Saint Seiya Ancient Chronicles
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Mensaje por Hang Miér Jul 06, 2011 9:44 pm

Me encontraba de nueva cuenta en el las profundidades del inframundo, pensaba en lo que tenía que hacer ya que me encontraba un tanto aburrido y el señor Hades no me había asignado ninguna tarea desde que despertó de nuevo en el mundo de los mortales , mis resonaban con eco en los grandes y vacíos pasillos de la Antenora, era algo interesante que en las oscuras profundidad del infierno y de la Antenora se encontrara un salón colorido y grandiosamente iluminado incluso me atrevía a decir que aquellos humanos que nunca han visto a un espectro de Hades quizás pensaba que nosotros éramos horribles abominaciones del mundo demoniaco aunque…de alguna forma era cierto, claro no en nuestra apariencia pero si en nuestra forma de acabar con nuestros enemigos.

Suspiraba mientras entraba al salón principal ya que no podía entender la razón de una ilusión en mi esfera quizás para confundir a aquellas almas que yacen perdidas en las oscuridad del inframundo para que al ver la luz y tal belleza caigan como insectos en la trampa del señor del infierno para que con ello puedan ser castigadas sin tener alguna oportunidad de detenerlo ya que quien no se veria atraído por pilares blancos como la nieve adornados con unas cuantas enredaderas.-…-pero eso tan solo era una ilusión ya que la verdadera Antenora es un lugar oscuro y tenebroso para la mayoría de los mortales.

Me cruce de brazos mientras me comencé a dirigir a un pequeño asiento al fondo, una siento que a simple vista era de color blanco con dinos detalles en forma de enredaderas.-Que ridículo es el tener que ver esta ilusión…-Cerré mis ojos mientras concentraba en disipar el pequeño velo que rodeaba la sala, al abrir de nuevo los ojos la luz del lugar fue desapareciendo seguido por los vistosos adornos en los pilares junto con su color blanco después de unos minutos los pilares se tornaron grises y los detalles que parecían plantas se convirtieron en huesos humanos.-A esto me encuentro más acostumbrado.-Cerré de nueva cuenta los ojos mientras me cruzaba de brazos y piernas ya que quería dormir un poco.
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Mensaje por Hang Sáb Jul 16, 2011 10:29 pm

Antes de caer en un profundo sueño varios pensamientos llegaron a mi justo cuando me comenzaba a perder en el mundo de los sueños; Como era posible que uno de los más grandes y poderosos reyes ahora se arrodille ante alguien mas…aunque este es el único que se ha ganado mi respeto, al único ser al que le serbio en cuerpo y alma.

Hace cientos de años mucho antes de me convirtiera en un espectro del señor Hades y uno de los tres grandes jueces del inframundo, en los días en lo que vivía felizmente o por lo menos eso pensaba en aquella época cuando era un gran soberano, el rey de la isla Egina…no, mucho antes que eso, cuando tan solo era un pequeño niño que intentaba parecerse a sus demás hermanos a los cuales admiraba y quería como a nadie en este mundo, jajaja que días tan divertidos eran aquellos los mismos días en que me encontraba prácticamente siego por los encantos de los humanos.

Era una noche lluviosa con grandes ráfagas de viento las cuales amenazaban con tirar los arboles que se encontraba en los alrededores de un pequeño reinado en un isla de Grecia, los mares rujian con fuerza motivados por las huracanadas ráfagas de viento causando que olas mas grandes que las mismas montañas amenazaban al pequeño reinado, las ráfagas de viento en si ya eran lo suficientemente amenazantes como para lograr estremecer a los pequeños hogares del reino, casas de los aldeanos las cuales se encontraban echas de madera se veían gravemente afectadas por aquella tempestad, aquellos que residían en ella se encontraba temerosos dentro de sus frágiles hogares mientras esperaban a que la tormenta cesara de una vez.

Ho gran Zeus ten piedad de tus fieles ciervos, por favor vivir un poco más, si nos cumples este capricho nuestro pequeño que está a punto de nacer no será nuestro hijo…será tuyo.-Un padre afligido que también era el rey de la isla Egina le pedía a la deidad más poderosa del Olimpo que los salvara a él y a su reino de aquella gran tormenta con la oferta de ofrecer a su propio hijo para que ello pasara. Los cielos que se encontraban oscurecidos por las nubes de tormenta fueron iluminados por una gran cantidad de truenos los cuales hicieran que la tierra se estremeciera, los huracanados vientos que ya habían arrasado con una cuantas casas del pequeño reinado dejaron de soplar dejando solo el ruido del apaciguado mar.

Muchas gracias señor, muchas gracias…-Decía el reí con lagrimas escurriendo de sus ojos, deslizándose por sus pómulos hasta llegar a un punto en el que simplemente caían al suelo mientras se le acercaba a su querida esposa que se encontraba recostada en la cama cubierta por una fina cobija de lana recubierta con ceda.-Zeus te ha escuchado, pero…-Comenzó a carisias con tristeza su vientre en el cual se encontraba creciendo su pequeño hijo, unos cuantos cabellos castaños le cayeron al rostro cubriendo con ello sus cristalinos ojos oscuros mientras una gran cantidad de lagrimas comenzaban a salir de ellos, el rey abrazo a su querida esposa con fuerza mientras esta acariciaba su vientre.-Pagaremos caro el regalo de una nueva vida Parimedes.-Con tristeza decía la reina ya que dentro de cuatro mese nacería el menor de cuatro hermanos, aquel que sería sacrificado a los dioses como pago por salvarlo o por lo menos eso esperaban ellos.
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Mensaje por Hang Dom Jul 24, 2011 11:16 pm

Seis meses después de aquel suceso nació un niño barón al cual nombraron como.-Aiacos…ese será el nombre de este pequeño.- eso fue lo que dijo el padre antes de dárselo a su querida esposa la cual se encontraba reposando en la cama después de una cansada labor de parto, la pobre mujer de cabellera oscura se veía sumamente pálida a causa del esfuerzo por el que tuvo que pasar en ese momento para poder tener a su pequeño entre brazos.-Que hermoso es.-Le dijo la reina Lithos a su esposo Parimedes.-Los dioses los quieren bastante ya que les dieron un hijo sano y fuerte, un que podría convertirse en un poderoso rey a futuro.-Decía el sacerdote con gran entusiasmo ya que de los cuatro hijos que tuvieron Lithos y Parimedes el había sido el que había nacido con mayor fuerza y salud que sus demás hermanos mayores, pero los padres no se encontraban del todo complacidos ya que sabían que tarde o temprano Zeus tomaría a su hijo como propio, se sentían un tanto decepcionados de saber que el hijo que tenía un mayor potencial de convertirse en rey sería llevado por el dios del trueno.

