Saint Seiya Ancient Chronicles
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Mensaje por Sokaro Mar Dic 20, 2011 12:39 pm

Así como la puerta principal había sido cerrada al pasar de la primera habitación, la salida de esta última también se había desvanecido dejando a Sokaro y a Nasus en la completa oscuridad de una nueva sala. Desconociendo por completo lo que tenía adelante, atrás y a los lados, Lymnades se quedó quieto, esperando.

Están aquí.
Enciéndanse luces…enciéndanse para los invitados…

Y para la señora Anfitrite.


Aquellas voces, correspondientes a las sirenas del pasado resonaron como un susurro arrastrando consigo una pequeña chispa de color azul marino que flotaba en el aire, deteniéndose en diversos puntos para encender velas y velones con llamas de la misma tonalidad. Llegado un punto la identidad y forma de la sala se revelaba gracias a la nueva perspectiva: habían llegado a un lugar incluso más grande que la habitación anterior.

Curioso. Dijo Sokaro levantando una ceja por debajo de su máscara de cuero, volteando la cabeza de un lado al otro para observar más de cerca todo los detalles que le permitían aquella fuente de luz tan poco confiable:

Se encontraban en una sala heptagonal inmensa, con enormes recuadros de piedra en cada una de las paredes que a su vez contenían relieves tallados de forma exquisita, cada uno diferente y cada uno representando una imagen que particularmente se hacía extraña con cada mirada. En los marcos de cada representación había letras de un idioma desconocido, probablemente el mismo con el que se había originado toda la construcción y por delante de las esculturas, un grupo inmenso de velas que impedía el acercarse más allá de lo necesario.

Señooora Anfitrite, ¿me podría decir donde diablos estamos? Preguntó el General Marino dando un paso hacia delante para oír un chapoteo. Mirando hacia abajo pudo notar que a diferencia de la sala anterior, esa estaba confeccionada con la obsidiana del portón junto con la particularidad de que el suelo estaba cubierto por tres centímetros de agua. Algo le decía que se estaban acercando al meollo del asunto en general.

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Mensaje por Ambrose Mar Dic 20, 2011 10:14 pm

Los charquitos de metal fundido uno a uno se iban reuniendo, formando un montículo de masa oscura que poco a poco comenzaba a tomar forma, aunque no completamente. La masa se movía pausado, sus movimientos parecían como el devorar, como si interiormente masticara algo. Ubicada en todo el centro del salón, reflejando su figura amorfa en el brillante e impecable suelo de obsidiana oscuro, donde el agua que cubría el piso parecía no existir, tan pura, tan clara, tan cristalina, tan…… Transparente.

El escuchar del agua correr y el agua caer se profundizaba con el pasar del tiempo y a medida que las luces una a una se encendían, una luz azulada se extendía por toda la habitación, la pureza, la pulcritud, la magnificencia de aquella sala era simplemente… divina. Completamente iluminado se podía apreciar a detalle el cuarto: Un salón heptagonal, mucho más grande que la sala anterior, se podía alzar la vista y no alcanzar a detallar o ver donde estaba el techo, las paredes con enormes recuadros de piedra y en ellos un relieve pulidamente tallado. Las representaciones de las 7 Escamas Doradas de Poseidón, una oda al poder del mar.

Desde la entrada al centro del salón un gran pasillo que se “alteraba” por una serie de pequeños escalones a unos metros de la puerta y otro tanto unos metros después del centro. El suelo estaba cubierto por una capa de 3 cms de cristalina agua pero a ambos costados del pasillo así se camuflara con las otras aguas reposadas, dos caídas del líquido traslucido. Las velas y cirios iluminaban con cierto toque mágico cada relieve, sus llamas ardían con pasión pero así lucieran hermosas también indicaban que podían ser muy peligrosas si se acercaba demasiado.

El cúmulo de metal fundido seguía estacionado allí en el centro, moviéndose arrítmicamente sin mostrar “motivación” alguna, de pronto como si algo hubiese activado aquella masa oscura, aquel cúmulo se divida en 7 charcos, que se desplazaban rápidamente en todas direcciones para irse a ubicar justo enfrente de cada relieve, moviéndose alocadamente adquiriendo con el paso del tiempo forma, una figura ya bastante conocida: Yo.

