Conectarse
User del Mes
Mapycozo
El gran ilusionista
El gran ilusionista
¡Prepárense para vivir las vacaciones en la playa!
Próximamente...
Últimos temas
Ganador de la 1º Era
Eras del Mundo
Deathless Love +18
Magical Hope
Damned Worlds
Vit Astrale
Digital Pocket
La cancion de Eventyr
Ilvermorny School
Fate/Requiem
Fate/Light of Extinction
Nine Beast, One Symbol
Neoarghia +18
Little Fears
Ruinas de un Hogar en llamas.
3 participantes
Página 1 de 1.
Ruinas de un Hogar en llamas.
Posada en una cama bastante grande estaba la mujer, aquella que estaba destinada a ser Pandora. ¿La cama? Pues era amplia, podrían caber dos personas tranquilamente, pues ahí entraban dos, al menos así lo recordaba aquel que la había llevado hacia ahí. Estaba dormida, había sido victima de Hypnos llevándola a un sueño placentero y profundo.
Aun quedaban vestigios de aquel lugar en llamas hacía ya bastantes años atrás, el piso destruido, algunas paredes derrumbadas, la madera resquebrajada; un escenario realmente macabro para la mujer que prontamente despertaría de su sueño por la propia acción de que aquel hombre la dejaría. Estaba sentado a un lado de la cama, observándole, en una pequeña silla con su guadaña a un lado reposando contra la pared.
Le miraba con unos ojos inquisidores mientras que posaba su mentón sobre sus manos que parecían formar un arco, tapándole la boca también. Estaba esperando que se despierte, aun quedaba esa duda de porque era tan igual. Irradiaba locura, una sonrisa que no podía ser vista por nadie se dibujó en sus labios y musitó.
Despierta… - para esperar a la mujer hacerlo. Sin duda alguna, algo extraño pasaba en ese lugar y posiblemente muy pero muy psicótico sucedería pronto, pero tan solo quedaba esperar la reacción de ella ante tal… acto ¿Enigmático?
Aun quedaban vestigios de aquel lugar en llamas hacía ya bastantes años atrás, el piso destruido, algunas paredes derrumbadas, la madera resquebrajada; un escenario realmente macabro para la mujer que prontamente despertaría de su sueño por la propia acción de que aquel hombre la dejaría. Estaba sentado a un lado de la cama, observándole, en una pequeña silla con su guadaña a un lado reposando contra la pared.
Le miraba con unos ojos inquisidores mientras que posaba su mentón sobre sus manos que parecían formar un arco, tapándole la boca también. Estaba esperando que se despierte, aun quedaba esa duda de porque era tan igual. Irradiaba locura, una sonrisa que no podía ser vista por nadie se dibujó en sus labios y musitó.
Despierta… - para esperar a la mujer hacerlo. Sin duda alguna, algo extraño pasaba en ese lugar y posiblemente muy pero muy psicótico sucedería pronto, pero tan solo quedaba esperar la reacción de ella ante tal… acto ¿Enigmático?
Arthas- Status :
Cantidad de envíos : 64
Re: Ruinas de un Hogar en llamas.
La voz del hombre resonaba en mi mente diciéndome que no temiese, era al tiempo de sus palabras que me inundaba una inmensa paz casi adormecedora. Fue tan solo un instante en el que de un paso estuvo tan cerca de mi que pude ver sus labios modulando nuevas palabras, su calida respiración en mi rostro. Calor y frió al mismo tiempo envolvieron mi cuerpo, abrasador como el silencio de un paraíso desolado, como la oscuridad de la noche. Mis ojos comenzaban a entrecerrarse mientras observaba como Hypnos se reclinaba rozando mis labios con los suyos. Sumida en esa tranquilidad no era capaz de reaccionar, tampoco es que lo hubiese evitado de haber podido, ese sujeto se conectaba conmigo de una forma que no podía comprender menos aun explicar. El trasfondo de llamas se fue fundiendo a negro a medida que mis ojos se cerraban. Me hundía en un abismo plácido, una niebla que por mas sombría resultaba bella y confortante
Como un fantasma, avanzaba por tétricos pasillos, un lugar que juraba conocer mas no recordaba cómo o dónde. Habitaciones elegantes de lo que parecía un inmenso y antiguo castillo, para en un segundo pasar a estar parada en los prados mas hermosos que jamás había visto. Pero algo extraño había en ellos, todo estaba tan quieto, tan frío, era como si todo estuviese muerto en aquella perfección. Nuevamente esa sensación de familiaridad, de haber estado allí antes me corroía la cabeza. Sin embargo me basto con admirar su belleza y disfrutar del aire tan peculiar. Creí escuchar susurros a mi alrededor que crecían hasta finalmente escuchar un audible pedido, una orden de que despertara.
Fue en ese mismo instante que los increíbles parajes se esfumaron devolviéndome a la realidad en la que el cuerpo me pesaba y mi pecho sentía contener un nudo agobiante. Abrí mis ojos, pestañando unas cuantas veces para aclarar mi visión, mientras comenzaba a moverme con lentitud recuperando el movimiento y los sentidos hasta lograr sentarme. Estaba en una cama, aparentemente había sido todo un sueño, o al menos no todo. A mi lado estaba aquel imponente hombre con la capacidad de llevarme al mundo onírico para llevarme a donde estábamos. Mis ojos pasaron de él al entorno de donde nos encontrábamos, curiosos de comprender donde estaba. Parecía una casa, pero estaba demasiado maltratada, de hecho eran ruinas de lo que alguna vez podría haber sido una casa. Con delicadeza me puse de pie, pasando por alto al egipcio para caminar por la habitación. Acerque mi mano a los restos de paredes, tocando y sintiendo la madera carbonizada, como al mero roce se desprendía aun la ceniza seca que pintaba el lugar de un lúgubre negro. Confusamente lo tétrico y morboso de la escena me resultaba bellísimo, como si admirara una pintura o una impresionante arquitectura. Era la marca de la desgracia, la tragedia que podía verse en todo ese lugar que me fascinaba surcando una leve sonrisa en mi rostro. El aroma a polvo y ceniza, el silencio, era simplemente sublime.
Sin embargo mi mente ante todo logro volver a caer en la cuenta de la realidad, a poner los pies en la tierra y percatarme de loas circunstancias en las que estaba. Aun dando la cara hacia la pared y de espaldas al hombre que me había llevado allí musite tenuemente. -¿Por qué me has traido aquí?- Mi mano continuaba acariciando las texturas de las ruinas, volteé mi rostro por sobre mi hombro para observarlo a él, esperando una respuesta.
Como un fantasma, avanzaba por tétricos pasillos, un lugar que juraba conocer mas no recordaba cómo o dónde. Habitaciones elegantes de lo que parecía un inmenso y antiguo castillo, para en un segundo pasar a estar parada en los prados mas hermosos que jamás había visto. Pero algo extraño había en ellos, todo estaba tan quieto, tan frío, era como si todo estuviese muerto en aquella perfección. Nuevamente esa sensación de familiaridad, de haber estado allí antes me corroía la cabeza. Sin embargo me basto con admirar su belleza y disfrutar del aire tan peculiar. Creí escuchar susurros a mi alrededor que crecían hasta finalmente escuchar un audible pedido, una orden de que despertara.
Fue en ese mismo instante que los increíbles parajes se esfumaron devolviéndome a la realidad en la que el cuerpo me pesaba y mi pecho sentía contener un nudo agobiante. Abrí mis ojos, pestañando unas cuantas veces para aclarar mi visión, mientras comenzaba a moverme con lentitud recuperando el movimiento y los sentidos hasta lograr sentarme. Estaba en una cama, aparentemente había sido todo un sueño, o al menos no todo. A mi lado estaba aquel imponente hombre con la capacidad de llevarme al mundo onírico para llevarme a donde estábamos. Mis ojos pasaron de él al entorno de donde nos encontrábamos, curiosos de comprender donde estaba. Parecía una casa, pero estaba demasiado maltratada, de hecho eran ruinas de lo que alguna vez podría haber sido una casa. Con delicadeza me puse de pie, pasando por alto al egipcio para caminar por la habitación. Acerque mi mano a los restos de paredes, tocando y sintiendo la madera carbonizada, como al mero roce se desprendía aun la ceniza seca que pintaba el lugar de un lúgubre negro. Confusamente lo tétrico y morboso de la escena me resultaba bellísimo, como si admirara una pintura o una impresionante arquitectura. Era la marca de la desgracia, la tragedia que podía verse en todo ese lugar que me fascinaba surcando una leve sonrisa en mi rostro. El aroma a polvo y ceniza, el silencio, era simplemente sublime.
