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Lydia
Sophia
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Aposentos de Zeus
Nunca supo que había pasado cuando todo se volvió oscuridad. Fue como si el sueño se la llevara a un lugar lejano, muy lejano. Era tanto así que estaba segura que esta vez no podría valerse de sus propios pies para volver a su hogar.
Abrió los ojos lentamente, mareada aun. La luz de ese extraño lugar brillante la cegó por un momento. Todo era tan blanco… Pero luego de que sus pupilas se pudiesen acostumbrar vio que estaba en medio de un lugar sin precedentes. Había nubes en el piso, como un niebla espesa que no la dejaba ver su cuerpo recostado. Pilares se alzaban de vez en cuando, de tres metros, cuatro y hasta cinco de altura. Otros estaban caidos en el piso.
Se sentó y se apoyó contra uno de estos pilares escondiéndose. No tenía idea de donde estaba pero todo aquello se sentía como un sueño, uno del cual quería despertar rápidamente. Sabía que algo estaba terriblemente mal.
<< ¿Dónde estoy? … ¿Qué me hizo Mauritius? … ¿Por qué Vergilius portaba esa armadura tan extraña? >>
Todas las respuestas a esas interrogantes no serían respondidas hasta que alguien le dijera que había pasado. Las palabras de Edward se repetían en su mente, estaba en peligro y era esa seguramente la primera forma en que ese peligro se estaba manifestado. Si una guerra iniciaba, una guerra por su culpa, la mejor forma para impedirla era… precisamente… matarla, alejarla, o encerrarla. ¿Habría sido aquello lo que había ocurrido? ¿Estaba muerta?
Sophia- Status :
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Re: Aposentos de Zeus
Lydia estuvo a punto de ir hacia donde el cosmos de Hades se había dirigido la primera vez, puesto que su fin era seguirlo para poder intentar atacarle mientras recién estaba débil. Quería ganarle ahora que estaba débil, pero una vez más sus fines se vieron bastante desviados, cuando sintió la presencia de una energía amable, cálida y generosa. Una energía que obviamente a ella le hacía dar unas náuseas enormes. Es que ella no concebía percibir tanta amabilidad sin sentir que tenía que huir a toda costa a extinguirla, o por lo menos hacer que no se manifestase tan pronto ante ella.
-Esta energía me recuerda a una deidad en particular... Una que no es muy amiga de las más oscuras.- Lydia dijo esto mientras salía del portal y esperaba a que su ángel lo hiciera con ella, pero como tenía deseos de ver quién poseía esa energía tan cálida y llena amabilidad, no esperó a que su subordinada llegase a ese lugar, sino que se dirigió hacia esa fuente extraña para salir de su ignorancia por lo menos una vez. Luego de varios minutos de pasar por la entrada de ese lugar, la joven de los cabellos negros llegó hacia la fuente de la energía que le molestaba y un nudo en la garganta le impidió hablar; la diosa del amor pasional no esperaba algo tan terrible como eso. Aún no creía que su más querida prima tuviese dentro de su interior una energía tan fuerte y tan única que podía afectarla de esa forma tan atroz.
-¿Sohía? ¿Cómo es posible que tú...? Esperaba cualquier tipo energía emanando de tí, pero esta...- Lydia no sabía qué hacer y aunque fuese ilógico que ella mostrase ese tipo de preocupación por su prima, cuando no dudó un segundo en intentatar matar a su hermano; la diosa del amor no podía evitar sentir deseos de proteger a aquella chica pelirroja que estaba con aspecto de confundida en ese lugar.
-Sophía... ¿Qué haces acá? ¿Para qué Zeus te ha traído?- Lydia se arrodilló al lado de su prima, a quien a pesar de la especie de nieblal que se cernía en se lugar, pudo identificar, por el uso de su poder divino. -No pensé que él iba a actuar de esa manera... Sophía dime de qué recipiente eres?
-No puede ser... Esta energía me recuerda a Athena, una de las hijas de Zeus, no puedo asegurarlo, pero parece que ella fuese quien la guardase. Durante tantas eras, todo el mundo se ha peleado o con Athena, o por tratar de protegerla; ahora Sophía es traída por el mismo Zeus acá... En definitiva ella tiene que serlo, sino no estaría aquí... ¿Ahora qué voy a hacer? A parte de Samantha ella es la única a quien he querido como un familiar. Es más importante que mi hermano incluso.
-Esta energía me recuerda a una deidad en particular... Una que no es muy amiga de las más oscuras.- Lydia dijo esto mientras salía del portal y esperaba a que su ángel lo hiciera con ella, pero como tenía deseos de ver quién poseía esa energía tan cálida y llena amabilidad, no esperó a que su subordinada llegase a ese lugar, sino que se dirigió hacia esa fuente extraña para salir de su ignorancia por lo menos una vez. Luego de varios minutos de pasar por la entrada de ese lugar, la joven de los cabellos negros llegó hacia la fuente de la energía que le molestaba y un nudo en la garganta le impidió hablar; la diosa del amor pasional no esperaba algo tan terrible como eso. Aún no creía que su más querida prima tuviese dentro de su interior una energía tan fuerte y tan única que podía afectarla de esa forma tan atroz.
-¿Sohía? ¿Cómo es posible que tú...? Esperaba cualquier tipo energía emanando de tí, pero esta...- Lydia no sabía qué hacer y aunque fuese ilógico que ella mostrase ese tipo de preocupación por su prima, cuando no dudó un segundo en intentatar matar a su hermano; la diosa del amor no podía evitar sentir deseos de proteger a aquella chica pelirroja que estaba con aspecto de confundida en ese lugar.
-Sophía... ¿Qué haces acá? ¿Para qué Zeus te ha traído?- Lydia se arrodilló al lado de su prima, a quien a pesar de la especie de nieblal que se cernía en se lugar, pudo identificar, por el uso de su poder divino. -No pensé que él iba a actuar de esa manera... Sophía dime de qué recipiente eres?
-No puede ser... Esta energía me recuerda a Athena, una de las hijas de Zeus, no puedo asegurarlo, pero parece que ella fuese quien la guardase. Durante tantas eras, todo el mundo se ha peleado o con Athena, o por tratar de protegerla; ahora Sophía es traída por el mismo Zeus acá... En definitiva ella tiene que serlo, sino no estaría aquí... ¿Ahora qué voy a hacer? A parte de Samantha ella es la única a quien he querido como un familiar. Es más importante que mi hermano incluso.
Narración/ Lydia/ Pensamientos de lYdia
Lydia- Dios/a
- Reino : Olimpo
Templo de Afrodita
Ataques :
AD - Flama de Lujuria (4400)
AD - Ovillo de Espinas Rojas (4500)
AM - Canto de la Lamia (4900)
AM - Renacer de la titania (5000)
AF - Jardín de Rosas Negras (*6200)
AF - Penitencia (5700)
AFa - Encanto de lo oscuro (6600)
AFa - Esencia de feromona (6700)
Defensa :
Laberinto de Lujuria
DE - Danza de los cinco tokens
Cantidad de envíos : 404
Re: Aposentos de Zeus
Luego de haberse adentrado al portal que habia abierto su Diosa, tenia la incertidumbre de cual seria el sitio donde se dirgian, realmente no entendia mucho, por que luego del ultimo mensaje que recibio, no sabia que planes podria tener su amiga. Despues del mensaje, pudo percibir que el cosmos de Eris y otro que se le hacia familiar habian desaparecido, de una manera muy extraña en verdad, eso le hacia pensar muchas posibilidades de planes que pudiera tener su deidad, sin encambio, no podia llegar a una sola conclusion.
Durante el viaje, pudo sentir dos grandes cosmoenergias, claro aparte de la de Zeus y su diosa. Una era completamente tenebrosa, con solo sentirla te trasmitia temor y caos, sin embargo la otra era paz, armonia y tranquilidad, tenia otra clase de espacio, la primera tambien lo tenia, de hecho ambos la compartian, pero la segunda te delegaba paz interior y serenidad. Esto solo hizo que el angel se interesara en estas, ya que podia sentir como su Diosa seguia alguna de estas grandes presencias.
Al escuchar las palabras de Lydia al salir del portal, hizo pensar que su Diosa conocia esa cosmoenergia. A Lin solo un poco, aun no recordaba bien la presencia de muchos Dioses. Se apresuro a alcanzar a su Diosa, pues ya se habia retrasado un poco. Casi corriendo paso la entrada, con un solo objetivo, alcanzar a su deidad. Pero sus ojos se ensancharon al entrar y ver la escena. Lydia arrodillada al lado de una chica peliroja, que mostraba gran desconcierto. Jamas habia visto a Lydia asi, Jamas! Por lo que se quedo estatica, ademas, aquella chica que mostraba una aura mas que angelical, era la reencarnacion de un Dios, eso decia Lydia y podria afirmarlo al instante el Angel. ¿Seria Athena? La pregunta cruzo por su mente, solo una persona podria ser acredora de tal aura, por lo que lentamente se acerco.
- Lydia..... - con su cosmos pudo articular las demas palabras que su garganta no pudo. - ¿Ella podria ser Athena?
Pero sabia que en ese momento no era lo mas conveniente de estar ahi, conocia que Sophia eran primas y tal vez pudieron compartr muchas cosas, por lo que se fue de ese lugar. Lydia estaria bien, al menos por el momento no se tenia que preocupar por ella. Su diosa tenia un asunto pendiente con la chica de cabello violeta. Un asunto que era solo de ambas. Sonrio y del mismo portal del que habia entrado, desaparecio. Tomando un rumbo distinto. Roma.
Durante el viaje, pudo sentir dos grandes cosmoenergias, claro aparte de la de Zeus y su diosa. Una era completamente tenebrosa, con solo sentirla te trasmitia temor y caos, sin embargo la otra era paz, armonia y tranquilidad, tenia otra clase de espacio, la primera tambien lo tenia, de hecho ambos la compartian, pero la segunda te delegaba paz interior y serenidad. Esto solo hizo que el angel se interesara en estas, ya que podia sentir como su Diosa seguia alguna de estas grandes presencias.
Al escuchar las palabras de Lydia al salir del portal, hizo pensar que su Diosa conocia esa cosmoenergia. A Lin solo un poco, aun no recordaba bien la presencia de muchos Dioses. Se apresuro a alcanzar a su Diosa, pues ya se habia retrasado un poco. Casi corriendo paso la entrada, con un solo objetivo, alcanzar a su deidad. Pero sus ojos se ensancharon al entrar y ver la escena. Lydia arrodillada al lado de una chica peliroja, que mostraba gran desconcierto. Jamas habia visto a Lydia asi, Jamas! Por lo que se quedo estatica, ademas, aquella chica que mostraba una aura mas que angelical, era la reencarnacion de un Dios, eso decia Lydia y podria afirmarlo al instante el Angel. ¿Seria Athena? La pregunta cruzo por su mente, solo una persona podria ser acredora de tal aura, por lo que lentamente se acerco.
- Lydia..... - con su cosmos pudo articular las demas palabras que su garganta no pudo. - ¿Ella podria ser Athena?
Pero sabia que en ese momento no era lo mas conveniente de estar ahi, conocia que Sophia eran primas y tal vez pudieron compartr muchas cosas, por lo que se fue de ese lugar. Lydia estaria bien, al menos por el momento no se tenia que preocupar por ella. Su diosa tenia un asunto pendiente con la chica de cabello violeta. Un asunto que era solo de ambas. Sonrio y del mismo portal del que habia entrado, desaparecio. Tomando un rumbo distinto. Roma.
Última edición por Lin el Dom Ene 22, 2012 1:36 pm, editado 1 vez
Lin- Angel de Afrodita
- Reino : Olimpo
Templo de Afrodita
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AD - Love Spiral (1250)
AD - Dreams and Fantasies (1400)
Defensa :
Love Barrier
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Re: Aposentos de Zeus
En la incertidumbre de su situación y en medio de ese lugar que parecía ser un sueño, la boca de Sophia no pudo evitar abrirse de la impresión al ver que se le acercaba un rostro conocido. Era Lydia, su prima menor. La princesa, hermana de Vergilius, reina de la belleza en más de un torneo, amada por Roma… estaba ahí justo frente a ella. Pero ya no lucía como la hermosa e inocente chica que Sophia alguna vez conoció, había en sus ojos años de sabiduría y cansancio, como si de pronto tuviese miles de años encima.
– Ly…dia… ¿Lydia? – Sophia quería inclinarse a pensar que todo eso era un sueño. Pero sabía que no lo era. Tenía ya la certeza de que algo extraño había sucedido con toda su familia y ella estaba en medio de aquello. Pero nunca había imaginado que también Lydia estaría involucrada en algo como eso.
Cuando de pronto su prima le preguntó por qué Zeus la había llevado a ese lugar, unió todas las ideas dando vuelta en su cabeza para comprender que Mauritius entonces debía ser Zeus. ¿Pero cómo era posible que simples humanos fueran dioses, o al menos tuvieran el poder de uno?
