Templo Oscuro

La puerta lo llevó al interior de un templo igual o más oscuro que la noche de Egipto. Encendió otro fuego mágico para ver mejor. Estaba en un amplio pasillo donde había enromes tabletas de piedra con extraños dibujos. Apagó el fuego en su mano y al dar un aplauso activó las antorchas en las paredes. Caminó por el largo pasillo, mirando los enormes monolitos ubicados a los lados, con figuras talladas en ellos. Aquellas piedras contenían espíritus en su interior, que sólo Golgordan podía libertar. Sin embargo no podría acceder al resto de sus hechizos hasta que lograra despertar en totalidad, y entre esos hechizos estaba el que les brindaba libertad a las entidades atrapadas dentro de sus prisiones.

Más adelante se encontraba la cámara en la que había dejado la llave y también la clave para apresurar su renacimiento como Berseker. Haciendo un movimiento ínfimo con su dedo retiró el sello y la puerta que se interponía en el camino desapareció. Observó a su alrededor, todo seguía igual a como lo recordaba. Un largo y delgado camino de roca que enlazaba con un cuadro que flotaba en medio del vacío, y en el centro se encontraba un hermoso báculo verde con una joya esférica.

La “cámara” no era más que ese alargado sendero que conducía al tesoro del hechicero. El resto era solamente oscuridad. De no ser cuidadoso podría caer del estrecho camino hacia ese abismo sin fondo. No tenía miedo ya que aquel lugar le pertenecía. Determinado avanzó en dirección al báculo. Una vez dentro del cuadro contempló el arma. Extendió su mano, la cual le temblaba por la energía que despedía el objeto.

En un movimiento rápido lo arrebató de su lugar, provocando que el piso flotando temblara como si hubiera un terremoto. Camino hacia el centro ya que corría peligro al estar tan cerca de la orilla. Con fuerza sostenía el báculo, el cual emitía poderosas descargas de energía oscura. Pero lejos de abandonarlo, el hechicero lo mantenía cerca de él, sonriendo, sintiendo cómo cada célula de su cuerpo se llenaba de poder. -Sí, sí, ¡eso es!- La magia volvía a su cuerpo y también su cosmos. Le gustaba sentirse poderoso y conectado con su esencia.

Cuando el temblor se detuvo el pelirrojo se dirigió a la puerta que lo había llevado hasta ahí, regresando a la antesala donde descansaban los espíritus. El cuerpo de Golgordan lanzaba pequeños rayos oscuros y el cabello se le erizaba, y una sonrisa demencial apareció en su rostro. Por un segundo perdió la cordura. Apuntó hacia una de las tablas con el báculo, concentrando la energía oscura en la joya. –Despierta.- Dijo al enfocar a su objetivo, una de las rocas a su izquierda con la figura de un hombre. Disparó, desatando un poderoso estallido mágico que rompió en pedazos la prisión. Segundos después se arrepintió de lo que había hecho.