cualquiera que no fuese de sus cercanos. Con el tiempo e inconcientemente, trasladó esa costumbre de analizar a las personas a su vida cotidiana, y por ende, hasta a los seres en los que más confiaba en el mundo.
Siempre preocupándote por los otros… no cambias.
Dio un pequeño suspiro que se podía interpretar de muchas formas, pero la principal era de gracia. Le hacia gracia que tuviera caracteres tan marcados en su personalidad aun en situaciones como ésa. Y aquello demostraba algo, evidentemente; daba a entender que detrás de esa apariencia dulce y gentil, existía el coraje y la perseverancia de una muchachita que a pesar de lucir débil físicamente, resultaba poseer una fortaleza interior que a pesar de ser quebrada una y mil veces; puesta a prueba por todas las adversidades posibles; siempre, pero siempre sacaba a flote sus valores hasta en la más clara decadencia física y/o anímica.
Vergilius…Lydia…Fye…
Hizo una pausa y su rostro cambió a uno radicalmente más pensativo. Su pequeña prima le había tocado un punto muy crítico, como lo era en ese caso en especial su madre, la emperatriz Helena. No podía evitar sentirse culpable por no poder haberla salvado a tiempo, de su padre; de la codicia y la corrupción que rodeaban a la familia real; y por supuesto, de Roma en general.
Aquel era un Imperio muy glorioso, pero al mismo tiempo, probablemente se trataba del arma de doble filo más grande del mundo hoy por hoy. Y lastimosamente para la familia del emperador y sus similares de sangre, todo el peligro de estar en la posición que gozaban, lo había sufrido la propia madre del general Octavius.
Y hasta mi propia madre… - Dejó que esa última palabra se quedara en su boca por varios segundos, pronunciándola con un tono único que combinaba la nostalgia con el respeto. Tal vez, esa mujer era la persona a la que más iba a respetar él en toda su vida.
Deberías dejar de pensar un segundo en ellos… por uno u otro motivo, ya no son aquellos que amabas…y probablemente, todavía amas… quizás a unos más que otros.
El silencio aterrizó de nuevo, y los ojos de Octavius se abrieron de par en par para deslumbrar con su extraño rojizo el ambiente entero.
O no?.
En todo momento no le prestó mucha atención al abrazo que le dio su prima, siendo prácticamente indiferente ante dicha muestra de ¿cariño?. O era eso, o definitivamente nadie le había enseñado a Sophia que los abrazos no lastimaban. A menos claro, que en realidad fuese tan astuta como para utilizar el secreto oculto en dicho movimiento. Pero lo descartó rápido, entendiendo que era imposible que ella fuese de esa forma. Supuestamente, al menos…
Ya basta de Fye, de Vergilius, de Lydia y de cualquier otra persona en el Imperio… en lo que a mí respecta, ninguno de ellos actualmente me interesa…
Puso su mano en la cabeza de su prima y le acarició levemente el cabello, a pesar de que su tono de voz había sido prácticamente el del mismísimo demonio. No dejaba de ser curioso que a pesar de que todo le daba una apariencia hostil e infernal, tenía un lado que todavía demostraba humanidad.
De todas formas tendré que hablarte de ellos… pero antes debes entender algo…
Lentamente, al terminar sus palabras, la oscuridad vacía en la que se encontraban comenzó a mutar y mutar. El ambiente rápidamente fue tornándose muy frío, desapareciendo la calidez hogareña que poseía la habitación de Sophia.
En pocos segundos, ya no estaban precisamente en las villas…y ni siquiera, en Roma…
Offrol://
Continúa aquí: https://ssancientchronicles.variousforum.com/t3281-viaje-al-pasado#55330
Saludos.
Quiso decirlo, pero prefirió no hacerlo y evitar interrumpir sus pequeños alegatos. Ya tendría tiempo después para comentar todo lo que quisiese; por ahora, lo importante era que ella lo acompañase y si para eso tenía que expresar toda la rabia, frustración e incluso ira que sentía, pos que lo hiciera. No tenía problemas en escucharle, así de paso aprovechaba para analizar cada uno de los gestos que hiciera; la tono de voz que usase; la forma en que lo mirase; entre otros. Le encantaba observar las reacciones de las personas e intentar predecir lo que harían, o incluso, sólo limitarse a configurar teorías sobre tal y tal sujeto dentro de su cabeza. Después de todo, varias veces en su vida estuvo contra las cuerdas y tuvo que acostumbrarse a desconfiar en cualquiera que no fuese de sus cercanos. Con el tiempo e inconcientemente, trasladó esa costumbre de analizar a las personas a su vida cotidiana, y por ende, hasta a los seres en los que más confiaba en el mundo.
Siempre preocupándote por los otros… no cambias.
Dio un pequeño suspiro que se podía interpretar de muchas formas, pero la principal era de gracia. Le hacia gracia que tuviera caracteres tan marcados en su personalidad aun en situaciones como ésa. Y aquello demostraba algo, evidentemente; daba a entender que detrás de esa apariencia dulce y gentil, existía el coraje y la perseverancia de una muchachita que a pesar de lucir débil físicamente, resultaba poseer una fortaleza interior que a pesar de ser quebrada una y mil veces; puesta a prueba por todas las adversidades posibles; siempre, pero siempre sacaba a flote sus valores hasta en la más clara decadencia física y/o anímica.
Vergilius…Lydia…Fye…
Hizo una pausa y su rostro cambió a uno radicalmente más pensativo. Su pequeña prima le había tocado un punto muy crítico, como lo era en ese caso en especial su madre, la emperatriz Helena. No podía evitar sentirse culpable por no poder haberla salvado a tiempo, de su padre; de la codicia y la corrupción que rodeaban a la familia real; y por supuesto, de Roma en general.
Aquel era un Imperio muy glorioso, pero al mismo tiempo, probablemente se trataba del arma de doble filo más grande del mundo hoy por hoy. Y lastimosamente para la familia del emperador y sus similares de sangre, todo el peligro de estar en la posición que gozaban, lo había sufrido la propia madre del general Octavius.
Y hasta mi propia madre… - Dejó que esa última palabra se quedara en su boca por varios segundos, pronunciándola con un tono único que combinaba la nostalgia con el respeto. Tal vez, esa mujer era la persona a la que más iba a respetar él en toda su vida.
Deberías dejar de pensar un segundo en ellos… por uno u otro motivo, ya no son aquellos que amabas…y probablemente, todavía amas… quizás a unos más que otros.
El silencio aterrizó de nuevo, y los ojos de Octavius se abrieron de par en par para deslumbrar con su extraño rojizo el ambiente entero.