La vida en aquella isla era bastante tranquila ya que había que preocuparse por guerras o por preocupaciones de que fueran a ser invadidos por otros reinos ya que muy pocos sabían de aquel reinado en medio del mar el cual era reinado con justicia por el rey Parimedes junto a su eposa y ahora cuatro hijos, el mayor de quince años de nombre Lionari era el más responsable y valeroso de los tres hermanos de Aiacos, el segundo e la escala de edades era Elafi el mas atlético hasta ahora de los tres ya que en todo el reino nadie le había podido ganar en los deportes a este joven de 10 años y por último el pequeño de ocho años era el mas astuto de los hermanos o por lo menos eso pensaba la mayoría ya que este tenía una gran habilidad para crear trampas las cuales servían muy bien durante la casería, el nombre de este último era Thira. Todos ellos tenían unas enormes posibilidades de convertirse en reyes ya que todos tenían una gran cualidad que los destacaba entre todos sus súbditos y entre sus mismos hermanos, pero la duda era ¿Acaso Aiacos tendría una ventaja ante estos, sus hermanos?

Pasaron diez años para que las habilidades del nuevo heredero se comenzaran a notar, pero sus padres se encontraban un tanto confundidos y a la vez impacientes ya que esperaban el dia en que nació que Zeus lo reclamara pero nada y después de que pasaron diez años aun ninguna señal del dios del trueno ¿Qué acaso ya no tenía interés en el pequeño?. Los meses pasaron como agua y el pequeño Aiacos no tenía interés en demostrar nada ya que solo le gustaba permanecer en un rio cercano al palacio mientras se recostaba en el pasto para observar los cielos y la forma en que el viento llevaba consigo a las nubes, la forma en que podía mover las hojas de los arboles haciendo con ellos una especie de melodía apenas audible.-Hermano a todos los has tenido esperando desde hace tiempo, todos quieren ver que habilidades posees.-Aiacos apenas miraba a su hermano Lionari con sus peculiares ojos de color purpura los cuales llamaban bastante la atención de las personas incluyendo a sus hermanos.

Es que no veo razón para mostrar algo que quizás no tenga ya que no me siento muy “especial” que digamos ya que no soy como ustedes, no tengo habilidades como las suyas ni tampoco creo tener su astucia…lo único que tengo que llama la atención de los demás seria…estos ojos.-Dijo mientras levantaba su mano derecha para señalar sus ojos, no le molestaba decirle la verdad a su hermano Lionari ya que con el se llevaba mejor de entre sus demás hermanos.-Vamos, ya que estoy seguro de que escondes una gran habilidad.-El joven extendió su mano a Aiacos para que este la tomara y lo acompañara a donde se encontraban reunidos todos y con ellos mostrarles el potencial de su hermano menor.-Como quieras pero no creo que las cosas cambien mucho.-Dijo sin menor emoción el joven Aiacos mientras tomaba la mano de su hermano para levantarse y encaminarse a donde se encontraban los demás.

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Mensaje por Hang Lun Ago 01, 2011 10:29 pm

Después de que su hermano mayor le ayudara a levantarse Aiacos se quedó unos cuantos pasos por detrás de Lionari, ya que no tenía ningún interés en probarle algo a personas que simplemente querían quedar bien con sus padres o por lo menos eso era lo que pensaba el joven ya que aunque pareciera muy extraño eso es lo que miraba en los ojos de aquellos que se decían a si mismo amigos de sus padres.-Insectos ponzoñosos como ellos no merecen ese título.-Sin darse cuenta el menor de los príncipes comenzó a pensar en voz alta, para el solo eran seres que se la pasaban escupiendo veneno por sus sucias bocas.-Dijiste algo?.-Preguntaba su hermano mayor después de escuchar el susurro de la voz de Aiacos, este se había quedado callado ya que no quería hablar sobre la idea que tenía acerca de los demás que intentaban mesclase con sus padres.-No me agradan las personas a las que les tengo que mostrar unas habilidades que desconozco…me molesta que intenten ser amigos de nuestros padres solo por algo a cambio.

El joven de cabellera dorada como la melena de un león había girado por completo su cuerpo para mirar a su hermano detrás de él, ya que su comentario lo había sorprendido.-Pero porque dices eso si son buenas personas.-El joven pelinegro se había quedado inmóvil mientras miraba al suelo con los ojos entrecerrados.-Eso es lo que quieren aparentar…tú dices que son buenos porque no has visto sus ojos podridos.-Aiacos levanto la mirada para ver a los ojos azules de su hermano.-Esta vez préstales más atención Lionari, solo así podrás ver quiénes son en verdad.-Los ojos de color purpura de Aiacos mostraban una gran frialdad la cual jamás había sido vista por el más cercano a el de sus hermanos mayores.-No creo que me entiendas hasta que los veas por ti mismo.-Dijo el joven mientras suspiraba ante la mirada de su hermano Lionari.-…Esta bien cuando lleguemos mantendré mi atención en ellos.-Esas palabras sorprendieron al pelinegro ya que no esperaba esa respuesta por parte de Lionari, pero en lugar de decir algo tan solo se quedó en silencio mientras comenzaba a caminar de nueva cuenta pasando al lado su hermano.

Estaban en un sendero que se encontraba en medio del bosque, la luz se filtraba a través de las hojas de los arboles provocando que la luz que se veía proyectada en el suelo tuviera diversos tonos, repentinamente un viento cálido comenzó a correr entre los arboles causando que las hojas de estos se movieran de tal forma que creaban una sonido que le agradaba a Aiacos tanto que decidió quedarse parado para disfrutarlo sin importarle que Lionari se encontrase detrás de él.-Me agrada…-Decía el joven mientras sentía la caricia del viento en su piel la misma que movía sus cabellos de tal forma que parecían estar bailando. Lionari se quedó parado detrás de Aiacos mientras lo miraba con cuidado ya que jamás lo había visto tan cómo ni siquiera a su lado hasta ahora.-Parece…como si le tuviera cariño el viento.-Decía en voz baja mientras miraba la forma en que un leve remolino de aire se formaba alrededor de su hermano menor.