– No..no..lo sé. – Respondió Sophia rodeándola con los brazos, aferrándose al cuerpo del Lydia buscando un consuelo en esa situación, asegurándose de que sus ojos no la engañaban y que la persona que estaba ahí era realmente su prima Lydia. Sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad, pues si había alguien a quien Sophia quería en su familia, era Lydia. - ¿Dónde estamos?
Eran apenas niñas. Sophia tenía 11 años y Lydia 9. Recordaba la sensación de haber tenido la mano de Lydia apretando su muñeca arrastrándola por medio de las plantaciones de trigo del valle dulce. Era de noche, ambas corrían, Sophia con el corazón en un hilo de miedo y Lydia con una gran sonrisa traviesa. Mientras corrían no pudo evitar pensar que Lydia parecía una criatura nocturna, la forma en que se movía evitando la luz de la luna, adorando las sombras, haciendo que nadie las pudiese encontrar en ese juego.
Sabía que Gelum y Vergilius estaban buscándolas. Era un juego de escondidas después de todo. Gelum tenía la edad de Lydia y Vergilius era apenas mayor que Sophia. Todos niños, todos jugando como si nada pudiese ser tocado en su infancia. Lydia se detuvo en seco y puso la mano en la boca de Sophia para que no hablase y le indicó con un índice sobre sus labios que mantuviera silencio. Se quedaron agachadas en las sombras de un árbol escondidas atrás de un tronco mientras Gelum pasaba corriendo buscándolas con desesperación. Apenas estuvo fuera de vista Lydia se echó a reir sobre el pasto.
- ¡Eso estuvo cerca! Nunca nos encontrarán Sophi. – Dijo Lydia arreglándose su cabello suelto con los dedos. Sophia al mirarla bañada con la luz de la luna no pudo evitar pensar lo hermosa que era.
- No lo sé… - Dijo Sophia sonrojándose al pensar en el hermano mayor de Lydia. - Vergilius es muy bueno para estos juegos.
- De día. De noche no hay nadie que me gane.
- Creo que tienes razón. – Susurró reclinando contra el tronco intentando recuperar el aliento.
- Sophia, ¿Te gusta mi hermano? – Le preguntó mirándola de reojo con seriedad al notar las mejillas sonrojadas de Sophia.
- Cla..claro. – Respondió Sophia nerviosa. – Es mi primo, me agrada mucho. – Le sonrió esperando que eso acabara el tema, pero su sonrisa ofuscada no engañaba a Lydia.
- No me refería a esa manera. Me refiero…
- Lo sé.
- ¿Entonces? – Preguntó Lydia y al ver como el rostro de Sophia se llenaba de tristeza mientras miraba el suelo entendió. – Siempre he tenido una habilidad para darme cuenta de esas cosas. Puedo sentir cuando fluye amor entre dos personas, ¿Sabes? No lo sé… es como si la diosa Venus viviera en mí. – Lydia rió y Sophia la miró con miedo, sin saber qué pensaría de lo que acababa de intuir. – No se lo diré. Aunque debo decirte que es un tonto por no darse cuenta que lo amas.
- No deberíamos hablar de estas cosas… - Dijo Sophia mirando hacia un costado, sus mejillas estaban muy rojas lo cual le causaba gracia a Lydia.
- ¿Por qué no? – Lydia miró fijamente a Sophia. – Siempre he pensado que el amor es lo más grandioso que puede surgir entre dos personas… luego viene la lujuria y el romance. ¿A que no has pensando en besarlo? – Lydia rió nuevamente tapándose la boca con las manos.
- ¡Lydia! No… no me… que vergüenza.
Sophia la miró recordando a esa dulce y traviesa Lydia, que era dueña de la noche y la luna, que decía haber sentido a Venus jugando con ella más de una vez, que podía detectar con facilidad entre dos personas incluso a esa edad. Era su prima, era la hermana que ella no había tenido…
-¿Qué energía emana de mi Lydia? – Preguntó Sophia separándose de ella. - ¿Por qué dices que soy un recipiente? – De pronto las palabras de Octavius volvieron a ella cuando le había dicho que era Ares frente a ella y que su primo mayor era sólo un recipiente para su alma. La idea de que hubiese pasado lo mismo con Lydia hicieron que las lágrimas corrieran por su rostro. ¿Habría pasado lo mismo con Solomón y Vergilius? ¿Con Gelum? ¿Todos los que amaban habrían muerto para que los dioses jugaran con sus cuerpos y ahora también…ella lo haría? - Me has conocido toda tu vida… Crees que sólo soy eso, ¿Un recipiente? ¡Tú eres más que un recipiente Lydia! ¡Despierta! –Moviendo su cuerpo con fuerza hacia adelante y atrás. – No me digas que tu eres sólo un recipiente, una memoria en el tiempo de una prima que fue para mi como una hermana… por favor no me digas eso. No tú...
Sophia- Status :
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Re: Aposentos de Zeus
La mujer de los cabellos negros estaba escuchando con atención lo que decía su prima. Ciertamente no podía creer que ella tuviese dentro de sí misma una energía tan fuerte e importante, capaz de hacer que Zeus fuese a buscarla en persona para traerla a su reino a la fuerza; la verdad era que cada segundo más, la prima de la pelirroja se sonrprendía cada vez más con todo lo que iba descubriendo en ese lugar, pues su prima, no sólo estaba contenta de verla, sino que también ignoraba por completo lo que estaba pasándole y más que todo, se mostraba bastante renuente a creer que ellas fueran simples recipientes que encerraban deidades.
-Linda ten calma.- Lydia correspondió el abrazo de su prima con un profundo cariño y pensó en cada una de las palabras que iba a contestarle a aquella mujer que aunque mayor a ella, se mostraba ante ella de manera frágil, tal como una hermana menor buscando la protección y comprensión de la mayor. Si había algo que le incomodase a la diosa del amor, era precisamente el hecho de entrar en contacto profundo con ese lado humano y desinterado que la llevaba a tratar de hacer sentir bien a toda costa a alguien que no le representase de manera inmediata un beneficio comprobado. Definitivamente Lydia no podía mentirse a sí misma. Ella aún tenía un profundo amor por sus dos primas, y al estar una de ellas difunta, su sentido de sobreprotección con la otra que quedaba viva, se había acrecentado de manera inimaginable, y era por eso que no podría matarla nunca.
-Mira... Este lugar es el templo de Zeus. El sitio donde antes gobernaba el señor del trueno, el mismo que tenía el control total sobre cada deidad dispersa por la tierra. Si él ha decidido traerte a este lugar, es porque piensa que tú tienes un poder muy grande que quizá puede interponerse en tu camino.- Lydia guardó silencio de inmediato, pues pensaba que eso que estaba diciendo, no iba a hacer sino asustar más a su prima, quien ya estaba al borde del colapso.
Mientras la mujer de cabellos negros trataba de desprenderse de su ambición por el poder y su imagen de mujer insensible e impersuadible, empezó a recordar un fragmeto de su vida. Uno que iba un poco más lejos de su niñez, y que marcaba la época en la que ella se empezó a tomar camino para convertirse en una mujer. Lydia tendría unos doce años, cuando una vez más su prima la fue a visitar para sacarla de sus libros y su soledad; porque aunque fuese prohibido la princesa de ROma leía a escondidas para que nadie la viese o la castigase. En esos tiempos todo era tranquilo y podría decirse que un poco feliz. Sus hermanos ya empezaban a mostrar su ausencia y por ende su desinterés y ella... Su apatía por todo lo que no concerniese a ella.
-Lydia! ¿Qué haces ahí desperdiciando la mañana? Es un lindo día vamos sal de esas sábanas y deja de estar leyendo.- Dijo una voz amable que sacó a Lydia de su ensimismamiento.
-¿Pero qué...? ¿Quién te ha dejao entrar? ¡No puedes verme en bata de dormir! ¡No es posible!- Dijo Lydia mientras se tapaba con las sábanas hasta quedar completamente oculta por las mismas.
-Pues es tu culpa- Dijo Sophía haciendo un puchero y revolviendo las sábanas de su prima- Debiste haber salido hace rato de tu cama, para ponerte a cumplir con tus deberes.
-Está bien... Ya me levantaré- Lydia salió de su cama a regañadientes y guardó sus pergaminos debajo de la cama- No entiendi para qué te he traído de vacaciones, seguro me llevarás a ese jardín soleado donde la pasaré mal.- Dijo la princesa de mala gana.
-Así es Lydia! Soy tu prima y cuando estés triste o deganada como ahora, estaré a tu lado para animarte y un poco de sol no te hará daño para nada, además siempre terminas diviritiéndote, después de todo, yo nunca te haría daño.
Lydia suspiró y encontró al fin las palabras para su prima, así como ella le dijo una vez que estaría para ayudarle cuando estuviese desganada o deprimida, la ex-princesa de Roma también estaría cerca de ella para ayudarle en esos momentos tan importantes y aterrorizantes como los que estaba pasando.
-Parece que la idea de lo que soy no sólo le ha molestado a Solomon. También te has puesto alterada al saber tal cosa. Linda yo no soy un recipiente- dijo la diosa del amor acomodándose los cabellos esperando a que su prima dejase de actuar como una loca- Yo soy Afrodita y soy Lydia, es todo. No hay más cosa que discutir, no hay nada qué analizar, sigo siendo la misma, sólo que más poderosa que nunca. Y descuida trataré de hacer que Zeus no te lastime. Primero me marca la piel a mí, antes de poder hacerte algo, y tú sabes que mi apariencia física es lo más importante para mí. Ahora ten calma y demuestra valentía.No te doblegues ante ningún hombre.
-Linda ten calma.- Lydia correspondió el abrazo de su prima con un profundo cariño y pensó en cada una de las palabras que iba a contestarle a aquella mujer que aunque mayor a ella, se mostraba ante ella de manera frágil, tal como una hermana menor buscando la protección y comprensión de la mayor. Si había algo que le incomodase a la diosa del amor, era precisamente el hecho de entrar en contacto profundo con ese lado humano y desinterado que la llevaba a tratar de hacer sentir bien a toda costa a alguien que no le representase de manera inmediata un beneficio comprobado. Definitivamente Lydia no podía mentirse a sí misma. Ella aún tenía un profundo amor por sus dos primas, y al estar una de ellas difunta, su sentido de sobreprotección con la otra que quedaba viva, se había acrecentado de manera inimaginable, y era por eso que no podría matarla nunca.
-Mira... Este lugar es el templo de Zeus. El sitio donde antes gobernaba el señor del trueno, el mismo que tenía el control total sobre cada deidad dispersa por la tierra. Si él ha decidido traerte a este lugar, es porque piensa que tú tienes un poder muy grande que quizá puede interponerse en tu camino.- Lydia guardó silencio de inmediato, pues pensaba que eso que estaba diciendo, no iba a hacer sino asustar más a su prima, quien ya estaba al borde del colapso.
Mientras la mujer de cabellos negros trataba de desprenderse de su ambición por el poder y su imagen de mujer insensible e impersuadible, empezó a recordar un fragmeto de su vida. Uno que iba un poco más lejos de su niñez, y que marcaba la época en la que ella se empezó a tomar camino para convertirse en una mujer. Lydia tendría unos doce años, cuando una vez más su prima la fue a visitar para sacarla de sus libros y su soledad; porque aunque fuese prohibido la princesa de ROma leía a escondidas para que nadie la viese o la castigase. En esos tiempos todo era tranquilo y podría decirse que un poco feliz. Sus hermanos ya empezaban a mostrar su ausencia y por ende su desinterés y ella... Su apatía por todo lo que no concerniese a ella.
-Lydia! ¿Qué haces ahí desperdiciando la mañana? Es un lindo día vamos sal de esas sábanas y deja de estar leyendo.- Dijo una voz amable que sacó a Lydia de su ensimismamiento.
-¿Pero qué...? ¿Quién te ha dejao entrar? ¡No puedes verme en bata de dormir! ¡No es posible!- Dijo Lydia mientras se tapaba con las sábanas hasta quedar completamente oculta por las mismas.
-Pues es tu culpa- Dijo Sophía haciendo un puchero y revolviendo las sábanas de su prima- Debiste haber salido hace rato de tu cama, para ponerte a cumplir con tus deberes.
-Está bien... Ya me levantaré- Lydia salió de su cama a regañadientes y guardó sus pergaminos debajo de la cama- No entiendi para qué te he traído de vacaciones, seguro me llevarás a ese jardín soleado donde la pasaré mal.- Dijo la princesa de mala gana.
-Así es Lydia! Soy tu prima y cuando estés triste o deganada como ahora, estaré a tu lado para animarte y un poco de sol no te hará daño para nada, además siempre terminas diviritiéndote, después de todo, yo nunca te haría daño.
Lydia suspiró y encontró al fin las palabras para su prima, así como ella le dijo una vez que estaría para ayudarle cuando estuviese desganada o deprimida, la ex-princesa de Roma también estaría cerca de ella para ayudarle en esos momentos tan importantes y aterrorizantes como los que estaba pasando.
