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[Isla Primigenia] - "Puente"
2 participantes
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[Isla Primigenia] - "Puente"
Sin dejar de avanzar, el trío finalmente llegaba a un punto donde todo cambió: de la permanente e impermeable negrura que existía en la “cueva” ahora cambiaban a un ambiente denotado por un color gris opaco, cubierto por una niebla blanca que tan solo se limitaba a existir a su alrededor.
El piso, si es que existía uno como tal, era de piedra marmórea lisa y en ciertos puntos agrietado…y a través de los ojos humanos, se notaba en donde “estaba” y donde “dejaba” de existir. La pregunta era: ¿qué pasaría si alguien “caía” en el sitio equivocado?
No me gusta este lugar. Para ser una tumba es un tanto…”muerta”. Murmuró Sokaro dando un paso hacia delante, posándose encima de una grieta que no se notaba demasiado segura…de hecho, NADA se notaba seguro en ese lugar, esa noción les había calado en los huesos unos minutos atrás. Lo peor era que el sonido se manifestaba de forma diferente: en lugar de surgir de sus bocas y expandirse alrededor, era lo contrario, era como si las ondas llegaran desde la inmensidad y a la vez de la nada. En resumen…ese sitio no era natural, ni seguro, ni hecho para la visita de humanos comunes y corrientes.
No es por molestar, pero no nos vendrían nada mal unas alitas por aquí. Comentó el General mientras se ajustaba a Madness en su cinturón, negándose a tener ambas manos ocupadas por si se daba el caso de tener que entrar en acción. Igual el brazo estaba firmemente ajustado en una parte del filo de la que no se soltaría y con eso, tenía el medallón seguro.
Tenemos que salir…tenemos que salir…
Cállate. Le ordenó el militar, avanzando y tratando de distinguir le ruta a seguir y según lo que podía vislumbrar según la diferencia de color entre la niebla, no les quedaba nada más que seguir derecho y en línea recta. No había más opciones…de hecho, ya ni siquiera podían retroceder. Vamos entonces. Concluyó Sokaro al avanzar. Esperaba que al menos, Anfitrite supiera lo que estaba haciendo en ese sitio tan extraño al que había llamado su “tumba”.
El piso, si es que existía uno como tal, era de piedra marmórea lisa y en ciertos puntos agrietado…y a través de los ojos humanos, se notaba en donde “estaba” y donde “dejaba” de existir. La pregunta era: ¿qué pasaría si alguien “caía” en el sitio equivocado?
No me gusta este lugar. Para ser una tumba es un tanto…”muerta”. Murmuró Sokaro dando un paso hacia delante, posándose encima de una grieta que no se notaba demasiado segura…de hecho, NADA se notaba seguro en ese lugar, esa noción les había calado en los huesos unos minutos atrás. Lo peor era que el sonido se manifestaba de forma diferente: en lugar de surgir de sus bocas y expandirse alrededor, era lo contrario, era como si las ondas llegaran desde la inmensidad y a la vez de la nada. En resumen…ese sitio no era natural, ni seguro, ni hecho para la visita de humanos comunes y corrientes.
No es por molestar, pero no nos vendrían nada mal unas alitas por aquí. Comentó el General mientras se ajustaba a Madness en su cinturón, negándose a tener ambas manos ocupadas por si se daba el caso de tener que entrar en acción. Igual el brazo estaba firmemente ajustado en una parte del filo de la que no se soltaría y con eso, tenía el medallón seguro.
Tenemos que salir…tenemos que salir…
Cállate. Le ordenó el militar, avanzando y tratando de distinguir le ruta a seguir y según lo que podía vislumbrar según la diferencia de color entre la niebla, no les quedaba nada más que seguir derecho y en línea recta. No había más opciones…de hecho, ya ni siquiera podían retroceder. Vamos entonces. Concluyó Sokaro al avanzar. Esperaba que al menos, Anfitrite supiera lo que estaba haciendo en ese sitio tan extraño al que había llamado su “tumba”.
Sokaro- General Marino
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Giro Funerario
Cantidad de envíos : 117
Re: [Isla Primigenia] - "Puente"
Estaba a punto de volver maleable la parte del tridente que apretaba con tal fuerza con mi mano a medida que avanzabamos adentrandonos más y más en la cueva. La oscuridad me hacía pensar, recordar lo que había vivido 400 - 500 años atrás, no lo había notado o quizás de estar absorta en mis pensamientos del pasado que ya nos encontrabamos inmersos en un nuevo ambiente. Era curioso venir de la oscuridad y no sentir que los ojos tuvieran que adaptarse al cambio de luz, era como si nunca hubiesemos de estar entre la oscuridad o quizás la oscuridad era una ilusión que nuestros cerebros no procesaban y tomaban todo como si siempre hubiesesmos estado a plena luz, lo que haya sido no cambiaba en nada la sensación de terror que momentos atrás venía sintiendo.
Volviendo a la "realidad" el ambiente era gris opaco, pesado y sumamente sepulcral y sin más estabamos muy envueltos en él, extrañamente mis piernas quedaron inmóviles y mi mano libre se movía arbitrariamente, algo estaba claro: No quería estar ahí.
"No me gusta este lugar. Para ser una tumba es un tanto…”muerta”." Fue lo que escuché de Sokaro, sin mirarlo y con tono de voz indiferente quizás tratando de ocultar la ansiedad que me generaba permanecer un minuto más entre aquella niebla, dije: - Eso agradeceselo a tu Emperador cuando lo vuelvas a ver.... su sentido del humor es un tanto... macabro.
Sin moverme mucho, solo girando sutilmente mi cabeza miré en ambos lado y nada era lo que había, continuaba con la sensación de querer irme de ahí, como deidad me reía de lo que ocurría en mi interior pero aquel cuerpo humano respondía tal y como lo hacían Kaia y Ameri, hasta del mismo modo que Nasus que no paraba de temblar y mirar a un lado a otro como enfermo del miedo tan atroz que sentía. En mis pies se sentía un hormigueo, uno de ellos el derecho se levantó unos cuantos centímetros del suelo y mi cuerpo en una respuesta autónoma se movía sutilmente como si quisiera dar pasos hacia atrás, en ese momento Sokaro volvía a hablar y decía: "No es por molestar, pero no nos vendrían nada mal unas alitas por aquí." Moví mi cabeza y mirandolo fijamente respondí: - En serio no sé de donde sacas la ridiculez de las alitas... ni la estúpida de Athena consideraría usarlas ni de adorno dije tajantemente, de pronto sentí como una corriente helada atravesaba toda mi columna, mi tridente levitaba y desplegaba de si mismo un centenar de cadenas, miré rápidamente a mis acompañantes viendo como las cadenas se extendían por todo el lugar haciendo una enredadera, sorpresivamente al apoyar el pie que tenía en el aire sentí el vacío, abriendo de par en par mis ojos, entreabriendo mis labios para gritar, apoderandose el pánico de aquel cuerpo humano y moviendo, estirando mis manos hacia el frente y sin tiempo a reaccionar agarré a Nasus y a Sokaro a cada uno por uno de sus brazos y los tres caímos al vacío.
- Malditooooooooo Seas Poseidón!!! Fue lo que grité al salir de mi alucinación, tosía sin parar, respiraba agitadamente, el sudor frio recorría mi rostro, con ambas manos apretaba el asta de mi cetro; eché un vistazo a mi alrededor Nasus seguía temblando como una gallina y Lymnades parecía esperar una respuesta, moviendo mi cuerpo, destensionandolo y por decirlo de alguna manera reanimandolo, emprendiendo la marcha hacia el frente, apretando una vez más mi tridente, un último suspiro y con actitud altiva y mirada decidida esbocé: - Será mejor que caminen, como han notado esto es una mierda bastante ... insegura. Avanzando entre la niebla mientras pensaba: - Te destrozaré Poseidón .... juro que lo haré y sentiras lo mismo que estoy sintiendo yo ahora mismo.
Volviendo a la "realidad" el ambiente era gris opaco, pesado y sumamente sepulcral y sin más estabamos muy envueltos en él, extrañamente mis piernas quedaron inmóviles y mi mano libre se movía arbitrariamente, algo estaba claro: No quería estar ahí.
"No me gusta este lugar. Para ser una tumba es un tanto…”muerta”." Fue lo que escuché de Sokaro, sin mirarlo y con tono de voz indiferente quizás tratando de ocultar la ansiedad que me generaba permanecer un minuto más entre aquella niebla, dije: - Eso agradeceselo a tu Emperador cuando lo vuelvas a ver.... su sentido del humor es un tanto... macabro.