Aiacos sonreía con una autentica sonrisa algo que era extremadamente raro en él, pero en esos momentos se sentía muy feliz a causa de la briza que lo estaba rodeando.-Ya se cual es una de tus habilidades hermanito, tienes una gran percepción de aquello que te rodea por eso te puedes dar cuenta de lo que nosotros ignoramos.-Decía esto Lionari mientras se acercaba a su pequeño hermano, esas palabras sorprendieron al joven pelinegro ya que no miraba ese punto de vista que tenia del mundo como una habilidad o algo por el estilo.-No veo esto como una habilidad…-Estiro su mano al frente cosa que le extraño al joven de cabellera dorada, pero antes de decir algo Aiacos abrió la palma de su mano antes de que una hoja callera en esta.-Ya que es tan solo una manera de ver lo que me rodea al ponerle un poco de atención…
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Mensaje por Hang Sáb Ago 06, 2011 10:38 pm

Sera mejor que nos apresuremos…-Eso fue lo único que dijo el joven Aiacos antes de ponerse en marcha nuevamente mientras taraba hacia un costado la pequeña hoja que había caído sobre su pálida mano. El joven suspiraba mientras caminaba ya que le daba nauseas el tan solo pensar que tendría que estar al frente de una gran cantidad de buitres, que buscaban la muerte de otros para hacerse de su carne, aunque en este caso sería apoderarse de todas aquellas pertenecías que valieran lo suficiente como para que las robaran.-Espera…-Decía con la voz cortado su hermano mayor Leonari, intentaba alcanzarlo ya que antes de que su hermano menor se echara de nuevo a andar él se había quedado un tanto sorprendido a causa de Aiacos, ya que entre todos sus hermanos. Aunque el fuera el más pequeño de los cuatro él parecía tener algo que lo distinguía de los demás, algo que pocas veces se podía apreciar en el o en cualquier otra persona…un regalo de los dioses.

Después de algunos minutos de estar caminando en completo silencio dentro de aquel bosque llegaron a un sendero hecho completamente con piedras del rio que no se encontraba muy lejos del castillo, el mismo de donde recolectaban el agua dulce que necesitaban. Varias hojas se encontraban esparcidas sobre aquel sendero, algunas de estas eran levantadas por el soplo del viento mientras que otras simplemente crujían ya que se encontraban atrapadas en medio de las rocas que constituían el camino.-¿Y contra quien se supone que tendré que pelear?.-Preguntaba el joven de cabellos oscuros a su hermano sin voltear a verlo.-No lo sé, simple mente nos dijeron que te buscáramos.-Eso le extraño un poco al pelinegro, “nosotros” se preguntó ya que la mayoría de las veces que se desaparecía mandaban a Leonari para encontrarlo.-¿También mandaron a mis demás hermanos en mi búsqueda y no solo a ti?.-Esta vez giro un poco su rostro para poder ver a su hermano por el rabillo del ojo.-Si, nos dijeron que te buscáramos y si no, que simplemente nos reuniéramos en donde tienes que luchar para ver si ya te había encontrado alguno de nosotros.

Ya veo…-Decía con un poco de tristeza el joven de cabellos oscuros mientras fijaba su mirada al frente. Era obvio que ninguno de sus hermanos sospechaba nada acerca de esa pequeña misión que se les dio, pero Aiacos tenía un mal presentimiento después de escuchar a su hermano. Estos bastardos que se han creído, pensaba con una gran cantidad de rabia mientras apretaba sus dientes con fuerza, ya que sabía lo que estaban planeando esos buitres que decían ser los amigos del rey.-¡Lionari, Aicos...! qué bueno que ya están aquí todos lo estábamos esperando.-Era Elafi, que venía gritándoles a los dos recién llegados mientras los saludaba con su manos derecha alzada. Era un joven de veinte años que portaba un cabello castaño junto con unos ojos de color miel, su piel era un tanto bronceada ya que le agradaba correr bajo la luz del sol. Tenía el cuerpo de un digno atleta por eso mismo era también un gran guerrero y cazador por esa misma razón no le extrañaba a Aiacos que su padre se encontrara tan orgulloso de él.

Entonces no los hagamos esperar.-Decía Lionari mientras se posaba a un lado del pelinegro para poder poner su mano derecha en su hombro, era una forma de decirle a su hermano de que él no los decepcionaría.-Quien lo diría, al fin llego el gran momento de nuestro pequeño…-Elafi, se reía mientras decía esto, pero no solo eso en un momento de descuido por parte del pelinegro, lo agarró del cuello con su brazo izquierdo para acercarlo a él y poder alborotarle el cabello. Aiacos podía escuchar el acelerado corazón de su hermano, podía sentir su calidez y su aroma, eso era completamente ajeno a él por eso mismo era un tanto extraño para él, ya que por lo general el único que convivía con él era Lionari. Porque los otros dos nunca estaban cerca.-Me siento extraño…el recibir afecto tuyo, es algo que no había conocido hasta ahora Elafi…-Al escuchar esto el joven de cabellos castaños se sintió un tanto triste, ya que a causa de las misiones impuestas por su padre apenas y tenía tiempo de dormir, por eso mismo casi no veía a sus hermanos.-Tienes razón…-La voz de Elafi sonaba un tanto sombria.-Pero eso va a cambiar a partir de ahora.-Sonaba extremadamente feliz el joven mientras apretaba a su hermano sobre su cuerpo.

¡Ya basta!...-Aiacos grito mientras se soltaba del abrazo de su hermano.-Te dije que me hace sentir extraño…-Les dio la espalda para que no miran su rostro que mostraba un intenso color rojo además de una cálida sonrisa. Aunque no quisiera admitirlo le había agradado el abrazo de su hermano sin importar que fuera tan bochornoso para él, pero también complicaba más las cosas. Aiacos estaba completamente seguro de que lo harían pelear con sus hermanos, sino porque los habrían llamado también a ellos. Si hubiera sido solo para que lo vieran, no les habrían dicho que lo buscaran y se reunieran justo ahí…o por lo menos eso era lo que creía.

