Entrada de la Fiesta en Giudecca

Seiren...tienes un gusto pésimo en cuanto a disfraces, sabes disparar y usar un arco como nadie, pero tus elecciones dejan mucho que desear… Dijo el Santo de Géminis apenas apareció en la entrada de Giudecca con el atuendo que la amazona de Sagitario había elegido para él en aquella ocasión. No era que no le gustara ni que reconociera que no le quedaba bien, pero…peeeeeero…semejante traje parecía ser más de una mujer que para alguien como él. Eso sin mencionar las alas negras que probaban ser una completa molestia así como la decoración con la que habían cubierto a la Lanza de Longinus para que pareciera otra…cosa. Definitivamente, el tan solo aparecerse era un reto en semejantes condiciones.

De verdad...¿no podías haber elegido otra cosa? Preguntó Aspros, quitándose el lazo negro de la cara que ya empezaba a metérsele en la cara e impidiéndole ver con claridad lo que había al frente suyo. Zapateando con las botas de suela gruesa, Géminis esperó a su acompañante quien por cierto, también tenía un traje de lo más particular.

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Acompañante: Seiren
Disfraz:

Spoiler:

-Este lugar es aterrador, como en una película de terror. No me extrañaría ver a Frankenstein o Morticia más adelante.- Murmuró el joven pelirrojo mientras parecía vacilar en la entrada de Giudecca. Esperaba a que su acompañante apareciera ya que habían quedado de verse ahí y no en el interior. Había tenido bastantes problemas para elegir un disfraz, ya que no era la persona más “correcta” para tomar decisiones como esas. Al final alguien le dijo que debía ir disfrazado como un superhéroe. Pensó en ir vestido como Batman o Superman, pero el problema era que temía que alguien se burlase de él por ir con unos de esos trajes ajustados con capa. No estaba de humor para que alguien le hiciera la velada miserable. Un vendedor en la tienda de disfraces le aconsejó que fuera de Ben 10, muy popular entre los niños y jovencitos. Aunque ni enfermo pensaba ir representando a un alíen así que optó por ir como el protagonista de dicha serie. –Espero que le agrade. Creo que es más original que el clásico zombie o vampiro. Podría apostar que va a haber varios de esos cuando entremos.- Dijo con una sonrisa. Sabía que nadie más tendría un disfraz como el suyo.

-¡Diablos! ¡¿No tenía un peor disfraz?!- Exclamó el príncipe, quejándose por el peculiar atuendo que Lucifer había elegido para él, que definitivamente sería el motivo de burla de más de uno. Sin embargo no podía negarse a las peticiones de de ese idiota. En sus manos sostenía el crucifijo que formaba parte del conjunto, apretándola con fuerza. Estaba de pie frente a Giudecca, esperando a que el rubio se presentara. Quería que viera su cara de odio. –Vamos Nicholas, sal de una vez antes de que yo vaya a buscarte. Cuando te atrape te meteré esta cruz por un lugar que ni te imaginas.- Farfulló. Amaba a Lucifer, pero eso no significaba que iba a hacer el ridículo por él. Con una sola sonrisa Nicholas era capaz de obligar a Nemrod a hacer lo que quisiese, incluido degradarse en Halloween.

Todos los que asistieran verían ese tonto disfraz y se iban a reír. Sería mejor que el dios lo recompensara con un beso o algo parecido, era lo menos que podía hacer. -¿Por qué me gusta tanto ese idiota? – Preguntó para sí mismo mientras cerraba los ojos y posicionaba el crucifijo sobre su pecho.

Las puertas del inframundo se abrían y los muertos agonizaban a un mas en aquel día. Los jueces del inframundo volvían a matar a los ya caídos en el sueño eterno mientras en los valles y las prisiones el sufrimiento eterno aumentaba. Aquel lugar de pasión y muerte seria el escenario de un peculiar encuentro, muchas personas descederian en aquella noche para festejar el día de los condenado(muertos, hallowen, brujas). Entre los muertos y pálidos suelos, atravesando yomotsu y cada uno de los valles, prisiones, luego de burlarse de una mujer que estaba apresada y rodeada de flores hasta seguir por caina antenorta y ptolomea aquel joven llego hasta giudecca. ¿Quien era?, pues Mialik, uno de los senadores o por lo menos solo de titulo, el pelinegro observo los lejos a varios allí presente pero quedo fascinado con una sensual, voraz, temible y oscura joven que traía con sigo un disfraz de el al parecer.

La túnica de Mialik le cubría casi todo el rostro, no era el gran disfraz, pero no le gustaba andar llamando al atención, se acerco a la joven lentamente para luego observarla a los ojos, Hoy es el día en que seras ejecutada por mis manos hermosa doncella de las tinieblas, dijo mientras extendía su mano para saludar como era debido a aquella interesante muchacha que era su acompañante en aquella velada, ¿has llegado temprano o yo he llegado tarde?, dijo mientras tomaba la mano de la joven para besarla como era costumbre mientras esperaba la respuesta a sus palabras.

