Costas del Nilo

Atravesando nuevamente el espacio por donde se podía ver aquella cantidad incontable de estrellas, galaxias y novas, el gemelo de Cambre terminó abriendo otro portal a través del cual una luz anaranjada atravesaba el espacio al mismo tiempo que cierto calor que seguramente al Germano le resultaría insoportable…y esa precisamente, era la idea del Geminiano. Condiciones adversas al sujeto pero propicias para la habilidad que había demostrado antes, si lo hacía bien, seguro que lo transformaría en un verdadero guerrero en tiempo record. De una zancada, Aspros finalmente llevó a Traian a la tierra de las arenas perennes: Egipto.

La zona a la cual había salido el Santo Dorado era precisamente, la costa del río Nilo, una de las menos profundas y en las cuales los niños de los campesinos solían jugar juntos mientras esperaban a que sus padres terminaran sus labores. Era por demás el lugar perfecto para iniciar con todo…y de paso, para que Traian se lavara un poco.

Y...¿qué te parece? Preguntó Aspros con un tono ligeramente curioso, sentando al pelirrojo en el agua junto a unos juncos a los que podía agarrarse para no caer completamente como un muñeco de paja. Como mucho el nivel del río le llegaba hasta la mitad de las pantorrillas…era más que imposible ahogarse a menos que se fuera un eunuco o un retrasado mental. Y por cierto, los héroes de la mitología si existieron…y existen, actualmente.

Siendo nuevamente transportado por el Santo, reaparecían en un entorno distinto donde un calor endemoniado para Traian reinaba. Él había sido criado en un lugar en el que las temperaturas solían ser gélidas, por tanto estaba poco aclimatado a encontrarse en sitios tan calurosos. De por si había sido duro el cambio de clima al llegar a Grecia, en ese desierto árido seguro moriría de inanición. Pero aquella sensación de quemarse por dentro se esfumó cuando el peliazul lo depositó en el interior de las aguas del río. Por un momento temió el ahogarse, sus extremidades estaban demasiado cansadas como para mantenerlo de pie así que mucho menos iba a poder nadar de ser arrastrado por la corriente.

Había algunas plantas de las que podía sujetarse en la orilla, algo que no dudó en hacer en cuanto el caballero lo dejó solo. Era un lugar bello, o eso consideraba Traian al haber pasado toda su vida en Germania, donde los paisajes como ese eran inexistentes. –Me agrada, pero el calor es insoportable.- Comentó sin perder su tono eufórico. Estaba emocionado y no era fácil de ocultar. Las palabras de Aspros no eran lo que él hubiera esperado pero sí tenía razón, no podría llegar a ser una de esas figuras legendarias si no podía luchas contra algo como el cansancio. -Alguna vez creí en esas historias, pero perdí la fe al jamás haber visto a uno de esos héroes, en gran parte porque los otros muchachos de mi edad afirmaban que eran estupideces y finalmente me rendí. Pero ahora que lo veo a usted… a ti, vistiendo esa armadura dorada y esas habilidades que nunca antes había presenciado, además de las mías, comienzo a creer de nuevo.- Expresó mientras dejaba que el agua se llevara toda la suciedad. Intentó levantarse y aunque se cayó un par de veces lo siguió intentando hasta que pudo hacerlo.

Empezó a desvestirse, o bien, a retirarse los harapos que colgaban de su cuerpo y los dejó muy cerca de la orilla. Sabía que de todos modos ya no le iba a servir porque estaban llenos de hoyos y aberturas, además de que olían a porquería de ganado. Se atrevió a nadar más allá de la orilla, para demostrarle a Aspros que efectivamente era capaz de vencer el agotamiento, y también para que el agua cubriera su cuerpo desnudo. Era difícil, pero eso no lo detenía. Sumergió la cabeza y comenzó a restregarse para que toda la suciedad se desprendiera de su cráneo, y repitió la misma acción con el resto de su cuerpo. La piel ya se le veía mucho más clara y el lucía feliz, siempre disfrutaba de darse un buen baño. Ya ni siquiera le importaba que Aspros le estuviera observando o que alguien más lo hiciera.