Las 7 damas de las cadenas levantaron su vista y miraban con atención cada uno de los relieves que tenían enfrente. Desde lo alto bajaba lentamente un columpio de cadenas y sentado en él, yo meciéndome y tarareando alguna canción, deteniéndose el descenso y moviendo mis piernas sonreí con mi oscura y vacía sonrisa, cada una de las damas se giró para mirar a los recién llegados y con voz de ultratumba una a una iban señalando: - Fuego… Agua… Tierra… Viento… Oscuridad… Luz… en el momento en que la séptima dama pronunciaba: - Transición. Salté del columpio y caminé hacia ellos a medida que el pasillo comenzaba a subir dejado ver finalmente la caída de agua. La paz que se sentía y se respiraba en aquella habitación era superior. – Has visto la grandeza de esta sala… dije levantando los brazos señalando la magnificencia de cada detalle allí puesto: - ¿Qué se siente estar a un paso de la verdad? Sin esperar respuesta continué caminando hacia ellos, en ese instante las damas de cadenas se retraían, internándose en cada uno de los relieves, retomando dije: - Desde el momento en que cruzaron la cueva en la Isla Cristina pude haberlos matado… pero era primera vez en siglos que tenía visitantes a este… hice una pausa para ponerme a escasos centímetros del Marino, con las manos cruzadas a mi espalda y en actitud un tanto “coqueta” retomé: - mi hogar… pasándole por el lado casi rosándolo, inclinando mi cabeza hacia su dirección y susurrándole dije: - Poseidón debió matarme… El Emperador debió ordenarles que se deshicieran de mi… siglos aquí confinada, aguardando, esperando, almacenando en mi el odio o quizás el poder para salir y contrarrestar mi sello… Un Dios que sella a otro Dios no vale nada… Poseidón debió darme muerte… Poseidón debió deshacerse de mi!... Ahora solo queda devolverle el gesto… hice una pausa, abrí los dos agujeros que eran mis “ojos” y miré perdida al frente. Volviendo en sí esbocé: - Quieres saber un secreto… esto aún no termina. Caminando unos pasos más, golpeando al pasar al descendiente atlante y sentándome en mi columpio que aparecía a espaldas del tembloroso y patético humano.

Ascendí perdiéndome de vista de los invitados ,en ese momento los relieves se tornaron negros, el salón oscuro y las luces aún encendidas parecían perder poderío haciendo de su llama solo un pequeño punto de luz.
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Mensaje por Sokaro Mar Dic 20, 2011 10:37 pm

Aparentemente el avatar de Anfitrite se divertía, mucho más de lo que pudiera apreciar en realidad el General Marino de Lymnades quien curiosamente empezaba a hacerlo también. De nuevo lo pensaba: la historia no era lo suyo pero la forma en que la mujer de las cadenas lo contaba era imperdible…como una lección donde no solo contaran los relatos, sino que te obligaban a vivirlos en carne propia incluso si era a través del terror y el miedo, dos cosas que Nasus parecía experimentar a una intensidad inconcebible con cada segundo que pasaban en aquella “dimensión”.

Fuego... Dijo la primera de las “cadenas” señalando directamente al relieve ubicado a la izquierda de Sokaro, que se correspondía con la figura de una enorme criatura parecida a un perro de tres cabezas, con enormes llamas rodeándolo mientras que pequeñas personas corrían espantadas a su alrededor.

Agua... Continuó otra, señalando la figura de un hombre barbudo posado sobre una roca en medio del mar, justo frente a un tsunami que se erguía a sus espaldas.

Tierra... La siguiente figura era un poco más “abstracta” dado que representaba un medio torso levantándose desde la tierra, un torso correspondiente a una criatura clásica conocida como un Golem cuyo brazo izquierdo se encontraba doblado, golpeando la tierra y levantando enormes estalactitas desde esta.

Viento... Esta vez lo que podían ver los ojos del General era lo que parecía ser una arpía o sirena, no estaba seguro, que agitaba sus alas y hacía estremecer el viento en la forma de cortes de aire, destruyendo todo a su paso.

Oscuridad... Destrucción, simplemente, una escena parecida al fin de los tiempos: gente muerta y en medio, un estallido que consumía todo producto de un rayo que descendía desde las nubes.

Luz... En contraste al relieve de la oscuridad, aquel representaba a un serafín femenino con las manos extendidas y a sus espaldas un resplandor, evocando imágenes de paz y como no, calma extremas.

Transición... Finalmente, la última escena mostraba guerreros con sus espadas clavadas en el suelo y las nubes en el cielo despejándose, dejando caer un rayo de luz que aparentemente los obligaba a estar calmados.

En definitiva, era un espectáculo de lo más particular.

Si está taaaaan molesta, entonces ¿qué hará? ¿Acaso irá a comérselo vivo o le meterá su tridente en el trasero? Preguntó Sokaro con sorna, avanzando un paso para notar como a su alrededor el agua antes de tres centímetros, comenzaba a elevarse poco a poco. Aparentemente la corriente que la dejaba bajar había sido tapeada, permitiendo que ahora todo el líquido se quedara estancada en el sitio. Por lo visto las sorpresas no terminaban y ni terminarían pronto. ¿O lo pateará desde ese columpio?

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Última edición por Sokaro el Jue Dic 22, 2011 12:46 pm, editado 1 vez
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Mensaje por Ambrose Mar Dic 20, 2011 11:47 pm

Comencé a reír, las palabras del elegido a Escama eran demasiado divertidas. La carcajada se propagaba por todo el salón retornando en un eco al golpear las paredes y cada uno de los objetos presentes en el gran salón.

- HAHAHAHAHAHAHAAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHAAHA Hacía tanto tiempo que no sentía tanto regocijo… tanto placer de estar en esta maldita cripta… Debo decir que eres un Marino bastante particular, tu manera de hablar me causa gracia… Patear a Poseidón…. Enterrarle mi tridente en su… Como dijiste… trasero HAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHAHA debo admitir que tu estirpe para ser Escama me está gustando. Decía mientras emergía del suelo y haciendo que el agua cristalina se volviera totalmente negra, levante mi mano derecha, los señalé un par de segundo para seguir el camino y alzar el brazo para señalar finalmente al techo. Lentamente, como si el mecanismo tuviera problemas iba descendiendo con “problemas” el tridente de la Soberana de las aguas y atada a él el cuerpo de la peliblanca. Deteniéndose finalmente a media altura del suelo al techo el mecanismo chirrió, agitándose con cierta fuerza, por un momento pensé que la mujer se desprendería de mi adorada arma.

Cada relieve continuaba animándose mostrando su representación en específico, esta vez sin “ojos” sonreí haciendo de hecho una repugnante mueca en mis inexistentes labios. Aún con el brazo extendido, señalando al techo esbocé: - Fuego… chasqueando mis dedos e instantáneamente el gran perro adquiría vida, saliendo de la pared y saltando a la sala. Rugió y su lengua ardía en aquel elemento, movió su cabeza y me miró. Volvía a intervenir diciendo: - Agua… chasqueando una vez más mis dedos y brotando del suelo una gran piedra y sentado sobre ella un viejo de barba blanca mientras que la pared que contenía su relieve se materializaba el agua agitada, recreando en tiempo real lo que parecía ser un Tsunami. – Tierra… el sonido de mis dedos al ser chasqueados se volvía a escuchar y esta vez materializándose medio cuerpo enterrado en el suelo un golem que poco a poco levantaba del piso estalactitas. – Viento… el chasquido de mis dedos se hacía más intenso, era por momentos perturbador y a nueva cuenta el relieve tomaba vida, dejando caer en un elegante movimiento una sirena alada que batía sus alas para generar ráfagas de aire mortales. Sonreí al nombrar este aspecto: - Oscuridad… un chasquido más y una pequeña concentración de energía púrpura que se tornaba negra, aumentando su tamaño, en ese momento la peliblanca recobraba el conocimiento y mirando la última materialización esbozó: - Genocidio! La mujer no se percataba de lo que sucedía, inútilmente trataba de desligarse de la opresión. Caminando por los aires, subiendo eslabones invisibles llegué a donde ella estaba, tomando su cara con fuerza respondí: - Así es querida… tu mejor técnica HAHAHAHAHAHAHAHAHHAHAAHA. Acercando mi “boca” a la suya y susurrando dije: - Luz… chasqueando a nueva cuenta mis dedos y haciendo que el serafín de mujer, con su trajecito blanco, de rodillas y con sus manitos extendidas al cielo se hiciera presente en el salón. Finalmente había llegado a la última de las odas, saltando y resquebrajando el piso de obsidiana expresé: - Transición… en esta oportunidad no chasqueé los dedos, solo aplaudí, sonreí y abriendo mi pecho desde mi vientre hasta el cuello sacaba de mi interior a Caladbolg, volviéndose a cerrar la abertura. Di dos pasos y desaparecí, reapareciendo en frente al gran relieve y en un hábil movimiento les corté las cabezas a los guerreros que se esculpían ahí. Me di la vuelta y en paso corto y elegante regresaba al centro del salón. – Veamos de que están hechos… sonriendo al final de estas palabras, caminando en dirección al perro y acariciándole la cabeza, como si halara de una cuerda el tridente descendió por completo quedándose levitando a unos 50 cms del suelo, chasqueando mis dedos las cadenas que ataban a la peliblanca de pies y manos se desprendieron dejándola en “libertad”, ahora acariciando la lengua del perro y con dureza dije: - Danza de las mil torturas. El perro rugía y una bocanada de fuego salía de su boca, las llamas caían al suelo y cada una tomaba la apariencia de una serpiente de fuego que se dirigía a toda velocidad a la mujer y a los dos hombres. Las víboras se internaron bajo el piso de obsidiana levantando a su paso el duro material dejando un montículo de escombros, rodearon desde dentro del suelo a sus presas, formando círculos alrededor de cada uno de ellos, como un susurro expele: - Primera, Segunda y Tercera danza… las serpientes salieron una vez terminadas mis palabras, con sus bocas de fuego abiertas mostrando sus jugosos colmillos, sus intenciones eran más que directas: Morder y envenenar a sus objetivos.

