[Alejandria] Barrios bajos

por Kisame Miér Oct 20, 2010 10:32 am

Mis pasos me llevaron hasta lo mas oscuro de Alejandria, el tumulto de gente, las tiendas y los ciudadanos egipcios habian quedado en el olvido en esta parte de la ciudad. Los edificios eran tan estrechos y tan pegados unos a los otros que apenas dejaban pasar la luz del sol, por lo que estaba casi todo estaba oscuro, apenas iluminado con algunas antorchas que estaban en los bordes de las casas.

Mis ojos visualizaban varios rostros apagados, sin vida. La poca gente que se paseaba o escondia mientras yo avanzaban estaban cubiertos por mantas negras, asi era imposible reconocerlos y mis ropas y reputacion aqui no significaban nada, si veian alguna oportunidad de matarme lo harian por lo menos para robarme algo de comida o agua. Quisiera que lo intentaran, desde que llegue hasta aqui no tuve accion.

Me escabulli por un callejon bastante oscuro sabiendo que tenia salida a una de las calles de venta mas concurridas por esta parte de la ciudad, despues de todo yo tambien vivi unos años por esta zona. Me acomode mas mi sombrero de paja y sonrei al ver como vendian esclavas. Era un negocio muy bueno y las ganancias podrian hacer rico a cualquier en tan poco tiempo... a veces me pregunto porque rayos no hice eso desde un principio.

-¡No, por favor!-

Escuche la suplica de una mujer que acabava de ser vendida a un hombrecillo bastante gordo que la arrastraba de los pelos. Segui discretamente a la nueva pareja, deteniendome momentaneamente para evitar que sospechen. Entraron a otro callejon bastante alejado del comercio del lugar, refugiandose en la oscuridad, pero no de mi ya que entre lentamente con una mano en el mango de mi Samehada.

-¡Quitate los malditos pantalones, perra!-

El regordete le lanzo un buen gancho derecho a la mujer, tumbandola sobre un monton de basura. Ella solo suplicaba y lloraba, no se defendia. Y aunque lo escuchen raro, yo no podia aceptar eso... Kehehehehe.

Fue un corte rapido y sencillo. Apenas movi mi espada en direccion a la cabeza del hombre, cortandola como si fuera un trozo de queso mantecoso. La cabeza rodo unos metros mas abajo del callejon y el cuerpo que aun se encontraba parado escupio un gran chorro de sangre por la obertura, luego cayo. La chica aun se encontraba llorando, observo mi silueta entre la oscuridad que se acercaba hacia ella.

-¡Señor! ¡Gracias! ¡Muchisimas gracias!-

Se aferro a mis ropas, estaba bastante feliz como para poder distinguirme del todo. Fue ahi que acerque mi rostro mostrando mis colmillos hacia ella, hice una mueca que podria tomarse como una sonrisa y ella solo grito del horror al distinguir mi cara de pez. Corrio hasta un rincon del callejon y se agacho, evitando verme y protegiendo su cuerpo con sus manos.

-Bonita, si no quieres que te descuartize... dame una pequeña informacion que necesito-

Ella solo levanto su rostro, le oi moquear.

-¿C-como que...?-

Sonrei aun mas.

por Kisame Jue Oct 21, 2010 11:02 am

Bosteze bastante aburrido. Con una mano sostenia una antorcha para iluminar un cuaderno bastante gastado que le habia entregado a la mujer la cual escribia rapidamente con un lapiz sobre las hojas amarillas de la pequeña libreta. No tenia intenciones de seguir escuchando lo que me dijo al principio, los metodos que usaban para hipnotizar al hombre, de verdad que me aburrio, por lo que le entregue el libro para que anotara y me librara de decirle esas cosas a Selene.

-Lis... listo señor...-

Me entrego el cuaderno y lo agarre lentamente, guardandolo entre mis ropas. No me tome la molestia de observar su contenido. Le devolvi el lapiz con una pequeña sonrisa en mi rostro que inquieto a la muchacha por unos segundos.

-Quedate el lapiz. De seguro lo necesitaras para clavarselo en la yugular a los hombres que intentaran tocarte de ahora en mas, kehehehe-

Le entregue la antorcha, me subi encima del cuerpo del hombre decapitado y con impulso sali volando por los aires, llegando al tejado de una casa. Observe el horizonte a lo lejos y los rayos del sol apenas se dejaban ver en la lejania. A lo lejos se visualizaba la punta del faro en donde Selene pasaba su tiempo libre cuando podia, a ella le gustaba estar sola luego de reuniones y que mejor lugar que alli. De paso hacia mucho que no visitaba ese lugar.

Empeze a correr por los tejados de las casas, todos esos techos eran de chapa o de arena seca, ya que no tenian el suficiente oro para vivir en mejores condiciones. Pobres miserables y pensar que yo vivia del mismo modo.

por Noah Mar Dic 07, 2010 9:52 pm

No todo lo que brillaba era oro y eso era exactamente lo que Noah descubría a medida que se internaba por los barrios decadentes de Egipto. Lucían con el mismo panorama que los de Roma en la rivera alejada del Tiber. Atrás había quedado aquel encuentro con su contemporáneo Marcelo y una rápida incursión por la ciudad, teniendo cautela de no traspasar lugares prohibidos, le era ahora el punto crucial de su jornada.

Estaba por ahora interesado en encontrar indicios de información para culminar su misión, una herramienta útil de la cual pudiera hacer uso en tierras al parecer hostiles para la milicia romana. Se desplazaba con todo su uniforme resplandeciendo, orgulloso de su título como general, la capa ondeando en cada uno de sus pasos y el casco coronado con una crin roja intensa como la sangre.

Tal caminata atraía la mirada de extraños que algunos no ocultaban su repudio por mirarlo como si fuera uno de ellos. Otros tantos evitaban su trayecto, desviándose en cualquier bifurcación en la calle apenas le miraban en el acto. Esto claro le tenía sin cuidado, no reparaba en su presencia y por un momento ansiaba que algún incauto egipcio desbordara su repudio para verse inmiscuido en una posible pelea, mandar al infierno a un hijo de Osiris, Ra, Amón o cualquier hijo de puta que adoraban esos infelices podría darle un poco de sabor a su día.

Pero hasta el momento nadie hacía señal de enfrentarsele por lo que sus ideas acerca de que todos ellos fueran un pueblo de valientes y orgullosos guerreros le parecía tan distante ahora. ¿O quizá estaba juzgándolos sin motivo aparente? Porque sin duda, un pueblo capaz de contener y sobre todo, vencer a una legión tenía que ser por algo y eso era lo que no comprendía al mirar los rostros macilentos y sucios de la mayoría de los habitantes de los barrios bajos.

Se mantuvo a resguardo del agobiante y asfixiante calor del lugar cerca de una construcción de donde dos calles se cruzaban. Sus espadas pendían a sus costados tan opulentas como mortales. Su pequeña parada estaba enfocada en vísperas de algún indicio, una idea, algo que le llegara a su oído tras las platicas escuetas de los residentes, pero su idea presentaba unos puntos débiles. Noah comprendía poco el lenguaje extraño de los habitantes de ese país.

Un hombre como él estaba acostumbrado a ocupar su tiempo en fortalecer su cuerpo y en la afinación de sus instintos y habilidades. Por lo que destinar un poco de sus ratos libres para cultivarse estaba mas que relegado a segundo plano. Entendía algunas palabras, unas oraciones pues su madre en su niñez le había instruido para ser un noble romano. Su padre por otra parte consideraba aquellas actividades una perdida de tiempo y a la temprana edad de su vida, él había sido integrado a su legión y con el tiempo había hecho de Noah un excelente guerrero, una máquina fina para matar y vender la vida a un precio excesivamente alto.

Que contrariedad, ahí estaba, inmerso en un mundo que apenas conocía y que por prudencia evitaba a toda costa. Pero aislarse de todo aquello, evadir su entorno era una situación impensable, por experiencia propia, tenía que encontrar soluciones sobre la marcha. Se desperezó a pesar del intenso calor, necesitaba hacerse de alguien que pudiera hablar el latín y el egipcio como lenguas madres y por eso, sus planes daban un vuelco si es que quería mantenerse al día. Se internó por las callejuelas en señal de alguna alternativa que solventara su actual dilema...

por Noah Sáb Dic 11, 2010 12:43 am

Desplazándose por instinto, Noah se internaba en los lugares más clandestinos de Egipto. No era complicado seguir un rastro, y menos en un lugar tan alejado de la grandeza con la cual era conocido Egipto. Se movía en dirección de los sitios donde observara sujetos con mala pinta dejando atrás las callejuelas transitadas por niños desnutridos, ancianos raquíticos y de hombres en cuyas miradas la chispa de la vida se había extinguido. Él era un hombre que sabía reconocer en que dirección ir, se aseguraba de tomar los rumbos que mostrasen los más viles ciudadanos que le miraban con rencor tratando de intimidarlo.

En cualquier parte, y eso estaba comprobado, por más que una nación fuera importante, mostraba brechas que los más desalmados utilizaban para sus negocios. Nadie estaba exento de dichas formas de vida clandestinas. El mal siempre buscaba el mal y Noah se sentía por alguna razón a gusto entre aquellos barrios alejados del orden y la ley que regían en ese país. Ya se había comprometido un poco con la misión que le habían impuesto, aunque aquello le hubiera parecido un derroche de recursos humanos. No quedaba de otra, por ahora estaba con la idea de que podría encontrar algo útil dentro de todo aquel embrollo.

Como suelen decir... la basura de algunos suele ser el tesoro de otros...

Esbozó una tenue sonrisa acompañada de ese pensamiento cuando sus ojos dieron en un conglomerado de sujetos malolientes, desaliñados y perversos que gritaban y aullaban en torno a lo que parecía una venta de esclavos. Aquella algarabía correspondía a una subasta de chicas que entre sollozos y rebencazos miraban con desaliento un futuro para nada cómodo. Comprendían que sus vidas estarían ligadas por aquellos desarrapados sujetos que pudieran costear la puja por una de ellas.

Resultaba raro, que entre aquellas inmediaciones nadie pensaría que personas como esos espantajos tuviera los recursos suficientes como para hacerse de un esclavo. Pero los ahí reunidos eran criminales, dedicados a una vida de contrabando y pillaje y su apariencia estaba a la par de sus actividades. Noah sabía por experiencia propia que las apariencias siempre eran engañosas. Y ahí estaba él, sumergido en un mundo que nadie parecía conocer o que de saberlo pretendían que no existía.

Su ropa desentonaba claramente en ese lugar, un grano de arena rodeado por el mar. Pero ninguno prestaba mayor atención al romano que se mantenía alejado, mirando con un poco de interés todo aquello. La escoria de la sociedad se mostraba sumamente interesada en las curvas y las siluetas de las chicas en venta a las que solían exponer su desnudez para incentivar así a los posibles compradores. Todos ahí parecían ignorar a Noah, todos menos uno, y es que entre los vendedores, el que parecía el jefe advirtió la presencia de Noah y con una latín apenas legible le profirió unas palabras sobre el precio y las características de una joven de piel broncinea y una larga cabellera castaña.

El interés de Noah no fue acaparado, él no había viajado a tan lejano lugar para comprar una esclava y en esos momentos su prioridad era otra. Buscaba alguna especie de mercenario que pudiera ponerse a sus ordenes pero por ahora sólo había dado en un sitio de trata de esclavos. Se mantuvo a la espera, contemplado las distintas pujas y las rencillas por adquirir un esclavo que fuese lo mejor el lote. Ahora les tocaba turno a unos individuos de ser subastados. La mayoría no tenía ápice de ser valioso pero si lo fue para alguno que otro navegante.

Sus dueños sin duda les encomendarían labores en alguna embarcación o les darían tareas que nadie en su sano juicio ejecutaría. El siguiente individuo mostraba un aspecto delgado, pero a pesar de los golpes y los empujones mostraba una mirada desafiante. Había algo extraño en su mirada, él no había perdido la esperanza y estaba desalentado. Daba la impresión de que se tenía algo entre manos. Noah quedó intrigado acercándose un poco al estrado. Su acción atrajo la mirada del mismo vendedor que previamente había hablado en su idioma.

