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Villa Romana de Cambre
La imagen oscura de Aspros apenas visible en la penumbra de la noche por fin aparecia en el firmamento, seguia cubierto por esas mantas negras.
...
Sin mebargo, dedico un par de horas previas a su entrada para rondar la villa inspeccionando los movimientos en su interior, solo el tiempo necesario para saber que Defteros no estuviese...
Quien esta ahi?
Dijo aterrada Alejandra, su miedo habia ahogado su voz no pudiendose escuchar en poco más de un metro a la redonda, ella era una joven sirviente de contextura liviana que estaba visiblemente sorprendida ante la aparición de un hombre en medio del patio de la villa, no habia forzado las entradas de eso estaba segura pues lo perros le habrian atacado.
El hombre quien no era otro que Aspros avanzo, su porte lo diferenciaba claramente de cualquier malandrin de mala muerte. Comenzó a avanzar hacia Alejandra deteniendose a pocos metros, mostrando su sortija de oro le dijo con claridad...
El tiempo es ajeno a los hombres, pero estoy seguro que ni tu has olvidado lo que simboliza este regalo de mis padres... Alejandra.
La commocionada jovencita retiro sus bruscos gestos, ahora estaba segura de que aquel extraño era su amo Aspros, solo él conoceria las entradas secretas de la villa.
Señor Aspros disculpeme...yo...
Aspros levanto la mano interrumpiendole.
No debes pedir disculpas ante mi Alejandra... era natural que te portaras asi ante la presencia de cualquier extraño.
El joven comenzo a caminar hacia la chica hasta aproximarse lo suficiente para que Alejrandra lograra verle sus ojos.
Pero, lo mismo deberia decir de aquel extraño que yace viviendo bajo este techo, en esta morada edificado por mi padre...a ese al que ahora ustedes también denominan "amo"... un ladron que entro a tientas a esta casa como lo hago yo ahora... vueltas del destino...
Pero, Alejandra... tu respondiste bien ante la presencia de un extraño, eres una buena sierva... no es asi?
La joven Alejandra asintio con la cabeza.
Que desea hacer amo Aspros.
A lo que respondio.
Por ahora... solo observar... luego de la llegada de ese me largue de roma. Aprendi algunas cosas Alejandra, y aun me faltan aprender muchas más... pero un paso a la vez. Dime que sucedio en mi ausencia Alejandra...
amparados por la noche, la joven comenzo a recitarle todo lo que habia acontecido en los ultimos meses en tre susurros, ella habia sido rescatada por la madre de los gemelos y por tanto su fidelidad estaba para los hijos de ésta y no del bastardo hijo del padre. Le conto todo con detalle...las horas pasaban y ni Mauritius, ni Defteros aparecian... luego de eso Aspros se retiro, tal como habia entrado, como un fantasma, un espectro desapareciendose detras de una gran roca en la periferia de la fuente de aguas plateadas.
En la mente de la joven Alejandra aun quedaban grabadas las palabras de su amo.
Esto no ha acabado aun...
Aspros- Caballeros Dorados
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Re: Villa Romana de Cambre
Luego de mi estúpida estadía en el Coliseo, en la cual perdí bastante tiempo, llegué a mi Villa nuevamente. Mi caballo hacía un enorme ruido con sus patas, dejando las huellas en la tierra. Ya había caído la noche y en el cielo estaba la luna, en tres cuartos menguantes. Me bajé de mi corcel con enfado, mientras suspiraba por lo largo que había sido el trayecto, el equino relinchó y lo llevé hasta el establo donde estaban los demás.
Yo mismo me encargué de guardarlo, porque era muy especial ese corcel para que lo tocara cualquier idiota o alguna de las siervas taradas. Acaricié a Mercurio en el cuello, para amansarlo, mientras cerraba la puerta de su establo y me marchaba, ojeando a los demás caballos que había en ese lugar, algunos marrones otros azabaches, pero nada fuera de lo común, ninguno herido que eso era lo que valía… no valía tanto moralmente, mas bien valía en oro y todo eso ahora era mío, no quería perder ganancias.
Caminé hasta el patio, dejando el establo atrás. Observando la luna… estaba muy hermosa, no había ni una sola nube y las estrellas parecían encandilar con más brillo. Era un buen día, mientras observaba ahora el pasto, que brillaba con fuerza… y tenía un par de huellas. Si bien me habían enseñado cuando fui soldado era a reconocer el terreno, para ver si habían pasado enemigos horas atrás, así que inmediatamente me puse de cuclillas observando la hierba… podría haber sido cualquier sirviente idiota… aunque lo dudaba, ellos solían caminar con mucho cuidado por sobre el sendero de piedras que daba hacia la enorme morada. – Vaya… vaya… vaya… ¡Je!
Dije con aburrimiento, mientras una pequeña mueca que emulaba ser una sonrisa se dibujaba en mis labios. El césped estaba mojado, porque los sirvientes los regaban por las noches, para que crezca mejor y que se secara con naturalidad, no tan brutalmente con el sol. Era por eso que las huellas estaban dibujadas en el casi barro que había en el césped y no había sido yo el que había hecho esos vestigios. Puesto que no eran mis pisadas. Había dos tipos de pisadas, unas más simples, pequeñas, como pies de mujer. – ¡Alejandra!
Recordé a la idiota que tenía como sirvienta, pues ella salía por las noches a caminar porque no solía dormir muy bien. Cuando llegaba por las noches, ella siempre estaba ahí, observando a las estrellas. Quizás soñando que en algún momento iba a ser una chica rica… ¡Sueños de esclavos! Me dan ganas de escupirlos uno por uno… lastima que no me alcance la paciencia, ni la saliva… debería demostrarle a esa chica en que lugar estaba… sí, de seguro debía demostrárselo. Quizás había traído a alguien a su habitación para tener sexo… ¡Maldita esclava! ¿Hacerlo en mi morada? Que falta de respeto… sin duda alguna merecía un castigo; pues iba pensando en ello mientras entraba a la construcción que años atrás mi padre había creado.
Cuando llegué a la puerta, ahí estaba ella. Mirando al cielo, con un rostro de felicidad… con su vista perdida… rápidamente la tomé por los cabellos y agachándome hasta estar a la altura de sus ojos, la observé muy fríamente. Ella sollozó, al sentir el dolor en su pelo… más no la solté y con una voz algo aterradora, musité. – ¿Quién estuvo aquí?
Nadie, amo… – Musitó ella, mientras agachaba su cabeza. Obviamente algo estaba ocultando, la solté de los cabellos y la abofeteé… suspiré, algo cansado. Para sujetarla de su muñeca y poniéndola de pie, para que me siguiese hacia mi habitación. Al llegar, la arrojé a la cama y con velocidad, busqué debajo de ella… pues había una daga allí que siempre tenía, en caso de necesitarla por si mi hermanito quisiese volver.
¡¿Así que nadie, eh?! Entonces las huellas que he visto fuera, de seguro eran tuyas. Pero había otras… y sino me dices de quienes son… prometo que esta daga cortará tu lengua, pero es algo grande para solo tu lengua, yo creo que desgarrará algo más… ¡Obviamente sin querer! – Dije mientras empuñaba el cuchillo y lo llevaba hasta sus pies. Pasándolo por todo su cuerpo, como si la ‘acariciara’ con la punta de aquel.
¡No me haga daño! ¡Por favor…! Yo estaba con un hombre… un extraño que vino hasta aquí… no se quien era… ¡No me haga daño! – Dijo Alejandra, mientras que yo cerraba mis ojos y corría mi cabeza hacia un lado, como una serpiente, arrojando la daga hacia un lado… ¡Una mirada completamente loca y enfurecida surcaba mi rostro! – ¡Ay! ¡Se cuando mientes! ¡Cierras tus ojos…! ¡Titubeas! ¡TODOS HACEN LO MISMO! ¡Porque no saben mentir!
Musité con sinceridad, mientras que la tomaba del pie, arrastrándola hacia mí, tomándola del cuello con rapidez. Con mis dedos índice y pulgar, apretujaba mis parpados cerrados, para intentar calmarme. La solté del cuello, arrojándola hacia atrás con fuerza, para que cayera a la cama. Suspiré, mientras me senté en el borde de mi cama. – No me gusta que me mientan, es falta de palabra, falta de sinceridad, es falta de respeto. Que los esclavos estén revolcándose por ahí con alguien, tampoco me molesta… ¡PERO NO AQUÍ!
Te lo preguntaré una vez más… ¡Calmado! Si me contestas con una estupidez… ¡Te juro que lo lamentarás! ¿Quién estuvo aquí? – Eran palabras suaves. Intentando ser comprensivo, sabía que ella no era el tipo de mujer que hablara con cualquiera, que hablara con extraños, más bien era débil y si debía correr, correría. – ¿Y…?
La observé tragar saliva, como si se arrepentiría de lo próximo que diría. Eran todos tan débiles mentalmente, que yo podría hacer una fiesta y moverlos como peón en un ajedrez a mi antojo, sin necesitar ser el amo de este lugar en el que estaba. Suspiró y secó sus lágrimas, mientras que acomodaba sus cabellos. Ya no aguantaba mas, había un silencio sepulcral en esa sala. – ¡¿Quién?!
Dije casi volviéndome loco, mientras ella se cubría con sus manos la cabeza, como si yo la fuese a golpear en ese momento. Con sus manos sudadas, las corrió de su defensa, mientras me miraba lentamente, dejando de ocultar sus ojos tras sus brazos. – Su… su hermano.
¿Y por qué no me dijiste que era Defteros? – Musité con velocidad, mientras mi mano pasaba el rostro… como si me estuviese aburriendo del simple hecho de tenerla enfrente. Suspiré… aun viéndola de reojos y levanté mi mano, para que ésta se fuera. – ¡Retírate!
Noté que ella se iba con felicidad. Como salvándose de algo… fue en ese momento que me di cuenta y reaccioné. Cuando ella estaba cruzando la puerta, lo hizo muy deprisa… mis ojos se iban de un lado a otro… ¿Mi hermano? No, no era Defteros. ¡CARAJO! – ¡ESPERA…!
Dije analizándola de pies a cabeza, ella no se daba vuelta. Como intentando ocultar sus miedos… mas se la notaba lo alterada que estaba igual… mis ojos inquisidores, buscaban los de ella, cuando lentamente se dio la vuelta. Sí, en sus facciones había nerviosismo… y lo podía notar. Quería irse de allí. – ¿Era Defteros, verdad…?
¡S-sí, se-señor! – Dijo otra vez titubeando… Evidentemente era parte de ellos, no saber mentir. No… ¡No era Defteros! Y era lo que me temía. El idiota de Aspros, no solo se había vuelto envidioso, que ahora era merodeador… ¡Y LO QUE ME JODIA ERA QUE MIS SIRVIENTES Y SIRVIENTAS LO DEJARAN PASAR POR ALTO! Coloqué mi más falsa cara de tranquilidad… y le dije. – Muy bien… ¡Te puedes retirar!
En mi expresión había una sonrisa, yo sí sabía mentir. Ella hizo una reverencia y se marchó casi corriendo, mientras yo me quedé en ese lugar. Suspiré… y me acosté en mi cama, después de un largo viaje era necesario un buen descanso. Aspros, de seguro no volvería a pasar por acá… ¡Al menos no por hoy…! Lo cual me dejaba tranquilo, por lo que cerré mis ojos y me puse a descansar un momento…
Yo mismo me encargué de guardarlo, porque era muy especial ese corcel para que lo tocara cualquier idiota o alguna de las siervas taradas. Acaricié a Mercurio en el cuello, para amansarlo, mientras cerraba la puerta de su establo y me marchaba, ojeando a los demás caballos que había en ese lugar, algunos marrones otros azabaches, pero nada fuera de lo común, ninguno herido que eso era lo que valía… no valía tanto moralmente, mas bien valía en oro y todo eso ahora era mío, no quería perder ganancias.
Caminé hasta el patio, dejando el establo atrás. Observando la luna… estaba muy hermosa, no había ni una sola nube y las estrellas parecían encandilar con más brillo. Era un buen día, mientras observaba ahora el pasto, que brillaba con fuerza… y tenía un par de huellas. Si bien me habían enseñado cuando fui soldado era a reconocer el terreno, para ver si habían pasado enemigos horas atrás, así que inmediatamente me puse de cuclillas observando la hierba… podría haber sido cualquier sirviente idiota… aunque lo dudaba, ellos solían caminar con mucho cuidado por sobre el sendero de piedras que daba hacia la enorme morada. – Vaya… vaya… vaya… ¡Je!