Sin moverme mucho, solo girando sutilmente mi cabeza miré en ambos lado y nada era lo que había, continuaba con la sensación de querer irme de ahí, como deidad me reía de lo que ocurría en mi interior pero aquel cuerpo humano respondía tal y como lo hacían Kaia y Ameri, hasta del mismo modo que Nasus que no paraba de temblar y mirar a un lado a otro como enfermo del miedo tan atroz que sentía. En mis pies se sentía un hormigueo, uno de ellos el derecho se levantó unos cuantos centímetros del suelo y mi cuerpo en una respuesta autónoma se movía sutilmente como si quisiera dar pasos hacia atrás, en ese momento Sokaro volvía a hablar y decía: "No es por molestar, pero no nos vendrían nada mal unas alitas por aquí." Moví mi cabeza y mirandolo fijamente respondí: - En serio no sé de donde sacas la ridiculez de las alitas... ni la estúpida de Athena consideraría usarlas ni de adorno dije tajantemente, de pronto sentí como una corriente helada atravesaba toda mi columna, mi tridente levitaba y desplegaba de si mismo un centenar de cadenas, miré rápidamente a mis acompañantes viendo como las cadenas se extendían por todo el lugar haciendo una enredadera, sorpresivamente al apoyar el pie que tenía en el aire sentí el vacío, abriendo de par en par mis ojos, entreabriendo mis labios para gritar, apoderandose el pánico de aquel cuerpo humano y moviendo, estirando mis manos hacia el frente y sin tiempo a reaccionar agarré a Nasus y a Sokaro a cada uno por uno de sus brazos y los tres caímos al vacío.
- Malditooooooooo Seas Poseidón!!! Fue lo que grité al salir de mi alucinación, tosía sin parar, respiraba agitadamente, el sudor frio recorría mi rostro, con ambas manos apretaba el asta de mi cetro; eché un vistazo a mi alrededor Nasus seguía temblando como una gallina y Lymnades parecía esperar una respuesta, moviendo mi cuerpo, destensionandolo y por decirlo de alguna manera reanimandolo, emprendiendo la marcha hacia el frente, apretando una vez más mi tridente, un último suspiro y con actitud altiva y mirada decidida esbocé: - Será mejor que caminen, como han notado esto es una mierda bastante ... insegura. Avanzando entre la niebla mientras pensaba: - Te destrozaré Poseidón .... juro que lo haré y sentiras lo mismo que estoy sintiendo yo ahora mismo.
Ambrose- Dios/a
- Reino : Atlántida
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Re: [Isla Primigenia] - "Puente"
Creo que están un poco nerviosos, ¿eh? Comentó el General de Lymnades volteándose para ver como su jefa se quedaba trastabillando, respirando con dificultad y en total paralizada por el miedo. Era definitivo, si alguien de su calibre estaba con semejante debilidad nadie más en su sano (o desquiciado) juicio podría soportar el aura antinatural de ese “mundo”.
Vamos, avanzando. Así como vamos ni siquiera podremos llegar a donde ponen las velitas. Dijo Sokaro con un tono que rayaba en una orden, más que todo para que la deidad marina espabilara…después de todo era ella quien lideraba la comitiva, sin ella estaban condenados a perderse por la eternidad en ese hueco fuera de la realidad y eso era de manera obvia, inaceptable. Tomando a los dos llorones por los brazos y obligándolos a andar en dirección recta, el General finalmente preguntó algo que le picaba la curiosidad desde hacía un rato: Por cierto, si a Poseidón se le ocurrió semejante estupidez eso significa que ustedes dos tienen una historia algo movidita ¿no? Te importaría compartir un poco de tu sabiduría para, no se, ¿no cagarnos aquí?
Por cierto, cuidado moviendo esa cosa. No quiero un ojo fuera. Finalizó Sokaro con un poco más de sorna mirando con cuidado el movimiento errático del tridente de Anfitrite que ya para ese momento había estado tres veces cerca de rajarle la cara y eso era un destino reservado exclusivamente para… Sácaselo a él. Dijo señalando a Nasus, quien estaba demasiado asustado como para protestar o agregar algo.
Y tan solo por la conversación que andaba “armando” no había notado que a la distancia ya se notaba algo ínfimamente más sólido, con el pequeño detalle que por la niebla apenas si se podía distinguir su forma. Estaban cerca, incluso más de lo que pudieran notar en ese preciso instante.
Vamos, avanzando. Así como vamos ni siquiera podremos llegar a donde ponen las velitas. Dijo Sokaro con un tono que rayaba en una orden, más que todo para que la deidad marina espabilara…después de todo era ella quien lideraba la comitiva, sin ella estaban condenados a perderse por la eternidad en ese hueco fuera de la realidad y eso era de manera obvia, inaceptable. Tomando a los dos llorones por los brazos y obligándolos a andar en dirección recta, el General finalmente preguntó algo que le picaba la curiosidad desde hacía un rato: Por cierto, si a Poseidón se le ocurrió semejante estupidez eso significa que ustedes dos tienen una historia algo movidita ¿no? Te importaría compartir un poco de tu sabiduría para, no se, ¿no cagarnos aquí?
Por cierto, cuidado moviendo esa cosa. No quiero un ojo fuera. Finalizó Sokaro con un poco más de sorna mirando con cuidado el movimiento errático del tridente de Anfitrite que ya para ese momento había estado tres veces cerca de rajarle la cara y eso era un destino reservado exclusivamente para… Sácaselo a él. Dijo señalando a Nasus, quien estaba demasiado asustado como para protestar o agregar algo.
Y tan solo por la conversación que andaba “armando” no había notado que a la distancia ya se notaba algo ínfimamente más sólido, con el pequeño detalle que por la niebla apenas si se podía distinguir su forma. Estaban cerca, incluso más de lo que pudieran notar en ese preciso instante.
Sokaro- General Marino
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Re: [Isla Primigenia] - "Puente"
Yo seguía avanzando del mismo que mis acopañantes, por momentos sentía los pasos torpes de Nasus y como él estaba a punto de sucumbir ante el terror que crecía más y más al encontrarse allí.
Sokaro parecía tranquilo, ventaja de tener aquella máscara de cuero que no dejaba exteriorizar sus emociones; era curioso era primera vez que entraba allí, era un lugar completamente diseñado para retenerme como fuese necesario. Mis pensamientos eran desordenados, no distinguía cuales eran recuerdos o alucionaciones mias, no dejaba de apretar el tridente pero estaba decidida a continuar, lo lograría costara lo que costara. Lymnades no tardó mucho en entablar conversación y atentamente escuché: "Por cierto, si a Poseidón se le ocurrió semejante estupidez eso significa que ustedes dos tienen una historia algo movidita ¿no? Te importaría compartir un poco de tu sabiduría para, no se, ¿no cagarnos aquí?" Deteniendome, bajando un poco la cabeza y respondiendo por lo bajo dije: - No tengo la menor idea... tanto tú, como Nasus es primera vez que vengo aquí.... nunca supe como llegué y ten algo seguro no salí caminando de aquí.
Reinicié la marcha, aún seguía nerviosa pero ya no había marcha atrás, sin previo aviso la niebla se despejó dejandonos ante el asombro de todos al final del puente, golpeando el suelo un par de veces con el tridente, sin voltear a ver a Sokaro esbocé: - Sólo puedo decirte que uds las Escamas Marinas no nacieron por amor a un reino, nacieron por odio hacia su Emperatriz... Tambaleandome un poco, mareada y con inmensas ganas de vomitar.
Sokaro parecía tranquilo, ventaja de tener aquella máscara de cuero que no dejaba exteriorizar sus emociones; era curioso era primera vez que entraba allí, era un lugar completamente diseñado para retenerme como fuese necesario. Mis pensamientos eran desordenados, no distinguía cuales eran recuerdos o alucionaciones mias, no dejaba de apretar el tridente pero estaba decidida a continuar, lo lograría costara lo que costara. Lymnades no tardó mucho en entablar conversación y atentamente escuché: "Por cierto, si a Poseidón se le ocurrió semejante estupidez eso significa que ustedes dos tienen una historia algo movidita ¿no? Te importaría compartir un poco de tu sabiduría para, no se, ¿no cagarnos aquí?" Deteniendome, bajando un poco la cabeza y respondiendo por lo bajo dije: - No tengo la menor idea... tanto tú, como Nasus es primera vez que vengo aquí.... nunca supe como llegué y ten algo seguro no salí caminando de aquí.
Reinicié la marcha, aún seguía nerviosa pero ya no había marcha atrás, sin previo aviso la niebla se despejó dejandonos ante el asombro de todos al final del puente, golpeando el suelo un par de veces con el tridente, sin voltear a ver a Sokaro esbocé: - Sólo puedo decirte que uds las Escamas Marinas no nacieron por amor a un reino, nacieron por odio hacia su Emperatriz... Tambaleandome un poco, mareada y con inmensas ganas de vomitar.
Ambrose- Dios/a
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Re: [Isla Primigenia] - "Puente"
Sólo puedo decirte que uds las Escamas Marinas no nacieron por amor a un reino, nacieron por odio hacia su Emperatriz...