Y con el mismo latín desarticulado apenas si pudo exponer las cualidades de aquel misterioso individuo. Se había referido a él como un sujeto sin igual, que no era portador de una fuerza extraordinaria pero que podía hablar casi cualquier idioma del planeta. Un traductor, es lo primero que pareció cobrar sentido y ante la mirada atónita de todos, excepto de Noah, el esclavo fue obligado a recitar algunas frases. Algunas no parecían tener lógica, daba la sensación de que deliraba pero hubo una que a Noah le llamó la atención.

Había sido una pequeña estrofa pero lo suficientemente clara y precisa en un latín fluido y sin acento de un cántico empleado por los legionarios cuando marchaban hacia la batalla. ¿Dónde habría escuchado un sujeto como aquel dicha canción? ¿Por qué a pesar de su situación mantenía un temple frío que demostraba tenerlo todo bajo control? Noah no pudo darle claridad al asunto y cuando ofrecieron la oferta inicial nadie pareció interesarle. La sonrisa expresada en aquel prisionero apenas fue perceptible.

Y ante la incredulidad del vendedor, fue Noah quien levantó la mano aceptando aquella oferta. Nadie en su sano juicio hubiera pagado algo por aquel esperpento de ser y con un claro nerviosismo, el vendedor reconoció su error. Él había ofrecido un precio demasiado bajo, de haberlo sabido hubiese propuesto algo medianamente elevado. Con una desesperación en sus ojos miraba como nadie ofertaba más y al lapso de tres advertencias cedía la venta a Noah.

Maldiciendo su suerte y agitando los brazos el jefe de los mercaderes hacía indicaciones de finiquitar la venta con el romano. No estaba para nada complacido pero las cosas por este día no le habían salido como lo tenía estipulado. Encadenado de pies y manos aquel esclavo era conducido hacia Noah.

- ¿Y bien?, parece que no todo sale como uno lo tiene planeado. Pero eres una sabandija que aparenta algo. No eres la imagen misma que has mostrado, pero tus habilidades pueden ser de cierta utilidad para mis acciones.

Impávido, su interlocutor se quedó mirando a lontananza pero escuchando claramente las palabras de Noah.

- La verdad vales menos de lo que he pagado. Sirve bien a la gloria romana y tu vida se prolongará al menos un par de años. ¿Cuál es tu nombre gusano? Porque hasta una rata como tú al menos debe tener uno.

Luego de las palabras de Noah, aquel desdichado pareció regresar a la vida, a la realidad en la que ahora vivía.

- La gloria... tiene cualidades parecidas al mas ponzoñoso veneno que debería beberse con extremo cuidado... porque si no corremos el peligro de sucumbir por ella. Y sobre tu pregunta... en mi reino todos me conocen con el nombre de Drayden...

Noah puso los ojos en blanco al escuchar sus oraciones.

- Andando infeliz y deja de decir tantas pendejadas que aún hay muchas cosas por hacer.

Los dos salieron del lugar con Noah a la cabeza y aquel extraño sujeto siguiéndole los pasos mientras era tirado de sus cadenas. Una acción fuera de lógica pero en el mundo siempre sucedían eventos tan fortuitos como desafortunados...

por Hang Jue Ene 06, 2011 10:49 pm

Estuve caminado por un tiempo en las calles para curiosear mejor la ciudad ahora que tenia algo de tiempo quería conocer los rincones de Alejandría que no conocía, los lugares mas recónditos y escondidos de las ciudad que se le podría considerar la mas hermosa de todas, quería saber si los sitios mas oscuros de las ciudad serian igual de hermosos o serian todo lo contrario, al entrar en un callejón que me llevaba a los lugares mas recónditos de la ciudad al observarlo con detalle me di cuenta.

Es todo lo contrario…-Comencé a caminar por los oscuros y estrechos lugares mirando como los que vivían en la que se podría decir era la sombra de Alejandría vivían en una completa pobreza, además de vivir entre las sombras de esos grandes edificios vivían en la mugre y la hambruna, de momento el ver a todas esas personas de esa manera me hacia recobrar mi lado humano y amable que estaba perdiendo, seguí caminando mientras miraba las tiendas que se encontraban a los costados de los edificios.

Caminaba mientras miraba con algo de tristeza el lugar hasta que la voz de un hombre que venia de una pequeña carpa me detuvo.-Hoo…pobre joven que su destino liase en vagar en la oscuridad.-De momento eso me desconcertó, así que decidí acercarme a la pequeña carpa pero al entrar en ella note que se encontraba un hombre anciano y parecía estar siego.-Que es lo que acaba de decir?.-Dije con curiosidad y con un tono amable para disfrazar mis reales intenciones, las cuales eran sacarle todo l que supiera sobre ese destino.

Tus palabras no ocultan la oscuridad de tu alma ni tampoco el destino que cargas, pobre joven engullido por la oscuridad de la muerte, fueron tan grandiosas las ofertas que te dio que decidiste vender tu humanidad?...jajaja…-Reía ese viejo de una manera burlona que me comenzó a molestar pero por lo que escuchaba no tenia nada de importancia sus palabras así que me di la vuelta.-Intentas huir de tu verdad o es que ya aceptaste que tendrás que derramar un rio de sangre empezando por tus seres queridos.-Me detuve un momento para responder a sus palabras.

Estúpido…eso ya lo sabia desde un principio y cuida tus palabras pues con quien crees que hablas?, con uno de los grandes jueces del infierno…-Dije con arrogancia mientras mostraba mi aura oscura de manera agresiva para que se retractara.-A los únicos a quien temo es a los dioses ya que es su voluntad la que obedeceremos y no las de un simple demonio.-De momento me molestaron sus palabras pero después se dibujo una sonrisa burlona en mi rostro.-Si tienes razón a quien de verdad tienes que temer es a nuestro señor Hades el rey de inframundo, así que espera el día en que mueras anciano ese día nos encontraremos de nuevo.-Dije mientras salía de la carpa y me alejaba.

por Selene Sáb Mar 26, 2011 4:10 pm

Que lento era ese muchacho… que lento se estaba volviendo todo ese asunto… al menos eso pensaba Selene mientras saltaba de tejado en tejado por las calles de los barrios mas pobres y marginales de Alejandría.
El viento empezaba a soplar con un poco más de fuerza. Tal vez se aproximaba una tormenta de arena o algo por el estilo. Selene no podía estar muy segura de ello. Lo que si sabía era que mientras Astrid se divertía con un rival de verdad, ella estaba jugando al gato y al ratón con un insecto. Que rabia le daba… pero al mismo tiempo, no había nada mejor que hacer en un mundo dónde Hades aun no existía.

Apenas ese pensamiento cruzo su mente se detuvo en un tejado apenas apoyada con la punta de sus pies, equilibrándose perfectamente. Cerró los ojos e intentó con toda su fuerza en buscar algún indicio de su señor en la tierra. Esos días habían habido muchas pistas de su retorno, pero nada concreto aun. No había una señal clara que dijera que su amo había vuelto a la tierra. Si Selene hubiese sido un poco menos despistada, se habría dado cuenta que quizás el cambio y la señal mas notoria, era ella misma.

Hacía días que encontraba la luz más inaceptable que nunca, al punto de que debía estar caminando con una capa que la cubriera completamente de ella. Su corazón latía con más serenidad que nunca, pero ya no encontraba belleza en nada vivo, no veía a su alrededor algo que le inspirara querer proteger con su vida como había ocurrido antes. Cada día que pasaba sin Hades en el mundo, sus estrellas iban adquiriendo mas conciencia de quienes eran y que hacían ahí. Selene lo experimentaba pudiendo llamar sin problemas al hoz de la ira, al ver que las rosas de a poco iban fortaleciendo sus venenos e incluso… por la extraña forma en que cada vez se volvía mas vanidosa, egoísta, perezosa, orgullosa y hasta lujurioso, despertando en ella el pecado de sus demás hermanas, pero en especial… la ira. La falta de paciencia con todo a su alrededor, la forma en que todo lo que ocurría la irritaba y hubiese querido ahorcar uno a uno a los idiotas que la hacían perder el tiempo.

Abrió los ojos, la noche caía en Alejandría, el sol estaba a punto de ocultarse. Elevó su cosmoenergía, sabía lo que tenía que hacer pero no estaba muy segura de ello. Cada vez que cerraba los ojos volvía a recordar aquella técnica, aquella gloriosa técnica de cosmoenergía pura, de veneno, espinas y muerte. La tumba del silencio… una técnica que podría haber destruido Alejandría por completo si Selene la hubiese utilizado, sin mencionar, que era muy probable que se destruyese a ella misma utilizándola. Era una técnica hermosa… Selene recordaba el dolor que sentía cada vez que la utilizaba e incluso podía ver como su armadura se trizaba al liberar en forma de explosión tanta energía. Pero no le importaba… el dolor le agradaba, al menos aquel en el cual podía ver la destrucción mas absoluta.

- Oyeeeee… - Gritó sonriendo, pues el sujeto no se veía. - ¡Aquí estoy…! Hehehehehe…Que incompetente - Susurró para si misma mientras se sentaba en el tejado. - y yo que pensé que Alessa era el ser mas estúpido que había visto hasta ahora, una vez más llegó un nuevo idiota a probarme lo contrario.

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2º Post Segundo Ataque Medio : Tumba del Silencio

por Khrysis Sáb Mar 26, 2011 11:18 pm

3er post de defensa en maestría fuego

Sostenía que las palabras de su contrincante no eran más que proyectiles vacíos que apenas lograban dañarlo o provocarlo, como una niña presuntuosa que necesita de alardear de victorias pasadas para sentirse llena... lo cual consideraba tonto. Esa era una nueva era, un nuevo comienzo, una vuelta de página y le iba a demostrar a la pelinegra que las derrotas del ayer no tendrían influencia en el futuro. Su rostro no mostró ninguna emoción mientras escuchaba las tonterías que le decía aquella mujer, estaba más concentrado en intentar verle los pechos bajo esa capucha que en su conversación ya que se sentía ajeno a ella, algo que no le interesaba. El fuego alrededor se acercaba a la dama de cabello negro pero ésta, con una muestra de su energía cósmica alejó las llamas que competían con las del mismo infierno.

Algo lo había alagado de lo que dijo, cuando le comentó que él era el hombre más extraño al que había conocido, aunque no se lo dijera como cumplido él lo tomaba de esa forma, como un cumplido. -¿Tienes algo más que decirme? No quiero hablar de cosas que ya fueron... me gusta más avanzar y mirar lo que me depara en lugar de dar la vuelta y revivir lo ya vivido.- pronunció mientras el fuego se hacía más grande y feroz, como bestias indomables que ni siquiera el Berseker podía controlar, pero era todo lo contrario, ese fuego obedecía a Apocalypse como una extensión más de su cuerpo. Quería que Alejandría ardiera en llamas y cuando lo lograra se revolcaría en el piso de placer al escuchar los llantos de las personas. El sufrimiento de otros así como el propio traían grandes satisfacciones que hacían al pelirrojo estremecerse de placer.

Observó que un arma muy peligrosa apareció en las manos de la joven, y con ella disipó el hermoso fuego que miraba embobado para distraerse de las palabras huecas de la dama. Podía sentir un poderoso cosmos provenir de aquella joven, aunque su cuerpo era pequeño no dudaba que podría ser un rival de temer si le daba la espalda. No tenía miedo, porque el miedo es un elemento que no viene dentro del paquete Berseker. Sus ojos dorados se centraron en la mujer que, tras cortar la comunicación se había dado a la fuga, escapándose de él como una mosca.

Lo invitaba a seguirla por los tejados y no se lo pensó demasiado para complacer a la pelinegra. Su silueta desnuda iba rodeada por el fuego de la destrucción, evitando que algunas de sus partes estuvieran a la vista como una vestimenta improvisada pero con eso lo único que lograba era llamar la atención de todos. No le importaba en dónde estuvieran Kainan y Burzum, ellos eran amigos de Khrysis, no de él.

