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Conociendo la arena
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Conociendo la arena
Era temprano por la mañana, la fresca brisa matinal daba una agradable sensación de primavera, el sol resplandecía en un cielo despejado y la joven patricia caminaba con su garbo elegante hasta la entrada del gran coliseo, con una expresión neutral, pero sonriendo para sus adentros; había pasado tiempo desde la última vez que estuvo en Roma, unos cinco años, tal vez seis, también venía con los gladiadores, pero no fueron bien recibidos. Esta vez era diferente, tenían un lugar en los juegos del domingo en el primus, su ludus, aunque lejano, era uno de los más afamados, seguramente se debía a que contrario a lo que todos creían y a las otras escuelas de gladiadores, los campeones de su familia no eran esclavos, aunque cuando viajaban debían mantener las apariencias.
Los guerreros se acomodaron en las galeras designadas, mientras Sacmis y su padre fueron invitados en una lujosa residencia de una opulenta familia local. Mientras los hombres hablaban de negocios y la señora de la casa se ocupaba del banquete nocturno, la joven paseaba por las calles que en un par de días sonarían con los gritos exaltados de miles de espectadores de la muerte. Se descolgó del cuello la cadena con el péndulo y sacó de su bolso la caja de terciopelo, de la que eligió una piedra de un intenso color rojo, dejando que se balanceara mientras miraba la impresionante obra arquitectónica.
- ¿A quién le falta equilibrio? – Preguntó en un susurro apenas audible, solo para ella y para el objeto que se mecía en el aire, mientras sus ojos mostraban la sonrisa cínica que su rostro frío no mostraba en público, tan seria era su expresión que fácilmente se creería que su rostro estaba tallado en mármol, miraba las rejas, miraba a los esclavos sostenidos de los barrotes en busca de atención y esperando por la frugal comida que les llevaban los carceleros, cruzó una furtiva mirada con uno de sus campeones al otro extremo de la galera, lejos del bullicio, sentado con tranquilidad; luego observó el péndulo moverse en esa misma dirección. - Parece que ya sé a quien apostar - susurró
Los guerreros se acomodaron en las galeras designadas, mientras Sacmis y su padre fueron invitados en una lujosa residencia de una opulenta familia local. Mientras los hombres hablaban de negocios y la señora de la casa se ocupaba del banquete nocturno, la joven paseaba por las calles que en un par de días sonarían con los gritos exaltados de miles de espectadores de la muerte. Se descolgó del cuello la cadena con el péndulo y sacó de su bolso la caja de terciopelo, de la que eligió una piedra de un intenso color rojo, dejando que se balanceara mientras miraba la impresionante obra arquitectónica.
- ¿A quién le falta equilibrio? – Preguntó en un susurro apenas audible, solo para ella y para el objeto que se mecía en el aire, mientras sus ojos mostraban la sonrisa cínica que su rostro frío no mostraba en público, tan seria era su expresión que fácilmente se creería que su rostro estaba tallado en mármol, miraba las rejas, miraba a los esclavos sostenidos de los barrotes en busca de atención y esperando por la frugal comida que les llevaban los carceleros, cruzó una furtiva mirada con uno de sus campeones al otro extremo de la galera, lejos del bullicio, sentado con tranquilidad; luego observó el péndulo moverse en esa misma dirección. - Parece que ya sé a quien apostar - susurró
Sacmis- Dios/a
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Re: Conociendo la arena
El roció de la mañana era algo sin igual, Mialik recorría las calles de la hermosa ciudad de Roma con gran seriedad y tranquilidad, muchos usuraban a su paso, otros callaban por respeto y mucho ni siquiera se osaban a mirarle el rostro, la razón... una sola, el era uno de los senadores, bueno uno de los pocos que quedaba, tenia gran poder, influencia y conocía muy bien los secretos oscuros que muchos en aquella ciudad deseaban esconder con un fervor increíble.