La mujer permanecía quieta, observando el circulo en movimiento que tenia a sus pies, intentó varias veces cruzarlo pero se detenía al instante. Era curioso, más bien gracioso al verla, tan vulnerable, tan indefensa. Continuaba acariciando el gran animal mientras en tono divertido decía: - Para ser el recipiente humano escogido para ser mi encarnación no sé si llamarte inútil, tonta o definitivamente mujer echada a perder… Acaso piensas que esas serpientes no te harían daño… mejor piénsatelo mujer, esto va muy en serio. Levanté mi vista y ahora se la dedicaba al marino y compañía, con tono más serio esbocé: - Lo mismo para ti… los muerde y se mueren! Y como bien dije…. Esto aún no termina… Soltando el animal y con un sutil y delicado movimiento de mano el cerbero desapareció, volviendo a la pared.
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Mensaje por Sokaro Miér Dic 21, 2011 12:08 am

Para ser el recipiente humano escogido para ser mi encarnación no sé si llamarte inútil, tonta o definitivamente mujer echada a perder… Acaso piensas que esas serpientes no te harían daño… mejor piénsatelo mujer, esto va muy en serio.

Lo mismo para ti… los muerde y se mueren! Y como bien dije…. Esto aún no termina…


Yo ni siquiera comienzo. Dijo Sokaro ladeando la cabeza al mismo tiempo que hacía crujir su cuello, un sonido que reverberó en toda la sala: de un solo movimiento fugaz el Marino ya había desmontado su sierra de doble filo para con un solo giro hacer un boquete en el círculo de serpientes que lo rodeaban. Casi como un llamado los reptiles ígneos saltaron, pero era en vano, ya el militar los había destajado con tan solo hacer vibrar su arma como producto de su cosmos.

Lo que se venía ahora era un poco más difícil: salvar al maricón de Nasus o encargarse de sacar a la albina de su círculo de fuego. Nasus no le importaba en lo mínimo, pero después de todo tenía un objeto que era por demás importante; la peliblanca por otro lado era más fuerte y de seguro que soportaría unos cuantos segundos por sí misma.

Haciendo uso de la velocidad que le proveía su cosmos, Sokaro cortaba tajo tras tajo, serpiente tras serpiente y con un solo estoque de su arma sacaba a Nasus del alcance de los reptiles mientras que con la mano libre le quitaba la bandeja cubierta con una pequeña cúpula que mantenía a salvo la rosa de cristal, el alma de Solomon Juliai.

¿Dónde la tenías guardada, en el culo? Preguntó el General tirándolo en dirección al serafín, quien poco caso le hacía a la pequeña escaramuza que se desarrollaba frente a su “persona”. Al parecer, estaba más centrado en algo “particular” que en los visitantes.

Y te lo dije antes ¿no? Deja de arriesgar tu trasero, ya me estoy cansando de tener que salvarte. Primero en Roma, luego en la islita e incluso aquí…para ser una diosa con ansias de sacar alitas y comer algas, no lo demuestras. Le dijo Sokaro a la albina una vez hubo acabado con las serpientes en cuestión de milisegundos. Incluso si todo parecía ser demasiado, la velocidad a la que se movía era prodigiosa. Y aprovechando aquello… Jaque- Murmuró el General de pronto, apareciendo detrás de la mujer de las cadenas y clavando a Madness en su espalda, atravesando directamente su torso metálico con un sonido que resonó en toda la sala. En su hombro izquierdo cargaba a Ambrose y con la mano del mismo costado, el envase de la rosa de cristal. -Mate. Finalizó obligando a su arma que girara en dirección ascendente, cortando en dos verticalmente la cabeza de metal...

Y una certeza le cruzó el cerebro, tanto como que ese sitio estaba completamente loco: eso no era más que un juego para la mujer de las cadenas negras.

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Mensaje por Ambrose Jue Dic 22, 2011 8:23 am

No sé que había pasado con exactitud, lo último que recordaba era empujar a Sokaro y sentir que las cadenas me atravesaban, envolvían y se fusionaban en mí, para luego permanecer en un estado de inconsciencia que ni yo misma sabía cuando había empezado.

Sentí frío en mis pies, una corriente continua sentía que acariciaba la piel de mis extremidades inferiores, recobrando poco a poco el sentido escuchaba una horripilante voz, un tanto mecánica, metalizada, como si estuviera hablando a través de algún reproductor especial y se escuchara más allá que en el más acá. Lentamente abría mis ojos, me encontraba en lo alto, vi las animaciones en la pared y como éstas cobraban vida a medida que aquella voz pronunciaba ciertas palabras. Uno en particular llamó mi atención, olvidando por un instante dónde y cómo me encontraba, musité: - Genocidio! La cosa extraña que hasta ahora me percataba que su cuerpo estaba hecho de cadenas, por un gran poder subía escalones invisibles a mi ojo y se colocaba a mi lado, tomando mi barbilla y me respondía: “- Así es querida… tu mejor técnica HAHAHAHAHAHAHAHAHHAHAAHA.” Carcajeándose, acercando su “boca” por llamarlo de alguna manera a la mía y casi a punto de besarme susurró: “- Luz…” un chasquido y para luego de un salto volver al punto donde se encontraba inicialmente, terminando de ejecutar lo que venía haciendo momentos atrás.