Fueron las últimas palabras de Anfitrite antes de que el enorme banco de niebla se dispersara, dejando ver aquello que hasta los instantes Sokaro no había podido distinguir: la entrada a una enorme estructura que por demás no podía terminar de estimar en cuanto al tamaño. Su umbral era otra cosa muy diferente en todo caso: un pórtico enorme hecho de obsidiana, completamente pulida y aún así opaca. Los enormes escalones que bien podían haber sido confeccionados para los pasos de gigantes estaban construidos con baldosas inmaculadas; las columnas que formaban un semi-círculo perfecto a su alrededor parecían ser las guardianas del sitio atravesados por líneas de un color azul profundo que titilaban con cada palpitación de los corazones de los visitantes inesperados.
Levantando la vista Sokaro observó que cien metros más allá, donde acababa el pórtico y empezaba el acceso, la puerta era lo más grande que jamás hubiera visto en su vida: su material era nuevamente totalmente negro con patrones en azul marino destellando una u otra vez de forma aleatoria, con un ritmo indescifrable…sin embargo, eso no era lo único existente sobre su superficie.
Esto se vuelve aún más…extraño. Murmuró Sokaro mientras avanzaba, notando un destello con el rabillo del ojo: el medallón que habían recuperado en la playa brilló una sola vez con una luz verdosa que al parecer, activaba los mecanismos existentes en el portal de la cripta. Los “engranajes” que existían encima de la puerta (diversas pirámides planas y paralelepípedos distribuidos en el borde de esta) comenzaban a moverse con pereza, soltando ligeros “clics” y “clacs” tan antinaturales como la misma realidad en que estaban construidos.
Por lo visto, el medallón era tanto la llave como el permiso para entrar a lo que fuera que existía más allá.
Todavía no me gusta. Sigh…a ver, si las Escamas se crearon en contra de Anfitrite, entonces supongo que son de doble filo ¿no? Para permitirles atacar a la Emperatriz entonces deben funcionar con-
Fueron las últimas palabras de Anfitrite antes de que el enorme banco de niebla se dispersara, dejando ver aquello que hasta los instantes Sokaro no había podido distinguir: la entrada a una enorme estructura que por demás no podía terminar de estimar en cuanto al tamaño. Su umbral era otra cosa muy diferente en todo caso: un pórtico enorme hecho de obsidiana, completamente pulida y aún así opaca. Los enormes escalones que bien podían haber sido confeccionados para los pasos de gigantes estaban construidos con baldosas inmaculadas; las columnas que formaban un semi-círculo perfecto a su alrededor parecían ser las guardianas del sitio atravesados por líneas de un color azul profundo que titilaban con cada palpitación de los corazones de los visitantes inesperados.
Levantando la vista Sokaro observó que cien metros más allá, donde acababa el pórtico y empezaba el acceso, la puerta era lo más grande que jamás hubiera visto en su vida: su material era nuevamente totalmente negro con patrones en azul marino destellando una u otra vez de forma aleatoria, con un ritmo indescifrable…sin embargo, eso no era lo único existente sobre su superficie.
Esto se vuelve aún más…extraño. Murmuró Sokaro mientras avanzaba, notando un destello con el rabillo del ojo: el medallón que habían recuperado en la playa brilló una sola vez con una luz verdosa que al parecer, activaba los mecanismos existentes en el portal de la cripta. Los “engranajes” que existían encima de la puerta (diversas pirámides planas y paralelepípedos distribuidos en el borde de esta) comenzaban a moverse con pereza, soltando ligeros “clics” y “clacs” tan antinaturales como la misma realidad en que estaban construidos.
Por lo visto, el medallón era tanto la llave como el permiso para entrar a lo que fuera que existía más allá.
Todavía no me gusta. Sigh…a ver, si las Escamas se crearon en contra de Anfitrite, entonces supongo que son de doble filo ¿no? Para permitirles atacar a la Emperatriz entonces deben funcionar con-
Sokaro- General Marino
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Re: [Isla Primigenia] - "Puente"
Estabamos allí frente al gran edificio de obsidiana, su grande e imponente entrada custodiada por un numero indeterminado de columnas que opticamente generaban un tunel, las escalinatas impecables mostraban que nadie y a pesar del tiempo había puesto un pie allí.
Todo resultaba extraño y a la vez conocido, sacudí mi cabeza tratando de despejar los pensamiento, las imágenes y demás cosas que segundo a segundo golpeaban mi cerebro sin cesar. Los sonidos que se producian me estaban volviendo loca, como si algo estuviera a punto de abrirse, "click" seguisos de "clack" me estaban enfermando.
Algo no estaba bien, era lo que me decía una y otra vez mientras en un estado de paranoía miraba a todos lados tratando de descifrar, de descubrir que era lo que realmente pasaba y me tenía tan alterada. Mis manos comenzaron a molestar, haciendome soltar mi tridente y en instantes este desaparecía para ubicarse en lo alto de aquel templo. Imágenes de un pasado, de una época perdida en el tiempo, confundida solo dije: - Nereo... soy la hija de Nereo y Doris.
Vovliendo a lo que parecía ser mi realidad más inmediata, escuché a Lymnades decir: "Todavía no me gusta. Sigh…a ver, si las Escamas se crearon en contra de Anfitrite, entonces supongo que son de doble filo ¿no? Para permitirles atacar a la Emperatriz entonces deben funcionar con..." - Poseidón... respondí en tono indiferente completando su frase mientras inquieta miraba de un lado a otro. Algo no estaba bien, todo parecía estar en calma, nada parecía amenazante pero por lo mismo tanta quietud era sumamente sospechosa al punto de ser para mí, amenzante. Abría y cerraba mis manos constantemente, mis ojos no se desprendían del tridente que seguía levitando armonicamente en lo alto de la edificación, Sokaro estaba a un par de pasos adelante de mi, ahora movía los brazos, un hormigueo se extendía a los largo de mis extremidades inferiores, seguía sintiendo que nada, absolutamente nada estaba bien. Comencé a hablar, el tono de mi voz se mostraba indiferente aunque mis acciones sugerían que estaba muy alterada: - ¿Doble filo? Aunque las escamas siempre gozaron de independencia y libertad .... nunca fueron "creadas" para atacar a sus dirigentes, aunque si ellos por decisión propia lo hubiesen querido, lo hubiesen hecho... Dejé de mirar el tridente para observar detalladamente lo que pasaba a mi alrededor retomando con el mismo tono indiferente: - ... El Imperio Marino no.... hice una pausa, cerré mis ojos ya mi vista comenzaba a nublarse y el mareo a nueva cuenta manifestarse, suspiré profundo para continuar con mi relato: - ... El imperio marino es el único reino que no contaba con sus soldados de élite para velar por el bienestar de su pueblo, ellos simplemente fueron invocados por su Señor Poseidón para vigilar y llegado el momento contener el poder de su reina, es decir, contenerme a mi... Abrí mis ojos y siguía con la visión nublada, moviendo mis manos sin parar y sudando frío continué: - Las escamas nacieron por y para Anfitrite.
El corazón lo sentía acelerado, la garganta sumamente seca y lentamente el cuerpo entumesido, caminé entre Nasus y Sokaro, poniendome delante de ellos a solo un par de pasos y susurré: - Algo no está bien... a lo cual al dar un vistazo rápido a mi tridente y ver que éste había adoptado el mismo color negruzco de la estructura, grite: - Quitense!!!! girandome y empujandolos hacia atrás con cada uno de mis brazos, viré mi cabeza a un lado y levanté mi vista al tridente, el sonido, aquel sonido delataba lo que realmente ocurría. El cetro imperial desplegaba de sí un sinfín de cadenas que en el momento en que empujé a esos dos atravesaron mis brazos inmovilizandolos por completo, ahogando un grito de extremo dolor, viendo como la sangre se drenaba bañando el metal fui alzada de brazos mientras otras cadenas se enredaban a mi desde los pies, subiendo como una serpiente, envolviendome cada centimetro de mi piel, destruyendo a su paso al tunica que llevaba puesta. Llegando a la cintura una de las cadenas cortaba el cinto dejando caer mi espada y escuchandose posteriormente el sonido del aterrizaje forzoso.
Todo pasaba a cámara lenta, sintiendo que ya no quedaba mucho mi pecho fue envuelto en cadenas, miré a Sokaro y musité: - CORR... en ese instante las cadenas se metieron por mis boca ahogando mis palabras y evitando el paso del aire, lloré..... lloré sangre al ver como aquel cuerpo era envuelto, devorados por aquellas cadenas y como finalmente mis ojos eran tapados por el frio y negro metal.
--------------------
Descendí y me senté en las escalinatas del templo, crucé mis piernas pero antes tomé a Caladbolg, la desenvainé miré su hoja por cada lado, la sacudí y apoyé su punta luego de sentarme. Movía desenfrenadamente el pie que quedaba al aire mientras movía mis dedos de las manos, los cuales estaba apoyados en el borde externo del mango de la espada. Pasaron unos cuantos minutos cuando me levanté de golpe y pareciendo un robot me dirigí hacia donde estaban los humanos, no tardé mucho en ponerme frente a ellos y con dureza esbocé: - Este lugar no es para los humanos.