Con cada paso que daba sobre los tejados dejaba pequeños fuegos que se volvían incendios, dejando un sendero de destrucción en todo lugar pisado por el berseker. Lo único que había conseguido la mujer era provocar que el fuego del odio expandiera su dominio.

Después de seguir la pista de la chica, que no era muy difícil pues además de contar con la vista también podía sentir el cosmos de su oponente potencial. La miró sentada en uno de esos tejados, mientras el fuego iba consumiendo el lugar sobre el que él estaba parado admirándola de lejos. Apocalypse era como un monstruo insaciable. La pregunta era si aquella chiquilla sería lo suficiente para apagar su fuego.

-Cállate estúpida... si les tuviera miedo a ti o algún esbirro de Hades me habría largado de aquí hace tiempo.... Me gustaría que respaldaras tus palabras con acciones. Eres mucho ruido y pocas nueces, si te soy tan insignificante mátame ahora, zorra de Hades.-

por Selene Dom Mar 27, 2011 12:29 am

- Ugh… - El desprecio que sentía en ese instante Selene era imposible de hacerlo desaparecer de su rostro. Ese sujeto… la estaba comenzando realmente a aburrir. Al comienzo pensó que sería divertido haberlo hecho enojar, pero por el contrario… lo único que él deseaba era luchar y causar destrucción. Selene amaba luchar, pero por alguna razón ese sujeto no la inspiraba a hacerlo, como si hubiese algo en él que la hiciera dudar de si misma un instante… tal vez mas que eso, era la idea de atacar a un Berseker sin la autorización de su señor, y causar un altercado entre dos ejércitos que de por si eran enemigos. – Cierra la boca. – Fue lo único que dijo sin dejar de mirar hacia el horizonte.

Hacía mucho tiempo que no se había detenido a mirar el mar y la luz sobre el agua. No sentía nada al verlo, nada. Y por lo mismo se asustó. El mar, el símbolo mas grandioso de la libertar que había romantizado toda su vida cautiva en el palacio, en el cual pasaba las tardes observándolo y soñando con aventuras que jamás podría tener por la posición en que se encontraba. Ahora, aquello que tanto había idealizado no le producía sensancion alguna, como si sus sueños estuviesen muriéndose junto con su almas.

Sus ojos se lagrimaron. Era el destino que debía aceptar. Bajó la mirada sin importarle para nada que algunos tejados de Alejandría estuvieran en llamas, pero si le molestaba que el sujeto a su alrededor estuviese prácticamente desnudo, asi que como ya no tenía uso de esa capa que cubría su rostro y parte del cuerpo, por que el sol se había escondido, se la retiró y la tiró al sujeto sin mirarlo.

- Cúbrete tus vergüenzas. Es una desgracia que tu boca sea más grande que tu hombría.

Se rió sola en voz baja por lo que había dicho. Le causaba gracia haberlo dicho. Lo miró algo curiosa, al rostro. Era la primera vez, tal vez en su vida, que alguien la trataba de esa forma, sin respeto alguno, sin miedo, sin restricciones… y al ver sus ojos, no sintió nada, aunque quiso sentirlo, quiso saber que se habría sentido haber conocido a un hombre así cuando aún era libre de amar, de reír y soñar. Era seguramente la primera vez que el joven podría haber notado por completo el rostro de Selene, sus ojos grandes y violetas, sus mejillas más pálidas que lo común para una persona de esa zona del mundo, sus labios rojos y su cabello que apenas le llegaba a los hombros. Era bella, pero de una extraña forma, como… la belleza que tienen las flores rebeldes que insisten en crecer en medio de la nieve en invierno, como una doncella que sin ninguna esperanza en sus ojos, intenta encontrarla desesperadamente de alguna forma.

Su estómago cosquilleó, ruborizándose un tanto sus mejillas, pues el mero pensamiento de que alguien como él le llamara la atención significaba que en algún sentido, se sentía atraída, y eso era inaceptable. Se puso de pie de inmediato al notarlo. Apretó su puño pero no lo golpeo, no dijo nada. Debía alejarse de ese sujeto lo más rápido posible, por lo cual, descubierta ahora de su capa y casi vestida como un muchacho, saltó hacia el suelo y comenzó a correr hacia el sector más ruinoso y despreciable de los barrios pobres de Alejandría. Sabía que cerca de ahí había una ruta para internarse en la costa. Sin darse cuenta, sus piernas estabas ejercitándose de una forma nueva, pues sentía la presión de alejarse de ese hombre antes de que alguna desgracia sucediera, algo que ella lamentaría para siempre… dejar fluir toda su cosmoenergía para borrar esa altanería de su rostro. No podía hacerlo, no en Alejandría… tenía que salir de ahí lo antes posible. Su cuerpo se empezó a sentir tan raro como excitado por el sonido de su propio corazón bombeando con fuerza, PUM…PUM…PUM… cada latido resonaba en sus oídos y era lo único que escuchaba entre los jadeos de correr a con esa intensidad en que sus piernas sentía se quemaban por sus músculos esforzándose en alejarse.

La joven sabía, que si estaba cerca por más tiempo de ese tipo, terminarían ambos muertos. El poder que estaba creciendo en ella era algo que pronto no podría controlar.

Maldito sea... maldito sea... si me alcanza es probable que muera, no por él, sino por mi misma... aguanta, aun no es el momento. Aun no lo has encontrado...
3º Post 2º Ataque Medio: Tumba del Silencio.

por Khrysis Dom Mar 27, 2011 7:41 pm

4to post de defensa en maestría de elemento fuego

El comentario sobre su hombría lo dejó con cara de pocos amigos, y que esa mujer lo despreciara así como así cuando el resto de la población femenina podía llegar a la locura tan sólo por tener el placer de verlo en ese estado tan salvaje y natural lo hacía enojar más. El cuerpo de Khrysis parecía estar brillando por el fuego y el mando de sudor que llevaba por sobre la piel, aunque en él no se veía desagradable, se miraba bastante varonil, como un gladiador por la musculatura que había obtenido recientemente. Ya gozaba de un cuerpo en excelente condición pero, ahora que el Berseker había despertado su cuerpo tenía que estar a la altura del poderoso espíritu de guerra que lo había reclamado. -¿Si es tan pequeña para qué la miras? Seguro quieras que te la introduzca entre las piernas... Nunca entenderé a las mujeres.- le dijo riendo el Berseker de la destrucción total. En serio le hacía gracia, pues era la opinión de una sola contra las de quién sabía cuántas habían pasado por el dormitorio de Khrysis y quedaron más que satisfechas y pidiendo por más.

A sus manos llegó la capa que mantenía oculta la figura de la joven, se la estaba dando para que se tapara su miembro. Rompió la capa con su fuerza vasta para confeccionar un taparrabo sencillo que no lo estorbara al moverse, pues si había algo que no le gustaba era la falta de movilidad. Le parecía que entre más avanzaban las civilización las vestimentas se volvían más pesadas y complicadas, los cual le desagradaba al restarle velocidad el tener sus extremidades limitadas por ellas. La prenda recortada por el Berseker apenas abarcaba sus partes nobles. A Apocalypse eso lo tenía totalmente despreocupado, nadie sobrevivía a su fuego así que daba igual si alguien podía admirar su cuerpo perfecto.

Se detuvo a admirar el horizonte, algo que no había hecho como la dama de oscura cabellera, en el que se encontraba un mar, mientras que a su espalda había incendios por doquier, como si la llegada del Berseker significara el fin de Alejandría. Sus cabellos ondeaban con el viento, y él sin retirar la mirada de su rival. Al parecer la doncella tenía asuntos que atender con urgencia ya que prácticamente se fue a toda marcha. ¿Qué quería hacer? Era evidente para Apocalypse que buscaba alejarlo de la ciudad para no seguir propagando el fuego infernal. El fuego no necesitaba de él para seguir ardiendo, por lo que podría dejar algunos de esos fuegos y cuando volviera ya no habría otra cosa que no fueran cenizas por donde paso.

Persiguió a la mujer de cabellos negros y a diferencia de ella él parecía resistir mejor el ritmo al no mostrarse cansado. No se podía esperar menos de un sirviente de Ares. La condición de la chica dejaba mucho que desear por otro lado. Las llamas eternas danzaban alrededor de Khrysis, como si fueran su guardián.

Le estaba siendo más fácil moverse ahora que en lugar de ir saltando tejados volvía a la tierra firme donde se sentía con mayor seguridad, pues por el fuego las estructuras no demoraban en colapsar. De pronto se encontraba en el sector más antiguo y deteriorado de Alejandría junto a la chica a la que estaba apunto de alcanzar.

Llevaba un tiempo percibiendo malas vibraciones provenir de la chica pelinegra, ¿sería que tenía un truco bajo la manga? Habría que esperar. En ese momento a la mente del Berseker una estampida de recuerdos lo sacó temporalmente de Alejandría, recordaba toda la destrucción que había causado en el pasado, extrañamente le hacía sentir vigorizante. Los terrenos que aún después de su partida debían seguir ardiendo en llamas.

El chico capturó a la joven que seguía en movimiento sujetándola con firmeza del brazo, dejando una fea marca sobre la piel de ésta, en su muñeca izquierda, como la que podría generar un tizón, una marca no muy vistosa que decía "De Apocalypse" en un idioma desconocido. Después de tener ese leve roce del que la mujer apenas debió darse cuenta ya que sólo lo sentiría como un ligero ardor sobre su dermis, se apartó de ella y comenzó a conjurar su defensa ancestral, aquella que le había valido para protegerse de cualquier ataque que le lanzaran en batallas del ayer.

La tierra bajo los pies de la destrucción comenzó a vibrar por el poderoso cosmos que estaba liberando cada segundo, provocando que la tierra se cuartera y liberara lava. Sí, un pequeño portal hacia el infierno mismo se había abierto entre ambos y como un demente Khrysis entró en ese cráter hirviente. El magma y el fuego habían estado bajo sus órdenes desde los inicios del tiempo por lo que era como un baño caliente entrar en esa piscina volcánica.

-Usa esa poderosa energía que palpita en tu interior contra mí, verás que no lo voy a sentir.- vociferó mientras, con un chasquido de dedos la lava comenzó a arremolinarse con él en el centro, formando prontamente una burbuja impenetrable que en poco tiempo se enfrió, volviéndose una cúpula de roca maciza que lo encerraba. Alrededor de la cúpula personal algo de esa lava invocada por el Berseker se estaba desbordando, emergiendo de las grietas, de las que salían pequeñas burbujas que explotaban levantando tenues escudos de fuego. Era el momento de que aquella delicada flor le demostrara el poder de un espectro.

por Selene Dom Mar 27, 2011 10:08 pm

La habilidad para hacer arder todo a su alrededor le parecía interesante a Selene. Lo que le pareció innecesario fue la forma en que le tomó el brazo y con su propia piel la quemó, haciendo que su piel clara y suave como los pétalos de una rosa blanca se achicharrara. Sólo como si le hubiesen puesto un hierro ardiendo y se vio tal cual eso. Una marca en su brazo derecho que le costaría mucho borrar de seguro. Apretó su puño por la humillación que eso significaba. Estaba acostumbrada a que la golpearan, de hecho le agradaba el dolor, pero no cuando significaba marcar su cuerpo con cicatrices y manchas poco estéticas. Ella no era una vaca o un animal de ganado que se pudiera marcar como propiedad. Era la maldita reina de Egipto, y la dama de la ira. Ese hombre realmente no sabía con quien se estaba metiendo.

La tierra los pies de Selene comenzó a temblar. Era una gracia que estuvieran mas o menos en un sector en ruinas, de lo contrario ese hombre podría haber destruido partes de Alejandría que jamás se podrían haber recuperado con el tiempo. La tierra temblaba y las piedras se abrían bajo sus pies, volando en todas direcciones. Selene no se movió aunque varias de ellas golpearon su cuerpo, no mostraba signo de dolor… no significaban nada para ella. Una de esas piedras le rozó el labio y este se le partió comenzando a sangrar. La mujer llevo sus dedos a la boca y vio relejada en su mano pálida el rojo de la sangre.