Mi cerebro seguía adormecido, me olvidé de lo que pasaba allí abajo, movía mis manos y pies intentando de manera completamente inútil desatarme, mis pensamientos eran locos, ninguno tenía sentido, de pronto dijo la cosa esa: “- Veamos de que están hechos…” sin demoras sentí un vacío en el estómago y comencé a descender rápidamente para detenerse de golpe sacudiéndome producto del movimiento, busqué a la cosa metálica y se encontraba acariciando a un perro, su sonrisa era tenebrosa, al mirarla detenidamente murmuré: - Qué demonios… cuando mis manos y mis pies fueron liberados cayendo directamente al suelo, me levanté, eché un vistazo a mi alrededor aunque la iluminación era un tanto precaria podía distinguirse con facilidad lo que estaba allí. Sokaro y Nasus a unos cuantos metros de la entrada, la cosa inmunda en frente, era sumamente extraño que tenía la sensación de saber de qué o quién se trataba pero no lograba dar con ello. Volviendo mi mirada a la “mujer” aunque no lo parecía, abrió su boca y esbozó: “- Danza de las mil torturas.” Preciso instante que el animal rugió y de su boca escupía fuego y él cual a medida que se dirigía a mi a toda velocidad iba desglosándose en serpientes que velozmente se internaban en el negro suelo, levantando éste y dejando las marcas de sus paso en el mismo. No tardaron en llegar a mi y rodearme, formando a mi pies un circulo que se movía producto de los escombros que produjeron las víboras, giré mi cabeza hacia un lado y noté que del mismo modo que yo me encontraba “presa” de aquellas serpientes Sokaro y el inútil de Nasus también. “: - Primera, Segunda y Tercera danza…” fueron sus palabras, algo pasaba en mí, algo sumamente raro, no tenía miedo, no sentía pavor, al contrario tenía un pensamiento además de incoherente loco que me taladraba el cerebro: - Yo conozco esto!!!... Yo conozco esto!!!... aunque mis ojos vieran todo lo contrario, sintiendo que ese ataque no era cualquier ataque pero aún así sentía que no pasaría nada. Levanté mis pies para atravesar aquel circulo pero se detenían abruptamente, era simpático como ver luchar mi cuerpo con mi mente, en una “guerra” interna de probar y comprobar lo que uno decía: no lo hagas te puede matar y el otro diciendo: esto tu lo conoces, esto tu lo controlas PASA YA!!!. Mientras me debatía el ser aquel repicaba: “- Para ser el recipiente humano escogido para ser mi encarnación no sé si llamarte inútil, tonta o definitivamente mujer echada a perder… Acaso piensas que esas serpientes no te harían daño… mejor piénsatelo mujer, esto va muy en serio….. - Lo mismo para ti… los muerde y se mueren! Y como bien dije…. Esto aún no termina…” Viendo como el perro se incrustaba en la pared y desaparecía en ella.

Su velocidad era sorprenderte, sin problema se deshizo de sus serpientes para luego tomando a Nasus venía a hacer uso de su arma sobre las mías, restregándome una vez más en la cara su valiosa ayuda: “te lo dije antes ¿no? Deja de arriesgar tu trasero, ya me estoy cansando de tener que salvarte. Primero en Roma, luego en la islita e incluso aquí…para ser una diosa con ansias de sacar alitas y comer algas, no lo demuestras.” Con total seriedad respondí: - No seas estúpido Sokaro… que ya tengo suficiente con la cosa esa que está allí… señalando a la mujer de cadenas. Sokaro no había tardado en tomar la iniciativa, volviendo a hacer uso de su increíble velocidad y cargándome en su hombro, aparecimos detrás de la mujer y en un ágil y rápido movimiento le clavaba su sierra, moviéndola de manera ascendente, atravesando todo su pecho y posteriormente dividiendo en dos su cabeza, sumamente gracioso esbozó mientras lo hacía: “Jaque… Mate”.