Y esto es solo el comienzo, Traian. Dijo el gemelo de Cambre mientras le daba la espalda a su interlocutor para así asegurarse de que se encontraran completamente solos. Más allá no había más que una planicie de tonos térreos con diferentes caminos libres de polvo que iban a la ciudad y otros más que al parecer conducían al desierto. Desperdigadas al azar, había cabañas abandonadas que no se mostraban demasiado estables o capaces de mantenerse en pie con la mínima brisa que usualmente caracterizaban a esa zona del país del sol.

Suspirando el peliazul determinó con exactitud todo lo que les haría falta para que su estadía no fuera del todo desagradable, tras lo cual hizo que su armadura dorada se separara de su persona armándose en su tótem y entrando a la dimensión en la que la mantenía guardada cuando no la portaba. Dando varios pasos hacia delante se mantuvo en la parte seca de la costa, esperando a que el chiquillo germano terminara su particular baño y con un solo movimiento de su diestra sacar de otro portal una capa de viaje que sería lo primero que usaría Traian como ropa de entrenamiento.

Había llegado el momento, de allí en adelante el germano conocido como Traian empezaría su práctica para convertirse en un Santo de Athena.

No te tardes demasiado Traian, hay muchas cosas que hacer y demasiado que explicarte como introducción. ¿Quieres ser un héroe? Entonces empecemos cuanto antes.

Al terminar con la introducción básica, el caballero de Géminis le había explicado lo fundamental, y sobre los Santos al servicio de Athena. También había despejado sus dudas sobre la energía que comenzaba a dominar, el cosmos. Que su cosmos estaba enfocado al dominio del fuego y por eso era que podía manipularlo. Así comenzaba el entrenamiento del muchacho pelirrojo para convertirse en un héroe. Aunque claro, las cosas apenas estaban iniciando.

En la diestra sostenía el arma familiar, y aunque sabía utilizarla su manejo era demasiado básico, necesitaba de un verdadero maestro para sacar todo el potencial que le podía otorgar aquella arma en el campo de batalla. Nunca antes la había usado para nada fuera de las prácticas con sus vecinos en su comunidad.

-Estoy listo Aspros, podemos comenzar.

Aspros poseía una especie de lanza, de un diseño completamente diferente al de la suya que era una Guja, con la que planeaba instruirle. Era medio día y el viento egipcio hacía ondear la capa que cubría su cuerpo adolescente, la única prenda que le había proporcionado Aspros para protegerse. Aquello no era precisamente cómodo para él porque sentía que el viento se la podría arrancar del cuerpo.

No estaba en condición de ponerse exigente, él no estaba obligado a ser un proveedor, tenían lo justo y necesario. Además era tonto que tuviera pudor cuando estaban en medio de la nada. Estaba frente a frente con el Santo de Géminis. La arena todavía estaba caliente y él iba descalzo. Se había quemado los pies las primeras veces, viéndose en la necesidad de entrenar sólo por las noches, pero después de haber vivido con el Santo en las cercanías del Nilo ya se sentía ligeramente como en casa. Era duro para él, al haber crecido en Germania, pero lo quisiera o no iba a tener que adaptarse.

Entonces empecemos. Dijo Aspros al notar como el germano ya se encontraba listo para la práctica del combate con lanzas. La que usaba Géminis era por supuesto, la Lanza de Longinus mientras que el pelirrojo usaba algo un poco más común, aunque antigua y efectiva. La rutina del día entonces, daba inicio.

Veamos cuanto has podido aprender durante todo este tiempo. Conceptos básicos Traian: ¿qué es el cosmos? Preguntó Aspros desvaneciéndose para así aparecerse al frente del chiquillo y girando su lanza con determinación lanzar un golpe con el canto del filo, siendo su propósito hacerlo retroceder o en su defecto, caer. Pero si el muchacho había captado algo en todo lo que iba de entrenamiento consigo mismo, durante todos esos días, era que caer era precisamente lo menos que podía hacer en el campo de batalla o sino, moriría y eso era (obviamente) irreversible.