Dije con aburrimiento, mientras una pequeña mueca que emulaba ser una sonrisa se dibujaba en mis labios. El césped estaba mojado, porque los sirvientes los regaban por las noches, para que crezca mejor y que se secara con naturalidad, no tan brutalmente con el sol. Era por eso que las huellas estaban dibujadas en el casi barro que había en el césped y no había sido yo el que había hecho esos vestigios. Puesto que no eran mis pisadas. Había dos tipos de pisadas, unas más simples, pequeñas, como pies de mujer. – ¡Alejandra!
Recordé a la idiota que tenía como sirvienta, pues ella salía por las noches a caminar porque no solía dormir muy bien. Cuando llegaba por las noches, ella siempre estaba ahí, observando a las estrellas. Quizás soñando que en algún momento iba a ser una chica rica… ¡Sueños de esclavos! Me dan ganas de escupirlos uno por uno… lastima que no me alcance la paciencia, ni la saliva… debería demostrarle a esa chica en que lugar estaba… sí, de seguro debía demostrárselo. Quizás había traído a alguien a su habitación para tener sexo… ¡Maldita esclava! ¿Hacerlo en mi morada? Que falta de respeto… sin duda alguna merecía un castigo; pues iba pensando en ello mientras entraba a la construcción que años atrás mi padre había creado.
Cuando llegué a la puerta, ahí estaba ella. Mirando al cielo, con un rostro de felicidad… con su vista perdida… rápidamente la tomé por los cabellos y agachándome hasta estar a la altura de sus ojos, la observé muy fríamente. Ella sollozó, al sentir el dolor en su pelo… más no la solté y con una voz algo aterradora, musité. – ¿Quién estuvo aquí?
Nadie, amo… – Musitó ella, mientras agachaba su cabeza. Obviamente algo estaba ocultando, la solté de los cabellos y la abofeteé… suspiré, algo cansado. Para sujetarla de su muñeca y poniéndola de pie, para que me siguiese hacia mi habitación. Al llegar, la arrojé a la cama y con velocidad, busqué debajo de ella… pues había una daga allí que siempre tenía, en caso de necesitarla por si mi hermanito quisiese volver.
¡¿Así que nadie, eh?! Entonces las huellas que he visto fuera, de seguro eran tuyas. Pero había otras… y sino me dices de quienes son… prometo que esta daga cortará tu lengua, pero es algo grande para solo tu lengua, yo creo que desgarrará algo más… ¡Obviamente sin querer! – Dije mientras empuñaba el cuchillo y lo llevaba hasta sus pies. Pasándolo por todo su cuerpo, como si la ‘acariciara’ con la punta de aquel.
¡No me haga daño! ¡Por favor…! Yo estaba con un hombre… un extraño que vino hasta aquí… no se quien era… ¡No me haga daño! – Dijo Alejandra, mientras que yo cerraba mis ojos y corría mi cabeza hacia un lado, como una serpiente, arrojando la daga hacia un lado… ¡Una mirada completamente loca y enfurecida surcaba mi rostro! – ¡Ay! ¡Se cuando mientes! ¡Cierras tus ojos…! ¡Titubeas! ¡TODOS HACEN LO MISMO! ¡Porque no saben mentir!
Musité con sinceridad, mientras que la tomaba del pie, arrastrándola hacia mí, tomándola del cuello con rapidez. Con mis dedos índice y pulgar, apretujaba mis parpados cerrados, para intentar calmarme. La solté del cuello, arrojándola hacia atrás con fuerza, para que cayera a la cama. Suspiré, mientras me senté en el borde de mi cama. – No me gusta que me mientan, es falta de palabra, falta de sinceridad, es falta de respeto. Que los esclavos estén revolcándose por ahí con alguien, tampoco me molesta… ¡PERO NO AQUÍ!
Te lo preguntaré una vez más… ¡Calmado! Si me contestas con una estupidez… ¡Te juro que lo lamentarás! ¿Quién estuvo aquí? – Eran palabras suaves. Intentando ser comprensivo, sabía que ella no era el tipo de mujer que hablara con cualquiera, que hablara con extraños, más bien era débil y si debía correr, correría. – ¿Y…?
La observé tragar saliva, como si se arrepentiría de lo próximo que diría. Eran todos tan débiles mentalmente, que yo podría hacer una fiesta y moverlos como peón en un ajedrez a mi antojo, sin necesitar ser el amo de este lugar en el que estaba. Suspiró y secó sus lágrimas, mientras que acomodaba sus cabellos. Ya no aguantaba mas, había un silencio sepulcral en esa sala. – ¡¿Quién?!
Dije casi volviéndome loco, mientras ella se cubría con sus manos la cabeza, como si yo la fuese a golpear en ese momento. Con sus manos sudadas, las corrió de su defensa, mientras me miraba lentamente, dejando de ocultar sus ojos tras sus brazos. – Su… su hermano.
¿Y por qué no me dijiste que era Defteros? – Musité con velocidad, mientras mi mano pasaba el rostro… como si me estuviese aburriendo del simple hecho de tenerla enfrente. Suspiré… aun viéndola de reojos y levanté mi mano, para que ésta se fuera. – ¡Retírate!
Noté que ella se iba con felicidad. Como salvándose de algo… fue en ese momento que me di cuenta y reaccioné. Cuando ella estaba cruzando la puerta, lo hizo muy deprisa… mis ojos se iban de un lado a otro… ¿Mi hermano? No, no era Defteros. ¡CARAJO! – ¡ESPERA…!
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¡S-sí, se-señor! – Dijo otra vez titubeando… Evidentemente era parte de ellos, no saber mentir. No… ¡No era Defteros! Y era lo que me temía. El idiota de Aspros, no solo se había vuelto envidioso, que ahora era merodeador… ¡Y LO QUE ME JODIA ERA QUE MIS SIRVIENTES Y SIRVIENTAS LO DEJARAN PASAR POR ALTO! Coloqué mi más falsa cara de tranquilidad… y le dije. – Muy bien… ¡Te puedes retirar!
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Re: Villa Romana de Cambre
La villa mantenía su habitual calma, los sirvientes ejercían sus labores de la mejor manera posible todo a ordenes del nuevo propietario de aquellos bienes acumulados tras muchos años de comercio. Una fortuna que por ahora no pertenecía más a Aspros ni Defteros pero no por eso significaba que lo habían de perder todo. Sus parientes, habían abogado por ellos y era gracias a ellos que no estaban en la completa calle.
El menor de los gemelos por ahora no tenía interés alguno de las propiedades que como heredero legítimo le habrían de corresponder. De hecho aquella fortuna habría hecho en la ya deteriorada hermandad de Aspros y de él una eterna rivalidad.
Padre, tal vez hiciste bien al dejar todos tus bienes a tu otro hijo, aquél que vivió privado de las cosas que Aspros y yo tuvimos, quizá debido a tu preocupación o cargo de culpa, o quizá obedecía a que no querías que entre Aspros y yo tuviéramos mas rencillas. Aunque a veces me pregunto si tu proceder fue el indicado. Aspros se marchó y sabe que ideas enturbian su ya de por si perturbada alma. - Su mirada apacible se perdía en la inmensidad de la noche mientras sus ideas trataban de darle un poco de claridad a la situación que ahora vivía.
- Amo Defteros...
Una delicada y sosegada voz le sacaba de sus pensamientos, giraba su rostro para contemplar el delicado y sencillo rostro de...
- Alejandra... - Pronunciaba sin demostrar sorpresa o arrogancia. Su padre luego de privarle de aquellos bienes habían hecho de Defteros un sujeto más comprensible y de cierta forma le habían cambiado su carácter caprichoso y envidioso que tenía de niño. - ¿Por qué te has de referir a mi con un titulo que no me corresponde y que no me atañe? Sabes bien que puedes referirte a mi como Defteros.
Aquella extraña libertad que el menor de los tres hermanos le concedía a la sirvienta no sería muy bien visto por parte de la sociedad romana y sobre todo de sus hermanos. Pero era algo que a Defteros le restaba importancia.
- Lo siento señor, pero no estoy en posición de tales privilegios en esta villa, además... - Con un ademán de su mano derecha Defteros interrumpía la explicación de Alejandra.
- Esta bien Alejandra en parte comprendo en que posición te coloco si accedes a mis peticiones. - Expresaba con un tono de tranquilidad que él quería transmitirle con sus palabras. - Pero bueno, ¿has visto a Mauritius? - Aquella pregunta salía indiferente en su voz, la modulación de su timbre de voz no denunciaba alguna especie de emoción.
- No señor Defteros. - Respondía Alejandra con prontitud mientras comenzaba a caminar detrás de él. - Estuvo descansando en su habitación y luego salió sin rumbo conocido. - Ella hizo una pausa tratando de olvidar un poco el encuentro que había sostenido con el nuevo dueño de la villa. - Su habitación y la del señor Aspros han sido arregladas.
¡¿Aspros?! - Sus pasos se detuvieron al pensar en su hermano luego de que su nombre fuera pronunciado. Que le revelara que la habitación de su hermano estaba lista suponía que luego de una ausencia hasta ahora desconocida su hermano gemelo había vuelto. ¿Qué motivos te habrán surgido para volver de nuevo luego de este tiempo? La verdad no lo sé pero debe ser un gran esfuerzo para ti volver y permanecer en la misma ciudad que Mauritius. Hmph, espero que no te lo tomes tan personal.
Sin decir más Defteros se adentraba a la villa seguido de cerca de Alejandra, de momento no le interesaba indagar mas en los asuntos personales de sus hermanos, por ahora regresaba a la villa luego de algunos días de ausencia.
El menor de los gemelos por ahora no tenía interés alguno de las propiedades que como heredero legítimo le habrían de corresponder. De hecho aquella fortuna habría hecho en la ya deteriorada hermandad de Aspros y de él una eterna rivalidad.
Padre, tal vez hiciste bien al dejar todos tus bienes a tu otro hijo, aquél que vivió privado de las cosas que Aspros y yo tuvimos, quizá debido a tu preocupación o cargo de culpa, o quizá obedecía a que no querías que entre Aspros y yo tuviéramos mas rencillas. Aunque a veces me pregunto si tu proceder fue el indicado. Aspros se marchó y sabe que ideas enturbian su ya de por si perturbada alma. - Su mirada apacible se perdía en la inmensidad de la noche mientras sus ideas trataban de darle un poco de claridad a la situación que ahora vivía.
- Amo Defteros...
Una delicada y sosegada voz le sacaba de sus pensamientos, giraba su rostro para contemplar el delicado y sencillo rostro de...
- Alejandra... - Pronunciaba sin demostrar sorpresa o arrogancia. Su padre luego de privarle de aquellos bienes habían hecho de Defteros un sujeto más comprensible y de cierta forma le habían cambiado su carácter caprichoso y envidioso que tenía de niño. - ¿Por qué te has de referir a mi con un titulo que no me corresponde y que no me atañe? Sabes bien que puedes referirte a mi como Defteros.
Aquella extraña libertad que el menor de los tres hermanos le concedía a la sirvienta no sería muy bien visto por parte de la sociedad romana y sobre todo de sus hermanos. Pero era algo que a Defteros le restaba importancia.
- Lo siento señor, pero no estoy en posición de tales privilegios en esta villa, además... - Con un ademán de su mano derecha Defteros interrumpía la explicación de Alejandra.
- Esta bien Alejandra en parte comprendo en que posición te coloco si accedes a mis peticiones. - Expresaba con un tono de tranquilidad que él quería transmitirle con sus palabras. - Pero bueno, ¿has visto a Mauritius? - Aquella pregunta salía indiferente en su voz, la modulación de su timbre de voz no denunciaba alguna especie de emoción.
- No señor Defteros. - Respondía Alejandra con prontitud mientras comenzaba a caminar detrás de él. - Estuvo descansando en su habitación y luego salió sin rumbo conocido. - Ella hizo una pausa tratando de olvidar un poco el encuentro que había sostenido con el nuevo dueño de la villa. - Su habitación y la del señor Aspros han sido arregladas.