-Parece que la idea de lo que soy no sólo le ha molestado a Solomon. También te has puesto alterada al saber tal cosa. Linda yo no soy un recipiente- dijo la diosa del amor acomodándose los cabellos esperando a que su prima dejase de actuar como una loca- Yo soy Afrodita y soy Lydia, es todo. No hay más cosa que discutir, no hay nada qué analizar, sigo siendo la misma, sólo que más poderosa que nunca. Y descuida trataré de hacer que Zeus no te lastime. Primero me marca la piel a mí, antes de poder hacerte algo, y tú sabes que mi apariencia física es lo más importante para mí. Ahora ten calma y demuestra valentía.No te doblegues ante ningún hombre.
Lydia- Dios/a
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AD - Ovillo de Espinas Rojas (4500)
AM - Canto de la Lamia (4900)
AM - Renacer de la titania (5000)
AF - Jardín de Rosas Negras (*6200)
AF - Penitencia (5700)
AFa - Encanto de lo oscuro (6600)
AFa - Esencia de feromona (6700)
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Re: Aposentos de Zeus
Sophia escuchó a su prima y luego de que se abrazaran por un momento separó su puerto del de ella mirándola con confusión pero alivio. Si aún era Lydia entonces la mujer frente a ella era su hermana por filiación, tal vez no de sangre pero el lazo que las unía era tan fuerte como eso. En ambas estaba el legado Juliai y sabía que ambas tenían la fuerza de sus antepasados. Si ese era el caso Lydia nunca se volvería loca.
<< Solomon también es un Juliai y perdió el juicio… ¿Y Fye? ¿Gelum? Tal vez ellos… No… no pienses así… Fye es fuerte, Fye nunca… >>
Miró sus pies con dificultad, no sabía donde estaba y de verdad quería salir de ahí. Por lo que Lydia había dicho estaban en el templo de Zeus y aunque todo ello parecía una mentira o más bien un sueño, Sophia se comenzaba a convencer de que estaba bastante despierta. Si ese era el caso, era muy posible que los dioses hubiesen decidido castigarla personalmente por fuera que fuera la ofensa que había realizado, o tal vez, querían darle un propósito, una misión, una encomienda de cuidar a los suyos.
- Lydia, sácame de aquí. – Le suplicó Sophia tomándole las manos. – Mauritius… hirió a Vergilius. Tengo que volver… con él. Por favor… ayúdame a salir de aquí. Tenemos que cuidar de tu hermano, creo que esta lastimado…
Por lo que ella recordaba a pesar de que Lydia tenía una relación un tanto distante con Vergilius, él seguía siendo su hermano mayor, el único ser el mundo que compartía cada uno de sus rasgos. Si aún era Lydia y no sólo “Afrodita”, entonces ese lazo con su hermano la instaría a ir con ella para ayudarlo. Sophia quería creer con todo su corazón que Lydia aun era Lydia, su prima, su hermana, su ser querido. Si se lo hubiese pedido Sophia habría dado la vida por cualquiera de sus primos, incluso por Solomon antes de saber que éste había realizado la horrible abominación de usurpar el trono para si mismo intentando deshacerse de todos los otros herederos del emperador.
- Roma… es un caos Lydia. Solomon usurpó el lugar de tu padre, el lugar que por derecho y sangre le corresponden a Vergilius. Y luego… luego… - Los ojos de Sophia se llenaron de lágrimas al recordarlo. – Luego intentó deshacerse de Gelum y de mí. No sé que le sucedió, creo que ha perdido el juicio. Pero eso no importa… ¡Tenemos que ayudar a Vergilius!
<< Por favor espérame Vergilius, yo te sanaré… se que puedo hacerlo. >>
Sophia- Status :
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Re: Aposentos de Zeus
La mujer de los cabellos negros esuchó la súplica de su prima con una expresión serena, pues sabía que por el amor que percibía de parte de su prima hacia Vergilius, su despreciable hermano, ésta de verdad lo amaba y se preocupaba por él, de la misma forma en la que ella, siendo al diosa del amor pasional se preocupaba por Zeus; aunque sabía que en el caso de Sophía, se entendía que había más pureza en sus sentimientos, puesto que su destino quedó pegado a Vergilius desde pequeños, por motivos puramente buenos, a diferencia de ell, quien se unió a Mauritius primero, por el simple hecho de tener a alguien del senado de su parte y porque le gustaba; es decir en su accionar siempre primaron otras cosas y sólo luego de que estas actuaron se dio paso al amor.
Francamente lo que le estaba pidiendo Sophía a su prima era algo bastante sencillo, Lydia sentía que tenía toda la libertad de concedérselo sin pensarlo dos veces, sólo que había un pequeño detalle, y era el hecho de que ella condiseraba totalmente innecesario que la chica de los cabellos rojos regresara a la tierra así no más. Por lo menos, así como mucho, tenía que bajar más despierta, más abispada, es decir menos ingenua, para que así dejase de ser blanco fácil de los demás. Es que Sophía le parecía a Lydia alguien que vivía en las nubes, nunca entendió esa manía suya de andar viendo amabalidad y bondad en todo, era como si ella hubiese salido de un pozo de buenos deseos, y eso en el mundo en el que se encontraban era malo.
-Sophía... Esto que te voy a decir, no te va a gustar para nada. Pero precisamente porque soy Lydia y no únicamente Afrodita te lo digo. Yo odio a mi hermano Vergilius con todas las fuerzas de mi corazón. Odio a Octavius e incluso llegué a odiar a mi padre a quien tanto lloré en sus días de ausencia. No puedes pedirme que vaya a ver a mi hermano herido, por que par mí estaría bien que le pase lo peor.- Lydia soltó las manos de su prima y se puso para darle la espalda a aquella mujer que le pedía aquello imposible para Afrodita, por el simple hecho de su odio. No quería mirarla, porque sabía que si seguía haciéndolo podría dejarse convencer.
-Vergilius ya no es lo que tú crees. El también emana otra energía muy fuerte...-La ex-princesa de ROma caminó unos pasos y contempló la estructura del templo, para luego seguir con su diálogo- Hace poco me preguntaste sobre la energía que emanaba de tí. Creo que ya te lo dije, pero lo volveré a repetir. Tú energía es buena, pura, cálida y amable. Tanto que a mí me revuelve el estómago aunque me duela decírtelo; en cambio la energía de tu amado Vergilius es diferente. Es máligna, desesperante, oscura y angustiante. Nada que ver con lo que tú eres. -Lydia suspiró y se di media vuelta una vez más para ver a su prima. Como diosa del amor se sintió movida a cumplir esa plegaria, pero como la princesa que se crió junto a ella en el pasado, no se permitió hacer tal cosa. No con todo lo que estaba sintiendo, no con su parte humana arraigada de esa manera a su ser, por lo tanto su negación ante tal petición era inamovible.
-Desgraciadamente, Vergilius también se convirtió en un ser incluso peor al despreciable gusano asqueroso de Solomon. NO puedo dejarte regresar con él, y no puedo tampoco dejar que bajes a la tierra con esos inútiles guardianes tuyos que no hacen nada más que exponerte al peligro. Y si estoy aquí es por pienso convencer a Zeus de todas las maneras posibles, que hacerte daño es una locura que no tiene lugar en ningún plan. Mientras esté aquí no dejaré que el siga con sus locuras tampoco, así que en este caso pienso que estás mejor acá que allá abajo en el despreciable de mi hermano. Entiéndelo Sophía. ¡Lo odio!- Lydia dijo esto con verdadera furia marcada en su rostro, pues el saber que su prima, quien no la había visto en tanto tiempo sólo hablaba y hablaba de alquien a quien odiaba, la ponía mal, la enfermaba de manera inaguantable. Esta vez ella no iba a concerderle nada a la mujer que a parte de Samantha consideraba su hermana.
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Re: Aposentos de Zeus
Ya todo lo demás había quedado atrás. Poco a poco solo en miente se guardaban las imágenes que habían sido resultados de la simple visión de aquellos guerreros en la posada de Rodorio. Había creado un completo disturbio, puesto que nadie sabia aun de mi existencia, y por ello aproveche ese momento. Ahí pude rectificar que existía mas dioses aparte de mi. Hades uno de mis hermanos ya estaba preparado para la guerra, solo sus sentimientos humanos aun no lo dejaban hacer nada mas que estar jugueteando con esta mujer.
Sin duda alguna tenia algún vinculo con esa mujer, pero estaba a punto de romperse justo cuando yo llegaba ya en el recinto, pero sentía una presencia conocida. No le había pedido que fuera a mi santuario, incluso llevaba con ella a una de sus ángeles, que se había perdido en el mundo. Comencé a elevar mi cosmos para que todos supieran que estaba ahí, incluso Sophia podría sentirlo.
Mi cuerpo comenzó a volver de nueva forma. Al cuerpo del senador que alguna vez hubiese visto aquella mujer. Estaba así por este cuerpo. Sin duda debió haber sido por algún recuerdo, o por que era parte de su familia, sin que yo lo supiera. Acontecieron varios años en que estaba yo tan perdido, y sin que alguna persona de mi "familia" pudiese o quisiera hablar conmigo. Ahora resultaba que esa mujer me conocía. Solo pretextos para que no pudiera llevármela.
Camine hacia ellas. Parecían ser personas mas cercanas. Incluso se hablaban como si lo fueran. Disminuí mi cosmos poco a poco mientras quedaba justo en medio de ellas. Y de inmediato mire fijo a Lydia como buscando alguna respuesta en sus ojos.
Lydia se supone que tu no deberías estar aquí.... Musite mientras seguía avanzando para quedarme en frente de Shopia. Te voy a pedir de favor que te retires, este no es asunto tuyo. Esto incumbe solo a mi y a la que en esta era sera atena.
Y de inmediato me quede mirando fijo a Sophia. Quizás debería tener miedo. Pero estaba buscando que de alguna u otra manera ella pudiera despertar. Por su propio bien y por lo que debería de presentar en todo aquel lugar. No solamente como diosa, sino como persona.
Sophia... Así que reconoces este cuerpo... Si... Fue alguna vez tu adorado Mauritius, pero mira ahora no a quedado nada,¿ y sabes por que?, porque no hubo mucho que cambiar en este cuerpo. Solamente ofrecí poder y el acepto de inmediato. Como sabrás, muchos humanos como lo fui yo, o tu amado Vergilius tenemos en nuestro interior la fuerza de los dioses. Yo como Zeus, y el simplemente como el rey del inframundo.... Hades... Por eso mismo me he sorprendido como el ha logrado protegerte por unos momentos... Si ustedes son como agua y aceite... nunca podrán estar juntos... Y si soy yo, el gran Zeus... Y tu deberias de ser Atena... supuestamente mi hija...
Sin duda alguna tenia algún vinculo con esa mujer, pero estaba a punto de romperse justo cuando yo llegaba ya en el recinto, pero sentía una presencia conocida. No le había pedido que fuera a mi santuario, incluso llevaba con ella a una de sus ángeles, que se había perdido en el mundo. Comencé a elevar mi cosmos para que todos supieran que estaba ahí, incluso Sophia podría sentirlo.
Mi cuerpo comenzó a volver de nueva forma. Al cuerpo del senador que alguna vez hubiese visto aquella mujer. Estaba así por este cuerpo. Sin duda debió haber sido por algún recuerdo, o por que era parte de su familia, sin que yo lo supiera. Acontecieron varios años en que estaba yo tan perdido, y sin que alguna persona de mi "familia" pudiese o quisiera hablar conmigo. Ahora resultaba que esa mujer me conocía. Solo pretextos para que no pudiera llevármela.
Camine hacia ellas. Parecían ser personas mas cercanas. Incluso se hablaban como si lo fueran. Disminuí mi cosmos poco a poco mientras quedaba justo en medio de ellas. Y de inmediato mire fijo a Lydia como buscando alguna respuesta en sus ojos.
Lydia se supone que tu no deberías estar aquí.... Musite mientras seguía avanzando para quedarme en frente de Shopia. Te voy a pedir de favor que te retires, este no es asunto tuyo. Esto incumbe solo a mi y a la que en esta era sera atena.
Y de inmediato me quede mirando fijo a Sophia. Quizás debería tener miedo. Pero estaba buscando que de alguna u otra manera ella pudiera despertar. Por su propio bien y por lo que debería de presentar en todo aquel lugar. No solamente como diosa, sino como persona.
Sophia... Así que reconoces este cuerpo... Si... Fue alguna vez tu adorado Mauritius, pero mira ahora no a quedado nada,¿ y sabes por que?, porque no hubo mucho que cambiar en este cuerpo. Solamente ofrecí poder y el acepto de inmediato. Como sabrás, muchos humanos como lo fui yo, o tu amado Vergilius tenemos en nuestro interior la fuerza de los dioses. Yo como Zeus, y el simplemente como el rey del inframundo.... Hades... Por eso mismo me he sorprendido como el ha logrado protegerte por unos momentos... Si ustedes son como agua y aceite... nunca podrán estar juntos... Y si soy yo, el gran Zeus... Y tu deberias de ser Atena... supuestamente mi hija...