Sin embargo mi mente ante todo logro volver a caer en la cuenta de la realidad, a poner los pies en la tierra y percatarme de loas circunstancias en las que estaba. Aun dando la cara hacia la pared y de espaldas al hombre que me había llevado allí musite tenuemente. -¿Por qué me has traido aquí?- Mi mano continuaba acariciando las texturas de las ruinas, volteé mi rostro por sobre mi hombro para observarlo a él, esperando una respuesta.
Lucy- Ataques :
AD - Serpent’s Embrace (500)
Defensa :
Fuego de la Agonía
Cantidad de envíos : 69
Re: Ruinas de un Hogar en llamas.
Los pasos se podían sentir entre ecos en aquel silencio, los pasos lentos que se hacían cada vez más fuertes a los oídos de la mujer, de seguro. Eran imponentes los pasos del guerrero egipcio, no parecían ser los de un humano normal. Levantó su mano a la altura de su pecho y una fuerte brisa abrió un agujero en la ventana de madera, que prontamente salió volando para dejar filtrar aquella hermosa luz de sol.
Dos pasos más se sintieron para que el rubio estuviera detrás de ella. Posó su rostro en la espalda de ella, dejando caer un par de lágrimas, mas su tranquilidad pareció romperse como si una piedra impactara justo al espejo que representaba su irrealidad. – Yo te vi morir…
Musitó lentamente para forzar un llanto aun peor que el que había liberado antes, su respiración se entrecortaba y montones de gotas cristalinas caían por su mejilla e impactaban en el vestido azabache de la mujer. – Pero ahora estas aquí… y no sé que pensar… quizás esto sea una obra de “él” para que nuestros destinos se unan.
Dijo temblando y abrazando a la mujer. Tan solo vestigios, el rostro, ni siquiera eso quedaba de un sujeto despiadado como se había hecho llamar “El monstruo rojo” quedaba en él. Sin duda alguna aquella mujer le había transformado la forma de pensar, era igual a su madre, algo que le causaba un completo morbo y satisfacción al saber que estaba ella ahí frente a él, pero a la vez no porque la había visto suplicar por su vida en llamas, pidiendo ayuda y el no podía hacer nada.
El rostro del hombre cambiaba de repente, mas sus lágrimas dejaban de brotar y su temple se volvía más oscuro, pegaba su mirada al cuello de la mujer, como escondiéndose de algo, mas sus manos se posaban en sus hombros y presionaban con fuerza. No importaba si le hacía daño en ese momento, pero sus ojos demostraban ira repentinamente, podía sentir aquella presencia. - ¡El esta aquí madre! ¡El te dejó morir! ¡El provocó el incendio, yo no fui!
Dijo observando hacia el frente por detrás del hombro de la chica. Era como un niño que volvía a su infancia, pero aquel sol inmenso no dejaba ver aquella silueta oscura en el medio del desierto. Sin duda alguna era él, sin duda alguna el monstruo rojo se estaba volviendo loco y algo debería hacer aquel Dios que quería usurpar su cuerpo.
Dos pasos más se sintieron para que el rubio estuviera detrás de ella. Posó su rostro en la espalda de ella, dejando caer un par de lágrimas, mas su tranquilidad pareció romperse como si una piedra impactara justo al espejo que representaba su irrealidad. – Yo te vi morir…
Musitó lentamente para forzar un llanto aun peor que el que había liberado antes, su respiración se entrecortaba y montones de gotas cristalinas caían por su mejilla e impactaban en el vestido azabache de la mujer. – Pero ahora estas aquí… y no sé que pensar… quizás esto sea una obra de “él” para que nuestros destinos se unan.
Dijo temblando y abrazando a la mujer. Tan solo vestigios, el rostro, ni siquiera eso quedaba de un sujeto despiadado como se había hecho llamar “El monstruo rojo” quedaba en él. Sin duda alguna aquella mujer le había transformado la forma de pensar, era igual a su madre, algo que le causaba un completo morbo y satisfacción al saber que estaba ella ahí frente a él, pero a la vez no porque la había visto suplicar por su vida en llamas, pidiendo ayuda y el no podía hacer nada.
El rostro del hombre cambiaba de repente, mas sus lágrimas dejaban de brotar y su temple se volvía más oscuro, pegaba su mirada al cuello de la mujer, como escondiéndose de algo, mas sus manos se posaban en sus hombros y presionaban con fuerza. No importaba si le hacía daño en ese momento, pero sus ojos demostraban ira repentinamente, podía sentir aquella presencia. - ¡El esta aquí madre! ¡El te dejó morir! ¡El provocó el incendio, yo no fui!
Dijo observando hacia el frente por detrás del hombro de la chica. Era como un niño que volvía a su infancia, pero aquel sol inmenso no dejaba ver aquella silueta oscura en el medio del desierto. Sin duda alguna era él, sin duda alguna el monstruo rojo se estaba volviendo loco y algo debería hacer aquel Dios que quería usurpar su cuerpo.
Arthas- Status :
Cantidad de envíos : 64
Re: Ruinas de un Hogar en llamas.
De entre las sombras de la ruin casa, una nube oscura apareció y adapto la forma humana de Illidan, quien ahora estaba poseído por el dios Thanathos. Aquel hogar era el mismo lugar donde Illidan había quemado a sus padres, obviamente sin intención, todo fue un catastrófico accidente que marco el futuro de los dos hermanos. Pero el dios ya no tenia los sentimientos de Illidan en su cuerpo, para él ese lugar significaba lo mismo que cualquier otra basura de casa prendida fuego. Podía notar claramente como el futuro Hypnos estaba lastimando a una muchacha que tenia un gran parecido con su madre, pero que lógicamente, no era…
Parecía un niño pequeño, el dios Thanathos miraba esto con un rostro que no demostraba risa o alegría, mostraba una gran desilusión. ¿Este era el futuro dios Hypnos? Su hermano parecía seguir dominado por los sentimientos humanos a tal punto que fantaseaba con la mujer esa, creyendo que era su madre. La decepción que se había llevado Thanathos era inmensa, a tal punto que tenia una idea cruel para hacer entrar en razón a su hermano.
Recién se daba cuenta que la mujer presente era la futura Pandora, pero no sabia si estaba despierta ya o aun estaba bajo el dominio de su “yo” humano. De todas formas, el dios de la muerte decidió darle un toque tétrico a todo aquel lugar, revelando ante su hermano todo lo que sentía.
-Que decepción me has dado… Arthas… -Dijo mientras que lo miraba, esta vez su característica sonrisa no estaba en su rostro, solo tenia una ceja levantada y hablaba al compás que movía las manos- Mírate nada mas… Ahí tirado, como si fueras un patético niño… Ella no es la madre que tu crees… ESTA…. ES TU MADRE
Desde el suelo salio el alma de la madre de los hermanos, tan pura y hermosa como siempre, por mas que lo intentara, el dios no podía hacer algo contra la figura de quien había sido la madre de Illidan. El espíritu no se movía, estaba en un estado estático frente a Hypnos y se quedo ahí, mientras que Thanathos dirigía sus palabras ahora, a la mujer que estaba allí con su hermano.
-¿Quién eres?...
Parecía un niño pequeño, el dios Thanathos miraba esto con un rostro que no demostraba risa o alegría, mostraba una gran desilusión. ¿Este era el futuro dios Hypnos? Su hermano parecía seguir dominado por los sentimientos humanos a tal punto que fantaseaba con la mujer esa, creyendo que era su madre. La decepción que se había llevado Thanathos era inmensa, a tal punto que tenia una idea cruel para hacer entrar en razón a su hermano.