Olfateé como un perro al sujeto que tenía en frente, un tipo con una máscara oscura en el rostro y musité en un tono de voz metálico, robotizado: - Hueles a un marino. Dando un paso hacia atrás mirandolo aún sin tener ojos, aquel cuerpo no tenia ojos, no tenia boca, no tenia nariz, una "cabeza" que se sotenia de un "cuerpo" con extremidades, todo él hecho de cadenas negras. Abriendose lo que parecía representar la boca expresé: - Ella quería decirles que... CORRAN!!!! Caminé hacia el otro tipejo, lo olfateé de igual manera y abriendo un hueco en el lugar que parecía ir un ojo dije: - Tu ascendencia debía estar TODA muerta... parece que no pude terminar bien el trabajo. Alejandome de ellos, girandome, dandoles la espalda para retomar: - Y bien... ¿A qué debemos el placer de que uno de los 7 custodios marinos regrese a su lugar de origen junto con su ..... mascota? En ese momento una luz verdosa se produjo, haciendome girar producto de mi curiosidad, al ubicar el origen del destello, abriendo el otro hueco que correspondia al otro ojo y mostrando una sonrisa vacia, dejando solo ver la oscuridad contenida al interior de las cadenas esbocé: - Vaya.... Vaya miren lo que tenemos aquí.... Arrancando el medallón que sostenía la escama marina con su arma, viniendose con el collar una extremidad..... incompleta.
Levanté a Caladbolg, toqué su rubí y el filo se puso completamente carmesí, en un limpio movimiento llevé mi espada a su garganta y con el mismo tono robotizado expelé: - ¿Saben qué es esto? Moviendo el colgante como un péndulo a la altura de sus ojos. Sin esperar respuesta, mirandolo, girandolo mientras la luz verdosa seguía resplandeciendo, inicié mi marcha hacia el templo, subí con suma elegancia cada uno de los escalones, estando en la puerta y retomando dije: - Es la llave que tanto he estado esperando... No lo había notado pero la luz verdosa dejaba ver las cadenas "invisibles" que venían desde adentro del templo, atravesando de alguna manera la gran puerta y uniendose a mi en infinidades de puntos.
Apretando el medallón se escuchó el sonido del arrastre de algo grande y pesado, era nada menos que la gran puerta que se abría invitando a los recién llegados a pasar, sin girarme y a punto de desaparecer ante sus ojos dije: - Será mejor que me acompañen..... ¿Entienden? Para en un abrir y cerrar de ojos ser arrastrada de golpe hacia adentro acción de las cadenas.
Todo resultaba extraño y a la vez conocido, sacudí mi cabeza tratando de despejar los pensamiento, las imágenes y demás cosas que segundo a segundo golpeaban mi cerebro sin cesar. Los sonidos que se producian me estaban volviendo loca, como si algo estuviera a punto de abrirse, "click" seguisos de "clack" me estaban enfermando.
Algo no estaba bien, era lo que me decía una y otra vez mientras en un estado de paranoía miraba a todos lados tratando de descifrar, de descubrir que era lo que realmente pasaba y me tenía tan alterada. Mis manos comenzaron a molestar, haciendome soltar mi tridente y en instantes este desaparecía para ubicarse en lo alto de aquel templo. Imágenes de un pasado, de una época perdida en el tiempo, confundida solo dije: - Nereo... soy la hija de Nereo y Doris.
Vovliendo a lo que parecía ser mi realidad más inmediata, escuché a Lymnades decir: "Todavía no me gusta. Sigh…a ver, si las Escamas se crearon en contra de Anfitrite, entonces supongo que son de doble filo ¿no? Para permitirles atacar a la Emperatriz entonces deben funcionar con..." - Poseidón... respondí en tono indiferente completando su frase mientras inquieta miraba de un lado a otro. Algo no estaba bien, todo parecía estar en calma, nada parecía amenazante pero por lo mismo tanta quietud era sumamente sospechosa al punto de ser para mí, amenzante. Abría y cerraba mis manos constantemente, mis ojos no se desprendían del tridente que seguía levitando armonicamente en lo alto de la edificación, Sokaro estaba a un par de pasos adelante de mi, ahora movía los brazos, un hormigueo se extendía a los largo de mis extremidades inferiores, seguía sintiendo que nada, absolutamente nada estaba bien. Comencé a hablar, el tono de mi voz se mostraba indiferente aunque mis acciones sugerían que estaba muy alterada: - ¿Doble filo? Aunque las escamas siempre gozaron de independencia y libertad .... nunca fueron "creadas" para atacar a sus dirigentes, aunque si ellos por decisión propia lo hubiesen querido, lo hubiesen hecho... Dejé de mirar el tridente para observar detalladamente lo que pasaba a mi alrededor retomando con el mismo tono indiferente: - ... El Imperio Marino no.... hice una pausa, cerré mis ojos ya mi vista comenzaba a nublarse y el mareo a nueva cuenta manifestarse, suspiré profundo para continuar con mi relato: - ... El imperio marino es el único reino que no contaba con sus soldados de élite para velar por el bienestar de su pueblo, ellos simplemente fueron invocados por su Señor Poseidón para vigilar y llegado el momento contener el poder de su reina, es decir, contenerme a mi... Abrí mis ojos y siguía con la visión nublada, moviendo mis manos sin parar y sudando frío continué: - Las escamas nacieron por y para Anfitrite.
El corazón lo sentía acelerado, la garganta sumamente seca y lentamente el cuerpo entumesido, caminé entre Nasus y Sokaro, poniendome delante de ellos a solo un par de pasos y susurré: - Algo no está bien... a lo cual al dar un vistazo rápido a mi tridente y ver que éste había adoptado el mismo color negruzco de la estructura, grite: - Quitense!!!! girandome y empujandolos hacia atrás con cada uno de mis brazos, viré mi cabeza a un lado y levanté mi vista al tridente, el sonido, aquel sonido delataba lo que realmente ocurría. El cetro imperial desplegaba de sí un sinfín de cadenas que en el momento en que empujé a esos dos atravesaron mis brazos inmovilizandolos por completo, ahogando un grito de extremo dolor, viendo como la sangre se drenaba bañando el metal fui alzada de brazos mientras otras cadenas se enredaban a mi desde los pies, subiendo como una serpiente, envolviendome cada centimetro de mi piel, destruyendo a su paso al tunica que llevaba puesta. Llegando a la cintura una de las cadenas cortaba el cinto dejando caer mi espada y escuchandose posteriormente el sonido del aterrizaje forzoso.
Todo pasaba a cámara lenta, sintiendo que ya no quedaba mucho mi pecho fue envuelto en cadenas, miré a Sokaro y musité: - CORR... en ese instante las cadenas se metieron por mis boca ahogando mis palabras y evitando el paso del aire, lloré..... lloré sangre al ver como aquel cuerpo era envuelto, devorados por aquellas cadenas y como finalmente mis ojos eran tapados por el frio y negro metal.
--------------------
Descendí y me senté en las escalinatas del templo, crucé mis piernas pero antes tomé a Caladbolg, la desenvainé miré su hoja por cada lado, la sacudí y apoyé su punta luego de sentarme. Movía desenfrenadamente el pie que quedaba al aire mientras movía mis dedos de las manos, los cuales estaba apoyados en el borde externo del mango de la espada. Pasaron unos cuantos minutos cuando me levanté de golpe y pareciendo un robot me dirigí hacia donde estaban los humanos, no tardé mucho en ponerme frente a ellos y con dureza esbocé: - Este lugar no es para los humanos.
Olfateé como un perro al sujeto que tenía en frente, un tipo con una máscara oscura en el rostro y musité en un tono de voz metálico, robotizado: - Hueles a un marino. Dando un paso hacia atrás mirandolo aún sin tener ojos, aquel cuerpo no tenia ojos, no tenia boca, no tenia nariz, una "cabeza" que se sotenia de un "cuerpo" con extremidades, todo él hecho de cadenas negras. Abriendose lo que parecía representar la boca expresé: - Ella quería decirles que... CORRAN!!!! Caminé hacia el otro tipejo, lo olfateé de igual manera y abriendo un hueco en el lugar que parecía ir un ojo dije: - Tu ascendencia debía estar TODA muerta... parece que no pude terminar bien el trabajo. Alejandome de ellos, girandome, dandoles la espalda para retomar: - Y bien... ¿A qué debemos el placer de que uno de los 7 custodios marinos regrese a su lugar de origen junto con su ..... mascota? En ese momento una luz verdosa se produjo, haciendome girar producto de mi curiosidad, al ubicar el origen del destello, abriendo el otro hueco que correspondia al otro ojo y mostrando una sonrisa vacia, dejando solo ver la oscuridad contenida al interior de las cadenas esbocé: - Vaya.... Vaya miren lo que tenemos aquí.... Arrancando el medallón que sostenía la escama marina con su arma, viniendose con el collar una extremidad..... incompleta.