Los tres se encaminaron hacia un claro, en el cual habían construido unas cuantas gradas ya que lo usaban como una especie de arena para palear ya fuera por diversión o para entrenar a los hijos del rey.-Que bueno que han llegado.-Decía el rey, parándose de su haciendo extendiendo sus brazos en forma de una cálida bienvenida.-Suerte, nosotros estaremos viendo desde las gradas.-Decía el joven de la melena dorada mientras le daba una ligera palmada en la espalda, pero antes de que su otro hermano le diera alientos el rey declaro.-Lionari, a donde van tú y tu hermano…si ustedes van a ser los contrincantes de Aiacos.-Todos se quedaron completamente pasmados, incluyendo a Thira quien se encontraba a un lado de su padre.-¡¿Pero porque tienen que pelear con él?!...-Preguntaba el joven de dieciocho años con un cabello que igualaba al color de atardecer.-No te preocupes por eso, tú también vas a pelear con tu hermano.-Esto dejo completamente helado a Thira ya que no se estaba refiriendo a eso.-Fue una decisión que tome justo con mis concejeros, pensaron que lo mejor para descubrir su potencial seria pelear contra ustedes tres.-Lionari, Elafi y Thira se encontraban completamente pasmados ante lo que estaba diciendo su padre. Excepto Aiacos, porque veía venir eso…
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Mensaje por Hang Mar Ago 23, 2011 9:24 pm

La idea de tener que pelear contra sus hermanos era un tanto molesta, más si su padre se lo estaba ordenando. Al principio su mirada se encontraba fija en el mar mirando con ello el reflejo del sol en aquellas aguas que parecían un gran espejo de un rojizo color mientras escuchaba la manera en que sus hermanos discutían con su padre, no tenía ganas de ver sus rostros que en estos momentos reflejaban su sorpresa y su molestia hacia su padre. Aiacos parpadeo una vez andes de dirigir su mirada a las gradas en donde se encontraban todos los espectadores incluyendo a sus padres pero ellos no le interesaban tanto en estos momentos, lo que le interesaba ver era el rostro de aquellos estúpidos consejeros que le metieron aquella estúpida idea de pelear con sus hermanos a su padre.

Se podía ver la satisfacción y la diversión en sus pútridos ojos oscurecidos por sus pecados. Al joven de cabellos tan oscuros como el ébano se sentía asqueado por la simple presencia de esos hombres pero en esos momentos ya no sabía con exactitud qué era lo que sentía, si colora o aún más asco del que ya le infundían. Dirigió de nuevo su mirada hacia el mar mientras miraba el reflejo de la luz anaranjada que tenía en esos momentos el sol.-La noche está cerca…-Decía para sí mismo, ignorando con ello el parloteo que habían entre sus hermanos y sus padres. Serraba sus ojos para sentir la brisa que venía desde el mar, ese aroma que tenía la humedad le gustaba ya que era dulce y refrescante.

Sentía la brisa marina chocando contra su rostro, moviendo con ello sus largos cabellos los cuales le caían en la frente mientras intentaba en una forma de zafar a sus hermanos mayores de los deseos de su padre.-¿Quieres…acabar con el teatro armado por aquello que se esconden bajo la sombra de tu padre?.-Era una voz grave que parecía perderse en la oscuridad de su mente.-Sé que quieres desacerté de aquellos parásitos que inyectan su veneno en la mente de tu padre, aquellos que siembran la discordia en tu pueblo.-Era como si estuviera leyendo los pensamientos he intenciones que habían en el corazón del joven Aiacos, pero antes de que pudiera pronunciar alguna palabra esta extraña y oscura voz siguió.-Me gusta tu forma de pensar…ese carácter tan frio que tienes…pero piensas que no puedes hacer nada, no aun…¿pero eso es verdad?.-Esas palabras hicieron que su cuerpo y alma se estremecieran. Acaso ¿puedo hacer algo?, ¿de verdad puedo?, se preguntaba mientras pensaba en aquellas misteriosas palabras que le estaba diciendo aquella voz que venía de las sombras.

Tú tienes el suficiente poder como para ganarle a cualquiera…pero no sabes aun de su existencia…¿Quieres usar el poder que yace en tu interior?.-Por primera vez en muchos años se pudo apreciar la sorpresa en el rostro del joven.- Si así lo deseas te ayudare…pero con una condición…-Era como si el tiempo alrededor de Aiacos se hubiera detenido, las sombras de las personas y de los árboles que se encontraban alrededor se comenzaron a deslizarse para llegar a un punto en frente del joven. De entre las sombras se comenzó a levantar algo mucho más oscuro que el humo que creaba el fuego.-Convierte en un juez…del infierno y sírvele a nuestro señor Hades.-Aquel ente oscuro que al principio no tenía forma se comenzó a transforma en una especie de ave oscura y gigante. Aleteaba con una gran suavidad mientras algunas plumas negras se desprendían de aquellas oscuras alas que parecían estar impregnadas por una oscura bruma purpura.

El infierno…un lugar temido por todos los mortales pero no más que su creador y regente, Hades. Estar al servicio de un dios era algo que muchos deseaban pero que pocos conseguían ya que no eran considerados dignos ante los ojos de los dioses. Aiacos miraba los luminosos ojos purpuras de aquel ente en con forma de ave, eran unos ojos tan parecidos a los suyos. Pero a diferencia de los del joven estos mostraban una frialdad casi seductora.-Asepto, pero…¿quién eres?...-Al escuchar esto aquella ave oscura y misteriosa comenzó a agitar sus alas cada vez más rápido para poder elevar su cuerpo hacia el cielo.-Lo sabrás muy pronto. Es hora de que despiertes aquel poder que yace oculto dentro de ti…y de ahora en adelante se te conocerá como…Aicos de Garuda, uno de los tres grandes jueces del infierno y estrella celestial de la valentía.-Aquel ente se abalanzó contra el joven, en el momento que toco su cuerpo se fue adentrando en el hasta que su alma fuera una con la suya.

