Villa Romana de Cambre [Pasillo Principal]

Había salido un momento de la habitación, pues había escuchado ruidos abajo. Iba caminando por el pasillo y me topé con una sirvienta que se detuvo frente a mí y me habló.

-Señorita Lady, el amo Mauritiua ha llegado con sus invitadas, me ha dicho que le comunique que se haga presente a su lado, para que las señoritas recién llegadas puedan conocerla...-

-Bien, muchas gracias, mujer...- Dije seguido de la noticia y me dirigí directo hacia abajo, caminando por las escaleras anchas de daban al salón, y luego abrí una gran puerta que salía al pasillo principal, y allí vi a Mauritius y sus acompañante, dos jóvenes mujeres. Me acerqué a ellos, aunque tenía tantas ansias de besar los labios de aquel, mi amante, no podía ser irrespetuosa frente a aquellas visitas asique decidí contenerme. -Te estuve esperando Mauritius...- Dije con una sonrisa en mi delicado rostro, para mas tarde dirigir un saludo a aquellas jóvenes -Buenas tardes, señoritas... yo soy Lady- Y luego hice un silencio, situandome a un lado.

Mauritius me presentó a las invitadas, para luego acercarse a mi. Sentí el calor de sus manos en mi cintura, por lo que sonreí levemente, para que luego él me condujera a las terrazas que no estaban muy lejos del lugar en donde nos encontrábamos, pero no estaba a la vista de las jóvenes recién llegadas. De pronto, él unió sus labios con los míos en un apasionado beso que parecía no tener fin. Cada roce de nuestras lenguas, cada contacto, era excitante, lleno de deseo y amor. Era lo que anhelaba hace ya varias horas, extrañando cada cálida caricia de mi amante. Correspondí aferrándome a su cuerpo, y entrelazando mis finos dedos en su cabellos rubios. Tras separar un momentos nuestros labios, escuché atentamente sus palabras; a las que luego de un momento contesté con una sonrisa en mi rostro.

-También me hiciste mucha falta Mauritius... no me imaginaba que esas horas sin ti serían tan dolorosas... será porque te amo como nunca amé a un hombre...- Luego seguimos besándonos por un momento más, disfrutando cada segundo de contacto de nuestros labios, como si luego de ese beso fuera el fin. Luego me mencionó que debíamos ir con las invitadas, pero me dijo algo al oído, a lo que me sonreí y solté una leve risa. -De acuerdo, Mauritius. Vamos...- Luego acaricié un momento su cabeza, para luego tomar su brazo y regresar junto a las invitadas que se encontraban aún esperando en el pasillo principal.

Despues de la audiencia y de que finalmente se decidiera el aceptar la propuesta de mi señora, junto con Seiren seguimos al senador Mauritius para asi poder entrar al carruaje que nos esperaba y que nos llevaria hacia el recinto del senador. En el camino el carruaje se movia un poco debido a que no era precisamente un camino muy bien hecho y algunas baldosas del suelo estaban levantadas por lo cual era normal sentir leves movimientos de parte de esta, me mantuve mirando a traves de la ventanilla todo el tiempo debido a que por alguna extraña razon desde mi llegada a Roma podia sentir unas extrañas auras que por razones inciertas se me hacian extrañamente conocidas como si ya las hubiera sentido antes. Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando el carruaje se detuvo para que pudieramos bajar cosa en la cual el mismo senador nos ayudo a hacer para evitar cualquier descortesia por su parte, nos dio la bienvenida a su hogar el cual era una villa muy grande y hermosa por lo cual era imposible el quejarse o algo parecido escuche como pedia a los esclavos que preparan las habitaciones de huespedes al tiempo que otra mujer hacia su aparicion en escena presentandose con el nombre de Lady siendo asi la dama de compañia del senador Mauritius a lo cual solo baje la cabeza en señal de respeto mas por unos instantes vi como el senador se la llevaba y no sabria decir si fue mi imaginacion o no pero me habia parecido el ver que se besaban mas no le daria importancia al asunto debido a que era algo que no me concernia. Volvieron a estar frente a nosotros en ese instante.

- Es un placer espero que los esclavos hayan preparado las habitaciones, como podra imaginar tanto mi dama de compañia como yo nos encontramos cansadas y deseariamos el descansar un poco del largo viaje que hicimos para llegar hasta aqui... -dice con toda la cortesia que podia viendo a ambos-

Entre más avanzábamos podía ver lo diferente que era Roma de Egipto, todo el lugar parecía un simple sueño debido a la naturaleza que la rodeaba desbordaba simplemente vida a comparación de las arenas que surcaban el mismo reino de Egipto, quedaba un poco absorta de lo que mis ojos alcanzaban a ver dejándome ensimismada conmigo misma, volviendo de nuevo a mi posición llegábamos justo al lugar donde pasaríamos ese día.