Levanté a Caladbolg, toqué su rubí y el filo se puso completamente carmesí, en un limpio movimiento llevé mi espada a su garganta y con el mismo tono robotizado expelé: - ¿Saben qué es esto? Moviendo el colgante como un péndulo a la altura de sus ojos. Sin esperar respuesta, mirandolo, girandolo mientras la luz verdosa seguía resplandeciendo, inicié mi marcha hacia el templo, subí con suma elegancia cada uno de los escalones, estando en la puerta y retomando dije: - Es la llave que tanto he estado esperando... No lo había notado pero la luz verdosa dejaba ver las cadenas "invisibles" que venían desde adentro del templo, atravesando de alguna manera la gran puerta y uniendose a mi en infinidades de puntos.
Apretando el medallón se escuchó el sonido del arrastre de algo grande y pesado, era nada menos que la gran puerta que se abría invitando a los recién llegados a pasar, sin girarme y a punto de desaparecer ante sus ojos dije: - Será mejor que me acompañen..... ¿Entienden? Para en un abrir y cerrar de ojos ser arrastrada de golpe hacia adentro acción de las cadenas.
Ambrose- Dios/a
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Re: [Isla Primigenia] - "Puente"
...
Si antes todo era extraño el espectáculo que se desarrolló después llevaba los sucesos a la onceava potencia. El ver como la mujer era atrapada por unas…¿cadenas? no era exactamente lo más curioso sino lo que vino después y eso era el ver a “Anfitrite” encarnada en el mismo metal de color negro que la había capturado y ¿poseído?
En ese momento el General de Lymnades no tenía ni la más mínima idea de que diablos era lo que pasaba, aunque tampoco iba a cometer la tontería de preguntar o negarse a seguir a esa “cosa”. No precisamente por la orden que le había dado, sino más bien por el morbo y la curiosidad de ver que era lo que pasaría a continuación…incluso si sentía que era por demás incorrecto.
Girándose para mirar a Nasus quien encogido del miedo parecía no estar en condiciones para avanzar, Sokaro tan solo lo tomó por el brazo y lo forzaba a andar o si llegara a hacer falta, arrastrarlo. Después de todo la diferencia de fuerzas entre los dos le permitía semejante lujo.
Y...esto no deja de ser extraño. Murmuró el militar con voz un tanto baja para su persona, teniendo dificultad para sobrellevar el paso de los escalones que más bien parecían enormes muebles colocados unos sobre otros. No era un pórtico natural después de todo.
Una vez hubo llegado al umbral y visto el portón abierto dio un paso hacia delante, luego otro y así otro más arrastrando consigo a Nasus al interior de lo que fuera que había más allá…
…que como curiosidad aún MAYOR era bastante “normal” bajo los estándares de lo que vivían en esos momentos: era una inmensa habitación hecha a la medida de los escalones o en otras palabras, una sala hecha para gigantes y revestida con baldosas enormes cuyo color en diferencia a la obsidiana del pórtico era de un azul marino totalmente profundo que no sobresalía demasiado porque todo estaba manchado con…¿sangre? Uh, menuda decoración. Dijo el General con algo más de calma deteniéndose de improviso para así esperar la acción de la mujer de las cadenas, sabiendo que todavía ella no había terminado sus asuntos con ellos dos…después de todo se veía con ganas de “hablar”. Y bien, ¿acaso tú si sabes qué es este lugar?
Si antes todo era extraño el espectáculo que se desarrolló después llevaba los sucesos a la onceava potencia. El ver como la mujer era atrapada por unas…¿cadenas? no era exactamente lo más curioso sino lo que vino después y eso era el ver a “Anfitrite” encarnada en el mismo metal de color negro que la había capturado y ¿poseído?
En ese momento el General de Lymnades no tenía ni la más mínima idea de que diablos era lo que pasaba, aunque tampoco iba a cometer la tontería de preguntar o negarse a seguir a esa “cosa”. No precisamente por la orden que le había dado, sino más bien por el morbo y la curiosidad de ver que era lo que pasaría a continuación…incluso si sentía que era por demás incorrecto.
Girándose para mirar a Nasus quien encogido del miedo parecía no estar en condiciones para avanzar, Sokaro tan solo lo tomó por el brazo y lo forzaba a andar o si llegara a hacer falta, arrastrarlo. Después de todo la diferencia de fuerzas entre los dos le permitía semejante lujo.
Y...esto no deja de ser extraño. Murmuró el militar con voz un tanto baja para su persona, teniendo dificultad para sobrellevar el paso de los escalones que más bien parecían enormes muebles colocados unos sobre otros. No era un pórtico natural después de todo.
Una vez hubo llegado al umbral y visto el portón abierto dio un paso hacia delante, luego otro y así otro más arrastrando consigo a Nasus al interior de lo que fuera que había más allá…
…que como curiosidad aún MAYOR era bastante “normal” bajo los estándares de lo que vivían en esos momentos: era una inmensa habitación hecha a la medida de los escalones o en otras palabras, una sala hecha para gigantes y revestida con baldosas enormes cuyo color en diferencia a la obsidiana del pórtico era de un azul marino totalmente profundo que no sobresalía demasiado porque todo estaba manchado con…¿sangre? Uh, menuda decoración. Dijo el General con algo más de calma deteniéndose de improviso para así esperar la acción de la mujer de las cadenas, sabiendo que todavía ella no había terminado sus asuntos con ellos dos…después de todo se veía con ganas de “hablar”. Y bien, ¿acaso tú si sabes qué es este lugar?
Sokaro- General Marino
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Re: [Isla Primigenia] - "Puente"
El escenario era completamente distinto al existente en el exterior, una gran sala sin decoración alguna que llamase la atención, sus impecables baldosas azul marino alineadas unas con otras, una habitación desprovista de muebles o algo que se le pareciera, solo la particularidad que las paredes estaban cobrizas y el olor a sangre seca era a tal punto nauseabundo.
El color cobre desplegándose por cada rincón, derramándose por toda la superficie de las paredes hacían de aquella habitación algo siniestro, y porque no se deducía que había sido la sala de tortura de alguien o algunos. El techo ni remotamente cerca, la altura parecía incalculable y ahí estaba yo, colgada de cabeza como si fuese una lámpara en todo el centro de la sala, observando detenidamente los movimientos de esos dos humanos que habían decidido "inteligentemente" aceptar mi invitación.
El humano descendiente Atlante seguía temblando, aunque la verdad a todo ello es que nunca había dejado de hacerlo, sus ojos seguían perdidos buscando una respuesta, una salida, una mano amiga que quisiera salvarlo. Aburría el solo verlo, moviéndome como si fuese una lámpara colgada en lo alto y a la cual le dieran un giro, posé mis ojos en el marino, su máscara me gustaba, parecía querer ocultar algo, a lo mejor tendría cicatrices en su rostro y era.... feo.
No tardó en hablar: "Y bien, ¿acaso tú si sabes qué es este lugar?" Dejándome caer como si fuese una araña desde su filo hilo, la cadena que me sostenía de los pies de desenrollaba dejándome justo en frente de sus ojos, cabeza abajo y en tono particularmente divertido esbocé: - Me sorprende que siendo tú uno de los 7 guardianes no sepas dónde estás.... cruzada de brazos y mostrando mi negra y vacía sonrisa retomé: - No me digas qué las escamas no conocen, no recuerdan nada de su.... pasado? En ese momento como las cadenas que envolvían mi "rostro" se contraían, desarmándose, “abriendo” y dejando ver un rostro, uno muy familiar; su voz gruesa pero con ciertos toques femeninos, cabello negro azabache y arrugas en tu tez evidenciando los años que ya habían pasado por él; inició su charla diciendo: - Anfitrite fue maldecida.... Maldita ha dicho Klaudius... Una segunda voz, mujeres haciendo el eco. El nuevo rostro de un hombre bien parecido y con tono de voz serio retomó: - Anfitrite fue la causante del caos, fue la causante de su castigo... Anfitrite fue maldecida… volvió a repetir el coro femenino.
- Yo no hice nada .... Todo lo hizo Poseidón Desdoblándose el rostro masculino para dar paso a los cabellos blancos que caían sobre su cara, ocultándola. - Sokaro.... Sokaro... aquí naciste junto con tus hermanos las escamas doradas como el último deseo de su Emperador: acabar con su reina. Girándose 180º para quedar en posición normal, sentándose en el aire cruzando sus piernas, con las manos cruzadas y agitando sutilmente su cabeza para liberar de su rostro de aquella cabellera blanquecina. Una vez más su voz se hizo escuchar: - Poseidón me usó, me usó para hacerse del poder de los mares .... Y a cambio yo destruí su sueño, destruí su Atlantis ... Ella los mató, ella convirtió a la Atlantis en nada... El coro femenino se hacía presente.
- No mientas… Tú traicionaste a Poseidón, por eso y sólo por eso te exilió al olvido… Dijo una voz dulce y muy femenina; aquellos cabellos blancos en un sutil sacudir se tornaron negros como la noche misma, sus ojos de un azul intenso y llenos de picardía retomaban: - Fuiste la causante de tu propio destino…. Fuiste tu maldita loca demente!!! … Anfitrite traicionó a nuestro Señor… Una vez más el coro se manifestaba.