Casi no podía contener la risa que me producía aquel espectáculo tan bizarro, me “quité” de su hombro para quedar nuevamente en pie, cuando lo hacía noté lo que Sokaro llevaba en mi mano. No dije nada, tan solo lo miré un par de segundos y me giré para seguir apreciando el show que nos propinaba la cosa esa. No tardó mucho en reaccionar, llevaba sus dos manos a sostener las dos recientes partes de su cabeza dividida, con una sonrisita fastidiosa decía: - jijijijijijijijijijijijijijijijiji asumo que en esta parte deberé quejarme y revolcarme de dolor… Ok, que inicie el espectáculo. La mujer “soldaba” su cabeza para luego girarse y tomar del cuello a Sokaro, él cual lanzaba nuevamente a la entrada de la habitación, Nasus por su parte se encontraba encogido y arrinconado en el serafín, buscando refugio en su nuevo mejor amigo. La mujer se paró frente a mí, no me tocaba, solo de pie ahí sintiendo que me miraba a detalle, me escaneaba con sus ojos inexistentes, abrió su boca y expresó: - Desaparece… Marino! Ejecución de las Gorgonas. Levantándose el hombre viejo de barba blanca de la piedra y levantando su mano, el Tsunami se dirigió con ímpetu hacia Sokaro, para finalizar diciendo: - Siente el poder de Esteno. Volvía sus “ojos” a mi y haciendo un ademán de atrás hacia adelante, como si extendiera un muro divisorio entre Sokaro y nosotras esbozó: - Tu Generalito que siga entretenido, ahora es tu turno. Mirándome para luego escuchar un sollozo que venía de un lugar bastante cercano. Dirigiéndole la mirada a Nasus y en tono jocoso expresó: - Noooo!!! Tu ni siquiera mereces que te ataque una rata… tu pánico está a punto de matarte JAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJA.

No tardó en volver a depositar sus ojos en mí, observándome detalladamente, como si buscara algo en particular. No decía nada, en varias ocasiones traté de moverme y ella replicaba mis movimientos, di un paso hacia atrás y ella daba el mismo paso pero hacia adelante. Si esa iba a ser su técnica contra mi, esto iba a ser largo y tendido.

Extendí mi mano y la lleve a apretarle el cuello, ella replicando mis movimientos hacia exactamente lo mismo. Yo apretaba ella igual, la miraba fijamente, la estudiaba exhaustivamente, la sensación de saber que era eso se afianzaba con el tiempo hasta que finalmente lo supe, apretando una vez más su metálico cuello esbocé: - Para ser un cuerpo vacío aún te mueves con gran gracia y conservas una excepcional fuerza Señora de los Mares… Señora Anfitrite. Eché mi cabeza hacia atrás, dedicándole una mirada a Sokaro, en tono serio pero sin llegar a ser demandante le dije: - Será mejor que te lo tomes en serio, Esa que tienes ahí le partió alguna vez los huesos a tu Emperador…. Por cierto, dónde demonios está el medallón. En ese momento sentí que me apretaban más el cuello y regresando la mirada hacia ella y ella respondiéndome en tono divertido dijo: - ¿Esto? Abriéndose una vez más su pecho y dentro de aquel vacío cuerpo reposaba el brazo unido al collar. Iracunda porque había perdido aquel objeto, me encendí dejando que un aura oscura me rodeara por completo, con el enojo enmarcando mis palabras dije: - Será mejor que me devuelvas lo que es mío y ella tan solo respondió: - HAHAHAHAHAAHAHAHHAHAHAHAHAHA.

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Mensaje por Sokaro Jue Dic 22, 2011 1:13 pm

Carajos... Murmuró el Marino con expreso fastidio antes de ser sofocado por la pequeña pero increíblemente poderosa mano de la mujer de las cadenas, siendo mandado a volar directamente contra la pared de la entrada. Incluso aunque hubiera querido no habría podido evitar el daño que había sufrido en la cabeza, ni siquiera había notado el instante en que la “cosa” lo había tomado por la garganta.

Levantándose mientras se masajeaba la frente, notó como de pronto alguien o mejor dicho algo se acercaba a su persona: era un…¿monstruo? Algo por el estilo, ya que además de ver esa horrenda figura algo le causó más urgencia y eso no era nada más ni nada menos que la oleada que la acompañaba en la retaguardia. Era como una apuesta “segura” de parte de la mujer de las cadenas, o le daba con la Gorgona o lo golpeaba con el muro de agua.

Por razones obvias no le daría el placer de ver ninguna de esas dos cosas pasando, ya lo había molestado al golpearlo contra la pared en primera instancia.

Antes de poder reaccionar sin embargo, la Gorgona llegaba a donde se encontraba tomándolo por los hombros y obligándolo a mirarla directamente…

Que aliento tan asqueroso. Fue lo único que le dijo el General al monstruo quien tan solo abrió los ojos, con la garganta siendo atravesada por uno de los filos de la sierra doble de Sokaro. Era extraño, siempre había oído que la mirada de una Gorgona era capaz de petrificar a la primera pero en ese momento…nada, de hecho, era lo mismo que la vez en que el “Emperador” Solomon había mostrado sus ridículos ojos dorados. Si los romanos habían caído como moscas, tanto él como la albina ni se habían inmutado ante tal ridiculez. Aw, no me digas que son los mismos ojitos ¿verdad? Murmuró Sokaro sacando su arma de la garganta del monstruo, respondiendo con una patada que de inmediato la enviaba volando hacia atrás, golpeándola contra el muro de agua y debilitándolo lo suficiente como para poder cortarlo, evitándole la molestia de tener que evadirlo.

Sigh...esto empieza a cansarme. Dijo por lo bajo, llevándose la diestra a la cabeza mientras trataba de combatir la migraña. Se había puesto de mal humor y la herida en el cráneo no ayudaba para nada.