O no?.
En todo momento no le prestó mucha atención al abrazo que le dio su prima, siendo prácticamente indiferente ante dicha muestra de ¿cariño?. O era eso, o definitivamente nadie le había enseñado a Sophia que los abrazos no lastimaban. A menos claro, que en realidad fuese tan astuta como para utilizar el secreto oculto en dicho movimiento. Pero lo descartó rápido, entendiendo que era imposible que ella fuese de esa forma. Supuestamente, al menos…
Ya basta de Fye, de Vergilius, de Lydia y de cualquier otra persona en el Imperio… en lo que a mí respecta, ninguno de ellos actualmente me interesa…
Puso su mano en la cabeza de su prima y le acarició levemente el cabello, a pesar de que su tono de voz había sido prácticamente el del mismísimo demonio. No dejaba de ser curioso que a pesar de que todo le daba una apariencia hostil e infernal, tenía un lado que todavía demostraba humanidad.
De todas formas tendré que hablarte de ellos… pero antes debes entender algo…
Lentamente, al terminar sus palabras, la oscuridad vacía en la que se encontraban comenzó a mutar y mutar. El ambiente rápidamente fue tornándose muy frío, desapareciendo la calidez hogareña que poseía la habitación de Sophia.
En pocos segundos, ya no estaban precisamente en las villas…y ni siquiera, en Roma…
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Llegaba casi arrastrando mi propio peso, no queria que ella estuviera ahi, seria muy dificil tratar de darle mi explicacion el porque me marchaba, no sabia como responderia, quizas solo me lanzaria de la casa, o no me dejaria partir, era el amor de madre que se habia quedado en ella, que no podia herirla, sentia en mi interior que todo colapsaria al estar enfrente de ella, no podria decirselo, solo me caeria entre sus piernas, para volverla a querer.
Segundos pasaron, solo estaba enfrente de su puerta, rozando ligeramente la perilla, como buscando de alguna manera una respuesta, o una motivacion de poder hacerlo, de no ser un cobarde y marcharme de ahi sin darle una explicacion, mi corazon latia con fuerza, casi hasta el punto de querer salirse de mi pecho, era sin duda el ruido mas enloquecedor.... Roce una vez mas la perilla, que sera de ella, que sera de esta familia si tan solo me perdiera entre el infinito, entre toda aquella gente, seria lo mejor....
lentamente lleve mis manos hacia su puerta, di tres pequeños toques a la puerta, solo para escuchar el eco que se perdia entre su cuarto... No habia nadia, Shopia, donde estaba.... Respire lentamente mientras pensaba que estaria dormida, o en su caso, tomando un baño mientras se relajaba del suceso transcurrido... Shopia, hermana, voy a entrar.... Dije mientras tome la perilla, ahora con decision, con firmeza la puerta se fue abriendo de par en par, para solo ver que no habia nadia, ella se habia alejado de nosotros una vez mas, con quien se habria ido... ¿una vez mas con vergiluis?... de solo pensarlo, las heridas ardian, no fue muy buena idea atravesarme ante ese poder, aunque, pasara lo que pasara pude defenderla, que era lo que mas deseaba....
Sophia... donde te has marchado, dejando solo tu perfume en este ambiente, porque... porque cada vez que trato de estar cerca me arrebatan tu cariño, justo cuando mi decision de marcharme pende de un hilo... te vas, sin decirme nada... Fye.... fye el debe de saber donde esta....
Segundos pasaron, solo estaba enfrente de su puerta, rozando ligeramente la perilla, como buscando de alguna manera una respuesta, o una motivacion de poder hacerlo, de no ser un cobarde y marcharme de ahi sin darle una explicacion, mi corazon latia con fuerza, casi hasta el punto de querer salirse de mi pecho, era sin duda el ruido mas enloquecedor.... Roce una vez mas la perilla, que sera de ella, que sera de esta familia si tan solo me perdiera entre el infinito, entre toda aquella gente, seria lo mejor....
lentamente lleve mis manos hacia su puerta, di tres pequeños toques a la puerta, solo para escuchar el eco que se perdia entre su cuarto... No habia nadia, Shopia, donde estaba.... Respire lentamente mientras pensaba que estaria dormida, o en su caso, tomando un baño mientras se relajaba del suceso transcurrido... Shopia, hermana, voy a entrar.... Dije mientras tome la perilla, ahora con decision, con firmeza la puerta se fue abriendo de par en par, para solo ver que no habia nadia, ella se habia alejado de nosotros una vez mas, con quien se habria ido... ¿una vez mas con vergiluis?... de solo pensarlo, las heridas ardian, no fue muy buena idea atravesarme ante ese poder, aunque, pasara lo que pasara pude defenderla, que era lo que mas deseaba....
Sophia... donde te has marchado, dejando solo tu perfume en este ambiente, porque... porque cada vez que trato de estar cerca me arrebatan tu cariño, justo cuando mi decision de marcharme pende de un hilo... te vas, sin decirme nada... Fye.... fye el debe de saber donde esta....
Gelum- Caballeros Dorados
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Seguia tomando su mano, como llevandola hacia su cuarto. Como cuando ella lo hacia comigo en el jardin de la villa mientras jugabamos. Era practicamente asi. Recuerdos encontrados en cada momento de estar cerca de ella. Lentamente la llevaba, su cuerpo aun necesitaba cuidados, y yo, estaba ahi para consentirla en ese preciso momento. Llegue junto con ella a su cuerpo, la puerta aun estaba cerrada, y a mi mente regreso el momento en que yo habia ido ahi. Solo buscando posibles respuestas, donde ella no se encontraba.
Tome mi mano izquierda la perilla de la puerta, mientras que con la otra, aun me mantenia tomado de la mano. Me adentre a su cuarto. Todo se encontraba igual , ningun movimiento en esos ultimos dias de ausencia. Tal y como lo habia dejado. El perfume que Sophia solia tener estaba impregnado en cada objeto de ese lugar. Daba la bievenida a su dueña.
Ahora me tocaba preparar todo. Solte lentamente la mano de Sophia, mientras que el calor de nuestra piel unida se perdia de poco en poco. Puedes descanzar hermana, yo me encargare de todo, ponte comoda... Decia tratando de hacerla relajar mucho mas. Fui directo a ver la piscina del baño de Sophia, las aguas cristalinas se hacian presente, estaba listo. Perdonaras que esto sea tan repentino Sophia, pero creo que tomaras el baño con agua fria, es lo unico que hay. Sonrei.