¡¿Aspros?! - Sus pasos se detuvieron al pensar en su hermano luego de que su nombre fuera pronunciado. Que le revelara que la habitación de su hermano estaba lista suponía que luego de una ausencia hasta ahora desconocida su hermano gemelo había vuelto. ¿Qué motivos te habrán surgido para volver de nuevo luego de este tiempo? La verdad no lo sé pero debe ser un gran esfuerzo para ti volver y permanecer en la misma ciudad que Mauritius. Hmph, espero que no te lo tomes tan personal.
Sin decir más Defteros se adentraba a la villa seguido de cerca de Alejandra, de momento no le interesaba indagar mas en los asuntos personales de sus hermanos, por ahora regresaba a la villa luego de algunos días de ausencia.
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Re: Villa Romana de Cambre
La claridad del nuevo día se filtraba a través de las suntuosas cortinas de brocado en la habitación del hermano menor. Aquella luminosidad advertía el comienzo del día dentro de la villa, Defteros despertaba después de una noche tranquila y apacible en la soledad de aquella gran residencia. Preso de una pesada pereza Defteros se frotaba los ojos para comenzar la rutina del nuevo día. Salía de su cama recobrando paulatinamente la lucidez, con una tranquilidad extrema comenzaba a vestirse colocándose su túnica blanca que mantenía unos bordados en azul en las terminaciones de la misma.
La ceñía a su cuerpo por el cinturón de piel el cual se sujetaba por un broche dorado, su calzado consistía en unas sandalias de cuero con correas las cuales eran trenzadas a lo largo de sus piernas hasta la altura de las rodillas, de las cuales las protegía con unas almohadillas de cuero de forma circular. El largo de su ropa la pasaba recogiéndola por encima de su brazo izquierdo. Usaba la indumentaria de la nobleza romana. Puesto que todavía, a pesar de que la gran fortuna de su familia ahora pertenecía a su hermano Mauritius no le impedía seguir gozando de aquellas comodidades y lujos.
La puerta de su habitación emitió unos pequeños sonidos producto de los toques con el puño cerrado de la servicial Alejandra. - Señor Defteros, el desayuno está dispuesto para que pueda tomar sus alimentos. - Anunció con un tono agradable de voz. Por ahora no había mucho que hacer en la villa, las cosas marchaban con eficiencia y gran obediencia.
- Acudiré en unos momentos más. - Fue la respuesta sencilla por parte de Defteros a la chica la cual se retiraba hacia la cocina para comenzar a ultimar los detalles y tener listos los alimentos antes de que Defteros llegara a la mesa.
El gran comedor se había preparado para una sola persona, ese hecho no pasó inadvertido a los ojos de Defteros, comprendía que la villa seguía sin contar con la presencia de Mauritius. Posiblemente una de sus múltiples obligaciones como senador le mantenían ocupado y ausente. Y sobre su hermano, él mismo Defteros entendía que sería un milagro verlo en la villa, solo una noticia vaga le hacía suponer que permanecía alejado y aislado intentando encontrar su propio camino en la vida.
En un silencio profundo Defteros mantenía aquel desayuno mientras algunos de los sirvientes se mantenían en la habitación prestos a realizar alguna orden que él les pidiese. Los alimentos para aquella hora del día eran ligeros, consistían en una pieza de pan y queso, una jarra de leche endulzada con miel y una diversidad de frutas colocadas en un tazón de oro con labrados que resaltaban la belleza del mismo, sin duda una gran pieza elaborada por alguno de los mejores artesanos del imperio.
- ¿Cómo están las plantaciones de la villa? - Preguntó luego de un rato, interesado de momento en que las cosas siguieran su curso habitual.
- Todas garantizan una producción de algodón del noventa y cinco por ciento, calculando las perdidas por las bajas temperaturas del año señor Defteros. - Comenzaba a responder uno de los sirvientes que permanecían en el comedor. Éste respondía al nombre de Ambrosino, un hombre que rondaba la edad de los 52 años y que en su juventud pasó la mayor parte de su vida sirviendo al padre de Aspros y de él como una persona eficiente que prontamente había aprendido los movimientos económicos de la villa.
En él recaían los asuntos en cuanto a la producción de algodón para la elaboración de las telas que se comerciaba con las naciones aliadas. Dicho informe preliminar suponía que Roma atravesaba por una serie de problemas económicos. Defteros parecía intuir una decadencia en todos los ámbitos sociales y militares de aquel imperio que había alcanzado la cúspide y que ahora parecía tambalearse. Aunado al problema de la falta de grano para la alimentación de toda la nación, entendía los riesgos monetarios que pudieran surgir, por lo que aquellas cifras no eran muy prometedoras.
«Parece que las cosas resultaran en pocas ganancias...» - Pensaba de momento mientras tomaba un trozo de queso el cual comía con desgana. «... pero que se tratará en el momento que sea necesario, por ahora otros asuntos sobre todo familiares son mas importantes.»
Aunque no mantenía una relación muy estrecha con sus hermanos, se sentía profundamente agradecido con sus primos, sobre todo con Sophía que mantenía siempre una candidez y sencillez a pesar de tanta fortuna en su vida. En cierto modo la estimaba demasiado, y había aprendido de ella a no enturbiarse por las dificultades de la vida. Por lo que ir a visitarla era una idea bastante alentadora que le alejaba de los negocios de familia.
- Pasaré un poco en las plantaciones corroborando tus informes Ambrosino. - Mientras Maurituis no se encontrara en casa, Defteros asumía las funciones que le correspondían pero no sin tomar acciones directas de ellas.
- Podría recomendarle señor, asistir al mercado y observar el negocio de esclavos. Los rumores han corrido y por los caminos que conducen a las villas se avistaron movimientos de tropas numerosas. Podría decirse que las legiones ausentes han retornado y con ello seguramente una amplia concentración de esclavos estará lista para ponerse en venta al mejor postor. - Las noticias de la llegada de legiones a Roma no parecieron interesarle a Defteros, sabía muy bien que aquellos menesteres le correspondían más a su hermano mayor al pertenecer a la clase política de Roma.
- De momento no creo que haga falta, los trabajadores de la villa han demostrado ser muy eficientes y en parte, decidir sobre los gastos para incrementar la mano de obra es una decisión que se toma entre Maurituis y yo, principalmente en él. - Respondía con sinceridad sin que le incomodara el hecho de que su hermano asumiera el liderazgo de la familia. - Pero por ahora tengo planeado luego de supervisar el trabajo en las plantaciones hacer una visita a la villa propiedad de Sophía y de su hermano. Por lo que espero preparen uno de los caballos para mi salida.
Con una leve inclinación Ambrosino acataba las ordenes de su señor. - Iniciaré entonces los preparativos para su salida. - Apresurado salía de la habitación mientras que Defteros ultimaba detalles en su mente de los eventos del día que efectuaría apenas terminara con su habitual primera comida.
La ceñía a su cuerpo por el cinturón de piel el cual se sujetaba por un broche dorado, su calzado consistía en unas sandalias de cuero con correas las cuales eran trenzadas a lo largo de sus piernas hasta la altura de las rodillas, de las cuales las protegía con unas almohadillas de cuero de forma circular. El largo de su ropa la pasaba recogiéndola por encima de su brazo izquierdo. Usaba la indumentaria de la nobleza romana. Puesto que todavía, a pesar de que la gran fortuna de su familia ahora pertenecía a su hermano Mauritius no le impedía seguir gozando de aquellas comodidades y lujos.
La puerta de su habitación emitió unos pequeños sonidos producto de los toques con el puño cerrado de la servicial Alejandra. - Señor Defteros, el desayuno está dispuesto para que pueda tomar sus alimentos. - Anunció con un tono agradable de voz. Por ahora no había mucho que hacer en la villa, las cosas marchaban con eficiencia y gran obediencia.
- Acudiré en unos momentos más. - Fue la respuesta sencilla por parte de Defteros a la chica la cual se retiraba hacia la cocina para comenzar a ultimar los detalles y tener listos los alimentos antes de que Defteros llegara a la mesa.
El gran comedor se había preparado para una sola persona, ese hecho no pasó inadvertido a los ojos de Defteros, comprendía que la villa seguía sin contar con la presencia de Mauritius. Posiblemente una de sus múltiples obligaciones como senador le mantenían ocupado y ausente. Y sobre su hermano, él mismo Defteros entendía que sería un milagro verlo en la villa, solo una noticia vaga le hacía suponer que permanecía alejado y aislado intentando encontrar su propio camino en la vida.
En un silencio profundo Defteros mantenía aquel desayuno mientras algunos de los sirvientes se mantenían en la habitación prestos a realizar alguna orden que él les pidiese. Los alimentos para aquella hora del día eran ligeros, consistían en una pieza de pan y queso, una jarra de leche endulzada con miel y una diversidad de frutas colocadas en un tazón de oro con labrados que resaltaban la belleza del mismo, sin duda una gran pieza elaborada por alguno de los mejores artesanos del imperio.
- ¿Cómo están las plantaciones de la villa? - Preguntó luego de un rato, interesado de momento en que las cosas siguieran su curso habitual.
- Todas garantizan una producción de algodón del noventa y cinco por ciento, calculando las perdidas por las bajas temperaturas del año señor Defteros. - Comenzaba a responder uno de los sirvientes que permanecían en el comedor. Éste respondía al nombre de Ambrosino, un hombre que rondaba la edad de los 52 años y que en su juventud pasó la mayor parte de su vida sirviendo al padre de Aspros y de él como una persona eficiente que prontamente había aprendido los movimientos económicos de la villa.
En él recaían los asuntos en cuanto a la producción de algodón para la elaboración de las telas que se comerciaba con las naciones aliadas. Dicho informe preliminar suponía que Roma atravesaba por una serie de problemas económicos. Defteros parecía intuir una decadencia en todos los ámbitos sociales y militares de aquel imperio que había alcanzado la cúspide y que ahora parecía tambalearse. Aunado al problema de la falta de grano para la alimentación de toda la nación, entendía los riesgos monetarios que pudieran surgir, por lo que aquellas cifras no eran muy prometedoras.
«Parece que las cosas resultaran en pocas ganancias...» - Pensaba de momento mientras tomaba un trozo de queso el cual comía con desgana. «... pero que se tratará en el momento que sea necesario, por ahora otros asuntos sobre todo familiares son mas importantes.»
Aunque no mantenía una relación muy estrecha con sus hermanos, se sentía profundamente agradecido con sus primos, sobre todo con Sophía que mantenía siempre una candidez y sencillez a pesar de tanta fortuna en su vida. En cierto modo la estimaba demasiado, y había aprendido de ella a no enturbiarse por las dificultades de la vida. Por lo que ir a visitarla era una idea bastante alentadora que le alejaba de los negocios de familia.
- Pasaré un poco en las plantaciones corroborando tus informes Ambrosino. - Mientras Maurituis no se encontrara en casa, Defteros asumía las funciones que le correspondían pero no sin tomar acciones directas de ellas.
- Podría recomendarle señor, asistir al mercado y observar el negocio de esclavos. Los rumores han corrido y por los caminos que conducen a las villas se avistaron movimientos de tropas numerosas. Podría decirse que las legiones ausentes han retornado y con ello seguramente una amplia concentración de esclavos estará lista para ponerse en venta al mejor postor. - Las noticias de la llegada de legiones a Roma no parecieron interesarle a Defteros, sabía muy bien que aquellos menesteres le correspondían más a su hermano mayor al pertenecer a la clase política de Roma.
- De momento no creo que haga falta, los trabajadores de la villa han demostrado ser muy eficientes y en parte, decidir sobre los gastos para incrementar la mano de obra es una decisión que se toma entre Maurituis y yo, principalmente en él. - Respondía con sinceridad sin que le incomodara el hecho de que su hermano asumiera el liderazgo de la familia. - Pero por ahora tengo planeado luego de supervisar el trabajo en las plantaciones hacer una visita a la villa propiedad de Sophía y de su hermano. Por lo que espero preparen uno de los caballos para mi salida.
Con una leve inclinación Ambrosino acataba las ordenes de su señor. - Iniciaré entonces los preparativos para su salida. - Apresurado salía de la habitación mientras que Defteros ultimaba detalles en su mente de los eventos del día que efectuaría apenas terminara con su habitual primera comida.