- Poseidón fue quien me TRAICIONÓ!!!! … gritando, con un tono bastante alterado, el rostro volvía a cambiar dando paso de nuevo a la peliblanca, sus ojos se mostraban vacíos… un tanto muertos; caminando, dándole la espalda a los humanos, como reviviendo el pasado ella expresó: - Estaba allí… justo allí… señalaba la mujer a un lugar vacío de la sala, quizás su mente recreaba el lugar donde todo pasó. Sus pasos eran cortos y elegantes, es escuchaba el sutil contacto del metal con las baldosas pulidas del piso; ella seguía ensimismada señalando y diciendo: - Allí… detrás de su trono, en aquella pequeña salita estaba escondida, escuchando como mi esposo hablaba, alardeaba de su poder… de sus sueños… las lágrimas, gotas negras comenzaban a brotar de sus ojos cayendo y profanando el fino mármol, dejando una mancha carmesí… era sangre. Su tono de voz era tembloroso y su brazo extendido comenzaba a temblar, ella no paraba de señalar al vacío y sus palabras se mostraban melancólicas: - …nunca me amó, sólo fui un “contrato” … su único interés era conseguir más poder… calló abruptamente llevando su mano a su pecho, en ese instante una carcajada quebraba el silencio que tan sólo se prolongo unos cuantos segundos, dando dos pasos al frente y girándose con rapidez, pasando ambas manos por su cabellera, tornando ésta a un negro intenso, relamía sus labios y con dura voz respondía: - JAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA…. Así que tus actos solo se deben a un despecho… Eres más patética de lo que pensé Anfitrite. Girándose de nuevo para caminar dando pasos largos estilo marcha militar, era una actitud de burla, balanceaba sus manos como un robot siempre a compás de sus pies, caminando en línea recta y desviando su marcha siempre en ángulo recto para regresar a su punto de inicio. Con tono de voz serio repicó: - Sentimientos… Emociones… Es lo que nos lleva a cometer los actos más… puros y a la vez más… estúpidos.
- Ambrose… Ambrose… Mi querido néctar de los Dioses… lo dices por experiencia?. Recogiéndose los cabellos, llevándolos a un corte más varonil, su pose cambiaba totalmente, un parado elegante, un ademán de brazos como si sostuviera una toga, su cara comenzaba a mostrar los años, manchas de sol y arrugas. Su voz fue imponente y del mismo modo volvía a retomar: - Esto es lo que somos… Agachándose y con su dedo escribía sobre la mancha de sangre: ROMA.
Agachada las cadenas comenzaron a cubrir de nuevo mi rostro, comencé a mecerme sin dejar de ver las letras dibujadas, abriendo los huecos que eran mis “ojos” mirando al Marino y con voz metalizada dije: - ROMA – AMOR… interesante juego de palabras… todo lo hice por AMOR… destruí la Atlantis por AMOR… Me sellaron por AMOR… Odio por AMOR… y destruiré a Poseidón por A.M.O.R deletreando la última palabra de un mono siniestro.
Me levanté, chasqueé mis dedos y como por arte de magia desaparecí dejando sólo el sinfín de eslabones destruidos cayendo sin parar y golpeando el precioso suelo. El arrastrar de cadenas que en un inicio se escuchaba a lo lejos que poco a poco se iba acercando más y más, hasta que de un momento a otro se dejó de escuchar volviendo la habitación a un silencio sepulcral.
Un zumbido rápido se sintió, era nuevamente yo colgada del techo de cabeza, ahora suspendida a la altura de sus hombros, rebotaba un poco, mirando la espalda del Marino y del mismo modo yo dándole la espalda al descendiente Atlante, con el mismo tono de voz robotizado esbocé: - Uds las Escamas pueden: detenerme, contenerme o quizás hasta poder... destruirme.... hice una pausa para apoyar mi mano en su hombro y susurrarle: - Si viniste por mí… Estoy en la habitación contigua General Marino de Lymnades. Desapareciendo de nuevo pero ahora los eslabones se recogían, fusionándose unos con otros en pequeños charcos que se iban desplazando hacia el frente, hacia adelante mostrándoles el camino.
El color cobre desplegándose por cada rincón, derramándose por toda la superficie de las paredes hacían de aquella habitación algo siniestro, y porque no se deducía que había sido la sala de tortura de alguien o algunos. El techo ni remotamente cerca, la altura parecía incalculable y ahí estaba yo, colgada de cabeza como si fuese una lámpara en todo el centro de la sala, observando detenidamente los movimientos de esos dos humanos que habían decidido "inteligentemente" aceptar mi invitación.
El humano descendiente Atlante seguía temblando, aunque la verdad a todo ello es que nunca había dejado de hacerlo, sus ojos seguían perdidos buscando una respuesta, una salida, una mano amiga que quisiera salvarlo. Aburría el solo verlo, moviéndome como si fuese una lámpara colgada en lo alto y a la cual le dieran un giro, posé mis ojos en el marino, su máscara me gustaba, parecía querer ocultar algo, a lo mejor tendría cicatrices en su rostro y era.... feo.
No tardó en hablar: "Y bien, ¿acaso tú si sabes qué es este lugar?" Dejándome caer como si fuese una araña desde su filo hilo, la cadena que me sostenía de los pies de desenrollaba dejándome justo en frente de sus ojos, cabeza abajo y en tono particularmente divertido esbocé: - Me sorprende que siendo tú uno de los 7 guardianes no sepas dónde estás.... cruzada de brazos y mostrando mi negra y vacía sonrisa retomé: - No me digas qué las escamas no conocen, no recuerdan nada de su.... pasado? En ese momento como las cadenas que envolvían mi "rostro" se contraían, desarmándose, “abriendo” y dejando ver un rostro, uno muy familiar; su voz gruesa pero con ciertos toques femeninos, cabello negro azabache y arrugas en tu tez evidenciando los años que ya habían pasado por él; inició su charla diciendo: - Anfitrite fue maldecida.... Maldita ha dicho Klaudius... Una segunda voz, mujeres haciendo el eco. El nuevo rostro de un hombre bien parecido y con tono de voz serio retomó: - Anfitrite fue la causante del caos, fue la causante de su castigo... Anfitrite fue maldecida… volvió a repetir el coro femenino.
- Yo no hice nada .... Todo lo hizo Poseidón Desdoblándose el rostro masculino para dar paso a los cabellos blancos que caían sobre su cara, ocultándola. - Sokaro.... Sokaro... aquí naciste junto con tus hermanos las escamas doradas como el último deseo de su Emperador: acabar con su reina. Girándose 180º para quedar en posición normal, sentándose en el aire cruzando sus piernas, con las manos cruzadas y agitando sutilmente su cabeza para liberar de su rostro de aquella cabellera blanquecina. Una vez más su voz se hizo escuchar: - Poseidón me usó, me usó para hacerse del poder de los mares .... Y a cambio yo destruí su sueño, destruí su Atlantis ... Ella los mató, ella convirtió a la Atlantis en nada... El coro femenino se hacía presente.
- No mientas… Tú traicionaste a Poseidón, por eso y sólo por eso te exilió al olvido… Dijo una voz dulce y muy femenina; aquellos cabellos blancos en un sutil sacudir se tornaron negros como la noche misma, sus ojos de un azul intenso y llenos de picardía retomaban: - Fuiste la causante de tu propio destino…. Fuiste tu maldita loca demente!!! … Anfitrite traicionó a nuestro Señor… Una vez más el coro se manifestaba.
- Poseidón fue quien me TRAICIONÓ!!!! … gritando, con un tono bastante alterado, el rostro volvía a cambiar dando paso de nuevo a la peliblanca, sus ojos se mostraban vacíos… un tanto muertos; caminando, dándole la espalda a los humanos, como reviviendo el pasado ella expresó: - Estaba allí… justo allí… señalaba la mujer a un lugar vacío de la sala, quizás su mente recreaba el lugar donde todo pasó. Sus pasos eran cortos y elegantes, es escuchaba el sutil contacto del metal con las baldosas pulidas del piso; ella seguía ensimismada señalando y diciendo: - Allí… detrás de su trono, en aquella pequeña salita estaba escondida, escuchando como mi esposo hablaba, alardeaba de su poder… de sus sueños… las lágrimas, gotas negras comenzaban a brotar de sus ojos cayendo y profanando el fino mármol, dejando una mancha carmesí… era sangre. Su tono de voz era tembloroso y su brazo extendido comenzaba a temblar, ella no paraba de señalar al vacío y sus palabras se mostraban melancólicas: - …nunca me amó, sólo fui un “contrato” … su único interés era conseguir más poder… calló abruptamente llevando su mano a su pecho, en ese instante una carcajada quebraba el silencio que tan sólo se prolongo unos cuantos segundos, dando dos pasos al frente y girándose con rapidez, pasando ambas manos por su cabellera, tornando ésta a un negro intenso, relamía sus labios y con dura voz respondía: - JAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA…. Así que tus actos solo se deben a un despecho… Eres más patética de lo que pensé Anfitrite. Girándose de nuevo para caminar dando pasos largos estilo marcha militar, era una actitud de burla, balanceaba sus manos como un robot siempre a compás de sus pies, caminando en línea recta y desviando su marcha siempre en ángulo recto para regresar a su punto de inicio. Con tono de voz serio repicó: - Sentimientos… Emociones… Es lo que nos lleva a cometer los actos más… puros y a la vez más… estúpidos.
