[Isla Kanon] - Distrito Residencial

4to Post Ataque Débil – Especialización

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El distrito residencial al que habían llegado Aspros y su rechoncho compañero era un lugar con docenas de casas apostadas en fila dejando una calle lo suficientemente ancha como para permitir el paso de carretas jaladas por caballos. El mercader tan solo continuaba masticando el pedazo de paja con tranquilidad mientras le ordenaba a la monta que doblara para tal o cual lado, llegando por fin a lo que parecía ser una posada de puertas destartaladas y ventanas anchas, que dejaban ver el interior del edificio a la perfección. Bajándose de su asiento al mismo tiempo que su guía, Aspros no pudo evitar acercarse al otro para dirigirle una mirada mucho más seria de lo que había hecho hasta los momentos mientras escuchaba los ligeros espasmos que movían la tierra, causados por el volcán que coronaba el paisaje de la isla.

Creo que por los momentos, aquí nos separaremos. Si no le molesta, me gustaría investigar algo en la montaña. dijo Aspros con una certeza absoluta y un semblante decidido.

Seguro? Creo que no sería prudente acercarse allá con semejantes avisos… respondió el mercader, observando de reojo el volcán y captando que realmente, el romano no le haría el menor caso. Aunque igual, el próximo barco no zarpará hasta mañana…y yo estoy algo cansado, crees que será suficiente tiempo como para que hagas lo que sea que debas hacer? inquirió el mayor de los dos, levantando una ceja mientras se cruzaba de brazos y le dedicaba una sonrisa confiada al otro.

Seguro que no quieres marcharte ahora? Por lo que dices este lugar no será muy seguro que digamos… dijo Aspros recuperando un poco el ánimo al ver que efectivamente, el otro no parecía estar demasiado apresurado como había dicho que lo estaba.

No, puedes darte tu tiempo pequeño romano. replicó el mayor de los dos, sin cambiar de expresión.

Entendido señor mercader. completó Aspros con algo de gracia, tomando un mechón de su cabello y arreglándolo para que no le tapara la vista.

Te lo dije antes, no me digas “señor”- empezó el otro, dándole una fuerte palmada (que bordeaba en un golpe) en el hombro, indicándole que si había de marcharse, lo hiciera de una vez por todas. Te esperaré para la cena, no tardes demasiado.

Tranquilo, no lo haré. finalizó el ex-senador, volteándose para despedirse con un movimiento fluido de su mano e iniciar a caminar en pos de la ruta que si no estaba mal, lo llevaría a la ladera de la montaña.

Una vez que el gemelo de Cambre hubo salido del área principal de residencias, tan solo tuvo que seguir un camino de baldosas antiguas que estaba marcado con varias cercas que en altura le llegaban hasta la cintura. Más allá la ruta marcada se perdía en medio de unos peñascos y simplemente, continuaba hacia las faldas del volcán…la ruta hacia la cima de la enorme e imponente montaña ya le era más que clara a Aspros, lo único que quedaba por hacer era continuar su camino y averiguar que era aquel llamado que sentía provenir desde el cráter del elemento más prominente de toda la isla.

Por otro lado, el volcán cada vez soltaba más y más humo, ennegreciendo el cielo matutino con nubarrones cargados de hollín…

La lluvia de hollín que hacía un rato atrás había cubierto casi por completo la superficie de la Isla Kanon se había detenido. Ahora lo único que quedaba para recordar aquel evento en particular así como la erupción trucada por Aspros, el gemelo de Cambre y ex-senador romano, era la presencia de enormes nubarrones grises que cubrían el cielo y que poco a poco se dispersaban conforme pasaban los minutos. Ya encontrándose en el camino que lo llevaría de vuelta a la zona residencial de la villa de la isla, el peliazul decidió que si bien la armadura dorada era práctica para ciertas cosas, para otras no lo era, tras lo cual se fue por la opción más viable en aquellos momentos y esa era por supuesto, guardarla…aunque para un ser como él, que empezaba a dominar las rupturas en el tiempo-espacio, el significado de esa palabra distaba mucho de lo que para otros podría ser un sinónimo para “ocultar”. Una vez que la efigie dorada hubiera sido enviada a un limbo al cual se había asegurado que solo él pudiera acceder (después de unos cuantos momentos de ensayo y error, hasta que pudo encontrar una distorsión adecuada para su propósito) simplemente se arregló un mechón rebelde para evitar que su vista se viera bloqueada y tan solo continuó adelante hasta la posada en la cual se había quedado su rechoncho guía.

