Buscando la entrada

Hallar la misteriosa puerta en el desierto era como tratar de localizar una aguja en un pajar. Generó más de esas llamas con su cosmos, creando un total de tres, las cuales flotaban a su alrededor y seguían el andar del caballo. La misión se volvía más sencilla gracias a que entre más próximo se encontraba la presencia de lo que buscaba se hacía más fácil de detectar. Tras cabalgar por horas le indicó a su caballo parar. Frente a él no había nada sólo dunas de arena. Al descender del animal las flamas violetas le seguían para poder ver con claridad en medio de esa penumbra.

Aunque no lo pareciera, delante de él estaba la dichosa puerta. No, el templo no era invisible. Se localizaba en otra dimensión, pero sólo era posible entrar en él por medio de una entrada especial que sólo podía ser abierta ahí. En tiempos arcaicos Golgordan era capaz de abrir el portal a placer, pudiendo entrar y salir a gusto. Pero era una nueva vida y una nueva era, por lo que tenía que empezar de cero como todos. Una vez que extrajera lo que necesitaba de ese lugar tendría el acceso disponible a toda hora, lo que quería era como una llave.

Juntó sus manos y las llamas salieron disparadas hacia el frente. Cayeron en el suelo a unos tres metros de distancia del Berseker, convirtiéndose en una flama grande, asemejándose a un imponente muro de fuego. Del fuego emergió una puerta metálica con inscripciones antiguas. Era un idioma desconocido, que sólo él y quizá su mellizo, podían descifrar. Se acercó a ella y sintió la frialdad del metal, cuya temperatura era como la de un témpano de hielo a pesar de haber surgido de las llamas.

Las inscripciones resplandecían conforme la lectura del hechicero avanzaba, y cuando llegó al final, la puerta se abrió con un estruendo. Sólo aquel que comprendiera ese idioma podía ingresar, por eso era que nadie más que él tenía el conocimiento para abrirla, quedando esa dimensión fuera del alcance de cualquiera.

Se relamió el labio inferior como si tuviera un alimento delicioso enfrente. Bueno, aquello era un banquete para su cerebro. La antigua puerta le traía tantos hermosos recuerdos, de batallas principalmente.