Viaje de regreso a Roma

por Archer Lun Oct 11, 2010 10:30 am

La fresca luz de las velas que tenuamente alumbraban la recamara del aun gobernador comenzaban a extinguirse, el subdito de Archer quien yacia confinado a una esquina de inmediato se acercaba para avivar sus llamas. Por otro lado el general que estaba sentado escribiendo en aquellas paginas de su libro parecía absorto en su trabajo, no le importaba la luz, ni el tiempo, toda su concentración le daba dotes sobrehumanos, su bella caligrafía no mermaba ni aun entre la penumbra que por un segundo cubrio su cubiculo.

Hacía mucho que no visitaba Roma, solo la recuerda apenas como una fortaleza de sangre, la cual siempre fue perseguida por la avaricia de sus gobernantes, recuerda bien las palabras de sus padres.

Aquellla corona imperial yace plena de viboras que serían capaz de matarse unas a otras aun siendo de su propia sangre.

Él no lo comprendia para ese entonces, pero para esa epoca había ocurrido un hecho tragico que daba por acabado con la muerte del hermano del emperador, por circunstancias que nunca se establecieron más que por algunos altos rangos de la corte intima del emperador, por otro lado, Archer vivio aislado gran parte de su vida, pero con una familia frivola y feliz. De repente, dejo de escribir, la tierra de Londinium parecía clamarle a viva voz su regreso, lo sentía en el alma.

Archer solo cerro los ojos esperando a que pasara, y en efecto así sucedio, de momento la duda seguía rondando su cabeza. ¿Para que iria a Roma?

Pero eso sería respondido en breve, pues no falataria poco para llegar, el tiempo empleado en su labor de escritor lo habían alejado del paso de las horas e incluso días. El sol estaba por aparecer a la orilla.

por Astrid Vie Ene 14, 2011 5:03 pm

No quería perder el tiempo y por lo menos me apresuraría a llegar lo antes posible pues guiada por algunas personas y tomando unos senderos podía tomar la ventaja de un día y poder volver a Roma antes de emprender mi viaje a Egipto.

Stern se ocultaba en ese bolso de cuero azul mientras seguía avanzando, el caballo respiraba pues empezaba a sentirse agotado ya que estaba a punto de terminar el día, deteniendo aquel trote bajaba de la montura para recolectar algo de agua cerca de un arroyo, llenando la cantimplora me sentaba mientras que mi mascota y el corcel se echaban para descansar. Tomaba una manzana que estaba para comerla lentamente, su jugo se resbalaba por mis labios, acercándome me recargaba sobre el animal después de haber retirado todas las cosas que llevaba encima para que descansara. Estaba pensando en todo lo que debía de hacer pero solo lograba pensar en…

Atenta miraba las estrellas, extrañamente sentía como dos presencias en particular parecidas a las que conocí en Heinstein empezaban a reaccionar para romper el sello de Athena o al menos así lo parecía, aproximando mis rodillas las abrazaba para recargar mi mentón y ver fijamente hacia adelante, mis órdenes eran otras pero no pasaría nada si alertaba a algunos en el camino, tras eso me quedaba un rato dormida pero la ansiedad por pensar que desaparecerían me puso intranquila o al menos ese era el sentimiento que podía acercársele para tal sensación.

Antes del alba ya había preparado al corcel mientras que las cosas que había dispuesto estaban listas para avanzar, sin subir prefería caminar un poco así pasaron horas llegando el medio día, sin pensarlo dos veces montaba para dirigirme al camino del bosque… estaban cerca.

por Milanor Vie Ene 14, 2011 6:02 pm

Bien chicos...que hemos aprendido hasta ahora? pregunte mientras nos apostábamos en una extensión de pasto muy peculiar: el medio fluía un arroyo de los más práctico y por toda la explanada habían piedras que servían como soporte, lo mejor de todo era la distribución natural que fomentaba y facilitaba en gran medida el levantamiento de cualquier tipo de campamento, uno pasajero o uno más duradero. En cualquier caso, nos tocaba discutir las últimas adquisiciones en materia de inteligencia y conocimiento general, lo que significaba por supuesto que habíamos encontrado una pista de la dirección general de Roma.

Las indicaciones fueron que sigamos el sendero hacia el sur, continuando por esta misma pradera. dijo uno de los tantos lacayos del grupo de los veloces, quienes se encargaban de lanzar las primeras cargas contra el enemigo en una batalla campal.

Y que continuáramos recto hasta hallar unos bosques en los cuales se esconden una serie de batallones Romanos- siguieron los más relajados de todos, quienes se ocupaban de levantar el campamento en las mañanas y de quejarse sin parar por cada segundo que pasaban cumpliendo con su tarea.

De los cuales tenemos que cuidarnos si no nos quieren diezmar a todos sin compasión… terminaron los que siempre se colocaban al final de las formaciones…y sabes porque, realmente no duraban mucho en batalla pero al menos servían como distracción parcial al enfrentar a un número superior de adversarios.

Exacto...al menos podemos decir que tenemos más experiencia al ocultarnos entre la maleza y los árboles, en eso no tendremos problemas. Lo que más me inquieta es que perdamos el rastro y acabemos en la otra punta del mundo. expresé en actitud pensativa, haciendo girar distraídamente a Luna Plateada tomándola por la cuerda que estaba atada en uno de sus extremos. Seguramente debía de vigilar un poco el movimiento del arma, pero estaba concentrándome antes en la interrogante de cómo hacer para no perdernos (de nuevo) por el camino a la Capital del Imperio…

Pues es fácil... dijo uno de los chicos más cercanos a mi, con la mano levantada y un moco colgándole en la nariz. Limpiándose con el guante hecho de cuero cosido, simplemente completó su frase con un …mientras más guardias más nos acercamos a Roma, no?...además, hasta podríamos pegarnos a alguna caravana que esté en medio del camino.

O podríamos robarla!

Ya ya...calma chicos, aquí tenemos un buen punto. No es muy difícil seguir esa idea…aunque hay que pulirle varios detalles, es algo muy razonable…siendo así, tomaremos esta ruta y nos aseguraremos de encontrar una caravana que vaya a la Capital, entendido? pregunté con seguridad…y extrañado de que uno de aquellos tipos hubiera tenido una idea tan cuerda, no era algo común precisamente.

Entendido jefe! respondieron ellos con las manos al aire y confianza pegada en sus voces algo descoordinadas…

Bien, partimos en la mañana, prepárense chicos.

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