- Ambrose… Ambrose… Mi querido néctar de los Dioses… lo dices por experiencia?. Recogiéndose los cabellos, llevándolos a un corte más varonil, su pose cambiaba totalmente, un parado elegante, un ademán de brazos como si sostuviera una toga, su cara comenzaba a mostrar los años, manchas de sol y arrugas. Su voz fue imponente y del mismo modo volvía a retomar: - Esto es lo que somos… Agachándose y con su dedo escribía sobre la mancha de sangre: ROMA.
Agachada las cadenas comenzaron a cubrir de nuevo mi rostro, comencé a mecerme sin dejar de ver las letras dibujadas, abriendo los huecos que eran mis “ojos” mirando al Marino y con voz metalizada dije: - ROMA – AMOR… interesante juego de palabras… todo lo hice por AMOR… destruí la Atlantis por AMOR… Me sellaron por AMOR… Odio por AMOR… y destruiré a Poseidón por A.M.O.R deletreando la última palabra de un mono siniestro.
Me levanté, chasqueé mis dedos y como por arte de magia desaparecí dejando sólo el sinfín de eslabones destruidos cayendo sin parar y golpeando el precioso suelo. El arrastrar de cadenas que en un inicio se escuchaba a lo lejos que poco a poco se iba acercando más y más, hasta que de un momento a otro se dejó de escuchar volviendo la habitación a un silencio sepulcral.
Un zumbido rápido se sintió, era nuevamente yo colgada del techo de cabeza, ahora suspendida a la altura de sus hombros, rebotaba un poco, mirando la espalda del Marino y del mismo modo yo dándole la espalda al descendiente Atlante, con el mismo tono de voz robotizado esbocé: - Uds las Escamas pueden: detenerme, contenerme o quizás hasta poder... destruirme.... hice una pausa para apoyar mi mano en su hombro y susurrarle: - Si viniste por mí… Estoy en la habitación contigua General Marino de Lymnades. Desapareciendo de nuevo pero ahora los eslabones se recogían, fusionándose unos con otros en pequeños charcos que se iban desplazando hacia el frente, hacia adelante mostrándoles el camino.
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Re: [Isla Primigenia] - "Puente"
Contrarrestando de inmediato la normalidad que aparentaba aquella sala en particular, ahora la encarnación de la diosa Marina se encargaba de llamar más y más locura para que Sokaro y Nasus se deleitaran con sus manías y su recién revelada legión de voces internas, cuya alternatividad cambiaba en conjunción a su cara. Era un espectáculo bizarro, bizarro e informativo.
No me digas qué las escamas no conocen, no recuerdan nada de su.... pasado?
Si lo hiciera, no te preguntaría. Respondió Sokaro con tono algo cortante, exteriorizando instantáneamente el significado de sus últimas palabras que si ya de por sí eran claras, tal vez entre tanta demencia necesitarían un poco más de “fuerza” para llegar a atravesar el cráneo metálico de la mujer de las cadenas. Y...no puedo mentir, esa historia parece la versión arcaica de Roma en un pañuelo de seda.
La locura, las voces y el cambio facial eran como una droga: nocivos y adictivos. El General de Lymnades ahora debía satisfacer la sed de conocimientos que lo empezaban a embargar…y eso era por demás, extraño. Su hermano era el idiota interesado en ese tipo de cosas, no él, pero lo que comandaba su cosmos de Marino era otra cosa muy diferente…y como no le había hecho mal aparte de una sensación incorrecta que no tenía nada que ver con la persona, sino con el lugar, le daría el gusto a Lymnades.
Una vez la figura avanzaba a la siguiente habitación, el enorme militar volvía a arrastrar a Nasus quien en su reticencia parecía al borde de arrancarse el brazo a mordiscos y huir. Si eso no le había gustado, lo siguiente de seguro que sería aún peor para el pobre idiota. Sin más Sokaro lo obligaba a cruzar el siguiente umbral y entrar a la siguiente habitación, oyendo por detrás un sonido que delataba que el enorme portón por el que habían accedido al edificio se cerraba por completo.
Estaban oficialmente atrapados.
No me digas qué las escamas no conocen, no recuerdan nada de su.... pasado?
Si lo hiciera, no te preguntaría. Respondió Sokaro con tono algo cortante, exteriorizando instantáneamente el significado de sus últimas palabras que si ya de por sí eran claras, tal vez entre tanta demencia necesitarían un poco más de “fuerza” para llegar a atravesar el cráneo metálico de la mujer de las cadenas. Y...no puedo mentir, esa historia parece la versión arcaica de Roma en un pañuelo de seda.
La locura, las voces y el cambio facial eran como una droga: nocivos y adictivos. El General de Lymnades ahora debía satisfacer la sed de conocimientos que lo empezaban a embargar…y eso era por demás, extraño. Su hermano era el idiota interesado en ese tipo de cosas, no él, pero lo que comandaba su cosmos de Marino era otra cosa muy diferente…y como no le había hecho mal aparte de una sensación incorrecta que no tenía nada que ver con la persona, sino con el lugar, le daría el gusto a Lymnades.
Una vez la figura avanzaba a la siguiente habitación, el enorme militar volvía a arrastrar a Nasus quien en su reticencia parecía al borde de arrancarse el brazo a mordiscos y huir. Si eso no le había gustado, lo siguiente de seguro que sería aún peor para el pobre idiota. Sin más Sokaro lo obligaba a cruzar el siguiente umbral y entrar a la siguiente habitación, oyendo por detrás un sonido que delataba que el enorme portón por el que habían accedido al edificio se cerraba por completo.
Estaban oficialmente atrapados.
Sokaro- General Marino
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Re: [Isla Primigenia] - "Puente"
Habíamos salido finalmente de aquel exótico lugar, el camino desde Saint Sulpice hasta la entrada oficial de la cripta fue sin contratiempo alguno, todo marchaba según lo previsto.
El sarcófago descendió sobre el piso, del mismo modo que lo hacía Sokaro, yo miré a mi alrededor, visualizando todo aquello, el gran templo por momentos parecía desmaterializarse, como si quizás todo se tratase de una alucinación o una desfase dimencional. Suspiré, miré el féretro que seguía dentro de la burbuja, miré a Sokaro y con voz un tanto indiferente musité: - Adáptate un poco a los cambios de luz, no sé que tan familiarizado estés con tus nuevos "ojos"... estamos a un paso de volver a la civilización como tal.
Caminé hasta el borde donde iniciaba el puente, la niebla seguía allí, tan densa y tan espesa que podía cortarse con un cuchillo, recordé el sentimiento que tuve en aquel momento cuando lo atravesé, susurré mientras mi mirada se perdía entre las nubes: - Maldita Isla! Levantando mi mano y soplandola, momento en que toda la nubosidad de desplazaba dejando libre toda la zona del inmenso y largo puente, miré a Sokaro y le dije: - Vamos, tenemos que continuar... anda tu primero, una vez haya pasado yo no quedará nada que una este lado con el otro. Encendí mi cosmos y con gran maestría lanzaba sin causar daño alguno el féretro, esperándonos al otro extremo. Miré una vez más a Sokaro y con un gesto facial le indiqué que comenzara a mover el culo.
El sarcófago descendió sobre el piso, del mismo modo que lo hacía Sokaro, yo miré a mi alrededor, visualizando todo aquello, el gran templo por momentos parecía desmaterializarse, como si quizás todo se tratase de una alucinación o una desfase dimencional. Suspiré, miré el féretro que seguía dentro de la burbuja, miré a Sokaro y con voz un tanto indiferente musité: - Adáptate un poco a los cambios de luz, no sé que tan familiarizado estés con tus nuevos "ojos"... estamos a un paso de volver a la civilización como tal.
Caminé hasta el borde donde iniciaba el puente, la niebla seguía allí, tan densa y tan espesa que podía cortarse con un cuchillo, recordé el sentimiento que tuve en aquel momento cuando lo atravesé, susurré mientras mi mirada se perdía entre las nubes: - Maldita Isla! Levantando mi mano y soplandola, momento en que toda la nubosidad de desplazaba dejando libre toda la zona del inmenso y largo puente, miré a Sokaro y le dije: - Vamos, tenemos que continuar... anda tu primero, una vez haya pasado yo no quedará nada que una este lado con el otro. Encendí mi cosmos y con gran maestría lanzaba sin causar daño alguno el féretro, esperándonos al otro extremo. Miré una vez más a Sokaro y con un gesto facial le indiqué que comenzara a mover el culo.