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Re: Villa Romana de Cambre
Despues de haber entregado las primeras dos cartas en la villa del senador Solomon el esclavo quien se encontraba muy cansado por la corrida que habia dado desde el puerto hasta el lugar, fue atendido por algunas esclavas que se encontraban cerca quienes le dieron agua para que se rehidratara y no tuviera problemas puesto que aun debia correr otro largo estrecho para llegar a la casa del ultimo senador al cual le encomendaron, cosa que le parecia raro puesto que habia otro senador sino mal recordaba mas decidio el no darle importancia al asunto. Agradeciendo la ayuda de las demas esclavas volvio a comenzar a correr desde la entrada de la gran villa Adriana hacia la ultima villa que debia visitar en aquellos instantes la cual pertenecia al senador Mauritius el cual era bastante conocido puesto que el era un diplomatico de renombre en toda Roma por lo cual nunca pasaba desapercibido para nadie. Corrio alrededor de media hora puesto que la villa del ultimo senador quedaba mucho mas alejada que la anterior tardando mas de lo debido por culpa del cansancio que su cuerpo sentia por la corrida anterior y por las continuas pausas que daba para poder recobrar el aliento que le faltaba cada vez mas a menudo, en si apenas llegar mostro la carta con el sello real a lo cual lo dejaron pasar mas le dijeron que el senador se encontraba algo ocupado en aquellos instantes y que no podria atenderlo asi que hizo lo mismo que hizo en la anterior villa.
- entreguenle esta carta al gran senador Mauritius es de suma importancia que la lea...ahora debo retirarme a informar al puerto con su permiso -dice el esclavo antes de volver a echar a correr dejandole la carta a un soldado quien decidio esperar a que el senador decidiera aparecerse-
Carta:
- entreguenle esta carta al gran senador Mauritius es de suma importancia que la lea...ahora debo retirarme a informar al puerto con su permiso -dice el esclavo antes de volver a echar a correr dejandole la carta a un soldado quien decidio esperar a que el senador decidiera aparecerse-
Carta:
- Spoiler:
- Estimados Senadores:
Me presento ante ustedes como uno de los representantes de Egipto y de mi señora la emperatriz Selene para poder pedirle o mas bien dicho improrarles una audiencia para poder hablar sobre la guerra que se mantiene. Esta visita es de tipo pacifica por lo cual no pienso ni tengo intenciones de atacar mas si ustedes lo ven pertinente permitire que se me arreste o se me haga cualquier cosa con tal de encontrar la paz tanto como para mi pueblo como para el suyo.
Atentamente a ustedes:
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Re: Villa Romana de Cambre
El camino hacia Cambre no había sido largo. El Valle Dulce, lugar en donde estaba la Villa de Fye, estaba solo unos kilómetros más allá de Cambre, lugar donde Aspros y Defteros vivían. De pequeña su madre solía llevarla a jugar con los gemelos pues tenían la misma edad. De hecho, siempre se había llevado muy bien con ambos, teniendo un cariño especial por ellos. Pero con el asunto de Fye perdiendo uno de sus ojos, Sophia había caído prácticamente prisionera de la villa y salía poco o nunca.
El asunto de Mauritius entrando en la vida de sus primos había sido uno de las grandes crisis que como familia habían tenido que enfrentar, pues su nombre había caído con enormidad por haber su tío no solo ser un adultero, sino que dejado todo a nombre de Mauritius quien era mayor que Aspros y Defteros.
Sophia se bajó en la entrada y camino por el umbral de la puerta, todo hermosamente decorado en mármol y bellas plantas y enredaderas de flores. La villa Cambre se decía ser una de las más hermosas de toda Roma, pues después de todo, su tío había sido uno de los hombres más ricos del imperio.
Se dirigió al salón principal escoltada por los sirvientes de la villa. Se sentó con delicadeza.
- El señor Mauritius se encuentra ocupado. – Dijo una de las mujeres mientras le servía un vaso de limonada a Sophia.
- Oh ya veo…¿Dónde están Aspros y Defteros? – Preguntó con curiosidad pues todo parecía muy silencioso en la villa.
- El señor Aspros hace días no duerme aquí. El señor Defteros debe estar por volver.
- Esta bien, los esperaré. – Suspiró poniéndose de pie, caminando hacia el jardín interno de la casa, lugar por donde entraba la luz y bonitas plantas lo decoraban.
- Le comunicaremos al señor Mauritius que usted se encuentra aquí. – La mujer hizo una reverencia y salió con rapidez del Salón sin dejar que Sophia se lo agradeciera.
Esa casa estaba llena de recuerdos para la joven, era un lugar en el cual había pasado mucho tiempo viendo a sus primos jugar, crecer y convertirse en hombres. Con ambos se llevaba bien, tal vez tenía una relación tan cercana con ellos como la había tenido con Vergilius y en su momento con Octavius. Defteros solía visitarla con habitualidad, pero no lo había visto mucho tiempo.
El asunto de Mauritius entrando en la vida de sus primos había sido uno de las grandes crisis que como familia habían tenido que enfrentar, pues su nombre había caído con enormidad por haber su tío no solo ser un adultero, sino que dejado todo a nombre de Mauritius quien era mayor que Aspros y Defteros.
Sophia se bajó en la entrada y camino por el umbral de la puerta, todo hermosamente decorado en mármol y bellas plantas y enredaderas de flores. La villa Cambre se decía ser una de las más hermosas de toda Roma, pues después de todo, su tío había sido uno de los hombres más ricos del imperio.
Se dirigió al salón principal escoltada por los sirvientes de la villa. Se sentó con delicadeza.
- El señor Mauritius se encuentra ocupado. – Dijo una de las mujeres mientras le servía un vaso de limonada a Sophia.
- Oh ya veo…¿Dónde están Aspros y Defteros? – Preguntó con curiosidad pues todo parecía muy silencioso en la villa.
- El señor Aspros hace días no duerme aquí. El señor Defteros debe estar por volver.
- Esta bien, los esperaré. – Suspiró poniéndose de pie, caminando hacia el jardín interno de la casa, lugar por donde entraba la luz y bonitas plantas lo decoraban.
- Le comunicaremos al señor Mauritius que usted se encuentra aquí. – La mujer hizo una reverencia y salió con rapidez del Salón sin dejar que Sophia se lo agradeciera.
Esa casa estaba llena de recuerdos para la joven, era un lugar en el cual había pasado mucho tiempo viendo a sus primos jugar, crecer y convertirse en hombres. Con ambos se llevaba bien, tal vez tenía una relación tan cercana con ellos como la había tenido con Vergilius y en su momento con Octavius. Defteros solía visitarla con habitualidad, pero no lo había visto mucho tiempo.
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Re: Villa Romana de Cambre
Como pude trate de borrar los recuerdos de lo que apenas habia sucedido, tenia que estar calmado para que nada se me notase, no queria darle una mala impresion a Shopia, la prima de mis hermanos, lo cual aunque no me tenia muy contento de serlo, tenia posibilidades de conocer a las unicas mujeres guapas que habia en la familia, una de ellas era ella, Sophia, que esta vez estaba esperando por ellos, pero antes de que eso sucediera tendria que congeniar un poco mas con ella, puesto que todos me llamaban entrometido, y me tomaban como un simple usurpador despues de que mi padre habia heredado todo a mi favor, de tan solo pensar esas repugnantes palabras hacia que me hirviera la sangre, pero respire profundo tratando de aplacar el odio que aveces me hacian sentir, poco a poco fue disminuyendo mi rabia, y ahora me encontraba a orillas de la villa de Cambrie, donde habitaban los hermanos gemelos, tome el camino de piedra que daba con la enorme puerta principal, la cual la custiodaban dos soldados romanos, con sus respectivos uniformes, lanza y escudo, que al verme llegar con mis atuendos de senador, enseguida abrieron la puerta y me dieron libre acceso, subi las escalinatas hasta perderme en los interiores de tan magnifico edificio.
Camine un poco mas, y ahora me encontraba cerca del salon principal, la cual aun estaba cerrada, pero sabia que alguien se encontraba adentro, habia la posibilidad de mi rechazo, pero aun asi me importaba un poco, trataria de caerle bien por lo menos a las mujeres de familia, a los demas me importaban un comino, tome la perilla de la puerta y abri rapidamente, no aguantaba las ganas, ahi mire como la bella Shopia estaba sentada tomando una limonada, mientras que una esclava se postraba a su lado, con la cabeza sumisa.
Shopia,el día es tan largo que al tiempo tengo que engañar, por tan solo ver tu belleza por mis ojos de par en par, de alguna manera quisiera disculparme por la tardanza, tuve unos asuntos que me tenian ocupado, pero bien estoy aqui, veo que ninguno de mis hermanos estan aqui, pero creo que no solo has venido a buscarlos a ellos, ¿verdad? si asi no fuera entonces, acepta mis disculpas.
Camine un poco mas, y ahora me encontraba cerca del salon principal, la cual aun estaba cerrada, pero sabia que alguien se encontraba adentro, habia la posibilidad de mi rechazo, pero aun asi me importaba un poco, trataria de caerle bien por lo menos a las mujeres de familia, a los demas me importaban un comino, tome la perilla de la puerta y abri rapidamente, no aguantaba las ganas, ahi mire como la bella Shopia estaba sentada tomando una limonada, mientras que una esclava se postraba a su lado, con la cabeza sumisa.
Shopia,el día es tan largo que al tiempo tengo que engañar, por tan solo ver tu belleza por mis ojos de par en par, de alguna manera quisiera disculparme por la tardanza, tuve unos asuntos que me tenian ocupado, pero bien estoy aqui, veo que ninguno de mis hermanos estan aqui, pero creo que no solo has venido a buscarlos a ellos, ¿verdad? si asi no fuera entonces, acepta mis disculpas.
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Re: Villa Romana de Cambre
La villa Cambre era, sin duda alguna, la construcción mas fina de toda Roma. Ni si quiera los salones del palacio de su tío, el emperador, se comparaban con los lujos que se vivían en esa casa. Terminaciones en oro y mármol, estatuas por doquier, largas telas en las ventanas, jardines paradisíacos, cada uno de los detalles había sido puesto con tanto cuidado que parecía obra de los dioses, un gusto impecable para su tío quien había sido el hombre, según lo que se hablaba, con más fortuna en toda Roma.
Era realmente un misterio el porqué le había dejado toda su herencia y legado a un hijo ilegitimo nacido en un concubinato casual con una campesina… no comparable con la hermana de su padre quien se decía había sido una gran dama que se había tenido que casar con el padre de los gemelos por conveniencia política y económica… un excelente partido, un hombre que comerciaba hacia las indias y oriente, trayendo mas fortuna de la que hubiese podido gastar en una vida, pero todo ello era ahora de Mauritius, quien de ser un legionario en un pueblito perdido al norte de la península itálica, había pasado a ser el hombre con más fortuna en toda Roma y no sólo eso, tenía hasta un puesto en el Senado.
Pensaba en ello, mirando hacia el jardín con su limonada, cuando escuchó la voz del hombre. Se volteó bajando su cabeza en señal de respeto y acercándose a él beso sus mejillas, Sophia era una dama realmente educada y tenía modales envidiables generalmente… ese día sin embargo había llegado sin ser invitada y sin un escolta (como normalmente lo serían Gelum o Fye), por lo cual, tal vez, a los ojos de Mauritius estaba siendo impertinente.
- Buenos días primo Mauritius… - Dijo Sophia dulcemente. Aunque no era su primo de sangre, sí lo era por afiliación y como tal, era parte de su familia. – Es muy amable en venir a recibirme con tan delicadas palabras, espero que no le haya causado ninguna molestia que los viniera a visitar…por favor no me pida disculpas, soy yo quien ha venido a interrumpir su rutina sin una invitación apropiada…
Se sentó en el salón, en las telas aterciopeladas y en las sillas con adornos de oro y piedras preciosas que se sabía eran de oriente, un regalo al padre de los jóvenes quien ya había fallecido hacía un tiempo.