Ofreciéndonos su ayuda bajábamos de la carroza, la estructura que se presentaba me parecía un poco extraña debido a que no estaba acostumbrada a ver ese tipo de cosas aunque esta no le restaba menos belleza, caminando directo hacia la entrada me colocaba siempre a la diestra de Rain alejándome del Senador, de esta manera no olvidaba el lugar que me correspondía y de esa forma no desagradar más a mi señora, esperábamos que las habitaciones se alistaran mientras que nos presentaba a lo que era la acompañante de ese hombre.. sin decir nada me límite a solo inclinar mi cabeza a manera de respeto dejando que solo Rain respondiera puesto que era ella la que debía de ser tratada con el respeto que se merecía al ser ella la responsable de representar a nuestra reina.

Seguíamos los pasos del Senador y su acompañante mostrándonos la habitación, todo parecía estar en orden y veía a la mujer que se nos dejaba a cargo para satisfacer nuestras necesidades, diciendo eso último paso a retirarse dejándonos con Yeterni.. avanzaba hacia ella dándole las gracias…

Si necesitamos algo seré yo la que te llame… por ahora puedes retirarte… -la mujer acepto retirándose quedando fuera de la puerta, giraba en dirección a Rain sin saber que más decir hasta atreverme a hablarle...- la he visto demasiado tensa… si hay algo en lo que pueda servirle no dude en decírmelo… -pude haberle preguntado más pero no me parecía lo correcto ya que ninguna confianza se generaba entre nosotras debido al incidente. Retirandome la dejaba a solas quedándome justo en el balcón no sin antes vertí una copa de vino y unas cuantas frutas en la bandeja para que las dispusiera a probar Rain. Quedaba fuera sintiendo como el aire tibio golpeaba mi rostro de tal forma que mecía mi cabello ondeándolo, él único momento de que mi mente parecía estar en blanco era ese...

Caminando por el largo pasillo con la compañía de Mauritius, mientras las jóvenes mujeres nos seguían. Llegamos hasta la habitación de huéspedes, donde aquellas damas se iban a hospedar por un tiempo, aunque yo no sabía quienes eran, ni el motivo por el cual estaban allí, por lo cual quería hablar pronto con Mauritius para que así me explique lo que ocurría, por lo menos algo, para estar actualizada de la situación.

Más tarde, él les presentó a Yeterní, la esclava que estaría a sus órdenes por el tiempo que ellas se hospeden en el lugar. En mis rostro una sonrisa notable, mientras observaba, oyendo los diálogos pero sin comentar nada, solo observando. Cuando las palabras acabaron y aquellas mujeres se adentraron en el cuarto y se acomodaron, Mauritius decidió que debíamos ir a la recámara, también me hacía falta estar a solas con él, sentir su presencia aún más cerca, porque luego de todas aquellas horas de ausencia comenzaba a extrañar cada vez más su presencia junto a mi. Oía sus palabras, mientras sonreía. Él quería comunicarme unas noticias, muchas cosas que decirme, pero quería que fuera un secreto entre nosotros. Entonces conteste amablemente.

-De acuerdo, Mauritius, sabes que puedes confiar en mí y decirme lo que quieras, siempre te escucharé... vamos entonces...- decía para luego encaminarnos hacia la habitación de Mauritius para hablar y estar un rato a solas.

Despues de haber estado hablando con el señor mauritius este se retiro a hacer unos asuntos con la mujer llamada Lady a lo cual solo los vi iendose mientras me dirigia a la habitacion dada en la cual apenas estar alli tranquilamente me dormi por un par de horas, teniendo un sueño un tanto extraño en el cual veia a varias personas vistiendo diferentes armaduras unos que tenian algunas doradas y otros con armaduras moradas oscuras que desprendian una energia maligna enorme. Vi como esas personas se enfrentaba unas con otras para demostrar quien era el mas fuerte de todos viendo como los que tenian armadura dorada ganaban antes de ver que una especie de torre se derrumbaba frente a mi ojos dejando bajo sus escombros a varios de los que vestian armaduras oscuras cosa que me desconcerto un tanto despertando justo cuando escuche una voz conocida. Al despertar y ver la habitacion me fije que Seiren no se encontraba cosa rara puesto que ella no debia siquiera separarse de mi lado si sabia lo que le convenia, asi que me arregle un poco saliendo con el par de soldados egipcios que me acompañaron mientras los demas se habian quedado en la caravana saliendo al pasillo principal viendo a una mujer la cual se desconcerto al verme. Apenas tenerla frente a mi decidi el hacerle la pregunta que queria.