Encontrándose practicando con un muchacho que no era de los más brillantes en el mundo era curioso…de hecho, tampoco era demasiado fácil enseñarle a combatir debido a lo distraído que se mostraba. Tenía la voluntad de convertirse en un héroe pero no así la fortaleza de carácter como para llevarlo a cabo. Si Aspros podía deducir algo de eso era que había sido un tanto mimado por un familiar y llevado una fuerte decepción después. Era lo que más calzaba. ¿Cuantos caballeros hay en la orden? ¿Cuántos son los Dorados? Y…¿Cuál es tu constelación guardiana? Terminó de inquirir el peliazul para dar un paso hacia atrás y retrayendo su arma lanzar una estocada que de no bloquear de laguna forma terminaría al menos atravesando parte de sus brazos o en el peor de los casos, su torso.

Estaba alerta y preparado para cualquier cosa que Aspros le lanzara, pues no había perdido el tiempo en el lapso que llevaban ahí. Mientras el caballero de Géminis formulaba su primera pregunta, observó cómo la lanza se dirigía peligrosamente hacia él, por lo que la eludió ágilmente aprovechando su velocidad, que había mejorado bastante al haber obtenido un control ínfimo de su cosmos. Simplemente se sentía otro. Por un momento creyó que perdería el equilibrio y caería pero sabía que esa no era una opción cuando se estaba en una batalla, donde el rival no iba a tener piedad de él, y eso era fundamental para forjar su sueño en una realidad. Inmediatamente procedió a responder la cuestión del peliazul, quien le preguntaba qué era el cosmos.-Cosmos, es una energía universal con la que todos seres humanos nacen pero que no todos saben controlar o resistir, por lo que sólo los Santos, al canalizar en sus cuerpos la energía de su respectiva constelación guardiana, saben utilizar en su máxima expresión, principalmente con propósitos bélicos.- Concluyó.

Una nueva ola de preguntas dirigidas hacia él junto a otro ataque de su lanza, y en este caso debía de bloquear el golpe si no quería terminara atravesado por el Santo de Géminis. Usando su guja pudo intersectar el golpe y frenarlo, no sin antes contestar.-Existen 88 constelaciones guardianas, entre ellas doce son doradas, cada una representando un signo zodiacal.- Antes de responder a lo último, la pregunta que se refería a cuál era su constelación guardiana, el chico se lo pensó por un segundo. Estaba perplejo con eso ya que no tenía idea, puesto que jamás se había planteado esa cuestión en lo que iba del entrenamiento. Quizá era algo presuntuoso, pero se sentía digno de portar una armadura dorada, ser uno de los Dorados. Lo único que le venía a la mente eran las apariciones de un león dorado constituido de fuego que aparecía ocasionalmente en sus sueños.-Leo.- Dijo con completa seguridad en sí mismo. Se sentía con más confianza al haber podido responder a todo y también al haber esquivado los ataques de Aspros a la perfección.

Exactamente Traian. Estás aprendiendo rápido. Dijo Aspros para dar una zancada hacia atrás y levantar una columna de arena que se dispersó en dirección al chiquillo pelirrojo. Vaya que estaba adquiriendo rápido conocimiento de cómo funcionaba todo aquel asunto, tal como si fuera un genio natural…aún cuando su naturaleza inherente fuera la de un chiquillo incapaz de lastimar a una mosca. Ahora venía la parte más problemática de todo el entrenamiento: trabajar bajo dificultad.

Ya que estás avanzando con tal maestría, creo que es mejor avanzar a un nivel más…peligroso. Reacciona rápido. Le advirtió Aspros mientras se movía a la velocidad de la luz para así tomar a Traian por el cuello con violencia. Si reaccionaba de la misma forma con la que lo había hecho todos esos días, usaría su cosmos para proteger su cuerpo y en definitiva, lastimarlo. Lástima que el geminiano no iba a permitir tal cosa, misma razón por la que al instante lo lanzó hacia el Nilo o más específicamente a la zona más honda, en la que ninguno de los habitantes de la zona se atrevía a entrar nadando y prefiriendo atravesarla en botes. Con un chapuzón, ya Traian se había hundido y cerca de allí Aspros se acercaba caminando sobre el agua, congelando la superficie con un uso ínfimo de su técnica más versátil hasta el momento: Sentencia. Ahora...demuestrame que ni siquiera toda esta masa de agua puede detenerte…Leo. Murmuró el Santo de Géminis al tiempo que el hielo se esparcía por toda la zona, cortándole la vía de escape al chiquillo si no se apresuraba en remontar hacia la superficie. El Nilo era amplio, bastante como para que no se notara la otra orilla a simple vista, pero ni siquiera los leones podían nadar tan rápido. Solo tenía una posibilidad y esa era encarar a Aspros al tiempo que se mantenía a flote.