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Re: [Isla Primigenia] - "Puente"
Sigh, entendido. Dijo el General dando un paso hacia adelante, pudiendo percibir como todos y cada uno de los elementos del horrendo puentes eran modificados por el cosmos y la voluntad misma de Anfitrite: la niebla que una vez lo hubo cubierto simplemente se apartaba y dejaba en claro el camino que habrían de seguir, con enormes baldosas blancas cuarteadas cuyas rupturas no costaban demasiado sortear. Por lo visto la dificultad para atravesar la estructura había sido el efecto de la niebla sobre ellos así como de la locura inherente que proyectaba Anfitrite desde el corazón de la isla. Ya no más.
Por cierto… Empezó el militar con curiosidad, cambiando la postura de su cabeza y dirigiendo la mirada en pos de Anfitrite quien lo seguía de cerca, a sus espaldas. ¿Qué vas a hacer con ese estilo? El color rojo no queda tanto con un cabello negro. Preguntó Sokaro levantando una ceja, haciendo referencia al brillo sobrenatural que despedían los ojos de su jefa: un precioso carmín cuyos tonos secundarios eran clásicos de un atardecer. No es que le pareciera atractivo, pero era una enorme curiosidad…una que solo se podía llegar a ver en su totalidad con la nueva visión.
La maldición no era del todo mala.
¿Y bien?
Por cierto… Empezó el militar con curiosidad, cambiando la postura de su cabeza y dirigiendo la mirada en pos de Anfitrite quien lo seguía de cerca, a sus espaldas. ¿Qué vas a hacer con ese estilo? El color rojo no queda tanto con un cabello negro. Preguntó Sokaro levantando una ceja, haciendo referencia al brillo sobrenatural que despedían los ojos de su jefa: un precioso carmín cuyos tonos secundarios eran clásicos de un atardecer. No es que le pareciera atractivo, pero era una enorme curiosidad…una que solo se podía llegar a ver en su totalidad con la nueva visión.
La maldición no era del todo mala.
¿Y bien?
Sokaro- General Marino
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Re: [Isla Primigenia] - "Puente"
Sokaro no había tardado en ponerse en marcha y ya se encontraba atravesando el puente. La dispersión de la niebla hacía que ese camino no se mostrará tan intimidante, de hecho parecía un simple y normal puente de baldosa, ni más ni menos.
Encendí mi cosmos en el momento en que di el primer paso en el puente, concentrando mi poder en mis piernas, con cada paso agrietaba las baldosas, resquebrajando el piso, no dejaría nada en pie y menos ninguna conexión entre esa cripta y el mundo exterior.
"¿Qué vas a hacer con ese estilo? El color rojo no queda tanto con un cabello negro." Fue Sokaro, se notaba tranquilo, levanté una ceja ante su comentario y respondí: - ¿De qué rojo hablas?, esa maldición si que te dejó jodido... Escuchándose como el piso seguía agrietándose y pendía de un hilo la estabilidad de aquel puente.
Ya nos encontrábamos en el otro extremo del puente, el viento zumbaba quizás anunciando lo que se avecinaba. A nueva cuenta encendí mi cosmos y golpeando el borde de aquel puente con tal fuerza que como un rompecabezas, el piso se fue desmoronando, cayendo escombro tras escombro en el profundo abismo. Levanté mi mano y dibujé un semicírculo en el aire, del cual aparecieron 5 pequeñas esferas moradas que levitaban con gran gracia. En el momento en que Sokaro hacia la pregunta: "¿Y bien?" moví mi mano empuñandola: las esferas se contrajeron; la abri dejándola concava: las esferas se expandieron; la puse concava hacia el frente: la esferas cayeron en dirección al abismo; la volví a cerrar: uniéndose las esferas en una sola desde el interior mismo de la tierra; si este lugar no había manera de desaparecerlo por lo menos no lo haría visible.
Seria e imponente respondí: - Y bien... finalmente esto ha terminado, nos regresamos a lo que se supone es nuestra nueva "Casa"... ¿alguna objeción? jajajajajajajaajajaja Dándole la espalda, y escuchando derrumbe tras derrumbe mientras la densa nube de polvo que se levantaba era nuestro marco perfecto de despedida.
Encendí mi cosmos en el momento en que di el primer paso en el puente, concentrando mi poder en mis piernas, con cada paso agrietaba las baldosas, resquebrajando el piso, no dejaría nada en pie y menos ninguna conexión entre esa cripta y el mundo exterior.
"¿Qué vas a hacer con ese estilo? El color rojo no queda tanto con un cabello negro." Fue Sokaro, se notaba tranquilo, levanté una ceja ante su comentario y respondí: - ¿De qué rojo hablas?, esa maldición si que te dejó jodido... Escuchándose como el piso seguía agrietándose y pendía de un hilo la estabilidad de aquel puente.
Ya nos encontrábamos en el otro extremo del puente, el viento zumbaba quizás anunciando lo que se avecinaba. A nueva cuenta encendí mi cosmos y golpeando el borde de aquel puente con tal fuerza que como un rompecabezas, el piso se fue desmoronando, cayendo escombro tras escombro en el profundo abismo. Levanté mi mano y dibujé un semicírculo en el aire, del cual aparecieron 5 pequeñas esferas moradas que levitaban con gran gracia. En el momento en que Sokaro hacia la pregunta: "¿Y bien?" moví mi mano empuñandola: las esferas se contrajeron; la abri dejándola concava: las esferas se expandieron; la puse concava hacia el frente: la esferas cayeron en dirección al abismo; la volví a cerrar: uniéndose las esferas en una sola desde el interior mismo de la tierra; si este lugar no había manera de desaparecerlo por lo menos no lo haría visible.
Seria e imponente respondí: - Y bien... finalmente esto ha terminado, nos regresamos a lo que se supone es nuestra nueva "Casa"... ¿alguna objeción? jajajajajajajaajajaja Dándole la espalda, y escuchando derrumbe tras derrumbe mientras la densa nube de polvo que se levantaba era nuestro marco perfecto de despedida.
Ambrose- Dios/a
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Re: [Isla Primigenia] - "Puente"
Hablo de tus ojos, genio. Antes eran azules, pasando al amarillo cuando tenías cara de vieja y ahora son rojos. Es patético que hasta un ciego como yo pueda ver más claro que tú. Le contestó Sokaro a su jefa antes de finalmente terminar el trayecto y llegar al inicio del puente. Observando con cuidado los movimientos de la diosa el General se dio cuenta de que esta ya estaba machacando la entrada de la horrenda isla, aunque en verdad dudaba que eso funcionara…por más sellos de algas y magia marina que hiciera, tan solo por una razón:
Y...¿no crees qué hayan más entradas? Dudo que Poseidón haya hecho tan solo una, siempre hay una puerta trasera. Murmuró sabiendo de antemano la posible respuesta de la Emperatriz de los Océanos, pero tampoco quedaba mal el señalar aquello, después de todo casi habían perdido sus vidas y su razón con tan solo entrar allí.
Por cierto, no…ninguna objeción. Tan solo quiero llegar y darme un baño…en lo posible comer bastante y dormir unos días seguidos. Esta excursión fue más cansada que las visitas a los germanos en las campañas romanas… Contestó Sokaro con real cansancio expresado en la voz. Sencillamente estaba agotado, tanto físicamente como mentalmente: no todos los días se iba a la cripta de una diosa y se veía una cosa digna de un relato de terror que contarle a los niños para que no salieran de la cama por las noches. Así que entonces, marchémonos. Finalizó el General continuando la caminata en pos de la salida que los llevaría a la cueva en la que Anfitrite llamaba su “viejo hogar” o “Isla Cristina”. Fuera cual fuera el término, su misión había sido un éxito total.
Y...¿no crees qué hayan más entradas? Dudo que Poseidón haya hecho tan solo una, siempre hay una puerta trasera. Murmuró sabiendo de antemano la posible respuesta de la Emperatriz de los Océanos, pero tampoco quedaba mal el señalar aquello, después de todo casi habían perdido sus vidas y su razón con tan solo entrar allí.
Por cierto, no…ninguna objeción. Tan solo quiero llegar y darme un baño…en lo posible comer bastante y dormir unos días seguidos. Esta excursión fue más cansada que las visitas a los germanos en las campañas romanas… Contestó Sokaro con real cansancio expresado en la voz. Sencillamente estaba agotado, tanto físicamente como mentalmente: no todos los días se iba a la cripta de una diosa y se veía una cosa digna de un relato de terror que contarle a los niños para que no salieran de la cama por las noches. Así que entonces, marchémonos. Finalizó el General continuando la caminata en pos de la salida que los llevaría a la cueva en la que Anfitrite llamaba su “viejo hogar” o “Isla Cristina”. Fuera cual fuera el término, su misión había sido un éxito total.
Sokaro- General Marino
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