- A visto a mi esclava personal es inconfundible su cabello y ojos oscuros -viendo que la mujer se ponia pensativa antes de caer en cuenta-

- Si recuerdo una muchacha que preguntaba por usted pidio un carruaje para ir a traerle algo asegurando tener su permiso por la expresion que tenia...no era asi?
- Por supuesto que no lo tenia -apretando los puños- guardias me acompañaran a la ciudad a buscar a mi desobediente esclava quien recibira un castigo ejemplar tambien me gustaria que algunos soldados romanos me siguiera puesto que no conozco demasiado este lugar mientras que alguien prepare un carruaje -viendo como algunos soldados romanos se acercaban para acatar la orden comenzando a salir del lugar rumbo al carruaje mientras pensaba uno y mil castigos contra la esclava que se le habia escapado y que de por si consideraba especial-

Dahinten caminaba tranquilamente, admirando concienzudamente los adornos y esculturas tan hermosas del pasillo principal de la Villa de Cambre. Un hombre solitario le había dicho que en tal villa podría encontrar trabajo; a pesar de no haber sido un esclavo anteriormente...pero si hubiera sido un esclavo, no habría conseguido huir o dejar de serlo, pues debería haber muerto para dejar de serlo. Pero no era el caso.

Recordaba lo que Argol le había dicho....que si alguien preguntaba, dijera que era era un criado de las villas.....pero bajo las ordenes de quien? se preguntaba el rubio mientras caminaba.

De pronto aparecieron ante el un par de soldados que hacían guardia cerca de una puerta. Ambos lo miraban con el ceño fruncido. La presencia de Dahinten en tal lugar era extraña, iba humildemente vestido con una túnica negra, llevaba en su cintura sus espadas gemelas y su aspecto era un poco amenazador.

Dahinten se acercó sensiblemente a los guardias, estaba preparado para sacar sus espadas y hacerles frente, pero ni ellos ni el rubio hacían ademanes ofensivos. De pronto uno de ellos preguntó a Dahinten, quien era?, sin inmutarse; Dahinten se presentó con las siguientes palabras:

-Mi nombre es Dahinten y vengo a ver al señor Mauritius. Me han hablado mucho de el y vengo a presentarle mis respetos-.

Los guardias se miraron el uno al otro y con la risa en los ojos, como burlándose del extranjero le dijeron que en ese momento no se encontraba, que volviera lugo. Pero Dahinten estaba completamente dispuesto a presentarse ante el señor Mauritius esperando que lo contratara, talvez como guardia o como guardaespaldas; por lo tanto se quedó ahí parado en una esquina esperando por el senador.

El senador Mauritius no llegaba, y Dahinten se impacientaba. Los guardias de la puerta de la Villa Romana de Cambre seguían firmes en sus puestos, de pronto una bella mujer de lento caminar y una muy linda cabellera se acercaba caminando.

Dahinten observaba ensimismado a la dama, estaba vestida elegantemente pero al mismo tiempo con un aire humilde, lo que hizo pensar al rubio que tal dama era una una servidora de la Villa de Cambre, y que estaba al servicio del señor Mauritius.

La chica se dió cuenta de la presencia del extranjero y con una voz muy bella y sutil, preguntó:
-Buen día señor. Mi nombre es Yeterni. ¿Quién es usted y que se le ofrece?-.

Dahinten se aclaró la voz y dijo: -Mi nombre es Dahinten y vengo por una entrevista con el senador Mauritius, esperando encontrar alguna ocupación bajo sus ordenes.-

La muchacha observó al caballero con profundo interés, como queriendo ver si en verdad deseaba servir al senador y buscando en los mas hondo de los sentimientos del joven una sensación de confianza. La joven muchacha se preguntaba que hacer con el hombre que tenía enfrente...

-El senador Mauritius no se encuentra, pero usted señor Dahinten, tiene autorización para pasearse por los jardines de la villa con toda confianza, si alguien le pregunta que hace, diga que yo hable con usted.-. Dijo Yeterni con un tono muy humilde, de alguien que ni quiere lucirse por su poder o ser engreído.