Estaba tan ensimismado en el cumplido que le hacía el Santo de Géminis que nunca vio venir lo que seguía a continuación. Sintió que era elevado por el cuello de tal forma que apenas podía respirar. ¿Quería estrangularle? Vio hacia abajo, notando que estaba sobrevolando el Nilo para caer en la parte más honda y peligrosa, en el centro de todo. Tan lejos que ya no podía ver la orilla desde el aire, así de impresionante había sido el lanzamiento ejecutado por el Dorado. Una vez dentro flotó hacia arriba, no sabía de dónde estaba extrayendo la fuerza hasta que sintió calor en los dedos. Estaba propulsándose hacia la superficie utilizando su cosmos ardiente. Buscó al Santo de Géminis, aunque después de unos segundos lo vio caminar sobre el agua, la cual se volvía hielo con su toque helado. Era una situación parecida a la cúpula de hielo en la que despertó. Recordaba que su fuego podía combatir perfectamente esa técnica.

Una vez fuera del agua materializó otra vez esas magnificas alas de cosmoenergía, que derretían el hielo que se acercaba con peligrosidad. Batía sus alas, liberando cientos de plumas de fuego. Algunas de ellas caían sobre la capa, quemando la tela al instante. Todavía no lograba el control perfecto, pero al menos ya era capaz de activarlo a placer. Aquel era un progreso enorme considerando que el tiempo que había durado el entrenamiento hasta entonces había sido breve.

Volando se acercó al Santo de Géminis, quien era el que estaba en riesgo ahora: las plumas ardientes caían sobre el hielo, derritiéndolo. Vapor caliente se desprendía del enorme río Nilo. -¿Así debía reaccionar, Aspros?- Preguntó aquel ángel pelirrojo. Quería confirmar si había satisfecho a su maestro, ya que ese era su cometido, impresionarlo. Cuando Traian conocía alguien que llegaba a admirar le gustaba dar lo mejor para complacerle.

El resto de la capa se volvía cenizas, quedando el joven exclusivamente cubierto por un pequeño pedazo de tela. El aire estaba inundado en ese vapor, que probablemente mataría a una persona normal. Se habían aislado del mundo, atrapados en esa densa nube. Pero como un favor a Aspros, el muchacho empleaba sus alas para mantener el vapor lejos de ellos, aunque el agua se había convertido en un caldero infernal.

Precisamente Traian...aunque te estás confiando demasiado. Ten cuidado con eso. Dijo Aspros llevando su mano derecha a la barbilla sin estar demasiado preocupado por el hielo que ahora estaba terminando de derretirse a sus pies…hasta que el efecto paró de manera súbita a tan solo un metro de diámetro de donde se paraba Géminis. La indicación del peliazul había sido acertada, si bien Traian era capaz de derretir ese hielo su potencia todavía no era la suficiente como para poder eliminarlo si el Dorado aplicaba toda su fuerza y en ese instante, ni siquiera estaba usando la mitad de su poder. Y si ya había decidido aumentar el ritmo en cuanto a la práctica, también lo haría en lo que se refería a sus técnicas.

Bien, ya lo habrás notado ¿no? Paré el efecto del calor de tus alas…y eso no es todo… Empezó el gemelo de Cambre haciendo girar la Lanza de Longinus, haciendo que su filo doble rozara el hielo y levantara aguanieve que se derretía apenas se separaba del rango de acción del peliazul. Te aconsejo que huyas lo más rápido que puedas, ahora te lanzaré mi técnica a una capacidad mayor. Si la bloqueas te congelarás por completo sin importar tu cosmos, si te golpea directamente quedarás hecho un bloque, lo cual dice que tu única opción ahora es…evitarla. Señaló Aspros expandiendo su propio cosmos, congelando toda la zona adyacente a una distancia aproximada de cien metros a la redonda que ahora ni siquiera se veía caldeada por el fuego del aspirante a Leo. Más bien, ahora la temperatura era parecida a la de una tarde en las tierras Germanas. Ahora...huye. Finalizó Aspros señalando a Traian con su arma, condensando la niebla azulada que caracterizaba a la Sentencia en sus puntas para instantáneamente lanzar un proyectil helado que se movió aún más rápido que lo visto anteriormente por el pelirrojo. Sí, Aspros había aumentado la dificultad a un nivel mucho mayor…más que todo porque sabía que se encontraba entrenando a un genio natural.