¿Estoy soñando? ¿Acaso este hombre me ha herido?

Sus ojos se ampliaron, pero de sorpresa, no de ira. ¿Sería entonces, tal vez… que hubiese encontrado un rival a su altura? Su cosmo no parecía nada impresionante, pero tal vez… sólo tal vez… necesitaba despertarlo por completo, pues Selene no se retractaba de lo ante dicho, estaba desbordando su energía sin tener idea de cómo controlarla. O tal vez… esa era la forma de pelear de aquel Berseker.

- Hacía mucho tiempo que no veía mi propia sangre. – Una leve gota manchaba su mentón lentamente. Selene no se limpió el rostro, le estaba dando a ver al hombre que había tenido el honor de lastimarla. – Parece, que no eres tan insignificante como pensé. Una nueva lección para mi, no subestimar a alguien sólo porque su cosmo sea insignificante.

Brotaba lava desde sus pies, algo que hizo sonreír a Selene. Ese hombre podía abrir la tierra y hacer que de ésta surgiera lava. Nada mal… al menos eso pensó.
Pero la seguía irritando el hecho de que la hubiese marcado de esa forma. Para ella, su piel era sagrada. Todo su cuerpo era un templo que merecía ser adorado y respetado, y de hecho lo era, por millones. Millones de hombres de la tierra del Nilo creían que Selene era una diosa, una imagen de perfección y buenos augurios. Por lo mismo, ningún hombre se había atrevido nunca a tocarla. Al menos no con su permiso.

Una cúpula de lava empezó a cubrir al sujeto la cual se enfrió con rapidez, haciendo que una roca se formara a su alrededor. Era una bonita defensa, debía admitirlo Selene. Pero no era lo suficiente como para asustarla. Pero al menos, ahora, la tenía interesada, algo que era muy difícil lograr cuando se trataba de Selene.

- Esto parece un juego de niños… - Susurró sonriendo picadamente, pues le divertía luchar.

Apuntó su báculo al cielo. Cerró los ojos y concentró su cosmoenergía. No le iba a dar el lujo a ese hombre de ver la tumba del silencio por un simple juego, pero usaría una variante de ésta. Concentraría todo el poder destructor de la tumba del silencio para romper ese cascarón en donde se había escondido. Cientos de rosas empezaron a brotar alrededor de la lava, rosas blancas de las cuales se desprendía un aroma agradable. Pero de pronto, al elevar Selene su cosmoenergía sobre el báculo, las rosas se comenzaron a marchitar volviéndose cenizas… cenizas que rodearon a Selene como si la joven estuviese absorbiendo por sus poros el poder de aquellas flores.

En la punta de la hoz, una esfera de color púrpura se comenzó a formar. Emitía un brillo cegador, lo suficientemente poderoso para dejar a una persona sin visión. Por lo mismo, Selene cerraba los ojos. Sabía que utilizar una técnica como la tumba del silencio por completo podría incluso matarla, y no deseaba morir cuando apenas comenzaba a jugar con ese tipo.

Con su mano libre apuntó en dirección a la lava e hizo que esta se enfriara. Su cosmoenergía era lo suficientemente poderosa como para lograr dicha trasformación en las moléculas, tal vez no para haber producido fuego, pero si para extinguirlo a base de cosmo. No era nada del otro mundo para una guerrera tan experimentada como ella. Caminó lentamente hacia la cúpula, sonriendo, sintiendo lo que había frente a ella con el resto de sus sentidos. Apenas estuvo frente a la masa de roca, sólo dejó caer su hoz y partió en dos la famosa defensa del hombre. Fue tan poderoso el corte que hizo, que seguramente hasta la piel del sujeto habría resultado cortada. No quiso comprobarlo, pues apenas mando al carajo su defensa lo único que hizo fue abrir los ojos y observarlo mientras caminaba a su encuentro, quedando tan cerca de el que podía sentir su respiración sobre los labios.

- ¿Te gusta jugar con fuego, Apocalypse? – le pregunto mordiéndose los labios, sonriendo, haciendo que surgiera un poco más de sangre del tajo que se había hecho. - O tan sólo… ¿Andas buscando quemarte?

Selene lo miraba interesada. Le agradaba que la hubiese lastimado y que un hombre como ese no la respetara en lo más mínimo. Nunca había conocido a nadie como él y se sentía por primera vez en mucho tiempo, atraída.

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4º Post Ataque medio - Tumba del Silencio.

por Khrysis Miér Mar 30, 2011 1:15 am

Se encontraba encerrado dentro de su pequeña burbuja hecha de roca, tan perfecta por haber sido moldeada por su cosmos. Una redondez sin ningún tipo de fallo y en el interior de ese pedazo de roca Apocalypse esperaba a que la dama desencadenara sus verdaderos poderes ya que sabía que no había visto lo mejor de la pelinegra, que ella podía dar más que lo que le dejó ver hasta ese momento pero se contenía, como si él no fuera digno de ver su mejor técnica. Su sangre estaba hirviendo por entender que esa mujer no estaba poniendo todas sus ganas en exterminarlo.

El magma que aparecía en los alrededores también se estaba endureciendo prácticamente después de haber salido a la superficie, pues esa era la voluntad de Apocalypse. Sólo él podía soportar ese calor infernal en su cuerpo, el de la roca derretida sobre su piel.

No faltaba demasiado para que el Berseker ignorara todo y en un arranque de ira hiciera que la protección de roca se rompiera en mil pedazos de un solo golpe bien propinado. Con su fuerza no costaría trabajo abrir eso de un impacto. Pero antes de poder escaparse del la prisión en la que el mismo se había aislado para no sufrir daño, la piedra comenzó a agrietarse y un rayo de luz molestó sus ojos, provocando que éstos se cerraran de reflejo por la fuerte luz. Estaba expuesto, una lluvia de rocas pequeñitas cayó a los lados y en sus cabellos mientras la mujer alzaba el instrumento con el que lo había cortado.

Él estaba ileso pero su orgullo no, se sentía patético, que alguien como ella hubiera podido quebrar la esfera que él consideraba irrompible con un golpe tan débil ya que apenas lo sintió.

Ella estaba tan cerca de él como si fuera un animal inofensivo… Se sentía ofendido por eso, el espectro no se lo estaba tomando con seriedad, lo veía inferior. No le molestaba eso, pero todavía estaba herido por la forma en la que de un tajo quebró su escudo. Ella mordió levemente su labio inferior, permitiendo que más sangre brotara y pintara sus labios de carmín.

Respiró hondo y se le ocurrió que podría sacar partido de la situación. Atrevidamente el pelirrojo, moviendo su cabeza hacia adelante en un acto temerario besó los labios de la mujer y luego notó algo. –Esto es muy injusto.- musitó al ver el cuerpo de la chica o más bien, al no poder verlo se enojó. Ella ya lo había visto a él y le molestaba que siguiera tan cubierta mientras a él sólo lo tapaba un misero pedazo de tela mal cortado que dejaba ver sus partes cuando el vientecillo la ondeaba. Vio un enorme pedazo de roca que estaba no muy lejos de ahí, se separó de Selene y con un golpe bien calculado destruyó la roca, partiéndola en fragmentos que fueron disparados a la mujer, tan afilados como cuchillas y trisaron las vestimentas masculinas de la joven. No la desnudó, sólo quiso nivelar un poco las cosas.

-Así está mejor.- susurró mientras tomaba a Selene con su brazo, sin respetarla ni un poco. Para Khrysis las mujeres no eran más que eso, criaturas que servían para entretenerlo y que luego incineraba después de usarlas una vez. Los senos de ella se pegaron a su pecho húmedo y entonces le dijo:-¿Qué se siente? Probar el sabor de los labios de un ser insignificante como yo, que un simple vago extranjero te vea descubierta y que por si fuera poco te marcara como a una propiedad. Esa marca especial nunca se borrara niña, es permanente… tendrías que arrancarte la piel para borrar mi sello personal.- observaba la marca que había plantado en la muñeca de la chica, ésta era imborrable, como el fuego inmortal de Apocalypse, la tendría hasta que su cuerpo se hiciera polvo o él lo terminara en cenizas.

Quería ver a la doncella explotar de la rabia, escupir fuego y que lo cortara con esa hoz en pequeñas trisas pero que lo hiciera con todo su poder y no limitándose, que dejara de tomarlo como un simple juego. El cosmos ardiente del guerrero seguía encendido, caliente como el corazón de la tierra. Las llamas apasionadas del Berseker consumirían a su victima. –Esa marquita te hace de mi propiedad… mátame, soy repugnante…- decía con toda tranquilidad, sin preocuparle lo que hiciera. Ya estaba preparado para lo que le lanzara. Quería ver esos ojos sedientos de venganza, pues en el poco tiempo que llevaba el encuentro aprendió lo explosiva que era la pelinegra y debía sacar jugo de eso, además de que le excitaba en cierta forma, estar al borde de morir, equivocarse y recibir la cuchilla por buscar el peligro. No le importaba el riesgo.

-Seré un imbécil, pero cobarde jamás.- admitió.

por Selene Miér Mar 30, 2011 7:32 pm

Un beso. ¿Podría ese sujeto ser más predecible? Al menos eso pensaba Selene mientras le permitía que lo hiciera e incluso lo tomaba justo atrás de la nuca para acercarse a él y ver que era lo que se sentía besar a un Berseker… la verdad… su boca era demasiado cálida, y ese mismo calor se expandió por su cuerpo como si lo quemara por un instante.

Era la primera vez que besaba a un hombre de esa forma, sin sentir vergüenza, solo placer. Un sentido de triunfo inigualable que la hacía sonreír apenas sus labios se separaron.

Pero no era placer por el beso en si, era por el triunfo de Selene. El sujeto estaba justo donde ella lo quería. Tanto era así que le fue indiferente las rocas que le lanzo que despedazaron algunos trozos de la tela mostrando un poco más de su piel. La joven no dejaba de sonreír complacida mirándolo como si fuera una simple presa en un juego que se estaba acabando.

El sujeto la acercó a su cuerpo, apegándola junto a su pecho. Se sentía bien estar así, con el contacto de otro humano. De hecho Selene ni si quiera lo peleó, pues estaba disfrutando con tanta alegría ver el goce en los ojos de ese sujeto ingenuo, que contenía las ganas de reírse en su cara divertidísima de lo que estaba ocurriendo.

- Sólo sería justo, señor Berseker… que yo le preguntara lo mismo. ¿Qué se siente? Probar el sabor de la sangre de una reina como yo, que una simple mujer como te marcara con el sello de la muerte sobre tus labios. – Selene llevó su pulgar al labio inferior del sujeto. Desparramó la poca sangre que aun quedaba ahí por su rostro, para luego retirar su mano y mostrarle la sangre que acababa de probar. – Esto te marca como propiedad de Hades. – Selene sonreía triunfante, sus ojos brillaban, pero aun así se volvía cada vez más pálida. – Pues la sangre que acabas de probar, tenía el veneno de todas las rosas de la tumba del silencio.

El veneno de las rosas de la Tumba del silencio era más que conocido. Era tan conocido en el inframundo que causaba respeto estar cerca de Selene, pues era la única que podía sobrevivir a semejante toxina. Y aun ella, que había vivido con los venenos toda su vida, que era una maestra en su estudio… aun así, que era la dueña de cada rosa en el mundo… ese veneno la podía matar y sería una lucha infernal salir de él. Lo había absorbido, sin que el sujeto lo pudiera observar con claridad por estar jugando a las escondidas dentro de su piedra, pero ella sabía que por todo su torrente sanguíneo había una concentración de toxinas tan alta, pero tan alta, que tenía unos pocos segundos más de conciencia.

No le importaba caer frente a él en cualquier momento, pues se lo llevaría a la tumba con aquel veneno.