- Este lugar lleno de cinismo e hipocresía me agrada, no hay nada como ver en sus rostros esa sensación de que les puedo destruir la vida en solo unos instantes y con solo unas palabras, jajajaja que pobre ilusos, como si a mi me importara lo que hacen o dejan hacer -
Mientras miraba hacia todos lados sin siquiera bajar la mirada, Mialik se perdía entre sus pensamientos y con gran rapidez llego al coliseo, pocas personas eran las que estaban allí presentes, sin embargo él no se quedaría como espectador aquel día; siguió sus pasos hasta llegar a las galeras, en aquel lugar pudo observar una mujer que hacia mucho no veía por aquellos lugares aunque no le hubiese dirigido la palabra antes.
Un frió viento soplo dentro de aquel lugar y los pasos de Mialik eran lentos y silencioso, se acercaba lentamente a la posición en la cual se encontraba aquella hermosa joven y pudo ver una sonrisa intrigante, hermosa, sádica y lujuriosa, lo impacto a primera vista aquella faceta de una dama distinguida de sociedad, se acerco a ella y posándose a su lado se expreso.
- Hermosa dama, no es aconsejable que usted se encuentre sola en este lugar, rodeada de salvajes, aunque parece ser usted una dama que se sabe cuidar sola... ho disculpe mis modales, un gusto señorita, mi nombre es Mialik -
EL joven no dijo ni una sola palabra mas, debía saber la reacción de la joven y por eso mantenía aquella posición de saludo, con el rostr un poco inclinado y la mano extendida, a la espera de una respuesta o reacción por parte de aquella mujer tan fascinante que estaba contemplando.
- Este lugar lleno de cinismo e hipocresía me agrada, no hay nada como ver en sus rostros esa sensación de que les puedo destruir la vida en solo unos instantes y con solo unas palabras, jajajaja que pobre ilusos, como si a mi me importara lo que hacen o dejan hacer -
Mientras miraba hacia todos lados sin siquiera bajar la mirada, Mialik se perdía entre sus pensamientos y con gran rapidez llego al coliseo, pocas personas eran las que estaban allí presentes, sin embargo él no se quedaría como espectador aquel día; siguió sus pasos hasta llegar a las galeras, en aquel lugar pudo observar una mujer que hacia mucho no veía por aquellos lugares aunque no le hubiese dirigido la palabra antes.
Un frió viento soplo dentro de aquel lugar y los pasos de Mialik eran lentos y silencioso, se acercaba lentamente a la posición en la cual se encontraba aquella hermosa joven y pudo ver una sonrisa intrigante, hermosa, sádica y lujuriosa, lo impacto a primera vista aquella faceta de una dama distinguida de sociedad, se acerco a ella y posándose a su lado se expreso.
- Hermosa dama, no es aconsejable que usted se encuentre sola en este lugar, rodeada de salvajes, aunque parece ser usted una dama que se sabe cuidar sola... ho disculpe mis modales, un gusto señorita, mi nombre es Mialik -
EL joven no dijo ni una sola palabra mas, debía saber la reacción de la joven y por eso mantenía aquella posición de saludo, con el rostr un poco inclinado y la mano extendida, a la espera de una respuesta o reacción por parte de aquella mujer tan fascinante que estaba contemplando.
Miaalik- Cantidad de envíos : 16
Re: Conociendo la arena
Las palabras de un extraño la sacaron de su ensimismamiento en los movimientos del péndulo que había girado a su lado, muy de prisa volvió a colocar en su cuello, desde donde caía elegantemente. La dama giró lentamente el rostro para mirar a quien se había acercado; su cabello púrpureo caía suavemente en bucles y en él resaltaba la delgada diadema de plata que le coronaba, su túnica era azul celeste, con velos blancos que cubrían la blanca piel de sus hombros, sostenidos por botones de plata, su rostro que parecía tallado en mármol, no expresaba absolutamente nada.
Bastaba con ver la vestimenta de su interlocutor para saber que era alguien importante, así que esbozó una delicada sonrisa que casi era cálida y que cualquiera hubiese jurado real, estiró su mano y suavemente la colocó en la de él para saludarle.