Recién se daba cuenta que la mujer presente era la futura Pandora, pero no sabia si estaba despierta ya o aun estaba bajo el dominio de su “yo” humano. De todas formas, el dios de la muerte decidió darle un toque tétrico a todo aquel lugar, revelando ante su hermano todo lo que sentía.
-Que decepción me has dado… Arthas… -Dijo mientras que lo miraba, esta vez su característica sonrisa no estaba en su rostro, solo tenia una ceja levantada y hablaba al compás que movía las manos- Mírate nada mas… Ahí tirado, como si fueras un patético niño… Ella no es la madre que tu crees… ESTA…. ES TU MADRE
Desde el suelo salio el alma de la madre de los hermanos, tan pura y hermosa como siempre, por mas que lo intentara, el dios no podía hacer algo contra la figura de quien había sido la madre de Illidan. El espíritu no se movía, estaba en un estado estático frente a Hypnos y se quedo ahí, mientras que Thanathos dirigía sus palabras ahora, a la mujer que estaba allí con su hermano.
-¿Quién eres?...
Illidan- Dios/a
- Reino : Inframundo
Ataques :
AD - Réquiem de la Oscuridad (1650)
Defensa :
Esencia de la muerte
Cantidad de envíos : 105
Re: Ruinas de un Hogar en llamas.
Permanecí inmóvil simplemente admirando el lugar mientras escuchaba los imponentes pasos del hombre acercándose a mí. Podía sentir su respiración en mi nuca, era algo incomodo y al mismo tiempo extasiante. Era intenso, una sensación que no era capaz de explicar. Sin embargo sus palabras me confundían, jamás lo había visto, sin embargo algo nos unía, nos conectaba. Su rostro se posaba en mis hombros desbordando en lágrimas, su pesar me envolvía, inundando mi pecho de su dolor. Volteé apenas el rostro observándolo de soslayo y posé mi mano en su cabeza acariciándola. Yo no era su madre, pero en ese momento no sabía que hacer mas que consolar al hombre que necesitaba que lo fuese, permanecí así en silencio sumiéndome en esa mezcla de sombrío placer y melancolía. Sus manos comenzaban a aferrarse con más fuerza de mis hombros al punto en que comenzaba a lastimarme, sin embargo el dolor solo avivaba más todas aquellas delirantes sensaciones. Una presencia intensa y oscura se abrió paso frente a nosotros entre las ruinas, como una oleada que golpeaba contra mi cuerpo este se estremeció. Por un instante creí perder el sentido, podía percatarme de cómo aquella cínica esencia en mi interior se apoderaba de mi. Podía verse en mis ojos, como mi mirada se afilaba y la profundidad de su negrura no parecía tener fin en esa fría expresión. Mi rostro se movió con delicadeza y gracia para dirigirse a aquella corpulenta figura que se paraba frente a mí, idéntico a aquel que me sujetaba.
“¿Gemelos?” Pensé algo confundida.
“Dioses gemelos…” respondió ella tomando control e inyectando sus conocimientos como imágenes en mi mente, recuerdos de un pasado.
-Thanatos…- se liberó de mis labios con aquel tétrico y cruel tono que solo el alma de Pandora podía tener.
El encuentro producía en mi interior una especie de vaivén, un caos en mi conciencia que liberaba aquella siniestra personalidad, encendiendo mi locura cual como el mismísimo incendio que había acabado con esa casa y aparentemente con esa familia. El hermano de aquel con quien me encontraba hablaba dirigiéndose a su gemelo, insultándolo y tirándolo abajo. Sin embargo hizo algo que me hizo abrir los ojos de par en par. Frente a ambos estaba el alma estática de una mujer muy parecida a mi, idéntica prácticamente. Entonces entendí porque Arthas me había llevado allí y me trataba como lo hacía. Pero en ese momento no fue eso a lo que le di importancia, sino a el impulso que me acercaba a esa translucida figura. Era como verse en un espejo que reflejaba la oscura y apacible muerte, era bellísimo. Di un paso pudiendo alejarme de ambos ya que Arthas en su shock había aflojado su agarre, y quedé frente al espíritu de esa dama. Inconcientemente mis manos se acercaron a su rostro queriendo acariciarlo, y extrañamente era capaz de hacerlo, de tocarla. Mis manos se envolvían de un frío tal cual al del invierno más crudo que pudiese existir. Era deleitable, me atraía aún mas hacía esa imagen viva de la muerte, quería verla y sentirla en mi piel. Por ello di un paso mas abrazando la figura, atravesándola y provocando que esta entrara dentro de mí. Mis ojos se tornaron blancos de luz, era invadida por las memorias de esa mujer, sus últimos momentos, podía sentir en carne y hueso el intenso calor y la agonía del incendio.
-Illidan…Arthas.- pronunciaron mis labios con la voz de su madre, pero se fue apagando a medida que la catástrofe la consumía. Suspire extasiada de aquel penetrante sentimiento que era morir sumida en el dolor, de ver el paisaje envuelto en llamas fundiéndose en la oscuridad. Di un paso hacia atrás separándome del espíritu deseando que este pudiese descansar en la tranquilidad de la bella muerte. Y dio la casualidad que ella desapareció frente a mis ojos, lleve mis manos a mi pecho que aún estaba algo acelerado por el placer, aparentemente la muerte era algo que no estaba tan lejos de mi alcance. Abrí mis ojos que se clavaron en la figura del hombre que había irrumpido, serena e inexpresiva, mas con una chispa escondida en mis ojos de esa pronunciada demencia que se contenía en mi interior. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando me preguntó por mi identidad.
“Pandora.” Escuché resonar en mi mente, pero mis labios no asimilaban aquella respuesta. Fue sin embargo algo mas desafiante aquello que mi respiración algo ahogada liberó cual murmullo, lo unico que pasó en ese instante por mi mente.
-¿Importa acaso mi nombre… Illidan?-
“¿Gemelos?” Pensé algo confundida.
“Dioses gemelos…” respondió ella tomando control e inyectando sus conocimientos como imágenes en mi mente, recuerdos de un pasado.
-Thanatos…- se liberó de mis labios con aquel tétrico y cruel tono que solo el alma de Pandora podía tener.
El encuentro producía en mi interior una especie de vaivén, un caos en mi conciencia que liberaba aquella siniestra personalidad, encendiendo mi locura cual como el mismísimo incendio que había acabado con esa casa y aparentemente con esa familia. El hermano de aquel con quien me encontraba hablaba dirigiéndose a su gemelo, insultándolo y tirándolo abajo. Sin embargo hizo algo que me hizo abrir los ojos de par en par. Frente a ambos estaba el alma estática de una mujer muy parecida a mi, idéntica prácticamente. Entonces entendí porque Arthas me había llevado allí y me trataba como lo hacía. Pero en ese momento no fue eso a lo que le di importancia, sino a el impulso que me acercaba a esa translucida figura. Era como verse en un espejo que reflejaba la oscura y apacible muerte, era bellísimo. Di un paso pudiendo alejarme de ambos ya que Arthas en su shock había aflojado su agarre, y quedé frente al espíritu de esa dama. Inconcientemente mis manos se acercaron a su rostro queriendo acariciarlo, y extrañamente era capaz de hacerlo, de tocarla. Mis manos se envolvían de un frío tal cual al del invierno más crudo que pudiese existir. Era deleitable, me atraía aún mas hacía esa imagen viva de la muerte, quería verla y sentirla en mi piel. Por ello di un paso mas abrazando la figura, atravesándola y provocando que esta entrara dentro de mí. Mis ojos se tornaron blancos de luz, era invadida por las memorias de esa mujer, sus últimos momentos, podía sentir en carne y hueso el intenso calor y la agonía del incendio.