- Estoy de acuerdo contigo. Eres un imbécil. Eres un simple hombre jugando a ser un Berseker, pues en el momento en que debiste actuar como un guerrero dejaste que una simple muchacha como yo te sedujera. Eres… patético. – Las palabras ya empezaban a volverse dificultosas, incluso para Selene. No podía imaginar lo desastroso que debía estar resultando para el ingenuo hombre estar lidiando con una toxina que hacía que se perdiera toda conciencia, que el corazón dejara de latir y se muriera insufriblemente. - Nunca podría ver a un hombre tan débil como mi igual, eres un simple animal que se deja llevar por sus instintos más básicos. Un hombre así, jamás será mi igual. A mis ojos….

Selene seguía sonriendo, aunque sabía que las piernas le fallarían en cualquier segundo pues comenzaba a verlo borroso y su corazón estaba latiendo a una velocidad fuera de lo normal, sudaba, pero sentía frío. Sabía que la toxina estaba destrozando sus venas, pues ya comenzaba a sentir el dolor. Pero no le importaba, todo había sido para que ese sujeto que pensaba haberla humillado, se diera cuenta que jamás podría contra el ingenio y la sensualidad de una mujer como ella. Que había sido un juego desde el primer momento en que se percató de su cosmoenergía miserable.

- Eres… basura. – Le susurró sobre los labios pasando su lengua por ellos. - Basura, con la que fue… muy divertido jugar.

Lo más divertido del asunto era, que ni si quiera Selene recordaba el antídoto de esa toxina. Era probable que se la pasara, MUY pero MUY mal después de eso. Pero valía la pena, valía la pena que ese sujeto supiera que era una simple marioneta y que Selene acababa de jugar con el a su antojo, anticipándose con creces que haría un miserable como él. Por su puesto, forzarle un beso, pues no tenía honor como para haberla seducido como un verdadero hombre. Pero le había enseñado, que a veces abusar de su suerte no salía gratis y ahora pagaría con su vida. La toxina en su cuerpo lo había marcado también, como basura para ser quemada en el infierno.

- Ah sí… antes de que ya no pueda hablar… - Susurró, pues ya ni si quiera podía hablar en voz alta, estaba cayendo cada vez más en los efectos de ese veneno toxico. – Mi nombre es Selene Kamilah Nephthy… hija de Isis, del linaje sagrado de Ankrahsenmun, Reina de Bajo y Alto Egipto y la tierra que se extiende hasta las cataratas…

Aun podía permanecer de pie, a pesar de que su cuerpo estuviese casi cediendo. Seguía divertida por lo que acababa de pasar.

- Muere de una vez…

Y en ese momento pensó en Astrid, pues era posible que ella también muriese pues no recordaba como reaccionar ante aquella toxina. Era un secreto que ni si quiera ella poseía. Tal vez, Astrid llegaría luego a salvarla pues, aunque estaba segura de que ese sujeto ya no sería un problema para ella, no podría pelear contra un Berseker en estado normal. No tenía ni la fuerza ni la conciencia para ello.

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Kaito te quiero kissing

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por Khrysis Vie Abr 01, 2011 8:16 am

En sus labios aún se encontraba algo de ese rastro carmín, inclusive había experimentado un poco de aquel líquido vital mientras succionaba al dar ese beso lleno de pasión a la mujer. Fue algo espontáneo y que no quiso preocuparse primero, pues pensar más de una vez las cosas no era el estilo del pelirrojo, alegando que no se podía desperdiciar un momento como ese. Tenía a la chica donde la quería y no lo iba a malgastar, ya que en algunas ocasiones se había arrepentido en su vida de no hacer algo que pudo y al final retrocedió sin considerar que tal vez no podría repetirse la oportunidad. Como la vez en la que pudo solucionarse la vida obteniendo todo lo que quería pero por esa naturaleza buena que poseía y que todavía no lograba suprimir por completo se lo impidió. Sí, se acordaba perfectamente de cuando en sus manitas estuvo la respuesta a todos los problemas, presentándose en forma de una espada de negro color que según había oído valía una cantidad exorbitante de oro, por la que importantes hombres hubieran estado dispuestos a despilfarrar fortunas por tenerla y que él, por ser un humano tonto que únicamente pensaba en tenerla para él porque sintió algo de poder apoderarse de su cuerpo que aún no estaba listo para recibir su lado Berseker y se guardó la espada de negro material para sí mismo y la dejó en Roma, pasando hambre y estando al a punto de morir en más de una ocasión por su terquedad de no querer venderla y confiarse en sus habilidades musicales para sustentarse. Apocalypse se llamaba tonto por eso, pues aquella espada de preciosos materiales era nada más y nada menos que su legendaria espada que se decía traía la destrucción consigo cuando el Berseker la convocaba y que el idiota pudo recuperar con sólo desearlo una vez cobrado el tesoro a él incauto que se la comprará. ¿A qué venía acordarse de esa vieja historia? Que estaba harto de que su patético lado humano le jalara las riendas y echará a perder todo impulso divertido como lo era tener a esa mujer para él y hacer lo que quisiera con su cuerpo que ya era de su pertenencia por tener la marca de la destrucción sobre su cuerpo mortal.

La visión del muchacho se empañó al entrar la toxina en su cuerpo pero que no había sido detectada por haber demorado sus efectos en hacerse presentes y producir dolencias insoportables en su cuerpo. Por poco sentía que la vida se le estaba yendo y que su cuerpo iba a caer por el veneno que se difundía através de su sangre hacia todo su cuerpo, como un invasor indeseado que entraba y causaba todo tipo de estragos en su sistema. La mujer volvió a usar ese tono de altanería, confesando que su sangre era un elixir toxico y que ahora su cuerpo ahora propiedad del Dios de la muerte al haber consumido esa sangre contaminada. Pero eso no podía ser posible, ¿cómo se atrevía? Estaba enfadado, listo para desmenuzar el cuerpo de esa arpía con su devastadora fuerza capaz de desmembrar a una legión completa sin ayuda. Su cuerpo se sentía diferente desde que el Berseker encerrado en su interior había aportado algo de su esencia, despertando esa fuerza física demoledora que a penas podía contener.

Su cuerpo se había hecho mucho más resistente; como humano ordinario ya habría caído al suelo torciéndose de dolor por la sangre toxica, pero no, si aquella mujer quería verlo sufrir, con una cara de angustia, no lo iba a conseguir. Aunque bajo la piel sentía agudos dolores por fuera sólo dejaba ver que estaba orgulloso de lo que había logrado y que no permitiría que la movida de la pelinegra le diera ventaja.

-Estoy de acuerdo Reina insufrible y altanera, fue bastante divertido pero ya está por terminar. Para ti. Yo estoy bien.-

Le respondió con una sonrisa gatuna en los labios de los que todavía escurría algo del fluido rojo mientras ella le daba el listado de sus diferente títulos, sin apartarse ni un centímetro de Selene. No importaba cuánto debería de luchar, él lo iba a hacer para vencer al veneno usando la fuerza de su voluntad.

-Apocalíptica.-

En la mano derecha del berseker se dibujó un pequeño símbolo rojizo que parpadeó y luego, de su resplandor, comenzó a materializarse una espada color azabache, de brilloso metal que cegaba al muchacho y lo mantenía despejado, como una energía de apoyo que rechazaba el veneno. Era la misma espada que el tonto de Khrysis abandonó en Roma y que ahora volvía a las manos de su verdadero dueño, Apocalypse. Con tener esa reliquia en su mano sentía que salía por cada uno de sus poros el veneno, y para el Berseker era deliciosa aquella experiencia. El dolor lo hacia vibrar de satisfacción.

por Steven Vie Abr 01, 2011 4:20 pm

Egipto, la tierra del sol y las arenas ardientes, un lugar bendecido con las bondades de la aridez y el calor perpetuos, que se decía era el resultado del paso de alguna criatura mitológica que con el fuego que salía disparado de sus fauces había logrado reducir un fértil paisaje a un mar de piedra pulverizada. Surcando el cielo carente de nubes y dominado por el astro rey, una sombra que desprendía diferentes tonos de rojos se movía a una velocidad impresionante, dejando entrever unas alas enormes y una extremidad que parecía ser una cola de dimensiones imposibles…como era que existía una criatura que con semejante forma, podía volar a una rapidez tan desmesurada? Eso era porque no se trataba de ningún pájaro ni nada que normalmente el mundo podía ver con regularidad…no, era algo que trascendía la comprensión normal de las cucarachas que habitaban la Tierra.

Pasando terreno tras terreno, montañas, prados, laderas y dunas, aquella figura sombría finalmente llegó hasta la ciudad denominada como “Alejandría”, la joya de Egipto y el epicentro de un gran número de eventos que eran el comedero de las más chismosas ratas humanas de la época. Sin detenerse ni un solo instante, aquella presencia se dirigió al lugar en que dos presencias parecían estar batiéndose a duelo en más de un sentido, claro estaba. Por un lado había un pelirrojo que rodeado de llamas incandescentes tenía una espada negra con diferentes acabados de rojo carmín en una mano, mientras un aura ígnea lo rodeaba, liberando lo que parecía ser algún tipo de sustancia de su cuerpo…del otro lado estaba una mujer de cabellos azabaches con una hoz en su haber, desprendiendo un cosmos negro de intensidad inconmensurable, ni hablar de la ira que parecía emanar de su mera presencia en el campo de batalla. Luego de lo que parecía haber sido un intercambio y muestra de habilidades, el par de guerreros había llegado a una ligera pausa que no tardaría en ser rota por el hombre, quien ya parecía estar listo para iniciar de nuevo con la lucha.

Error, Apocalypse…esto termina ya. dijo una voz orgullosa como ninguna, mientras una potente ráfaga de viento capaz de romper el equilibrio de cualquier persona barría con el terreno donde se encontraban los dos contendientes. En un mero instante, otra presencia había llegado. No te has caracterizado nunca por tu cerebro, pero supongo que ya te habrás dado cuenta de que seguir presionando a tu contenedor solo lo dejará inservible. Eso iría en contra de nuestros propósitos ahora que nuestro momento ha llegado. acompañada de esa frase un sonido seco rompió el delicado silencio que parecía haberse apoderado de todo: con fuerza y sin dudar un solo instante, una cola había envuelto al pelirrojo para levantarlo en el aire y retirarlo de la línea frontal de ataque, en su lugar se había posicionado el dueño de aquella voz tan altanera y segura…Hellgorak conocido como el Invencible, quien después de haber salido de Roma y dejar a sus dos subordinadas a cargo de la situación en la capital de Imperio había salido en búsqueda del nuevo prospecto de guerrero de Ares. No se había imaginado que el avatar elegido por Apocalypse, el señor de la destrucción, el caos y la muerte fuera tan solo un chiquillo de apariencia tan frágil…como fuera, no podía permitir que lo eliminaran así como así…menos cuando todo iba viento en popa. Además...esta es una de las Estrellas Infernales, sirvientas del Emperador de la Oscuridad quien en la era pasada, selló al estúpido humano que controló ingenuamente la esencia de nuestro señor…lo siento Apocalypse, estos no son nuestros objetivos ahora, nuestras prioridades van más allá de estos gusanos que se arrastran bajo el lodo. murmuró Hellgorak mientras se mantenía sobrevolando el suelo con ocasionales aleteos de su armadura, liberando por supuesto sus plumas tan afiladas como el acero en todo el lugar. Unos gusanos con varios trucos sucios bajo la manga, según creo recordar… en tono pensativo pero aún así impasible, Steven dedujo lo que había pasado sin tener que pensarlo dos veces. Bien sirviente de Hades, como dije antes todo termina aquí… sin dar tiempo a que la mujer se recobrara, las alas de Hellgorak se extendieron hacía atrás para aletear una sola y contundente vez, generando un flujo de aire que levantó la arena y agrietó el suelo con la fuerza suficiente como para enviar a aquella Espectro volando directamente hacia la costa.

por Selene Vie Abr 01, 2011 4:55 pm

Selene rió con fuerza mientras se sujetaba el estómago. Le causaba gracia que ese hombre fuera tan ingenuo. Sentía como las toxinas de la rosa negra estaba paralizando algunos de sus órganos desde ya…¿Qué diferencia hacía a esa altura que quedara completamente desprotegida?

