A las afueras de Hispania

Cassie rondaba por las afueras de su Tierra que le vio nacer, que le vio crecer y que era claro para ella que alguna vez le tenía que ver morir, pero no fue así, aquel día fue el más amargo por la decisión ya tomada, puesto las acciones mojigatas de la gente de su mismo pueblo, la arrollaron a abandonarlo y mas por las agresiones tanto verbales como físicas que tuvo que aguantas por algunos ayeres, por la discriminación descortés, ya que su forma de pensar y actuar eran totalmente distintas a su gente.

-Tú me vistes nacer, me enseñaste como vivir de la peor manera, pero así era el destino que tenias para mí y crecí aceptándolo hasta llegar a ponerle un sobrenombre extraño: “Felicidad”, me distes agallas de amar a alguien sin conocerle, pero… ¿ por qué a las demás personas no?, ¿por qué las dejáis llenas de viles sentimientos como la discriminación?, ¿por qué te descaras ante mi en mis últimos momentos?, ¿por qué generas decepción?… mi tierra amarga, mi tierra azabache, he perdido el interés en ti, y eso me hace una total errante, tan solo el sol está a mi lado y él me dirá quién será mi amado, así que me voy y tratare de no volver, pero no lo he de prometer, ya que la venganza y la desgracia caerá ante todos los que resguardas.

Las lágrimas incoloras escarian humectando sus mejillas rosadas, montando sobre su fiel corcel Eumenes, era así como la mujer desquiciada se retiraba de aquellas amargas tierras lejanas, su destino aun no estaba escrito en el pergamino, pero ella decidida a formarlo estaba, por lo que cesa su llanto estúpido y con rapidez se aleja de aquel desolado infierno, con destino a la grandes tierras de Roma.