En la puerta se oian tres toques, mientras llegaba la servidumbre, aquella mujer que le habia hablado en el camino. Llevaba consigo una canasta mediana, donde habia plantas aromatizantes, aceites y tambien Aloe vera. Junto con unas toallas y vendajes. Viendo cumplida su mision se retiro. Mientras yo tomaba la canasta para despues llevarla a el baño. Deje la canasta en una orilla, con los aceites, vendas y el aloe vera, mientras esparcia en el agua, las plantas aromatizantes, para que el agua estuviera perfecta para ella.
Regrese a donde se encontraba ella, solo para sonreirle de nuevo y decir.... El baño esta listo...
Tome mi mano izquierda la perilla de la puerta, mientras que con la otra, aun me mantenia tomado de la mano. Me adentre a su cuarto. Todo se encontraba igual , ningun movimiento en esos ultimos dias de ausencia. Tal y como lo habia dejado. El perfume que Sophia solia tener estaba impregnado en cada objeto de ese lugar. Daba la bievenida a su dueña.
Ahora me tocaba preparar todo. Solte lentamente la mano de Sophia, mientras que el calor de nuestra piel unida se perdia de poco en poco. Puedes descanzar hermana, yo me encargare de todo, ponte comoda... Decia tratando de hacerla relajar mucho mas. Fui directo a ver la piscina del baño de Sophia, las aguas cristalinas se hacian presente, estaba listo. Perdonaras que esto sea tan repentino Sophia, pero creo que tomaras el baño con agua fria, es lo unico que hay. Sonrei.
En la puerta se oian tres toques, mientras llegaba la servidumbre, aquella mujer que le habia hablado en el camino. Llevaba consigo una canasta mediana, donde habia plantas aromatizantes, aceites y tambien Aloe vera. Junto con unas toallas y vendajes. Viendo cumplida su mision se retiro. Mientras yo tomaba la canasta para despues llevarla a el baño. Deje la canasta en una orilla, con los aceites, vendas y el aloe vera, mientras esparcia en el agua, las plantas aromatizantes, para que el agua estuviera perfecta para ella.
Regrese a donde se encontraba ella, solo para sonreirle de nuevo y decir.... El baño esta listo...
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
A pesar de que toda la Villa lucía distinta, su habitación estaba tal cual la había abandonado. Todo estaba en su lugar. Ahí estaba su cama, sus joyas, su espejo, sus libros y cada uno de los recuerdos que permanecían en el corazón de la chica.
Gelum la guió tomandola de la mano. Se lo permitió pues, entendía la preocupación que debía sentir su hermanito por ella luego de que hubiesen estado tanto tiempo separados el uno del otro por su matrimonio en Egipto, luego por lo de Vergilius y por ultimo, el secuestro de Octavius.
- Gracias... - Susurró mientras caminaba a su cama y se sentaba sobre ella con la mirada perdida en el vacío. Había tantas cosas en su cabeza que no podía organizarlas una a una, así que partió por la pregunta más obvio. - ¿Qué sucedió en Egipto, Gelum? ¿Por qué no estas casado con la Reina Selene? Pensé... que no te volvería a ver... nunca supe que fue lo que pasó contigo, con Octavius y con Solomon. Nuestra familia... nuestra familia que tanto he amado toda la vida, intentó lastimarte, ¿No es así?
La voz de Sophia sonaba muy melancólica. Veía el rostro de Solomon cubierto en falsedad cuando trajo a Gelum desmayado aquel día diciendo que lo había encontrado así. Recordaba haberle puesto el anillo de su madre en la mano a Gelum para que se lo diera a su futura esposa. Para esa altura, pensó que Gelum ya habría tenido hijos y ella sería tía.
Pero Gelum había vuelto, no como el niño que se fue, sino más parecido a un hombre, con la mirada sin ese brillo de inocencia y malicia de su pequeño hermano.
- Me hubiese gustado... protegerte más. Siento que te he fallado todo este tiempo Gelum. A tí, a Fye... a la memoria de nuestros padres. No soy digna de ser una Juliai... ni si quiera pude conservar el amor de Vergilius... y me deshonró y humilló. - Se tapó el rostro con ambas manos conteniendo las lágrimas. Cada vez que pensaba en Vergilius sentía que se le partía el corazón en pedazos. No sabía en que momento de su vida se había vuelto tan melancólica. - Lo siento... de verdad lo siento... Por favor... déjame sola.
Gelum la guió tomandola de la mano. Se lo permitió pues, entendía la preocupación que debía sentir su hermanito por ella luego de que hubiesen estado tanto tiempo separados el uno del otro por su matrimonio en Egipto, luego por lo de Vergilius y por ultimo, el secuestro de Octavius.
- Gracias... - Susurró mientras caminaba a su cama y se sentaba sobre ella con la mirada perdida en el vacío. Había tantas cosas en su cabeza que no podía organizarlas una a una, así que partió por la pregunta más obvio. - ¿Qué sucedió en Egipto, Gelum? ¿Por qué no estas casado con la Reina Selene? Pensé... que no te volvería a ver... nunca supe que fue lo que pasó contigo, con Octavius y con Solomon. Nuestra familia... nuestra familia que tanto he amado toda la vida, intentó lastimarte, ¿No es así?
La voz de Sophia sonaba muy melancólica. Veía el rostro de Solomon cubierto en falsedad cuando trajo a Gelum desmayado aquel día diciendo que lo había encontrado así. Recordaba haberle puesto el anillo de su madre en la mano a Gelum para que se lo diera a su futura esposa. Para esa altura, pensó que Gelum ya habría tenido hijos y ella sería tía.
Pero Gelum había vuelto, no como el niño que se fue, sino más parecido a un hombre, con la mirada sin ese brillo de inocencia y malicia de su pequeño hermano.
- Me hubiese gustado... protegerte más. Siento que te he fallado todo este tiempo Gelum. A tí, a Fye... a la memoria de nuestros padres. No soy digna de ser una Juliai... ni si quiera pude conservar el amor de Vergilius... y me deshonró y humilló. - Se tapó el rostro con ambas manos conteniendo las lágrimas. Cada vez que pensaba en Vergilius sentía que se le partía el corazón en pedazos. No sabía en que momento de su vida se había vuelto tan melancólica. - Lo siento... de verdad lo siento... Por favor... déjame sola.
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Sabia que tarde o temprano, cuando regresara de Egipto iba a tener que dar explicaciones de lo que ahi ocurrio. Se habia desatado la peor de las catastrofes para mi, desde que habia sido enviado hasta ahi. Desde mi nombramiento para ser rey e Egipto todo habia empezado mal. Las rivalidades que tenia con mis demas alegados, habia quebrantado mi espiritu.