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Re: Aposentos de Zeus
Todo iba a estar bien. Sophia tenía que creer en ello si quería salir de ese lugar y sobre todo solucionar esa situación tan engorrosa. Lydia la amaba, tanto como ella amaba a su prima. Tenía la seguridad de eso, los lazos que habían creado desde la infancia eran algo que no se podían romper con facilidad. Sophia tenía que creer en ello o perdería la razón. Se aferraba a esa idea apretando sus puños con fuerza.
- Tú… ¿Qué es lo que dijiste? – Preguntó Sophia sintiendo que se le revolvía el estómago al escuchar que Lydia odiaba a Vergilius.
Las palabras de Lydia se repetían una y otra vez en su cabeza.
Odio a Vergilius… con todo mi corazón… odio a Octavius… odio a mi Padre…
¿Cómo era que ella podría odiar a Octavius? Lydia ni si quiera había conocido realmente a Octavius pues él había muerto cuando ella era una infante prácticamente. ¿Cómo podía odiar a su padre que siempre lo había dado todo por ella? Su padre que la había sentado en todas las mesas y se había empecinado en conquistar el mundo para dárselo. ¿Era posible que Lydia… hubiese estado llena de odio por tanto tiempo? No. Sophia se negaba a creerlo. Recordaba la forma en que Vergilius aunque descariñado por naturaleza la protegía por ser su hermana menor. Recordaba la forma en que ambos hermanos se llevaban cuando eran niños.
Odio a Vergilius… con todo mi corazón… odio a Octavius… odio a mi Padre…
¿Lydia odiar? La Lydia que ella conocía nunca hubiese odiado a nadie. La mano derecha de Sophia empezó a temblar de rabia. No era la primera vez que le ocurría aquello, también lo había experimentado cuando Solomon había intentado lastimar a Gelum. Podía sentir como toda su piel se llenaba de escalofríos por la gravedad de las palabras de Lydia.
Odio a Vergilius… con todo mi corazón… odio a Octavius… odio a mi Padre…
Su prima Lydia a quien amaba como a una hermana, le decía que si dependiera de ella vería a Vergilius morir. La idea hizo que se le formara un nudo en la garganta y agachara levemente el rostro cayendo su melena violácea sobre sus ojos. Una hermana que deseaba la muerte de otro hermano. Era algo… era algo que Sophia no podía soportar.
- ¡Tú no eres Lydia! – Le gritó subiendo el rostro y sin pensarlo dos veces movió su mano con rapidez y fuerza bofeteándole la cara. – Tú… no eres… Lydia. Tú no puedes ser… Lydia. Si mi energía te revuelve el estómago, mirarte en este momento me revuelve el mío. Una hermana que desea la muerte de su hermano mayor, ¡No merece compartir mi sangre ni mi amor! – La apuntó con el dedo índice. – Tú no eres mi prima. ¿Dónde está Lydia? ¿Qué le hiciste? ¡Respóndeme!
El pecho de Sophia bajaba y subía en rabia. Su puño se volvió a cerrar tiritando con violencia. Había aguantado muchas cosas, había sufrido, pasado hambre, frío, dolor… todo por encontrar a Fye. No tenía tiempo para seguir perdiéndolo con esa falsa Lydia. Sophia se negaba a creer que la mujer que estaba frente a ella, era su prima. Si su prima se había convertido de ser una hermana amorosa y leal a una arpía vil y cruel, entonces Sophia la pondría de vuelta en sus sentidos.
- Soy una Juliai, no le temo a los dioses, los dioses deberían temernos a nosotros que siempre los hemos venerado en nuestras mesas. – Le dijo con firmeza – No le temo a Zeus ni a Afrodita… ni a nadie. La muerte nunca me ha asustado, a ningun Juliai le podría asustar la muerte. Somos guerreros, vemos la muerte día a día al rostro y nos burlamos de ella.
Justo entonces, sintió una presencia que hizo que le faltara el aire. Una energía que la hacía sentir débil por dentro. Se escucharon los pasos suaves de una persona más que se hacía presente en ese lugar… no… no era una persona. Si Sophia no hubiese estado tan enojada era probable que esa cosmoenergía la hubiese puesto de rodilla tosiendo y gimiendo por aire, pero no en ese estado.
Volteó el rostro para ver su cabellera dorada, sus ojos rasgados y su piel de porcelana. Mauritius siempre e había parecido un hombre atractivo, tanto como Fye que había sacado algunos de los rasgos de su padre. De hecho, ver a Mauritius caminando hacia ella… le recordaba mucho más a su padre de lo que pensaba.
- ¿Por qué me has traído a este lugar? – Preguntó sin esperar más. - ¿A ver lo que le han hecho a Lydia, a Mauritius? – Si esa mujer no era Lydia, entonces quien estaba frente a ella tampoco podía ser Mauritius. El hombre que recordaba como tal había sido siempre gentil y bondadoso con ella, un verdadero caballero que la había recibido en Villa Cambre más de una vez. – No te atrevas a pronunciar el nombre de Vergilius. Tú asunto es conmigo, no con él. ¿Me equivoco? – Dio un paso adelante, si ese sujeto pensaba que le temía estaba muy equivocado. – Athena. No es la primera vez que escucho esa tontería. – Sophia frunció el ceño, estaba odiando que le dijeran una y otra vez aquello. - Te repetiré, ¿Qué quieres conmigo? ¿Van a hacerme lo mismo que le han hecho a Lydia, Solomon y Mauritius?
______
OFFROL:
Lydia lo siento por golpearte xD Pero con Mau acordamos que nos podríamos manipular en esta parte del rol ya que a Sophia no la pueden atacar de ningún tipo al no contar con defensa a menos que yo autorice que utilicen dados para activar efectos secundarios. Lo siento, pero no sabía que tú también estarías aquí y creo que es lo que hubiese hecho Sophia, golpearte, así como lo hizo con Pose.
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Re: Aposentos de Zeus
Hablar de Vergilius no depende de ti solamente... Vergi... Perdón Hades, siempre sera lo que es, incluso ya debes de haber tenido algunos enfrentamiento con el. Su lado oscuro o como le quieras llamar. No habrá forma de que cambie. El ha sido asignado con esa estrella. Así como yo me he convertido en Zeus y Lydia en Afrodita. Este es nuestro destino y por mas que quieras no lo lograras cambiar. Tu, recipiente de Atena. No importa si no lo deseas. Tu destino a sido ya revisado por los dioses.
Trague un poco de saliva, mientras recordé como aquella mujer le había dado una bofetada a Lydia. Simples reacciones de una niña boba que no quería entender lo que ahora era su realidad. Porque se aferraba tanto al pasado. Había sido tan simple, pero aun así ella deseaba seguir siendo la misma. Aquella niña que alguna vez soñó con casarse con algún general de roma, o incluso algún miembro de una familia adinerada. Que se yo. ¿Eso era lo que en verdad quería?. ¿Para eso era la existencia de su patética vida?
Me sorprende que también el que haces llamar como Solomon sea el avatar de un dios. Déjame adivinar. ¿ Algún poder sobrenatural?. Si mal no recuerdo, el debería ser Poseidon. Si. La familia se reúne por fin. Comencé a mirarle fijamente. Parecia que su cara no cambiaría de un segundo para otro. ¿Es que acaso no lo entiendes Sophia?. Todos. Absolutamente todos. Cualquier ciudadano de este reino. E incluso de otros han esperando con ansias esta guerra. Tus primos, hermanos, familiares lejanos. Todo ellos lucharan. ¿Has visto algunos cambios en ellos?.... ¿ Excluyéndome a mi y a Lydia?
Me acercaba de nueva cuenta hacia ella. Solo para tratar de llevar mi mano hacia su cabeza. Deseaba poder acariciarle por unos momentos. Para poder consolarla. Este procedimiento seria dificil. Pero asi deberia de ser. Alguien deberia de decirle quien era en realidad y porque motivo.
¿Te imaginas ya?. Tu familia con estos poderes. Y todo, ¿sabes para que?.... La guerra se aproxima....
Trague un poco de saliva, mientras recordé como aquella mujer le había dado una bofetada a Lydia. Simples reacciones de una niña boba que no quería entender lo que ahora era su realidad. Porque se aferraba tanto al pasado. Había sido tan simple, pero aun así ella deseaba seguir siendo la misma. Aquella niña que alguna vez soñó con casarse con algún general de roma, o incluso algún miembro de una familia adinerada. Que se yo. ¿Eso era lo que en verdad quería?. ¿Para eso era la existencia de su patética vida?
Me sorprende que también el que haces llamar como Solomon sea el avatar de un dios. Déjame adivinar. ¿ Algún poder sobrenatural?. Si mal no recuerdo, el debería ser Poseidon. Si. La familia se reúne por fin. Comencé a mirarle fijamente. Parecia que su cara no cambiaría de un segundo para otro. ¿Es que acaso no lo entiendes Sophia?. Todos. Absolutamente todos. Cualquier ciudadano de este reino. E incluso de otros han esperando con ansias esta guerra. Tus primos, hermanos, familiares lejanos. Todo ellos lucharan. ¿Has visto algunos cambios en ellos?.... ¿ Excluyéndome a mi y a Lydia?
Me acercaba de nueva cuenta hacia ella. Solo para tratar de llevar mi mano hacia su cabeza. Deseaba poder acariciarle por unos momentos. Para poder consolarla. Este procedimiento seria dificil. Pero asi deberia de ser. Alguien deberia de decirle quien era en realidad y porque motivo.
¿Te imaginas ya?. Tu familia con estos poderes. Y todo, ¿sabes para que?.... La guerra se aproxima....
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Re: Aposentos de Zeus
Mauritius tenía razón en lo que estaba diciendo. No había en el mentira alguna. Era cierto, ya había tenido un encuentro con el lado oscuro de Vergilius, uno que incluso había arriesgado su vida y la de Gelum. Recordaba esa noche en la montaña de vuelta a Roma en la cual Vergilius la había llamado Athena y había intentado asesinarla. Probablemente lo habría logrado de no haber sido por su hermano menor que sin dudarlo había interpuesto su propio cuerpo para cuidar el suyo.
La mano de Sophia se relajo, dejo de respirar tan agitadamente y perdió sus ojos verdes en el vació de esa estancia. De hecho, las palabras de Mauritius la hacían darse cuenta de cosas que había evitado por mucho tiempo, pero que ahora parecían completamente ciertas. Todos ellos, eran seres especiales, con poderes sobrenaturales, con habilidades que un humano no debía poseer. Pero decir que Vergilius era sólo un contenedor de Hades hizo que sus parpados cayeran levemente en tristeza. Si eso era cierto, entonces, existía la posibilidad de que la voluntad de Hades terminara consumiendo por completo el alma de la persona que amaba… ese era un riesgo en el proceso que Mauritius estaba describiendo.
- Yo creo en Vergilius. – Dijo Sophia suavemente, levanto los ojos con firmeza nuevamente. No iba a dejar que las dudas opacaran el amor que sentía por él. Alrededor de su cuello estaba esa estrella que decía “siempre tuyo”. Era más que una promesa por cumplir, eran más que simples palabras. Esa estrella simbolizaba la unión entre ella y Vergilius. - Él nunca me lastimará. Yo creo en él.
La idea de que Vergilius fuese un mero recipiente para que los dioses jugaran con él la hicieron sentir rabia en el estómago, pero no iba a bajar su dignidad una vez más levantando su voz frente a esos dos. Lydia estaba enmudecida aun por la bofeteada, pero la calma y la dignidad con la cual Mauritius actuaba eran envidiables. Aunque no pertenecía por nacimiento a una gran familia y sólo había llegado a sus vidas hacia poco, Mauritius se comportaba como un verdadero señor.
Respiró profundamente y miró al dios del trueno a los ojos. Si era cierto y una guerra se avecinaba…
Estaba en lo correcto cuando hablaba de Solomon. De un momento a otro había comenzado a actuar como un enfermo mental y sus ojos brillaban de forma extraña. Octavius, también se lo había dicho aunque no había querido escuchar en ese momento. Incluso Gelum con la habilidad de congelar todo a su paso. Su familia no era normal, y si era cierto, si todas esas habilidades eran la forma de empezar una guerra… entonces ella…
- Yo no soy un recipiente, Zeus. Cada persona puede forjar su propio destino. – Apretó el collar de Vergilius contra su pecho. Si perdía la esperanza en él estaba perdida. – No permitiré, que haya una guerra. Si de verdad he nacido con los poderes de un dios dentro de mí, fue precisamente para evitar que haya una guerra.
Estaba determinada a impedirlo de la misma forma en que se había decidido a buscar a Fye. Si una guerra se aproximaba, como lo había dicho Edward, y ella tenía que dirigir a los hombres… entonces… impediría aunque fuera por la fuerza que cualquiera de sus seres amados resultara lastimado. Era la forma en que debía actuar. Ella podía forjar el destino de todos ellos, su corazón era lo suficientemente fuerte para ello.
- Devuélveme a la tierra. Ahora. Si tu tambien quieres esa guera entonces esta conversación se ha acabado. No tengo más tiempo que perder con ustedes dos si piensan de esa manera.