Eso sin contar que del otro lado, las dos mujeres se peleaban por algo que ni siquiera tenía fundamento.

Posando su mano sobre el suelo mojado, Sokaro emitió una carga de cosmos en el agua para instantáneamente lograr que una espesa e impenetrable niebla se levantara y cubriera la superficie de la sala tan solo como distracción ya que su propósito era otro, muy diferente a lo aparente.

Llevando su cosmos a lo mínimo y ocultando por completo su presencia, Sokaro volvía a hacer uso de su velocidad para levantar su arma y de una sola estocada empalar nuevamente a la mujer de las cadenas en el pecho pero en lugar de querer causar daño, su meta era más bien pasar la hoja de la sierra directamente por la cadena del medallón para así reclamarlo. Cortando uno de sus costados y liberando el arma, el General tan solo expresó:

No se si ustedes dos lo recordarán, pero quien sacó esta cosa de la playa fui yo. Si van a pelear por algo, asegúrense de que sea suyo porque ESTA MIERDA ES MÍA, ¿¿¿CAPTAN???

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Mensaje por Ambrose Dom Dic 25, 2011 11:01 pm

Todo pasó sumamente rápido, recién salíamos de las serpientes letales y esta enferma ya había traído a escena a Esteno?... Si le dábamos más alas íbamos a terminar todos haciéndole compañía a la encadenada.

Su risa se vio seriamente interrumpida en el momento en que Sokaro apareció detrás de ella y una vez más le clavaba Madness en su espalda, abriendo lo suficiente para sacar del interior de la cosa el medallón con todo y brazo. Las palabras de Sokaro fueron demasiado graciosas al tiempo que me enfurecían, ese idiota trabajaba para mí, ¿cómo qué era de él?, yo lo desenterré y él sólo lo sacó… pedazo de basura, quiere tomarse el crédito por el trabajo de otros. Comencé a reír apretándole más su metálico cuello: - HAHAHAAHAHHAHAHAHAHAHAHHAHAHAHAHA debes estar pensando lo mismo que yo: Es mejor trabajar solo! Ok… ok solas HAHAHAAHAHAHAHHAHAHAHAHA. La “mujer” permanecía inmóvil, inerte, su brazo extendido y aún apretando mi cuello pero sin haber cambios en la fuerza que ejercía al hacerlo.

Seguía mirándola detenidamente, algo no estaba bien pero no podía descifrar que sucedía, sonreí ante la idea que cruzaba en ese momento mi mente, apretando su cuello dije: - ¿Qué se siente que uno de tus guardianes te trate como desecho… Metálico? La cosa esa bajó la mirada tornándola sombría, parecía como si la “vida” la hubiese abandonado, retiré mi vista de ella para mirar lo que ocurría a nuestro alrededor, la animaciones restantes regresaban a sus respectivos relieves, los espejos de agua se contraían cesando la caída del mismo. Algo no estaba bien eso ya era una hecho, en ese momento Nasus se ponía de pie, tembloroso y sudoroso, levantaba sus brazos, abriendo sus manos y me decía: - Se…se…señora Anfi…fi..tri…tri…te que hago con es…es…es….to! dejándome ver la flor de cristal que sostenían sus manos. Abrí mis ojos de par en par, pasé una mirada rápida de Nasus a Sokaro, de Sokaro a la mujer de las cadena para quedarme sin aliento al ver lo que se venía formando en su manos libre, miré velozmente de su mano al relieve que correspondía a la Oscuridad y la pared estaba lisa, el relieve estaba nulo, volviendo mi vista a su mano dije en voz alta y sofocada: - Será mejor que corran… y… háganlo YAAAAA!!!!!! Encendiendo mi cosmos y haciendo lo mismo que la maniática comencé a concentrar mi poder lo que más podía en mi mano libre, algo estaba claro esta enferma iba muy en serio. De pronto el piso de obsidiana comenzó a moverse de manera muy agitada, el agua salpicaba a chorros grandes, un golpe contra el suelo atrajo mi atención, la rosa de cristal impactaba contra él y desprendía un pequeño fragmento que caía a mis pies, chocando contra mis dedos desnudos. Moviéndolos y atrapando entre ellos el fragmento mientras miraba a Nasus y sin decirle una palabra, todo se lo transmití a través de mis ojos.