- Encantada. - Dijo melodiosamente inclinando muy levemente la cabeza, en una señal de respeto, más no de sumisión. - Yo soy Sacmis. - Miró de soslayo las galeras y luego volvió la mirada a un enorme hombre moreno de las provincias del sur que llevaba un enorm envoltorio en una mano y la otra sobre un cinto del que colgaba un látigo. - Ciertamente no sería prudente salir sola, pero prefiero que mi guardia no esté a lado mío como si fuésemos iguales. - Miró a los gladiadores tras las rejas. - ¿Le gustan los juegos? ¿A cuál de esos hombres cree que favorezca la fortuna? -
Bastaba con ver la vestimenta de su interlocutor para saber que era alguien importante, así que esbozó una delicada sonrisa que casi era cálida y que cualquiera hubiese jurado real, estiró su mano y suavemente la colocó en la de él para saludarle.
- Encantada. - Dijo melodiosamente inclinando muy levemente la cabeza, en una señal de respeto, más no de sumisión. - Yo soy Sacmis. - Miró de soslayo las galeras y luego volvió la mirada a un enorme hombre moreno de las provincias del sur que llevaba un enorm envoltorio en una mano y la otra sobre un cinto del que colgaba un látigo. - Ciertamente no sería prudente salir sola, pero prefiero que mi guardia no esté a lado mío como si fuésemos iguales. - Miró a los gladiadores tras las rejas. - ¿Le gustan los juegos? ¿A cuál de esos hombres cree que favorezca la fortuna? -
Sacmis- Dios/a
- Reino : Olimpo
Defensa : Retribución[/left]
Cantidad de envíos : 78
Re: Conociendo la arena
El joven quedo impresionado con aquella sonrisa angelical de la dama que se encontraba frente suyo mientras que la mano de aquella hermosa dama caía suavemente sobre la de Mialik, quien de inmediato dio una pequeña reverencia y le dio un beso sutil a aquella extremidad de la joven . Escucho sus palabras y detalladamente miraba cada uno de los movimientos de Sacmis y no paraba de analizar su belleza y sus expresiones.
- Me alegra que usted a diferencia de muchas personas de nuestro circulo social sepa que no somos iguales a aquellos que están a nuestro servicios, nosotros si pensamos, si podemos mover todo a nuestro antojo y no rendirle cuentas a nadie. -
Mialik no soltaba aun la mano delicada de aquella dama mientras daba una mirada a todos los "guerreros" que se encontraban tras las rejas fijando sus ojos de tono oscuro en un hombre alto y de piel oscurecida por el sol, aquel hombre mostraba en su mirada una sed de triunfo y libertad.
- Creo que muchos de estos son grandes luchadores, pero creo que aquel hombre de allí al fondo puede ser a quien la fortuna le sonría el día de hoy, aunque creo que usted tiene otro candidato como ganador. ¿que le parece si hacemos una apuesta entre nosotros dos mientras vamos hacia nuestros asientos?. -
Luego de aquellas palabras Mialik continuo mirando a Sacmis fijamente a los ojos, con tranquilidad y paciencia, una seriedad de gran elegancia, solo a la espera de la respuesta de aquella hermosa joven de quien quería estar acompañado aquel día.
- Me alegra que usted a diferencia de muchas personas de nuestro circulo social sepa que no somos iguales a aquellos que están a nuestro servicios, nosotros si pensamos, si podemos mover todo a nuestro antojo y no rendirle cuentas a nadie. -
Mialik no soltaba aun la mano delicada de aquella dama mientras daba una mirada a todos los "guerreros" que se encontraban tras las rejas fijando sus ojos de tono oscuro en un hombre alto y de piel oscurecida por el sol, aquel hombre mostraba en su mirada una sed de triunfo y libertad.
- Creo que muchos de estos son grandes luchadores, pero creo que aquel hombre de allí al fondo puede ser a quien la fortuna le sonría el día de hoy, aunque creo que usted tiene otro candidato como ganador. ¿que le parece si hacemos una apuesta entre nosotros dos mientras vamos hacia nuestros asientos?. -
Luego de aquellas palabras Mialik continuo mirando a Sacmis fijamente a los ojos, con tranquilidad y paciencia, una seriedad de gran elegancia, solo a la espera de la respuesta de aquella hermosa joven de quien quería estar acompañado aquel día.