-Illidan…Arthas.- pronunciaron mis labios con la voz de su madre, pero se fue apagando a medida que la catástrofe la consumía. Suspire extasiada de aquel penetrante sentimiento que era morir sumida en el dolor, de ver el paisaje envuelto en llamas fundiéndose en la oscuridad. Di un paso hacia atrás separándome del espíritu deseando que este pudiese descansar en la tranquilidad de la bella muerte. Y dio la casualidad que ella desapareció frente a mis ojos, lleve mis manos a mi pecho que aún estaba algo acelerado por el placer, aparentemente la muerte era algo que no estaba tan lejos de mi alcance. Abrí mis ojos que se clavaron en la figura del hombre que había irrumpido, serena e inexpresiva, mas con una chispa escondida en mis ojos de esa pronunciada demencia que se contenía en mi interior. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal cuando me preguntó por mi identidad.
“Pandora.” Escuché resonar en mi mente, pero mis labios no asimilaban aquella respuesta. Fue sin embargo algo mas desafiante aquello que mi respiración algo ahogada liberó cual murmullo, lo unico que pasó en ese instante por mi mente.
-¿Importa acaso mi nombre… Illidan?-
Lucy- Ataques :
AD - Serpent’s Embrace (500)
Defensa :
Fuego de la Agonía
Cantidad de envíos : 69
Re: Ruinas de un Hogar en llamas.
Sus ojos se abrieron en par en par ante la figura de su madre delante de él. Sus ojos estaban extasiados, no podía creerlo realmente y su corazón por un momento se detuvo del miedo, para comenzar a latir con rapidez y una fuerza tremenda; tan fuerte eran sus latidos que se escuchaban entre ecos en su cabeza podía sentirse morir por momentos.
Madre… - soltó de sus labios levantando su mano e intentando tocarla, pero así como había llegado, había desaparecido bajo los poderes de la dama que tenía un gran parecido con ella.
¡NO! – musitó lentamente mientras que su garganta se volvía un nudo. Pues en ese momento despertó de su éxtasis, para que entre ecos escuchar la voz de “Pandora” musitar los nombres de los hermanos, algo que ya había hecho con anterioridad.
La… muerte. – dijo Arthas hacia el aire, pues estaba un par de pasos atrás de ellos y lo había dicho susurrando muy despacio, algo que de seguro solo sería audible para él, ¡y quizás, solo quizás, para el oído de un Dios…!
Su cabeza comenzaba a arder, podía sentir un mar de sensaciones dentro de él, toda su vida parecía resumirse en un par de imágenes, puesto que desde que había despertado hacía un par de años en su cama, no recordaba mucho de su juventud, solo ese hecho… ese hecho que había acabado con sus padres y que tenía mucho que ver con su hermano. Toda su vida, o todo lo que recordaba de su vida era una venganza, una venganza que se dio cuenta, o se estaba dando cuenta en ese momento que él tenía gran parte que ver en aquel juego que habían tenido esa tarde los hermanos; podría haber dicho que no, pero sin embargo no lo hizo. Había sido su culpa, había estado tan cerrado en sus pensamientos de venganza y que toda la culpa había sido de Illidan, que no pudo recordar que parte de la muerte de sus padres había sido su culpa, su culpa, su culpa… pues eso resonaba en su mente, como si en una habitación vacía en solitario estuviese. Cada vez que la voz de esa mujer resonaba en su cabeza, era como un puñal a su pecho y tomó sus propios cabellos con sus manos, para aferrarse fuertemente a ellos y comenzar a gritar del dolor, comenzando a destilar un aura un tanto grisácea. - ¡NOOO! ¡NO LO FUE MIERDA!
En un arrebato de inconsciencia, cayó de rodillas pero sin embargo aun tenía sus ojos abiertos. Estaba observando el suelo, lleno de cenizas, polvo y un par de telarañas. No sabía si realmente estaba viendo el piso, pues su mirada parecía perdida, quizás los que estaban a su alrededor estaban hablando, pero el solo sentía sus latidos entre ecos y una nana tenue de fondo, quizás era su madre que le cantaba cuando era niño; no podía recordar con exactitud, pues su cabeza le ardía y estaba como en blanco.
Exhaló con fuerza, comenzando a respirar agitado, parecía demente, y vaya que lo estaba. A pesar de saber y caer en la cuenta de que Illidan, era su hermano y además era un Dios, no quería caer en ese momento. Levantó su mano derecha para tomar la hoz que estaba enfundada en su espalda, parecía que todo su cuerpo le quemaba, pero aun así cerró su puño con fuerza, tomando la empuñadura de su arma.
Sus ojos seguían mirando hacia abajo y se dilataban poco a poco, estaba en silencio y su cuerpo parecía destilar humo, quizás era la temperatura que estaba levantando y era eso mismo que le quemaba por dentro y por fuera. Eso se llamaba remordimiento, pero no quería caer en ello, quería ser el mismo tipo duro que siempre fue o al menos eso el recordaba. Levantó su cabeza para observar a su gemelo, sus ojos estaban rojizos como si no fuera él, su antebrazo parecía tensarse signo de que apretaba con más fuerza la empuñadura de su arma y mostraba sus dientes con furia; parecía un animal.
Sin embargo, su respiración agitada lentamente fue calmándose y bajó su mano al mismo tiempo que su mirada, estaba de rodillas aun y abrió sus manos para formar una cruz con su cuerpo. – Muchos años de mierda, planeando esta venganza… y resulta que recién caigo en la cuenta de que perdía el tiempo, de que solo buscaba la excusa de matar y matar gente porque me apasionaba hacerlo y no porque quería escalar puestos para llegar hacia ti. Fue todo una excusa para ser un maldito asesino, que adoraba ver como las llamas consumían a cual hijo de puta que se me pusiera enfrente.
Porque también sabía, que en el fondo ambos teníamos la culpa de la muerte de nuestros padres. Sin embargo, no quería asumirlo, no quería hacerlo y quería que todos probaran la misma muerte que ellos tuvieron… estoy volviéndome loco… estoy cayendo en la locura día a día, intentando ser tu sombra y resulta que eres un maldito Dios… ¡Lo cual frustra mis sueños de alguna vez matarte!
¡No porque tenga miedo o porque crea que no lo voy a hacer…! Sino porque ahora siento que ambos somos lo mismo y no podría matarte, porque me traiciona la cabeza al querer hacerlo… es como… ¡ni sé como es…! – dijo tomándose su pecho.
Estoy a tu merced, me rindo… ¡Mátame si quieres, acaba con mi vida! ¡Ya no merezco vivir…! ¡No tengo porque... debido a que me di cuenta tarde de todo esto...! – dijo observando hacia un costado, no quería ni verle a los ojos a su propio hermano. Sentía vergüenza de lo que se había convertido en todos esos años, merecía la muerte, la peor muerte, pero a manos de quien le había ayudado a matar a sus padres, inconscientemente, claro estaba…
Madre… - soltó de sus labios levantando su mano e intentando tocarla, pero así como había llegado, había desaparecido bajo los poderes de la dama que tenía un gran parecido con ella.
¡NO! – musitó lentamente mientras que su garganta se volvía un nudo. Pues en ese momento despertó de su éxtasis, para que entre ecos escuchar la voz de “Pandora” musitar los nombres de los hermanos, algo que ya había hecho con anterioridad.
La… muerte. – dijo Arthas hacia el aire, pues estaba un par de pasos atrás de ellos y lo había dicho susurrando muy despacio, algo que de seguro solo sería audible para él, ¡y quizás, solo quizás, para el oído de un Dios…!
Su cabeza comenzaba a arder, podía sentir un mar de sensaciones dentro de él, toda su vida parecía resumirse en un par de imágenes, puesto que desde que había despertado hacía un par de años en su cama, no recordaba mucho de su juventud, solo ese hecho… ese hecho que había acabado con sus padres y que tenía mucho que ver con su hermano. Toda su vida, o todo lo que recordaba de su vida era una venganza, una venganza que se dio cuenta, o se estaba dando cuenta en ese momento que él tenía gran parte que ver en aquel juego que habían tenido esa tarde los hermanos; podría haber dicho que no, pero sin embargo no lo hizo. Había sido su culpa, había estado tan cerrado en sus pensamientos de venganza y que toda la culpa había sido de Illidan, que no pudo recordar que parte de la muerte de sus padres había sido su culpa, su culpa, su culpa… pues eso resonaba en su mente, como si en una habitación vacía en solitario estuviese. Cada vez que la voz de esa mujer resonaba en su cabeza, era como un puñal a su pecho y tomó sus propios cabellos con sus manos, para aferrarse fuertemente a ellos y comenzar a gritar del dolor, comenzando a destilar un aura un tanto grisácea. - ¡NOOO! ¡NO LO FUE MIERDA!