- Que lástima que Defteros y Aspros no se encuentren… tenía muchos deseos de verlos también… supuse que usted les habría dicho ya la noticia sobre mi hermano Gelum, siendo que es parte del senado imagino que habrá formado parte de la decisión de mandarlo a Egipto… - Sophia bajaba un poco el rostro en forma melancólica. – Ahhh!! Pero… quería decirles yo misma… a veces siento que no me ven como parte de su familia ahora, ya ni si quiera se de ellos. Cuando éramos niños éramos inseparables, como tenemos la misma edad… pero ya ha pasado mucho tiempo de eso…
Era realmente un misterio el porqué le había dejado toda su herencia y legado a un hijo ilegitimo nacido en un concubinato casual con una campesina… no comparable con la hermana de su padre quien se decía había sido una gran dama que se había tenido que casar con el padre de los gemelos por conveniencia política y económica… un excelente partido, un hombre que comerciaba hacia las indias y oriente, trayendo mas fortuna de la que hubiese podido gastar en una vida, pero todo ello era ahora de Mauritius, quien de ser un legionario en un pueblito perdido al norte de la península itálica, había pasado a ser el hombre con más fortuna en toda Roma y no sólo eso, tenía hasta un puesto en el Senado.
Pensaba en ello, mirando hacia el jardín con su limonada, cuando escuchó la voz del hombre. Se volteó bajando su cabeza en señal de respeto y acercándose a él beso sus mejillas, Sophia era una dama realmente educada y tenía modales envidiables generalmente… ese día sin embargo había llegado sin ser invitada y sin un escolta (como normalmente lo serían Gelum o Fye), por lo cual, tal vez, a los ojos de Mauritius estaba siendo impertinente.
- Buenos días primo Mauritius… - Dijo Sophia dulcemente. Aunque no era su primo de sangre, sí lo era por afiliación y como tal, era parte de su familia. – Es muy amable en venir a recibirme con tan delicadas palabras, espero que no le haya causado ninguna molestia que los viniera a visitar…por favor no me pida disculpas, soy yo quien ha venido a interrumpir su rutina sin una invitación apropiada…
Se sentó en el salón, en las telas aterciopeladas y en las sillas con adornos de oro y piedras preciosas que se sabía eran de oriente, un regalo al padre de los jóvenes quien ya había fallecido hacía un tiempo.
- Que lástima que Defteros y Aspros no se encuentren… tenía muchos deseos de verlos también… supuse que usted les habría dicho ya la noticia sobre mi hermano Gelum, siendo que es parte del senado imagino que habrá formado parte de la decisión de mandarlo a Egipto… - Sophia bajaba un poco el rostro en forma melancólica. – Ahhh!! Pero… quería decirles yo misma… a veces siento que no me ven como parte de su familia ahora, ya ni si quiera se de ellos. Cuando éramos niños éramos inseparables, como tenemos la misma edad… pero ya ha pasado mucho tiempo de eso…
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Re: Villa Romana de Cambre
Muy respetuosamente Sophia me daba un beso en las mejillas, como era costumbre, yo respondi de la misma forma asimilandola como mi familia que representaba, me acerque a la mesa donde descanzaba y a la vez bebia de la limonada preparada por las sirvientas, de alguna manera queria sentarme, pero el comentario que recien estaba haciendo, me comenzo a sorprender un poco, en realidad no tenia mucho contacto con mi hermanos desde que habia sido nombrado heredero de tremenda fortuna, parecia yo de alguna manera desplazarlos de las jugosas riquezas que habia ganado mi padre, de alguna manera le agradecia por ponerme en tremenda situacion, que comenzaba de poco a poco a gustarme.
No es molestia poder recibir a la mas hermosa integrante de la familia, y aun no he podido comunicarles a mi hermanos la nueva buena de lo que se dictamino en el senado, lamento que hubiese sido uno de tus familiares, pero era el unico que podria estar disponible ahora, puesto que para mi y los demas senadores que votamos por el, veiamos en el a un mejor heredero al trono, asi junto con la ayuda de uno de los senadores principales, como lo era yo o alucard, podriamos acompañarle para ayudarle en la toma de las decisiones, pero no tema señorita, en caso de que no fuese yo el elegido, toma a esta villa como tu casa, asi podriamos estar por lo menos un poco mas cercanos, a platicar de nuestros problemas... trague un poco de saliva, puesto que habia dicho demasiado... esta siempre sera tu casa, aunque con los recuerdos que me dices de tu niñez, creo que yo aun ando sobrando por aqui, fue un poco sorpresivo el cambio en mi vida, pero todo sea para bien... dije mientras observaba todo a mi alrededor, no me habia puesto jamas a admirar la belleza de tan preciado lugar, heredado, no me habia costado mucho para tenerlo, por eso, a lo mejor no sabia del verdadero precio de cada escalinata, cada columna, todo era ajeno para mi..
No es molestia poder recibir a la mas hermosa integrante de la familia, y aun no he podido comunicarles a mi hermanos la nueva buena de lo que se dictamino en el senado, lamento que hubiese sido uno de tus familiares, pero era el unico que podria estar disponible ahora, puesto que para mi y los demas senadores que votamos por el, veiamos en el a un mejor heredero al trono, asi junto con la ayuda de uno de los senadores principales, como lo era yo o alucard, podriamos acompañarle para ayudarle en la toma de las decisiones, pero no tema señorita, en caso de que no fuese yo el elegido, toma a esta villa como tu casa, asi podriamos estar por lo menos un poco mas cercanos, a platicar de nuestros problemas... trague un poco de saliva, puesto que habia dicho demasiado... esta siempre sera tu casa, aunque con los recuerdos que me dices de tu niñez, creo que yo aun ando sobrando por aqui, fue un poco sorpresivo el cambio en mi vida, pero todo sea para bien... dije mientras observaba todo a mi alrededor, no me habia puesto jamas a admirar la belleza de tan preciado lugar, heredado, no me habia costado mucho para tenerlo, por eso, a lo mejor no sabia del verdadero precio de cada escalinata, cada columna, todo era ajeno para mi..
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Re: Villa Romana de Cambre
- No necesita disculparse por la decisión del senado, para Gelum es un honor llevar a cabo la voluntad del pueblo Romano. De seguro que si alguien lo acompañase en tomar decisiones se daría cuenta que Gelum es mucho más inteligente y astuto de lo que piensan… a lo mejor encontrarían que van a sobrar allá.
Sophia sonreía con la más grande de las inocencias. Escucharla hablar con tanta elocuencia era extraño, sobre todo para una mujer. Tenía impregnado en los ojos la ternura de una niña y todo lo que miraba lo hacía con amor… algo extraño… incluso cuando miraba a Mauritius con quien no tenía mucha relación, parecía que se hubiesen conocido toda la vida. Ese era el efecto de la joven en las personas, estar cerca de ella traía cierta tranquilidad al corazón.
- Muchas gracias por ofrecerme tu casa como morada, hablaré con Fye para venir a quedarme una temporada quizás para las festividades de Julio y pasar tiempo con mis primos. – Sophia se refería a los tres, claramente, pero temió que Mauritius no lo entendiese así. Estiró su mano y tomó la de el con cariño mirándolo a los ojos, comunicándole de esa forma que también había un sentimiento de familia para él, aunque se estuviese recién integrando a ella. – Y eso también lo incluye, primo Mauritius. Se que las cosas con Aspros no han sido fáciles, que él se ha sentido humillado por la decisión de mi tío en dejarte como su único heredero… pero créeme que tanto Aspros como Defteros son buenos hombres cuando se les llega a conocer bien. – Sophia se puso de pie y rodeó a Mauritius con sus brazos. – Te aseguro primo que no estas sobrando… perdóname si te hice sentir mal… no era mi intención hacerlo…
Las mejillas de Sophia se sonrojaban pues entendía que tal vez había insultado a su anfitrión con los recuerdos que recitaba del lugar en donde estaba. Ellos no habían podido jugar de niños, de hecho seguramente la diferencia de edad entre ambos lo habría impedido… Se separó de él y parada frente al hombre se intentó disculpar de la mejor forma que pudo, pues cada vez que se ponía nerviosa comenzaba a hablar demasiado y muy rápido, casi sin coherencia… divagaba en todas las ideas que salían de su mente, pero era algo suyo.
- Ya forjarás también recuerdos conmigo, espero… si es que mis visitas no se te vuelven aburridas, lo cual suele suceder mucho, digo, no es que visite mucho a las personas, es que… supongo… que hablo demasiado cuando me pongo nerviosa… y llego a incomodar a las personas… uhhm… perdón, creo que lo estoy haciendo ahora.
La joven sonrió mientras para dejar de hablar simplemente puso la copa en su boca y le dio un sorbo a su limonada.
Sophia sonreía con la más grande de las inocencias. Escucharla hablar con tanta elocuencia era extraño, sobre todo para una mujer. Tenía impregnado en los ojos la ternura de una niña y todo lo que miraba lo hacía con amor… algo extraño… incluso cuando miraba a Mauritius con quien no tenía mucha relación, parecía que se hubiesen conocido toda la vida. Ese era el efecto de la joven en las personas, estar cerca de ella traía cierta tranquilidad al corazón.
- Muchas gracias por ofrecerme tu casa como morada, hablaré con Fye para venir a quedarme una temporada quizás para las festividades de Julio y pasar tiempo con mis primos. – Sophia se refería a los tres, claramente, pero temió que Mauritius no lo entendiese así. Estiró su mano y tomó la de el con cariño mirándolo a los ojos, comunicándole de esa forma que también había un sentimiento de familia para él, aunque se estuviese recién integrando a ella. – Y eso también lo incluye, primo Mauritius. Se que las cosas con Aspros no han sido fáciles, que él se ha sentido humillado por la decisión de mi tío en dejarte como su único heredero… pero créeme que tanto Aspros como Defteros son buenos hombres cuando se les llega a conocer bien. – Sophia se puso de pie y rodeó a Mauritius con sus brazos. – Te aseguro primo que no estas sobrando… perdóname si te hice sentir mal… no era mi intención hacerlo…
Las mejillas de Sophia se sonrojaban pues entendía que tal vez había insultado a su anfitrión con los recuerdos que recitaba del lugar en donde estaba. Ellos no habían podido jugar de niños, de hecho seguramente la diferencia de edad entre ambos lo habría impedido… Se separó de él y parada frente al hombre se intentó disculpar de la mejor forma que pudo, pues cada vez que se ponía nerviosa comenzaba a hablar demasiado y muy rápido, casi sin coherencia… divagaba en todas las ideas que salían de su mente, pero era algo suyo.
- Ya forjarás también recuerdos conmigo, espero… si es que mis visitas no se te vuelven aburridas, lo cual suele suceder mucho, digo, no es que visite mucho a las personas, es que… supongo… que hablo demasiado cuando me pongo nerviosa… y llego a incomodar a las personas… uhhm… perdón, creo que lo estoy haciendo ahora.
La joven sonrió mientras para dejar de hablar simplemente puso la copa en su boca y le dio un sorbo a su limonada.
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Re: Villa Romana de Cambre
Aburrida tu sophia? jamas, en realidad se me hace muy placentera tu compañia, me hace sentir mucho mas cerca a esta familia, tu has sido la primera que me a aceptado sin algun pretexto, apenas entre y pude sentir tus sentimientos, no se porque pero me vi apaciguado, los temores que tenia hace un rato se disiparon, tu inspiras confianza, no se porque pero asi es como lo siento... callé un momento, algo dentro de mi me pedia a gritos que hiciera algo, gritar a los cuatro vientos lo que en verdad sentia, mi orgullo no lo permitia, de algun modo no podia dejar que vieran lo que en verdad era, un humano normal con sentimientos propios, nada estaba por demas sobre mi, mi verdader yo queria salirse, pero un cortina lo tapo, mi mente habia recordado momentos anteriores, sangre, en las batallas, entrañas que se rodaban sobre la tierra, cuerpos mutilados por mi espada, todo eso inundo mi ser, tan solo sentir el cariño de mi prima, habia hecho un revoltijo toda mi conciencia, la cual la habia bloqueado con otros pensamientos de hacerme mas fuerte cada dia, una lagrima se avecinaba por mis ojos, me movi un poco de lado, parpadee varias veces para que la lagrima se disipara por toda mi cavidad visual, y no se comenzara a precipitar en mis mejillas.