Miaalik- Cantidad de envíos : 16
Re: Conociendo la arena
Sacmis sonrió ante el beso en su mano, sin duda un gesto de las altas cunas y aunque notó que no soltaba su mano, no dijo nada ni mostró reacción alguna, pues se encontraba curiosa de en que momento lo haría y que diría al respecto, siguió la mirada de aquel opulento joven hasta el gladiador que observaba y esbozó una sonrisa, como de quien evalúa un caballo en el mercado y luego miró de nuevo a Miaalik.
- Es una buena elección, no lo discuto, pero efectivamente difiero en el pronóstico. - La joven miró a un gladiador en el fondo de las galeras, apartado de todos, que parecía un tanto distraído, era un hombre de estatura media, aparentemente sureño, con su cabello castaño oscuro, atado en una gruesa trenza. - Mi apuesta será por él. - Dijo con plena convicción y sacó de entre los pliegues de la túnica una pequeña talega que al moverse tintineó. - ¿20 piezas de oro os parece bien? - Preguntó por poner un precio, aunque su intuición le decía que probablemente no fuera lo que él tenía en mente. - ¿Me mostraría el camino? - Preguntó cortesmente, no por no conocerlo, si no por protocolo social, además estaba claro que una persona así de importante, se dirigía a la misma zona de palcos que ella.
- Es una buena elección, no lo discuto, pero efectivamente difiero en el pronóstico. - La joven miró a un gladiador en el fondo de las galeras, apartado de todos, que parecía un tanto distraído, era un hombre de estatura media, aparentemente sureño, con su cabello castaño oscuro, atado en una gruesa trenza. - Mi apuesta será por él. - Dijo con plena convicción y sacó de entre los pliegues de la túnica una pequeña talega que al moverse tintineó. - ¿20 piezas de oro os parece bien? - Preguntó por poner un precio, aunque su intuición le decía que probablemente no fuera lo que él tenía en mente. - ¿Me mostraría el camino? - Preguntó cortesmente, no por no conocerlo, si no por protocolo social, además estaba claro que una persona así de importante, se dirigía a la misma zona de palcos que ella.
Sacmis- Dios/a
- Reino : Olimpo
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Re: Conociendo la arena
El joven Mialik mantenía su mirada en las facciones, en las acciones de Sacmis, no podía evitar detallas cada uno de los movimientos de la joven aunque fuesen mínimos; había algo en ella que le intrigaba, que le causaba curiosidad tal que seria capaz de aguantar mas tiempo entre aquellos burdos guerreros solo para descifrar los secretos de la dama que tenia ante sus ojos.
El joven escucho atentamente las palabras de la joven y solamente sonrió levemente, aunque quería apostar otra cosa, no apresuraría los acontecimientos y aceptaría aquella mínima apuesta con Sacmis.
- Claro, veinte piezas de oro me parece bien para iniciar, creo que este encuentro sera muy divertido y no hablo solo pro los espectáculos de barbarismo que presenciaremos y por cierto... claro que le muestro el camino, aunque me gustaría ver nuevamente esa sonrisa perturbadoramente intrigante y cautivante que dejo salir cuando pensó estar a solas -
Mialik soltó la mano de la dama y señalo la salida para luego ofrecer su brazo para apoyo de la señorita y poder dirigirse hacia sus lugares en los palcos del coliseo, él sabia muy bien que no estarían muy lejos el uno del otro y por ahora los ligaba aquella apuesta.
El joven escucho atentamente las palabras de la joven y solamente sonrió levemente, aunque quería apostar otra cosa, no apresuraría los acontecimientos y aceptaría aquella mínima apuesta con Sacmis.
