[Templo de la Corona] Sala del Trono

El tiempo había pasado, las lentas puntadas de los segundos que pasaban me molestaban un poco al principio, pero una vez que me acostumbraba era normal el no hacer nada, simplemente respirar y por reflejo natural del cuerpo. Sentía la pequeña brisa que se filtraba a través de los bordes de la gran puerta, era el mas leve y único movimiento que se podía percibir en toda la sala del trono, estaba todo tan cauteloso en ese momento y así se mantuvo por mucho tiempo, no sabría decir cuánto en realidad porque al estar en estado de total reposo, los segundos y los días eran prácticamente lo mismo para mí. Me causaba tristeza ver como cambiaba tan rápido, como las voluntades de los que acepte como mis guerreros ahora se tornaban en mi contra. Aquel sentimiento de miedo que alguna vez estremeció sus corazones, hoy en día se olvido por el simple hecho de mi ausencia. Sentí como el alma de Paolo abandonaba su armadura, para dirigirse con rumbo desconocido y me apeno mucho su decisión. Seguramente el destino le tiene deparado un destino horrible, como merece todo traidor.

Sin embargo, traidor no era la palabra justa para definir a aquel ser despreciable, su palabra clave seria cobarde. Un caballero que no es capaz de lidiar con la armadura y el poder que se le había confiado, era muy débil para sostener los pilares del cosmos que un guerrero del dios de la corona solar requería. Era muy frágil…

Traidor, esa palabra sería aplicada mas tarde, un tiempo después cuando el alma de otro guerrero sucumbió ante la idea de abandonarme, pero esta vez fue peor. Esta vez se define como traición definitiva. Abandonar la armadura que un dios te dio, para servir a otro era una traición muy grave… Se podía sentir en su alma ese deseo y mas allá de no haberlo concretado, era sabido que lo llegaría a hacer llegado un punto clave.

Ojala Ares negara su petición, ojala le partiera la cabeza con su furia y no le permitiera ser uno de sus lacayos, pero conociendo al dios de la guerra, el solo la vería como un guerrero mas que fortalecería su tropa, era imposible que la rechazara. Incluso me gustaría ir y arrancarle los ojos por mi cuenta, pero si no intervine hasta el momento, menos intervendría ahora. Me levante lentamente mientras que dejaba mi espada al lado de aquel dorado trono de oro, donde había estado esperando tanto tiempo. Mi cuerpo necesitaba un baño, necesitaba sacar ese entumecimiento que me había quedado por estar tanto tiempo sentado, pero sobre todo, necesitaba pensar

Una mirada… basto con una mirada hacia la puerta principal de la sala del trono para que esta emitiera un fuerte chirrido que estremeciera las almas de las ninfas con su eco, la puerta se abrió lentamente dándome paso para volver a caminar entre los mortales y las divinidades.

-Todo esta tan confuso ahora… -Murmure mientras que una ninfa me escuchaba, me miro atentamente- Busca a Helena, si no está aquí, en cuanto llegue dile que la estoy buscando..

El parche en el ojo me impedía ver a la rubia muchacha, me lo quite rápidamente y lo arroje junto al trono. Justo para ver como la ninfa se alejaba de allí cumpliendo mis órdenes.

-Quizás sea hora de un baño…