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Re: Aposentos de Zeus
Aquella chiquilla parecía no entender su verdadero rol en esa era. ¿ Quería evitar ella solo la guerra?. Si bien aun no quería despertar como se debía. Incluso como simple humana solo terminaría perdiendo la vida. ¿ Así era de inservibles los miembros de esa familia humana?. Si de verdad quería protegerlos debería de hacer algo mucho mas grande que eso. Sus sentimientos de amor hacia su propio rival parecían solamente nublarle el pensamiento. No razonaba cuando un problema de esa magnitud estaba en el borde en ese momento. Incluso mi paciencia se estaba agotando. Ahora mismo, aun tenia control sobre mis actos. Pero cada vez que pedía que la dejara ir, y que seguía con esas palabras tontas de cariño hacia Vergilius, hacia que la detestara mas.
Mis manos comenzaban a formarse en un puño, mientras trataba de detenerme. No debía de golpear a esa mujer. Por mucho que la detestara. Debía de despertar como se había predispuesto. Solamente así podría hacerse algo bien.
Debes matarla..... Asesinala....
Se oian voces dentro de mi cabeza. Pero eran mas mis propios pensamientos que aturdian cada vez mas.
No se merece esto... Matala y tira su cuerpo por toda Roma...
Sophia... Así que.... Después de todo eres una cobarde.... No me imagine eso de un miembro de la familia Juliai. Tu sangre debe de estar maldita por todos los siglos... Basuras insignificantes como tu no deberían estar en este mundo....
Respiraba un poco alterado... Ya me había conocido serio y amable, pero la situación a meritaba ponerse enérgicos con esa mujer, que por mas que trataba de explicarle la verdadera razón de su existencia se negaba a aceptarla...
¿Le temes a la palabra guerra Sophia?... o dime, que es a lo que en verdad le temes...Finges querer evitar la guerra... ¿Crees poder hacerlo?... Dame una buena razón para creerte... Porque te aferras a lo que no es... Porque no dejas simplemente que tu cuerpo reciba el poder de una diosa...
Y mientras seguía hablando, recordé algunas cuantas palabras de sus guerreros. Incluso ellos sabían muy bien lo que tenían que hacer con una diosa enfrente de ella. La protegerían con sus propias vidas. Así era la vida de un guerrero. Pero si su diosa solamente no respondía al llamado. Ellos caerían de uno en uno.
Ya has oído a tus propios soldados... El dorado de las alas... Acaso también a ellos dejaras de proteger... Por mas que quieras hacerlo... En este campo todo acabara ya sea de una u otra forma... Tus guerreros ofrendaran la vida por ti... Y si tu no haces nada... Ares los matara como unos insectos....Ah por cierto... ¿Ya sabes quien es Ares verdad?... Si... Creo que ya debes saberlo... A eso le temes... A que tu familia también se haya convertido en dioses y que incluso te hagan daño?... ¡¡¡¿Eso es a lo que mas le temes?!!!!
Mis manos comenzaban a formarse en un puño, mientras trataba de detenerme. No debía de golpear a esa mujer. Por mucho que la detestara. Debía de despertar como se había predispuesto. Solamente así podría hacerse algo bien.
Debes matarla..... Asesinala....
Se oian voces dentro de mi cabeza. Pero eran mas mis propios pensamientos que aturdian cada vez mas.
No se merece esto... Matala y tira su cuerpo por toda Roma...
Sophia... Así que.... Después de todo eres una cobarde.... No me imagine eso de un miembro de la familia Juliai. Tu sangre debe de estar maldita por todos los siglos... Basuras insignificantes como tu no deberían estar en este mundo....
Respiraba un poco alterado... Ya me había conocido serio y amable, pero la situación a meritaba ponerse enérgicos con esa mujer, que por mas que trataba de explicarle la verdadera razón de su existencia se negaba a aceptarla...
¿Le temes a la palabra guerra Sophia?... o dime, que es a lo que en verdad le temes...Finges querer evitar la guerra... ¿Crees poder hacerlo?... Dame una buena razón para creerte... Porque te aferras a lo que no es... Porque no dejas simplemente que tu cuerpo reciba el poder de una diosa...
Y mientras seguía hablando, recordé algunas cuantas palabras de sus guerreros. Incluso ellos sabían muy bien lo que tenían que hacer con una diosa enfrente de ella. La protegerían con sus propias vidas. Así era la vida de un guerrero. Pero si su diosa solamente no respondía al llamado. Ellos caerían de uno en uno.
Ya has oído a tus propios soldados... El dorado de las alas... Acaso también a ellos dejaras de proteger... Por mas que quieras hacerlo... En este campo todo acabara ya sea de una u otra forma... Tus guerreros ofrendaran la vida por ti... Y si tu no haces nada... Ares los matara como unos insectos....Ah por cierto... ¿Ya sabes quien es Ares verdad?... Si... Creo que ya debes saberlo... A eso le temes... A que tu familia también se haya convertido en dioses y que incluso te hagan daño?... ¡¡¡¿Eso es a lo que mas le temes?!!!!
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Re: Aposentos de Zeus
Lydia no podía creer lo que estaba escuchando por parte de su prima, a quien consideraba como una hermana. Lejos de poder entenderla, o poder si quiera intentar comprender lo que ella estaba pensando, Sophía sólo se limitó a juzgarla y a decirles cosas ofensivas que lejos de desatar la ira de la diosa hicieron que la misma se quedase pasmada. Estaba triste, tanto que por varios segundos la presencia de Zeus en ese lugar, y lo que había dicho le pareció desapercibida. Es que aún ella no salía de su asombro y sentía que se encontraba en una pesadilla de la cual no iba a poder despertar.
Varios gritos se escucharon en el templo de Zeus, no sólo por parte de Sophía, quien ya dejaba en claro que no quería estar en ese lugar, sino tambíen por parte de Mauritius quien a la fuerza quería convencer a la chica de los cabellos violeta, de un punto, que ante los ojos de la misma le parecía tonto e improbable seguramente. Tal y como Lydia lo había previsto, nada de lo que iba a ocurrir iba a ser bueno, y por unos segundos, la pelinegra comprendió que quizá lo mejor era abandonar ese lugar sin decir una sola palabra; es que por primera vez lo había comprendido. Ella no era más que un cero a la izquierda para todos los demás, incluso para su querida Sohía, quien en realidad ahora más que nunca sólo parecía estar completamente interesada en Vergilius.
-Supongo que ya no vale el esfuerzo que estoy haciendo por ella. Es igual a todos. Supongo que al final de cuentas no puedes luchar contra tu naturaleza. Siempre una Julai será una Julai. Siempre será una hipócrita que usa a los demás para sus fines. Si ese es el caso, bien hice en descubrir lo que eres ahora en estos momentos.- dijo la mujer mientras sentía en una de sus mejillas algo parecido a un ardor, una sensación de picazón con una mezcla de un calor bastante insoportable. Con algo de perplejidad, la princesa de Roma levantó su mano derecha y tocó su mejilla, como si por primera vez en su vida, ella estuviese empezando a sentir. El golpe que Sophía le había dado, le dolía tanto como una herida recién abierta por el filo de una espada con veneno en su filo, y es que a la mujer que una vez fue la prima de la joven de los cabellos morados, sentía todo el peso de ese golpe en su corazón. Ella definitivamente era Lydia, y aquella parte que la convertía en Afrodita, era precisamente aquella que le daba el soporte para no colapsar con todo lo que estaba sufriendo en esos momentos, y todo lo que había sufrido años atrás; aquello que nadie conocía, por que sólo ella lo había vivido y no se había atrevido a decirlo jamás.
-¿Así que debería irme?- Dijo en un tono casi imperceptible la princesa- Supongo que al final de cuentas eres como todos ellos... Incluso tú, sólo has intentado usarme para ver a Vergilius, y como no he querido cumplir con tus fines te has enojado y me has tratado así. - Lydia caminó con lentitud hacia Sophía ignorando por por completo a Zeus porque entendía que con ella aún no estaba molesto lo suficiente como para que éste quisera encararla.
-Es hora de que lo sepas. Es hora de que entiendas la razón de mi odio. Sólo así podrás tragarte tus palabras mujer ingrata y arribista, tan ignorante como todos los demás. Ahora iré poblando tu cabeza de recuerdos sobre tu querido amor, que no te gustarán para nada. Pronto verás su otra cara y no te gustará..- Al decir esto, la diosa del amor pasional levantó su mano derecha y tocó la frente de Sophía con la punta y le trasmitió un recuerdo bastante feo, el mismo que formaba parte una lista interminable junto con muchos otros, de razones para pensar y hablar de esa manera. Razones para odiar a su hermano. Ahora al fin, la mujer de cabellos morados iba a saber la verdad que Lydia intentó ignorar con juegos y libros. La verdad sobre el supuesto padre bueno que tenía y la verdad sobre su hermano Vergilius, el gran conquistador.
-Vamos Lydia termina pronto para que se la puedas dar a tu hermano antes que se vaya!!
-Ya voy Sophía! No te comportes como una niña, eres mayor a mí. Ya tienes doce años- dijo Lydia mientras terminaba de hacer con mucho esfuerzo una pulsera de cuentas para su hermano, quien al parecer iba a irse de viaje para aprender a ser un soldado. - Aquí está. Tengo ahora sólo debo dársela. ¿Ya terminaste tú Sophía?
-No. Pero ya me falta poco, además yo iré a despedirlo en la puerta, y tú sabes que desde que el baje de su habitación al sitio donde están los caballos se demora mucho. Siempre está mirando que todo esté en orden
antes de salir, aunque no sea su responsabilidad. Ve tu a su cuarto y dásela, no tengas miedo de él, es tu hermano.
-Bueno Sophía. Entonces voy a ir.- Lydia se fue contenta al buscar a su hermano y entró a su cuarto haciendo mucho ruido.- Vergilius!- la hermana menor de Vergilius le dio un abrazo a su hermano por última vez en su vida y le dijo- Mira lo que te hice! Es para que te proteja en tu viaje de regreso a casa.
El joven de trece años lejos de alegrarse por la presencia de su hermana en el cuarto puso una expresión seria y suspiró, puesto que trataba en vano de pensar la mejor manera de decirle a su hermana que no necesitaba de esas tonterías.
-Lydia! ¡Qué haces metiéndote a mi cuarto así de la nada? ¡No puedes entrar sin mi permiso! Un día de éstos harás que te reprendan y luego andarás llorando por ahí. Y acerca de eso...- Vergilius señaló la pulsera de cuentas de Lydia- Soy un hombre. Crees que usaré una pulsera de cuentas por ahí?- Los ojos de Lydia se pusieron llororos, pero no derraramaron una sola gota.
-Tienes razón hermano. Lo siento. Yo... Sólo estaba jugando, es todo.- Dijo la princesa mientras daba media vuelta y salía del cuarto de su hermano. Ese día Lydia no aparecío más frente a Sophía y sólo mostró su cara en el momento de la despedida, donde la hermana del futuro conquistador vio cómo su prima le daba con timidez una pulsera de cuentas incluso más colorida que la que ella le había llevado a su hermano, y cómo éste la aceptaba y se la ponía sin pensarlo dos veces.
Fin del recuerdo.
First rotata note: iracundiam eius PERSONATUS causa odii.
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Re: Aposentos de Zeus
Una sombra aparecía por entre los gloriosos pilares en el extremo opuesto de donde yacian Zeus y las dos jovencitas. Ésta levitaba perezosamente en el umbral, no lograndose identificar si venia o iba, mucho menos de si era algun dios o una bestia fantasmal. Este cuerpo oscuro parecía deshacerse de pequeños y grandes trozos de la parte baja de su cuerpo, los cuales producian un estrepitoso ruido al chocar contra el inmaculado piso.
Aquella bestia no era otro más que él, Solomon, quien avanzaba en pos del amo de aquel palaciego santuario. Tras sus pies venian cayendo los restos rocosos de las esculturas guardines del ingreso, mutilados y deformados por alguna clase de calor fervescente los hijos de Jupiter lucian lastimeros. Muy dignos de él.
El emperador romano no tenía necesidad alguna de visualizar a ciencia cierta la posición o las acciones de los tres apostados en la otra orilla. Su mirada clavada en el unico macho le era suficiente. No podia creer aun cómo alguien tan pauperrimo cómo Mauritus había logrado ascender al trono del Olimpo.
Clic, clac, clic, clac...miserable senador. Buitre del imperio. Tu reino a sun fin quizas ha llegado y ya muy largo fue.
Sin mayor frase logica dejaba actuar sin baciolanes a sus poderosos orbes, los cuales de inmediato comenzaron a irradiar el fulgor caracteristico,cubriendo en linea recto el templo en dirección del supuesto Jupiter, amo y señor del rayo.
Zeus, pelea conmigo sin tu armadura.
Era el mensaje oculto tras la luz.