- Claro, veinte piezas de oro me parece bien para iniciar, creo que este encuentro sera muy divertido y no hablo solo pro los espectáculos de barbarismo que presenciaremos y por cierto... claro que le muestro el camino, aunque me gustaría ver nuevamente esa sonrisa perturbadoramente intrigante y cautivante que dejo salir cuando pensó estar a solas -
Mialik soltó la mano de la dama y señalo la salida para luego ofrecer su brazo para apoyo de la señorita y poder dirigirse hacia sus lugares en los palcos del coliseo, él sabia muy bien que no estarían muy lejos el uno del otro y por ahora los ligaba aquella apuesta.
Miaalik- Cantidad de envíos : 16
Re: Conociendo la arena
- Bien podrían tacharos de malintencionado por el comentario ambiguo que denota las miradas furtivas que posasteis en una dama que se encontraba retraída en un momento de reflexión personal. - Respondió con igual ambigüedad. - Mas las sonrisas que una mujer esboza para sí misma no pueden ser replicadas para un tercero, aún cuando se desea complacerle. - Argumentó con sonrisa y voz amables y diplomáticas. Tomó el brazo que caballerosamente le ofrecía su interlocutor y con porte elegante se encaminó al recinto de violencia, sin posar su mirada en nada en específico, sus ropajes se mecían con el vaivén de sus pasos y la suave caricia de Eos se encargaba de sus brillantes cabellos.
- Barbáricos sin duda son los juegos, para los simples villanos son apenas meras demostraciones de violencia que distraen sus espíritus vacíos, por ello es normal que mi noble señor no los disfrute, - comenzó a explicar a medida que se internaban en los pasillos, - sin embargo hay un trasfondo interesante y pasional, si se me permite la expresión, que no habéis tomado en consideración, vuestra apuesta es lógica, un hombre de apariencia bríosa y fuerte constitución, mas son justamente esos detalles que refiero, los que os han llevado a errar la elección de vuestro campeón, si me permitís, podré explicaros mejor después de la contienda. - Dijo con plena confianza y total tranquilidad, aún a sabiendas de que era un tema inconveniente a tratar, pues una fémina de noble cuna jamás debe pretender sobrepasar el conocimiento de un varón, mucho menos en menesteres propios de la hombría, pero a la vez, tales palabras le permitían justificar su presencia entre los concedores y la nobleza, mientras su padre atendía asuntos políticos y esque de por sí, el hecho de que el primus lo obtuviera un ludus lejano ya era prácticamente un insulto para los lanistas locales, cuanto más el hecho de que quien compartiera el palco con ellos, como representante de dicho ludus fuera una mujer, que se supone no debe conocer de negocios, menos de batallas, así que aquella tarde, ella tendría su propio y sutil enfrentamiento para defender su honor controvertido y su posición como Dómina, además de hacer respetar los lugares de sus gladiadores en los juegos de los siguientes días.
- Barbáricos sin duda son los juegos, para los simples villanos son apenas meras demostraciones de violencia que distraen sus espíritus vacíos, por ello es normal que mi noble señor no los disfrute, - comenzó a explicar a medida que se internaban en los pasillos, - sin embargo hay un trasfondo interesante y pasional, si se me permite la expresión, que no habéis tomado en consideración, vuestra apuesta es lógica, un hombre de apariencia bríosa y fuerte constitución, mas son justamente esos detalles que refiero, los que os han llevado a errar la elección de vuestro campeón, si me permitís, podré explicaros mejor después de la contienda. - Dijo con plena confianza y total tranquilidad, aún a sabiendas de que era un tema inconveniente a tratar, pues una fémina de noble cuna jamás debe pretender sobrepasar el conocimiento de un varón, mucho menos en menesteres propios de la hombría, pero a la vez, tales palabras le permitían justificar su presencia entre los concedores y la nobleza, mientras su padre atendía asuntos políticos y esque de por sí, el hecho de que el primus lo obtuviera un ludus lejano ya era prácticamente un insulto para los lanistas locales, cuanto más el hecho de que quien compartiera el palco con ellos, como representante de dicho ludus fuera una mujer, que se supone no debe conocer de negocios, menos de batallas, así que aquella tarde, ella tendría su propio y sutil enfrentamiento para defender su honor controvertido y su posición como Dómina, además de hacer respetar los lugares de sus gladiadores en los juegos de los siguientes días.