Usando sus alas para impulsarse hacia arriba, el pelirrojo guardó su distancia del caballero de Géminis, esperando que de esa forma pudiera estar a salvo de otro ataque que involucrara al hielo. Aunque lo felicitaba también decía que se estaba confiando demasiado, sin embargo Traian no lo sentía así, simplemente hizo lo primero que se le vino a la mente, reaccionando ante la ofensiva de Aspros. El Dorado empleaba su lanza para concentrar una particular neblina azul, algo con lo que Traian debía tener cuidado. Se había percatado de que la temperatura había bajado de una forma dramática, ya que hacía unos segundos era como el cráter de un volcán y ahora el clima había sido alterado, permitiendo que el hielo pudiera prevalecer.

Por supuesto, aunque Traian se encontraba casi desnudo el frío del ambiente apenas causaba estragos en su cuerpo, puesto que las alas lo ayudaban a mantener una temperatura agradable. Parecía que ya estaba desarrollando un dominio superior, pues en todo el tiempo que había permanecido en el aire no se había quemado a sí mismo. No había tiempo para responder. El aprendiz no perdía de vista los movimientos del Dorado, por lo que al emitir éste su ataque el chico desplegó sus alas, liberando ondas caloríficas, evadiendo perfectamente el proyectil azul.

Mientras ascendía iba dejando una estela de fuego. Como sabía que el Santo podía volver a intentar congelar el campo de entrenamiento, al germano tuvo una brillante idea. Generaría el máximo calor que él podía emanar, el suficiente para que el Santo no pudiera convocar más hielo. Se envolvió en sus alas mientras comenzaba a girar, moldeando el fuego a su gusto, originando un torbellino de fuego.

El remolino se hacía más grande y prolongado conforme el pequeño león encendía su cosmos, era como una enorme columna que sostenía al cielo. En el epicentro de todo se hallaba Traian, quien se encontraba completamente intacto. Paró de dar vueltas y dio un puñetazo que destruyó el torbellino, liberando ondas calóricas en dirección al caballero de Géminis. Su control había mejorado tanto que en lugar de ser un ataque desbocado que se propagaba en todas direcciones, iba enfocado a un solo objetivo. Las olas incandescentes avanzaban con rapidez hacia el caballero. Ahora era él el que debía correr, dado que el pelirrojo tampoco estaba jugando.

1er Post Afa – Especialización

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Interesante, pero no suficiente. Todavía no. Dijo el gemelo de Cambre mientras que notaba como el hielo cercano al torbellino de fuego creado por Traian se derretía aunque fuera poco a poco. Definitivamente, todas las habilidades del chiquillo se enfocaban en el fuego, un elemento que permitía un increíble poder destructivo y una ofensiva impecable… pero Aspros era alguien quien se especializaba en varias formas de combate, una de las cuales incluía el fuego y dada la diferencia entre ambos, todavía el chiquillo no podía superarlo…le faltaba demasiada experiencia tanto en el control como en la aplicación de su habilidad principal. Dejando de desplegar su cosmos y el poder de Sentencia a su alrededor, el gemelo de Cambre se centró en ahora enfrentar directamente al pelirrojo quien por fin dejaba de estar atacando de forma aleatoria, ahora de verdad entendía como usar su principal forma de ataque. Girando la Lanza de Longinus, el peliazul se preparó para el impacto de las ondas de calor que le había lanzado el menor.