En un arrebato de inconsciencia, cayó de rodillas pero sin embargo aun tenía sus ojos abiertos. Estaba observando el suelo, lleno de cenizas, polvo y un par de telarañas. No sabía si realmente estaba viendo el piso, pues su mirada parecía perdida, quizás los que estaban a su alrededor estaban hablando, pero el solo sentía sus latidos entre ecos y una nana tenue de fondo, quizás era su madre que le cantaba cuando era niño; no podía recordar con exactitud, pues su cabeza le ardía y estaba como en blanco.
Exhaló con fuerza, comenzando a respirar agitado, parecía demente, y vaya que lo estaba. A pesar de saber y caer en la cuenta de que Illidan, era su hermano y además era un Dios, no quería caer en ese momento. Levantó su mano derecha para tomar la hoz que estaba enfundada en su espalda, parecía que todo su cuerpo le quemaba, pero aun así cerró su puño con fuerza, tomando la empuñadura de su arma.
Sus ojos seguían mirando hacia abajo y se dilataban poco a poco, estaba en silencio y su cuerpo parecía destilar humo, quizás era la temperatura que estaba levantando y era eso mismo que le quemaba por dentro y por fuera. Eso se llamaba remordimiento, pero no quería caer en ello, quería ser el mismo tipo duro que siempre fue o al menos eso el recordaba. Levantó su cabeza para observar a su gemelo, sus ojos estaban rojizos como si no fuera él, su antebrazo parecía tensarse signo de que apretaba con más fuerza la empuñadura de su arma y mostraba sus dientes con furia; parecía un animal.
Sin embargo, su respiración agitada lentamente fue calmándose y bajó su mano al mismo tiempo que su mirada, estaba de rodillas aun y abrió sus manos para formar una cruz con su cuerpo. – Muchos años de mierda, planeando esta venganza… y resulta que recién caigo en la cuenta de que perdía el tiempo, de que solo buscaba la excusa de matar y matar gente porque me apasionaba hacerlo y no porque quería escalar puestos para llegar hacia ti. Fue todo una excusa para ser un maldito asesino, que adoraba ver como las llamas consumían a cual hijo de puta que se me pusiera enfrente.
Porque también sabía, que en el fondo ambos teníamos la culpa de la muerte de nuestros padres. Sin embargo, no quería asumirlo, no quería hacerlo y quería que todos probaran la misma muerte que ellos tuvieron… estoy volviéndome loco… estoy cayendo en la locura día a día, intentando ser tu sombra y resulta que eres un maldito Dios… ¡Lo cual frustra mis sueños de alguna vez matarte!
¡No porque tenga miedo o porque crea que no lo voy a hacer…! Sino porque ahora siento que ambos somos lo mismo y no podría matarte, porque me traiciona la cabeza al querer hacerlo… es como… ¡ni sé como es…! – dijo tomándose su pecho.
Estoy a tu merced, me rindo… ¡Mátame si quieres, acaba con mi vida! ¡Ya no merezco vivir…! ¡No tengo porque... debido a que me di cuenta tarde de todo esto...! – dijo observando hacia un costado, no quería ni verle a los ojos a su propio hermano. Sentía vergüenza de lo que se había convertido en todos esos años, merecía la muerte, la peor muerte, pero a manos de quien le había ayudado a matar a sus padres, inconscientemente, claro estaba…
Arthas- Status :
Cantidad de envíos : 64
Re: Ruinas de un Hogar en llamas.
El dios miraba toda la escena con un gran placer, el hecho de traer el mismo alma de la madre de aquellos gemelos no solo había afectado a Arthas, quien estaba ridículamente humillándose a si mismo, sino que también estaba atrayendo la atención de la mujer que estaba acompañando al rubio. Ella se acerco lentamente, Thanathos la miraba fijo mientras que la veía avanzar paso por paso. Toco a la mujer, se hizo una con su propio espíritu y comenzó a hablar con la voz de la mujer. Thanathos estaba a punto de estallar de risa al ver la cara de su gemelo tras esa acción, pero decidió que ya era suficiente y mando el alma de la madre otra vez al infierno, a sufrir su eterno tormento. El dios miro fijamente a la mujer, por unos segundos podía sentir como esa presencia oscura en el fondo de ella despertaba, era quien él creía. Era la mujer que podía comunicarse con los muertos, encarnarlos en su propia carne, era la mujer que pensaba. Pero no quería reconocerlo… se ocultaba tras vulgares palabras.
El dios Thanathos avanzo hacia ella mirándola fijo a los ojos, ignoraba completamente todo el melodrama que su hermano estaba haciendo, simplemente le parecía patético. Llego hasta estar frente a frente con la mujer, con su mano izquierda corrió un mechón de cabello y luego con la otra la tomo de la mejilla torciendo su rostro para arriba para obligar a mirarlo. Podía verlo en sus ojos, podía sentirlo en su aura, dentro de ella estaba la mujer que podía controlar las hordas del inframundo. Era ella, sin duda alguna, era ella.
-Pandora…
Suspiraron sus labios mientras que sonreía y pasaba de ser una silenciosa sonrisa a una carcajada sonora. El inframundo comenzaba a despertar rápidamente y cada vez se aproximaba más el despertar de aquel dios que traería la oscuridad deseada al mundo. Las palabras de su gemelo volvieron a cortar todo, esta vez decidió escucharlo. Hablaba sobre matar a Illidan, sobre como él lo odiaba pero al final terminaba dejando todo en una confusión de palabras que determinaban que él usaba el odio a su hermano para esconder sus capacidades de asesino. Thanathos se canso totalmente de él. Cuando se agacho suplicando por su muerte, el dios de la muerte no violenta no hizo caso a una parte de su titulo y con un muy violento movimiento, le dio un golpe con el dorso de su mano, un gran bofetón para poner en lugar a aquel muchacho.
-Eres… una deshonra…-Dijo apretando los dientes, sabia que todavía había una parte humana en él, pero no era Thanathos quien debía sacarla, era el mismo Hypnos quien debía de controlar ese cuerpo donde había renacido, así como él había hecho con Illidan, dejándolo fuera de su propio cuerpo- ¿Cuánto drama mas piensas hacer, Hypnos? … Tan mal estas que no puedes controlar unos miserables sentimientos humanos…
El dios miro a Pandora y luego a su hermano mientras que sonreía, harían un pequeño…viaje. Había tomado el liderazgo apenas llego, porque tenía la personalidad de hacerlo firmemente, sin dudarlo.
-Vamos… Si quieren venir y seguir su destino, síganme… Si quieren quedarse o ir a otro lugar, tienen permiso… Tarde o temprano nos terminaremos viendo…
Dijo mientras que comenzó a caminar, debía de ir a buscar algo muy valioso…Algo que podía cambiar todo en esa guerra.
El dios Thanathos avanzo hacia ella mirándola fijo a los ojos, ignoraba completamente todo el melodrama que su hermano estaba haciendo, simplemente le parecía patético. Llego hasta estar frente a frente con la mujer, con su mano izquierda corrió un mechón de cabello y luego con la otra la tomo de la mejilla torciendo su rostro para arriba para obligar a mirarlo. Podía verlo en sus ojos, podía sentirlo en su aura, dentro de ella estaba la mujer que podía controlar las hordas del inframundo. Era ella, sin duda alguna, era ella.