Una tétrica sonrisa se comenzó a observar en el rostro del joven.-¡Acepto tu reto padre!...pero con mis condiciones.-Sus ojos brillaban de tal manera y actuaba de una forma totalmente diferente a como era, ya que nunca mostraba una sonrisa hacia los demás y mucho menos retaba a su padre.-Peleare pero no con mis hermanos, lo are con tres de tus mejores hombres. Si deseas los puedes escoger tú, pero espero que no se muestren piadosos conmigo solo por ser tu hijo. Por último, si yo gano acederas a una petición mía a parte de esta. Solo si accedes a mis términos peleare.-Todos se quedaron completamente atónitos ante la nueva actitud del joven.-Entonces…¿Qué decides padre?
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Mensaje por Hang Lun Sep 05, 2011 8:46 pm

El joven pelinegro mostraba una gran, fría y retadora sonrisa hacia los presentes cosa que dejo pasmada a la mayoría que se encontraba observando aquel suceso. ¿Cómo era que un chico tan callado y educado se comportara de ese modo en tan poco tiempo?¿Qué demonios le estaba pasando a Aiacos?. El joven de cabellos tan oscuros como el ébano, al ver que no reaccionaban ante su propuesta decidió quedarse de brazos cruzados mientras suspiraba.-Aiacos que demonios estas diciendo?¡tú solo no podrías contra los mejores guerreros de nuestro reino…!.-Lionari parecía casi histérico, primero por la repentina decisión de su padre de hacerlos pelear, y ahora por la arrogante actitud de su hermano menor ¿Qué demonios está pasando? Eso era lo que seguramente se estaba preguntando ya que en esos momentos el mundo que conocía se estaba volcando de cabeza.

Por otra parte Elafi y Thira se encontraban sin habla ya que no sabían cómo debían reaccionar ante aquel cambio de actitud tan brusco que tuvo su hermano menor.-Como no responden…me veré obligado a demostrar que es lo que puedo hacer.-Aiacos centro su atención en un guardia que se encontraba cercano a él.-Tú…ve y trae los diez mejores soldados que tenemos. Es una orden…-Nadie más podía ver lo que en esos momentos se miraba reflejado en los ojos del joven, excepto por el pobre guardia. Era como si este se hubiera adentrado en una gran oscuridad o por lo menos eso fue lo que dio a entender la expresión que estaba mostrando hacia los demás. Este miedo que estaba sintiendo por Aiacos lo obligo a ir por los soldados que le había pedido el joven pelinegro.

Todos se habían quedado en silencio mientras esperaban la llegada de los guerreros. Aiacos se encontraba a la mitad de la arena con los ojos serrados mientras sentía la forma en que sus cabellos revoloteaban en su frente a causa del viento que corría libre por el lugar. Al llegar los guerreros preguntaron la razón de su llamado al rey pero este aún se encontraba mudo.-Yo fui quien ordeno su venir. Deseo que pelen conmigo ya que quiero demostrar algunas cosas, no solo a mi padre…y no aceptare un no por respuesta.- Los soldados centraron su atención en el joven, era al principio obvio que no le obedecerían aunque fuera uno de los príncipes, pero algo en su aura o su mirada comenzó a persuadir a los guerreros.-Es..está bien.- Esa repuesta por parte de los guerreros complació al joven de cabellera negra.

La oscuridad en los ojos del joven era evidente para todos los que se encontraban mirando aquel suceso.- Aiacos…¡Ya basta sé que le quieres mostrar tu poder a nuestro padre pero esta no es la manera!.-La voz de Lionari al principio estaba temblando a causa de la conmoción, pero tuvo que recuperar la calma para poder persuadir a su hermano pequeño de lo que estaba a punto de hacer era algo de lo cual no saldría ileso.-¡Hermano, escucha a Lionari. Lo que estás haciendo es un completo suicidio, no vale la pena…!.-Elafi también intentaba hacer a Aiacos reconsiderar su decisión.-¡No tienes que probarle a nadie nada, Aiacos…!

Las peticiones de sus hermanos mayores lo estaban asqueando.-Ahora…no logro entender la razón por la cual sentía respeto hacia ustedes. Trio de inútiles cobardes.-Al principio el joven mostro una mueca de decepción, pero al escucharse a sí mismo le causo gracia ya que estaba en lo correcto.-Si de verdad quisieran hacer algo…Hubieran discutido con nuestro padre para convencerlo de no hacernos pelear…Si de verdad quisieran detenerme se hubieran levantado para pararme entre los tres…o por lo menos de esa manera lo estoy viendo yo.-Aiacos dio un suspiro antes de dar la orden de comenzar con la batalla.- ¡Atáquenme de una vez…!.-Esta orden hizo que sus hermanos reaccionaran y se pusieran en marcha a donde se encontraba el joven pelinegro para salvarlo pero ya era demasiado tarde ¿pero para quién?¿Para Aiacos?.

Jajajaja sellaron su destino…-El joven mostraba una gran y tétrica sonrisa la cual parecía más afilada que un cuchillo. Lo que en verdad deseaba el joven era matar a los soldados, si no lo obedecían morirían y si lo obedecían también ya que era un acto de agresión en su contra. El cuerpo de Aiacos comenzó a emanar un aura oscura que lo comenzó a rodear, este suceso hizo que todos se quedaran sorprendidos ya que era algo que desconocían por completo. Un poder que no habían conocido jamás pero que todos poseían en su interior.-Es hora de que conozcan el poder que solo pueden poseer los elegidos por los dioses…-La leve briza que surcaba el lugar se comenzó a transformar en un horrible vendaval, todo por la energía que estaba emanando el joven.

Es hora de que todos los que se encuentran aquí reciban su merecido castigo jajajaja…-Nubes oscuras comenzaron a cubrir la luz del sol.-Pero…Aiacos…¿Porque?.-Era la voz de su hermano Leonari.-Ya te lo había dicho antes de que llegáramos aquí. Nuestro reino está conformado por buitres.-La expresión del rostro del joven pelinegro cambio de una divertida a una completamente seria.-Acaso no fueron mis mismos padres los que me ofrecieron a los dioses para salvar el reino?. Y por suerte escucharon su suplica, pero no supieron aprovechar la nueva vida que les brindaron…-Sus padres lo comenzaron a mirar con horror.-Esto…es lo que nos ha deparado Zeus.-Al escuchar esto el joven de oscuros ojos se comenzó a reír incontrolablemente.-JAJAJAJAJA…. Escuche bien, dijeron Zeus…JAJAJAJA…como si el tuviera que ver algo en esto. Como si yo quisiera servirle a ese vejestorio del olimpo.