Oye, una cosa es que te disfraces de la misma cosa con la que siempre te comparo, otra totalmente diferente es darme un traje de caperucita azul, ¿no? Dijo el gemelo de Cambre mientras intentaba disimular la forma en que sus mejillas se sonrojaban por el ridículo traje femenino que le había elegido la egipcia…y aún así no lo podía negar, era divertido. Menuda forma de lograr que una convención social no-opcional fuera algo que lo hacía reír…al menos por dentro, ya que no le daría el placer a Seiren de lo viera riéndose de todo eso. Después de todo tenía un orgullo que mantener frente a su acompañante.

Por cierto, ¿No has visto a Traian? Una de sus opciones era ir como Ash Ketchum, cuidado…capaz y te lanza una Pokebola. Advirtió el Geminiano mientras avanzaba con calma, ascendiendo por la escalinata de Giudecca hasta que de nuevo, la tirita negra se le metía en un ojo, escociéndole como nunca. ¡Arrrrgh! Mi ojo...

Mientras esperaba a que su pareja llegara no pudo evitar ponerse a curiosear por ahí, viendo los disfraces de los demás. Según había visto parecía una convención de WOW y no una fiesta de Halloween. Le costaba encontrar algún disfraz que llamase su atención, y su mirada se detuvo justamente en Aspros, a quien sin importar el disfraz reconocería en cualquier lugar. Le dio un poco, bueno, demasiada risa ver al orgullos romano llevar una faldita de niña.

Estaba por ir con él, el tiempo pasaría más rápido si conversaba con alguien. Una chica vestida como bruja se le acercó. No podía reconocerla porque usualmente llevaba el cabello corto y en esa ocasión estaba usando una peluca muy larga.- ¿Hester?- Preguntó, mirándola confusión. Parecía que era una chica diferente a la que había aceptado ser su pareja. El maquillaje y las pelucas hacían milagros. -¡Sí! ¡Soy yo!- Dijo con euforia, lo suficientemente alto para el caperucito lo escuchara.

No no no, espera tu…arrrgh, mis ojos ¡mis ojos! ¡¡¡mis malditos ojos!!! ¡arrrrrrghhhhhhh! Exclamaba el Santo de Géminis mientras que las patas del traje de Seiren en vez de ayudarlo tan solo le hacía escocer más los globos oculares, era como una tortura por todas las veces que le había dicho que debía de crear técnicas parecidas a los Impactruenos de Pikachu o a la Tacleada de Voltios. En todo caso, el peliazul tan solo tomó su Lanza disfrazada de Diviner para darle un porrazo a Pikachu y alejarla el tiempo suficiente como para calmarse e intentar abrir los parpados…lo que inmediatamente hizo que moviera la cabeza de un lado a otro de forma ridícula y con ello, sus alas.

Argh...cuidado Seiren, lo único que te falta es electrocutarme con esos cachetes rojos de batería desatada… Murmuró el romano, usando el dorso de los guantes improvisados de su disfraz para limpiarse el rostro. Menudo inconveniente, de verdad. ¿Tengo que capturarte o qué? Preguntó de pronto Aspros, ya estando más calmado y retomando su aura de falsa seriedad. Al menos esperaba que en la mentada fiesta hubieran helados o caramelos ácidos, después de todo se suponía que la temática era de Halloween en lugar de…¿Blizzard es patrocinante de Hades o qué?

Al pelirrojo le dolió el golpe que le dio con el palo, esa no era la mejor forma de empezar una cita, especialmente porque ella se lo había pedido. No ere muy gentil de su parte tratarle de esa forma. Suspiró, recordando que se trataba de una mujer y por tanto debía ser amable. Esa era la educación que le había impartido su abuelo, ser siempre respetuoso con el sexo débil.

-¿Dulces? No sé, este lugar parece más una fiesta para adultos. Dudo que nos den caramelos.- Inquirió el muchacho, ya que hasta ese momento los únicos jóvenes de dieciséis años eran él y su acompañante, el resto parecían mucho más grandes. Calculaba que tendrían entre dieciocho y veinte años. Por suerte él era alto para su edad, así no sería molestado o escucharía cosas como “niño” o “mocoso”. Tomó la olla que le ofrecía Hester, sólo para no dejarla caer.-Vamos pues.- Dijo mientras comenzaba a caminar hacia la entrada, subiendo los escalones a prisa.-¡El último en llegar es un elfo de WOW!

Kainan llegó hasta Giudecca, buscando a su pareja para aquella peculiar noche. No le gustaban demasiado ese tipo de eventos, ya que para un tipo como él, un hechicero, todos los días eran noche de brujas. Para su disfraz simplemente tomó un viejo traje de su armario, un sombrero y una calabaza como mascara. Seguramente nadie lo iba a reconocer con la cabeza cubierta por una enorme calabaza hueca.

Localizó a la rubia, quien iba con un atuendo nada terrorífico. Posó su mano sobre su hombre, apareciendo detrás de ella sin que se diera cuenta.-Llámame Mr.Pumpkin, señorita Jezzara.- Canturreó una voz que salía del fondo de la calabaza. Empezó a caminar solo hacia la entrada haciendo un tipo de baile extraño, no quería arrastrar a Jezzara aunque sí le dio unos leves empujoncitos antes de adelantarse.

Bajo esa sonrisa de calabaza se escondía el malhumorado hechicero, que por una noche iba a fingir ser animado y el espíritu de la fiesta. Se había transformado en Mr.Pumpkin.