Sophia, no hay mucho que decir, solo que no se pudo realizar esa boda, desde el momento en que llegue, habia pensado en unirme por completo con aquella mujer, pero tal fue mi desgracia que en el dia indicado de la boda, todo cambio, de la nada aparecio Octavius, y tuvo conversacion secreta con aquella mujer, y todo termino en un simple desacato a las normas de Roma, el cumplimiento del senado fue destruido solo por ser el hijo del Cesar.... No pude decir mucho mas, estaba asi sin poder verla a la cara, mi hermana la que habia confiado en mi... Ademas le di el anillo que nos habia dado nuestra madre, y sin poder tenerlo de vuelta... Lo siento hermana, sabia que ese era el tesoro de la familia y simplemente lo he perdido con cualquier mujer....
Iba a soltar una lagrima, pero el orgullo era mas fuerte, no podia dejar que mi hermana me viera en esas condiciones...Segui escuchando lo que dijo, ella no tenia la culpa, todo se habia juntado en un punto que exploto de la nada...Vamos hermana no tienes porque decir eso, yo tambien he tenido la culpa, incluso he sido el mas debil de la familia, por eso he tratado de cambiar, pero las sircunstancias estan en mi contra... Y ahi escuche las ultimas palabras, dejarla sola... Bien hermana, estare en las caballerizas.... y sin decir mas sali de ahi...
Sophia, no hay mucho que decir, solo que no se pudo realizar esa boda, desde el momento en que llegue, habia pensado en unirme por completo con aquella mujer, pero tal fue mi desgracia que en el dia indicado de la boda, todo cambio, de la nada aparecio Octavius, y tuvo conversacion secreta con aquella mujer, y todo termino en un simple desacato a las normas de Roma, el cumplimiento del senado fue destruido solo por ser el hijo del Cesar.... No pude decir mucho mas, estaba asi sin poder verla a la cara, mi hermana la que habia confiado en mi... Ademas le di el anillo que nos habia dado nuestra madre, y sin poder tenerlo de vuelta... Lo siento hermana, sabia que ese era el tesoro de la familia y simplemente lo he perdido con cualquier mujer....
Iba a soltar una lagrima, pero el orgullo era mas fuerte, no podia dejar que mi hermana me viera en esas condiciones...Segui escuchando lo que dijo, ella no tenia la culpa, todo se habia juntado en un punto que exploto de la nada...Vamos hermana no tienes porque decir eso, yo tambien he tenido la culpa, incluso he sido el mas debil de la familia, por eso he tratado de cambiar, pero las sircunstancias estan en mi contra... Y ahi escuche las ultimas palabras, dejarla sola... Bien hermana, estare en las caballerizas.... y sin decir mas sali de ahi...
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Sophia ingresó lentamente al agua, desnuda. Las ropas que estaba portando las tiró al fuego, con miedo de que tuvieran ácaros, pulgas, piojos, o cualquiera de las cosas que los viajeros contraen en el camino.
El agua estaba helada, pero era agradable de cualquier forma. Gelum se había hecho cargo de que estuviera llena de especies y esencias de flores para que fuera lo más placentero posible. Aún así... al ver su rostro sucio reflejado en el agua se preguntó donde estaba la chica alegre que siempre había sido durante toda su vida. Sólo veía el rostro de alguien que lentamente ha perdido la esperanza en todo lo que la rodeaba.
Borró el reflejo con una mano moviendo el agua y se dejó hundir. Acostada en el fondo de la bañera, abrió los ojos y vio atraves del agua las luces de las velas moviendose. Pensó sinceramente en no volver a salir a respirar, pero cuando sus pulmones ya no pudieron más se sentó.
<< ¿Qué esta pasando? ¿Por qué nos esta pasando esto?...>>
Sophia no entendía el porque de todo lo que la rodeaba, desde el odio de su familia hasta esa extraña energía que sentía fluir por sus venas. Podía saber, exactamente, donde estaba Gelum en ese momento. Lo sentía... era como si algo en su pecho lo pudiera identificar sin dudas, una sensación helada pero fuerte, una gran luz en medio de la oscuridad.
Y ella...Era sólo cosa de que se concentrara para que pudiera sanar las heridas de cualquiera. Sin mencionar esa extraña aura dorada que la rodeaba cuando ocurría eso... cada vez que lo pensaba, más se convencía de que los dioses le habían dado un don extraño que no sabía controlar y peor aún... era el hecho de que sentía que estaba pagando un precio muy alto por ello.
Se cepillo el cabello humedo en la misma bañera, deshaciendose de cualquier ramita o suciedad. Frotó sus brazos, sus piernas, sus muslos, su cintura, su cadera, su estomago, su pecho y finalmente su rostro con algo de fuerza para deshacerse del barro y el polvo pegado, del sudor y cualquier cosa pegado a su piel.
Cuando terminó, se puso de pie y se secó el cuerpo lentamente, volviendo a ver su piel de porcelana blanca y limpia. Se secó el cabello lo mejor que pudo a esa hora, aunque de cualquier forma quedó mojado... y descubrió que con el sol del viaje su color rojizo se había vuelto un tanto distinto... como un rosa azulesco o algo asi.
Se vistió, con algunas de sus mejores prendas. Ató su cabello en un moño alto como lo hacían las mujeres Romanas y comenzó a caminar en busqueda de Gelum, para avisarle que estaba lista. Aún le dolían los pies al caminar, pero al menos con sandalias era mucho menos.
El agua estaba helada, pero era agradable de cualquier forma. Gelum se había hecho cargo de que estuviera llena de especies y esencias de flores para que fuera lo más placentero posible. Aún así... al ver su rostro sucio reflejado en el agua se preguntó donde estaba la chica alegre que siempre había sido durante toda su vida. Sólo veía el rostro de alguien que lentamente ha perdido la esperanza en todo lo que la rodeaba.
Borró el reflejo con una mano moviendo el agua y se dejó hundir. Acostada en el fondo de la bañera, abrió los ojos y vio atraves del agua las luces de las velas moviendose. Pensó sinceramente en no volver a salir a respirar, pero cuando sus pulmones ya no pudieron más se sentó.
<< ¿Qué esta pasando? ¿Por qué nos esta pasando esto?...>>
Sophia no entendía el porque de todo lo que la rodeaba, desde el odio de su familia hasta esa extraña energía que sentía fluir por sus venas. Podía saber, exactamente, donde estaba Gelum en ese momento. Lo sentía... era como si algo en su pecho lo pudiera identificar sin dudas, una sensación helada pero fuerte, una gran luz en medio de la oscuridad.