En realidad estos pequeños instantes, han revivido viejos recuerdos querida sophia, recuerdos que de alguna manera los habia bloqueado por mis propios temores, gracias por el abrazo, necesitaba eso desde cuando, la soledad me estaba corrompiendo, y tan solo un calor humano como el tuyo pudo disipar mis dudas mas profundas en mi, gracias, dije, y de alguna manera, sin pensarlo me lanze hacia ella, con un abrazo, cerre los ojos mientras lo hacia, podria parecerle un poco extraño que lo hiciera, pero ella me habia inspirado confianza, por ella podria hacer lo que me pidiera, cariño, era lo unico que necesitaba, pero el cariño real y sincero.
En realidad estos pequeños instantes, han revivido viejos recuerdos querida sophia, recuerdos que de alguna manera los habia bloqueado por mis propios temores, gracias por el abrazo, necesitaba eso desde cuando, la soledad me estaba corrompiendo, y tan solo un calor humano como el tuyo pudo disipar mis dudas mas profundas en mi, gracias, dije, y de alguna manera, sin pensarlo me lanze hacia ella, con un abrazo, cerre los ojos mientras lo hacia, podria parecerle un poco extraño que lo hiciera, pero ella me habia inspirado confianza, por ella podria hacer lo que me pidiera, cariño, era lo unico que necesitaba, pero el cariño real y sincero.
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Re: Villa Romana de Cambre
Los brazos de Mauritius se sentían muy seguros por alguna razón y estar así con él le trajo mucha paz a Sophia, quien se reclinó en el hombro de su primo Mauritius que al parecer no se sentía tan cómodo en Roma como se murmuraba por los lugares. A pesar de tener tanta riqueza, le faltaba alguien que le dijera tal vez que lo apreciaba por ser él y no por lo que poseía, cosa que sus hermanos le habían hecho bastante difícil, sobre todo Aspros que n ose había tomado bien la incursión de ambos en ese lugar.
- No debería agradecerme, para eso esta la familia. – Con cuidado la joven se separó y volvió a besarle la mejilla, mirando que sus ojos se veían vidriosos. Pasó una de sus manos con cariño por su mejilla acariciándola. – Gracias por confiar en mi querido primo. Tal vez el día de hoy fue gris para usted, pero de seguro mañana brillará hermosamente el sol… Ayer para mi fue un día horrible… Fye, pues no debería decirlo, pero me deshonró en publico, Gelum se va… de seguro estaré la mayoría del tiempo sola y llegaré a los 30 años soltera sólo por capricho de mi hermano mayor, y aun así, me ve con una sonrisa en mi cara primo Mauritius. No debe dejarse vencer por tan poco. Usted es un hombre de esta familia, y los hombres de mi familia son fuertes y no se dejan pisotear por nadie.
Sophia le sonrió y miró por la ventana, viendo que la sombra del sol se alargaba más de la cuenta. No podía demorarse mucho mas tiempo ahí, Aspros y Defteros no se encontraban, así que bastaría dejarles a ambos sus saludos con su hermano mayor. Era una lastima, pues amaba a ambos y hacía tal vez un mes que no los veía, pero no había más que hacer.
- Ya debo marcharme. – Dijo con una reverencia para tomar las manos de Mauritius y besar ambas en forma de despedida. – Mis criados me dijeron que Defteros se había dado una vuelta por la Villa y pensé que habría pasado alguna cosa, pues no suele visitar a Fye por cualquier cosa… por favor, déjele mis saludos afectuosos tanto a mi primo Aspros como Defteros y por favor visítenme cuando lo deseen. Adiós primo.
Con esas palabra los sirvientes escoltaron a Sophia por el pasillo, por donde su larga cabellera rojiza se movía de un lado a otro, conduciéndola a la puerta en donde su carroza la esperaba.
- No debería agradecerme, para eso esta la familia. – Con cuidado la joven se separó y volvió a besarle la mejilla, mirando que sus ojos se veían vidriosos. Pasó una de sus manos con cariño por su mejilla acariciándola. – Gracias por confiar en mi querido primo. Tal vez el día de hoy fue gris para usted, pero de seguro mañana brillará hermosamente el sol… Ayer para mi fue un día horrible… Fye, pues no debería decirlo, pero me deshonró en publico, Gelum se va… de seguro estaré la mayoría del tiempo sola y llegaré a los 30 años soltera sólo por capricho de mi hermano mayor, y aun así, me ve con una sonrisa en mi cara primo Mauritius. No debe dejarse vencer por tan poco. Usted es un hombre de esta familia, y los hombres de mi familia son fuertes y no se dejan pisotear por nadie.
Sophia le sonrió y miró por la ventana, viendo que la sombra del sol se alargaba más de la cuenta. No podía demorarse mucho mas tiempo ahí, Aspros y Defteros no se encontraban, así que bastaría dejarles a ambos sus saludos con su hermano mayor. Era una lastima, pues amaba a ambos y hacía tal vez un mes que no los veía, pero no había más que hacer.
- Ya debo marcharme. – Dijo con una reverencia para tomar las manos de Mauritius y besar ambas en forma de despedida. – Mis criados me dijeron que Defteros se había dado una vuelta por la Villa y pensé que habría pasado alguna cosa, pues no suele visitar a Fye por cualquier cosa… por favor, déjele mis saludos afectuosos tanto a mi primo Aspros como Defteros y por favor visítenme cuando lo deseen. Adiós primo.
Con esas palabra los sirvientes escoltaron a Sophia por el pasillo, por donde su larga cabellera rojiza se movía de un lado a otro, conduciéndola a la puerta en donde su carroza la esperaba.
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Re: Villa Romana de Cambre
Solo minutos pasaron justo despues de conocer a mi prima, solo se me habia sido mencionada por instantes, cuando habia llegado, de alguna forma volvio otravez el vacio que con su cariño fraternal se habia podido rellenar de alguna manera, no queria enfrentar por ahora los miedos que en mi corazon habitaban desde hace varios momentos, enfrentarme ahora a mi hermano podria ser contradictorio, tan solo el tenia suficiente motivo como para matarme vivo ahi mismo.
Tome un ligero respiro, mientras observaba como Sophia tomaba su carruaje, me encamine hacia la puerta donde ella se retiraba, con mi mano solo di un adios, viendo lentamente su partida, el camino se perdia entre las demas villas haciendo que pareciese un juego macabro por parte de alguien, la habia conocido y llenaba mi existencia de un cariño, y ahora se habia ido, ella tenia razon, un dia de estos la hiba a visitar, aunque fuera solo verla.
Me encamine hacia mi recamara, de aguna manera estaba suficiente enojado aun con los acontecimientos sucedidos hace minutos, el percanse del baño privado, hasta en ese momento me pregunte por lady, que solo se habia ido sin decirme mas, parti de inmediato hacia alla, moviendome con cautela tratando de no expresar sentimientos de ira y angustia, los guardias tenian que seguir buscando.
Bien vere los resultados que han obtenido mi guardia, espero que hallan conseguido algo los malditos...
Tome un ligero respiro, mientras observaba como Sophia tomaba su carruaje, me encamine hacia la puerta donde ella se retiraba, con mi mano solo di un adios, viendo lentamente su partida, el camino se perdia entre las demas villas haciendo que pareciese un juego macabro por parte de alguien, la habia conocido y llenaba mi existencia de un cariño, y ahora se habia ido, ella tenia razon, un dia de estos la hiba a visitar, aunque fuera solo verla.
Me encamine hacia mi recamara, de aguna manera estaba suficiente enojado aun con los acontecimientos sucedidos hace minutos, el percanse del baño privado, hasta en ese momento me pregunte por lady, que solo se habia ido sin decirme mas, parti de inmediato hacia alla, moviendome con cautela tratando de no expresar sentimientos de ira y angustia, los guardias tenian que seguir buscando.
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Re: Villa Romana de Cambre
- ¡Señor Defteros, ¿qué fue lo que le sucedió?!
Alejandra, la fiel sirviente de la villa de Cambre se mostraba alarmada por el estado en que Defteros regresaba a la villa. Mostraba en su persona los signos de una herida sangrante sobre su frente, su túnica se mantenía sucia de polvo y de su herida que ahora mostraba una resequedad con tonalidades oscuras. En realidad su aspecto era bastante indigente, de lejos daba la impresión de un pordiosero. Con una leve sonrisa en su rostro aparentó una ligera calma ante ella, la mujer que los había cuidado desde pequeños. Pero Alejandra era ligeramente mayor a Defteros, había pasado su niñez siendo hija de esclavos.
El padre de Defteros los había adquirido por una buena suma de oro, y por alguna razón que no se explicaba para esos tiempos se había permitido un sirviente con hijos. - Un pequeño percance en la ciudad, nada de que lamentarse. - Su tono de voz resultaba indiferente. Era su misma personalidad para tomar las cosas sin darles demasiada importancia o para revelar un hecho trascendente. Sin embargo, Alejandra pudo intuir que aquella respuesta escondía una verdad a medias.
Prefirió no ahondar más y conservar la prudencia, no era su lugar ni su posición como sirvienta ponerse a indagar los movimientos de aquellos a los que servía fielmente. Mauritius en un par de ocasiones le había enseñado a la mala a conocer su lugar dentro de esa casa. Simplemente espero con las manos enlazadas al frente de forma servicial y con la mirada clavada en el piso.
- ¿Sucedió algo en mi ausencia? - Su pregunta hacia Alejandra fue más que nada para alejar el silencio incomodo que se había establecido entre los dos. Ante la pregunta, la chica alzó de nuevo la vista mostrándose en todo momento animosa tratando de contagiar a Defteros de su buen humor. Notaba por su rostro, que él había tenido un día para querer olvidar por lo que rápidamente recordó a la persona especial que los había visitado recién.
- La señorita Sophía estuvo de visita en la villa. Habló un poco con el señor Mauritius y luego se retiró a su casa. - El simple hecho de que Alejandra pronunciara el nombre de su prima hizo entornar los ojos de Defteros, mostraba así el interés de aquella revelación. Tenía un poco de tiempo que los dos no se habían visto. Ahora que eran mayores las obligaciones que tenían los hacían distanciarse mucho, pero el lazo que los unía se mantenía intacto. Solo que el destino no conseguía reunirlos de nuevo.
Así es como en esa misma mañana había sido Defteros el que había tenido intenciones de visitarla y al parecer su misma prima había optado por lo mismo. Defteros recordó la herida de su rostro y con un pesar que se le reflejó en sus ojos azules sopesaba que si ella lo miraba de esa forma podría alarmarla, o peor aún, preocupar a su hermoso corazón de la relación tan deteriorada que estaba impresa entre él y Aspros.
Entendía que una persona como Sophía tenía ya de por si muchos asuntos importantes que atender como para que él mismo fuera una preocupación más. Se entristeció un poco por ello pero sabía que debía mantenerse entero. - Sophía... - Su voz salió en un débil estertor. - ... que cruento destino el que no me haya permitido recibirte en tu visita. Espero que al menos Mauritius haya sido un gran anfitrión.
Ahora que pensaba en su hermano mayor su semblante preocupado se desvaneció. Recuperaba la misma parcialidad para todos, y más ante la mirada tranquila de Alejandra que aún permanecía en el salón principal a las ordenes del hermano menor. - Creo que en cuanto me aseé y descanse un poco iré a visitar a mi prima. Espero tener mejor suerte esta vez. Alejandra, dispón la cena para ver si Mauritius cena también. - Le hizo una señal con su mano, no era autoritario.- El señor Mauritius permanece en su habitación y no se la ha visto salir de ella de momento. - Le respondió diligente mientras que Defteros llevaba la palma de su mano para sujetar su mentón.
« Posiblemente igual te tocó un día apesadumbrado. »
Se despabiló de su pensamiento rápidamente. - Bueno entonces no lo molesten, dejémosle en su privacidad, debió tener un día demasiado cansado, sus funciones como senador le exigen demasiado. - Avanzó por la sala en dirección al gran baño. Primero tenía que limpiar su herida y tratar de relajarse un poco. Alejandra salía detrás de él y en un pasillo contiguo se separaba de Defteros en dirección a la cocina para supervisar la cena que prontamente sería servida.
Alejandra, la fiel sirviente de la villa de Cambre se mostraba alarmada por el estado en que Defteros regresaba a la villa. Mostraba en su persona los signos de una herida sangrante sobre su frente, su túnica se mantenía sucia de polvo y de su herida que ahora mostraba una resequedad con tonalidades oscuras. En realidad su aspecto era bastante indigente, de lejos daba la impresión de un pordiosero. Con una leve sonrisa en su rostro aparentó una ligera calma ante ella, la mujer que los había cuidado desde pequeños. Pero Alejandra era ligeramente mayor a Defteros, había pasado su niñez siendo hija de esclavos.
