[Mare Nostrum] Corsica ~ Galia

Habían navegado un par de días, faltaba poco para llegar a Gallia, tocarían puerto en unas horas, así que los viajantes se prepararon, los hombres se vistieron sus ropas viejas de esclavos, mientras la muchacha se vestía con un elegante vestido azul zafiro y se emperijoyaba, se hizo un elaborado peinado de estilo helénico y se colocó en el lado derecho un fino broche de plata con incrustaciones de zafiro, en forma de una flor de liz. Tomó las ceras para maquillarse mientras se miraba en el espejo de plata y al terminar suspiró mirando su reflejo en el metal pulido; desvió por un momento sus ojos hacia el reloj de arena sobre un taburete y luego a los sencillos cajones de madera donde estaba su equipaje.

Ganicus entró para avisarle que no anclarían en menos de una hora y ayudarla con sus pertenenecias, ella se levantó del banquillo con acojinado terciopelo y trató dee sonreír, aunque sus labios apenas dibujaron una mueca. - ¿Qué sucede Sacmis? - Preguntó el gladiador preocupado acercándose a ella que miraba detenidamente el reloj.

- Conozco cada grano de arena, no solo en este reloj, si no en nuestras tierras... incluso en la parte más inhóspita de Esparta, conozco cada oasis y todas sus trampas... allá... y en Roma... incluso aquí, soy de la nobleza, la ama y señora en cuya propiedad hay muchas vidas incluyendo la tuya... pero siempre, incluso en este pequeño sitio, hay una ventana a un lugar desconocido, como si fuese una ventana a otro mundo del que entro y salgo sin notarlo. -

Cualquier esclavo hubiese escuchado en silencio, cualquier gladiador hubiera musitado simplemente "Dómina" en un tono ambiguo entre la interrogación y la afirmación para no ofender a su señora; la mayoría desirvientes, ni siquiera hubiese comprendido aquellas palabras, se habría limitado a pensar que la joven recalcaba su poderío y su estirpe,así como el hecho de que cualquier desobediencia, insulto o hasta un mero capricho, sería suficiente para enviarlos al Hades y que de quererlo, ni siquiera tendrían monedas para el barquero; pero Ganicus no era cualquier esclavo o Gladiador. Era da una familia con una amistad muy cercana a la casa de Sacmis, caídos en desgracia y ayudados furtivamente por los dueños del ludus que poco a poco habían logrado mantenerse y mejorar su situación hasta volverse a posicionar como "patricios", el joven guerrero tenía la misma edad de la muchacha, sus padres habían servido en la casa de ella mientras lograban recuperse económicamente, pero murieron en un trágico naufragio cuando viajaban a oriente por mercancías exóticas que servirían a tal propósito. El chico nunca fue muy dado a la servidumbre y como todo aquel con el legado de Leónidas en el espíritu, quizo ser guerrero, gladiador era lo más que podían ofrecerle, pues el ejército era elitista...

Así pues, ambos chicos crecieron juntos y él probablemente era quien mejor conocía la extraña personalidad de Sacmis, por lo que supo de inmediato qué le ofuscaba. Caminó hasta el improvisado tocador y tomó el espejo de plata, luego se sentó sobre un enorme baúl y la miró como invitándola a ir a su lado, cosa que ella hizo con cierto aire ede resignación. - Te he dicho que no mires demasiado esta cosa. Solo muestra lo que el resto de la gente ve, por eso nunca te encuentras ahí... el mundo está ciego porque las personas tienen miedo de observar la realidad, se conforman con mirar atisbos que pueden interpretar como mejor les place, si quieres ver cómo eres, mírate en el reflejo de un lago espartano al terminar un árduo entrenamiento. Mientras considera esto solo una herramienta para elaborar tu máscara. - Terminó con la tranquilidad del mundo y lo arrojó a un pequeño cajón donde iban guardados los joyeros, tinturas y demás aditamentos que requería una dama para acicalarse. - Ahora ayudame a empacar o la mitad de tus cosas se quedarán aquí. - Le animó y le revolvió el cabello mientras ella esbozaba una media sonrisa de lado, muy sutil, pero totalmente sincera, justo antes de guardar también sus pertenencias en fardos, sacos y baúles.

Ayudada por Ganicus, terminó de empacar sus cosas y las subieron a cubierta, preparándose para desembarcar. El puerto ya se veía con claridad. La joven suspiró profundamente con la mirada gacha y al recobrar el aliento, recuperó también su pose señorial, su mirada arrogante, su sonrisa de superioridad; sus hombres adoptaron aquella pose sumisa de esclavos.

Mirando el vaivén de las olas y su constante romper contra la playa y los gruesos troncos de los muelles, la blanca mujer cavilaba en la extraña travesía en la que los había involucrado. Levantó la mirada al cielo que parecía teñido de sangre por los matices rojos con que el atardecer los cubría. Un escalofrío recorrió su columna y se quedó en su nuca. - Tened cuidado. - Susurró a Doctore. - Algo me dice que esta no será un viaje tranquilo... -

Los marinos comenzaron a prepararse para anclar el barco y dar por terminado aquel viaje hacia Gallia, iban y venían por la nave, atando las velas, subiendo los remos, trayendo las gruesas con pesos, llenos de júbilo y emoción por poder descansar un par de noches en tierra, en habitaciones y cama de verdad, incluso la comida parecía mejor, sin mencionar que había más variedad.