------------------------------------------------------------------
Off:
Dado ataque: 6 + 2(Port Tridente) = 8
Ataque: 5900 +5900(cosmo)=11800+1180(Port.Tridente)+1180(Port.Amuleto Berserker) = 14160
Ojos Misticos: Se defiende con def.+85
Efecto seleccionado en caso de caer (Orden): Pelea con Solomon sin tu armadura.
Orden: Para implantar una orden se necesitará dado AM 8+. Una orden es más que una simple idea, significa ordenar a alguien que realice un mandato, sólo uno, no podrás ordenar más de una acción. La persona puede o no estar conciente de que la orden proviene de tí, a tu elección. Podrá salir de este efecto con cosmo 45+ o defensa especial 85+. Sólo funciona sobre una persona a la vez.
Posdata: Reto de forma opcional a Mau y en caso darse con Lydia a narrada 1vs.1 o 2vs.1
Aquella bestia no era otro más que él, Solomon, quien avanzaba en pos del amo de aquel palaciego santuario. Tras sus pies venian cayendo los restos rocosos de las esculturas guardines del ingreso, mutilados y deformados por alguna clase de calor fervescente los hijos de Jupiter lucian lastimeros. Muy dignos de él.
El emperador romano no tenía necesidad alguna de visualizar a ciencia cierta la posición o las acciones de los tres apostados en la otra orilla. Su mirada clavada en el unico macho le era suficiente. No podia creer aun cómo alguien tan pauperrimo cómo Mauritus había logrado ascender al trono del Olimpo.
Clic, clac, clic, clac...miserable senador. Buitre del imperio. Tu reino a sun fin quizas ha llegado y ya muy largo fue.
Sin mayor frase logica dejaba actuar sin baciolanes a sus poderosos orbes, los cuales de inmediato comenzaron a irradiar el fulgor caracteristico,cubriendo en linea recto el templo en dirección del supuesto Jupiter, amo y señor del rayo.
Zeus, pelea conmigo sin tu armadura.
Era el mensaje oculto tras la luz.
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Off:
Dado ataque: 6 + 2(Port Tridente) = 8
Ataque: 5900 +5900(cosmo)=11800+1180(Port.Tridente)+1180(Port.Amuleto Berserker) = 14160
Ojos Misticos: Se defiende con def.+85
Efecto seleccionado en caso de caer (Orden): Pelea con Solomon sin tu armadura.
Orden: Para implantar una orden se necesitará dado AM 8+. Una orden es más que una simple idea, significa ordenar a alguien que realice un mandato, sólo uno, no podrás ordenar más de una acción. La persona puede o no estar conciente de que la orden proviene de tí, a tu elección. Podrá salir de este efecto con cosmo 45+ o defensa especial 85+. Sólo funciona sobre una persona a la vez.
Posdata: Reto de forma opcional a Mau y en caso darse con Lydia a narrada 1vs.1 o 2vs.1
Última edición por Solomon el Jue Ene 19, 2012 12:53 am, editado 2 veces
Solomon- Dios/a
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Re: Aposentos de Zeus
El miembro 'Solomon' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Ataque medio' : 6
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#2 'Objeto' : 6
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#3 'Cosmos' : 51
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#3 'Cosmos' : 51
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Re: Aposentos de Zeus
Quizás había sido severo con las dos mujeres. Por un lado Sophia tenia que entender lo que debería de hacer. Era por su propio bien. Sabia que había peligros peores que yo allá afuera. Se podía sentir en el ambiente. Mientras que ahora solo veía como Lydia se separaba del resto. Miraba como me daba completamente la espalda. Por eso no quería que viviera. Mi destino ya estaba marcado después de tanto tiempo. Sin duda alguna ella estaba destrozada por dentro. Y aunque no quería lastimarla solo podía decir...
Lydia, lo siento, márchate por favor. En caso de que ya no existiese, el anillo que te regale desaparecerá conmigo. Ahora ¡Vete!
Solo eso podía haber dicho. A las afueras de mi recinto ya no tenia mas dudas. Había llegado un dios, e incluso se entretuvo con las hojalatas que tenia como estatuas. Cortado solo metal con las que se habían forjado. No sabia porque lo hacia. Quizás solo estaba loco. Pero de algo estaba seguro. No era Ares. Era alguien mas bien conocido.
Me aleje unos pasos de Sophia. Ya todo estaba destinado. Solamente quería saber quien era el que se atrevía a llegar a mi trono de esa manera. Estaba preparado a lo que llegase. Incluso con cada una de las pociones que había dentro de mis mochilas que portaba en ese momento. De pronto, voltee para ver por ultima vez quizás. Y la parte paternal de Zeus apareció en mi.
Lo siento Atena. Solo quería que estuvieras bien. No quisiera que mi única hija favorita perdiera ante los demás dioses. Solo eso. No se porque te lo digo ahora. Pero si es tu decisión marcharte, puedes irte... Tan solo pídemelo y antes que eso podrás estar ahora mismo en Grecia....
Y sin mas. No terminaba de hablar, cuando recibí un rayo por parte del atacante. Era demasiado fuerte. Incluso golpeo de lleno sobre mi cuerpo.Hasta llevarme varios metros hacia atrás de donde estaba parado. Impactandome contra la pared de mi recinto. Así era la fuerza de un dios. Y por ello tenia que superar por mucho todo eso. Mi cuerpo comenzó a quemarse rápidamente. La piel se fragmentaba y comenzaba a tener salpullidos por doquier. Pero eso no era lo peor. Una serie de ideas trataban de entrar a mi mente. La principal "que no usara armadura en contra de aquel rival"... Mi mente comenzó a resentirse. Mientras que aquel pensamiento rondaba por mi mente.
¡¡¡AAAAARRRRRGGHHHH!!!... Solo eso se podía escuchar, al momento en que yo elevaba mi cosmos rápidamente tratando de bloquear todo pensamiento vago por parte de aquel sujeto. Mi cosmos ilumino todo el lugar y con ello rapidamente las ideas desaparecieron. Me levante de inmediato mientras aun tenia dolor. Mientras los salpullidos se centraban en mis extremidades. No había mas remedio de beber una de las pociones de Roma. Bebí de inmediato el contenido mientras poco a poco mi cuerpo iba resanando toda quemadura.
Asi que despues de todo has decidido presentarte Solomon... O debo decir Poseidon...
Lydia, lo siento, márchate por favor. En caso de que ya no existiese, el anillo que te regale desaparecerá conmigo. Ahora ¡Vete!
Solo eso podía haber dicho. A las afueras de mi recinto ya no tenia mas dudas. Había llegado un dios, e incluso se entretuvo con las hojalatas que tenia como estatuas. Cortado solo metal con las que se habían forjado. No sabia porque lo hacia. Quizás solo estaba loco. Pero de algo estaba seguro. No era Ares. Era alguien mas bien conocido.
Me aleje unos pasos de Sophia. Ya todo estaba destinado. Solamente quería saber quien era el que se atrevía a llegar a mi trono de esa manera. Estaba preparado a lo que llegase. Incluso con cada una de las pociones que había dentro de mis mochilas que portaba en ese momento. De pronto, voltee para ver por ultima vez quizás. Y la parte paternal de Zeus apareció en mi.
Lo siento Atena. Solo quería que estuvieras bien. No quisiera que mi única hija favorita perdiera ante los demás dioses. Solo eso. No se porque te lo digo ahora. Pero si es tu decisión marcharte, puedes irte... Tan solo pídemelo y antes que eso podrás estar ahora mismo en Grecia....
Y sin mas. No terminaba de hablar, cuando recibí un rayo por parte del atacante. Era demasiado fuerte. Incluso golpeo de lleno sobre mi cuerpo.Hasta llevarme varios metros hacia atrás de donde estaba parado. Impactandome contra la pared de mi recinto. Así era la fuerza de un dios. Y por ello tenia que superar por mucho todo eso. Mi cuerpo comenzó a quemarse rápidamente. La piel se fragmentaba y comenzaba a tener salpullidos por doquier. Pero eso no era lo peor. Una serie de ideas trataban de entrar a mi mente. La principal "que no usara armadura en contra de aquel rival"... Mi mente comenzó a resentirse. Mientras que aquel pensamiento rondaba por mi mente.
¡¡¡AAAAARRRRRGGHHHH!!!... Solo eso se podía escuchar, al momento en que yo elevaba mi cosmos rápidamente tratando de bloquear todo pensamiento vago por parte de aquel sujeto. Mi cosmos ilumino todo el lugar y con ello rapidamente las ideas desaparecieron. Me levante de inmediato mientras aun tenia dolor. Mientras los salpullidos se centraban en mis extremidades. No había mas remedio de beber una de las pociones de Roma. Bebí de inmediato el contenido mientras poco a poco mi cuerpo iba resanando toda quemadura.
Asi que despues de todo has decidido presentarte Solomon... O debo decir Poseidon...
HP=28000-14160=13840+14000 (poción)=27840
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Última edición por Mauritius el Jue Ene 19, 2012 10:00 am, editado 1 vez
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Re: Aposentos de Zeus
El miembro 'Mauritius' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Defensa' : 3
--------------------------------
#2 'Ataque fuerte' : 6
--------------------------------
#3 'Objeto' : 1
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#4 'Cosmos' : 48
#1 'Defensa' : 3
--------------------------------
#2 'Ataque fuerte' : 6
--------------------------------
#3 'Objeto' : 1
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#4 'Cosmos' : 48
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Re: Aposentos de Zeus
Se quedó inmovil observando la escena atroz en que se encontraba. ¿Era ese el poder de los dioses? ¿Tendría Lydia, Octavius y Vergilius el mismo poder dentro de ella? La mera idea hizo que un escalofrío recorriera su espalda. Facilmente podrían destruir cualquier rastro de la civilización humana con ello.
Zeus le daba lo que le había pedido hacía solo un momento, la dejaría ir a Grecia si ella así se lo pedía, la dejaría volver a ese lugar en donde Aspros, Edward y Kardia se encontraban. Tal vez, incluso Vergilius aun estuviera por ahí. Pero si aquella llamada guerra había comenzado y ese era el primer escenario de ello, debía actuar y cumplir con su palabra. No dejaría que hubiese una guerra, costara lo que costara.
- Te dije que impediría esta guerra, ¿No es así? - A pesar de que temía por su integridad pasó caminando por el lado de Solomon sin mirarlo. Ya no lo reconocía como un primo, sino como alguien que debía ser detenido a cualquier costo. Había sabido sobre ello desde el momento en que le demostró que el dios dentro de él no sentía nada por ella y que esperaba su muerte. - ¿Estás bien? - Le preguntó a Mauritius luego de ver la forma en que su cuerpo se había llenado de heridas producto del gran ataque con el cual se hizo presente Solomon.
Sophia se paró al lado de Mauritius, no como una aliada, sino que dandose cuenta que frente a ella estaba alguien que alguna vez había amado. Tal vez... tal vez Zeus tendría una forma para traer a su primo de vuelta.
- Ayúdalo. Poseidón lo esta consumiendo... - Susurró Sophia llena de dolor, observandolo desde la distancia. - Debe haber alguna forma de expulsar a Poseidón de su cuerpo. Debe haberla... - Miró a Lydia con pena, sabiendo que su prima tambien era como Solomon. Era posible que incluso fuesen tan fuertes el uno como el otro. - Lydia... protege a los que amamos. No te transformes en alguien cruel y despreciable. Hay algo de ese día que tu no recuerdas, pero yo sí. Si hubiesemos tenido tiempo, te lo habría dicho... pero tendrás que confiar en mí, ese día que recuerdas, no ocurrió como piensas.
Sophia dio unos pasos adelante en dirección de Solomon, con tristeza, mirandolo con simpatía. Solomon había sido mucho más de lo que estaba mostrando ahora enloquecido. Sophia sabía que lo unico que podía haber ahora era salvar su alma. Si Solomon aun estaba dentro de ese cuerpo, entonces, por el amor que los unía como primos, la tendría que escuchar, aunque fuese una pequeña parte de él.
- Hubo una vez, en que compartí un sueño contigo, de ver a todas las naciones unidas. Pensé, que tu podrías lograrlo, que tu le ayudarías a Vergilius a traer la era de oro de Roma, en la cual por fin reinase la paz. Pero... ¿Esta es tu forma de hacerlo, Solomon?... ¿Atacando a los dioses? ¿Trayendo guerra y destrucción a nuestra tierra? - Sophia juntó sus manos como si estuviese orando. - Por favor detente, deten esto antes de que sea demasiado tarde. Dime que quieres... tal vez pueda ayudarte a obtenerlo de otro modo, no trayendo guerra y destrucción al mundo.
Última edición por Sophia el Jue Ene 19, 2012 10:44 am, editado 1 vez
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Re: Aposentos de Zeus
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Re: Aposentos de Zeus
Lydia observó lo que estaba pasando en ese lugar y no podía creer que otra vez, aquel ser al que odiaba tanto con todas sus fuerzas estuviese en ese sitio a punto de quitarle lo único que tenía, y lo poco que le quedaba para estar feliz. Sophía aún parecía estar en su mundo de colores y cosas lindas, pues aún pensaba que SOlomo iba a cambiar; si aún siendo humano era un ser cruel, egoísta y despiadado, no podía si quiera pensar cúanto más empezaría a serlo teniendo el poder de los dioses a su favor.