El padre de Defteros los había adquirido por una buena suma de oro, y por alguna razón que no se explicaba para esos tiempos se había permitido un sirviente con hijos. - Un pequeño percance en la ciudad, nada de que lamentarse. - Su tono de voz resultaba indiferente. Era su misma personalidad para tomar las cosas sin darles demasiada importancia o para revelar un hecho trascendente. Sin embargo, Alejandra pudo intuir que aquella respuesta escondía una verdad a medias.
Prefirió no ahondar más y conservar la prudencia, no era su lugar ni su posición como sirvienta ponerse a indagar los movimientos de aquellos a los que servía fielmente. Mauritius en un par de ocasiones le había enseñado a la mala a conocer su lugar dentro de esa casa. Simplemente espero con las manos enlazadas al frente de forma servicial y con la mirada clavada en el piso.
- ¿Sucedió algo en mi ausencia? - Su pregunta hacia Alejandra fue más que nada para alejar el silencio incomodo que se había establecido entre los dos. Ante la pregunta, la chica alzó de nuevo la vista mostrándose en todo momento animosa tratando de contagiar a Defteros de su buen humor. Notaba por su rostro, que él había tenido un día para querer olvidar por lo que rápidamente recordó a la persona especial que los había visitado recién.
- La señorita Sophía estuvo de visita en la villa. Habló un poco con el señor Mauritius y luego se retiró a su casa. - El simple hecho de que Alejandra pronunciara el nombre de su prima hizo entornar los ojos de Defteros, mostraba así el interés de aquella revelación. Tenía un poco de tiempo que los dos no se habían visto. Ahora que eran mayores las obligaciones que tenían los hacían distanciarse mucho, pero el lazo que los unía se mantenía intacto. Solo que el destino no conseguía reunirlos de nuevo.
Así es como en esa misma mañana había sido Defteros el que había tenido intenciones de visitarla y al parecer su misma prima había optado por lo mismo. Defteros recordó la herida de su rostro y con un pesar que se le reflejó en sus ojos azules sopesaba que si ella lo miraba de esa forma podría alarmarla, o peor aún, preocupar a su hermoso corazón de la relación tan deteriorada que estaba impresa entre él y Aspros.
Entendía que una persona como Sophía tenía ya de por si muchos asuntos importantes que atender como para que él mismo fuera una preocupación más. Se entristeció un poco por ello pero sabía que debía mantenerse entero. - Sophía... - Su voz salió en un débil estertor. - ... que cruento destino el que no me haya permitido recibirte en tu visita. Espero que al menos Mauritius haya sido un gran anfitrión.
Ahora que pensaba en su hermano mayor su semblante preocupado se desvaneció. Recuperaba la misma parcialidad para todos, y más ante la mirada tranquila de Alejandra que aún permanecía en el salón principal a las ordenes del hermano menor. - Creo que en cuanto me aseé y descanse un poco iré a visitar a mi prima. Espero tener mejor suerte esta vez. Alejandra, dispón la cena para ver si Mauritius cena también. - Le hizo una señal con su mano, no era autoritario.- El señor Mauritius permanece en su habitación y no se la ha visto salir de ella de momento. - Le respondió diligente mientras que Defteros llevaba la palma de su mano para sujetar su mentón.
« Posiblemente igual te tocó un día apesadumbrado. »
Se despabiló de su pensamiento rápidamente. - Bueno entonces no lo molesten, dejémosle en su privacidad, debió tener un día demasiado cansado, sus funciones como senador le exigen demasiado. - Avanzó por la sala en dirección al gran baño. Primero tenía que limpiar su herida y tratar de relajarse un poco. Alejandra salía detrás de él y en un pasillo contiguo se separaba de Defteros en dirección a la cocina para supervisar la cena que prontamente sería servida.
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Re: Villa Romana de Cambre
Bajaba lentamente al comedor donde se encontraba ahora mi hermano Defteros que comenzaban a servile practicamente en su plato principal cada una de las piezas favoritas de este, yo solo queria comer solo, aun no me sentia suficientemente apto como para hablarle, pero por lo menos podria comer, con el silencio alrededor de nosotros, pero para eso era esto, no perder aun el poco contacto que teniamos.
La mesa era grande, y casi nos separaba un estrecho enorme, el estaba enfrente de mi postura, tome una silla, ligeramente la jale hacia mi, y con elegancia me sente, pronto fueron los criados a servirme, un plato y los utensillos de plata, un poco de pollo recien freido, un poco de vino en una copa, y en la otra una copa de agua pura y cristalina, tome primero el agua, un trago y la deje de nueva cuenta en la mesa, tome un pañuelo que estaba en la mesa, cerca del plato, me la puse en el cuello sujetandolo con este, sujete el tenedor y el cuchillo, y corte un pedazo de carne, para luego llevarlo a mi boca, mientras masticaba veia a lo lejos a mi hermano que casi estaba haciendo lo mismo, no me importaba por ahora lo que hiciera solo verlo me parecia gratificante, para que en esta familia, no se rompieran lazos.
Casi terminaba, llevaba pedazos de carne y un poco de agua, masticaba y tragaba, todo en silencio, hasta que acabe, tome la copa de vino y me la acabe en un solo trago, me limpie con la servilleta mis labios y mi ropa, por si acaso estuviera un poco sucia, me levante despacio de la mesa, mientras le decia.
Provecho hermano, no podre acompañarte por ahora, creo que ire al senado, aver que hacen los guardianes de este reino, lamento no platicar esta vez, pero mas adelante sera, veo que esta todo bien nos vemos Defteros.
Y sali caminando, dejando atras el comedor, con muchas ideas en la cabeza, que pronto podrian explotar en cualquier momento.
La mesa era grande, y casi nos separaba un estrecho enorme, el estaba enfrente de mi postura, tome una silla, ligeramente la jale hacia mi, y con elegancia me sente, pronto fueron los criados a servirme, un plato y los utensillos de plata, un poco de pollo recien freido, un poco de vino en una copa, y en la otra una copa de agua pura y cristalina, tome primero el agua, un trago y la deje de nueva cuenta en la mesa, tome un pañuelo que estaba en la mesa, cerca del plato, me la puse en el cuello sujetandolo con este, sujete el tenedor y el cuchillo, y corte un pedazo de carne, para luego llevarlo a mi boca, mientras masticaba veia a lo lejos a mi hermano que casi estaba haciendo lo mismo, no me importaba por ahora lo que hiciera solo verlo me parecia gratificante, para que en esta familia, no se rompieran lazos.
Casi terminaba, llevaba pedazos de carne y un poco de agua, masticaba y tragaba, todo en silencio, hasta que acabe, tome la copa de vino y me la acabe en un solo trago, me limpie con la servilleta mis labios y mi ropa, por si acaso estuviera un poco sucia, me levante despacio de la mesa, mientras le decia.
Provecho hermano, no podre acompañarte por ahora, creo que ire al senado, aver que hacen los guardianes de este reino, lamento no platicar esta vez, pero mas adelante sera, veo que esta todo bien nos vemos Defteros.
Y sali caminando, dejando atras el comedor, con muchas ideas en la cabeza, que pronto podrian explotar en cualquier momento.
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Re: Villa Romana de Cambre
Su estancia en el cuarto de baño había sido breve solo lo necesario para limpiar aquella herida de la frente y cambiar sus ropas rasgadas y sucias. Sumergirse dentro de aquella terma con el agua tibia le provocó una oleada tan relajante que hubiese querido permanecer ahí un tiempo más prolongado. Pero conocía que el día seguía, que su hermano mayor estaba en la casa y que tal vez podrían entablar una conversación sobre los asuntos relacionados a la dirección de la villa, o simplemente hacerle notar que entre ellos no había brechas como su hermano gemelo.
Dentro del agua, él mismo lavó con cuidado aquel corte, lo cosía con una delgada aguja y un hilo especial para sanar heridas. Era autosuficiente y sus conocimientos sobre medicina estaban más que reafirmados. No era extraño que él y Aspros hubiesen tenido una formación educativa ejemplar, conocían los manuscritos de medicina de los mejores cirujanos del imperio y del extranjero. A ellos les atraía siempre el conocimiento y ahora aquellas horas sumido entre papiros y pergaminos rendía sus merecidos frutos.
Normalmente se disponía de una de las sirvientas para que lo asistiera en cuanto al aseso de su cuerpo, pero él prefería siempre efectuarlo de una manera aislada para establecer un vínculo personal e íntima con sus ideas. Al terminar aquella minuciosa actividad se retiraba de las apacibles aguas de la terma para encaminarse hacia aquella tela de algodón que le serviría pera eliminar el agua que escurría por su cuerpo. Su cabellera larga se adhería contra su cráneo y su espalda. Frotó con suma paciencia la tela humedeciendola al instante. Se sentía otra persona diferente, quizá un poco mimado al contar con aquellos lujos que ahora su hermano gemelo rechazaba a causa de su orgullo. Un ligero suspiro escapó de sus labios al pensar cuando lo volvería a encontrar y las circunstancias y giros del mismo encaramiento.
No le dedicó tanto tiempo a tales pensamientos, salió por la lujosa puerta en dirección al comedor donde todo estaría listo para que atendiera la necesidad primaria de fortalecer su cuerpo. Toda la mañana había emprendido una búsqueda por sus familiares y no había probado bocado alguno. El aroma de un pollo asado le llegó a su nariz de manera agradable, los platos de porcelana y las copas del cristal mas puro y brillante estaban colocados de tal forma que sería una cena para dos personas, pero de momento la ausencia de Mauritius estaba tan expuesta como aquella lujosa cena.
No lo esperó para comenzar puesto que en ocasiones Mauritius tardaba en aparecer o de plano ausentarse de aquellos pequeños recesos en su apretada agenda como senador romano. Comenzaba a ingerir los alimentos cuando unos pasos diligentes le hicieron dirigir su mirada hacia la entrada y fue entonces cuando lo miró de soslayo, Mauritius con un semblante apesadumbrado había llegado.
Habría tomado la iniciativa de entablar una pequeña charla, preguntarle de su día pero por la forma discreta de sus movimientos Defteros entendía que ahora no era el momento. Él tenía cuidado en examinar los más mínimos detalles y asimiló que su hermano mayor necesitaba un tiempo para asimilar las cosas que le estuvieran incordiando. Era la misma actitud que había empleado con su hermano Aspros, una que hacía por lo regular muy seguido. Le restaba la importancia requerida a los asuntos de terceros.
La cena de Maurituis fue rápida y en completo silencio mientras escrutaba el rostro de Defteros. La enorme mesa los distanciaba así como sus ideas pero ahora Mauritius mantenía cierta prisa por salir de un momento a otro. Se levantó apenas terminó sus alimentos y unas palabras breves pero claras salieron de sus labios, Defteros asintió observándolo con sumo cuidado. Le dedicó una débil sonrisa, le concedía la importancia de sus obligaciones y deberes como persona importante del imperio. Él se encargaría de seguir administrando los bienes de la villa y por ahora pensar en volver a visitar a su prima Sophía.
Dentro del agua, él mismo lavó con cuidado aquel corte, lo cosía con una delgada aguja y un hilo especial para sanar heridas. Era autosuficiente y sus conocimientos sobre medicina estaban más que reafirmados. No era extraño que él y Aspros hubiesen tenido una formación educativa ejemplar, conocían los manuscritos de medicina de los mejores cirujanos del imperio y del extranjero. A ellos les atraía siempre el conocimiento y ahora aquellas horas sumido entre papiros y pergaminos rendía sus merecidos frutos.
Normalmente se disponía de una de las sirvientas para que lo asistiera en cuanto al aseso de su cuerpo, pero él prefería siempre efectuarlo de una manera aislada para establecer un vínculo personal e íntima con sus ideas. Al terminar aquella minuciosa actividad se retiraba de las apacibles aguas de la terma para encaminarse hacia aquella tela de algodón que le serviría pera eliminar el agua que escurría por su cuerpo. Su cabellera larga se adhería contra su cráneo y su espalda. Frotó con suma paciencia la tela humedeciendola al instante. Se sentía otra persona diferente, quizá un poco mimado al contar con aquellos lujos que ahora su hermano gemelo rechazaba a causa de su orgullo. Un ligero suspiro escapó de sus labios al pensar cuando lo volvería a encontrar y las circunstancias y giros del mismo encaramiento.