Y ella...Era sólo cosa de que se concentrara para que pudiera sanar las heridas de cualquiera. Sin mencionar esa extraña aura dorada que la rodeaba cuando ocurría eso... cada vez que lo pensaba, más se convencía de que los dioses le habían dado un don extraño que no sabía controlar y peor aún... era el hecho de que sentía que estaba pagando un precio muy alto por ello.
Se cepillo el cabello humedo en la misma bañera, deshaciendose de cualquier ramita o suciedad. Frotó sus brazos, sus piernas, sus muslos, su cintura, su cadera, su estomago, su pecho y finalmente su rostro con algo de fuerza para deshacerse del barro y el polvo pegado, del sudor y cualquier cosa pegado a su piel.
Cuando terminó, se puso de pie y se secó el cuerpo lentamente, volviendo a ver su piel de porcelana blanca y limpia. Se secó el cabello lo mejor que pudo a esa hora, aunque de cualquier forma quedó mojado... y descubrió que con el sol del viaje su color rojizo se había vuelto un tanto distinto... como un rosa azulesco o algo asi.
Se vistió, con algunas de sus mejores prendas. Ató su cabello en un moño alto como lo hacían las mujeres Romanas y comenzó a caminar en busqueda de Gelum, para avisarle que estaba lista. Aún le dolían los pies al caminar, pero al menos con sandalias era mucho menos.
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Sophia entró a su habitación a paso ligero, prendiendo algunas velas pues se había vuelto bastante oscuro. Apenas entraba un poco de luz lunar por su ventana justo junto a su cama.
Caminó hasta ese lugar con bastante calma y se sentó en el borde moviendo sus pies de adelante hacia atras impacientemente mientras miraba como Gelum la seguía a su habitación.
- Ya te dije que no me duele, pero si quieres ponerme alguna cosa... no dejaré que te sientas mal tu al respecto. - Sophia le sonrió y no dejaba de mover los pies. A veces cuando estaba de mejor humor solía ser un tanto juguetona y de seguro a Gelum le iba a costar un poco que se quedara quieta. - Te estás volviendo tan serio como Fye. - Se rió cuando lo dijo.
Sacó unas uvas de el velador y empezó a comerse granito por granito con bastante felicidad esperando a Gelum. Si ese tipo de cosas lo hacían sentirse más responsable y un mejor hermano, ella no se lo impediría. Aunque comenzaba a preocuparse tambien por el señor Edward. De seguro ese hombre no la había pasado muy bien tampoco por el camino hacía Roma y necesitaría algun tipo de atención medica.
Caminó hasta ese lugar con bastante calma y se sentó en el borde moviendo sus pies de adelante hacia atras impacientemente mientras miraba como Gelum la seguía a su habitación.
- Ya te dije que no me duele, pero si quieres ponerme alguna cosa... no dejaré que te sientas mal tu al respecto. - Sophia le sonrió y no dejaba de mover los pies. A veces cuando estaba de mejor humor solía ser un tanto juguetona y de seguro a Gelum le iba a costar un poco que se quedara quieta. - Te estás volviendo tan serio como Fye. - Se rió cuando lo dijo.
Sacó unas uvas de el velador y empezó a comerse granito por granito con bastante felicidad esperando a Gelum. Si ese tipo de cosas lo hacían sentirse más responsable y un mejor hermano, ella no se lo impediría. Aunque comenzaba a preocuparse tambien por el señor Edward. De seguro ese hombre no la había pasado muy bien tampoco por el camino hacía Roma y necesitaría algun tipo de atención medica.
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Ya ya, no compares con Fye, jeje, el es mas viejo y ademas un granuja, sabes que prometi que cuidaria de ti, no importara lo que pasara ¿verdad?, dije mientras iba avanzando mas hacia su cuarto. Ahi la vi, sentada en una de las esquinas de su cama. Moviendo, como una niña, sus pies, de arriba hacia abajo. Pense, sera facil hacer esto, ademas de que ella podra quedarse quieta por un rato, pense. Aunque la sonrisa que daba Sophia, podria ser algo que no esperaba. Que estaba tramando.
Comence a moverme por todo el lugar, buscando las vendas que habian quedado en la cesta que habia dejado en el baño. Camine de poco a poco hacia el. Busque por todos lados sin poder conseguirlo. Hey, Sophia, donde has dejado las.... Cuando iba a terminar la frase, justo debajo de mi estaban las vendas, habia perdido mucho tiempo perdido, y habia quedado como un tonto frente a mi hermana. Regrese donde estaba ella. Trayendo conmigo un poco de Aloe Vera, que servia como cicatrizante. Me puse en cuclillas, para tener un acceso completo de sus pies, agarre delicadamente su pie derecho, lo tome por los dedos, para darle pequeños masajes a cada uno. Tome con cuidado su talon con mi mano derecha y mi sus dedos con mi mano izquierda, para comenzar a darle vueltas sobre su propio eje, y asi relajarla lo mas pronto. Prosegui con el otro pie. Asi para tenerla completamente relajada.
Bueno hermana, espero que no hagas mas travesuras por aqui, porque se tu punto debil, y no dudes que tomare ventaja de ello... Dije mientras tomaba el aloe vera, dipuesto a untarlo en ambos pies.
Comence a moverme por todo el lugar, buscando las vendas que habian quedado en la cesta que habia dejado en el baño. Camine de poco a poco hacia el. Busque por todos lados sin poder conseguirlo. Hey, Sophia, donde has dejado las.... Cuando iba a terminar la frase, justo debajo de mi estaban las vendas, habia perdido mucho tiempo perdido, y habia quedado como un tonto frente a mi hermana. Regrese donde estaba ella. Trayendo conmigo un poco de Aloe Vera, que servia como cicatrizante. Me puse en cuclillas, para tener un acceso completo de sus pies, agarre delicadamente su pie derecho, lo tome por los dedos, para darle pequeños masajes a cada uno. Tome con cuidado su talon con mi mano derecha y mi sus dedos con mi mano izquierda, para comenzar a darle vueltas sobre su propio eje, y asi relajarla lo mas pronto. Prosegui con el otro pie. Asi para tenerla completamente relajada.
Bueno hermana, espero que no hagas mas travesuras por aqui, porque se tu punto debil, y no dudes que tomare ventaja de ello... Dije mientras tomaba el aloe vera, dipuesto a untarlo en ambos pies.