-Mauritius... ¿Tú también quieres que te deje aquí? BUeno. Me voy, pero tú no debes morir a manos de este inútil. Es tu obligación ganar, porque no puedes dejarme sola.- Dijo la diosa del amor carnal mientras lo observaba todo.
La ex-princesa de Roma palideció al entenderlo todo. Zeus quería protegerla, porque pensaba que algo terrible iba a suceder. Algo que quizá podía ser evitado de alguna manera, pero ella no podía ver la forma en la que eso pasara; sin embargo ya que tenía la oportunidad era su deber intentarlo. Un plan tenía que tener en mente, pero aún no sabía ni cómo empezarlo. La voz de Sophía una vez más interrumpió las elucubraciones de Lydia, quien se distrajo totalmente de su tarea.Por un lado Lydia lo sabía. Sabía que su prima no le estaba mintiendo y quizá había algo más que ella no recordaba, adeás ella entendía bien que su odio hacia su hermano no era más que un resentimiento acumulado durante mucho tiemo, que hacía que ella viera las cosas de otra manera; sin embargo gracias a la intromisión del hombre al que desearía ver muerto, la mujer de los cabellos negros no pudo seguir en sus elucubraciones, ya que Zeus le estaba pidiendo que se vaya, y no sólo eso, sino que estaba dándole ya, el anticipo de su muerte.
-Sophía... Yo no puedo decir que te crea, pero no soy un ser asqueroso y despiadado cómo el que está frente a nosotros. Yo sí me acuerdo de quienes han hecho cosas buenas por mí, y créeme esto no va a quedarse de esta manera. -Lydia dijo esto y miró a su amado quien ahora estaba herido casi de gravedad por culpa del que era su hermano. ¡Cuanto no hubiese querido ella poder estar a su lado en esos momentos! Pero no podía. Ella entendía que con su fuerza sólo podía ayudarlo de otra manera, por lo que sin decir nada más, la mujer de los cabellos negros desapareció del lugar para poder así dirigirse a donde hubiese alguien que la pudiera ayudar.
-Mauritius... ¿Tú también quieres que te deje aquí? BUeno. Me voy, pero tú no debes morir a manos de este inútil. Es tu obligación ganar, porque no puedes dejarme sola.- Dijo la diosa del amor carnal mientras lo observaba todo.
La ex-princesa de Roma palideció al entenderlo todo. Zeus quería protegerla, porque pensaba que algo terrible iba a suceder. Algo que quizá podía ser evitado de alguna manera, pero ella no podía ver la forma en la que eso pasara; sin embargo ya que tenía la oportunidad era su deber intentarlo. Un plan tenía que tener en mente, pero aún no sabía ni cómo empezarlo. La voz de Sophía una vez más interrumpió las elucubraciones de Lydia, quien se distrajo totalmente de su tarea.Por un lado Lydia lo sabía. Sabía que su prima no le estaba mintiendo y quizá había algo más que ella no recordaba, adeás ella entendía bien que su odio hacia su hermano no era más que un resentimiento acumulado durante mucho tiemo, que hacía que ella viera las cosas de otra manera; sin embargo gracias a la intromisión del hombre al que desearía ver muerto, la mujer de los cabellos negros no pudo seguir en sus elucubraciones, ya que Zeus le estaba pidiendo que se vaya, y no sólo eso, sino que estaba dándole ya, el anticipo de su muerte.
-Sophía... Yo no puedo decir que te crea, pero no soy un ser asqueroso y despiadado cómo el que está frente a nosotros. Yo sí me acuerdo de quienes han hecho cosas buenas por mí, y créeme esto no va a quedarse de esta manera. -Lydia dijo esto y miró a su amado quien ahora estaba herido casi de gravedad por culpa del que era su hermano. ¡Cuanto no hubiese querido ella poder estar a su lado en esos momentos! Pero no podía. Ella entendía que con su fuerza sólo podía ayudarlo de otra manera, por lo que sin decir nada más, la mujer de los cabellos negros desapareció del lugar para poder así dirigirse a donde hubiese alguien que la pudiera ayudar.
Lydia- Dios/a
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Re: Aposentos de Zeus
La sorpresa se mantuvo en su rostro mientras veía cómo el cuerpo de Zeus era arrastrado por la energía emitida de sus ojos hasta el fondo del templo para finalmente chocar contra sus paredes. La razón era simple, no suponía hasta ahora la gravedad de su propia fuerza, definitivamente esa no era la misma fuerza con la que había luchado frente a Anfitrite o inclusive hacía poco en Altantis.
¿O era que Júpiter no tuviera la famosa fuerza del cual se dice en los mitos? Imposible. El debía ser el dios más fuerte, pues de entre todos los olímpicos el era su rey. El terrible dios del Rayo. En todo caso analizar la fuerza del dueño de casa era algo que no podía precisar, el don de percibir la energía de otro era algo que aparecía repentinamente en él.
Lo que si podía apreciar claramente con su vista de halcón era su sufrimiento. Verle allí gritando y gimoteando por la orden que ya debía estar invadiendo su cerebro era un placer regocijante. Lo disfrutaba, sabía que cómo Archer no debía pero así lo sentía, algo en su interior reía delirantemente.
Pero después de un breve tiempo aquel que había conocido alguna vez cómo senador develaba su poderío. Una fugaz luz, igual o hasta de mayor intensidad que la emitida por sus ojos místicos había aparecido repentinamente. Solomon ni se permitió parpadear, para él no había caso separar su atención de la presa, mucho menos de una en teoría tan peligrosa.
Vaya, vaya…realmente eres el amo del rayo. Zeus.
Nada importaba o significaba valor alguno para él en tan apasionantes minutos. No existía Lydia, ni tampoco lo habría sido Sophia sino fuera por aparecer al lado de Mauritius. Le hablaba de cerca, quizás hasta le alentaba para volver a la contienda, ella únicamente giraba el rostro para verle lastimeramente. Aquello causo leve irritación en el atacante quien decidido reinicio su avance, levitando sin saberlo sobre el corredor adornado por bellas joyas.
Creía que huiría ante la amenaza de morir en pleno fuego cruzado. Pero no. Esta vez era la menuda jovencita quien se le acercaba, sin el mínimo temor, tal cómo la vez en la tierra, cosa que a él le pareció de lo más rara y simpática. Sin embargo las razones que le habían deparado cómo destino el Olimpo no tenían nada que ver con ella, Zeus era su objetivo, por tal motivo siguió avanzando mostrando indiferencia a los pasos de la chiquilla peliteñida. Hasta que…
Por favor detente, detén esto antes de que sea demasiado tarde. Dime que quieres... tal vez pueda ayudarte a obtenerlo de otro modo, no trayendo guerra y destrucción al mundo.
Sin dejar de ver a su presa detuvo su transito. Los últimos residuos metálicos de los guardianes de Zeus terminaban por caer a pocos centímetros de los pies de Sophia en tanto él descendía para tocar suelo. Una vez esto ocurrido la vio intrigado, saliéndose levemente del marco de la pelea.
¿Ayudarme?...a mi, Sophia. ¿Por qué?
Inquirió demostrando preocupación y candidez. Su mirada insensible tomaba un brillo totalmente distinto al verle, parecía incrédulo al verse reflejado en los ojos de ella. ¿Quién o que era eso que exhalaba fuego y mantenía tan perturbadora sonrisa a cuestas? Pero la sonrisa marchito ante las manos cruzados de ella. No era que le entendiese del todo, pero algo muy dentro le obligaba a dejar por instantes su naturaleza asesina. El rostro de Sophia resultaba relajador, sus ojos tristes, sus mejillas sonrosadas, sus labios de frambuesa, aquella vitalidad tan esplendida de los humanos. Algo que había perdido…
…
Algo ocurría repentinamente. Los ojos del casi desaparecido Archer se estrechaban cada vez más mientras se volvían tan afilados cómo espadas. Su temperamento crecía volviéndose totalmente abrasivo con quien hasta segundos previos le había devuelto insipientemente la razón.
Saliste finalmente del hechizo que te induje, pesé a ser algo imposible de disolver para un humano común y corriente. Aun así lo lograste….será deber mío felicitarte.
Su trato era arisco, frío y recriminante. Cómo no podría serlo, si Sophia se había logrado librar de la maldición de sus ojos místicos, lo cual evidenciaba claramente que dentro llevaba también un dios. Un ser despreciable y egoísta, tal cómo los otros, aquellos a quienes debía acabar a cómo diera lugar. Alguien infestado con tal plaga jamás podría entender el punto de vista de un humano cómo lo era Solomon.
Cerrando los ojos y levantando el mentón avanzo, esta vez a pie sobre el mármol, y estando justo a su lado le dijo suavemente.
Pensar que creí en ti. Ja. Que ridículo debió ser Solomon para hacerme caer en tan simple artimaña.
Fue lo único, luego de eso prosiguió abriendo de inmediato sus orbes ya coloreados en bello dorado. Su capa rasgada levitaba mágicamente formando ondas, las cuales de perfil daban el efecto visual de ir tocando la silueta de Sophia.
Jure proteger la paz de Roma y así lo haré. No me interesa si medio mundo, cielo y mar son destruidos en el proceso, ni cuantos de ustedes los dioses mueran. Lo haré. Espero eso resuelva tu incógnita, Athena, vulgar perra de los griegos.
Sin más los brillos de su alma resentida se abrían paso al exterior liberando una fuerza luminosa excepcional contra el aun malherido rey olímpico. Ahora más que nunca no les guardaría compasión. Ellos debían pagar, cada uno, hasta el fin de los tiempos.
Maldición.
---------------------------------------------
Ataque: 2950 + 2950(cosmo) = 5900 + 590(Obj.port.Tridente) + 590 (Obj.Port.) = 7080
Dado ATK: 4 + 2(Obj.PortTridente) = 6
Cosmos= 50 + 7(Obj.Port.Oricalcos) = 57
¿O era que Júpiter no tuviera la famosa fuerza del cual se dice en los mitos? Imposible. El debía ser el dios más fuerte, pues de entre todos los olímpicos el era su rey. El terrible dios del Rayo. En todo caso analizar la fuerza del dueño de casa era algo que no podía precisar, el don de percibir la energía de otro era algo que aparecía repentinamente en él.
Lo que si podía apreciar claramente con su vista de halcón era su sufrimiento. Verle allí gritando y gimoteando por la orden que ya debía estar invadiendo su cerebro era un placer regocijante. Lo disfrutaba, sabía que cómo Archer no debía pero así lo sentía, algo en su interior reía delirantemente.
Pero después de un breve tiempo aquel que había conocido alguna vez cómo senador develaba su poderío. Una fugaz luz, igual o hasta de mayor intensidad que la emitida por sus ojos místicos había aparecido repentinamente. Solomon ni se permitió parpadear, para él no había caso separar su atención de la presa, mucho menos de una en teoría tan peligrosa.
Vaya, vaya…realmente eres el amo del rayo. Zeus.
Nada importaba o significaba valor alguno para él en tan apasionantes minutos. No existía Lydia, ni tampoco lo habría sido Sophia sino fuera por aparecer al lado de Mauritius. Le hablaba de cerca, quizás hasta le alentaba para volver a la contienda, ella únicamente giraba el rostro para verle lastimeramente. Aquello causo leve irritación en el atacante quien decidido reinicio su avance, levitando sin saberlo sobre el corredor adornado por bellas joyas.
Creía que huiría ante la amenaza de morir en pleno fuego cruzado. Pero no. Esta vez era la menuda jovencita quien se le acercaba, sin el mínimo temor, tal cómo la vez en la tierra, cosa que a él le pareció de lo más rara y simpática. Sin embargo las razones que le habían deparado cómo destino el Olimpo no tenían nada que ver con ella, Zeus era su objetivo, por tal motivo siguió avanzando mostrando indiferencia a los pasos de la chiquilla peliteñida. Hasta que…
Por favor detente, detén esto antes de que sea demasiado tarde. Dime que quieres... tal vez pueda ayudarte a obtenerlo de otro modo, no trayendo guerra y destrucción al mundo.
Sin dejar de ver a su presa detuvo su transito. Los últimos residuos metálicos de los guardianes de Zeus terminaban por caer a pocos centímetros de los pies de Sophia en tanto él descendía para tocar suelo. Una vez esto ocurrido la vio intrigado, saliéndose levemente del marco de la pelea.
¿Ayudarme?...a mi, Sophia. ¿Por qué?
Inquirió demostrando preocupación y candidez. Su mirada insensible tomaba un brillo totalmente distinto al verle, parecía incrédulo al verse reflejado en los ojos de ella. ¿Quién o que era eso que exhalaba fuego y mantenía tan perturbadora sonrisa a cuestas? Pero la sonrisa marchito ante las manos cruzados de ella. No era que le entendiese del todo, pero algo muy dentro le obligaba a dejar por instantes su naturaleza asesina. El rostro de Sophia resultaba relajador, sus ojos tristes, sus mejillas sonrosadas, sus labios de frambuesa, aquella vitalidad tan esplendida de los humanos. Algo que había perdido…
…
Algo ocurría repentinamente. Los ojos del casi desaparecido Archer se estrechaban cada vez más mientras se volvían tan afilados cómo espadas. Su temperamento crecía volviéndose totalmente abrasivo con quien hasta segundos previos le había devuelto insipientemente la razón.