No le dedicó tanto tiempo a tales pensamientos, salió por la lujosa puerta en dirección al comedor donde todo estaría listo para que atendiera la necesidad primaria de fortalecer su cuerpo. Toda la mañana había emprendido una búsqueda por sus familiares y no había probado bocado alguno. El aroma de un pollo asado le llegó a su nariz de manera agradable, los platos de porcelana y las copas del cristal mas puro y brillante estaban colocados de tal forma que sería una cena para dos personas, pero de momento la ausencia de Mauritius estaba tan expuesta como aquella lujosa cena.
No lo esperó para comenzar puesto que en ocasiones Mauritius tardaba en aparecer o de plano ausentarse de aquellos pequeños recesos en su apretada agenda como senador romano. Comenzaba a ingerir los alimentos cuando unos pasos diligentes le hicieron dirigir su mirada hacia la entrada y fue entonces cuando lo miró de soslayo, Mauritius con un semblante apesadumbrado había llegado.
Habría tomado la iniciativa de entablar una pequeña charla, preguntarle de su día pero por la forma discreta de sus movimientos Defteros entendía que ahora no era el momento. Él tenía cuidado en examinar los más mínimos detalles y asimiló que su hermano mayor necesitaba un tiempo para asimilar las cosas que le estuvieran incordiando. Era la misma actitud que había empleado con su hermano Aspros, una que hacía por lo regular muy seguido. Le restaba la importancia requerida a los asuntos de terceros.
La cena de Maurituis fue rápida y en completo silencio mientras escrutaba el rostro de Defteros. La enorme mesa los distanciaba así como sus ideas pero ahora Mauritius mantenía cierta prisa por salir de un momento a otro. Se levantó apenas terminó sus alimentos y unas palabras breves pero claras salieron de sus labios, Defteros asintió observándolo con sumo cuidado. Le dedicó una débil sonrisa, le concedía la importancia de sus obligaciones y deberes como persona importante del imperio. Él se encargaría de seguir administrando los bienes de la villa y por ahora pensar en volver a visitar a su prima Sophía.
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Re: Villa Romana de Cambre
- ¿Una invitada importante en la villa...?
Expresó Defteros apenas le pusieron al tanto de la ocupante del cuarto de invitados. Le mencionaron que era una emisaria importante del país con el cual Roma aún tenía cosas importantes y pendientes. - Ya veo, Mautirius fue muy desconsiderado al dejar a sus visitas diplomáticas relegadas a segundo plano. Sería bueno que me cerciore si su estancia en la villa de Cambre es bienaventurada. - Emitió un pequeño suspiro. Su partida hacia la villa de su prima se retrasaría un poco, pero ante la envergadura de una persona tan distinguida en la villa se tenía que proceder a los protocolos rigurosos que a toda familia noble le correspondía.
Se tomaba en cierta forma, los asuntos de Cambre tan rigurosos a pesar de que no le atañían. Su madre, una hermosa mujer romana le había educado de esa forma. Aspros por otra parte era distinto a su proceder. Sin embargo intercambiaban sus intereses a la primera señal de movimiento. Él estaba seguro de su dominio en el habla de la visitante, su inteligencia le avalaba, lo que no se garantizaba era el trato hacia ella. Siempre evitaba y prefería aislarse de las personas, solo su prima le sacaba de tal coraza, pero ahora ella no estaba con él. Seguramente estaba disfrutando de su vida en la villa Mellitus en compañía de su hermano Fye. Defteros por el momento no interactuaba con los suyos, una pelea con su gemelo y una indiferencia por el mayor le dejaban ahora con esa ligera responsabilidad, no había de otra, Cambre debía seguir mostrando que era una de las casas mas nobles a pesar del desliz de su padre.
Expresó Defteros apenas le pusieron al tanto de la ocupante del cuarto de invitados. Le mencionaron que era una emisaria importante del país con el cual Roma aún tenía cosas importantes y pendientes. - Ya veo, Mautirius fue muy desconsiderado al dejar a sus visitas diplomáticas relegadas a segundo plano. Sería bueno que me cerciore si su estancia en la villa de Cambre es bienaventurada. - Emitió un pequeño suspiro. Su partida hacia la villa de su prima se retrasaría un poco, pero ante la envergadura de una persona tan distinguida en la villa se tenía que proceder a los protocolos rigurosos que a toda familia noble le correspondía.
Se tomaba en cierta forma, los asuntos de Cambre tan rigurosos a pesar de que no le atañían. Su madre, una hermosa mujer romana le había educado de esa forma. Aspros por otra parte era distinto a su proceder. Sin embargo intercambiaban sus intereses a la primera señal de movimiento. Él estaba seguro de su dominio en el habla de la visitante, su inteligencia le avalaba, lo que no se garantizaba era el trato hacia ella. Siempre evitaba y prefería aislarse de las personas, solo su prima le sacaba de tal coraza, pero ahora ella no estaba con él. Seguramente estaba disfrutando de su vida en la villa Mellitus en compañía de su hermano Fye. Defteros por el momento no interactuaba con los suyos, una pelea con su gemelo y una indiferencia por el mayor le dejaban ahora con esa ligera responsabilidad, no había de otra, Cambre debía seguir mostrando que era una de las casas mas nobles a pesar del desliz de su padre.
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Re: Villa Romana de Cambre
Todo lo que él conocía, aquello donde había crecido estaba borrado en ese punto de Roma, nada parecía hubiera sobrevivido a aquella catástrofe apocalípticas del lugar. Todos los hermosos jardines, las praderas, las plantaciones estaban borrados. En su lugar un paisaje de completa desolación, un árido terreno castigado por algo que escapaba a su imaginación. Defteros descabalgó de su montura al presenciar los escarpado del lugar. Se agachó mientras las puntas de sus dedos recorrían el suelo notando inmediatamente que se trataba de...
- Ceniza volcánica. ¿Que ha pasado aquí? Pareciera que una erupción hubiese emergido en la villa.
Un sentimiento de desasosiego comenzaba a nacer en su interior, la verdad era algo inusual en su comportamiento desinteresado pero llegar a pensar en las vidas de los habitantes de Cambre extinguidas le era un peso tremendo. Se había quedado con la mirada ida, perdida apenas tratando de razonar lo ocurrido. De pronto una punzada en su interior le despertó del letargo en el que estaba sumido. Algo que le angustiaba y que presentía como funesto. Sus músculos le exigían salir del lugar, algo sumamente grave estaba pasando, peor que la perdida de los bienes materiales a los cuales él no tenía apego. Era un sentimiento por sentir que alguien muy querido estaba a punto de perecer.
Y fue entonces cuando el recuerdo de su prima le vino a la mente como un cristal que se rompe en múltiples fragmentos sobre su piel. Su sangre ardía en desesperación, no podía controlar esa preocupación. Sin pensarlo demasiado montaba en su caballo hacia el destino de la villa de Fye y de Sophia. Tenía que asegurarse que las cosas estaban bien, que las propiedades extensas de sus primos no hubieran compartido el mismo destino de la devastada ubicación que todos hubieron conocido como la villa de Cambre.
- Ceniza volcánica. ¿Que ha pasado aquí? Pareciera que una erupción hubiese emergido en la villa.
Un sentimiento de desasosiego comenzaba a nacer en su interior, la verdad era algo inusual en su comportamiento desinteresado pero llegar a pensar en las vidas de los habitantes de Cambre extinguidas le era un peso tremendo. Se había quedado con la mirada ida, perdida apenas tratando de razonar lo ocurrido. De pronto una punzada en su interior le despertó del letargo en el que estaba sumido. Algo que le angustiaba y que presentía como funesto. Sus músculos le exigían salir del lugar, algo sumamente grave estaba pasando, peor que la perdida de los bienes materiales a los cuales él no tenía apego. Era un sentimiento por sentir que alguien muy querido estaba a punto de perecer.
Y fue entonces cuando el recuerdo de su prima le vino a la mente como un cristal que se rompe en múltiples fragmentos sobre su piel. Su sangre ardía en desesperación, no podía controlar esa preocupación. Sin pensarlo demasiado montaba en su caballo hacia el destino de la villa de Fye y de Sophia. Tenía que asegurarse que las cosas estaban bien, que las propiedades extensas de sus primos no hubieran compartido el mismo destino de la devastada ubicación que todos hubieron conocido como la villa de Cambre.
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Re: Villa Romana de Cambre
El frio de la pasada lluvia se hacía presente, entre la oscuridad caminaba ya con tranquila el empapado caballero de athena, que ya se movía entre las villas, el cielo ya estaba despejado y se podía observar la impresionante luna llena, su mirada callo, observando todo aquel lugar y una fuente en el medio para variar, observando con detalle sobre la fuente observo la figura de una joven que jugaba con el agua, Drakins no sabía si era una muerto o una persona así que con mucha cautela se acercó paso a poco hacia donde estaba la joven.
Buenas noches
Dijo observando la espalda de la joven, con un cabello largo y de color verde, separado a una distancia de un metro de ella, con una expresión en su rostro de curiosidad, pero estando atento, las suaves brisas frías movían el cabello de la joven que poco a poco se voltio una joven casi de la edad del caballero con una sonrisa, que tomo haciendo en el murito de la fuente y observándolo sin decir palabra alguna el caballero tampoco dijo nada, se quedó hay parado frente a ella mientras pasaban las horas y el frio aumentaba, y ella alzando un dedo comenzó a reunir almas, el caballero quedaba impactado, mientras la observaba como su cabello se elevaba y notaba su cosmo de un color roja claro, la chica sonría mientras hacia esto, Drakins no sabía que ocurría y dijo
Manipulas las almas de los muertos.
Si hace es que hace un joven a estas horas por esta zona?
Solo estoy de paso me dirijo hacia el santuario de athena, pronto seré uno de sus santos
Un santo de athena? Y con ese cosmo tan débil?
Mi cosmo es débil de momento la próxima vez que nos encontremos veras que mi cosmo ha aumentado
Sonriendo el caballero se dio media vuelta y siguió su camino con su mirada hacia el cielo y sus manos en su bolsillo no quería pelear, aparte que ella parecía cuidar algo y mejor la debajo en paz y tranquilidad en ese lugar, suspirando mientras la brisa chocaba contra su espalda y el frio penetraba hasta llegar a sus huesos continuo su camino hacia otra villa, le tomaría varias villas para salir de aquel lugar tan amplio, mientras la luna comenzaba ocultarse y el cielo a aclararse.
Buenas noches
Dijo observando la espalda de la joven, con un cabello largo y de color verde, separado a una distancia de un metro de ella, con una expresión en su rostro de curiosidad, pero estando atento, las suaves brisas frías movían el cabello de la joven que poco a poco se voltio una joven casi de la edad del caballero con una sonrisa, que tomo haciendo en el murito de la fuente y observándolo sin decir palabra alguna el caballero tampoco dijo nada, se quedó hay parado frente a ella mientras pasaban las horas y el frio aumentaba, y ella alzando un dedo comenzó a reunir almas, el caballero quedaba impactado, mientras la observaba como su cabello se elevaba y notaba su cosmo de un color roja claro, la chica sonría mientras hacia esto, Drakins no sabía que ocurría y dijo
Manipulas las almas de los muertos.
Si hace es que hace un joven a estas horas por esta zona?
Solo estoy de paso me dirijo hacia el santuario de athena, pronto seré uno de sus santos
Un santo de athena? Y con ese cosmo tan débil?
Mi cosmo es débil de momento la próxima vez que nos encontremos veras que mi cosmo ha aumentado
Sonriendo el caballero se dio media vuelta y siguió su camino con su mirada hacia el cielo y sus manos en su bolsillo no quería pelear, aparte que ella parecía cuidar algo y mejor la debajo en paz y tranquilidad en ese lugar, suspirando mientras la brisa chocaba contra su espalda y el frio penetraba hasta llegar a sus huesos continuo su camino hacia otra villa, le tomaría varias villas para salir de aquel lugar tan amplio, mientras la luna comenzaba ocultarse y el cielo a aclararse.
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