-Muchas gracias, señorita Yeterni.-Dijo Dahinten, mientras se encaminaba decididamente hacia la direción que Yeterni le había indicado. Pensaba en todo lo que había pasado hasta ese momento y que de su entrevista con el senador dependería en mucho su futuro.

Solo de nueva cuenta, aunque ella me habia dicho que hiba a regresar, estaba un poco preocupado, pero aun asi tenia que confiar ampliamente en lo que ella dijera, no importase lo que pensara mi corazon me dictaba a esperarla, estaba a punto de salir de ahi, cuando entonces, una presencia hizo que actuara distinto, me acerque lentamente hacia donde estaba la repisa de los vinos, y con un acto un poco loco, tire todas las botellas al suelo, el crujir de cada una desplomandose en el suelo, hacia un completo estrago en mis odios, tanto que tuve que taparmelos para no seguir escuchando, poco apoco mi cuerpo comenzo a actuar por si mismo, de nueva cuenta ahora golpeaba las ventanas que estaban cerca de ahi, entre cada golpe que lograba romper un cristal, mis manos comenzaban a tener pequeños cortes que estaban sacando sangre, como pude trate de evitar el sangrado, rodear mis heridas con una manta, hasta hacer un torniquete, talvez esa seria la cura momentanea, sali caminando hasta toparme con un espejo, no se porque me atrevi a acercarme a el, estaba asombrado por los cortes, los mire detenidamente, de pronto en mi cabeza comenzo a aparecer una voz....

Despierta.... muy despacio, se hiba elevando hasta que en un solo grito, todo comenzo a aturdir mi mente.. con un grito como el propio eco del trueno que se hacia caer en las peores tormentas, asi resonaba cada vez mas en mi cabeza, sin dejarme seguir quieto, solo tome una vez mas mis manos para taparme los oidos, miraba por todos lados, hasta de pronto verme al espejo.

Shhh, calla, haces mucho ruido para ser solo un humano... ¿quien eres tu?... que no me recuerdas, yo soy tu, solo que enviado desde los olimpos para poder apaciguar la ira de los dioses con los humanos, has nacido a mi imagen y semejanza y por lo tanto te he venido a reclamar como mi cuerpo, no importa si haces berrinches tus recuerdos seran mios, al igual que aquella mujer que se hace llamar lydia.... hey no te metas con ella... jum, valla creo que le atine al clavo verdad?, te ha vuelto loco esa mujer, porque has sido debil, su perfume la delata, ella tambien es una diosa, y a sido mejor en ocultarlo que tu lo haras, vamos, no tienes curiosidad en quien soy?... Callate.... dije mientras golpeaba las paredes cercano al espejo....Te da miedo esuchar la verdad?, jaja pobre, pense que serias un poco mas fuerte para soportarlo, la verdad es que los dioses ocupamos a los humanos como recipientes, sin mucho que repelar, eso a sido por miles de años, sin que un simple humano se nos sublebe, y veo que a ti te anda afectando la partida de esa mujer, te hace debil... no lo entiendes maldito humano... ¡¡¡¡CALLATE!!! dije mientras mis manos golpearon ahora el espejo que corto mis vendajes mal hechos, y mis manos comenzaban a sangrar, todo quedaba en silencio, talvez solo habia sido en mi cabeza, estaba loco quizas... pero eso no importaba, tenia que hacer lo mejor posible para evitarlo...

Valla, no dejas de gritar, eres un gruñon..esuche de nueva cuenta mientras trataba de calmarme, aunque no quieras lo dire, ahora tu cuerpo es mio, y hare lo que quiera con el....Ca... solo pude decir mientras mi garganta no me respondia, e incluso mi cuerpo comenzo a ponerse duro, y ahora mis pensamientos comenzaban a vagar, no podia controlar mi propio cuerpo, de pronto senti una gran descarga electrica rodeando todo mi ser como si un rayo hubiese impactado conmigo, quede tenso por instantes, para luego caer desplomado, y quedar dormido en el acto.

Desperte, ahora no habia mas barreras, solo recuerdos de aquel estupido mortal, recuerdos especiales, mas aquella noche con Lydia, la diosa afrodita, movi cada musculo de mi cuerpo, el cuello, las manos, pies, y demas, ahora ya este cuerpo me pertenecia, y comandaria como uno solo.

Ahhh que bien se siente tener cuerpo humano otra vez, jajaja debil debil ahora veamos al posible soldado de mi tropa....

Rol. mauritius, Zeus