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Sin duda Gelum tenía cierto don cuando se trataba de hacerla feliz. Cuando eran pequeños aveces lo obligaba a darle mansajes en la espalda con la promesa de un dulce o alguna moneda de oro... y siempre lo engañaba al hacerlo. Luego Gelum pasaría quejandose uno o dos días hasta que encontraba bajo su almohada el regalo prometido por Sophia que dilataba entregarselo con el mero objetivo de hacerlo enojar.
Esta vez estaba masajeandole los pies por su propia voluntad, y Sophia sintió que rapidamente los ojos se le comenzaban a caer. Estaba tan relajada que se podría haber quedado dormida ahí mismo, sentada.
- Me portaré bien. - Respondió Sophia batallando por mantener los ojos abiertos, hasta que la duda de algo hizo que se despertara de golpe. - ¿Me va a doler? Por que si me duele ni creas que voy a dejar que me ponas esa cosa verde...
Retiró sus pies de inmediato hacia arriba, poniendo sus plantas en el borde de la cama y abrazando sus rodillas, escondiendo la mitad de su cara atras de éstas.
- Ya te dije que no me duele... - Le dijo nerviosa. - De verdad...
Esta vez estaba masajeandole los pies por su propia voluntad, y Sophia sintió que rapidamente los ojos se le comenzaban a caer. Estaba tan relajada que se podría haber quedado dormida ahí mismo, sentada.
- Me portaré bien. - Respondió Sophia batallando por mantener los ojos abiertos, hasta que la duda de algo hizo que se despertara de golpe. - ¿Me va a doler? Por que si me duele ni creas que voy a dejar que me ponas esa cosa verde...
Retiró sus pies de inmediato hacia arriba, poniendo sus plantas en el borde de la cama y abrazando sus rodillas, escondiendo la mitad de su cara atras de éstas.
- Ya te dije que no me duele... - Le dijo nerviosa. - De verdad...
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Estaba cumpliendo mi acometido. Hacer que mi hermana pudiera descanzar lo mas placenteramente posible. Habia tenido practica al jugar con ella cuando eramos niños, incluso le gritaba cuando no cumplia el convenio y me hacia trabajar de a gratis, de darle masaje. Pero por alguna extraña razon, en algunos dias siempre aparecia debajo de mi almohada, una moneda, o el dulce prometido, siempre la veia con ojos medio asesinos cuandos la veia, pero al parecer ella disfrutaba hacerme enojar, mas de lo que podia.
Ahora esos recuerdos solo se volvian risas para mi, de solo recordar como era manipulado por hacerle sentirse bien, y ahora, de alguna forma desesperada lo hacia sin que ella me lo pidiese. Tome el Aloe vera para comenzar a untarle en los pies,pero cual fue mi sorpresa, que ante mi vista solo se encogia, y sin poder sacar sus pies para que yo prosiguiera. Me levante y me acerque hacia ella. La abrace del cuello, mientras le daba un beso en la mejilla, y trataba de hablarle lo mas sinceramente posible.
Vamos Sophi, esto no te hara ningun daño, porque crees que lo he pedido especialmente para ti, si quisiera dañarte no estaria aqui, estaria buscando en todo roma, una pocion de muerte o sueño eterno o algo asi, no seas tontita, yo buscare lo mejor para ti, y esto... Dije llevando un poco de liquido acuoso hacia mis manos, y despues ponerle una pequeña en su brazo para que sintiera su consistencia...Vez, se sentira raro al principio pero es fresca y ayuda a regenerar posibles heridad, que ni tu ni yo podamos ver a futuro... Entonces.... ¿me dejas untartelo?
Ahora esos recuerdos solo se volvian risas para mi, de solo recordar como era manipulado por hacerle sentirse bien, y ahora, de alguna forma desesperada lo hacia sin que ella me lo pidiese. Tome el Aloe vera para comenzar a untarle en los pies,pero cual fue mi sorpresa, que ante mi vista solo se encogia, y sin poder sacar sus pies para que yo prosiguiera. Me levante y me acerque hacia ella. La abrace del cuello, mientras le daba un beso en la mejilla, y trataba de hablarle lo mas sinceramente posible.
Vamos Sophi, esto no te hara ningun daño, porque crees que lo he pedido especialmente para ti, si quisiera dañarte no estaria aqui, estaria buscando en todo roma, una pocion de muerte o sueño eterno o algo asi, no seas tontita, yo buscare lo mejor para ti, y esto... Dije llevando un poco de liquido acuoso hacia mis manos, y despues ponerle una pequeña en su brazo para que sintiera su consistencia...Vez, se sentira raro al principio pero es fresca y ayuda a regenerar posibles heridad, que ni tu ni yo podamos ver a futuro... Entonces.... ¿me dejas untartelo?
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Sophia se sorprendió del tono de voz calmado y amable que emitía su hermano. Por lo general se hubiese enojado bastante si ella hubiese hecho algo como lo que había hecho de encojer los pies para que no se los pudiera sanar, y hubiesen terminado forcejeando por toda la habitación para ella evitar que le pusiera esa cosa verde, y el por su lado, intentando que se quedara quieta para ponersela por la fuerza.
Pero ahora, no sólo se lo explicaba con palabras dulces, sino que la trataba de una forma gentil.
- A veces... me preguntó, quien es la hermana menor y quien el menor. - Le dijo sonriendole mientras volvía a bajar los pies. - Te creo. Si dices que no dolerá, entonces no dolerá.
Puso los pies sobre el suelo, quietos, esperando que Gelum hiciera lo que debía hacer. No quería quitarle más su tiempo, de seguro el pequeño tambien tendría algo de sueño y querría dormir un poquito antes del amanecer. Lo cual... hacía que Sophia recordara algo que quería preguntarle a su hermano y lo había olvidado por completo.
- Gelum... - Dijo en un susurro mientras bajaba la cabeza y sus ojos se ensombrecían. - ¿Me acompañarías mañana a dejarle flores a la tumba de mamá antes de partir? - Guardó silencio. Bastante tiempo... tanto que se podría haber escuchaba su propio corazón, pues lo que iba a decir no era facil para ella. - No se si volveremos a casa... y... me gustaría despedirme de ella. Se que no conociste a mamá, pero... a ella le gustaría mucho que fueramos juntos.
A veces Sophia pensaba que Gelum por no haber conocido a su madre, no la extrañaba. A veces, sentía que Gelum tenía cierto recentimiento hacia ella por no haber vivido lo suficiente como para criarlo y amarlo tanto como había amado a Sophia y Fye, como si su muerte hubiese sido el primer paso para hacer de ellos una familia tan alejada del resto del mundo. Pero Sophia sabía lo mucho que Flavia había amado a Gelum desde el momento que supo que tendría un hijo, y lo mucho que sufrió por tener que partir sin poder verlos crecer.