Sus declaraciones estaban dejando a todos helados ya que nadie que estuviera cuerdo se atrevería a faltarle el respeto a Zeus.-¡Hermano, retráctate ahora mismo de lo que has dicho!.-Aiacos estaba pensando que solo Lionari intentaba “ayudarlo” pero al ver la reacción que tubo Elafi, al decirle que se retractara de sus palabras le llamo la atención.-Esta bien…-Dijo el peli negro al mismo tiempo que baja la cabeza.-Me disculpo…me disculpo por haber sido un idiota y confiar en los humanos que me rodean JAJAJAJA.-El joven se estaba mofando de todos lo que se encontraban a su alrededor mientras las ráfagas de viento se tornaban cada vez más poderosas.-¡Aiacos, porque actúas como si ya no fueras humano!.-Gritaba Thira mientras intentaba luchaba con el viento para poder acercarse a sus demás hermanos.

Aun después de ver todo lo que puedo hacer con el viento…y aun crees que sigo siendo un humano.-En teoría el joven Aiacos aún seguía siendo un humano, con la única diferencia de que había despertado el poder del cosmos en su interior. Pero eso no importaba, lo que importaba era que ahora su alma le pertenecía al señor del inframundo, Hades.
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Mensaje por Hang Sáb Sep 17, 2011 12:47 am

La cuestión de su hermano, Thira. Le había llamado la atención ¿Por qué ya no actuaba como…un humano?.-Porque si ser un humano significa traicionar y humillar a los demás prefiero ser un siervo del inframundo.-En el rostro del joven se podía observar un poco de melancolía.-No tengo deseos de vivir en un mundo…en el cual todos tienen envidia hacia los demás…no tengo deseos de vivir en un lugar en el que matan solo por tener más poder.-El viento huracanado se comenzó a apaciguar con forme el joven Aiacos bajaba la mirada.

Pero eso no va a cambiar nunca…

La voz del espíritu de la Garuda comenzaba a resonar en su mente. Aiacos cerro por un momento sus ojos sin importarle que los demás que se encontraban a su alrededor lo comenzaran a atacar sin previo aviso. Ya que para él, en esos momentos el tiempo se había detenido, era como si se encontrase en un espacio completamente diferente en el cual podía pensar libremente y sin presiones.

Los humanos jamás van a cambiar…

Los seres humanos eran simplemente bestias. Bestias que peleaban por un pedazo de carne…Solo que en lugar de comida, lo que deseaban era poder. El poder que era necesario para poder gobernar a todos lo que pudieran.

Todos son seres que no merecen perdón…

El espíritu de la Garuda tenía toda la razón, todos los humanos sin excepción eran despreciables. Seres que solo veían por sí mismo y por nadie más, por eso mismo se repudiaban a sí mismos, cosa que reflejaban al hacerle daño a los demás.-Ellos jamás podrán cambiar…sin importar que me encargue de aquellos que intentan causarle mal al reino…La naturaleza de los humanos siempre será la misma. Por esa razón…

Por esa razón debes juzgarlos…Por ese motivo fuiste elegido por el señor del inframundo. Para poder acabar con esta plaga que agobia al mundo…

Para acabar con todos los humanos que habitan el mundo…para juzgarlos en las profundidades del infierno…-Aiacos despertó de su trance. El ruido creado por las personas que se encontraban a su alrededor, del viento y de las olas del mar volvieron de nuevo a sus oídos. Al abrir sus ojos se percató de que varios guardias lo rodeaban, pero estos se encontraban un tanto temerosos o por lo menos eso era lo que pensaban el joven al mirar la forma en que sus espadas y lanzas temblaban.-Eso es inútil…-Al escuchar esto los soldados comenzaron a gritar al mismo tiempo que se abalanzaban en su contra.

Todos los humanos…Sin importar que algunos de estos sean de mi propia sangre…Son solo un montón de basura…-Decía para sí mismo, al mismo tiempo que colocaba una mano sobre la otra mientras estas se encontraban a la altura de su cintura.-Sigo sin comprender la razón de mi admiración hacia ellos. Antes era tan claro, pero ahora es tan confuso…ya nada será igual.-Su oscura aura comenzó a rodear a los guerreros que intentaban atacarlo.-Es hora de que experimenten en carne propia el poder del cosmos…¡Aletazo de Garuda!.-La cosmo-energia purpura que emanaba el joven rodeo a los soldados y de un momento a otro, los mando a volar al manipular el viento con sus brazos justo cuando los levantó.
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Mensaje por Hang Miér Sep 28, 2011 9:36 pm

Se comenzó a escuchar el sonido de los huesos rompiéndose, el sonido del metal que caía con fuerza en el suelo.-Esto es lo mejor que podían hacer…ustedes jamás podrían contra mi…pero no se preocupen.-El joven de cabellos tan oscuros como el ébano mostraba una cálida sonrisa.-Su sufrimiento ha acabado ya…Jajajajajaja…eso es lo que desean escuchar pero no, esto tan solo es el comienzo de su sufrimiento.-La cálida sonrisa del joven se transformó en una sádica expresión de diversión.

Hermano…-Al escuchar esto, Aiacos enfoco su atención hacia sus hermanos que se encontraban alejados a unos cuantos metros de el, estos se encontraban prácticamente paralizados. Ese ya no era su hermano se decían Elafi y Thira, el único que aun mostraba o que quería mostrar un poco de esperanza para que Aiacos volviera a la normalidad era Lionari.

La oscuridad se había apoderado ya del lugar, la noche por fin había caído pero lamentablemente aún continuaba la gran tormenta que estaba siendo invocada por el cosmos del joven Aiacos. Aquel joven parecía divertiste con las expresiones tan ingenuas de sus hermanos, este dio un pequeño salto y fue envuelto por una espesa capa de niebla.-Que ingenuo eres…-Esto fue lo siguiente que escucho Lionari después de ver desaparecer a su hermano, de pronto sintió la forma en que unos brazos comenzaron a rodear su torso.-Tus ojos aun quieren creer en mi…tus ojos aun muestran cariño por mí. A diferencia de los ojos de nuestros otros hermanos…

El joven de cabellera dorada sentía la frente de su hermano pequeño que se encontraba recargada sobre su espalda.-Si las cosas hubieran sido distintas…si tan solo los humanos no fueran tan…-No había palabras que Aiacos conociera que pudieran describir a los humanos y sus acciones.-Ninguno de ustedes puede hacer nada para salvarme o salvarse. Mi alma ha caído en la seductora oscuridad del inframundo, así que yo soy aquel que los llevara a todos ustedes a las profundidades del tártaro…pero aun sabiendo eso, ¿me sigues queriendo como tu hermano?...