- ¿Realmente crees que eso será suficiente? – Le preguntó al Berseker aun sonriendo, pues la victoria, al menos moral, era de ella. No había forma de que ese hombre le quitara la gloria de haberlo engañado de aquella manera. - Que hombre tan estúpido. – Selene bajó la mirada aun sonriente, pero no tenía caso observar directamente al sujeto aquel, estaba perdiendo la visión. - La toxina de las rosas negras no se elimina de ninguna forma conocida, mucho menos forzando con tu cosmo que salga por tus poros… eso sólo hará que además de que se pudran tus interiores, también lo haga tu piel… Espera alucinaciones, dolor, fiebre y una muerte muy… muy lenta. Toda tu sangre es veneno ahora, y probablemente también tus órganos como el corazón, los pulmones, tus riñones… se estén pudriendo lentamente, pues es tu sangre la que los hace funcionar. – La misma Selene podía sentir como su corazón estaba quemándose y lo único que lo mantenía aun latiendo era la capa de ira con que se protegía su musculatura. Pero ni si quiera ese orgullo iracundo podría mantenerla en pie mucho tiempo más, y ello lo sabía. - ¿Te lo explico a prueba de tontos? El veneno esta en toda tu sangre, en tus órganos. ¿Piensas deshacerte de cada gota de tu sangre? Como te dije, lo único que logras haciendo que salga veneno por tus poros es… que tu piel se marchite. – Las rodillas de Selene fallaron, sus piernas temblaban y estaba sudando frío. Lo único que la mantenía en pie era su orgullo y el hecho que se estaba apoyando con todo su temple sobre el hoz de la ira. – Morirás… no hay otra salida para ti.

Selene comenzaba a sentir escalofríos. Sus manos temblaban. Que terrible era el veneno de las rosas negras, que algo que la estaba comenzando a superar. Elevó su cosmoenergía levemente, indicándole a Astrid donde estaba. Esa señal debería haber sido suficiente para que llegara a su lado, aunque fuera para darle fin. Pues, Selene estaba más que conciente, que cuando una de ellas fuera un estorbo, la otra tendría que terminar con ella.

No te demores… no quiero caer antes que él…

- A menos que…. ruegues por tu vida. Y te diga… como puedes salvarte. – Selene levantó el rostro, estaba respirando muy pesadamente. Pero sabía el método de salvarlos a ambos. Ella no se podría haber salvado a si misma, no funcionaba así… pero al menos podría salvarlo a él si lo escuchaba suplicar.

Y fue justo en ese instante que otra cosmoenergía se sintió en el lugar. Selene no veía bien, pero podía sentir una presencia mucho más intimidante que la del sujeto frente a ella.

- Otra polilla que se siente atraída al fuego… - Susurró Selene. No estaba en posición de haberlos provocado, pero esa era su naturaleza. Nunca bajaría su rostro a esas basuras de Ares. – Así me gusta… en desventaja. Dos malvados berserks de Ares contra la desprotegida Selene, que honor caer de esta forma hehehe… - Dijo sarcástica, pues sabía lo patético que era querer luchar con toda su alma y que el veneno no se lo permitiese.

Era su fin… caer contra Bersekers era lo más patético que le había sucedido en todas sus vidas… a ella que pudo vencer fácilmente a dos caballeros dorados peleando en conjunto… que pulverizó Caina y humillo a Wyvern a su antojo, que venció a Orgullo cuando se puso en su camino…que hizo que Gula se convirtiera en polvo entre sus manos… era humillante tener un final sin que pudiera si quiera defenderse. Pensó un momento en su ataque final, al menos se iría llevándose a dos pececitos con ella. Pero no tenía la fuerza como para haberlo hecho, y tampoco tenía el corazón para haber pulverizado Alejandría.

Fue entonces que ocurrió. Selene no lo vio, pero sintió un gigantesco impulso que hacía que cayera atrás con fuerza para estrellarse contra una de las paredes de las ruinas de ese barrio en Alejandría. Sintió el polvo levantarse a su alrededor mientras hacía el adobe trizas por la fuerza en que había sido lanzada hacia los escombros. De seguro había sido el otro sujeto, aquel con el cosmo amenazador. La verdad… Apocalypse era basura, pero este nuevo sujeto que llegaba, tenía el mismo cosmo que un Juez del inframundo. Lo que hizo de inmediato que Selene pensara, que luchar contra alguien así sería tan interesante como lo había sido luchar en su oportunidad contra Wyvern. Intentó moverse, aunque fuera solo un poco, pero su cuerpo no tenía energía para ello. El veneno estaba actuando. Y era realmente cruel que lo hiciera justo en ese momento.

- Maldición… malditas flores, malditas rosas… Justo cuando esto se volvía interesante. – Murmuró en el piso, sin poder moverse. – No importa… al menos uno morirá sin remedio.

Tosió, y de inmediato supo que uno de sus pulmones había sido gravemente herido o estaba fallando debido al veneno pues vio una mancha roja en lugar de sus manos. Estaba tosiendo sangre. Y aun así, en el suelo, no podía moverse producto de la parálisis del veneno. No sentía dolor a esa altura… sólo mucho sueño un cansancio que iba más allá de cualquier fatiga. ¿Así se sentiría morir? No importaba, al menos le hacía gracia pensar en la piel de Apocalypse, quien pensó era más inteligente que ella. De seguro se le estaría cayendo a pedazos en ese momento.

De pronto, un maullido se escuchó entre los escombros y un gato de extraña apariencia se posicionó justo al rostro de Selene, moviendola con su pata intentando hacerla reaccionar. Era Cheshire, la mascota de la dama de la Ira, quien era tras era la encontraba de alguna manera. Selene sonrió al escuchar su maullido... ese repugnante ser era lo más cercano a alguien querido que tenía y se alegraba no tener que estar sola.

- Cheshire...Astrid.... ¡ASTRID! - Gritó, pues su corazón estaba comenzando a fallar, lo sentía... y ella era la única con la habilidad suficiente como para salvarla, pues ella tambien era una de las señoras de las flores, podría enseñarle a salvarla de aquella muerte. El gato era el único ahora quien podría traer a Astrid aunque fuera con sus maullidos que sólo los espectros podían escuchar.

por Astrid Vie Abr 01, 2011 7:11 pm

Mi paso se había desvanecido a lado de ese juez con el propósito solo de encontrarla, ya no se trataba de una presencia sino dos poderosos cosmos que emanaban a lado de esa mujer.

Egipto era una ciudad enorme, el calor insoportable de ese sitio hasta ahora me había hecho retroceder pero todo porque así lo permitía. No había tiempo para recorrer normalmente cada rincón además de que la energía de Selene parecía extinguirse, así que arrancando el lirio de cristal sobre mi pecho llamaba mi armadura, no me andaría con rodeos. Encajando cada pieza en su lugar la vestimenta del Orgullo me protegió, por su culpa era la segunda vez que me forzaba a portarla…

Mi mente se mantenía en blanco, algunas de las personas que me topaba me observaban con curiosidad, una chica que vistiera de tal forma, murmurando en ese idioma comentaban lo que seguro cualquiera pensaría… “¿de quién se trataba?”. Dando un paso lograba aumentar mi velocidad gracias al poder que me otorgaba momentáneamente esa armadura, todo a mí alrededor se volvía más lento mientras que yo me aproximaba cada vez a mi destino.

Saltando entre el tejado de las casas trataba de hallarla, su cosmos me clamaba pero era tan débil que era casi una tarea imposible.

Sólo estoy dando vueltas…

Podría ser verdad aquel pensamiento que se plasmó sobre mi mente pero hasta ahora no había conocido a nadie con tal fuerza que hicieran que la misma Selene tuviera que doblegarse. Detrás de mí alcanzaba a ver en el exterior de la ciudad una explosión que casi arrasaba con llegar hasta la costa, ahí tenía que estar… de inmediato un incesante maullido.

Basta de perder el tiempo.

Respondía en voz baja dirigiéndome a ese sitio en particular, ¿con que me iba a encontrar?.

Dando un salto tras ese tejado ya me encontraba cerca de los escombros, alguna de las personas escapaban despavoridas por tal acontecimiento, bajando la mirada pude admirar el cuerpo mal trecho de esa dama, la gloria de su belleza parecía haberse marchitado con la sangre y tierra que se impregnó en su cuerpo mientras que del otro lado dos hombres sobrevolando el aire… fuera quien fuera una gruta sobre el suelo se alzaba para tragarse a Selene.

No lo permitiría, de un salto descendía hasta donde se encontraba aquella chica para recogerla entre mis brazos. Cheshire era demasiado listo pues conocía esa cualidad en él de desaparecer cuando se envolvía en el peligro, volvía mi vista hacia ella, solo en mi rostro se reflejaba la leve decepción hasta que pude ver ese detalle…- Tus labios. Justamente en la comisura de su boca la sangre se colocaba marcando muy bien lo que había hecho y las razones por las que se encontraba inmóvil, depositándola nuevamente en el suelo retiraba con la punta de mi dedo índice ese líquido carmín y acercarlo a mi boca. Era como pensaba… su veneno.- Si no me equivoco...

No le di tiempo a responderme, ni si quiera le di la oportunidad de que me explicara porque se encontraba así, ya tenía suficiente con lidiar sobre la actitud de Alessa y ahora pensar en Selene me resultaba absurdo. Aguardando serenamente avanzaba unos pasos para encontrarme con ese hombre que rivalizaba justo con la energía de un juez, sosteniendo a su lacayo por la extensión de su armadura.- Se desviaron mucho de su camino…

Fijé mis ojos solo en el hombre rubio, aquel que representaba por el momento una gran amenaza. Ciñendo mi mirada observaba el aspecto de ese chico pelirrojo, el veneno ya recorría su veneno y entonces entendiéndolo por un segundo me di cuenta que fue él la persona que se encargó de Selene, respiraba profundamente… ellos eran los tan afamados guerreros de Ares pero poco me importaba quienes eran. Concentrándome firmemente encendí mi cosmos el cual desperdigaba el sutil aroma de los lirios, no era como ninguna de mis hermanas, no jugaría, no humillaría, no me precipitaría ante mi enemigo…

- Bersekers... un dedo más sobre ella..- el cosmos se levantaba cada vez más, no sería la primera en atacar… sino harian caso a mi advertencia entonces los acabaría ahí mismo...- Y con gusto terminaré lo que esa mujer inicio… pero créanme.. conmigo no hay segundas oportunidades.

por Steven Sáb Abr 02, 2011 9:20 pm

Y justamente la mujer había tenido la fortuna de ser arrastrada por la ráfaga de viento hasta la pared de un edificio cercano que instantáneamente fue destrozada por el impacto, haciendo que numerosos escombros cayeran encima de su delgado cuerpo y la lastimaran, o al menos así en apariencia. Hellgorak el Invencible estaba totalmente aburrido, y el poco interés que pudo haber mostrado por la dama espectral se había desvanecido cuando esta empezaba a gritar por ayuda…decepción? No realmente, el Berserker tenía presente que en ese tipo de situaciones aquellas ratas que atestaban los subterráneos del mundo simplemente se ayudaban las unas a las otras, todo porque ninguna tenía la capacidad de defenderse por sí mismas. Resoplando por lo bajo, Steven tan solo esperó unos pocos minutos, No tenía ganas de quedarse y al mismo tiempo, no sentía que debía marcharse…el asunto que había iniciado el estúpido avatar de Apocalypse no había finalizado por completo y él mismo no tenía ánimos de dejar pendientes colgando, mucho menos con ratas del Inframundo.

... después de unos tortuosos instantes, otro cosmos llegaba a la escena: otra mujer, pero que a diferencia de la primera sí portaba una armadura en toda regla, una Súrplice según pudo identificar el de pelo castaño. Dejando que el viento agitara sus cabellos, simplemente dejó que la rubia se ocupara de analizar el estado de su compañera para posteriormente escuchar unos quejidos que para él eran totalmente ininteligibles. Sí la recién llegada se dirigía a él, Hellgorak ni cuenta se había dado, para su persona una cucaracha como era no merecía ni la pena de ser escuchada. Lo que si percibió al instante, sin embargo, fue como el cosmos de la segunda fémina se elevaba para liberar un ridículo olor a flores seguido de…más cháchara estúpida.