Saliste finalmente del hechizo que te induje, pesé a ser algo imposible de disolver para un humano común y corriente. Aun así lo lograste….será deber mío felicitarte.
Su trato era arisco, frío y recriminante. Cómo no podría serlo, si Sophia se había logrado librar de la maldición de sus ojos místicos, lo cual evidenciaba claramente que dentro llevaba también un dios. Un ser despreciable y egoísta, tal cómo los otros, aquellos a quienes debía acabar a cómo diera lugar. Alguien infestado con tal plaga jamás podría entender el punto de vista de un humano cómo lo era Solomon.
Cerrando los ojos y levantando el mentón avanzo, esta vez a pie sobre el mármol, y estando justo a su lado le dijo suavemente.
Pensar que creí en ti. Ja. Que ridículo debió ser Solomon para hacerme caer en tan simple artimaña.
Fue lo único, luego de eso prosiguió abriendo de inmediato sus orbes ya coloreados en bello dorado. Su capa rasgada levitaba mágicamente formando ondas, las cuales de perfil daban el efecto visual de ir tocando la silueta de Sophia.
Jure proteger la paz de Roma y así lo haré. No me interesa si medio mundo, cielo y mar son destruidos en el proceso, ni cuantos de ustedes los dioses mueran. Lo haré. Espero eso resuelva tu incógnita, Athena, vulgar perra de los griegos.
Sin más los brillos de su alma resentida se abrían paso al exterior liberando una fuerza luminosa excepcional contra el aun malherido rey olímpico. Ahora más que nunca no les guardaría compasión. Ellos debían pagar, cada uno, hasta el fin de los tiempos.
Maldición.
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Ataque: 2950 + 2950(cosmo) = 5900 + 590(Obj.port.Tridente) + 590 (Obj.Port.) = 7080
Dado ATK: 4 + 2(Obj.PortTridente) = 6
Cosmos= 50 + 7(Obj.Port.Oricalcos) = 57
Última edición por Solomon el Vie Ene 20, 2012 10:17 pm, editado 1 vez
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Re: Aposentos de Zeus
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Re: Aposentos de Zeus
Jajajajaja, después de todo el destino a hecho que nuestros destinos como dioses se tropiecen Poseidon. No me importa que personaje interpretes en Roma. Incluso resulto ser que no tienes el absoluto control de ese cuerpo. Las acciones que realizas lo haces por un imperio. Por roma. Y aun así no te has dado cuenta que ese reino de papel que defiendes, por sus propios méritos caerán. Se acabara todo por lo cual has luchado.
Musite mientras aun seguía afectado por el ataque anterior. Por ahora se invertían los papeles. Yo siendo el dios mas poderoso de todo el olimpo. Aquel que con la ayuda de mis hermanos pudimos acabar con nuestros propios padres. Hoy me veía aquí. Rebajándome ante aquel ente. Poco a poco mis fuerzas eran menores.
No huiré ni bajare la cabeza ante ti... Poseidon, incluso si este cuerpo mortal se partiera en mil pedazos. Bajaría de nueva cuenta desde los olimpos, solo para matarte con mis propias manos...
Dije mientras me incorporaba del todo. Sophia parecia estar de mi parte. Pero solo seria en esta ocasion. Puesto que yo la habia raptado del santuario. Pensaria que era la persona mas odiada. Se ponía justo a mi lado. Solo para decirle a Solomon que no quería mas guerras. Seria difícil entrar en razón a un ser tan despreciable. No había hecho nada como senador de Roma. Y tampoco lograría hacer nada con ese poder.
Jum... No creíste que caería tan fácil en tus juegos, o no crees... como te haces llamar... ¿Emperador de Roma?, Solomon?, ¿el que alguna vez fue un senador?...No sabes lo que dices...
"Jure proteger la paz de Roma y así lo haré. No me interesa si medio mundo, cielo y mar son destruidos en el proceso, ni cuantos de ustedes los dioses mueran. Lo haré. Espero eso resuelva tu incógnita, Athena, vulgar perra de los griegos."
Con ese vocabulario no creo que llegues a ser nada... Tu, un dios gobernando a un simple país... Donde tienes la maldita cabeza... Los humanos deberían de arreglar sus propios problemas....
Para poder continuar parecia que deberia estar esperando cada ataque de aquel Dios. Asi comenzaria esta guerra. Sin que yo pudiese hacer nada. Mi cuerpo aun quedaba resentido del anterior ataque, y mi cuerpo no se movia a mis ordenes. De nueva cuenta un rayo de luz impacto contra mi. Pero esta vez era mas bajo su intensidad, asi que solamente cubri mi rostro con mis brazos en forma de equis.
El ataque paso rápidamente, para mi, tenia que hacer algo, rápido y certero, y no había mas oportunidad que esta. Así que tome varias pociones que tenia en mi mochila. Tenia que arreglar todo de una buena vez.
Musite mientras aun seguía afectado por el ataque anterior. Por ahora se invertían los papeles. Yo siendo el dios mas poderoso de todo el olimpo. Aquel que con la ayuda de mis hermanos pudimos acabar con nuestros propios padres. Hoy me veía aquí. Rebajándome ante aquel ente. Poco a poco mis fuerzas eran menores.
No huiré ni bajare la cabeza ante ti... Poseidon, incluso si este cuerpo mortal se partiera en mil pedazos. Bajaría de nueva cuenta desde los olimpos, solo para matarte con mis propias manos...
Dije mientras me incorporaba del todo. Sophia parecia estar de mi parte. Pero solo seria en esta ocasion. Puesto que yo la habia raptado del santuario. Pensaria que era la persona mas odiada. Se ponía justo a mi lado. Solo para decirle a Solomon que no quería mas guerras. Seria difícil entrar en razón a un ser tan despreciable. No había hecho nada como senador de Roma. Y tampoco lograría hacer nada con ese poder.
Jum... No creíste que caería tan fácil en tus juegos, o no crees... como te haces llamar... ¿Emperador de Roma?, Solomon?, ¿el que alguna vez fue un senador?...No sabes lo que dices...
"Jure proteger la paz de Roma y así lo haré. No me interesa si medio mundo, cielo y mar son destruidos en el proceso, ni cuantos de ustedes los dioses mueran. Lo haré. Espero eso resuelva tu incógnita, Athena, vulgar perra de los griegos."
Con ese vocabulario no creo que llegues a ser nada... Tu, un dios gobernando a un simple país... Donde tienes la maldita cabeza... Los humanos deberían de arreglar sus propios problemas....
Para poder continuar parecia que deberia estar esperando cada ataque de aquel Dios. Asi comenzaria esta guerra. Sin que yo pudiese hacer nada. Mi cuerpo aun quedaba resentido del anterior ataque, y mi cuerpo no se movia a mis ordenes. De nueva cuenta un rayo de luz impacto contra mi. Pero esta vez era mas bajo su intensidad, asi que solamente cubri mi rostro con mis brazos en forma de equis.
El ataque paso rápidamente, para mi, tenia que hacer algo, rápido y certero, y no había mas oportunidad que esta. Así que tome varias pociones que tenia en mi mochila. Tenia que arreglar todo de una buena vez.
HP=27840-7080=20760+7000(Pocion)=27760
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Of: Bebo las siguientes pociones
Última edición por Mauritius el Sáb Ene 21, 2012 4:58 pm, editado 4 veces
Mauritius- Dios/a
- Reino : Olimpo
Templo del Trueno
Ataques :
AD - Crucificacion Sangrienta (4400)
AM - Circus Flame (5250)
AF - Dark Coffin (5950)
AF - Estrella de Muerte[i] (5950)
Defensa :
Lightning Shield
Cantidad de envíos : 378
Re: Aposentos de Zeus
El miembro 'Mauritius' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados
#1 'Defensa' : 4
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#2 'Ataque fuerte' : 8
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#3 'Objeto' : 2
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#4 'Cosmos' : 2
#1 'Defensa' : 4
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#2 'Ataque fuerte' : 8
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#3 'Objeto' : 2
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#4 'Cosmos' : 2
Dados- Admin
- Cantidad de envíos : 24794
Re: Aposentos de Zeus
Sophia no entendía de dónde provenía la fuerza que estaba experimentando Solomon en ese momento. Pero si podía darse cuenta ahora que las palabras de Mauritius no habían sido erradas, Solomon tenía la fuerza de un dios, un dios había nacido dentro de su cuerpo y ahora había despertado. Así como Lydia, sentía el corazón de su primo lleno de resentimiento, lo cual la entristeció e hizo que su pecho doliera.
<< ¿Para qué tanto dolor y sacrificio en criarnos? ¿Para que nuestros padres eliminaron los riesgos y a quienes se oponían a las divisiones? ¿Para esto? Para que sus hijos despues terminaran matandose unos a los otros… para que un hermano matara a otro… que desperdicio. >>
Miró hacia un costado evitando observar la forma en que nuevamente el ataque de su primo contra Mauritius arremetía contra su cuerpo.
<< Nuestros padres tenían el sueño de conquistar el mundo no sólo por poder, sino, para ver que las naciones se unificaran en una sola, que todos pudiesemos llamarnos Romanos y que las divisiones entre nosotros ya no existieran. Que todos hablaramos sólo una lengua, que tuvieramos los mismos dioses, que lloraramos las mismas penas y sonrieramos las mismas alegrias.
¿Para que tantos años de guerra? Para que sus hijos terminaran de esta forma, peleando uno contra el otro para ver quien sería el heredero de todo aquello… de tierra, de riquezas… de muerte.
Odio las guerras. Sólo traen lo peor de todos nosotros. Mi madre lo sabía… por eso nunca dejó que entrenaran a Fye para ser un guerrero. Nos alejó de esto, nos alejó de nuestra familia… ella sabía que esto pasaría.
Un hermano contra otro, un primo deseando la muerte de alguien de su misma sangre… >>
Se quedó callada mirando el suelo, debatiendo en su propia mente que era lo que debía hacer en una situación así. ¿Cómo los podría detener? ¿Habría si quiera forma de detenerlos? Y en caso de le pusiera fin a esa batalla, ¿Qué sucedía con el resto que venían? ¿Había una forma de que sus familiares se detuvieran?
- Solomon. – Susurró Sophia, ignorando sus insultos o las palabras ofensivas en su contra, o cualquier índice que le dijera de una u otra manera que todo lo que estaba haciendo era inútil. – Si no te detienes ahora, tú y yo pasaremos a ser enemigos irremediablemente. Te estoy ofreciendo poder solucionar esto, como el hombre que se que eres y no como un cobarde que ataca a los de su misma sangre.
<< ¿Para qué tanto dolor y sacrificio en criarnos? ¿Para que nuestros padres eliminaron los riesgos y a quienes se oponían a las divisiones? ¿Para esto? Para que sus hijos despues terminaran matandose unos a los otros… para que un hermano matara a otro… que desperdicio. >>
Miró hacia un costado evitando observar la forma en que nuevamente el ataque de su primo contra Mauritius arremetía contra su cuerpo.
<< Nuestros padres tenían el sueño de conquistar el mundo no sólo por poder, sino, para ver que las naciones se unificaran en una sola, que todos pudiesemos llamarnos Romanos y que las divisiones entre nosotros ya no existieran. Que todos hablaramos sólo una lengua, que tuvieramos los mismos dioses, que lloraramos las mismas penas y sonrieramos las mismas alegrias.
¿Para que tantos años de guerra? Para que sus hijos terminaran de esta forma, peleando uno contra el otro para ver quien sería el heredero de todo aquello… de tierra, de riquezas… de muerte.
Odio las guerras. Sólo traen lo peor de todos nosotros. Mi madre lo sabía… por eso nunca dejó que entrenaran a Fye para ser un guerrero. Nos alejó de esto, nos alejó de nuestra familia… ella sabía que esto pasaría.
Un hermano contra otro, un primo deseando la muerte de alguien de su misma sangre… >>
Se quedó callada mirando el suelo, debatiendo en su propia mente que era lo que debía hacer en una situación así. ¿Cómo los podría detener? ¿Habría si quiera forma de detenerlos? Y en caso de le pusiera fin a esa batalla, ¿Qué sucedía con el resto que venían? ¿Había una forma de que sus familiares se detuvieran?
- Solomon. – Susurró Sophia, ignorando sus insultos o las palabras ofensivas en su contra, o cualquier índice que le dijera de una u otra manera que todo lo que estaba haciendo era inútil. – Si no te detienes ahora, tú y yo pasaremos a ser enemigos irremediablemente. Te estoy ofreciendo poder solucionar esto, como el hombre que se que eres y no como un cobarde que ataca a los de su misma sangre.
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