Esas crearon un gran nudo en la garganta de Lionari. En esos momentos el tiempo no significaba nada, ni los que se encontraban a su alrededor aun mirando con gran terror al joven.-Aun eres mi hermano…sin importar nada…-Lagrimas comenzaron a correr a través de sus mejillas después de decir esto, ya que realimente quería a Aiacos, sin importar que este estuviera a punto de destruir el reino…aun así lo seguía queriendo y no tenía ninguna intención de atacarlo.-Ya veo…yo también los quiero…por eso los he de juzgar yo…y después de que expiren sus pecados y limpien su alma de cualquier impureza, intentare convencer a mi señor para que los convierta en espectros….eso es lo que quisiera decir…pero no. Las cosas en el reino de los muertos jamás serán iguales al del mundo de los mortales. Ustedes tendrán que caer en un oscuro abismo….ese es su destino, el destino que tienen todos los humanos…
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Mensaje por Hang Sáb Dic 24, 2011 12:05 am

El mundo abismal. El reino de los muertos no es corrupto a diferencia del mundo mortal. Ahí se siguen las reglas al pie de la letra…-El joven Aiacos se quedo en silencio mientras seguía abrazando a su hermano. La oscuridad era algo que fue marcado en su destino justo después de que el juez del inframundo fue despertado, aquel muchacho ya no era el que conocieron alguna vez en el pasado. Aun no se encontraba completamente despierto, pero era una amenaza latente, un ser que disfrutaba del sufrimiento de los demás.-Por que los quiero…acabare lo más rápido posible con ustedes tres…antes de que este demonio acabe de despertar…

Lagrimas comenzaron a correr a través de las mejillas del joven, la oscuridad que se estaba apoderando de su corazón se apaciguo por un momento gracias al cariño que le tenia a sus hermanos. No los podría salvar de la muerte, pero por lo menos podría matarlos rápidamente para que no sufrieran lo que los demás.-Adiós, Lionari…Elafi….Thira…-La oscura aura que emanaba Aiacos comenzó a rodear a sus hermanos, la presión que esta ejercía sobre ellos les impedía moverse.-Adiós…hermanito.-Lionari se había resignado, era obvio que seria asesinado por su mas querido hermano. Pero esta bien mientras fuese el…

Aquella oscura ahora comenzó a controlar nuevamente el aire a su alrededor creando con ello unas pequeñas cuchillas que se incrustaron debajo de la nuca de cada uno de sus hermanos.-Fue rápido no es así.-Decía mientras sentía la forma en que el cuerpo de su hermano mayor perdía la fuerza. El peso del cadáver de Lionari hizo que Aiacos cayera, no lo quería soltar por nada del mundo…pero tenía que acabar lo que había comenzado en aquel lugar. Con una gran tristeza invadiendo su corazón soltó el cuerpo sin vida de su hermano. Miro a los otros dos con tristeza también, pero a la vez con un poco de felicidad ya que no sufrieron.

Las lagrimas no dejaban de fluir, aquellos ojos con un iris purpura se encontraban enrojecidos. Pero pronto esas lagrimas dejaron de fluir, aquella expresión que mostraba su tristeza fue remplazada por una gran y sombría sonrisa.-Ahora quienes serán los próximos.-Dirigió su mirada a los que quedaban de las bancas, aun se encontraban unas cuantas personas ahí petrificadas por el miedo. Entre ellas estaban sus padres.-Que mejor escenario ¿No creen? Un escenario que solo cree para ustedes dos, aquellas personas que ofrecieron mi vida a cambio de las suyas.

Lentamente se comenzó a acercar a sus padres. Pero jamás espero ver la manera en la que iban a reaccionar, especialmente su padre. Este intentaba huir con pasos torpes mientras chillaba como un cerdo.-¿Qué pasa? ¿Acaso no les gusta lo que he hecho por ustedes?.-Extendía sus brazos para que con ello observaran los alrededores. Que admiraran la sangre en el suelo junto con los cadáveres de los guardias, que miraran la forma en que su reino seria destruido por una gran tormenta.

Bueno, no importa si no aprecian este espectáculo…Ya que muy pronto serán parte de este hermoso paisaje.-Eso era ante los ojos de Aiacos, un hermoso paisaje que representaba la destrucción y desesperación. El inicio de su sufrimiento en el mundo de los muertos, quería ver el miedo en los ojos de sus progenitores, quería escuchar sus chillidos de dolor.-Ahora…vamos a divertirnos un poco..jajaja…
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Mensaje por Hang Jue Dic 29, 2011 1:22 am

Los ojos del joven se dirigieron a un espacio entre las malezas.-Al parecer alguien no quiere jugar con nosotros. Entonces cumpliré su deseo.-Los ojos Aiacos mostraron una pequeña y fina línea que iluminaba su iris con un tono escarlata, justo igual al de la sangre que estaba corriendo. EL aura maligna del joven se materializo en varias cuchillas traslucidas de color purpura, que brillaban por obra del aura que despedía Aiacos.-Me sorprende, que aun haya ratas por aquí. Creí haber acabado con la mayoría, pero veo que me equivoque.-Extendió su brazo derecho hacia el frente, para moverlo bruscamente hacia su costado como si estuviera apartando algo. Una violenta ráfaga que aparto los escombros que ocultaban a la cucaracha que intentaba salvar su miserable vida.

Tú no eres una rata, eres más bien una despreciable y sucia cucaracha que se estaba arrastrando a través de los escombros. Que patético…-En su rostro se podía observar claramente la repugnancia que estaba sintiendo hacia ese sujeto. Uno de los antiguos concejales de su padre. Extendió nuevamente su brazo hacia el frente pero esta vez con la palma de su mano abierta, enseguida todas las cuchillas que fueron creadas con su abismal cosmos rodearon al concejal.-Por favor no me mate príncipe are lo que quiera.-Le gustaba escuchar la desesperación y las suplicas, pero esta vez al escuchar los chillidos de ese hombre le causo asco, repugnancia. Cerró su palma sin decir nada, y sin sonreír tan sádicamente como lo estaba haciendo. Tan solo quería callarlo. En seguida todas las cuchillas cayeron sobre su cuerpo, cortándolo con ello en barios trozos que después fueron calcinados por un fuego igual de oscuro que el cosmos del joven.