Si vas a hacer algo, adelante mujer. dijo Steven, materializándose a escasos centímetros de la rubia, dejando que sus ojos azules penetraran en los de ella para hacerle nota el completo desinterés que le despertaba, tanto ella como su estúpido aroma floral. Aunque con esa dislexia para dialogar, no tengo demasiadas esperanzas… expresó el Berserker al tiempo que las enormes alas de su armadura se extendieran de un lado a otro para liberar más de aquellas plumas tan afiladas como el acero, que con suavidad llovían sobre las dos Estrellas Infernales.

por Astrid Miér Abr 06, 2011 11:04 pm

Estaba completamente decidida, aquellos hombres no tenían nada que ver en estas tierras, donde la nueva residencia del Señor Hades sería levantada. Sin más contratiempos me había posicionado en un sitio donde podría estar preparada para atacarles o defendernos, Selene seguía inerte unos metros detrás de mí, si volvía mi vista hacia ella sería indicarle a ese hombre mi propia debilidad y era algo que no le concedería por nada del mundo a pesar de estarle defendiendo en esos instantes. Con mucha osadía el hombre parecía usar casi la misma velocidad que yo poseía pues este ya se encontraba a escasos centímetros de mi rostro, queriendo como siempre cada oponente menospreciarme por resultarle inferior o la pérdida de su valioso tiempo.

Aquellos ojos parecieron buscar algo en mi rostro, no era como uno cualquiera que estudiaría a su oponente detenidamente, era algo más. Tras un parpadeo le mantuve la mirada dándole la oportunidad que posiblemente se presentara… eso era lo de menos.. las razones por las que se encontraba quizá eran las mismas que yo estaba haciendo con Selene.

¿Si voy a hacer algo?… ¿debería?... –un leve tono de sarcasmo se dejaba escuchar entre nosotros, si creía que me intimidaba estaba muy equivocado. Además el entretenerse en algo como un enfrentamiento vacío, decidí hacer una pausa mirando ahora al saco que traía ya casi muerto debido al envenenamiento, un alma más para las filas de Hades posiblemente.

En vez de quedarte a empeorar el desastre que hizo tu “amiguito”.. deberías preocuparte por detener dicho veneno de su sistema inmune. –era verdad que no presencie dicha pelea entre mi hermana y ese berseker. Pero nadie en el mundo conocía mejor que yo la forma en como su veneno se presentaba al contendiente: invadiendo primero todo tu organismo paralizándolo, desaparecer todo rastro de calor y finalmente tras un suspiro la ausencia del palpitar del corazón antes de que te des cuenta de la descomposición de tu propio cuerpo. Así eran las cosas, el color de su compañero se veía desvanecerse a pesar de estar inundado de una fragancia penetrante a rosas que incluso a mi parecía hostigarme.

Al parecer ambos tenemos cosas por las cuales hacernos cargo pero no te equivoques, no estoy posponiendo esto.. si me estas retando adelante...

por Steven Vie Abr 08, 2011 4:22 pm

La mujer no perdía el tiempo, se notaba que estaba con unas intensas ganas de terminar con aquel asunto cuanto antes...fuera porque la otra estaba siendo consumida por la misma toxina que afectaba a Apocalypse o por alguna otra razón desconocida totalmente, Steven no lo sabía ni podía aseverar nada pero igual, no tenía más razones como para permanecer en aquel lugar. Con un suspiro cansado y dejando que las enormes alas de la Armadura de Hellgorak se relajaran y se bajaran de la intimidante posición ofensiva que habían tomado desde el mismo instante en que se había aparecido a unos centímetros de la mujer, el de pelo castaño tan solo apartó su cara unos pocos centímetros de la del Espectro, notando como sus ojos se enrojecían ligeramente ya que esta le mantenía la vista la fija sin querer parpadear.

Sabías que esa práctica de mantener la vista sin parpadear es una estupidez técnica? No…obviamente no lo sabías, las ratas del Inframundo no conocen las nociones más básicas de combate…no me extraña, la verdad. dijo Hellgorak sin apartarse más o siquiera dejarse intimidar por el cosmos de la mujer…simplemente estaba más que aburrido de estar allí. Y sobre eso del reto…te vuelves a equivocar- dijo de pronto Steven, mientras su mano derecha se movía a una velocidad increíble y con un gran cúmulo de cosmos aprisionado entre sus dedos para posteriormente dar un manotón en donde estaría la cara de la mujer con la suficiente fuerza como para quebrar huesos sin demasiada dificultad. El Berserker no sabía si la mujer era capaz de soportar un embate tan básico y carente de gracia, y sinceramente…no le interesaba. Aquellas Estrellas Infernales lo traían sin cuidado alguno. -si puedes aguantar ese golpe sin sangrar, puede que algún día estés a mi altura y seas capaz de llegar a rozarme…eso claro, si nos volvemos a encontrar…adios, Espectro. declaró Hellgorak, desapareciendo entre un remolino de plumas metalizadas llevándose consigo a Apocalypse, cuyo avatar en la tierra estaba en una situación crítica debido a su gran estupidez y poca consciencia al actuar.

por Hang Vie Abr 08, 2011 11:04 pm

Vientos oscuros comenzaron a surcar los cielos de las calles de Alejandría, soplaban de tal manera que los arboles se doblaban ante los viento a de mas de que estos creaban un silbido parecido a gritos, un pequeño remolino se comenzó a formar en la cima de edificio no se podía ver con claridad su interior ya que este era demasiado oscuro casi como la noche misma lo único que se podía notar eran unas cuantas estelas de color purpura en su interior, la ráfaga de viento se comenzó a disipar dejando ver una silueta parecida a la de un ave.

Pero esa silueta en realidad me pertenecía a mi, desde lo alto de aquel edificio note que se encontraban varios cosmos debajo de mi, unos le pertenecían a espectros pero lo otros a…bersekers?, que podrían estar haciendo aquí los esbirros de Ares me preguntaba mientras que me sentaba a la orilla del techo cruzándome de brazos y piernas mientras que observaba lo que estaba ocurriendo.

Miraba con frialdad mientras que el orgullo parecía querer enfrentarse en contra de aquel berseker de llamativa armadura, no me importaba demasiado lo que les pudiera pasar a la ira y al orgullo pero mirar lo que pasaba me beneficiaria ya que con esa pelea que me parecía no tener sentido podría observar con cuidado las habilidades ridículas que podrían tener los servidores de Ares se comenzaba

Podía sentir la forma en que el cosmos de Selene se comenzaba a extinguir, acaso la abra herido tan gravemente aquel Berseker, pensaba mientras que ladeaba un poco mi cabeza no podía creer que alguien como ella pudiera perder contra alguien tan patético como un sirviente de Ares, ladee mi torso para recargarme en el filo del techo mientras que sostenía mi cabeza con mi brazo mientras que recargaba mi codo en el mármol del techo.

Dirigí mi mirada de nuevo al siervo de Ares para poder examinar su armadura con mas detalle, entrecerraba mis ojos un poco ya que de alguna forma conocía a aquella armadura…Hellboark?...ese era el guerrero más fuerte de Ares, pero no lo suficiente como para poderle ganar a alguien como la dama de la Ira.

Después de un rato solo mire la forma en que al parecer salía huyendo aquel sujeto que presumía de ser invencible, sonreía ya que de alguna manera quería probar si eso era verdad, algunas de las plumas de aquel sujeto llegaron hasta donde me encontraba la tome entre mis dedos para observarla, me agradaba el destello rojizo de esta ya que tenía un gran parecido al de la sangre

por Hang Vie Abr 15, 2011 10:53 pm

Me quede por un momento observando a las dos damas del pecado que al parecer habían estado luchando con aquel berseker, mi mirada parecía helada ya que no mostraba ninguna emoción ante ellas y a decir verdad ni siquiera se habían percatado de mi presencia a si que no vi muchas razones como para permanecer mas tiempo sentado en el pretil de lo alto de un edificio.

Gracias a mi poder sobre el viento podría fácil mente caminar en el aire ademas de que mi sappuri me permitía volar, pero en lugar de eso solo me levante de donde me encontraba para poder caminar por las azoteas mis pasos resonaban en estas mientras que al caminar pulverizaba algunas rocas que se encontraban el el suelo, al acercarme a las orillas me daba el lujo de observar a los humanos que se encontrasen rondando por el lugar mientras que buscaban curiosos la causa de los estruendos causados por los revoltosos de Ares y las damas del pecado.

Los miraba mientras me preguntaba la razón de mis pasadas acciones, la razón por cual era tan amable con seres tan insignificantes como los humanos ademas de que no comprendían a los que se encontraban a su alrededor...aun no podía creer que fuera tan amable con seres como ellos, mostré una leve sonrisa por cortos momentos mientras que pensaba que eso se debía a que me encontraba segado por ellos ya que era lo único que recordaba desde que nací en esta era pero eso ya no era mas.

por Astrid Jue Abr 28, 2011 8:26 pm

Me había rebajado nuevamente por ella, pero que importancia tenía.. jamás en su vida llegaría a reconocer esos detalles que le dedicaba considerándome alguien débil y estúpido. Pude haber evitado ese golpe si deseaba pero eso solo implicaría que ninguno de los dos saldría de ese sitio si no se luchaba, era por eso que mi cabeza se mantenía a parte de cualquier conflicto que se pudiera suscitar. El golpe caía seco justo sobre mi mejilla, la fuerza de ese hombre era algo incomparable pero solo logró que fuera mi rostro el que retrocediera, yo seguía firme en mi posición.. apretando ambos puños a mis costados realmente indignada.

No deseaba ver si quiera el momento en que partirían aquellos sujetos, estaba totalmente fastidiada.

Ambos cosmos habían desaparecido finalmente, dejándonos solo a tres personas en el sitio y es que sin necesidad de buscarlo, sabía que justo se encontraba uno de los tres jueces del Inframundo, seguro observando los hechos desde hace bastante tiempo.

¿En realidad estas totalmente satisfecha?–nadie en el mundo lograba provocarme tanto como lo hacía Selene con su sola presencia.. debía de decir lo mismo de ella ya que si no se hubiera marchado… no se habría topado con ninguno de estos berseks, aunque.. cabía en la posibilidad de que al mismo tiempo que me provocaba, yo hacía exactamente lo mismo hacia ella. Alzaba mi rostro justo al cielo, terminando de descender con la mirada los estragos sobre esas calles, algunas vidas se perdieron ese día por juegos de Selene.

No.. las cosas ya no eran como antes, no me lanzaría a sus brazos intentando salvarla, pero… ¿qué hacer?. Mis labios dejaron de apretarse, dejando que aquel sentimiento de indignación se desvaneciera, para que con esa misma serenidad fuera la que me contralara pero.. lamentablemente para ella… había despertado al Orgullo. En ese instante recordó parte de su vida pasada, al mismo tiempo que recordó las palabras exactas justas cuando se fue molesta por los comentarios que había dicho.

¿Sigo siendo patética Ira?... ¿sigo siendo una llorona y débil que al final corre a tus brazos?..– aguarde unos minutos en silencio, no estaba segura si alcanzaría a escucharme pero en esos momentos no deseaba otra cosa con tal fervor a que tuviera la oportunidad aunque sea.. de oírme de una buena vez- ¿tengo que molestarme si quiera a decirte lo decepcionada que estoy de ti?

Al fin daba la vuelta para llegar a contemplar su figura casi desecha, la armadura que me protegía se retiraba de mi cuerpo, aborrecía sentirla.. aborrecía depender de un simple pedazo de metal para resguardar mi existencia. Mí vestido ondeo con debilidad al sentirse libre, caminé en dirección a ella, su cuerpo parecía tomar un color casi oscuro debido al veneno que corría en sus venas.– Doy gracias a los dioses que no me parezco en nada a todas ustedes… pude haber terminado exactamente como TU.