-Pandora…
Suspiraron sus labios mientras que sonreía y pasaba de ser una silenciosa sonrisa a una carcajada sonora. El inframundo comenzaba a despertar rápidamente y cada vez se aproximaba más el despertar de aquel dios que traería la oscuridad deseada al mundo. Las palabras de su gemelo volvieron a cortar todo, esta vez decidió escucharlo. Hablaba sobre matar a Illidan, sobre como él lo odiaba pero al final terminaba dejando todo en una confusión de palabras que determinaban que él usaba el odio a su hermano para esconder sus capacidades de asesino. Thanathos se canso totalmente de él. Cuando se agacho suplicando por su muerte, el dios de la muerte no violenta no hizo caso a una parte de su titulo y con un muy violento movimiento, le dio un golpe con el dorso de su mano, un gran bofetón para poner en lugar a aquel muchacho.
-Eres… una deshonra…-Dijo apretando los dientes, sabia que todavía había una parte humana en él, pero no era Thanathos quien debía sacarla, era el mismo Hypnos quien debía de controlar ese cuerpo donde había renacido, así como él había hecho con Illidan, dejándolo fuera de su propio cuerpo- ¿Cuánto drama mas piensas hacer, Hypnos? … Tan mal estas que no puedes controlar unos miserables sentimientos humanos…
El dios miro a Pandora y luego a su hermano mientras que sonreía, harían un pequeño…viaje. Había tomado el liderazgo apenas llego, porque tenía la personalidad de hacerlo firmemente, sin dudarlo.
-Vamos… Si quieren venir y seguir su destino, síganme… Si quieren quedarse o ir a otro lugar, tienen permiso… Tarde o temprano nos terminaremos viendo…
Dijo mientras que comenzó a caminar, debía de ir a buscar algo muy valioso…Algo que podía cambiar todo en esa guerra.
Illidan- Dios/a
- Reino : Inframundo
Ataques :
AD - Réquiem de la Oscuridad (1650)
Defensa :
Esencia de la muerte
Cantidad de envíos : 105
Re: Ruinas de un Hogar en llamas.
Mi mente comenzaba a fraccionarse cada vez más dividiéndose en dos marcadas posturas, diferentes sensaciones y pensamientos abrumaban mi mente hasta el punto de atormentarme. Por un lado toda esa escena me provocaba una mezcla de asco y placer, una rara combinación para una aun mas misteriosa personalidad que reside en mi interior. Por otro lado, como Lucy, como princesa de Hispania estaba confundida y algo intimidada por lo que me rodeaba. Pero era indudable que sentía cierto disfrute de la presencia de ambos, una chispa se encendía dentro de mí consumiéndome como el incendio que se había apoderado de ese lugar y esa familia. Como si un ser, macabro y siniestro en sobremanera estuviese contenido muy en lo profundo de mi ser, y esos dos hombres estuviesen golpeando a sus puertas.
El morocho tomaba mi rostro obligándome a mirarlo, a sumirme en las profundidades de su mirada y en la oscuridad que su mera presencia infundía.
“Libérame” resonaba la voz de ese yo cruel y cínico, mas no parecía estar hablándome a mi sino a él. Pero aquel que conocí como Hypnos interrumpía aquella conexión entre sus lamentos. Por un instante lo observé con indiferencia y hasta aburrimiento, sentí un impulso por gritarle como si me diese vergüenza ajena. Pero asimismo lo entendía y hubiese querido contenerlo en vez de simplemente observar como su gemelo le abofeteaba y lo degradaba aun más. Como si una ráfaga me envolviera perdí la noción de todo y el control sobre mi misma. Ella se apoderaba de mí.
-Ya basta…Thanatos tú también fuiste humano.- las palabras fluían por mis labios sin intimidación alguna, mi mirada se había afilado y tornado vacía aunque siempre ocultando esa chispa de insanidad. Mi voz resonaba sombría y firme, al mismo tiempo que mantenía cierto nivel de respeto. Mi cuerpo inconciente ya de sus movimientos se acercó al rubio tomando su rostro entre ambas manos obligándolo a mirarme a los ojos.
-Despierta de una vez, Hades nos espera…- murmuré cual siseo, para al instante soltarlo con la delicadeza con la que lo tomé.
“Vergilius” su voz retumbaba en todo mi cuerpo. –¿Vergilius?- susurré tan bajo que prácticamente ni yo pude escucharme.
“Hades…” respondió con severidad, para luego desvanecerse en el silencio. En ese mismo momento mi cuerpo se estremeció y como un golpe sentí mi voluntad volver a su lugar. Agarre fuertemente mi pecho sintiendo que mi corazón se aceleraba como si hubiese muerto por segundos y vuelto a la vida. Necesitaba comprender todo lo que estaba ocurriendo y sabía de alguna forma que ellos dos tenían la respuesta. Sin embargo a medida que escuchaba sus últimas palabras volvía a mi mente la razón por la cual había viajado hasta allí.
No podía y sentía que no debía eludir aquello que me proponían, por lo que rápidamente me acerque al morocho intentando detenerlo antes de que se marchara. –Espera…Bríndame aunque sea una hora, debo hablar con Selene, puede que tenga relevancia para la guerra que concierne a esta nación. Una hora te pido, y luego te seguiré a donde sea que pretendes llevarnos.- le pedí esperando que aceptara y así pudiera seguir ambos caminos que luchaban por convertirse en el único camino que el destino me depararía.
El morocho tomaba mi rostro obligándome a mirarlo, a sumirme en las profundidades de su mirada y en la oscuridad que su mera presencia infundía.
“Libérame” resonaba la voz de ese yo cruel y cínico, mas no parecía estar hablándome a mi sino a él. Pero aquel que conocí como Hypnos interrumpía aquella conexión entre sus lamentos. Por un instante lo observé con indiferencia y hasta aburrimiento, sentí un impulso por gritarle como si me diese vergüenza ajena. Pero asimismo lo entendía y hubiese querido contenerlo en vez de simplemente observar como su gemelo le abofeteaba y lo degradaba aun más. Como si una ráfaga me envolviera perdí la noción de todo y el control sobre mi misma. Ella se apoderaba de mí.
-Ya basta…Thanatos tú también fuiste humano.- las palabras fluían por mis labios sin intimidación alguna, mi mirada se había afilado y tornado vacía aunque siempre ocultando esa chispa de insanidad. Mi voz resonaba sombría y firme, al mismo tiempo que mantenía cierto nivel de respeto. Mi cuerpo inconciente ya de sus movimientos se acercó al rubio tomando su rostro entre ambas manos obligándolo a mirarme a los ojos.
-Despierta de una vez, Hades nos espera…- murmuré cual siseo, para al instante soltarlo con la delicadeza con la que lo tomé.
“Vergilius” su voz retumbaba en todo mi cuerpo. –¿Vergilius?- susurré tan bajo que prácticamente ni yo pude escucharme.
“Hades…” respondió con severidad, para luego desvanecerse en el silencio. En ese mismo momento mi cuerpo se estremeció y como un golpe sentí mi voluntad volver a su lugar. Agarre fuertemente mi pecho sintiendo que mi corazón se aceleraba como si hubiese muerto por segundos y vuelto a la vida. Necesitaba comprender todo lo que estaba ocurriendo y sabía de alguna forma que ellos dos tenían la respuesta. Sin embargo a medida que escuchaba sus últimas palabras volvía a mi mente la razón por la cual había viajado hasta allí.
No podía y sentía que no debía eludir aquello que me proponían, por lo que rápidamente me acerque al morocho intentando detenerlo antes de que se marchara. –Espera…Bríndame aunque sea una hora, debo hablar con Selene, puede que tenga relevancia para la guerra que concierne a esta nación. Una hora te pido, y luego te seguiré a donde sea que pretendes llevarnos.- le pedí esperando que aceptara y así pudiera seguir ambos caminos que luchaban por convertirse en el único camino que el destino me depararía.
Lucy- Ataques :
AD - Serpent’s Embrace (500)
Defensa :
Fuego de la Agonía
Cantidad de envíos : 69
Re: Ruinas de un Hogar en llamas.
No hay guerra… ni tiempo. – murmuró entre susurros Arthas despertando como de un sueño eterno, tras estar largo tiempo callado e inerte, después del golpe que su propio hermano le había dado. Había contestado a la pregunta de la mujer.