Sangre tan sucia no merece tocar estas tierras…-Después de dar un pequeño suspiro, su atención volvió a donde se encontraban sus padres.-¿En que nos habíamos quedado? Antes de ser interrumpidos…¡Claro!...en que serian parte de este gran espectáculo, que serian parte de la obra que yo estoy creando.-Bajo si mirada, así donde se encontraban.-Siéntanse orgullosos de su hijo…Are grandes cosas por nuestro reino, empezando por limpiarlo de las impurezas. Después me encargare de limpiar al mundo de todo aquello que no es necesario…Pero antes de todo eso quisiera que mostraran un poco mas de…no se resistencia o simplemente valor…Me agrada ver el sufrimiento en los ojos de las personas pero…al ser mis padres quisiera ver un espíritu guerrero y no uno cobarde y sin valor…-EL joven comenzó a dar vueltas lentamente alrededor de sus padres que yacían en el suelo aterrados.

Lo mejor de ver a un guerrero caer, es que la llama de valor, y deseos de la persona que albergan sus ojos se extingue, dejando ver con ello las debilidades y temores de la persona…mmm…ahora que lo pienso eso seria lo mas adecuado para ustedes. El caer en un mundo en el que vivieran las peores pesadillas una y otra vez por la eternidad…seria algo divertido ¿no creen?.-Quedo parado de nuevo frente a sus padres, mientras les mostraba aquella sádica sonrisa llena de una gracia perversa. Enseguida aquella aura malévola comenzó a cubrir a sus padres.-Ustedes aun no merecen morir, lo que les depara el futuro es sufrir en un mundo lleno de pesadillas hasta que mueran y vallan directo al infierno en donde los estaré esperando, ahora espero que tengan unos…Dulces sueños.-Una especie de bruma negra los comenzó a rodear por completo, poco a poco se dejaron de escuchar sus ruidos de temor. Al desvanecerse aquella bruma, se pudieron observar a ambos, Rey y Reyna durmiendo sobre los escombros.

El la profunda oscuridad se comenzó a escuchar un sonido metálico, proveniente del interior de la Antenora, una de las esferas del inframundo que era custodiada por Aiacos.-Que sueño tan interesante he tenido…-Dijo mientras se levantaba de aquel trono de piedra en el que estuvo descansando hasta ahora, el joven de largos y oscuros cabellos se estiro un poco antes de abrir aquellos ojos que emanaban un peligroso resplandor carmesí.-Ahora será mejor que valla a ver a Selene, seguramente se esta divirtiendo sin mi HAHAHAHAAHA.-El cuerpo del juez fue cubierto por una densa oscuridad, y después de ello su cosmos se desvaneció por completo, dejando con ello el mundo infernal para dirigirse al mundo mortal.
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Mensaje por Hang Dom Abr 15, 2012 5:14 pm

En medio del frio y la tremenda oscuridad que ofrecía la Antenora el lugar en donde residía. Había un lugar escondido en aquella esfera un lugar tan recóndito que casi fue olvidado no solo por el dios del inframundo sino que también por mi pero a necesidad de que tenia que recuperar mis poderes tenia que ir y bajar al lugar en donde se encontraban encerrados los mas fieros y peligrosos demonios que en algún momento de la historia se rebelaron en contra de los dioses y por eso mismo fueron encerrados en las profundidades del Tártaro sin posibilidades de escapar a su eterno castigo.

Pero lamentablemente antes de llegar a su oscura prisión primero tenía que pasar por varios niveles de difícil acceso. Caminaba a través de los oscuros pacillo de mi recinto buscando el lugar exacto en donde se encontraba la entrada a la prisión de los demonios. Camine durante un largo periodo de tiempo recorriendo los congelados pasillos buscando en cada puerta que encontrase pero después de varios intentos detuve mis paso e intente recordar la forma de dicho portal. “Una puerta en la que se escuchan los lamentos de las almas mientras sus lagrimas de sangre adornan de carmín el cerrojo cubierto por una gran capa de hielo”

Tenia una leve idea de como era la puerta pero aun así no sabia en donde se podría encontrar. Hice una mueca de desaprobación antes de dirigirme al salón principal recorriendo el gran pasillo antes de llegar al trono que se encontraba al fondo del recinto debajo de lo que parecía ser una gran estatua que simbolizaba a la Garuda. Recargue mi codo derecho sobre el descansa hombros un poco antes de colocar mi mentón sobre la palma de mi mano diestra al mismo tiempo que me cruzaba de piernas.

Cerré mis ojos mientras intentaba recordar en que parte del templo se encontraba situado el portal hacia esa parte tan recóndita del Tártaro pero no podía, había un enorme vacío. Suspire ya que definitivamente no podía recordar la ubicación exacta de aquella prisión. No tenía más remedio que concentrar todo mi poder en el interior de la Antenora para poder sentir cada cambio de energía que pudiera haber, sentir cualquier energía que no proviniera de mí. Energía purpura comenzó a salir de mi cuerpo poco a poco esparciéndose a través del templo como si fuese una bruma espectral, no tardo mucho tiempo antes de que mi cosmos cubriera por completo la Antenora.

Ahora podía sentir todo lo que pasara dentro del recinto dentro o fuera de este sin importar que me encontrase débil aun podía controlar muy bien mi poder. Sentía el oscuro viento que generaba mi cosmos sobre mi rostro intentando encontrar algo extraño. En esos momentos podía sentir con una enorme claridad lo que se encontraba dentro y fuera de aquel templo infernal. EL viento traía hacia mis oídos los susurros de los espectros mas débiles junto con los cantos de las almas en pena que se encontraban vagando en medio de la prisión helada todo parecía ser normal hasta que el sonido de cadenas comenzó a resonar en mis oídos.

Comencé a fruncir el seño conforme el sonido de cadenas y paredes moviéndose aumentaba cada vez mas, pero no era lo único que traía consigo el viento también se había impregnado con una extraña esencia. Un aroma amargo pútrido que a la vez era levemente dulce. Los encontré… Fue lo único que dije antes de abrir nuevamente mis ojos para observar una extraña franja negruzca que teñía parte de mi cosmos
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