No medía la severidad que pudieran tener mis palabras, aunque esa era la mejor manera para dirigirse a una persona como Selene, para hacerle ver la realidad de las cosas. – Observad a la reina de Egipto, observad a la mujer que supuestamente es superior a todas las alimañas del Inframundo, del Santuario e incluso de cualquier ejército conocido por un Dios.. –extendiendo a un costado mi mano izquierda llamaba a mi alabarda, aquel objeto con el que me había entrenado por varios años, con el que fui obligada a entrenar día a día para poder sobrevivir a una guerra provocada como siempre por la vanidad del hombre. Sujetándola con firmeza lleve el filo del hacha contra la palma de mi mano, haciendo un corte sobre mi piel.. la sangre se desplazó por el metal manchándose, las gotas cayeron sobre el polvo mezclándose.

– Debes de saber qué cosa les hacemos a… personas de tu rango.

Por mi mente jamás transcurriría la idea de proporcionarle la muerte bajo mi propia mano, odiaba interponerme, fácil pude seguir mi camino y dejarla tirada para que otro pudiera “compadecerse” de su condición salvándola.– Ahora sabes que es el final.. ¿no?.. –mis ojos penetraban sobre la ahora mirada vacía de Ira, el brillo en sus ojos se opacó al momento de descubrir la sangre en sus labios, la sola idea de pensar que tuvo que ver algo con ese berseker. Simplemente sonreí, no había otra cosa que hacer más que sonreír, debía darle algo de crédito pues aunque no me gustara tenía razón.. seguía siendo alguien patética, aunque no lo aparentara buscaba secretamente la aprobación de las personas, la aprobación misma de Selene para que me reconocieran como la guerrera temible en la que me había convertido, la indiferencia solo era una máscara de lo mucho que me importaban las cosas. – No intervendré más en tu vida.. así que no seré yo tu verdugo… lo serás tú Selene.. así que bien…. ¡Vanagloriada reina de Egipto!.. ¿Cuál debe de ser su final?

Estaba de pie, ella tendría que decidir el camino que debería tomar a partir de ahora, por mucho que quisiera permanecer a su lado me abstendría, ambas sin saberlo lo decidimos así… desde el momento que me dio la espalda en su palacio.. desde el momento en que dio la vuelta justo antes de que nos convirtiéramos en simples híbridos. – Solo te advierto que la decisión que tomes es la que tú misma te forjaste por tu obstinación, prepotencia y descontrol de tus emociones y antes de que me digas algo.. yo no fui la que dio la espalda a sus compañeras… no fui yo la que corrió a jugar con ese berseker… no fui yo.. la que…

Me abstuve a decir cualquier otra cosa, de seguro que sería más doloroso para ella vivir con la vergüenza de dejarse vencer por su propio veneno.. y más peor tener que darse por vencida ante los ojos de aquellos hombres que alcanzaron a percibir la posible fuerza que pudo haberles demostrado.. eso no era una derrota… era la humillación total.

por Selene Sáb Abr 30, 2011 8:47 pm

- ¿Sabes la diferencia entre tú y yo Astrid? – Las palabras salían de sus labios aun entrecortadas mientras sonreía sin mirarla, pues no tenía si quiera fuerza para haber movido sus ojos en la dirección de la mujer. – A mi no me importa morir para obtener lo que quiera. Comprendí hace mucho, que al ser una diosa reencarnada, soy inmortal. No puedo morir... En cambio tú… valoras tanto tu patética vida, que de seguro has estado durante todo el transcurso de ésta huyendo de la muerte, abandonando siempre en el camino todo lo que alguna vez te hizo humana. ¿Tengo que contestar Astrid?

Cerró los ojos, le divertía la gravedad en las palabras de su “eneamiga”, alguien con la que siempre le gustaba estar pero al mismo tiempo detestaba su presencia, pues le recordaba… le recordaba lo que era sentir que dependía de los brazos de otra persona para hacer que todo se silenciara. La odiaba y la amaba por ello, pues era la única que traía paz a su alrededor con su mero olor a lirios.

- Sí. Creo que eres patética. – Respondió finalmente. Cheshire se acercó a ella y comenzó a tocar sus hombros con su cola, intentando animarla o al menos hacerla pararse. - No porque seas débil, sino, porque no tienes agallas. No tienes pasión por nada, no consigues interesarte en nada lo suficiente como para arriesgar tu vida en ello. Yo Astrid, al contrario… prefiero morir en una buena batalla que terminar huyendo toda mi vida… como lo haces tú. Por eso, querida Orgullo, eres patética. Porque a pesar de que tienes la oportunidad de darme muerte, algo que siempre has querido, no puedes lograr armarte de valor y cortar mi cuello. Y sabes algo…

Selene movió con rapidez su mano y tomó a Cheshire entre sus brazos, cerrando los ojos, elevando su cosmoenergía tanto que una fuerte ráfaga de viento se levanto a su alrededor arrastrando el polvo en el piso. Su cabello flotó en el aire mientras sus brillantes ojos violetas se volvieron vacios.

- Tampoco te daré la oportunidad. Preferiría atravesar mi pecho con mi propia hoz que dejar que alguien a quien menosprecio me de muerte por piedad. Yo no puedo morir ... jamás moriré por el regalo de las rosas.

Y en ese momento, Selene pareció caer por el piso, como si una sombra se la tragase. Era curioso que la dama de la Ira en un momento como ese pudiese recordar una técnica que tanto había usado en el pasado. Moverse a través de las sombras. Pero… no tenía intención realmente de ir a otra parte del mundo, sino, de volver a su verdadero hogar, aquel que gritaba su nombre ahora que su humanidad estaba muriendo completamente.

El inframundo. Su hogar. El lugar en que disfrutaba vivir y al mismo tiempo morir. Aunque ese veneno despedazara su alma, en el inframundo, encontraría una nueva vida.

por Talos Sáb Mayo 07, 2011 9:18 am

El juez del inframundo había emprendido un largo viaje desde aquellas costas griegas hasta Egipto, el lugar donde sentía la mayor cantidad de cosmoenergias que podía considerar “aliadas” al parecer había una buena cantidad de esbirros de Hades despiertos asunto que por el momento le interesaba por conocer el quienes eran… aunque habían varias presencias que al tan solo sentirlas se identificaban por si mismas… como las reconocidas damas del pecado, un invento de Hades para el caído ejercito de su consorte, orgullosas y poderosas pero al fin y al cabo remedos de espectros… guerreras caídas que abandonaron a su diosa para servir a otro, mas peones para aquel tablero de ajedrez, mas carne de cañon para las guerras venideras.

Pero no solo el cosmos de aquellas personas se encontraba en Egipto sino algo mas, al parecer los seguidores del dios de la guerra se habían presentado en tal lugar, no sabia que había ocurrido y no le importaba en lo mas minimo, si la estupidez de alguno de estos había causado que alguien muriera era su culpa por ir a buscar problemas donde no le habían llamado.

Desplegando sus alas con magnificencia el juez de Griffon la estrella celestal de la nobleza, observo a los seres humanos que al parecer se movilizaban en la parte mas pobre de aquella ciudad egipcia, observo con cuidado cada uno de los sectores de aquel lugar hasta cuando encontró su objetivo, allí estaba una joven con un rostro frio y sin expresión, de cabellos rubios que se encontraba parada en lo que al parecer fue un pequeño campo de batalla. El juez descendió frente aquella mujer levantando una capa de polvo y causando que el viento se manifestara violentamente aunque fuese por unos pocos segundos, las negras alas de su sapuri se recogieron mientras este colocaba su vista sobre aquella mujer cuyo cosmos podía diferenciar bien como la portadora del pecado del orgullo. El rostro de Talos se mostraba neutral y apagado, tan solo arqueo una ceja mientras se cruzaba de brazos.

-Espero que la imprudencia de los pecados no haya causado alguna baja en el ejercito de nuestro señor, Orgullo… -

De los tres jueces Griffon era el mas serio e inflexible de todos, su capacidad de juzgar los actos no iba solo a los humanos que caian en los tribunales del inframundo sino a sus enemigos e inclusive a sus propios aliados, siendo sus otros dos compañeros jueces quizá los únicos que podían soportar su manera de ser actitud que valoraba el propio Hades y por lo tanto era el que tenia la palabra final sobre las almas de los humanos.

por Astrid Dom Mayo 08, 2011 11:31 pm

El orgullo dentro de mí jamás cedería, solamente palabras vacías y sin sentido eran expulsados de los labios de Selene, que si bien podían llegar a herir la “sensibilidad” que resguardaba mi persona solo conseguía que el desprecio creciera hacia un ser que llegué a admirar durante cientos de años. Ese ímpetu que la cegaba y que la ayudaba a destruir todo provoco que terminara en ese estado lamentable y que por si fuera poco tuvo que clamar mi nombre para que no se viera obligada a morir ante la presencia de dos bersekers.

La expresión vacía de mis ojos contemplaba la silueta maltrecha de Ira, casi extinguiéndose pero por fin a pesar de su estado parecía recuperar la leve consciencia que poseía.. despertando de nuevo en mi interior la poca atracción que me ligaba a estar a su lado. De mi mano la sangre seguía resbalando, el acero había logrado su cometido al cerciorarme que su filo no era una mera ilusión…

Te contradices… ¿acaso no fuiste tú la que me llamaste?.

La sinceridad escapaba resonando seguramente dentro de la cabeza de esa mujer, comunicándome mentalmente pues eso era un juego de niñas para nosotras, mi mano seguía paseándose por el filo de mi alabarda. Aquel tonto gato hacía acto de presencia, siempre conservándose a lado de ella, por mi parte estaba bien si no fuera otro ser vivo que se atreviera a tocarla. Lentamente Selene alardeaba y se jactaba de lo poderosa que se consideraba y que no moriría a manos de nadie, mucho menos las mías ante un ser débil, tuve que controlar mi desplante pues no estaba provocando a Astrid, le estaba declarando la guerra al mismo Orgullo al hablar tan a la ligera.

Mis ojos color miel se tornaban lentamente platinos, como si las estrellas se ocultaran en mi mirada la cual no dejaba de contemplar a la reina egipcia. Destellando su propio poder era consumida por las sombras para finalmente desaparecer de la escena, mi respiración se tornaba agitada agradecida de no tener que aspirar ese aroma a rosas...

Inmovilizada sentía como otra presencia más parecía vigilarme, era otro cosmos sumamente poderoso por lo que decidía a esperar si se trataba de un enemigo o “aliado”, si es que se podía llamar así a otra basura Inframundana. Su nivel claramente estaba por debajo del mío, solo podía observar la sombra detrás de mí como descendía levantando el polvo ferozmente, aquel acto no me molestaba para mí era como si ese ser no existiera y no existía… no existía en mi mundo. Conservando la mirada pérdida hacia el sitio donde se había encontrado Selene escuchaba la severidad de las palabras de ese hombre, no fue hasta mucho después que decidí tomarme la molestia de girar ínfimamente mi rostro para observar la silueta que ahora me hacía “compañía”.

Examinaba su figura, el aspecto de su armadura, identificaba su cosmos. Se trataba de otro juez de la muerte que acompañaba fielmente a Hades. De la misma forma en la que observe retraje mi vista, desvaneciendo el arma y conservando la herida abierta de mi mano, el corte era demasiado profundo pero ni si quiera mostraba el mínimo interés sobre mi cuerpo. No tenía nada que hacer en Egipto y no tenía que deberle una explicación a Griffon, sí.. podía reconocerle a pesar que fuera la primera vez en esa era que me encaraba a uno de ellos. Solo faltaba aquel que mi corazón resguardaba mayor indignación, Wyvern.

Pensar en él era totalmente una pérdida de tiempo, era dedicarle más atención incluso a Selene.. Ira… como se hiciera llamar… no me importaba. Caminando lentamente me alejaba de ese sujeto dándole la espalda, no me importaba si ofendía el rango que poseía, ni mucho menos si hería sus sentimientos sobre la “autoridad” que ejercía sobre el mundo de los muertos, le abandonaba dejando que mi cuerpo se perdiera entre las calles además de que tenía que evitar a cierta persona o mejor dicho dios.. Hades despertaba y seguramente si se enteraba de la traición infringida por mi antecesora tenía que pagar dichos crímenes en su lugar, algo que no podía alcanzar a tolerar.

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