Su corazón latía con más fuerza, aun seguía siendo el humano pero parecía mas tranquilo. Como si hubiese comprendido su destino por fin, el cual no era morir a manos de su propia sangre. Observó a su hermano pues aun seguía con un paso lento, mirando al suelo para luego volver a observarlo; tenía que resignarse y asumirlo, a pesar de no entenderlo. – No sé que eres, no sé si eres aun mi hermano… pero lo siento dentro de mi pecho, arde, quema… quiere salir y aun no lo dejaré.
Soy demasiado fuerte, como para dejar vencerme por un Dios, luego de que dije que nunca creería en ellos. – dijo para ponerse de pie y colocando la palma de su mano en el pecho que le dolía, soltar un pequeño mugido de dolor. Un aura rojiza envolvió el cuerpo del rubio, parecía dejarlo inmóvil por segundos y levantó su rostro, pues sus orbes brillaban en un dorado bastante hermoso. – Thanatos.
Dijo con otra voz, nada parecida a la del humano. Pues ésta resonaba entre ecos e imponente al igual que la de su hermano de sangre, gemelo, del alma y demás, ¿Por qué no agregar la palabra “mitológicos”? – Tienes el poder suficiente como para quitar el alma de este sucio humano, sabes que detesto los sentimientos y éste tipo parece como negarse, elimínalo… pero antes llévame a Heinstein… ¡Sé que tienes planeado hacer eso! Despertaremos… a nuestro señor y yo también lo haré.
Musitó el rubio para colocar su dedo índice entre sus cejas y cerrar sus ojos, cayendo completamente inconsciente por haber “dormido” al humano. Mas aun sabiendo que el alma del Dios podía haber salido por momentos a flote, para entregarle aquel mensaje importante a su hermano. Ahora solo quedaba que Thanatos cumpliera lo próximo.
Su corazón latía con más fuerza, aun seguía siendo el humano pero parecía mas tranquilo. Como si hubiese comprendido su destino por fin, el cual no era morir a manos de su propia sangre. Observó a su hermano pues aun seguía con un paso lento, mirando al suelo para luego volver a observarlo; tenía que resignarse y asumirlo, a pesar de no entenderlo. – No sé que eres, no sé si eres aun mi hermano… pero lo siento dentro de mi pecho, arde, quema… quiere salir y aun no lo dejaré.
Soy demasiado fuerte, como para dejar vencerme por un Dios, luego de que dije que nunca creería en ellos. – dijo para ponerse de pie y colocando la palma de su mano en el pecho que le dolía, soltar un pequeño mugido de dolor. Un aura rojiza envolvió el cuerpo del rubio, parecía dejarlo inmóvil por segundos y levantó su rostro, pues sus orbes brillaban en un dorado bastante hermoso. – Thanatos.
Dijo con otra voz, nada parecida a la del humano. Pues ésta resonaba entre ecos e imponente al igual que la de su hermano de sangre, gemelo, del alma y demás, ¿Por qué no agregar la palabra “mitológicos”? – Tienes el poder suficiente como para quitar el alma de este sucio humano, sabes que detesto los sentimientos y éste tipo parece como negarse, elimínalo… pero antes llévame a Heinstein… ¡Sé que tienes planeado hacer eso! Despertaremos… a nuestro señor y yo también lo haré.
Musitó el rubio para colocar su dedo índice entre sus cejas y cerrar sus ojos, cayendo completamente inconsciente por haber “dormido” al humano. Mas aun sabiendo que el alma del Dios podía haber salido por momentos a flote, para entregarle aquel mensaje importante a su hermano. Ahora solo quedaba que Thanatos cumpliera lo próximo.
Arthas- Status :
Cantidad de envíos : 64
Re: Ruinas de un Hogar en llamas.
-¿Cómo has dicho?
Dijo el dios Thanathos mientras que con una mirada sombría se daba media vuelta para mirar a la mujer. Él nunca había sido humano, simplemente había estado durmiendo en el cuerpo de uno mientras que su dios se negaba a despertar, había estado inactivo en el alma ajena hasta que su dios lo llamara a actuar. En ese momento, se deshizo fácilmente del humano Illidan y tomo su cuerpo, su voluntad e incluso su vida. Illidan ya no existía, solo era su cuerpo el que lo movía Thanathos como con hilos desde adentro, ahora ese cuerpo no le pertenecía al ex ministro de Egipto, ahora le pertenecía al dios de la muerte no violenta.
-No te desubiques… Puede que seas alguien que valga algo en el inframundo, pero no eres más que nosotros… Por más pésima y bastarda que sea la situación de mí hermano…
Le daba un tanto de lastima admitir que su hermano era ese ser que suplicaba por ayuda, el dios del sueño estaba teniendo problemas para remover un sucio alma del cuerpo de un humano, algo que no debería tener problemas en hacerlo pero que de todos modos, lo estaba haciendo. Escuchaba las ideas de su hermano, quería que él removiera el alma de Arthas de su cuerpo, pero antes quería ir a Heinstein, usando sus propios poderes para dormirse a él mismo, o al menos, a su contraparte humana. Era obvio que lo llevaría, así que espero que al menos se levantara para comenzar a caminar, pero no lo hizo. Supuso que debía de cargar con aquel inmundo cuerpo. Se agacho y lo tomo en sus hombros mientras que hacia caras de desagrado…
-Esta bien, empecemos con esto de una vez…
Dijo confiado, era hora de ir hacia Heinstein y pensaba que nada lo detendría, hasta que escucho la voz de Pandora pidiéndole desconsoladamente un tiempo para hablar con Selene. Había escuchado anteriormente la voz de aquella mujer pronunciando el nombre de Vergilius y sabia bien que era uno de los hijos del emperador romano. Tenia en claro que quizás aquel muchacho fuera el cuerpo donde el alma de su dios despertara, pero no quería apurar las cosas, todo debía tomar su tiempo.
-Te brindo el tiempo que quieras, alcánzanos en Heinstein…
Comenzó a caminar con su hermano a cuestas hasta que sintió la presencia tan pura de la diosa Athena junto a aquella presencia del humano Vergilius, pero había cierta confianza entre ellos. Era como si dos mitades se unieran y al mismo tiempo fueran tan diferentes. Sonrío y exclamo unas últimas palabras a la joven, antes de desaparecer en sombras.
-Y alégrate, que nuestro dios ya le vio la cara a su futura presa…
Dijo el dios Thanathos mientras que con una mirada sombría se daba media vuelta para mirar a la mujer. Él nunca había sido humano, simplemente había estado durmiendo en el cuerpo de uno mientras que su dios se negaba a despertar, había estado inactivo en el alma ajena hasta que su dios lo llamara a actuar. En ese momento, se deshizo fácilmente del humano Illidan y tomo su cuerpo, su voluntad e incluso su vida. Illidan ya no existía, solo era su cuerpo el que lo movía Thanathos como con hilos desde adentro, ahora ese cuerpo no le pertenecía al ex ministro de Egipto, ahora le pertenecía al dios de la muerte no violenta.
-No te desubiques… Puede que seas alguien que valga algo en el inframundo, pero no eres más que nosotros… Por más pésima y bastarda que sea la situación de mí hermano…
Le daba un tanto de lastima admitir que su hermano era ese ser que suplicaba por ayuda, el dios del sueño estaba teniendo problemas para remover un sucio alma del cuerpo de un humano, algo que no debería tener problemas en hacerlo pero que de todos modos, lo estaba haciendo. Escuchaba las ideas de su hermano, quería que él removiera el alma de Arthas de su cuerpo, pero antes quería ir a Heinstein, usando sus propios poderes para dormirse a él mismo, o al menos, a su contraparte humana. Era obvio que lo llevaría, así que espero que al menos se levantara para comenzar a caminar, pero no lo hizo. Supuso que debía de cargar con aquel inmundo cuerpo. Se agacho y lo tomo en sus hombros mientras que hacia caras de desagrado…
-Esta bien, empecemos con esto de una vez…
Dijo confiado, era hora de ir hacia Heinstein y pensaba que nada lo detendría, hasta que escucho la voz de Pandora pidiéndole desconsoladamente un tiempo para hablar con Selene. Había escuchado anteriormente la voz de aquella mujer pronunciando el nombre de Vergilius y sabia bien que era uno de los hijos del emperador romano. Tenia en claro que quizás aquel muchacho fuera el cuerpo donde el alma de su dios despertara, pero no quería apurar las cosas, todo debía tomar su tiempo.