Sacmis- Dios/a
- Reino : Olimpo
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Re: Conociendo la arena
La mujer avanzó del brazo de Miaalik hasta la entrada del palco, tras lo cual con una leve reverencia de respeto, se "despidió" y entró erguida, con mirada soberbia y el andar orgulloso, hasta localizar su asiento, al frente y muy cerca del centro, en el lado izquierdo. Saludó a todos los presentes con la mayor de las diplomacias y una cálida sonrisa en su rostro; su puntualidad era exquisita, ni muy tarde como para ser tachada de informal, ni demasiado temprano como parecer ansiosa, tras un intercambio de cumplidos hipócritas como normaba la alta sociedad, se sentó elegantemente, dejando descansar sus manos, una sobre la otra en su regazo.
- Las provincias del sur ofrecen gladiadores duros, estoy segura que se sentirán complacidos con su desempeño. - Comentó con tranquilidad y sin darle importancia, luego resaltó algunos aspectos importantes y cualidades de otros participantes de los ludus locales, sin ser salamera, simplemente como si ella tuviese una posición neutral y no fuese una de las inversionistas, tal vez se pudiera pensar que estaba hablando demasiado, pero era un modo sutil de explicar en parte a aquel con el que apostara, algunos de los aspectos a considerar en un guerrero de la arena.
Una esclava le ofreció una copa de vino que tomó con delicadeza y apenas probó, pues no sería correcto demostrar su particular resistencia al licor.
Cuando se dio inicio a los juegos, dirigió su mirada tranquila hacia a la arena, estudiando en su mente a cada contendiente, haciendo su predicción del resultado valiéndose de los conocimientos del negocio, pero no dijo una palabra al respecto, simplemente hacía la apuesta en su mente y sonreía ligeramente más si las cosas salían como lo esperaba.
- Las provincias del sur ofrecen gladiadores duros, estoy segura que se sentirán complacidos con su desempeño. - Comentó con tranquilidad y sin darle importancia, luego resaltó algunos aspectos importantes y cualidades de otros participantes de los ludus locales, sin ser salamera, simplemente como si ella tuviese una posición neutral y no fuese una de las inversionistas, tal vez se pudiera pensar que estaba hablando demasiado, pero era un modo sutil de explicar en parte a aquel con el que apostara, algunos de los aspectos a considerar en un guerrero de la arena.
Una esclava le ofreció una copa de vino que tomó con delicadeza y apenas probó, pues no sería correcto demostrar su particular resistencia al licor.
Cuando se dio inicio a los juegos, dirigió su mirada tranquila hacia a la arena, estudiando en su mente a cada contendiente, haciendo su predicción del resultado valiéndose de los conocimientos del negocio, pero no dijo una palabra al respecto, simplemente hacía la apuesta en su mente y sonreía ligeramente más si las cosas salían como lo esperaba.
Sacmis- Dios/a
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Re: Conociendo la arena
Uno a uno los combates se fueron sucediendo, la multitud enardecida vociferaba para animar a los campeones, para insultar a aquellos que no cubrían sus espectativas y para celebrar el derramamiento de sangre y la muerte de aquellos miserables esclavos cuya vida tuvo un giro desafortunado, ¿tendrían idea de que la mayoría de ellos estaba a un paso de un destino mucho peor, al menos los gladiadores tenían la gloria de la arena, eran guerreros, pero los plebeyos en las gradas, simplemente serían desechados cuando dejaran de ser útiles o se metieran en demasiados problemas... así de irónica y cambiante es la vida...