- No tienes que ir si no quieres... pero me gustaría que fueras conmigo.
Pero ahora, no sólo se lo explicaba con palabras dulces, sino que la trataba de una forma gentil.
- A veces... me preguntó, quien es la hermana menor y quien el menor. - Le dijo sonriendole mientras volvía a bajar los pies. - Te creo. Si dices que no dolerá, entonces no dolerá.
Puso los pies sobre el suelo, quietos, esperando que Gelum hiciera lo que debía hacer. No quería quitarle más su tiempo, de seguro el pequeño tambien tendría algo de sueño y querría dormir un poquito antes del amanecer. Lo cual... hacía que Sophia recordara algo que quería preguntarle a su hermano y lo había olvidado por completo.
- Gelum... - Dijo en un susurro mientras bajaba la cabeza y sus ojos se ensombrecían. - ¿Me acompañarías mañana a dejarle flores a la tumba de mamá antes de partir? - Guardó silencio. Bastante tiempo... tanto que se podría haber escuchaba su propio corazón, pues lo que iba a decir no era facil para ella. - No se si volveremos a casa... y... me gustaría despedirme de ella. Se que no conociste a mamá, pero... a ella le gustaría mucho que fueramos juntos.
A veces Sophia pensaba que Gelum por no haber conocido a su madre, no la extrañaba. A veces, sentía que Gelum tenía cierto recentimiento hacia ella por no haber vivido lo suficiente como para criarlo y amarlo tanto como había amado a Sophia y Fye, como si su muerte hubiese sido el primer paso para hacer de ellos una familia tan alejada del resto del mundo. Pero Sophia sabía lo mucho que Flavia había amado a Gelum desde el momento que supo que tendría un hijo, y lo mucho que sufrió por tener que partir sin poder verlos crecer.
- No tienes que ir si no quieres... pero me gustaría que fueras conmigo.
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Ya vez, nunca podras ser para siempre la mayor, siempre debo de estar ahi de garrapata para que no hagas cosas tan tontas, como no dejarte cuidar por mi, ademas deberias de aprovechar esta noche, porque para despues no se que tanto podras manipularme. Dejate consentir por estos breves minutos... Y sin decir mas, baje de nuevo hacia sus pies, y de poco a poco fui tomando un poco de baba de Aloe Vera, estaba un poco frio por su consistencia gelatinosa, y ella tal vez asi lo sentiria, mas que su piel, aveces era muy sensible. Comence a masajear de poco a poco su pie derecho con ambas manos, y dando una fina capa de la planta, cuando todo su pie estaba cubierto de esa viscosidad, busque las vendas para taparsela lo mas rapido posible. Di vuelta tras otra, hasta dejarla completamente vendada. Repeti el procedimiento con el otro pie.
Estaba a punto de terminar, cuando ella hablo, y de lo que me habia temido desde el final. ¿quien era mi madre?, segun lo que me habian contado mis hermanos y familia, habia muerto antes de que yo naciera, y desde entonces, el unico regazo donde tenia calor y cariño, era en los brazos de Sophia, porque ahora me preguntaba si queria ir con ella. A aquella mujer que nunca pude verle el rostro y que nunca estuvo conmigo. Me detuve antes de dar la ultima vuelta a la venda. Sentia un vacio repentino, y mi mirada se clavo al piso , y bajaba la cabeza. ¿quien era mi madre?, porque, en ese mismo momento todo salia a relucir. Tenia miedo, coraje, inseguridad, todos esos sentimientos a la vez. Pero entonces una luz abrio mi mente y mi corazon. Si, mi madre habia sido esa mujer que me tuvo en su vientre durante nueve meses, no importaba que no hubiera estado conmigo durante estos años, pero ella, pero ella... me habia dado la vida.
Unas lagrimas rodaron por mi mejilla, queria aparentar un poco de coraje ante sophi, pero la coraza habia caido, lleve mis manos hacia mis ojos para evitar que salieran mas venas. Je mira lo que me haces hacer hermana tontita, casi se deshace todo el vendaje de tu pie izquierdo. Trate de sonreir...pero de una en una caia las lagrimas, termine el nudo como pude, y me acerque hacia mi hermana, solo para apresarme junto a ella, con un abrazo, y casi decirle susurrando al oido.... Clllaaro... que voy... contigo... hermana...
Estaba a punto de terminar, cuando ella hablo, y de lo que me habia temido desde el final. ¿quien era mi madre?, segun lo que me habian contado mis hermanos y familia, habia muerto antes de que yo naciera, y desde entonces, el unico regazo donde tenia calor y cariño, era en los brazos de Sophia, porque ahora me preguntaba si queria ir con ella. A aquella mujer que nunca pude verle el rostro y que nunca estuvo conmigo. Me detuve antes de dar la ultima vuelta a la venda. Sentia un vacio repentino, y mi mirada se clavo al piso , y bajaba la cabeza. ¿quien era mi madre?, porque, en ese mismo momento todo salia a relucir. Tenia miedo, coraje, inseguridad, todos esos sentimientos a la vez. Pero entonces una luz abrio mi mente y mi corazon. Si, mi madre habia sido esa mujer que me tuvo en su vientre durante nueve meses, no importaba que no hubiera estado conmigo durante estos años, pero ella, pero ella... me habia dado la vida.
Unas lagrimas rodaron por mi mejilla, queria aparentar un poco de coraje ante sophi, pero la coraza habia caido, lleve mis manos hacia mis ojos para evitar que salieran mas venas. Je mira lo que me haces hacer hermana tontita, casi se deshace todo el vendaje de tu pie izquierdo. Trate de sonreir...pero de una en una caia las lagrimas, termine el nudo como pude, y me acerque hacia mi hermana, solo para apresarme junto a ella, con un abrazo, y casi decirle susurrando al oido.... Clllaaro... que voy... contigo... hermana...
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Re: [Villa Vallis Mellitus] Habitación de Sophia
Los brazos de Gelum la buscaban, podía haber crecido pero por dentro en muchos aspectos aun era un niñito, su niñito. Sophia lo acercó a ella y lo acurruco contra su pecho, dejando que reposara su rostro ahí contra ella. Sophia entendía su subito dolor. Él no había conocido a Flavia, su madre. No había podido sentir su calor, su hermosa voz cantando una canción de cuna, ni ver aquellos ojos verdes que irradiaban amor.