-Te brindo el tiempo que quieras, alcánzanos en Heinstein…
Comenzó a caminar con su hermano a cuestas hasta que sintió la presencia tan pura de la diosa Athena junto a aquella presencia del humano Vergilius, pero había cierta confianza entre ellos. Era como si dos mitades se unieran y al mismo tiempo fueran tan diferentes. Sonrío y exclamo unas últimas palabras a la joven, antes de desaparecer en sombras.
-Y alégrate, que nuestro dios ya le vio la cara a su futura presa…
Illidan- Dios/a
- Reino : Inframundo
Ataques :
AD - Réquiem de la Oscuridad (1650)
Defensa :
Esencia de la muerte
Cantidad de envíos : 105
Re: Ruinas de un Hogar en llamas.
“Tan impulsivo como siempre” resonó en mi cabeza en aquellos momentos en los que mi conciencia estaba sumida en el interior incapaz de controlar mi cuerpo, tan solo viendo como espectadora aquello que se desarrollaba.
-Sabes a lo que me refiero Thanatos…tu cuerpo.- murmuró el espíritu de Pandora, pero también comenzaba a ver los recuerdos que cargaba consigo y pude entender porque volvió a dirigirse hacia el con mucho mas respeto que antes. –Lamento la imprudencia.-musitó por lo bajo cerrando sus ojos y agachando un poco su cabeza al mismo tiempo que su fuerza me liberaba permitiéndome volver a tener el control de mi misma. Las imágenes de ese dios que había presenciado de los recuerdos de Pandora no eran precisamente gratos, tenía su razón para respetarle y asimismo para temerle.
Arthas caía inconciente luego de haber sido él también poseído por el dios que llevaba dentro, o al menos asi parecía ser. Por un momento estuve por acercarme a él, la humanidad no era algo que yo perdía a pesar de que mi falta de cordura comenzaba a atenuarla mas y mas a cada momento. Pero el imponente paso del dios me hizo mantenerme estática, aun esperando su respuesta. Y pronto la obtuve, pero era aparente que por seguir aun el camino que llevaba en esa vida tendría que hacer el viaje sola. No me importaba, había hecho muchas cosas sola, no me agradaba pero estaba acostumbrada. Y por mucho que esos dos me incitaran a seguirlos dentro de mí no podía eludir la realidad con la que había convivido hasta el momento.
-Hein…stein.- susurré ahogada pues ese nombre me había golpeado como si una ola hubiese impactado sobre mí. Las imágenes del castillo y los alrededores de Grecia se plasmaban frente a mis ojos... Al menos sabría como llegar.
“Nuestro hogar” exclamó su voz en mi interior, resonando en todo mi cuerpo en un insoportable eco. Podía sentir su placer y demencia creciendo desde mi interior, invadiendo todo mi cuerpo. Pero se ese sentimiento se desvaneció al instante que Thanatos volvió a dirigirme unas ultimas palabras.
“¡No la nombres! Maldita sucia e impura. No dejare que corrompa con tu asquerosa luz a mi señor, ¡No me quitara a Hades!" Su voz retumbaba cual tempestad, cargada en una ira descontrolada, pero pronto volvía a callar calmando al mismo tiempo su temple. Los gemelos habían desaparecido sin dejar siquiera rastro. Tan solo quedaba lo turbio en el aire, esa esencia oscura y sombría rodeándome. Pero ya no estaba segura de si era de él…o mía. No me di tiempo de pensar, tomé mi capa cubriéndome bajo su sombra y comencé a correr buscando el palacio. Pasaría el mensaje con rapidez y continuaría mi camino, pero no podía marcharme sin hablar primero con Selene.
-Sabes a lo que me refiero Thanatos…tu cuerpo.- murmuró el espíritu de Pandora, pero también comenzaba a ver los recuerdos que cargaba consigo y pude entender porque volvió a dirigirse hacia el con mucho mas respeto que antes. –Lamento la imprudencia.-musitó por lo bajo cerrando sus ojos y agachando un poco su cabeza al mismo tiempo que su fuerza me liberaba permitiéndome volver a tener el control de mi misma. Las imágenes de ese dios que había presenciado de los recuerdos de Pandora no eran precisamente gratos, tenía su razón para respetarle y asimismo para temerle.
Arthas caía inconciente luego de haber sido él también poseído por el dios que llevaba dentro, o al menos asi parecía ser. Por un momento estuve por acercarme a él, la humanidad no era algo que yo perdía a pesar de que mi falta de cordura comenzaba a atenuarla mas y mas a cada momento. Pero el imponente paso del dios me hizo mantenerme estática, aun esperando su respuesta. Y pronto la obtuve, pero era aparente que por seguir aun el camino que llevaba en esa vida tendría que hacer el viaje sola. No me importaba, había hecho muchas cosas sola, no me agradaba pero estaba acostumbrada. Y por mucho que esos dos me incitaran a seguirlos dentro de mí no podía eludir la realidad con la que había convivido hasta el momento.
-Hein…stein.- susurré ahogada pues ese nombre me había golpeado como si una ola hubiese impactado sobre mí. Las imágenes del castillo y los alrededores de Grecia se plasmaban frente a mis ojos... Al menos sabría como llegar.
“Nuestro hogar” exclamó su voz en mi interior, resonando en todo mi cuerpo en un insoportable eco. Podía sentir su placer y demencia creciendo desde mi interior, invadiendo todo mi cuerpo. Pero se ese sentimiento se desvaneció al instante que Thanatos volvió a dirigirme unas ultimas palabras.
“¡No la nombres! Maldita sucia e impura. No dejare que corrompa con tu asquerosa luz a mi señor, ¡No me quitara a Hades!" Su voz retumbaba cual tempestad, cargada en una ira descontrolada, pero pronto volvía a callar calmando al mismo tiempo su temple. Los gemelos habían desaparecido sin dejar siquiera rastro. Tan solo quedaba lo turbio en el aire, esa esencia oscura y sombría rodeándome. Pero ya no estaba segura de si era de él…o mía. No me di tiempo de pensar, tomé mi capa cubriéndome bajo su sombra y comencé a correr buscando el palacio. Pasaría el mensaje con rapidez y continuaría mi camino, pero no podía marcharme sin hablar primero con Selene.
Lucy- Ataques :
AD - Serpent’s Embrace (500)
Defensa :
Fuego de la Agonía
Cantidad de envíos : 69
Temas similares
» Entrada al Bosque en Llamas
» Claro entre las llamas eternas
» Entrada del Templo del Fuego y las Llamas
» Las Ruinas
» -Entre las Ruinas-
» Claro entre las llamas eternas
» Entrada del Templo del Fuego y las Llamas
» Las Ruinas
» -Entre las Ruinas-
Página 1 de 1.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Nov 18, 2024 2:26 pm por Nathaniel
» Magical Hope {Afiliación élite}
Miér Jul 17, 2019 2:41 am por Invitado
» Hantā no Odessei {Afiliación Elite}
Mar Jul 16, 2019 9:20 pm por Invitado
» Busquedas de Rol
Lun Jul 08, 2019 7:11 pm por MapyCozo
» Ficha de Entrenamiento de Alderion De tauro
Jue Jul 04, 2019 12:31 pm por Alderion
» Ficha de entrenamiento de Virgil Juez de Griffo
Miér Jul 03, 2019 1:23 pm por Sasha
» Petición Caballeros de Athena
Miér Jul 03, 2019 1:16 pm por Sasha
» [Reino de Poseidón - Alta] La Manzana Dorada
Dom Jun 30, 2019 10:24 pm por Boreas