Buena ejecución…aunque no perfecta. Solo un poco más Traian, ahí podrás emplear lo que se llama una verdadera técnica de combate pero por ahora, no es más que un truco de circo, un truco de circo incompleto. Dijo Géminis lanzando un mandoble con su arma que cortó en dos la corriente de aire hirviente que rodeaba al ataque del chiquillo para posteriormente con un solo movimiento fluido y chasquido de sus dedos, dispersar todo el fuego que ahora se revolvía encima de su cabeza. Déjame mostrarte lo que una verdadera técnica de fuego requiere, dado que fue lo primero que aprendí a dominar en mi entrenamiento como un Santo de Athena. Murmuró el Dorado al tiempo que una nube de cenizas hacía acto de presencia, entremezclándose con la niebla azulada que era creada por la técnica de hielo que aún lo mantenía sobre la superficie del agua. Solo te daré esta indicación una vez…si vas a aplicar una técnica, úsala de forma rápida y consistente, no le des un espectáculo a tu enemigo sobre lo que harás. La velocidad es lo que caracteriza a los Santos Dorados, ¿lo recuerdas cierto? ¿Qué harás si un oponente se mueve a la velocidad de la luz? Como por ejemplo…yo. Fue lo único que dijo Géminis al tiempo que volvía a chasquear sus dedos, creando una explosión con todo el calor que había acumulado a su alrededor justo a unos pocos centímetros de donde se encontraba el pelirrojo. Si bien no esperaba que el calor le hiciera daño, sabía que el impulso y el efecto de estallido le escocerían o al menos, le causaría un daño de moderado a grave, de acuerdo a cuan atento se encontrara en esos instantes.

Si eso le enseñaba la lección básica de aplicación de velocidad y practicidad en las técnicas, Aspros se daría por satisfecho.

2do Post Afa – Especialización

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Justamente lo primero que había predicho el Santo de Géminis se había cumplido a cabalidad, el pelirrojo todavía no estaba completamente preparado para enfrentar lo que venía siendo la velocidad de un verdadero Caballero Dorado. En un último instante de distracción había dejado que su defensa bajara y con esto la explosión que le había dedicado el romano lo había golpeado de lleno, dispersando el poder de su defensa y haciéndolo caer el agua.

Te lo dije Traian, no estás listo. Le comentó Aspros tomándolo por el brazo izquierdo antes de que se hundiera en el Nilo, desapareciendo y rematerializándose en la costa del río. Estás dando muchas cosas por sentado, esa es una de las cosas que causan que los Santos perezcan ¿lo sabías?...

…sigh. Mejor dejemos esto por ahora. Finalizó el gemelo de Cambre, dejando el asunto a un lado y centrándose en otras cosas que tenían a su mente algo más preocupada.

Si bien el germano tenía ansias de ser un héroe, sinceramente no parecía poseer toda la complexión o mejor dicho, el potencial para serlo por completo…era como si algo elemental le faltara, una pieza clave que lo pudiera dejar como alguien capaz de poder soportar el peso de ser un Santo de Oro. Y sin eso era más que imposible aún teniendo su genio natural para la batalla y las ganas; si tuviera que usar símiles el ex-senador se atrevería a compararlo con una lámpara de aceite sin combustible suficiente como para brillar a toda su potencia.

Y si así era…

Vamos Traian, levántate. Quiero mostrarte algo, sígueme. Le comentó Aspros esa misma noche, saliendo de la cabaña que habían empleado durante todo ese tiempo para descansar durante los entrenamientos y dirigiéndose a lo que venía siendo la zona más pobre de Alejandría ya que de todas formas el paso ahora se le hacía obligado.

Con la luna coronando el cielo nocturno y enormes nubes de polvo soplando por encima de sus cabezas, el peliazul pretendía enseñarle algo esencial al chiquillo de germania…si con eso todas sus dudas no quedaban claras, si con eso todo su potencial no quedaba a la vista…entonces haría que dimitiera. Géminis tampoco iba a dejar que alguien que no estuviera completamente preparado para la tarea entrara a una orden que dejaba demasiado que desear, después de todo no iba a hacerse responsable por ingresar a otro inútil.

Y eso que no lo digo por él mismo… Murmuró Aspros suspirando por lo bajo, avanzando y dejando que una estela de arena se levantara con cada uno de sus pasos en pos de los barrios pobres de Alejandría y con estos, la noche empezaba a oscurecerse más y más…