- Era hermosa Gelum. - Le dijo Sophia mientras retiraba una de sus sabanas y tapaba a ambos reclinandose para apagar la vela. Esa noche dormiría con su hermanito pequeño, porque sentía que la necesitaba. Necesitaba de alguna forma ser un niño nuevamente, el mismo pequeñito que se escabullía en su cama cuando sentía miedo o tristeza de noche. - Su rostro era muy refinado, tenía grandes ojos verdes que cuando sonreían parecía que iluminaba la habitación. Sonreía mucho... y mantenía siempre su larga cabellera roja suelta, como si no le importara llevarlo en un moño alto como las damas de Roma.
Se reclinó con Gelum entre sus brazos sobre la cama, sus cabezas quedaron sobre las almohadas mientras Sophia seguía tapando a ambos.
- Cuando se casó con papá era muy joven... pero dicen que se amaron de verdad. No fue solo un matrimonio arreglado como siempre ocurre en Roma... ella amaba a papá, y papá la amaba a ella. Siempre dijo hasta antes de morir que Mamá era la mujer más hermosa de toda Roma y que había sido afortunado en que ella lo amase. Creo que murió de corazón roto, se sentía solo sin ella. - Sophia hablaba con calma y cariño, no había tristeza en su voz. Secaba las lagrimas de Gelum y lo arrullaba de una forma tierna. - Algunas personas de la Villa dicen que amaba cabalgar, correr a pies descalzos y comerse las frutas recien sacadas de los árboles. Fye dice que nos trajo a vivir aquí lejos de Roma porque no quería que nos contaminara la politica y las confabulaciones de la familia. Ella quería protegernos siempre...
Sophia suspiró mientras pasaba los dedos por el cabello de su hermano. Pensar en su madre siempre la hacía sentir feliz, no triste. Sentía que cada vez que hablaba sobre ella de alguna manera le daba vida.
- Cuando supo que ibas a nacer, estuvo tan feliz. Siempre te hablaba en el vientre y hacía que yo y Fye te hablaramos tambien, y que le hicieramos cariño sobre su estomago. Ella te amó desde antes que nacieras Gelum... siempre te amó aunque no te pudo llegar a conocer. - Hizo una pausa, pues venía la parte de esa historia que tal vez haría que su hermano pequeño se sintiera mal. - Tu parto fue muy dificil. Le dijeron en un momento que morirías... que era mejor dejarte morir. Que podía volver a tener más hijos. Pero ella no lo permitió... estuvo en parto hasta el ultimo momento. Hasta que naciste... yo no estaba ahí, pero Claudia, tu partera, dijo que te tomó entre sus brazos y te llamó Gelum antes de morir. No fue tu culpa que muriera pequeñito... para ella verte vivo y llorando, debe haber sido el momento más feliz de su vida y murió feliz porque te pudo salvar. Nunca lo olvides...
Sophia cerró los ojos, seguía haciendole cariño en el pelo a su hermano. Se acurrucó contra él y comenzó a tatarear la misma canción de cuna que su madre le tatareaba a ella y a Fye cuando eran pequeños.
- Fye me trata de la forma que me trata... pues dice que soy la viva imagen de nuestra madre. Siempre he pensado que siente culpa cuando me ve. Asi que... cuando te preguntes como era mamá. Pues... era como yo. Sólo que más alta y bella.
- Era hermosa Gelum. - Le dijo Sophia mientras retiraba una de sus sabanas y tapaba a ambos reclinandose para apagar la vela. Esa noche dormiría con su hermanito pequeño, porque sentía que la necesitaba. Necesitaba de alguna forma ser un niño nuevamente, el mismo pequeñito que se escabullía en su cama cuando sentía miedo o tristeza de noche. - Su rostro era muy refinado, tenía grandes ojos verdes que cuando sonreían parecía que iluminaba la habitación. Sonreía mucho... y mantenía siempre su larga cabellera roja suelta, como si no le importara llevarlo en un moño alto como las damas de Roma.
Se reclinó con Gelum entre sus brazos sobre la cama, sus cabezas quedaron sobre las almohadas mientras Sophia seguía tapando a ambos.
- Cuando se casó con papá era muy joven... pero dicen que se amaron de verdad. No fue solo un matrimonio arreglado como siempre ocurre en Roma... ella amaba a papá, y papá la amaba a ella. Siempre dijo hasta antes de morir que Mamá era la mujer más hermosa de toda Roma y que había sido afortunado en que ella lo amase. Creo que murió de corazón roto, se sentía solo sin ella. - Sophia hablaba con calma y cariño, no había tristeza en su voz. Secaba las lagrimas de Gelum y lo arrullaba de una forma tierna. - Algunas personas de la Villa dicen que amaba cabalgar, correr a pies descalzos y comerse las frutas recien sacadas de los árboles. Fye dice que nos trajo a vivir aquí lejos de Roma porque no quería que nos contaminara la politica y las confabulaciones de la familia. Ella quería protegernos siempre...
Sophia suspiró mientras pasaba los dedos por el cabello de su hermano. Pensar en su madre siempre la hacía sentir feliz, no triste. Sentía que cada vez que hablaba sobre ella de alguna manera le daba vida.
- Cuando supo que ibas a nacer, estuvo tan feliz. Siempre te hablaba en el vientre y hacía que yo y Fye te hablaramos tambien, y que le hicieramos cariño sobre su estomago. Ella te amó desde antes que nacieras Gelum... siempre te amó aunque no te pudo llegar a conocer. - Hizo una pausa, pues venía la parte de esa historia que tal vez haría que su hermano pequeño se sintiera mal. - Tu parto fue muy dificil. Le dijeron en un momento que morirías... que era mejor dejarte morir. Que podía volver a tener más hijos. Pero ella no lo permitió... estuvo en parto hasta el ultimo momento. Hasta que naciste... yo no estaba ahí, pero Claudia, tu partera, dijo que te tomó entre sus brazos y te llamó Gelum antes de morir. No fue tu culpa que muriera pequeñito... para ella verte vivo y llorando, debe haber sido el momento más feliz de su vida y murió feliz porque te pudo salvar. Nunca lo olvides...
Sophia cerró los ojos, seguía haciendole cariño en el pelo a su hermano. Se acurrucó contra él y comenzó a tatarear la misma canción de cuna que su madre le tatareaba a ella y a Fye cuando eran pequeños.
- Fye me trata de la forma que me trata... pues dice que soy la viva imagen de nuestra madre. Siempre he pensado que siente culpa cuando me ve. Asi que... cuando te preguntes como era mamá. Pues... era como yo. Sólo que más alta y bella.
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Lun Nov 18, 2024 2:26 pm por Nathaniel
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