El piso continuaba moviéndose, en una de esas mi cuello quedó libre de opresión, ella se suspendía en el aire terminando de concentrar su poder con sus dos manos que estaban ya juntas. Perdiendo un poco el equilibrio debido al agite de la sala di varios pasos hacia atrás momento en que el centro de la sala, el piso se dividía dejando ver que tan solo se trataba de una fachada y debajo se encontraba oculta otra habitación. El agua comenzaba a caer en gotas de buen tamaño de manera inversa, de abajo hacia arriba, cada puntito formando hileras que parecían barrotes de cristal, el caos comenzaba a apropiarse del salón, recuperando el equilibrio vi como el piso dejaba libre una gran entrada, unas escaleras internas que solo dejaba ver 4 o 5 escalones, los demás perdiéndose en la oscuridad, de pronto se hacía sentir, levantando mi vista y dedicándosela a ella que levantaba sus manos, llevándolas a lo alto concentrando en ellas una gran esfera de poder oscuro, abría sus ojos y esta vez parecía ojos de verdad, oscuros como los días en el inframundo con sus iris color carmesí, su voz dura y violentada sonaba un poco más femenina dijo: - Suficiente de juegos!!!... acabemos con esto ahora mismo… hizo una pausa y me miró con dureza para retomar: - …Ambrose querías tu técnica… Aquí la tienes HAHAHAHAHAHAHAHHAHAHAHAHAHAHAHAHHAHAA. Levanté mi brazo izquierdo, dejando mi mano con la palma hacia arriba a la altura de mi pecho dejando ver la materialización de aquella concentración de poder en un hermoso espejo, rápidamente y sin demoras introduje mi mano derecha en él, sintiendo el gran mordisco, tirando de ella saco el leviatán prisionero en él. El gran leviatán de cristal envuelve todo mi cuerpo como si fuese una serpentina mientras bajo los pies, arriba de su cabeza y detrás de su espalda se materializaban 3 grandes espejos. Cada espejo reflejaba el ojo ausente del cuerpo del leviatán siguiendo cada uno de los movimientos de la encadenada. Levanté mi brazo hacía el cielo, completamente extendido y con la palma de mi mano... abierta.

Nos miramos a los ojos fijamente, entreabrió su boca y esbozó: - Destruye todo a tu paso, carcome la carne, corroe el hueso, has de éste un polvero, has de esto un… GENOCIDIO!!! Simultáneamente en el momento en que vi mover sus labios cerré mi mano y dije: - Rugido Oceánico. El leviatán se desprendía de mí en el mismo instante que la gran esfera oscura era lanzada hacia nosotros, los tres espejos brillaron en intensidad en sus respectivos colores negro, blanco amarillento y azul para formar un resplandor absolutamente blanco, leviatán rugía y abría su hocico, su única intención: contrarrestar el poder destructivo de aquella letal técnica.

Miré a mi alrededor, todo transcurría en cámara lenta, las gotas de agua que ascendían se detuvieron abruptamente, el piso se movía como gelatina, miré a Sokaro y éste se encontraba al otro lado de la división y sobre la misma en la parte final acurrucado del miedo Nasus. Miré a la loca y sus ojos brillaban y moviendo sus labios para que solo fuesen leídos expresó: - Bye bye Ambrose... Dulce sueños. Volviendo todo al ritmo normal una luz blanquecina y cegadora envolvió la habitación tras una gran explosión que se produjo cuando el gran leviatán entró en contacto con la esfera negra de poder, perdiendo noción del tiempo y el espacio tras el gran impacto.

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Mensaje por Sokaro Dom Dic 25, 2011 11:47 pm

“Ya las cosas habían perdido por completo el rumbo” fue lo único que pudo pensar el General al momento que una fortísima luz blanca envolvía toda su realidad, enviándolo directamente contra la pared y generando una simple grieta en esta.

No supo cuanto tiempo había pasado al despertar, pero de algo si estaba completa y absolutamente seguro: ya el juego había terminado entre las dos mujeres, tanto la albina como la de las cadenas. Y eso no representó, a ningún nivel, nada bueno para el Marino. Levantándose con la cabeza aún más adolorida que antes, su arma clavada en un punto sin colapsar del suelo y estando peligrosamente cerca de las flamas color azul que coronaban las velas de los relieves en las paredes, Sokaro tan solo observó que se encontraba totalmente solo.

Mmm...¿y ahora qué?... Murmuró sacando a Madness del suelo de obsidiana, dando un paso y notando la nueva característica del sitio: en el centro se había abierto un enorme agujero desde el cual se podía observar el acceso a una escalera que a primera instancia parecía descender en caracol junto a cascadas del agua que surgía de esa misma sala. Por lo visto, la mujer de las cadenas se había dado a la tarea de llevarse consigo tanto a la albina, al inútil y la rosita de cristal. Lo único que se mantenía era el medallón, enredado con su cadena entre los dedos de su diestra.

Bien...no hay muchas opciones de adonde habrán salido… Dijo en voz baja, dando un paso hacia delante mientras notaba un cierto cojeo en la pierna derecha. ...perfecto, simplemente perfecto. Empezaré a cobrar…por el servicio… Finalizó con un incipiente deseo de salir de la ridícula isla cuanto antes. Sobrellevando la molestia y la ira que empezaba a molestarlo tan solo avanzó, dando un paso adelante y comenzando con el descenso. Ahora a ver que locura más salía a su encuentro al final de ese camino…
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