La joven bebió despacio otro sorbo del refrescante vino y devolvió su atención a la arena, era hora de la pelea de su apuesta, todos apostaban del mismo modo que Mialik lo había hecho, el otro hombre parecía más fuerte... sin embargo, era lento y pesado, porque comía la extraña mezcla de sopa y sobras batidas que les dan a los esclavos, porque peleaba por ser la única oportunidad de vivir otro día, en cambio el otro vivía para la batalla, su vida no le importaba, valoraba más su honor en el combate, demostrar que era el mejor y no al público que poco entendía en realidad, si no a sí mismo, porque comía perfectamente bien y no era un esclavo, luchaba por propia convicción, con pasión y disfrutando cada segundo en la arena... eso los hacía distintos y aunque fuera más pequeño, era más rápido, aunque quizá fuera ligeramente menos fuerte, tenía mucho más espíritu...
La joven bebió despacio otro sorbo del refrescante vino y devolvió su atención a la arena, era hora de la pelea de su apuesta, todos apostaban del mismo modo que Mialik lo había hecho, el otro hombre parecía más fuerte... sin embargo, era lento y pesado, porque comía la extraña mezcla de sopa y sobras batidas que les dan a los esclavos, porque peleaba por ser la única oportunidad de vivir otro día, en cambio el otro vivía para la batalla, su vida no le importaba, valoraba más su honor en el combate, demostrar que era el mejor y no al público que poco entendía en realidad, si no a sí mismo, porque comía perfectamente bien y no era un esclavo, luchaba por propia convicción, con pasión y disfrutando cada segundo en la arena... eso los hacía distintos y aunque fuera más pequeño, era más rápido, aunque quizá fuera ligeramente menos fuerte, tenía mucho más espíritu...
Sacmis- Dios/a
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Re: Conociendo la arena
El combate fue duro e interesante, un gran espectáculo sin duda alguna. Al final, ante la admiración del público que incluso guardó silencio por un momento, el más pequeño de los hombres en el centro de la escena hizo un rápido movimiento con sus espadas, ágil como gato y contundente, cerceno la cabeza de su oponente con una maniobra de tijeras, luego la multitud vitoreó mientras el viento fresco secaba la sangre que había salpicado su pecho y rostro, creando una pasta por la mezcla con la arena, los últimos rayos de sol que sobrepasaban las murallas le daban un aspecto etéreo al guerrero; generalmente las personas libres, por pobres que sean, no se dignan a mirar siquiera a los esclavos, pero luego de esta demostración, todos querían saludarle y algunas mujeres se le ofrecían de modos totalmente vulgares y escandalosos... Sacmis sonrió... no por el dinero que hubiese ganado, si no por la mal disimulada rabia en los rostros de los otros Dominus, por la mirada incrédula de aquellos que acababan de perder sus riquezas empeñadas en la ilusión de fortaleza.
El organizador de los juegos aplaudió, le sonrió, le ofreció charlar luego con su padre para arreglar otras presentaciones, solicitando por supuesto la peculiar pero conocedora compañia de la dama; el objetivo se había cumplido y tras las formalidades de las despedidas y luego de dejar firme la cita de negocios, la joven de ojos púrpuras se levantó de su asiento, caminó lenta y elegantemente hacia el pasillo de salida, haciendo un discretísimo guiño al joven que ahora le debía algunas piezas de oro mientras alcanzaba a su guardián que la acompañaba hacia las calles de Roma. - Creo que es tiempo de conocer la metropoli. - Indicó al enorme moreno con el envoltorio a cuestas, él solo asintió y la siguió a una distancia justa para no ser notado en su compañía, pero para protegerla si era necesario.
El organizador de los juegos aplaudió, le sonrió, le ofreció charlar luego con su padre para arreglar otras presentaciones, solicitando por supuesto la peculiar pero conocedora compañia de la dama; el objetivo se había cumplido y tras las formalidades de las despedidas y luego de dejar firme la cita de negocios, la joven de ojos púrpuras se levantó de su asiento, caminó lenta y elegantemente hacia el pasillo de salida, haciendo un discretísimo guiño al joven que ahora le debía algunas piezas de oro mientras alcanzaba a su guardián que la acompañaba hacia las calles de Roma. - Creo que es tiempo de conocer la metropoli. - Indicó al enorme moreno con el envoltorio a cuestas, él solo asintió y la siguió a una distancia justa para no ser notado en su compañía, pero para protegerla si era necesario.
Sacmis- Dios/a
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