Ha! Hasta que regresaste… dijo el robusto mercader, quien estaba sentado en una mesa apostada al lado de una de las ventanas que daban una perfecta vista del volcán. No pasó nada interesante por allá? inquirió este, mientras sorbía desde su jarrón de cerveza.

Realmente...no, tan solo una erupción del volcán y un pequeño susto…más nada. respondió Aspros, sentándose frente al mayor con una naturalidad que realmente no parecía suya ni mucho menos aquella calma que dominaba su tez.

Supongo... dijo el mercader, sin darle demasiada importancia al asunto ya que en realidad, todos los habitantes de aquel distrito habían pasado por algo similar al ver que el volcán había estado a punto de estallar y volverlos materia residual…pero era un evento que milagrosamente, no había pasado a mayores. Bueno, ya todo se calmó un poco. Con eso ya mañana podríamos estar de vuelta en Rodorio después de entregar los paquetes… informó el mayor mientras volvía a sorber sonoramente de su jarra, cerrando los ojos y fingiendo solemnidad.

No se supone que los ibas a entregar de inmediato? preguntó Aspros con perspicacia, levantando una ceja mientras se cruzaba de brazos para quedarse observando a su interlocutor con algo de incredulidad reflejada en su rostro algo manchado de hollín.

Oye, que simplemente no lo hice porque había una erupción en proceso…no iba a arriesgar mi mercancía (y mi trasero) saliendo a quemarme, no crees? respondió el aludido con fingida indignación, cruzándose de brazos y levantando una ceja al tiempo que una sonrisa socarrona cruzaba su cara de mejilla a mejilla.

Que asertivo, mi buen compañero. concedió Aspros, sonriendo a su vez mientras hacía un gesto aprobatorio con su mano extendida en dirección al mercader, quien a su vez respondió con un cabeceo de similar propósito.

Así que ya sabe señor romano, mañana tenemos varias entregas que hacer. finalizó el rechoncho hombre, volviendo a sorber de su jarra.

No hay problema, un poco de trabajo me vendría bien. concluyó Aspros, asintiendo ligeramente ante las perspectiva de tener que acompañar al otro en una corta jornada de trabajo que eventualmente, sería satisfactoria…bien que había dicho que ese tipo de trabajo era indigno, pero realmente resultaba ser muy agradable si las personas involucradas eran gente de bien, cosa que sinceramente no se podía encontrar en Roma…esa era la crucial diferencia que encontraba el ex-senador con respecto a la vida que había llevado en la capital de imperio comparándola con la corta experiencia que había vivido en aquella zona del mundo…y era bastante obvio cual era la que prefería entre las dos.

Pensamiento - Dialogo

El lugar resultaba agradable y la gente mucho más aún sin expresar miedo o preocupación a pesar de vivir cerca de un volcan que pudiera matarlos en cualquier momento. Chrystalle caminaba sin preocupación de la misma forma que los lugareños mientras observaba cada lugar como pudiese, siempre había sido curiosa aunque sus expresiones nunca lo demostrasen en su rostro.

La joven caminaba y se detenía de vez en cuando observando los puestos en las calles, se vendía practicamente de todo ahí hasta recuerdos de haber visitado la Isla, cosa que le causo gracia pero sin demostrarlo siguió su camino hasta llegar a una tienda de ropa que pudiera ayudarle a desprenderse de su ropaje por un tiempo. Se adentro en la tienda y de inmediato una señora se acercó a ella observando-la con una gran sonrisa en el rostro.

-Más gente sonriente, acaso no se cansan de ello-

Sin responderle la sonrisa mas conservando sus modales, la austriaca le hablo sobre si tenía la ropa adecuada para un entrenamiento mas no comento nada sobre santos ni Athena. Al terminar de hablar la señora le observó algo extraña por lo que podía mas no se negó en atenderla y mostrarle algo que pudiera ayudarle. Después de media hora, Chrystalle dejó la tienda vistiendo un par de pantalones de color azul un poco apegado a su cuerpo y una camisa lo suficientemente ancha para permitirle moverse con tranquilidad, guardo su vestido en la pequeña bolsa que siempre llevaba y amarro su cabello con una cinta blanca para que no le molestara.

En el poco tiempo que le quedaba, siguió explorando el poblado por si alguna vez regresaba ya sabría donde quedarse o donde comer aparte de la posada donde antes había comido. Luego de aquel recorrido la peliverde se dirigió hacia el lugar de encuentro donde ya debería estar el santo de Geminis y la aprendiz de Leo.

-No debo llegar tarde...-