EMPIEZA LA TRAVESIA DEL JOVEN DRAGÓN

Una nueva travesía daba comienzo hasta este punto. Era para otro individuo, un dragón distinto, maligno y cruel que el mundo habría de conocer. Su nombre era Noah, general romano que hacía una travesía hacia un punto de Germania donde su nueva legión le esperaba, o al menos lo que quedaba de ella. Su compañero un extraño asgardiano adquirido en una inusual venta de esclavos en las tierras egipcias. Ambos, lograron pasar por el estrecho paso de las montañas encontrando a medida que avanzaban, pequeños percances que libraron haciendo uso de sus facultades.

Las corrientes heladas eran sus únicos compañeros, el viaje lo hacían ahora en silencio, atentos a los traicioneros caminos en dirección de un pequeño atracadero. Ahí, una pequeña balsa les llevaría el resto del viaje a la zona delimitada en Germania por los lagos congelados. Un viaje que ningún otro romano hubiera deseado pero entre todos ellos era Noah el elegido para sostener una parte del imperio que ahora clamaba por un dirigente a la altura de las circunstancias.

Los dos hombres atisbaron entre la densa neblina una pequeña balsa que se mecía lenta y mortuoria por las aguas. Una silueta solitaria permanecía sobre cubierta sujetado a los obenques. Aquel solitario tripulante era un marino confinado a la tarea de transportar emisarios hacia Germania y ahora estaba al tanto que un hombre debía arribar a aquella localidad. Su destino era agobiante, de entre todos los marinos tenía una tarea nada deseada, pero era soportable en comparación al destino que le esperaba a su importante pasajero de aquí a nada.

- Así que los lujos están a la orden del día ¿no es así legionario?

- Así parece general.

Noah asintió en la respuesta de aquel navegante, miró de soslayo a Drayden que mostraba una sonrisa ansiosa, como si quisiera llegar a Germania lo más pronto posible.

- Imagino que ya conoces tus ordenes y el motivo de tu asignación en este punto.

- Si señor. Mi tarea es transportarlo hacia el reino ocupado por nuestras tropas. Labor que llevaré a cabo en cuanto usted lo disponga.

- Pues entonces no hagamos esperar a aquellos bastardos.

Expresó el general posiblemente contagiado con la impaciencia de Drayden. Lo cierto era que desde este punto Noah no tendría regreso, su nacimiento estaba cerca y algo más allá de su entendimiento lo estaba reclamando. Una presencia maldita que le guiaría de aquí a la eternidad...